Capítulo 6. En carne y hueso
Después de la muerte de su padre, Jung Hoseok se convirtió en el único y último heredero de la familia Jung, pero aún era muy pequeño como para manejar todo ese poder que recaía en sus hombros, tan solo era un niño de 6 años. Así que su madre tuvo que hacerse cargo.
Un par de años más tarde su madre volvió a contraer matrimonio nada más y nada menos que con el presidente del Grupo Min.
Y así fue como conoció a Min Yoongi, heredero de la familia Min, tan solo un año mayor que él, pero más importante, quien se convirtió en su mejor amigo y hermanastro, a pesar de no ser hermanos de sangre con el tiempo ambos se hicieron tan cercanos que se trataban como si fuesen verdaderos hermanos, el lazo que los unía era especial.
Con los años su hermandad creció como ellos lo hacían, pero el padre de Yoongi siempre le exigió más a esté y aunque la madre de Hoseok también solía ser muy exigente, Hoseok solía tener menos responsabilidades que Yoongi.
Hoseok vio sufrir a Yoongi y vio el peso que representaba ser un heredero, desde pequeño eso lo asustaba, pero creyó que en el futuro Yoongi y él podrían sobrellevar la carga si se mantenían juntos.
Lástima que Hoseok al final no pudo cumplir con esa promesa...
...
Jimin
Apartó la mirada, cerrando los ojos por un instante para tomar aire. Esto era demasiado. Demasiado pronto, demasiado inesperado. Cuando volvió a hablar, su voz sonaba apagada:
—Creo que debería irme...
—No —intervino TaeHyung rápidamente, poniéndose de pie y acercándose a él—. No vas a ninguna parte. No hasta que me digas qué está pasando.
Hoseok, por su parte, mantuvo su postura, aunque su mirada seguía fija en el Omega que tanto lo inquietaba.
—Jimin... cuánto tiempo... —murmuró Hoseok con voz temblorosa, como si las palabras no pudieran expresar todo lo que sentía.
Pero su rostro pasó rápidamente de tener una expresión de sorpresa a una de rabia, sus ojos se abrieron de par en par mientras retrocedía un paso, temblando, aun le costaba creer que tenía a Jung Hoseok frente a él.
—Tú... ¡se supone que estás muerto! —exclamó, su voz quebrándose al final—. Moriste en ese incidente marítimo... Yoongi me lo conto todo... tú... no...
Su respiración se aceleró de golpe, su pecho subía y bajaba con rapidez mientras intentaba tomar aire, estaba teniendo un ataque de ansiedad.
—¿De qué estás hablando, Jimin? —dijo TaeHyung, alarmado, moviéndose para sujetar a su amigo mientras veía cómo su rostro comenzaba a perder color.
—¡Calma, Jimin! —Hoseok levantó las manos en un gesto pacífico y dio un paso hacia él para ayudarlo—. Puedo explicarlo, solo...
—¡No te acerques! —gritó, retrocediendo bruscamente, con una mirada entre el miedo y el enojo clavada en el Alfa—. ¿Cómo... cómo piensas explicar que le hiciste creer a tu familia que habías muerto y simplemente desapareciste?
La intensidad en su voz llenó el aire, y un aroma agrio, impregnado de angustia y rabia, comenzó a inundar la sala.
—Yoongi... —continuó, ahora con lágrimas brotando de sus ojos—. ¡Él quedo devastado tras tu muerte! Aún se culpa por lo que cree que te pasó, incluso yo pase meses angustiado... Y tú simplemente estás aquí, en Seúl, como si nada. ¿Por eso nunca encontraron tu cuerpo? ¿Por eso piensan que sigue perdido en el océano?
Hoseok abrió la boca para responder, pero no pudo. Las palabras se atascaron en su garganta al ver el dolor reflejado en el rostro del rubio.
—Jimin, yo... —intentó decir.
Sin embargo, ya no escuchaba. Su cuerpo temblaba incontrolablemente, todo se sintiera borroso, como si estuviera viendo el mundo a través de un cristal empañado y antes de que alguien pudiera reaccionar, sus rodillas cediendo bajo el peso de todo lo que había pasado ese día: la traición, la huida, el reencuentro con TaeHyung, y ahora esto...
