Capítulo 33: Yo nunca/Ich habe noch nie/ Io non ho mai...

Nick volvió a darle un largo sorbo a su vaso. Miró a su alrededor con una sonrisa de suficiencia, orgulloso de haber cometido nuevamente la fechoría propuesta.

—¿Hiciste el amor en el cine? —preguntó Bruno atónito—. ¿Hay algo que no hayas hecho?

—Yo nunca me he enamorado de verdad —recitó casi con orgullo.

Todo el grupo, a excepción de Lauren, Amy y Bruno, bebió. Sasha ladeó la cabeza con evidente asombro, pero prefirió guardar silencio. Kevin fue el único que lo notó.

—Eso es triste, hermanito —postuló Eli con un dolor punzante en las sienes. Si una sola gota de licor más bajaba por su garganta, vomitaría hasta año nuevo.

—No, triste es amar y que no te correspondan. Es un riesgo que nunca tomaré.

—Usted no debe de decir mentiras señor Sommer —intervino Daisy ignorando las señales de su novio para que se detuviera—, los niños malos merecen ser castigados.

—No sé si estás jugando a ser Effy Stonem, Daria o a algún protagonista de un anime romántico cualquiera —comentó Dylan sin la menor preocupación por mitigar su malgenio—, pero ya cansa. Tu actitud no solo está más usada que Taylor Swift sino que además...

—¡Momento! —intervino Eli enderezándose—. ¡Nadie habla mal de mi reina!

—¡Reina! ¡La única reina aquí es Adele!

—¡Shakira! —opinó Lauren.

—¡Amy Winehouse! —exclamó Patrick con fervor.

—Lana del Rey y punto —dijo Nick monótonamente—. Y me quedo con Effy, gracias.

—Actúas más como Tony —informó su hermano acariciándole el cabello a Daisy. No se sentía orgulloso de captar referencias como esas, pero todos cometemos errores cuando somos jóvenes e impresionables.

—No, es más parecido a Cook —opinó Amy.

—No, Cook es como Kevin —terció Eli—. Sin ofender.

—No me ofende si no tengo idea de qué están hablando —dijo éste con el ceño fruncido. Buscó ayuda en su novia, pero ésta se encogió de hombros, dando a entender que se estaba incluso más perdida que él—. ¿Nos referimos a una serie, un libro, una película, un maga...?

—¿Lees mangas? —inquirió Daisy con las cejas alzadas. Pero sonó más como: ¿sabes leer? Su impresión la había llevado a no medir el tono con el que formuló la pregunta—. ¿Leíste Clannad? —añadió entusiasmada.

—¿Leo mangas? Sí. ¿Leo cochinadas cursis para niñas? No.

—¡Eh, no desprestigies las historias de amor! —exclamaron Daisy y Zack al unísono. Soltaron una risa y extendieron los brazos para chocar los cinco por su inesperada sincronía.

Eli se mordió la lengua.

—Hay historias de amor mucho mejores que de otros géneros —estuvo de acuerdo Sam—. Juzguemos el libro por cómo se desarrolla la trama, no por su temática principal. Porque de hacerlo, sería como asumir la clase de persona que alguien es por su postura frente a la religión o a la política, en vez de conocer a fondo la opinión que la llevó a escoger tal actitud.

—¡Gracias! La mitad de las personas cree que por ser mormón, estoy en contra de la homosexualidad. Por favor, soy gay y me encanto —dijo Dylan plantándole un inesperado beso en los labios a su novio—. Y Dios lo sabe y me ama.

—Y yo también —afirmó John separándose.

El resto de grupo vitoreó el romántico gesto; Grace y Kevin, y Patrick y Daisy, los imitaron. Dominic y Amy se atragantaron con sus propias mentiras; Samu se comió los celos, Bruno las ganas, y Sasha sus propio corazón. Lauren, quien ya se había recuperado de su primera borrachera, se zampaba en ese momento un trozo de pastel con crema como si no existiera nadie salvo ese esponjoso pedazo de azúcar y ella en toda la habitación; sin embargo, estaba consiente de todo lo que ocurría a su alrededor. Ensimismada, pero siempre aterrizada.

Eli, que no había entendido absolutamente nada durante los últimos cinco minutos, llegó a la abrumadora conclusión de que no resistiría más tiempo en compañía de sus amigos fingiendo que no se moría un poco más con cada minuto que pasaba. Se levantó lentamente, intentando no perder la dignidad y darse de bruces contra el suelo; ignoró el mensaje telepático de Patrick, pues lo que menos necesitaba era otra cosa que le penetrara la cabeza cual taladro en una construcción.

