Entró en aquel estrecho pasadizo, empujando al hombre quien a duras penas podía mantenerse en pie. Su cuerpo magullado, resultado de la reciente paliza que recibió.

Lo dejó arrodillado frente a Jungkook quien solo le regaló una sonrisa burlona.

–¿Creíste que te ibas a escapar? –lo sostuvo por los mechones de cabello, manteniendo su cabeza en alto– Eres un pobre diablo.

De la boca de aquel hombre solo salieron balbuceos inentendibles.

–Oh, lo siento. No escuché, ¿que dijiste?

–Hijo de... ¡Hijo de puta...!

La sonrisa de Jungkook se amplió.

–¿Esas son tus últimas palabras? –no recibió respuesta, vio como el tipo escupió sangre mirándolo desafiante a la espera de su destino. –Estoy tan feliz de que lo último que veas sea mi cara.

Jungkook miró a la mujer y le dedicó un asentimiento de cabeza.

–Hazlo como me gusta, preciosa. –Dijo mientras se agachaba a la altura del hombre. Vio con diversión como aquella navaja cortó la piel de su cuello lentamente y lo disfrutó tanto, aún si él no estuviese ejecutando dicho acto.

No le importó la sangre que le salpicó en el rostro y parte de su ropa.

Los dos observaron por tres minutos enteros como el hombre agonizaba, ahogándose con su propia sangre, hasta que la vida abandonó su cuerpo.

Entonces intercambiaron miradas y sonrisas de satisfacción para luego chocar las palmas en una pequeña celebración.

–Otra muerte que compartimos juntos, compañera.

–Ha sido todo un placer, compañero. –La chica sonrió dejando que el pelinegro la rodeara por los hombros a la vez que emprendían camino hacia la salida de aquél asqueroso lugar.

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