—¡Jimin! —exclamó TaeHyung, corriendo para atraparlo antes de que cayera al suelo.
Con la ayuda de Hoseok, lograron recostarlo cuidadosamente en uno de los sillones. Jimin estaba inconsciente, pero su respiración era errática, y pequeñas lágrimas seguían escapando de sus ojos cerrados.
—Está agotado... —murmuró TaeHyung, acariciando la frente de Jimin con preocupación—. Todo esto fue demasiado para él.
Hoseok, de pie al lado del sofá, lucía tan angustiado como TaeHyung.
—Es mi culpa... No debí haber entrado tan de golpe.
—¡Claro que es tu culpa! —espetó TaeHyung, levantando la vista para fulminarlo con la mirada—. ¿Cómo crees que se siente alguien después de un día como este? Ha estado corriendo desde temprano, huyendo de su prometido, enfrentando todo lo que pasó... ¡y ahora te ve a ti, alguien que creyó muerto por años!
La voz de TaeHyung tembló al final, claramente afectado.
TaeHyung se levantó, enfrentando a su Alfa con el ceño fruncido y una mirada helada.
—Creo que hay mucho que explicar, Kang Hoseok —dijo con firmeza, su voz teñida de indignación y preocupación.
El Alfa suspiró, pasando una mano por su cabello, visiblemente afectado.
—Tae... tienes razón... Pero necesito que me escuches.
—Espero, por el bien de todos, que tengas una muy buena razón para todo esto. —espetó el Omega, cruzándose de brazos.
El silencio que siguió era denso, cargado de preguntas sin respuesta, mientras ambos miraban al rubio, cuyo semblante tranquilo en el sueño no reflejaba el caos que se había desatado minutos antes.
...
Yoongi
El zumbido en sus oídos seguía entorpeciendo su capacidad de pensar con claridad. Nada tenía sentido, todo parecía desmoronarse. Era su fin. Estaba acabado.
Había cometido un error imperdonable: había lastimado a Jimin, su precioso Omega, su pareja, su prometido, su futuro esposo...
La desesperación lo había llevado al borde de la irracionalidad. Golpeó la puerta de la habitación de Jimin con tanta fuerza que sus nudillos estaban ensangrentados, dejando manchas carmesí en la madera blanca. El personal de la mansión había intentado detenerlo, pero nadie podía con un Alfa fuera de control como él.
Cuando la ama de llaves, una anciana Beta que había servido por más de 50 años a los Park, finalmente llegó con la llave, Yoongi prácticamente la arrancó de sus manos para abrir la puerta. Pero lo que encontró en el interior lo dejó helado.
La habitación estaba hecha un caos. La cama desordenada, ropa tirada por todas partes, las cortinas ondeando con el viento que entraba desde el balcón... todo apuntaba a una cosa: Jimin había escapado.
—¡Quiero que todos comiencen a buscarlo! — ordenó, su voz de mando retumbando en cada rincón.
La mayoría de los presentes se congelaron tras la orden, paralizados por la fuerza de su autoridad sin poder evitar sentirse doblegados. Incluso los Alfas de menor rango se vieron obligados a obedecer, sus instintos acatando la dominancia pura que emanaba de Yoongi.
Cuando un Alfa dominante especialmente uno como Min Yoongi con la pureza de un linaje Alfa usaba su voz de mando era inevitable resistirse a las órdenes.
Sin embargo, la voz firme de la ama de llaves rompió el silencio:
—Amo Min, debemos informarle al Presidente Park de esto.
—¡Nadie dirá nada! —gruñó otra voz, esta vez desde la entrada.
Taemin.
Giró lentamente, sus ojos fulminándolo con una furia que no podía contener.
—Tic, tac, hyung. Si Jimin se fugó, lo más probable es que ya no esté en la mansión —se burló Taemin con una sonrisa socarrona, como si todo esto fuera un juego para él.
El Alfa no necesitó más provocación. En un instante, había empujado al Omega contra la pared, sus manos rodeando su cuello con la intención clara de acabar con su arrogancia de una vez por todas.
Si le pasa algo, te juro que...
