Limerencia.

(Estado mental involuntario

propio de la atracción romántica

por parte de una persona hacia otra).

Después de aquellas palabras, el muchacho vuelve a caer dormido y Harry tiene que sostenerlo entre sus brazos como puede, temeroso de que no despierte jamás si no consigue encontrar su corazón. Sin embargo, sus miedos son infundados, puesto que unas horas más tarde los ojos azules vuelven a parpadear desorientados sin recordar haber despertado ya por primera vez.

- ¿Puedo poneros un nombre? – pregunta en cuanto se asegura que no caerá dormido de nuevo.

- ¿Es necesario?

- No creo que sea cortés llamaros muchacho puzle para siempre.

El príncipe cree ver la sombra de una muy pequeña sonrisa en lo que su amigo sopesa la propuesta.

- Está bien.

Así que sus primeras semanas juntos son hasta cierto punto divertidas, ya que Louis aprende poco a poco sobre el mundo en el que acaba de despertar. Todo le gusta, aunque arruga el ceño cada vez que Harry le cuenta algo desagradable sobre sus intentos de traer personas al reino. Sin embargo, es mucho más difícil para el príncipe descubrir datos sobre la procedencia de Louis.

- Mi mundo desapareció.

Son las únicas palabras que pronuncia al respecto, pero producen en Harry una fascinación y un horror sin igual pues ha escuchado los miles de leyendas que se cuentan acerca de las personas cuyo mundos desaparecen a causa de un dolor tan profundo que destruye todo desde dentro hacia afuera y que explica el cómo encontró a Louis la primera vez. Aún es fácil mirarle y encontrar las ranuras entre las piezas, supone que necesita tiempo para curar sus heridas en caso de que pueda.

Hasta que un día que parece ser como cualquier otro, llega al Reino de Cristal una persona que afirma conocer a Louis. Harry siente extrañeza en su interior, pero poco puede objetar ya que el sujeto en cuestión comienza a desarrollar cierta fascinación por la recién aparecida casi al mismo tiempo que una garra invisible rodea amenazadora el corazón del soberano.

- Creo que la he encontrado – susurra un día más para sí mismo que para Harry quien lo escucha alto y claro, como si lo hubiera gritado a los cuatro vientos, porque Louis lo ha dicho con la mano sobre el hueco de la pieza del corazón que falta.

La garra clava las uñas en el inexperto corazón del príncipe. Él le despertó, él estuvo a su lado cada uno de los días que durmió, él le mostró la luz del mundo... entonces, ¿por qué? ¿Por qué los ojos de Louis solo parecen ver a la otra?

Los días cambian.

Harry se descubre muchas veces solo en la habitación o sentado en el balcón observando a Louis y a Briana que pasean por los jardines. Las garras ya no solo se hunden cada vez más en su tierno corazón, sino que comienzan a desgarrarlo. Llora al entender que aquel vacío que no había notado en su interior desde el despertar de Louis comienza a pesar de nuevo, pero esta vez es un poco diferente. Esta vez duele muchísimo más. Y el príncipe vuelve a llorar mares infinitos que riegan cosechas. Llora solo casi todas las noches, pero el peor llanto sacude su cuerpo en cuanto comprende por qué le duele tanto.

- Ella era especial para mí en mi mundo – confiesa Louis un día mientras cenan.

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