Capítulo 4
❝Primeras Señales de Atracción"
El miércoles llegó más rápido de lo que esperaba, y con él, el regreso de Netta. Se veía mucho mejor, aunque aún conservaba ese aire reservado que siempre la acompañaba. Había terminado mi última clase cuando sentí un suave tirón en la manga de mi camisa. Al girarme, ahí estaba ella, con una mirada tranquila pero decidida.
—Azumane-san, ¿puedes venir conmigo un momento? —me pidió con esa cortesía tan característica.
—Claro, Ishii-san. —respondí, aunque noté que su expresión cambió ligeramente al escucharme.
Mientras caminábamos hacia las canchas de voleibol, habló con una voz que, aunque suave, cargaba un peso inesperado.
—Azumane-san, primero que nada, me gustaría poder tutearte ya que somos amigos. En mi ciudad natal no tenía esa necesidad cultural de llamar a las personas por sus apellidos, y... bueno, me haría sentir más cómoda. Además, quiero que tú también me tutees. Así será parejo. —Propuso con una pequeña sonrisa que iluminó su rostro.
No pude evitar quedarme unos segundos en silencio, sorprendido. Tutearnos... llamarla Netta... me sonaba demasiado cercano, pero no quería incomodarla rechazando su propuesta.
—Ah... claro, si eso te hace sentir más cómoda, Netta. —Mi voz salió algo más rápida de lo que quería, y su risa ligera me desarmó.
—Gracias, Asahi. —Lo dijo con tanta naturalidad que mi corazón dio un vuelco. Sentí mis mejillas arder mientras me esforzaba por mantener la compostura.
Al llegar a las canchas, mis dudas sobre su actitud más abierta se aclararon de inmediato. Dos chicos, claramente de su clase de música, estaban esperándonos. Netta me los presentó con una mezcla de orgullo y alegría.
—Ellos son: Yuma Yamamoto —dijo señalando al chico de cabello corto y blanco con ojos verdes, que parecía demasiado enérgico para mantenerse quieto. —Y él es Sushei Yaguwara —añadió con un gesto hacia el pelirrojo de ojos dorados, cuya postura y mirada eran sorprendentemente elegantes.
—Es un placer conocerte, Azumane —dijo Yuma con una sonrisa amplia y una actitud que rozaba lo hiperactivo. Su acento francés era evidente, pero hablaba japonés perfectamente. Por un momento, sentí que su mirada tenía un encanto extraño hacia mí, lo cual me hizo sentir algo incómodo.
Antes de que pudiera responder, el pelirrojo tosió de manera exagerada, llamando la atención. Su actitud era mucho más fría y educada.
—Netta habla muy bien de usted, Azumane-san. —dijo Sushei con una sonrisa sutil pero cortante hacia Yuma, quien rápidamente se tensó y se disculpó con un susurro.
—Estoy seguro de que te estás preguntando por qué esta francesa en común nos está presentando. —continuó Sushei con calma.
—Eh... sí, un poco... —admití, rascándome la nuca. Su forma de hablar era tan directa que me sentía ligeramente intimidado.
—Digamos que esta señorita, aunque no lo parezca, se preocupa demasiado. Así que... —Sushei intentó explicar, pero fue interrumpido por un golpe inesperado en el estómago. Netta lo había golpeado con el puño cerrado, su rostro completamente sonrojado.
—¡Imbécil, no me desnudes así frente a él! —gruñó entre dientes, claramente avergonzada.
Me quedé paralizado, sorprendido de verla actuar así. Nunca antes la había visto tan sonrojada, y en ese momento, no pude evitar pensar: Ella en verdad es bonita.
Netta se recompuso rápidamente y volvió a mirarme con una mezcla de seriedad y dulzura.
—El motivo por el que te los presento es que quiero que todos nos llevemos bien. —explicó con un tono más relajado. —Ellos son mis amigos, como tú, y nada me haría más feliz que saber que nadie se siente excluido. Con ellos bailo en mi clase de música, y estamos trabajando en un proyecto bastante grande. No te digo que participes, Asahi, porque sé que tienes tu compromiso con el voleibol, pero... si tienes tiempo, pásate por la clase de música. Podríamos mostrarte un poco de lo que hacemos cuando estamos conectados por la música.
Su entusiasmo era contagioso, pero lo que más me impactó fue la forma en que habló con tanta seguridad y emoción. Su sonrisa era genuina, y en ese instante, me sentí agradecido de ser parte de su círculo.
