Ronda 4: Y Si..."La Odisea": Telemaquía
Ulises, y su esposa, Penélope, están en su alcoba privada, han pedido ayuda a Ulises en la guerra de Troya.
- Penélope, los reyes de las demás polis (ciudades-estado griegas) me han pedido que vaya a la guerra. Pero no quiero ir, mas debo. - dice Ulises apenado.
- Los dioses no te culparán sino vas, ni tampoco tus gentes. - dice Penélope.
- Tienes razón, me debo a mi pueblo, a mi hijo, yo mismo lo debo curtir en el arte de la guerra, ningún otro debe hacerlo. - Ulises ha tomado la decisión definitiva de quedarse en Ítaca.
- Sí, tienes razón, además, la guerra nunca llegará aquí. - apoya Penélope a Ulises.
Y así fue como Ulises decidió no partir a la guerra, pero en ese momento, su mejor general y hermano, Acacius, había escuchado toda la conversación y decidió que si iba a ir a la guerra (N/A: este personaje es de mi invención, no sale en "La Odisea").
Al alba del día siguiente, cogió toda la flota de Ítaca, también, junto a todos los soldados. Y al despertar Ulises, se dio cuenta que su hermano había partido a la batalla. Pero, no podía partir en su busca pues no había barcos.
Consultó a todos los carpinteros de Ítaca sobre cuanto se tardaría en construir otro barco lo suficiente grande para viajar por todo el mar, todos le dijeron que se tardaría 3 años en hacer un barco de esas dimensiones.
Pasaron los tres años.
Cuando se terminó el barco, aparecieron muchos hombres preguntando si podían ser su nuevo general, todos le decían que su hermano había muerto, pero Ulises aún creía que su hermano aún estaba vivo.
Entonces Ulises, hizo una audiencia en su palacio para decir a todos esos hombres que no aceptaría a ningún general que no fuese su hermano:
- Elige un general ya majestad. Su hermano está muerto, asúmalo. - dijo un aspirante a general.
- No, mi hermano sigue vivo, lo sé. - rebatió Ulises.
- Majestad, sabe que no, no se guarde una falsa esperanza. - dijo otro aspirante.
- No pienso discutir sobre mis esperanzas. He hecho esta audiencia para que todos los aspirantes sepáis que no pienso aceptar ningún general. Soldados, he terminado, pueden desalojar la sala. - terminó Ulises abandonando el salón del trono con todos los aspirantes empezando a hacer una pelea.
" ¡No puede hacer eso!, ¡Debe elegir uno!, ¡Esa
es su obligación!"
Esos eran los gritos que se oían desde la sala, pero a Ulises no les hacía caso, el creía que su hermano estaba vivo.
De hecho, decidió que sería la hora de partir, ya que el gran barco estaba por fin estaba acabado. Se escabulló al puerto, y preguntó al carpintero que le esperaba:
- Señor, ¿Dónde está mi gran barco? - preguntó Ulises al carpíntero, ya que no vió ningún gran barco.
- ¿Quién es usted? El gran barco del rey de Ulises se ha ido con él a bordo. No sé de que habla. - contestó extrañado el carpintero.
- Yo soy Ulises, ¿Cómo es posible que me haya ido yo en mi barco si sigo aquí? - pregunta retóricamente Ulises.
- Yo.... Majestad, vino un hombre con su misma voz, que decía ser usted, pero que estaba tapado con una capucha hasta la nariz, sin embargo, majestad, a parte de tener su misma voz, tenía los mismos ojos que usted. Además de venir con una poderosa tripulación, solo un rey la podría tener y por eso pensé que era usted. - se excusa el carpintero.
- Entonces... ¡Mi hijo! ¡No estaba en palacio! ¡Debe haber sido él quien ha robado un barco! - piensa en voz alta Ulises.
- Majestad, tengo una pequeña embarcación, muy rápida, si la coge, podrá alcanzar el barco. - dice el carpintero.
- No señor, mi hijo ha querido partir en busca de su tío, la semana pasada se convirtió en mayor de edad, dejó de estar bajo mi cargo, pues así sea, le encargó así la búsqueda de mi hermano. - Y así Ulises confía a su hijo la ardua tarea de buscar a su tío.
Mientras en Ítaca empezaría una oleada de prosperidad nunca conocida, todos los aspirantes a general (los cuales, todos tenían muchas riquezas), empezaron a hacer escuelas, para que no sólo los hijos de la corte pudieran acudir a ellas, y ayudar a los más desfavorecidos de Ítaca haciendo casas para ellos, además de darles trabajo en sus palacios.
Por todo esto empezó esa época de gran prosperidad; los alumnos de esas escuelas, cuando se hicieran adultos, podrían hacer sus propios negocios con sus conocimientos, así dejando de depender de los aspirantes a general, y poco a poco, Ítaca tendría un gran comercio interior y exterior.
Y con esos logros, Ulises, al final, comprendería que necesitaba al hombre que más ayudó a Ítaca en sus vacas flacas, y así estaría forzado a elegir nuevo general, y sería quien más hubiese ayudado a Ítaca, por eso todos los aspirantes, estaban gastando grandes fortunas para conseguir ser elegidos en el futuro.
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