—¿Qué, hyung? ¿Me matarás? —Susurro para asegurarse de que solo el Alfa lo escuchara, Yoongi lo miro con toda la furia de su ser de una forma que para cualquier otra persona resultaría intimidante, pero fue la mirada fría y vacía de Taemin lo que termino por dejar congelado al Alfa había algo más siniestro y escalofriante en los ojos del Omega—Adelante, aunque un cobarde como tú no creo que sea capaz, qué tal si yo mismo le digo a mi padre todo lo que has hecho.
El jadeo de Taemin y sus palabras llenaron el aire pesado de la habitación, justo cuando el jefe de seguridad de Yoongi irrumpió en la escena tras todo el alboroto que había comenzado al moverse el personal del servicio.
—Señor, las cámaras captaron al Amo Jimin saliendo por la puerta trasera hace veinte minutos.
Soltó a Taemin de golpe, quien cayó al suelo tosiendo, pero aun sonriendo como si hubiera ganado una partida de su retorcido juego mental.
—Eso significa que no puede estar muy lejos —dijo, ignorando al menor y enfocándose en su jefe de seguridad.
—El auto ya está listo, señor.
—Bien. Recluta a los hombres necesarios, pero trabaja con discreción. Nadie puede saber que estamos buscando a mi Omega. Especialmente mi padre.
—Señor, su padre está en Japón. Llegó esta mañana.
—Perfecto. Eso nos da margen. Muévanse rápido, esta de más decir que bajo ningún concepto el Presidente Park debe enterarse de esto. ¿Entendido?
El jefe de seguridad asintió y salió rápidamente dejándolo atrás respirando con dificultad mientras miraba una vez más el balcón vacío. Su desesperación lo estaba consumiendo, pero no importaba cuánto tardara, encontraría a Jimin. Y haría todo lo posible por recuperar su confianza, sin importar el costo.
...
Había pasado una hora desde que salió de la mansión Park, pero cada minuto parecía una eternidad. El pesimismo que ardía en su pecho se mezclaba con una fría determinación mientras conducía las operaciones de búsqueda de su prometido.
Con los hombres encargados de la seguridad de su familia reunidos, las órdenes fluían de sus labios con precisión, aunque detrás de cada palabra firme se ocultaba el terror de un Alfa al borde del abismo.
—Quiero a todos buscando en cielo, mar y tierra. Es imposible que haya salido de Busan sin dejar algún rastro. Si alguien lo ve, quiero saberlo inmediatamente. —Su voz era grave, controlada, pero el temblor en sus manos era evidente cuando las escondía en los bolsillos de su abrigo.
El líder de su equipo de seguridad interrumpió con una actualización.
—Señor, tenemos algo. El amo Jimin utilizó su tarjeta para comprar un boleto de tren en primera clase con dirección a Gwangju.
Se permitió un respiro. Al menos tenían un punto de partida.
—De acuerdo. Vayamos a la estación de trenes. Contacten al fiscal Yang para que nos dé acceso a las cámaras de la estación. Jimin es demasiado inteligente; estoy seguro de que solo trato de despistarnos.
Cuando llegaron a la estación, su temor se confirmó. Las cámaras mostraban a Jimin abordando un tren con destino a Seúl. Al ver la imagen de su Omega en la pantalla, su corazón se encogió. Su rostro lucía tenso, pero decidido. Había dolor en cada movimiento del rubio, y él no podía evitar sentirse responsable.
—Preparen el helicóptero. Partiré a Seúl. Si nos damos prisa, podemos alcanzarlo antes de que tenga oportunidad de desaparecer por completo.
—Señor... —dijo el líder de seguridad, su tono reflejando cautela—. Su abuelo se ha percatado del movimiento de los guardias en la casa principal y ha comenzado a hacer preguntas.
El peso de su familia y las expectativas sobre él comenzaron a aplastarlo, congelando el aire a su alrededor. Su abuelo, un hombre con una mirada que podía atravesar el alma, no perdonaría un error de esta magnitud. Si llegaba a saber que había perdido el control sobre Jimin, todo lo que había construido hasta ahora se desmoronaría.
—Yo seré quien le dé explicaciones a mi abuelo, centrémonos en Jimin, es muy astuto. Probablemente intentará esconderse en Seúl, tal vez buscará a alguien que lo ayude —razonó en voz alta mientras analizaba los datos. Su mente calculaba cada posibilidad, cada movimiento que Jimin podría haber hecho.