Cuando Zack se mantuvo quieto en su lugar, Eli percibió, además de un hoyo en el estómago, una frívola sensación de felicidad. Un instante de placer parecido al que experimentaba cuando conseguía colarse a una fiesta de fraternidad o al comprar una botella de Jack Daniels sin que le pidieran identificación; alegría hueca, porque obtenía una sonrisa por unas horas pero su interior no se llenaba.

Suspiró, incapaz de desentrañar lo que aquello significaba. Sabía que a quien realmente amaba era a Patrick, pero... ¡Oh!

¡Baño, baño!

Vomitó en el inodoro, justo a tiempo.

Esto... mejor volvamos con el grupo, no tengo mucho más que narrar sobre esta irresponsable jovencita.

—Dominic, te toca escoger.

—Sasha —dijo este sin titubear. Los chicos fingieron un redoble de tambores con los pies.

—Qué aburrido, Sasha nunca ha hecho nada —afirmó Kevin en un suspiro—. Bien, Thompson, hazlo rápido. Que cosa, de tu enorme lista de cosas sin hacer, dirás que no has hecho.

—Qué oración más carente de sinónimos —opinó Sasha haciendo una mueca—. Veamos... Yo nunca... me he acostado con alguien.

—¿En plan de dormir? —preguntó Bruno.

—Nunca es en plan de dormir cuando juegas "Yo nunca" —contestó Grace bebiendo de su botella de cerveza. Samu se atragantó con su vaso al notarlo, pero continuó bebiendo al ver que su antigua mejor amiga no era capaz de mitigar su desconcierto tampoco. Tal vez no todo estaba perdido.

Patrick, Daisy, Amy, John y Dominic también bebieron. A Dylan le dolió por supuesto, pero sólo un poquito porque había sido con una chica y, más importante, sin un gramo de amor.

—¿No vas a beber? —preguntó Patrick con un dejo de picardía en su sonrisa torcida—. Tu novia ya te delató, donjuán. Debo admitir que me asombra, llevan como medio día en una relación.

—Ustedes ya tiraban a la media hora de volverse novios —confesó Dominic refunfuñando—. No seas hipócrita.

—No te pongas celoso hermano, no te sienta bien —Daisy lo codeó para que se callara.

—Patrick, intenta no ser un completo imbécil con tu hermano por cinco minutos, ¿quieres? —pidió Zack. Buscó los ojos de su amigo para brindarle consuelo, pero al conectarse, el pelirrojo únicamente le levantó el dedo del medio en plan: no necesito tu ayuda, cretino. Un encanto como siempre.

—Kevin es más virgen que los lectores de Cincuenta sombras de Grey y que los jugadores de eSports profesionales combinados —se mofó Amy dirigiéndose a Patrick—. Pero al parecer, Grace tiene un historial.

—Fue hace años —contestó la inglesa acurrucándose en la confortabilidad de su novio—, no significó nada para mí.

—El sexo no es un pasatiempo, Amy —opinó Zack percatándose por primera vez que su novia había desaparecido—. Es un acto de amor, y...

Bruno dejó de prestarle atención a la conversación; alzó la vista al segundo piso, sopesando si debía o no subir a ayudarla. Nadie pareció darse cuenta de su ausencia, o en su defecto, interesarse por ella.

Dejó el largo sofá que compartía con Lauren, Daisy y Patrick, y se dispuso a ir tras ella. Daisy le preguntó adónde iba, pero de inmediato captó su propósito y volvió su atención al grupo. Cuando las chicas se llevaban mal, ni un milagro lograba forjar lazos de amistad.

Subió las escaleras con prisa. Tocó la puerta; ésta se abrió ante el contacto directo.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó nervioso.

—De todos los posibles, tú eres el último que pensé que vendría —le contestó Eli. Tenía la boca y unas cuantas mechas de cabello con vómito, y aun así se veía poderosamente escalofriante.

