⛱️ Capítulo 38


Cada noche de ese verano solo para sellar mi destino (oh)/
Every night that summer just
to seal my fate (oh)"
(Taylor Swift, 2019, 2m58s)

╰──➢⛱️Cruel Summer.

Cuando desperté, hubiera deseado no recordar nada de lo que me había sucedido aquel día. Supliqué cada noche, que no se repitiera esa pesadilla, pero nadie podía evitarlo... Nadie sabía como YO debía evitarlo —empezó a decir nuevamente la sombra con la voz temblorosa. Mientras se volteaba a ver en dirección a Edward.

Edward vio como toda su mirada estaba perdida, viendo perfectamente como sus lagrimas estaban marcados en sus mejillas. Tuvo un reflejo tras querer ayudarla, limpiando sumamente suave con sus pulgaremos esas lagrimas y como si se tratase de agua iban desapareciendo bajo su tacto.

—Di todo lo que quieras dejar atrás. Cuéntame y suéltalo todo, no huiré de ti. No importa si crees que fuiste un monstruo tras despertar o si quiera hayas consumido sangre, yo... Yo justamente me considero monstruo por haberlo hecho en mi época de rebeldía —dice Edward encarandola con determinación y fortaleza.

El problema es que yo no caí en esa ansiedad de consumir sangre. Yo maté a todas las personas con tan solo haberse acercado, desperté sintiendo cada parte de mi ser ensuciada por ese desgraciado, todos lo que me tocaban, al instante se convertían en ese desgraciado. —dijo tras dejar que su mejilla descanse entre las manos del cobrizo. Sintiendo seguridad y refugio.

Su entorno de nuevo se volvió a ambientar. Mostrando a la misma mujer mas hermosa, de piel mucho mas clara, con aquellos ojos rubíes, la mordida de Carlisle Cullen había hecho efecto, la había salvado pero a un costo que no todos comprenderían bien.

—¿Qué? Pero si no se escuchatus latidos del corazón, pero eres híbrida. ¿Porqué allí no lo eres?—pregunta incrédulo y sorprendido Edward.

Al revivir tras aquella fatídica muerte, Ni Carlisle o Esme sabían del don que también había despertado aquel día, y lo peor solo se avecinaba cuando gente en que no confiaba se acercaba, me tocaba o simplemente creían que era una mosquita fácil para sus malas intenciones. —explicó por encima la vista que se podía ver.

Esa misma mujer se encontraba en otro lugar, en Rumania. Esme y Carlisle gritaban a la joven para que reaccionara, pero una cupula oscura y semitransparente envolvía a Aurora con un total de casi miles de personas rodeando a la vampira. Se había encontrado con un gran grupo militar que hace bastante tiempo no habían visto una mujer y deseaban consumar sus deseos salvajes. Pero que con un solo grito de angustia, disgusto y asco dominante al extremo... Una explosión oscura ocurrió, explotando cada piel y cuerpo humano, hasta la sangre se había esfumado y toda la multitud que había antes desapareció.

—...—Edward estaba sin palabras, nunca había estado presente al algo tan oscuro y perturbador como ese don lo era— Esto es alucinante. ¿Segura que no estamos en un lugar con alucinógenos?— preguntó con una esperanza de que todo lo visto hubiera sido efecto colateral de estar durmiendo después de tantos años sin haberlo hecho.

El tiempo parecía haberse detenido. Ni Carlisle o Esme parecían poder moverse, estaticos como si fueran maniquies en un escenario tan irreal.

Aquella matanza general fue en un verano donde parecía que todo iba genial. Carlisle y Esme se habían ganado mi confianza, con ello mi cariño... A ellos nunca los lastimé... Pero haberme cruzado en aquel circuito militar donde verme era la tentación completa para ser humano, había sido una total torpeza mía... Nunca fui buena en la orientación geográfica pero aquella vez había sido tan bruta y estupida... —expresó la sombra oscura temblando en manos y labios — Tan torpe que fui capaz de llamar la atención de una criatura que pensaba irreal.

—¿A qué te refieres con ello...?—preguntó confundido.

Pero fue interrumpido su confusión con la presencia de quién menos esperaba notar dentro de los recuerdos de Aurora. Aunque de cierta forma se explicaba el motivo de la conexión en ambas, la cercanía que habia entre la Reina y Aurora Cullen.

La Catrina con un vestido negro, con un gran fenix se hizo presente desde una grieta que había sido creada tras salir de entre lo más profundo de la tierra. Se podía escuchar los gritos de suplica y angustia, imaginandose de donde provenía aquella mujer realmente.

Muchas muertes de seres pecaminosos habían llegado precipitadamente al infierno, por lo que el mismo Rey de las tinieblas había mandado a su aliada a observar quién había ocasionado tal caos. Al verme solo pareció quedar extrañada —la mujer esqueletica se acercó a ella importandole poco que el humo que parecía capaz de exterminar toda molecula al toque, también la pudiera exterminar. Sin miedo, pasó la cupula y en cuanto el don oscuro quiso dañar a la amenaza desconocida no pudo era como si la figura fuera intocable— Esa mujer estaba muerta en toda la palabra. Su actitud fue la que más me sorprendió.

La mujer se había acuclillado ante la joven vampira que siseaba de miedo y dolor por haber hecho todo el caos. Se sentía un monstruo, se había vuelto un monstruo por culpa de haber sido manchada por uno.