Debía sobre pensar los movimientos del Omega y conservar la calma como un líder de la manada para seguir guiando a sus hombres.
—Que todos regresen a sus puestos con discreción, pero los quiero muy atentos. Necesito que monitoreen cualquier movimiento en las cuentas bancarias o rastros que pueda dejar. Nada debe escapar.
Continuo con sus instrucciones, sus pensamientos se nublaron con un torbellino de emociones: miedo, culpa, amor. Cerró los ojos por un momento, recordando el día en que le prometió a Jimin que siempre lo protegería, que sería su refugio, su hogar. Y ahora lo había fallado.
—Señor... —su jefe de seguridad lo sacó de sus pensamientos—. Necesitamos reforzar el equipo en Seúl. Si movilizamos demasiadas personas, podríamos llamar la atención.
Él asintió dándole la razón. Su voz sonó más débil, pero no menos decidida.
—Hazlo. Recluta a un grupo pequeño y discreto. Yo me encargaré de hablar con el fiscal Yang. Necesitamos cubrir cada posible camino que haya tomado.
Mientras se dirigía hacia la pista de aterrizaje, su teléfono vibró en el bolsillo. Una llamada entrante: se trataba de su Abuelo. Por un instante, el Alfa sintió que su cuerpo se paralizaba. Miró la pantalla, con su mandíbula apretada, desvió la mirada hacia el horizonte.
No podía permitirse fallar de nuevo. No solo estaba en juego su reputación o los planes de su familia, sino el amor de su vida. Si algo le sucedía... no se lo perdonaría jamás.
Con un suspiro profundo, deslizó el dedo para contestar.
—¿Sí, abuelo? —Su voz era firme, aunque su interior temblaba.
—Min Yoongi. ¿Qué demonios está pasando en Busan? —La voz del anciano resonó con severidad, cargada de autoridad. Era el tono que siempre había temido desde niño, el de alguien que no aceptaba excusas ni errores.
—Solo un asunto menor, abuelo. Todo está bajo control. —Intentó sonar confiado, pero sabía que no podía engañar a su abuelo tan fácilmente.
—¿Un asunto menor? He recibido reportes de movimientos inusuales del personal de seguridad. ¿Por qué necesitas tantos hombres movilizándose antes del medio día?
Apretó los labios, buscando las palabras adecuadas.
—Es un tema personal, abuelo. No hay nada de qué preocuparse.
—Un tema personal... —El anciano soltó un bufido, claramente impaciente—. Escucha, Yoongi. No te olvides de que llevas el apellido Min, y con ello, la responsabilidad de esta familia. No puedo permitir que tus decisiones imprudentes pongan en peligro nuestro nombre o reputación.
—Entiendo, abuelo. —respondió automáticamente, aunque por dentro se sentía pequeño bajo la sombra del hombre que lo había criado con puño de hierro.
—Espero que sea así. Porque si este "tema personal" está relacionado con Park Jimin y su familia, más te vale manejarlo con cuidado. Los Park no son personas con las que podamos permitirnos conflictos innecesarios.
El nombre de Jimin cayó como un martillo en la conversación. Sintió su corazón detenerse por un segundo, era imposible que su abuelo ya estuviera enterado de lo sucedido.
—Jimin no tiene nada que ver con esto, abuelo. Solo necesito resolver algunos asuntos antes de regresar a casa.
Hubo un silencio tenso al otro lado de la línea, debía confiar en que aun había una esperanza para él.
—Escúchame bien, Yoongi. Si hay algo que pueda comprometer nuestra relación con los Park o la posición de esta familia, no dudaré en tomar medidas. Tú eres el heredero, pero no estás por encima de los intereses de los Min. ¿Entendido?
Apretó el teléfono con fuerza, su mandíbula tensa.
—Lo sé, abuelo.
—Espero que sea así. Quiero un informe detallado en cuanto regreses, quiero saber la verdad. Y Yoongi... —La voz del anciano bajó un tono, pero no perdió su filo—. No olvides quién eres. No olvides lo que se espera de ti.
La llamada se cortó abruptamente, dejándolo con un nudo en la garganta.
