Confianza negra


Hermoso el día fue aquél en donde Sam finalmente termino en las alcantarillas, un lugar seguro y aislado de todo peligro, claro aún estaba las veces que durante sus noches se levantaba gritando pidiendo la muerte y llorando sin lagrimas por sentir algo que no fuera agua y dolor, pero en general al menos se sentía aislado de todos los peligros de afuera sentida seguridad y confortabilidad que había en las alcantarillas los días en que no había entes parasitarios, ni C.T.D.A, ni hombres con voces monótonas y muertas, solo un lugar pacifico con el sonido del agua a mi alrededor y el opresivo techo...QUE DECÍA...agradable techo, el techo no era opresivo al contrario era muy agradable con sus putrefactas pero fuertes tuberías, sus seguras y perfectamente insonoras paredes que encerraban cualquier sonido, y las sucias y negras pero hermosas aguas que había.

De lo único de lo que tenía que preocuparse era de no caerse al flujo de agua y no mucho más, si se sentía deprimido tomaba del primer flujo de agua que encontrase por más sucio que estuviera, solo lastimaría un poco su estómago, el cual por alguna extraña razón era el único órgano que le quedaba en todo el cuerpo como una bolsa que tiene siempre pero que no sabe de qué le sirve, que suerte que eventualmente con el tiempo se le cayó.

Las Voratas eran probablemente su mayor inconveniencia, esos seres se le subían encima cada que trataba de no-pensar en tranquilidad, siempre que una de esas alimañas se subían encima de él Sam tenía un ataque de pánico inexorable en el que se ponía a gritar y lamentarse en voz alta como un mono rabioso, las Voratas mordían los huesos de sus pies, los tendones podridos que seguían aferrados a sus huesos y su débil estómago expuesto, maldecía al ser que engendro a esas ratas llenas de costras, grasas y líquidos verdes que emanaban de sus cuerpos gordos. Sam definitivamente extrañaba esos días con mucha nostalgia.

Pero rápidamente Sam tuvo que ser despertado de su no-pensar cuando sintió que alguien lo estaba tocando haciendo que despierte asustado de que algo se haya subido a él.

-wow, wow tranquilo, tengo guantes así que no te preocupes no te puedo infectar, aunque no lo estoy que quede claro- dijo Ricardo enseñándole las manos para mostrarle que tenía guantes- Pedro me mando para que te diera los tuyos, no podemos correr riesgo alguno- dijo mientras le pasaba unos guantes a Sam.

Sam se le quedo mirando unos segundos con una mirada perdida lo cual hizo del momento algo incómodo para Ricardo, como dicen por ahí ver directamente a los ojos a un huesudo por tiempo prolongado puede causar la sensación de estar viendo el abismo.

-hola, hola tierra llamando a huesudo cuyo nombre no sé- dijo Ricardo chasqueando los dedos en frente de Sam para que reaccionara.

Finalmente, Sam reaccionó saliendo del shock que tuvo por haber sido tocado, si era sincero hacía mucho que Sam no había sido tocado por otro ser humano.

-l-lo siento y-y-yo es-estaba...- balbuceo Sam.

Ricardo le puso un dedo en la boca y simplemente le paso los guantes.

-póntelos créeme nos evitara una desgracia- Ricardo dijo para después irse.

Sam había sido acogido en el grupo de hombres que se habían encontrado 3 días atrás, todos ellos desconfiaban uno del otro y trataban de tener el trato más distante posible, había mucho silencio en el ambiente usualmente y había una especie de tensión entre todos como si todos se tuvieran un odio jurado o una vendetta personal uno con otro y por más extraño que pareciese para Sam, una persona que disfrutaba el silencio, le resultaba incómodo la cantidad tan abrumadora de silencio tenso y miradas de completa apatía y desconfianza, de alguna manera lo único que conseguía todo eso era que las paredes se sintieran más pequeñas haciendo que Sam se sintiera menos seguro de su propia seguridad personal.

