(La acción,

voluntaria o no,

de dejar de recordar).

- Te quiero, Louis – confiesa una noche en las puertas del palacio.

Seguro que él ya lo sabe, debe de haberlo notado, está seguro. Es tan malo escondiendo lo que su corazón alberga, pero aún así junta el valor necesario para decirlo porque lo necesita. Necesita escuchar una negativa para poder seguir adelante.

Y lo besa. Fugaz, efímero. Lo hace.

Pero la negativa nunca llega.

Harry sabe que Louis no le quiere de la misma manera, lo nota porque siempre debe comenzar el contacto. Y decide que tiene que enterrar sus sentimientos en lo más profundo de su corazón porque terminarán destruyéndolo si deja que crezcan más sin poner remedio. Lo hace a sus espaldas sin notar que lo que reina en el corazón de Louis es la más grande de las confusiones. Pero, esta vez, Louis tampoco dice nada. Y eso los pierde.

Así que la negativa nunca llega.

Y Harry descubre que tiene un don para olvidar.

...

O eso piensa.