—Eres un amigo muy valioso para mí. —agregó Netta, mirándome directamente a los ojos. —Si alguna vez sientes que no estamos para ti, dínoslo. A veces la música nos absorbe tanto que olvidamos el mundo exterior, pero eso no significa que no estés en mi mente.
—¡Exactamente, Azumane! —interrumpió Yuma con entusiasmo. —Cuando veas lo que hemos preparado, seguro que te sorprenderás.
—No le des tantas pistas. —intervino Sushei, sujetando a Yuma por los hombros en un gesto que parecía tanto protector como controlador. —Es un secreto hasta que lo aprueben nuestro tutor y el director, pero estoy seguro de que lo harán.
Antes de que pudiera responder, los relojes de los tres sonaron al unísono, indicando que era hora de sus clases extracurriculares.
—Nos vemos pronto, Asahi. —dijo Netta con una pequeña sonrisa antes de salir corriendo con sus compañeros.
Yo, por mi parte, tuve que correr como un loco hacia las canchas para cambiarme al uniforme de voleibol. Pero mientras lo hacía, no podía evitar pensar en cómo había cambiado todo en tan poco tiempo. Netta me estaba dejando entrar en su mundo, y eso me hacía sentir especial, aunque también nervioso. La idea de que ahora podía llamarla por su nombre y que ella hacía lo mismo conmigo... eso era algo que aún no terminaba de asimilar.
[...]
Caminaba por las calles hacia casa con Daichi y Suga. El cielo se teñía de tonos anaranjados mientras hablábamos de cualquier cosa menos de voleibol, intentando relajarnos después de una práctica especialmente agotadora. Pero mi mente no estaba realmente en la conversación.
La imagen de Netta, o mejor dicho, Suznette, seguía apareciendo en mi cabeza. Ese día había sido diferente. No podía dejar de recordar cómo había pronunciado mi nombre con tanta naturalidad. Solo "Asahi". Sin apellidos, sin formalidades. ¿Por qué algo tan sencillo había hecho que mi corazón latiera tan rápido?
—Oye, Asahi, ¿estás bien? —preguntó Daichi de repente, interrumpiendo mis pensamientos.
—¿Eh? Sí, claro. ¿Por qué lo preguntas? —intenté sonar casual, pero al parecer no lo conseguí.
—Has estado callado desde que salimos —intervino Suga, mirándome con una expresión mezcla de curiosidad y preocupación—. Normalmente estás más participativo. Algo te tiene en otro mundo.
Suspiré, sabiendo que no podría esquivar esto por mucho tiempo. Con ellos siempre había sido honesto, y no veía por qué debería ser diferente ahora.
—Es... complicado —empecé, rascándome la nuca—. Hoy conocí a dos amigos de Netta.
—¿Netta? ¿Así la llamas ahora? —Suga arqueó una ceja, pero su tono era claramente burlón.
—Bueno, ella me pidió que la llamara así, y dijo que podía tutearla...
—¡Vaya! Eso es un gran avance, Asahi —dijo Daichi, sonriendo con complicidad—. Suznette es muy reservada. Que te haya pedido algo así significa que confía mucho en ti.
—Sí, supongo —admití, sintiendo cómo mi rostro se calentaba.
—Entonces, ¿qué hay con sus amigos? —insistió Suga, interesado.
—Eran... diferentes —confesé, buscando las palabras adecuadas—. Yuma y Sushei, así se llaman. Parecen muy cercanos a ella, como si fueran inseparables. No sé, al principio me sentí algo raro. Celoso, supongo.
—¿Celoso? —repitió Daichi, levantando una ceja.
—Sí, porque ellos la conocen mejor que yo, y parecía que tienen este vínculo especial con ella... Pero luego nos presentaron y... Bueno, no son tan malos como pensé. De hecho, parecen buenos chicos.
—Ah, entonces el problema no son ellos, sino tú —dijo Suga, dándome un ligero golpe en el hombro—. Asahi, estás sintiendo algo por Ishi-san, ¿verdad?
Quise negarlo, pero no pude. Bajé la mirada mientras seguíamos caminando.
—No sé —respondí sinceramente—. Creo que me gusta, pero no sé si estoy confundiendo las cosas. Nunca me había sentido así antes, y no sé qué hacer con ello.
Daichi puso una mano en mi hombro, deteniéndose un momento.
—Mira, Asahi, no hay una fórmula para esto. Pero lo importante es que seas honesto contigo mismo. Si realmente te gusta, tal vez valga la pena explorar esos sentimientos.