El único miembro del grupo que no parecía que quería meterle un puñal por los ojos a los otros era Ricardo, el cual era bastante relajado, despreocupado y fornido casi parecía que le daba completamente igual la situación de la horda o que los integrantes del grupo parecían desconfiar de él —o bueno de todos en general— cada que alguien le lanzaba una mirada desconfiada Ricardo solo les soltaba un chiste o les hacía burla de sus apariencias, todo su comportamiento confiado y burlón hacía sentir más tranquilo a Sam de alguna manera, era un hombre con un abrigo invernal bastante ancho.

Después estaban los otros hombres los cuales no eran tan agradables como Ricardo, primero estaba Pedro de Tez oscura y completamente rapado, era técnicamente el líder del grupo debido a que él era el único con un lanzallamas y eso le daba cierto poder sobre los otros el cual no dudaba nunca en usar para obligar a los demás a hacer su voluntad. después estaba Sebastián, era avispado más bastante sumiso era el que obedecía todas las ordenes de Pedro sin cuestionarlas y en ninguna ocasión le cuestionaba absolutamente nada, era un chico escuálido con gafas, camisa de botones blanca y de pelo pelirrojo. Después estaba Godínez el cual era muy paranoico, Ricardo le dijo que Godínez había tenido una experiencia cercana con los entes por lo que era el más paranoico y desconfiado de todos, poco o nada más sabia de él, era un hombre mestizo, con un chaleco verde y con un pequeño bigote. Por último, estaba Hurtado el huesudo, era el más viejo y también el más conflictivo ya que éste siempre estaba peleando con Pedro debido a que él lo consideraba un tirano al usar el lanzallamas para intimidar a los otros, usualmente siempre empezaban discusiones bastante acaloradas entre ellos dos las cuales terminaban en que Pedro le apuntaba a Hurtado con el lanzallamas mientras lo acusaba de ser un ente parasitario, otro de esos momentos en que Sam deseaba tener oídos para poder tapárselos para no tener que escuchar tan terribles afrentas, era un huesudo con apenas un pantalón y un dedo de madera. Y por último para no dejar ninguna pregunta al aire, Bian fue mandado al armario de limpieza donde de vez en cuando se le escuchaba llorar y gritar que lo liberasen, la puerta estaba bloqueada con varios objetos, de vez en cuando le pasaban algunos bizcochos de miel sintética que encontraban en los suministros guardados en las cajas del almacén, que por cierto había sido la comida de todos, a excepción de Hurtado y él que al ser huesudos se conformaban con medio vaso de agua y no requerían de ninguna comida aunque veían de vez en cuando a los demás con miradas envidiosas por la capacidad de los otros de saborear la comida.

Durante los últimos 3 días Sam se ha ocultado en una esquina para ser mayoritariamente ignorado por todos ya que él odiaba ser el centro de atención y siendo sinceros en esa situación ameritaba no serlo, ser el centro de atención implicaría ser el principal sospechoso de estar infectado o peor ser el líder algo para lo cual Sam no está hecho en lo absoluto por su falta de habilidades sociales o algún tipo de habilidad para dirigir un grupo. La mayoría de los miembros del grupo lo miraban con cierta desconfianza y desdén durante el primer día que estuvo allí, con excepción de Ricardo quien bromeaba sobre que su nombre se parecía al del hombre que habían quemado hace poco ese mismo día, pero con el paso del tiempo todos empezaron a asumir la presencia de Sam con bastante rapidez, de vez en cuando le pedían buscar algo o ayudar a hacer funcionar los walkie-talkies los cuales parecían haber perdido toda conexión con el hombre de la radio, pero usualmente él solo estaba en la esquina en silencio en prolongados no-pensares los cuales se prolongaban por horas enteras en las cuales Sam parecía un cadáver abandonado hace mucho en las profundidades del alcantarillado lo cual hacía que usualmente los demás lo evitaran por la incomodidad de ver a un esqueleto inmóvil en la esquina de la habitación, menos por Ricardo quien creía que se veía genial.