Soltó un suspiro tembloroso, cerrando los ojos por un momento mientras trataba de recomponerse. No podía permitirse mostrar debilidad. No ahora.
—¿Señor? —Su jefe de seguridad se acercó, esperando instrucciones.
—No hay tiempo que perder, debemos partir ahora —Su voz había recuperado su fuerza habitual, pero la sombra de la conversación con su abuelo seguía colgando sobre él como una guillotina.
Mientras se subía a su helicóptero y se abrochaba los cinturones, el peso de sus deberes familiares y el miedo de perder a Jimin lo apretaban desde ambos lados.
Miró por la ventana mientras el paisaje de Busan desaparecía bajo sus pies. Su mandíbula se tensó y sus ojos brillaron con determinación.
Voy a encontrarte, Jimin. Y esta vez no dejaré que me dejes.
...
Las punzadas constantes en su cabeza no daban tregua, y la imagen del taxi alejándose con Jimin dentro era un martillo golpeando su conciencia. Había llegado demasiado tarde y nuevamente el Omega se le había escapado de las manos.
El sonido de las bocinas de los autos lo sacaron de sus pensamientos haciendo que regresara a su auto, que momentos atrás no le importo parar a mitad de calle, ignorando los gritos y reclamos de los conductores, así como el alboroto que había provocado, simplemente encendió el motor, tratando de que el ruido lo distrajera del miedo latente en su pecho conduciendo en la dirección hacia donde se había marchado el taxi.
Aunque estaba manejando como un desquiciado, con las manos temblorosas sobre el volante, recorriendo las calles de Seúl. Cada semáforo, cada cruce, cada sombra que parecía una figura le hacía girar la cabeza con la esperanza de que fuera Jimin. Pero no lo era. Solo un vacío que parecía devorarlo más con cada minuto.
Su voz resonó con firmeza mientras hablaba con su jefe de seguridad, que esperaba indicaciones al otro lado de la línea.
—Quiero que rastreen cada maldito movimiento que Jimin haya hecho en la estación de tren. Cámaras, transacciones, lo que sea necesario. ¡Lo quiero todo!
—Señor, ya tenemos algo. Según los registros bancarios, el amo Jimin retiro una suma elevada de efectivo lo que dificulta rastrear sus próximos movimientos.
—Prepárense para movilizarse. Necesito que te apresures con el equipo que te pedí, quiero a personas estratégicas buscando en cada rincón de la ciudad. ¿Entendido?
—Sí, señor. Sugiero que busquemos en los barrios más frecuentados por Omegas, especialmente los que ofrecen refugio discreto.
—Si, hazlo.
El Alfa colgó la llamada y cerró los ojos por un momento, tratando de mantener la compostura. Pero ¿cómo podía?, cada segundo que pasaba sin saber dónde estaba Jimin era un cuchillo más en su pecho.
Se detuvo frente al primer hotel de lujo en el que recordaba habían estado juntos, uno de esos recuerdos que solían traerle calma. Entró sin dudarlo, ignorando las miradas de los recepcionistas al verle llegar con el ceño fruncido y los nudillos aún marcados con heridas recientes.
—¿El señor Park Jimin ha hecho una reserva? —preguntó, su tono firme, aunque su pecho era un caos.
La recepcionista revisó rápidamente en su ordenador y negó con la cabeza.
—Lo siento, señor. No tenemos ninguna reserva a su nombre.
No esperó una explicación. Salió del hotel y repitió la misma escena en otros dos lugares más, pero la respuesta siempre era la misma: nada.
Para cuando su teléfono vibró con una llamada, estaba a punto de estallar. Miró la pantalla y sintió un escalofrío al ver el nombre del padre de Jimin. Su dedo vaciló antes de deslizar la pantalla para contestar.
—¿Señor Park...? —dijo, su voz más áspera de lo que esperaba.
—Yoongi, escuché que están en Seúl —la voz fría y calculadora del otro Alfa hizo que se le tensara todo el cuerpo.
Un sudor frío comenzó a recorrerle la frente.
—A-así es, señor. Fue algo repentino esta mañana... —trató de sonar calmado, pero la presión en su pecho lo delataba.
—Lo sé, Taemin me lo dijo.