Pobre alma estancada... Te contaminaron y sentenciaron a esta vida maldita... Pero no tienes culpa de nada de lo que ha ocurrido... Tal vez mataste mucha gente pero se lo merecían. —expresó como si la muerte fuera el pan de cada día.

—Mátame... Mátame por favor... ¡Soy un monstruo no quiero matarlos ... No quiero hacer daño!—gritó con angustia la vampiresa pelirroja.

Edward sintió angustia al ver como ella suplicó por su muerte final esa vez. Pero se sintió tan doloroso de ver que su cuerpo fue directamente frente a la Catrina y suplicó por que no lo hiciera. Sabía que capaz nada cambiaría haberlo hecho ya que todo era un recuerdo del pasado. Pero creyó necesario demostrar que ese no era el final para ella, no tenía que serlo.

—¡¿Por favor?! No lo hagas, no sabe de lo que habla. Yo la cuidaré, la amaré hasta el final de nuestras existencias. ¡aun no me conoció como para morir! Somos almas gemelas, yo sanaré con ella cada herida de su alma, ¡Lo juro! Yo crearé vendas para cubrir sus heridad para que ya nunca se descontrole, ¡Falta que la conozca, quiero conocerla y hacerle ver que puede cumplir sus sueños! ¡Por favor no la mates!—pidió con todas las agallas que su instinto, corazón y sentimientos exigían dejar en claro en ese momento.

Y por un minuto, pareció que la mujer de la muerte lo hubiera visto porque en vez de extinguir a la mujer ante la suplica tan angustiante, la tocó en la frente, diciendo:

Todavía no es tu tiempo, Señorita Aurora. Alguien lo esperaba con ansias amar, proteger y enseñar a vivir. No puedo llevarmela aunque me lo suplique... Pero si puedo aligerar el peso de responsabilidad del don maligno que despertaste tras la violación. Te daré una oportunidad más para vivir calmada, disfrutala y haz las pases con tu yo interior para conseguir amar... Juntos podrán lograrlo, serán compañeros... Ya lo vi. —sonríe suavemente la mujer, y besa su frente absorbiendo con ese pequeño gesto un poco de la inmortalidad de la pelirroja.

Siendo así como la inmortalidad de la pelirroja había sido reducida por la única capaz de realizarlo. La muerte era tan poderosa si la persona que encontraba estaba caminando sobre su villa o su territorio.

Me arrebató años de inmortalidad. Dejándome híbrida, mitad mortal y mitad inmortal. Recuerdo que había dicho que solo así podría ser controlada bajo su tutela en cuanto al completo descontrol caótico de mi don —aclaró Aurora, dejando de verse tan oscura, ahora solo como una silueta gris.

Edward se quedó totalmente asombrado, sintiendose responsable por un momento de haber conseguido con todo su determinación la piedad hacia la Catrina. «Pero no podría ser que lo haya visto, ¿O si?»pensó estático.

Era cierto todo lo expresaste... Pero aún cuando lo has dicho. ¿lo seguirás diciendo en cada verano que pasemos? ¿Seguirás amandome, protegiendome y confiando en mi? Aun cuando sabes que soy el verdadero demonio en persona, soy un alma impura y por eso mi don despertó como maldición... ¿Aún así harás lo que dijiste? Soy peor monstruo que tu, Edward... ¿Seguis considerandote un monstruo o ya entendiste quien era el monstruo en esta ecuación?—pregunta la sombra que ya no es mas tan oscura, sino que grisacea.

Las intervenciones que Edward había hecho si que estaban consiguiendo el resultado que la Catrina esperaba y que Edward esperaba conseguir.

—Si. Así será... Tal vez yo soy un demonio, pero tu siempre serás la Reina en todo. Sea bueno o malo, estaré allí a tu lado, no te abandonaré y te ayudaré en todo lo que necesites. —expresó serio y determinado Edward.

Tomando su mano y pidiendo que le creyera tras un beso. Un beso que consiguió que toda la piel pudiera recobrar la mitad de su color de piel normal. Como si fuera pura magia.

¿Me lo juras? Entenderé si decides marcharte si no soy la mujer que esperabas querer... Estoy manchada, ya no soy virgen para ti, no te pude esperar para amar y vivir como debia ser... ¿Me perdonarás siquiera ser así de maldita? Aun fuera del matrimonio?—preguntó con una voz en hilo, como si sus últimas esperanzas pendieran de esas dudas.

Edward se levantó y sin pensarlo dos veces, la abrazó fuertemente. Para que nunca más estuvieran separados ni lejos, demostrandole en acción su verdadera opinión. Porque las palabras no tendrían la misma carga que las justificaciones que le venían en la mente. Sin embargo, Aurora, levantó el rostro del cobrizo entre sus manos y le pidió la verdad.

—Dime. Quiero saber que todo esto no es un sueño...

Y su voz fue el cambio a la mejoría. Ya no se notaba sombría, perdida y apagada. La esperanza de su verdadero amor estaba despertando a su compañera de esta pesadilla continua.

Aun cuando ninguno de los dos, supiera que en el mundo de los muertos ya habían pasado cuatro veranos estando en ese lugar onírico. La Catrina estaba mirando a la pareja, esperando su resurrección, su despertar y nuevo ciclo de vida.

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