Prólogo
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PRÓLOGO
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Parvati Cullen, el nombre sonaba interesante, podría inclusive ser capaz de imaginarme que la sola mención dejaba en claro a que Clan de vampiros podría pertenecer, e inclusive que podría haber sido otra humana que acabó siendo un monstruo más, pasado difícil, muerte complicada y vida nueva. Pero no, mi historia no era de esa forma, ni siquiera así era mi vida antes de convertirme siquiera en Parvati y mucho menos en parte del clan de vampiros, no, era una común y silvestre, una que vivía en una ciudad latinoamericana. Tenía familia de más de 7 integrantes, había altibajos, conflictos familiares y cariño, lo tenía todo pero en una visita a mi hermana mayor toda mi vida cambió.
Recuerdo que aquel día me había decidido hacer una visita flash a mi hermana mayor, sorprender a mis tres sobrinos y pasar la tarde en familia, había avisado a mis padres y hermano mayor hacia donde me dirigía, todo iba bien, había logrado ir sin perderme o pasarme cinco cuadras más del destino apuntado. Había logrado todo con ayuda de mi instinto carismático, hablando y consultando como llegar a tal parte; sin embargo, lo que no estaba planeado fue el sonido que me obnubiló los sentidos, mi vida y el control de mi cuerpo. Había cruzado la calle y realmente quise gritar de frustración al temer que algo así me tuviera que pasar justo hoy.
La oscuridad había sido mi compañera en mucho tiempo, no supe realmente qué había pasado de mi después de aquel sonido del estruendo que me llevó a desconectarme del mundo por completo, no sabía si estaba viva o muerta, no sabía nada fuera de esta oscuridad. No hasta que de un momento a otro la luz volvió a mis sentidos, pude lograr notar el atisbo de una borrosa luz y poco después muchos latidos desenfrenado, gemidos de cachorritos.
Todo era extraño, no entendía donde estaba, pero en cuando sentí el alivio cálido y algo viscoso recorrer mi cuerpo, temblé, me asusté y abrí los ojos, cegada por la luz pero de alguna manera me espanté más al ver un enorme rostro de perro que parecía un león frente a mi, quise correr pero lo único que se escuchaban eran gemidos de temor de un cachorro, temblores y un desequilibrio en mi cuerpo, nada en mi funcionaba, hasta que después de sentir los lengüetazos preocupados de lo que parecía un hembra de alguna raza extraña parecida a un león naranja o, me di cuenta después de mucho que en el reflejo de sus ojos yo me podría ver como un cachorro. Un... Bodoque sin pelos, intentando moverme sin curso.
Yo, era un cachorro. Bueno una cachorrita y esta que me lamía preocupada era mi... ¿madre? Digamos que ser consciente de todo eso, en un día tan solo me hizo llorar más y preocupar a la señora mamá. Yo no sabía comunicarme idioma perro, y ella parecía dudar si yo era su cría. Pero igual a la cumbre de la noche me dejó tomar la leche, claro tuve que pelear por ella, tenía muchos hermanitos. Poco a poco me hacía la idea de lo que me pudo haber ocurrido. Y la duda era, ¿cómo sobrevivir a esto?
Claramente esto me recordaba a esas películas de reencarnación de los perritos que morían y volvían en otros, hasta de esa peli que el humano reencarnó en un perro. Pero, me preocupaba no entender nada nadita de este mundo, del país, ni siquiera de quien se suponía que era mi madre.
La cuestión se fue desarrollando con el tiempo, aprendí a ser cachorro, todo parecía fácil pero al tener una mente humana me ponía a reflexionar demasiado muchas de mis acciones, tanto que llamé la atención del que nos cuidaba. Vivíamos en un lugar, que al final escuché su nombre... Era un monasterio de budas, y el señor que tuvo curiosidad de mis actividades se llamaba Rajiv, creo que de algún modo al asimilar la vida nueva, aprendí de algún estilo loco a entenderlo y el a mi.
En ese monasterio tuve una gran vida en tan poco tiempo, pero aprendí que la raza en la que reencarné era demasiado independiente y que ya no me alegraba encerrada, siempre salía a parar a un bosque, estaba en Nepal, no se donde era eso, pero parecía un pueblo perdido del mundo. La geografía nunca había sido mi fuerte, inclusive con instintos me llegaba a perder, mi madre siempre me rescata a pero últimamente ya estaba vieja, y el señor Rajiv me había bautizado como Parvati justo en la última madrugada en la que me despedí de mi hogar para comenzar una aventura.
Una aventura que me llevó a parar con un vampiro. Y este era Edward Cullen, y si... De alguna forma me llegué a convertir en su mascota, sentía que lo conocía de alguna parte, a todo lo que él me mostraba sin embargo algo en mi decía que no escarvara y pues, como buen cachorro lo hacía. Ahora mi vida estaba enlazada con un vampiro, del cual debía cuidar que ningún fuego le pudiera convertir en cenizas.
Y es allí donde todo comenzó, donde me convertí en Parvati la mejor amiga perruna de Edward Cullen, conocí a su familia, comí demasiado hasta inclusive sentir una mala racha de indigestión, conocí a una manada de lobos, e inclusive reconocí a Bella Swan, y de allí en más mi vida se fue al carajo no solo por su presencia... Sino porque yo estaba envejeciendo.
Mi vida perruna estaba llegando a su fin, y solo se adelanto con su sola presencia, pero he dejar en claro que mi familia lo fue todo para mi, y aunque no quisiera ella era la más indicada para mi compañero y amo, para su vida inmortal, porque... no creo siquiera haber podido sobrevivir a la ponzoña para solo ser el conejito de indias y el primer perro vampiro de la existencia solo porque...
Edward era mi compañero de vida.
No, no quería que rompieran el equilibrio de la naturaleza, e hice lo que pude para dar con todo el ánimo y buena cara a mi destino final. Tan solo esperaba que la humana Swan cuidara bien de mi Eddy.
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