Aquellas palabras fueron como un golpe directo al estómago. Su corazón se aceleraba y el aire parecía volverse más pesado. ¿Qué había hecho ahora ese psicópata de Taemin?
—Pu-puedo explicarlo, señor... —El nudo en su garganta apenas le permitía hablar.
—Cuando hablamos anoche sobre que eras bienvenido a la familia, no me refería a que tenías mi permiso para llevarte a Jimin tan repentinamente a Seúl.
Sintió un breve alivio. No lo sabe. La verdad seguía oculta, y aún tenía tiempo para encontrar a Jimin y arreglarlo todo.
—Disculpe, señor, pero...
—Conozco a mi hijo y lo impulsivo que puede llegar a ser —el tono del hombre se suavizó ligeramente—. Quiero que le digas que, si piensa irse contigo para hacer los preparativos de la boda sin avisar a su madre, estará en serios problemas. Lo mismo aplica para ti, Yoongi.
Aprovechó la oportunidad que le estaban dando esas palabras.
—Lo entiendo, señor —respondió, ya más seguro—. Espero que pueda comprender que todo esto fue una sorpresa para Jimin, un regalo de compromiso. He estado organizando todo para que podamos trabajar con la planificadora de bodas que él tanto quería. Está muy emocionado, señor.
—Ya veo. Bueno, espero que encuentren el lugar perfecto para la ceremonia. No escatimen en gastos. Nos veremos a mi regreso en unos meses. —La llamada terminó sin dar lugar a más preguntas.
Respiró hondo y exhaló todo el aire contenido, dejando caer la cabeza contra el respaldo del asiento de su coche mientras apretaba el volante con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos. El alivio de haber convencido al padre de Jimin con esa mentira desesperada apenas lograba calmar el caos en su mente.
Aquella mentira le había comprado algo de tiempo, pero la sensación de estar caminando sobre hielo delgado seguía latente. Su abuelo y su padre, incluso el mismo presidente Park... Todos esperaban que él estuviera a la altura.
El tono de su teléfono resonó como un disparo en la silenciosa cabina del coche, donde la tensión era casi palpable. Era su jefe de seguridad.
—¿Lo encontraron? —preguntó con ansiedad, su tono rozando la desesperación.
—Aún no, señor, pero hemos identificado al taxista que recogió al Amo Jimin en la estación.
—Bien. Localícenlo y tráiganlo. Avísenme tan pronto lo tengan. Yo mismo me encargaré de interrogarlo. —Su voz era afilada, cada palabra impregnada de autoridad.
La llamada terminó, pero el vacío que dejó no trajo alivio. Al contrario, la presión en su pecho se intensificó. Cada segundo que pasaba sin saber dónde estaba Jimin se sentía como un ladrillo añadido a una montaña de culpa y desesperación.
Encendió un cigarro, un hábito que solía reservar para momentos extremos. Sus manos temblaban levemente mientras lo llevaba a sus labios. Con cada calada, intentaba disipar sus ideas en su mente y de organizar sus pensamientos.
"Todo esto es tu culpa."
El reproche resonó en su cabeza como un eco implacable. Era verdad. Lo había arruinado, había roto la confianza de su Omega. Y ahora lo único que podía hacer era arreglarlo, sin importar la forma de compensarlo.
Apretó el puente de su nariz. Había agotado casi todas las opciones convencionales, pero encontrar a Jimin era su prioridad absoluta. Con un suspiro cargado de resignación, deslizó su dedo por la pantalla del teléfono hasta un contacto que había evitado usar durante años.
Por fin, presionó el botón de llamada.
—Hola. —La voz al otro lado de la línea era suave, casi burlona, como un gato que juega con su presa.
—Tengo un negocio pendiente. —Yoongi evitó cualquier introducción.
—Vaya, vaya... Así que después de todo, el gatito Min está dispuesto a ensuciarse las manos.
El comentario le hizo apretar la mandíbula, pero no tenía tiempo para juegos.
—Te daré 10 mil millones.
Hubo un breve silencio, y luego una risa baja.
—Un placer hacer negocios contigo. ¿Qué necesitas?
Yoongi no se molestó en suavizar sus palabras.