Justo después de que Ricardo le hubiera dado sus guantes Pedro convoco a una reunión en el centro del almacén, el almacén era un lugar un tanto claustrofóbico y muy difícil de transitar, había solo 4 habitaciones, el armario de limpieza, la sala principal llena de cajas, objetos de reparación y una mesa amplia en el centro, una sala dedicada a los objetos de uso doméstico que los trabajadores utilizaban en sus pequeños cubículos de vivienda y por último el baño, también estaba la puerta de metal al final de la habitación en un pasillo largo y angosto, pero estaba bloqueada y no había manera de abrirla más que por un pequeña pantalla que parecía que requería de algún tipo de identificación.

-tenemos que decidir qué hacer con el muchacho en el armario-Pedro dijo apoyándose en la mesa- no podemos saber si es un ente parasitario o no ya que ALGUIEN gasto todos los cerillos que teníamos en sus cigarrillos- dijo dirigiéndose bastante molesto a Ricardo.

-es para la ansiedad no me juzgues- Ricardo dijo con un tono indiferente.

Hubo un momento en donde todos vieron a Ricardo con rabia y frustración, a todos le frustraba la actitud Ricardo, el usualmente se tomaba todo a broma casi pareciese que ni la vida de los otros o la de él simplemente era indiferente a toda a situación. de hecho, Sam teorizaba que Ricardo estaba bajo los efectos de algún tipo de sustancia por que le parecía imposible su tranquilidad ante una situación tan estresante como esta.

-bueno de todas maneras tenemos que decidir, porque si ese muchacho no está infectado lo único que estamos haciendo es hacerlo pasar por un sufrimiento innecesario- dijo Hurtado.

-¿no creen que esta conversación es innecesaria? No tenemos forma de comprobar que ese niño no este infectado, podría estar usando nuestra simpatía para que lo liberemos y atacarnos- Godínez dijo como siempre paranoico.

-hey, fue Hurtado quien insistió no yo, solo quiero zanjar el tema y ya, no quiero que me siga molestando con eso- Pedro dijo.

-escuchen sé que parece muy arriesgado, pero estoy casi seguro que ese muchacho no está infectado- dijo Hurtado.

-entonces dinos, ¿Qué tienes para probar que el muchacho no es un ente?- pregunto Godínez.

-primero que nada, cuando le traemos la comida, si fuera un ente él podría haber aprovechado a cogernos de la mano e infectarnos a nosotros también, al menos debió pensar en ello las primeras 3 veces que le trajimos la comida antes de que se la pasásemos con una escoba- dijo Hurtado.

-suena bastante lógico- dijo Sebastián mirando todo más con una mirada curiosa que seria y centrada como el resto de los presentes.

-segundo, ¿en el momento que lo capturamos no debió habernos atacado?- Hurtado dijo.

-¿a qué te refieres? le estábamos apuntando con un lanzallamas- dijo Pedro.

-¿es que acaso no te diste cuenta que tiene el seguro puesto?- Hurtado dijo.

Inmediatamente Pedro vio que el seguro del lanzallamas efectivamente estaba puesto, esto hizo que pusiera un cara nerviosa y algo molesta al notarlo.

-e-este...este...yo- Pedro tenía una mirada algo miedosa en ese momento.

-tranquilo tampoco me di cuenta hasta hace unas 3 horas, y pensar que en todo este tiempo que estuviste amenazándome con esa cosa ni siquiera la tenías bien asegurada- dijo Hurtado.

Se escucho una pequeña risa por parte de Sam y una carcajada fuerte y prolongada por parte de Ricardo, Pedro hizo lo mejor que pudo para ignorar sus burlas, aunque hizo una pequeña mueca al intentarlo.

-bueno tal vez me equivoque con el seguro, pero eso no prueba que no sea un ente-

-así es, además estas basando tus observaciones en cosas que ni nosotros mismos notamos, si apenas tu notaste que Pedro tenía el seguro puesto ¿Cómo esperas que el ente (asumiendo que el muchacho si está infectado) si lo haya notado?- dijo Godínez.

-así es Hurtado, no podemos basarnos solo en pruebas circunstanciales, necesitamos una comprobación definitiva con pruebas observables- dijo Sebastián.

-no olvidemos que peleamos contra algo no humano, es difícil decir si las razones por que no nos atacó cuando alimentamos al chico es porque el muchacho no está infectado o si el ente busca ganar nuestra confianza- dijo Pedro.

