Capítulo 6: Se le llama esperanza a esa realidad distorsionada

Volando con la ligereza de una pluma y la agilidad de un águila, Lisa y Patrick comenzaron a trazar círculos en el cielo; habían logrado comprender Gravitacional luego de las primeras semanas y, por primera vez, se permitieron el lujo de demostrar que todo su esfuerzo había rendido frutos. El truco para desplazarse en ese Mundo no era imaginar que llevabas alas, como ellos erróneamente pensaron, sino dominar la gravedad del lugar y volverla a tu favor, era igual que como la Energía que les permitía viajar de Mundo en Mundo.

Patrick la alcanzó y le tomó la mano; se detuvieron un momento, quedando justo sobre una nube.

—Te dije que aprenderías —Lisa se dejó acariciar.

Patrick besó su mano.

—¿Cuál es esa obsesión con arruinar los lindos momento, Elizabeth?

A modo de disculpa, la chica lo atrajo para darle un beso, porque en ese lugar un beso no terminaba todo, sino que transformaba el tiempo en eternidad, congelando cualquier cosa salvo sus corazones, los cuales, luego de tantos tormentos, al fin podían latir en sincronía. Podían ser uno.

Lógicamente hablando, estaban atrapados en una fantasía. Pero, si nos alejamos de la gris racionalidad y poetizamos un poco su situación, ambos chicos se encontraban en un paraíso sin fin, en el que no existían errores del pasado ni temores del futuro, sino que gozaban la tranquilidad de un perpetuo presente. Se amaban sin miramientos, cada segundo anhelando la proximidad del otro. No solo físicamente hablando, pues soñaban con ese momento en el que sus almas no extrañasen a la otra, sino que se fundieran en un único ente, permitiéndoles ser lo que popularmente se denomina: almas gemelas.

La mayor parte del tiempo se comunicaban sin abrir la boca, buscaban las respuestas que necesitaban en los ojos del otro y siempre era suficiente con eso. Después de todo, ellos eran los únicos que quedaban y esa soledad los unía todavía más. Desconocían qué había ocurrido con sus amigos, o bien, con su Vida Terrestre, pero eso solo volvía todo más sencillo. En un principio, intentaron hallarle una solución al problema, pero con las semanas desistieron del plan y se conformaron con ser felices. ¿Estaban vivos o estaba muertos? ¡Qué importaba eso si se estaban juntos, amándose un poco más con cada exhalo que daban!

Si bien le restaban importancia a cualquier cosa que no fuera el otro, lograron comprender lo necesario para sobrellevar su nuevo estilo de vida. Un día cualquiera, Lauren, John, Grace y ellos estaban jugando en el bosque de las Afueras. Y lo siguiente que supieron fue que habían desaparecido. Eso no fue lo más extraño de todo, sino que sintieron que algo faltaba. Era la misma sensación que cuando te despiertas y sabes que soñaste algo increíble, pero por más que intentas recordarlo, tu cerebro se opone a entregártelo.

Se habían detenido de golpe, frente a frente, dándose cuenta que algo había cambiado, que sus sentimientos habían cambiado. Porque se necesitaban, ¡Dios! Se amaban con una intensidad que asustaría a cualquiera. ¿Cómo no lo supieron antes? ¿Cómo tardaron tantos días en darse cuenta? Tanto Elizabeth como Patrick ignoraban si su corazón les pertenecía a alguien más en la Vida Terrestre, pero estaba seguros que, ahí, en Coma, estaban hechos como piezas de un mismo rompecabezas. Desde entonces, no se soltaron más, y a pesar de no tener recuerdos, poseían Energía para viajar adónde quisieran.

Ninguno de los dos pensó nunca en querer despertar, pero eso no parecía un problema tampoco, porque el Límite Estelar había desaparecido... ningún Mundo lo tenía ahora. Así que sí, lógicamente hablando, estaban atrapados.

Atrapados en un eterno paraíso.

—¿Lista para caminar? —preguntó Patrick sonriendo.

Ella tomó las manos de Patrick y lo guió en un vals improvisado por entre las nubes.