—Mis hombres llevarán a un invitado especial a tu club. Pero yo mismo me encargaré de interrogarlo. Además, necesito rastrear a alguien. Te daré los detalles en persona.
—De acuerdo. Estaré esperando con ansias.
La línea se cortó, dejando tras de sí un eco que pareció reverberar en su cabeza. Aquella llamada era un recordatorio de las sombras en las que alguna vez había navegado, un pasado que había intentado enterrar. Pero ahora no podía permitirse ser escrupuloso.
Yoongi miró por la ventanilla del coche. Las luces de la ciudad se deslizaban a toda velocidad, reflejando el ritmo frenético de su propio corazón. Necesitaba un respiro, un momento para recalibrar, pero no podía detenerse. Cada decisión que tomaba era un riesgo, cada acción lo acercaba más a la posibilidad de perder o ganar.
Encendió el motor de su coche y se preparó para la siguiente fase de su búsqueda. Si el destino quería ponerle obstáculos, entonces los destruiría uno por uno. Todo por recuperarlo.
Park Jimin.
Ese nombre resonó en su mente como un mantra, una promesa. No podía dejar que todo terminara así. No ahora. No cuando había creído que el clímax de su vida había sido la muerte de su hermano Hoseok. El desenlace que había imaginado para su historia era diferente: él y Jimin, juntos, casados, un final feliz digno de cuentos de hadas. Pero las últimas horas habían transformado ese sueño en una pesadilla.
Yoongi tragó saliva. Su error lo había llevado a este punto, pero no iba a permitir que fuera el final. Lo encontraría, sin importar lo que tuviera que hacer.
...
Jimin
A la mañana siguiente, despertó al sentir los rayos de sol colándose a través de las cortinas de la sala. Parpadeó varias veces, desorientado, hasta que la realidad de los sucesos del día anterior golpeó su mente como una avalancha. Sus recuerdos llegaron de golpe, trayendo consigo una punzada de dolor en la cabeza.
Con un suspiro cansado, apartó la suave manta que lo cubría y se incorporó con lentitud, sintiendo aún el peso de la tensión que lo había llevado al límite.
—Buenos días, Jiminie. ¿Te sientes mejor? —TaeHyung apareció desde la cocina, su mirada llena de preocupación mientras se acercaba al sofá.
—Sí... aunque siento que mi cabeza va a explotar —admitió el rubio, llevándose una mano a la frente.
—Tranquilo, toma esto. —el Omega le entregó un vaso de agua junto a una pequeña cápsula.
—Gracias, Tae. —bebió el agua con rapidez, agradeciendo el alivio que pronto sentiría.
—Ven, el desayuno está listo. —El castaño le sonrió cálidamente, tirando de su brazo con suavidad para guiarlo hacia la cocina.
Al cruzar la puerta, Jimin se detuvo en seco al ver a Hoseok frente a la estufa. El Alfa apagaba el fuego mientras colocaba cuidadosamente la comida en un plato. La escena, tan doméstica y mundana, se sentía surrealista.
—Anda, siéntate —dijo TaeHyung, empujándolo suavemente hacia una silla.
—Hola, Jimin. ¿Te sientes mejor? —Hoseok se giró y le dedicó una sonrisa amable mientras ponía sobre la mesa un gran plato con lo que parecía ser Bibimbap.
El Omega asintió con rigidez, aunque su interior seguía enredado en una maraña de emociones.
El desayuno transcurrió en un silencio tenso. Ni él ni Hoseok se atrevían a romperlo, mientras TaeHyung intentaba mantener la normalidad. Sin embargo, la incomodidad era palpable, y las preguntas no formuladas flotaban pesadamente en el ambiente.
Finalmente, TaeHyung se levantó de la mesa y tomó su chaqueta. —Creo que ustedes dos tienen mucho de qué hablar, así que me voy a trabajar. —El castaño lanzó una mirada significativa al par antes de salir de la cocina. —¡Nos vemos más tarde, Jimin! —gritó desde el pasillo antes de cerrar la puerta.
La ausencia del Omega castaño solo intensificó el incómodo silencio. Y él no podía apartar la vista de su plato, mientras Hoseok, sentado frente a él, luchaba por encontrar las palabras correctas sin poder soportarlo más.
—Jimin... —rompió el silencio, su voz baja, cargada de un peso que parecía hundirlo.