Bruno no respondió. Tomó una toalla del mueble bajo el lavamanos y mojó la punta. Se sentó en el suelo frente a Eli y comenzó a limpiarle el rostro suavemente; ella aceptó el gesto en silencio, sin rehuirle. Fue cerrando los ojos lentamente, agradecida, más calmada. Él tampoco habló, se mantuvo concentrado en quitar esa mancha, y esa de ahí... Lo hizo siempre con delicadeza, imitando a su hermana Ornella, quien de pequeña quitaba la mugre de sus muñecas de porcelana con toallitas húmedas. Y cuando las lágrimas se hicieron presentes, Brunos las apartó con la parte limpia de la toalla; fue educado y le permitió llorar en silencio, sin hacer comentario alguno para que se desahogara en completa libertad.

Eli no era de hierro, comprendió por fin Bruno. Nadie lo era.

Se alejó para abrir el agua de la bañera. Tardó un par de minutos en lograr que saliera del grifo con la temperatura exacta. Ella no dijo palabra.

—Necesitas un baño para quitarte el vómito —dijo él acercándose a la puerta. Su voz se sintió extraña luego de tanto tiempo sin hablar—. ¿En qué habitación está tu bolso?

—¿Haces esto para quedar como un buen amigo? —preguntó con la vista clavada en las cortinas de la tina—. ¿O para tener material sobre mí que platicar con Daisy? Sé que tú fuiste a decirle que soy una roba novios

Bruno sacudió la cabeza en señal negativa.

—Lo hago porque eres de las pocas personas que me aceptó con una sonrisa, porque lograste que cocinara un pastel en forma de guitarra y que lo disfrutara, porque eres mi compañera de biología y de bicicleta y porque siempre te admiré muchísimo, Eli. Siempre pensé que eras indestructible, pero no. Eres tan humana como yo, y me da pena que nadie más piense lo mismo. Que crean que no necesitas ayuda, porque eres perfecta. No lo eres y la necesitas. Pero principalmente, lo hago porque eres mi querida amiga. ¿Me dejas ayudarte?

—Tercera pieza a la derecha —respondió ella sin pensarlo—. Lo siento. No quise sonar como una desgraciada.

—Eres genial, Eli. No te arruines por ni para nadie, no vale la pena.

Salió del baño con dirección al pasillo, esperando hallar ropa de cambio para Eli. Sin embargo, cuando entró a la pieza, todo lo que su campo visual percibió fue a una pequeña de cabellos de oro, que lo observaba nerviosa y apenada. Él la saludó, y se dispuso a buscar el bolso, sin imaginar que Sasha se le acercaría con timidez.

—¿Podemos hablar? —musitó con ligera angustia.

—¿Qué haces acá, Sasha?

—Comparto habitación con Eli y Amy. Siempre ha sido así. Vine por algo para abrigarme y supuse que... vendrías aquí. Decidí esperarte. ¿Por qué ya no me hablas, Bruno?

—Te estoy hablando ahora —contestó él evitando mirarla, evitando quererla.

—Pero no es lo mismo. Todo es distinto desde la fiesta de Zack.

—¿Lo recuerdas?

—Volvamos a ser amigos Bruno, por favor. Lo siento mucho, y tenías razón. El primer beso es importante, para mí al menos. Se debe dar a quien uno realmente quiere y tú... eres la persona más importante es mi vida, pero...

—Pero eso no es suficiente, ¿cierto? —inquirió él ya sabiendo la respuesta—. Nunca voy a serlo para ti.

—¿Te gusto? —preguntó ella de golpe.

Dos palabras que por tanto tiempo estuvieron revoloteando en la cabeza de Bruno, quitándole el sueño, otorgándole la incapacidad para comprender sus propios sentimientos. Él sabía que le gustaban los videojuegos, las historietas, las jirafas, el color verde y la música electrónica; no entendía cómo se diferencia eso con gustar de una persona, si lo que experimentaba con Lauren se asemejaba a Sasha, o por qué diferían sus sentimientos. Lo único en lo que podía pensar en ese momento se concentraba en una amiga que necesitaba ropa limpia. No tenía tiempo para nada más. Así que, con fuerza que desconocía, le respondió:

—No.

Ella le lo ayudó a buscarle un conjunto y él salió sin volver a hablarle.

Se encontró a una Eli sentada en la bañera hasta el tope de agua, con la cabeza apoyada en sus rodillas dobladas. Aún estaba vestida y miraba un punto fijo, casi anhelando desaparecer en él.

—No puedo sola —reveló ella avergonzada.