—Y, si te sirve de algo, ella parece valorarte mucho —añadió Suga, con una sonrisa tranquilizadora—. Pero no te apresures. Conócete a ti mismo primero.
Asentí, sintiéndome un poco más ligero después de hablarlo con ellos.
—Gracias, chicos. No sé qué haría sin ustedes.
—Probablemente quedarte en silencio hasta que explotaras —bromeó Suga, haciendo que los tres riéramos mientras retomábamos el camino.
Aunque aún me sentía nervioso, había algo claro para mí: necesitaba entender mis propios sentimientos antes de pensar en cómo podría actuar con Netta. Por ahora, el simple hecho de poder llamarla por su nombre ya era un pequeño paso que significaba mucho para mí.
[...]
Desde que nuestra amistad comenzó a profundizarse, había algo en Netta que me descolocaba, algo que no podía identificar del todo. Con Yuma y Shushei, era dura, directa, e incluso un poco agresiva cuando bromeaban con ella. Era un lado de Netta que no terminaba de encajar con cómo se comportaba conmigo.
Conmigo era diferente. No había empujones ni comentarios hirientes. En su lugar, parecía cuidarme de una manera más... delicada. Me costaba admitirlo incluso en mi cabeza, pero cada vez que sus ojos se posaban en mí en silencio, sentía que había algo más detrás de esas miradas fugaces. Aunque, claro, nunca me daba tiempo a comprobarlo. Siempre que la pillaba mirándome, Netta desviaba la mirada rápidamente, sonriendo de forma nerviosa antes de regresar a lo que estuviera haciendo.
Hoy estábamos en la sala de música. Netta estaba revisando las partituras de su proyecto de piano. Había mencionado que quería incluir canciones que realmente le gustaran, que la representaran, y yo estaba ahí para acompañarla, como si fuera algo natural entre nosotros.
—¿Te gusta esta? —preguntó, señalando una partitura que llevaba el título de una canción indie que yo reconocía.
—Sí, esa es buena —respondí, sintiendo que mi voz temblaba un poco.
—¿Qué géneros te gustan? —preguntó de repente, girándose hacia mí con interés.
Me tomó por sorpresa, pero traté de responder con calma.
—Eh... bueno, me gusta mucho el rock clásico. También algo de indie, pero no sé si tanto como tú.
Ella sonrió, esa sonrisa que siempre me hacía sentir un poco más ligero.
—Rock clásico, ¿eh? Suena a que tienes buen gusto. A ver, dame nombres.
—¿Bandas? Bueno, The Rolling Stones, Led Zeppelin... también algo más moderno, como Arctic Monkeys o The Killers.
—Interesante... A mi también me gusta Arctic Monkeys —murmuró, apoyando el mentón en su mano mientras me observaba con atención—. Entonces, ¿nada de pop?
—Bueno, algo de pop está bien —admití, encogiéndome de hombros—. Pero creo que depende mucho del artista. ¿Y tú?
—Indie, punk... algo de pop también. Pero soy exigente.
Se giró hacia su celular y comenzó a escribir algo.
—¿Qué haces? —pregunté, curioso.
—Nada, solo que pensé que sería más fácil si intercambiamos números. Así puedo enviarte algunas canciones que creo que te gustarían —respondió con naturalidad, como si fuera lo más obvio del mundo.
Mi corazón se aceleró, pero traté de actuar como si fuera normal. Le dicté mi número y, unos segundos después, recibí un mensaje suyo con un simple: Hola, soy Netta.
Saqué mi celular para guardar su contacto, pero sin querer miré de reojo su pantalla y vi cómo me había añadido: Asahi 💙.
Mi respiración se detuvo por un momento. Sentí un calor subir por mi cuello, y mi corazón comenzó a latir tan rápido que pensé que podría oírse en toda la sala.
—¿Todo bien? —preguntó Netta, inclinando la cabeza hacia mí con una expresión de preocupación.
—S-sí, todo bien —mentí, apartando la vista rápidamente. No podía mirarla a los ojos ahora.
—Hmmm, si tú lo dices —respondió con una ligera sonrisa antes de volver a sus partituras.
No podía dejar de pensar en ese pequeño emoji junto a mi nombre. No era algo grande, ni algo que pudiera interpretar como un gesto intencional, pero para mí lo era todo. Era como si esa pequeña marca significara que, de alguna manera, Netta me veía como alguien especial.
Por primera vez en mucho tiempo, sentí que tal vez mis sentimientos no eran tan unilaterales como pensaba. Quizás, solo quizás, Netta también me veía con algo más que simple amistad.
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