La discusión siguió así por un rato ¿pero qué tal si volvemos a nuestro protagonista?, Sam escucho todo a la perfección pero sinceramente algo lo atormentaba, seguía pensando en Bian, siempre que trataba de Bian, Sam sentía como si ojos acusadores e invisibles lo estuviesen viendo con decepción y tristeza, el sentimiento se llamaba culpa, pero había un sentimiento que cerraba su garganta de tratar siquiera tratar de interceder por Bian, una cadena alrededor de su cuello que le pinchaba el estómago y lo hacía querer volverse un ovillo, ese otro sentimiento era el miedo y la ansiedad.

No era la primera vez que Sam se sentía ansioso y triste, admitía que no era la persona más feliz del mundo siempre había sido alguien más bien melancólico, pero pocas veces había sentido una culpa tan grande como la que sentía en ese momento, no diría que la culpa lo estuviera carcomiendo pero definitivamente no le estaba haciendo ningún favor a su conciencia y prefería quitarse ese sentimiento lo más rápido posible, no podría soportar tener más sentimientos negativos en su cabeza atormentándolo. No quería tener más arrepentimientos en su vida.

Entonces una idea errática, alocada y animal pero muy ingeniosa vino a su mente, Sam inmediatamente corrió hacia una de las cajas de herramientas que habían en el almacén pero solo encontró objetos de pequeña envergadura y un par de tornillos pero entonces vio una caja grande que tenía una etiqueta que decía "peso grande" así que lo abrió inmediatamente para sacar una maza de demolición, ninguno de sus compañeros estaba poniendo atención a las acciones de Sam menos Ricardo que estaba viendo todo el asunto con anticipación ya que sospechaba que haría algo "divertido" al menos lo que él consideraba divertido, Sam tocaba las paredes del almacén en busca de un punto caliente lo cual era complicado debido a que él era un Huesudo y su sentido del tacto es de poco a ninguno por lo que tendría que hacer algunas supociones respecto en donde era el punto más caliente.

-hey- dijo Ricardo

Sam se sobresaltó y volteo a mirarlo sorprendido y asustado de que intente detenerlo.

-¿necesitas ayuda?- pregunto Ricardo.

Sam quedo congelado un momento, pero rápidamente se quitó las dudas de la cabeza y simplemente le dijo a Ricardo sin ningún tipo de tartamudeo.

-necesito encontrar un punto caliente en la pared- Sam dijo con seguridad.

-claro de una vez-

Ricardo toco la pared en puntos diferentes 3 veces y entonces se detuvo en el tercero sintiendo con detenimiento la temperatura de la pared y comparándola cuidadosamente con la temperatura de otros puntos.

-es este, vuélvete loco- dijo Ricardo despreocupado.

Sam empezó a levantar la maza, aunque con algo de dificultad debido a su falta de músculos, cuando dio el primer golpe a la pared absolutamente todos los presentes voltearon a mirar sobresaltados a Sam.

-¡¿Qué demonios hacen!?- grito Hurtado asustado

-¡hey alto, paren!- grito Sebastián

Todos inmediatamente fueron a tratar de detener a Sam de destruir la pared de manera brutal, pero Ricardo evito que los demás se acercaran, lo intentaban empujar fuera del camino, pero por la complexión musculosa de Ricardo era como tratar de tirar una estatua de piedra.

-aquí no hay nada que ver gente dispérsense-dijo imitando a un policía alejando a la gente de una escena del crimen.

Segundo golpe, ya se podía ver partes de tuberías.

-quítate de en medio Ricardo- grito Pedro apuntándole con el lanzallamas.

-aún tiene el seguro- dijo Ricardo burlón.

Tercer golpe, Sam ya casi la alcanza.

-¡son entes parasitarios lo sabía!- grito Godínez.

-¿si crees que lo soy por qué entonces me tocas?- dijo Ricardo.

Godínez se dio cuenta y se alejó.

Cuarto golpe, ahí está expuesta y soltando humo, la tubería de gas.