—Si es a tu lado, siempre lo estoy —contestó, imaginado una canción que entonara con el baile de ambos enamorados.

Él la tomó por la cintura y la alzó por los aires.

Cerraron los ojos y los abrieron al mismo tiempo, encontrándose con una bellísima primavera. Habían viajado a Cuatro Estaciones, un mundo en el que existía el verano, otoño, invierno y primavera en un único día. Cada tres horas, la estación cambiaba, por lo que en un día, se vivían dos años. Las cuatro, a pesar de ser distintas, vivían en perfecta armonía (no así como en Polos Opuestos) y hasta costaba diferenciar la una de la otra.

Caminaron de la mano por un sendero nevado. Con cada paso que daban, su huella derretía la nieve y florecían rosas y girasoles; no hacía frío ni tampoco calor; no sufrían de hambre ni de sed; el sueño se había vuelto un adorno en vez de necesidad. Era perfección, era utopía. Era... fantasía. ¡Mas no se asusten! Pues muy bien es sabido que no por ser fantasía carece de sentido.

Si su amor era real, ¿qué importaba lo demás? Si la imaginación era el pilar de su felicidad, que continuara sin temor. Y si todo era real y no un producto de su mente, que bienvenido fuese. Se tiende a idolatrar la lógica y menospreciar lo absurdo, siendo que en conjunto, construyen un camino. Un camino que se trasforma en flores. ¿Estás dispuesto a cruzarlo? Algunos lo llaman vida.

¿Y por qué esa costumbre de infravalorar lo que pasa por nuestra cabeza? Si tienes una pesadilla, dicen que no te preocupes, porque solo fue un sueño. Y agregan: no es real. ¿Pero qué hace real o no a algo? Porque tuviste miedo, sufriste, quisiste que todo pasara. ¿Cómo es posible que algo que te produce tantas emociones sea considerado como algo irreal?

Elizabeth se detuvo, consiguiendo captar el interés de Patrick.

—¿Qué pasa, Lizzy?

—¿Y si esto no fuera real? —le preguntó Lisa—. Sé que dijimos que no importaba... pero, ¿y si así fuera?

Patrick tomó su mano y la colocó sobre su pecho. Elizabeth oyó cada latido como una preciosa sinfonía.

—¿Lo sientes? —Ella asintió—. Entonces no importa nada más. Porque mientras escuches mi corazón latir y yo el tuyo, estaremos bien.

Ella lo abrazó fuerte, como si se estuvieran despidiendo.

—Prométeme que tu corazón dejará de latir el día que lo haga el mío. Sé que suena egoísta, pero te lo suplico.

—Estamos conectados. Siento lo que tú sientes, escucho lo que tú piensas y vivo porque tú lo haces. El día eso termine, será para ambos. Te lo juro por la garrita.

Elizabeth acarició los rizos de ese ángel en silencio, permitiendo sentir no solo con su alma, sino con la palma de los dedos.

—Somos uno.

—Y nada podrá cambiarlo.

Se apartaron ligeramente, lo suficiente como para encontrar la boca del otro, y fundirse en un beso que lo sellase todo, pero una voz, distinta a la de Patrick, surgió de sus labios justo antes de unirse:

—Eli, el desayuno.

—¿Qué?

Y se desvaneció, junto con el recuerdo de que todo eso alguna vez sucedió.




*******


Patrick, despertó en su cama, en la habitación que compartía con Dominic, y nunca pudo recordar lo que soñó.

*******

Eli bostezó y se estiró igual que cuando Quince despertaba. Se acomodó para recibir la bandeja del desayuno y miró a Amy con pereza. En parte, la odiaba por haberla despertado, pero se moría de hambre, así que decidió que quejarse no era una buena opción. Puede ser que estuviera tan irascible por la discusión que había tenido con Zack, por lo que se dijo que intentaría ser lo más amable posible. Solo así, el amargor de su primera pelea se evaporaría.

Echó un vistazo a sus amigos, todos en primera clase. Cortesía de la tarjeta de crédito de "sus padres". Sintió asco al recordar cómo pudieron mentirle durante tantos años sobre su familia, pero al menos usaría las tarjetas al máximo mientras éstos no estaban ni se enteraban que había huido, técnicamente hablando.