Le rezó a Batman y a Flash, porque definitivamente, Zack lo mataría. Por un instante dudó, y pensó que lo mejor sería traer a su novio para no causar inconvenientes. No obstante, de hacerlo, estaría de acuerdo con que los chicos y las chicas no podían ser amigos; si bien con el pasar de los años descubriría la verdad de este asunto, por ahora opinaba que no tenía nada de incorrecto. Además, Sasha una vez le dijo que Zack debía concentrarse en preocuparse por sí mismo antes que angustiarse por los demás. Él sabía que ella tenía razón, Zack le caía muy bien, y no quería cargarle un peso encima, pues ya estaba suficientemente estresado con la graduación y las postulaciones.

Primero le quitó el chaleco de lana que ella misma se había tejido, siguió así hasta dejarla sin nada más que la ropa interior. Dispuso la ropa mojada en la orilla de la tina, que tenía un pequeño banquito para sentarse. Le quitó la mugre como un caballero, evitando a toda costa acercarse a... ciertos sectores prohibidos. Además de que no le interesaba en lo más mínimo, temía que el más ligero roce despertara el radar celópata de Zack y que éste viniera corriendo y le estampara la cabeza contra el cerámico del piso.

—Me siento patética —confesó Eli con un hilo de voz—. Todo en mi vida se está desmoronando y no tengo idea qué hacer para detenerlo. —Clavó sus fuertes ojos color océano en el electrizante celeste de Bruno—. ¿Por qué me admirabas?

Bruno le sonrió a la vez que le apartaba el cabello mojado del rostro para verla mejor.

—Porque le ganaste a la esquizofrenia, al coma, a los bravucones de primaria, a la dislexia. Le ganaste a la vida, Eli. Antes de que despertaras ya me parecías asombrosa por el hecho de haber salvado a Zack, yo nunca podría... Me gustaría amar como tú lo haces, y que me correspondan de la misma manera. Eres osada, resiliente y una luchadora innata. Tienes tu propia ideología, que respetas sin importar que. ¿Cómo podría no admirar a alguien así? Me llenaba de orgullo que me consideras un amigo.

—Pero ya no, asumo. Porque te diste cuenta que en verdad no soy la gran cosa. Que mucho de lo que consigo es porque los chicos me encuentran atractiva y porque mis supuestos padres tienen dinero.

—No te desmerezcas, que ser humano no tiene nada de malo. Es en nuestros momentos más vulnerables cuando la verdadera belleza se hace presente.

Eli soltó una pequeña risita.

—¿Estás coqueteándome o dándome un discurso emocional? —preguntó con una leve sonrisa burlesca.

—Definitivamente lo segundo, Scott. Lamento informarte que no todo el mundo está enamorado de ti. —Se encogió de hombros—. Lo siento, Gryffindor, pero no eres mi tipo.

Ella le arrojó agua a modo de protesta.

—¿Daisy te abrió los ojos y te dijo que yo era una desgraciada? —inquirió con cierto nerviosismo en la voz.

—No fue necesario, y no lo eres, pero estás actuando como una, ¿no te das cuenta? Imagina que nunca caíste en coma. ¿Cómo te sentirías tú si una chica cualquiera llegara y comenzara a hacerle ojitos a Zack? Ustedes dos, que llevan toda una vida de mejores amigos, que se conocen mejor que nadie y que se aman de formas indescriptibles, de pronto no son más que un estorbo para lo que esa chica quiere construir junto a él. ¿Te parece justo, Eli? Te dejé de admirar porque dejaste de comportarte como una heroína. Ya no luchas por amor, luchas por egoísmo. No quieres ganarte el corazón de Patrick, quieres ganarle a Daisy. Estás a acostumbrada a que te den todo lo que pides, y no obtenerlo por primera vez es algo inaudito para ti, impensable.

—Yo no me enamoré de Patrick sabiendo que tenía novia. Creí que había muertos, los dos lo hicimos. ¿Crees que no he intentado dejar mis sentimientos a un lado? Pero yo no puedo hacerlo, no soy esa clase de persona. Lo que siento lo expreso, lo que amo lo protejo, lo que callo me arranca el pellejo.

—Tú y Daisy son mis amigas —declaró Bruno—, pero estoy de su lado porque es el correcto. Dices que tienes una vida desmoronada, pero pienso que sólo eres tú. En vez de tener una familia, ahora tienes dos que te aman. Tienes un chico que se desvive por ti, y nos tienes a nosotros. ¿Te parece eso un montón de ruinas? —preguntó seriamente—. Porque a mí me parece algo hermoso, y no está bien que sigas sintiendo lástima por ti. Te quiero un montón, pero todos tenemos problemas, y los tuyos ni alcanzan a serlo.