El rubio levantó la mirada, sus ojos reflejando una mezcla de confusión y dolor.
—¿Por qué? —Su voz se quebró levemente, pero él continuó—. ¿Por qué lo hiciste, Hoseok?
El Alfa soltó un largo suspiro, llevando una mano a su nuca, como si el acto de explicarse le costara físicamente. Finalmente, asintió para sí mismo, decidido a hablar.
—Por miedo, supongo... —Hoseok levantó la mirada hacia Jimin, sus ojos oscuros llenos de arrepentimiento—. Descubrí algo, Jimin, algo que me asustó más de lo que jamás podría admitir.
—¿Qué cosa...?
—Mi padre... No murió en un accidente como todos creyeron. Lo mataron por tener tratos con la mafia. Hace siete años, cuando lo descubrí, no pude dejarlo pasar. Me obsesioné con la verdad, con investigar todo. Pero fui descuidado, me expuse demasiado, y terminé descubriendo cosas que jamás debí saber. En el proceso, también revelé mi identidad y.... sin querer, pude haber puesto a mi familia en peligro: a mi madre, a Yoongi... No podía soportar la idea de que alguien les hiciera daño por mi culpa.
Hoseok hizo una pausa, mirando sus manos con una mezcla de culpa y dolor.
—Entonces, alguien me ayudó a fingir mi muerte. Cambié mi apellido por "Kang" en lugar de "Jung", dejé todo atrás y vine a Seúl. Desde entonces, he vivido con un perfil bajo, lejos de todo lo que me conectaba con mi antigua vida, después conocí a Tae, esa es toda la historia.
Lo miro, susceptible, tratando de asimilar cada palabra.
—¿TaeHyung no lo sabía? —preguntó finalmente, su voz cargada de incredulidad.
—No. Cuando llegué a Seúl, me prometí que nunca hablaría de ello. Pero anoche, después de que te desmayaras, le conté toda la verdad. Al principio, estaba furioso. Sentía que lo había traicionado, pero... logró entender mis razones. Sabe que mi intención nunca fue mentirle, y ahora solo espero que tú también puedas entenderlo, Jimin...
El Alfa levantó la mirada, sus ojos reflejaban la súplica de alguien que había cargado con demasiada culpa durante años.
—Lo entiendo, pero... ¿Yoongi? —Jimin preguntó, su voz quebrándose al mencionar el nombre de su antiguo prometido.
—Te lo suplico, Jimin. No le digas nada. Sé que no es justo, pero al menos así ha estado a salvo todo este tiempo. Por favor...
El rubio bajó la mirada, asintiendo con desgano.
—Está bien... no diré nada. —Un susurro apenas audible salió de sus labios.
Hoseok suspiró, aliviado, antes de cambiar el rumbo de la conversación:
—¿Y tú, Jimin? ¿Qué haces aquí?
Apretó los labios, un nudo de emociones formándose en su pecho.
—Tuve que huir de casa.
—¿Huir? ¿Por qué? —La curiosidad en la voz del Alfa era evidente, pero también lo era la preocupación.
—Yoongi me engañó. —La respuesta fue seca, dura como una piedra.
—¿Qué? —Hoseok abrió los ojos sorprendido—. No, eso no puede ser verdad. Yoongi te ama demasiado, Jimin. Lo conozco, él nunca sería capaz de algo así...
Jimin lo interrumpió con una amarga carcajada.
—¿De verdad? Bueno, él también decía conocerte a ti, y mírate ahora: aquí estás, vivo, en carne y hueso.
La tensión en la habitación se hizo palpable. Hoseok bajó la mirada, incapaz de refutar esa verdad. El silencio incómodo volvió, cargado de emociones que ninguno de los dos sabía cómo manejar.
...
Disculpen la demora, este fin de semana me atrase demasiado con el capítulo, pero creo que al final fue uno de los más largos hasta ahora, de echo termine omitiendo una parte que tendré que poner hasta el próximo capitulo, espero tenerlo listo para este viernes sin falta.
Feliz Año Nuevo, como propósito de año nuevo tengo el deseo de terminar esta historia y publicar una secuela, basada en otra de las parejas.
¿Cuál creen que sea?
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