Dylan y John ya habían terminado de comer y veían una película. Dylan tenía la cabeza apoyada en el hombro de su novio y se notaba que estaba fingiendo interés en lo que John le contaba con entusiasmo. Eli sonrió. Si alguien merecía un final feliz, ese era John. Y lo había conseguido. Justo tras ellos, Bruno y Lauren compartían audífonos y charlaban sobre sus gustos musicales, los cuales, coincidían (como todo lo demás). Pensó en Sasha, siempre creyó que sería ella quien terminaría en una relación con Bruno, pero bueno, no había que precipitarse, Lauren y Bruno no parecían querer nada más que charlar, reír y divertirse. Eli nunca lo había visto tan feliz, tan... lleno de vida. Siempre creyó que era tímido y callado, pero al parecer, no lo era con la persona correcta.

Unos puestos más atrás, casi llegando a la puerta que daba a la segunda clase, Grace leía un gran libro con los audífonos puestos. No pudo alcanzar a leer la portada, pero era más que obvio que estaba interesantísimo.

Amy se había vuelto a poner el antifaz, por lo que Eli decidió acompañarse de sí misma. Contempló las nubes por la ventanilla. Mientras bebía zumo de naranja, pensaba en la horrible despedida que Zack y ella había tenido. Sí, de acuerdo, las parejas discutían, peleaban y hasta podían terminar dándose un portazo, pero ellos no. Jamás, en los dos años que llevaban juntos, habían discutido. Se sentía rara, se sentía sucia y muy infeliz. ¿Pero qué podía decirle? Zack era celoso y su enfermedad lo hacía tener poca tolerancia la frustración, no eran una buena combinación. ¿Y cómo hacer que le creyera? ¡Se había enamorado de Patrick cuando ellos habían terminado! ¡Eso no era engaño!

—Pero ahora te recuerdo —dijo contemplado el cielo.

Y lo sintió cercano. Ese chico le había dado lo que más deseaba en el mundo: la posibilidad de salir del coma. Era la más grande muestra de amor desinteresado que pudiese existir. Pensó en Zack y en lo mucho que lo amaba, se conocían desde niños, desde que él la protegió de un grupo de chicos que la estaban molestando. De ahí en adelante, fueron inseparables. No se imaginaba una vida en la que Zack no estuviera...

Y luego, estaba Patrick. Ese gruñón, y hostil chico que se pasó la mayor parte del tiempo criticándola, y detestándola por respirar... pero resultó que solo estaba demasiado frustrado y era entendible. No lo justificaba, obviamente, pero tenía razones que ella aceptó. Y descubrió mucho amor en su alma, encontró lo que nunca creyó haber buscado antes.
Tenía miedo de vivir sin Zack, que ya era como un tercer brazo para ella, pero... no podía imaginarse una vida sin ese estúpido lector.
Eli no se pasaría la mitad de su vida "decidiendo" por un chico, como si el amor fuera cosas de opciones. Ni tampoco sería tan cruel como para estar con los dos y ninguno a la vez. Porque si algo odiaba ella en los libros y en las series que veía en Netflix, eran esas chicas planas sin personalidad que se debatían entre dos chicos, como quien no se decide si ordenar pizza o sushi.

Se permitió llorar. Porque sabía que le rompería el corazón. Pero jugar con él era algo mucho peor, y más cobarde.

—Perdón, Zack —susurró limpiándose las lágrimas—. Mereces a alguien que te ame con cada paso que dé y esa no puedo ser yo ahora.

Nunca más.

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N/A: Primera vez que hago un POV de más de dos personas a la vez, pero cuando se trata de Eli y Patrick, todo fluye<3 Son como una sola persona.
Extrañaba narrar (sin casi diálogos)
Pd. Al fin pudieron saber qué ocurría mientras estos dos dormían (qué feo Eli, engañando a tu novio).
Pd 2. Un aplauso a Laruno, porque no hay nada más bello que una fangirl y un fanboy que se comprenden mutuamente.

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