—¿Tu sueño es ser orador motivacional?

—En realidad quiero ser chef. O quería... No sé lo que quiero. —Sonrió fingiendo despreocupación—. Aún me queda tiempo para decidirlo.

—Yo quiero ser veterinaria —dijo Eli sonriendo—. Quiero salvar las vidas que nosotros mismos acabamos.

—Esa sí es una Eli que me cae bien.

La ayudó a secarse, y se volteó mientras que ella se cambiaba de ropa interior. Le tendió la ropa, y forcejó con la parte de arriba cuando ésta se mantuvo reacia en entrar por su cabeza. Aquel gesto de ambos había sido de amor, amor de amigos. Y cuando Eli le dio un beso en la mejilla y Bruno aprovechó de pescarla en un fuerte abrazo, ambos comprendieron que la amistad entre chicos y chicas era factible. Se trataba de un amor tan puro, abnegado y raro de encontrar, que su valor en la tierra era incalculable.

He aquí mi consejo: si encuentras una amistad así, nunca la dejes ir, porque su escasez demuestra lo valiosa que puede llegar ser.

Devuelta en el pasillo, mientras está conversación se llevaba a cabo, Dominic había ido en búsqueda de Sasha. En parte porque nadie le decía que no a él y porque quería ver la expresión de Kevin (Amy era pésima guardando secretos y el pelirrojo ya se había diseñado el panorama amoroso completo).

La encontró de pie en la habitación de su hermana, mirando el océano a través de la ventana, casi como un video musical.

—Apuesto que estás pensando: ¿qué tiene ella que no tenga yo? —dijo Nick acercándose a ella. La pequeña pegó un brinco del susto, pero le sostuvo la mirada sin denotar miedo alguno—. Lo lamento, Sasha, pero los pelirrojos somos irresistibles. Mi hermana tiene sus encantos, lo admito, pero tú también y me apena que nadie lo aprecie.

—Dominic, con todo respeto, vete al infierno.

—De allí vengo, ¿o cómo crees que conseguí este cabello? —respondió tomándola por la barbilla. Sería tan fácil robarle un beso... ¿Pero dónde quedaba la diversión?

Amy le dijo una vez que ni él ni ella tendrían un final feliz nunca, porque los malos nunca ganan. A Nick le causó mucha gracia, pues sabía que esa rubia de perversa no tenía un pelo. Podía ser dura, franca y actuar a la defensiva, pero nunca por pura malicia. Si alguien aquí carecería de un bue final, sería él. Por eso mismo decidió que divertirse antes de eso no tenía nada de malo. Después de todo, Don Juan Tenorio, pagó sus crímenes después a acostarse con el sinfín de mujeres vírgenes que se le presentaron en la obra dramática. Si su destino era terminar siendo una estatua de piedra, lo aceptaría sabiendo que vivió como un digno villano.

—Apuesto que fuiste a buscar a Bruno. Es muy gracioso como al final todo se centra en mi hermanita, ¿no te parece? Quiero decir, sabías que lo de Zack estaba perdido. Luego, el único que se moría por ti se puso a andar con una hermosísima genio. Te dolió cuando Bruno te cambio, pero nunca tanto como enterarte que fue el primero en correr tras Eli, ¿no? —inquirió ácidamente, intentando romperle el corazón lo mejor posible—. Todos finalmente prefieren a Eli. Nadie quiere a la santurrona que finge tener todo controlado.

—Cállate, Dominic —lo cortó ella furiosa—. No sabes nada.

—Sé lo suficiente. Dime, ¿qué se siente que tú mejor amigo te cambie por otra? ¿Qué se siente que tu mejor amiga te traicione por tu amorcito? —Dominic le plantó un beso en la nariz—. Yo lo sé, y es por eso que vengo a advertirle. No vale la pena, Sasha. Amar lastima.

—¿Qué es lo que quieres realmente?

—Tu primer beso. Piénsalo como un favor. El primer beso que se da con amor es un terrible error, porque nunca dura. Entonces, te quedará marcada la cicatriz de la espada como un recuerdo, de cómo le diste tu primer beso a quien no se lo merecía. Lo único que pensarás es en la vez que te rompieron el corazón. Dámelo a mí, yo te lo cuido. Que tu primer beso sea sin un gramo de amor es el mayor regalo del mundo.

—Eres el novio de mi hermana.

—A ella no le molesta y lo sabes. Ella quiere que seas feliz, y la única forma de serlo es dejar de creer que el amor es algo por lo que vale la pena pelear.

—Tú no crees en el amor y eres de las personas más desdichadas que conozco, Nick.

—Tú eres de las que más creen en él y sin embargo, la única que no tiene pretendiente alguno. Deja de sufrir, comienza a vivir. Olvídate de amar, que nada bueno te ha traído.

Dominic la tomó de la mano y la llevó escaleras abajo, donde Bruno y Eli se encontraban nuevamente. El primero conversaba animosamente con Daisy mientras que su hermana reposaba la cabeza en el hombro de Zack.

Varios no se guardaron el desconcierto al percatarse que Dominic la traía de la mano. El moreno abrió los ojos desmesuradamente y su novia de ficción le hizo una amenaza con la mano.

—¿Y a quién le toca? —preguntó el pelirrojo. Varios señalaron a la rubia en cuestión.

—Yo nunca he tenido relaciones los días de mi peri... —confesó Amy.

—¡Oh, oh! Alto ahí. Eso es terreno que no necesito y, definitivamente, no quiero saber —se aventuró Kevin.

Daisy se encogió de hombros y tomó un sorbo. El grupo completo de chicos mostró su descontento con un fuerte bullicio que bien podría haber despertado a los vecinos. En China.

—Les recuerdo que todas sus madres menstrúan —dijo a la ligera.

—Patrick, mi hermano, te has ganado mi eterna admiración —anunció Kevin haciéndole una referencia con la botella de cerveza en la mano.

—Un soldado que se respeta no teme manchar su espada de rojo.

—¡Eso es un comentario muy inapropiado, Patrick! —exclamó Sasha a punto de desmayarse luego de oír semejante metáfora libidinosa.

—¿Y no es... incómodo? —preguntó Grace sutilmente interesada. Kevin se bebió lo que quedaba de la botella de golpe; limpió con su manga los restos de destilado en su boca. Samu hizo una mueca que rápidamente logró ocultar.

—No cuando es con una carita como esta. —Rozó la mejilla de Patrick suavemente; el chico, no muy convencido con la muestra de afecto, se echó ligeramente hacia atrás.

—Por Dios, Daisy, mi rostro no es más que dureza pura. La seriedad y yo somos uno, de hecho... ¡Ay! —chilló muy agudamente—. ¡Sabes que las cosquillas son mi debilidad!

—Sólo fue una punzada, ¿ves? Eres tierno, señor Frialdad. —Le revolvió el cabello. Patrick le sonrió y le regaló un largo beso que el grupo entero vitoreó—. Tienes una carita adorable y unos rizos envidiables —agregó cuando separaron los labios del otro.

—Muy bien, Pandita, tú ganas...

Elizabeth volvió la vista al rubio en cuanto oyó el sobrenombre, pero Patrick fingió no notarlo. Se mordió el labio, sin saber muy bien cómo arreglar la situación. Su novia, más turbada que otra cosa, no abrió la boca salvo para resaltar su ofuscación.

—¿Pandita? —repitió al darse cuenta que Patrick no diría palabra alguna—. ¿Estamos remodelando sobrenombres? —preguntó amablemente; la confusión ya estaba completamente disipada.

—Suena mejor Ovejita.

—Concuerdo —dijo ella sellando el diálogo con un beso.

—Me caen muy bien y todo, pero si siguen así los desterraré de la mesa —declaró Kevin cruzándose de brazos—. Quiero decir, hasta Eli y Zack se comportan mejor, y nadie es más exasperante que Zack.

—También te amo, mejor amigo —terció este.

—Guárdate tus homosexualidades para más tarde —respondió Kevin. Al instante, le guiñó el ojo—. Es broma, bebé. Sabes que te amo. —Le arrojó un beso que Zack fingió atajar y ambos estallaron en carcajadas echándose pesadamente en las sillas.

—¿Cómo es posible que Kev y Zack sean más románticos que nosotros? —inquirió Dylan mirando a su novio.

—Porque no existe pareja en la tierra más romántica que ellos dos —contestó Sasha amablemente—. No hay que olvidar que la amistad atesora tanto o más amor que una relación.

Entonces, Dominic se dio cuenta que Sasha había estado mirando a Bruno al decir la oración, y éste tan torpe como siempre, le respondió con una sonrisa. Qué mejor momento para arruinarlo todo.

—Ay, Bruno, deja de mirar a Sasha que la baba te llega hasta el suelo —comentó Nick poniéndose de pie—. ¿Cuándo vas a aceptar que ella no te quiere a ti? Eres raro, aburrido y me asombra que cualquier persona quiera entablar una conversación contigo. ¿De verdad creíste, por un segundo, que tendrías oportunidad?

—Dominic, cierra el pico —le ordenó Patrick duramente.

—Alguien tiene que decirle lo patético que es. Sasha me dijo cómo le suplicaste una y otra vez una oportunidad...

—Yo nunca...

—Ten algo de dignidad, hombre. Ella sólo te besaría ebria, y se arrepentiría al otro día, ¿no es así? ¿No es por eso que te las diste de caballero cuando solo eres un triste cobarde sin huevos?

Amy se cubrió la boca con ambas manos. Confió en que...

—¡Madura, y acepta que sólo fue buena contigo por pena!

—¡Cállate! —gritó este acercándose—. ¡Cállate maldito infeliz!

—Bruno, yo nunca...

—¡No te metas, Sasha!

—¿Esa es forma de hablarle a una dama? —Dominic formó una sonrisa traviesa, que en un segundo Bruno borró de un golpe que lo estrelló contra el suelo.

—¡Nick! —exclamó Daisy aterrada. Fue la primera en ir tras él seguida de Zack. Patrick se mantuvo estoico, guardándose las ganas de volver a golpear a su hermano.

Sasha estaba descolocada, no sabía qué hacer y cuando se inclinó a buscar una respuesta en Dominic, él la tomó de la ropa y la botó sobre él para darle un beso en los labios, del que ella no huyó, no se le ocurrió cómo.

Patrick finalmente fue quien la apartó de él, y Dominic, con una sonrisa escarlata, le tiró un dólar arrugado que traía en el bolsillo.

—Te crees santa, pero no eres más que una falsa.

Sasha, con lágrimas corriéndole por la cara, le escupió y salió disparada de la casa.

—¡Suficiente! —bramó Kevin echándose sobre Dominic. Nadie del grupo se atrevió a impedirlo—. ¡Nadie lastima a mi Sasha! ¡Nadie!

—¿Tu Sasha? —repitió Grace confundida.

Kevin lo golpeó fuertemente en la cara, y habría seguido de no ser porque Daisy lo empujó y se puso sobre de él.

—Vuelve a tocar a mi parabatai y te mato —declaró con la voz entrecortada.

—Quítate o te muelo.

Daisy alzó la barbilla, tiritando como una gelatina.

Antes de que Kevin la golpeara, o Patrick se interpusiera, Zack lo detuvo agarrándole el puño.

—Tú les haces algo y yo te arranco los malditos órganos, ¿lo entiendes pedazo de mierda?

—¿Te vas a poner de su lado? ¡Después de lo de Sasha!

—Estos dos son mis amigos, y si quieres seguir siendo el mío te sugiero que des media vuelta y los dejes en paz.

—¿Qué es lo que te pasó, Zack?

—Maduré, podrías intentarlo.

Daisy quitó a Zack del camino y, en puntitas, abofeteó a Kevin provocando un pánico colectivo que dejó a todos sin aliento.

—Eso es por lastimar a mi Dominic. —Otra cachetada—. Por llamar puta a mi amiga. —Otra más—. Y por Bruno, porque te odia.

Una mano la pescó por detrás y sin tener tiempo de soltarse, un par de labios se habían unido con los suyos. El beso duró no más que un segundo, pues Patrick empujó nuevamente a su hermano.

—¡Cuál es tu puto problema, enfermo! ¡Es mi novia! ¡Eres mi maldito hermano!

—¡Tú no la amas como ella se lo merece! —exclamó él—. ¡Eres un cobarde!

Elizabeth se tensó en su asiento, estaba demasiado mareada para hacer algo.

—Me da vergüenza que seamos familia —confesó Patrick—. Qué suerte que no compartimos sangre.

Dominic estuvo a punto de darle un beso a Daisy, pero el pelinegro fue más hábil y lo pescó bruscamente del codo.

—Dominic, basta —interrumpió Zack intentando calmar el ambiente—. ¿No te cansas de cargar con tanto odio?

—Cuando uno ama a alguien, no se rinde nunca. Incluso cuando ya sabe que perdió.

Luego salió corriendo.

—¡Já! Y tú decías que ser heterosexual sería más sencillo —comentó Dylan. John le dio un puntapié por desatinado.



*******



Zack lo encontró quince minutos más tarde. Estaba sentado con la cabeza oculta entre las piernas sobre las rocas que separaban la vereda de la playa.

Se acercó rápidamente, con Llamita quejándose por haber sido despojado de la confortabilidad de la cama. Subió al bordillo costero y cuidosamente siguió por las piedras hasta sentarse junto a él.

—Llamita vino a preguntarte si estás bien.

El gatito maulló tan adorablemente que Dominic no pudo resistirle y se volteó para acariciarlo.

—Cómo es posible que lo hayan abandonado.

—Hay gente muy mala en el mundo, Dom —respondió Zack—. Por favor deja de fingir que eres parte de ella. Sé que puedes ser muy divertido, inteligente, aventurero... ¿Por qué no puedes ser con el mundo como lo eres conmigo?

—Porque cuando lo era, mis dos mejores amigos me apartaron y me di cuenta que no valía la pena. Pero tú eres tan odiosamente insoportable e insistente, que si no trato de ser amable me golpeas.

Zack le pegó en el hombro.

—Lo merecías. —Le tendió un paquete de pañuelos—. Límpiate. Te ves repugnante con tanta sangre.

—Le hace juego a mi cabello —bromeó Dom. Llamita se pasó del regazo de Zack al de él—. Mira soy mejor papá.

—Si nos divorciamos, exigiré la custodia de todas formas.

—¡Ni hablar! Quiero pensión alimenticia, mínimo cinco mil dólares mensuales. —Zack le enarcó una ceja—. ¿Qué? Tus papás son como narcos, no te hagas el tacaño.

—Tienes que dejar de odiarte, Dom —soltó Zack una vez que tuvo su confianza—. Ponle un alto a toda esa amargura que te rodea; pareciera que andas con una armadura de putrefacción, contaminado todo lo que tocas, marchitando todo lo que amas.

—Yo no amo, estaba jugando nada más. Es una estupidez, y las cursiladas no van conmigo. Ya lo has dicho: Sólo sé arruinarlo todo.

—Nunca he dicho eso, ni siquiera lo he llegado a pensar. Sirves para mucho más, pero te esfuerzas tanto por aparentar lo contrario que temo que te lo llegues a creer. Estás lleno de amor, lo sé. Lo percibo. No me imagino lo frustrante que debe ser intentar deshacerte de todo ese amor y darte cuenta que no puedes. No puedes simplemente tirar ese amor a la basura como si se tratara de un objeto, porque no lo es. No es siquiera algo tangible, e intentar quitarlo de ti es tan inútil como arrancarte tus sueños y deshacerte de tus miedos. Puedo ayudarte, Eli quiere ayudarte. Queremos ayudarte a ser feliz, a que dejes de negarte al amor. Después de todo, es lo mejor que tiene la vida.

—Eres un completo imbécil, Zack. Hablas y hablas del amor, lo adulas como si fuera algo maravilloso, cuando en realidad solo es una infección altamente contagiosa que te hace hacer cosas estúpidas. Y a ti particularmente, te produce ceguera. Deja de fingir que amas el amor. Solías amarlo, tal vez. Pero ahora te duele, ¿no? Y actúas como si no estuvieras enterado de nada. —Sacudió la cabeza—. Saca la bandita de la herida de golpe, y acepta lo que ocurre a tu alrededor.

—No sé de qué hablas. Yo sólo quiero ayudarte. ¡Podría golpearte por lo que hiciste! Lastimaste a Sasha, a Bruno, a Amy... ¿Para qué?

—¡Para ti! —escupió Dom con tanta agresividad que el gatito se fue a los brazos de Zack—. ¡Por qué estás aquí en vez de estar con Sasha! Ve y consuélala a ella. ¡Le rompí el corazón para que fueras a reparárselo! ¿O es que acaso te quieres quedar solo? ¡Ve y aprovecha! No termines como yo.

—Yo amo a Eli.

—¿No has pensado que tal vez te esfuerzas más en enamorarla que en amarla?

—Pienso que quieres que Patrick y Eli estén juntos para que tú puedas ir tras Daisy —respondió Zack.

—Pero sabes que tengo razón.

—Por supuesto que sí. Ahora, si me disculpas, tengo una amiga que consolar, una pelirroja ebria que acostar, un mejor amigo que calmar y un trozo de pizza con piña que terminar. Intenta no arruinarlo tanto la próxima.

No lo hizo, provocó algo aún peor. 

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