Cuando Sam finalmente pudo abrir el hoyo los demás lograron tirar a Ricardo al suelo, Pedro le estaba apuntando a Sam con el lanzallamas y parecía que iba a disparar, pero Sam chillo antes de que apretara el gatillo.

-L-LA TUBERIA DE GAS- grito con todas sus fuerzas mientras se cubría la cabeza.

-¿Qué?- pregunto Pedro.

-l-l-la tu-tubería de gas...es-está caliente- tartamudeo Sam.

Pedro volteo a ver el hoyo donde vio la tubería de gas hirviendo en ignición.

-Sebastián, tócala- Pedro dijo.

-p-pero...- trato de decir Sebastián

-ahora- dijo Pedro mirando a Sebastián con una cara de intimidante inexpresividad.

Sebastián intimidado camino hacia la tubería de gas soltando algún que otro quejido por el miedo, cuando estuvo frente a esta se quitó sus guantes lentamente acerco su dedo anular y toco la tubería, no hace falta decir que grito más fuerte que un puerco.

-MIERDA- chillo Sebastián agarrándose del dedo quemado.

-bueno creo que con esto podemos conseguir la prueba que tanto deseas Godínez- dijo Hurtado con un tono victorioso.

-¿y esa exactamente como pretendes eso? No es como si pudiéramos mover la tubería hasta el muchacho- dijo Godínez

-pero podemos mover al muchacho- dijo Ricardo aun tirado en el piso donde parecía muy cómodo.

-s-si p-podemos u-u-utilizar tu lanzallamas p-para po-poder atraerlo hasta aquí- dijo Sam dirigiéndose a Pedro aun nervioso.

En cuanto se propuso la idea Pedro de inmediato puso una cara de molestia bastante severa y preocupante.

-no, ya les dije que solo tenemos un cargador para el lanzallamas sería demasiado arriesgado siquiera tratar...- dijo Pedro, pero fue interrumpido inmediatamente por Ricardo.

-¿y no sería más arriesgado tener a un posible ente parasitario cerca de nosotros?- dijo aun en el suelo recostado sobre sus manos.

-tiene un punto muy bueno- dijo Hurtado.

-no podemos arriesgarnos a que nos ataque- Pedro protesto.

-podríamos obligarlo a tomar distancia- dijo Godínez quien ya parecía convencido por la idea.

-yo creo que tal vez deberíamos pensarlo mejor...- dijo Sebastián.

-¿Por qué mejor no te callas lamebotas?- dijo Ricardo con algo de molestia.

-sometámoslo a votación, ¿Quiénes están a favor de la brillante idea de Sam?- dijo Hurtado de manera bastante burlona claramente para molestar a Pedro.

Sam, Godínez, Hurtado, Ricardo e incluso Sebastián levantaron la mano, por un momento Pedro miro a Sebastián con una rabia y resentimiento capaz de atravesar el alma como una lanza de echmiadzin, después miro a los otros a cada uno con una mirada rabiosa de un animal a punto de atacar a sus presas, Sam retrocedió un paso pero Hurtado avanzo uno y miro a Pedro con una mirada de la cual solo podía leer alguna especie de severidad paternal, como cuando un padre reprende a su hijo por haber hecho algo bastante deplorable, Pedro estaba a punto de sacar su lanzallamas pero Hurtado dijo con una voz calmada pero intimidante.

-si aprietas ese gatillo que sepas que si lo haces los entes parasitarios no serán tu única preocupación en esta habitación-

Las miradas continuaron por aproximadamente por 14 segundos, el pobre Sam tenía el pecho achicado de la tensión y el miedo que sentía en ese momento pensaba que muy pronto que una estela de fuego infernal estaba a punto de caerle a todos ellos, después de unos momentos que se sintieron como siglos Pedro soltó un suspiro de derrota y simplemente miro hacia otro lado.

-hagan lo que quieran- Pedro dijo claramente molesto.

-señores a ganado la democracia- dijo Ricardo levantándose del suelo.

-efectivamente mi querido Ricardo, ahora en marcha que tenemos que liberar a ese pobre muchacho- dijo Hurtado jovial.

Sam imito un sonido de suspiro aliviado y dejo que la tensión y la culpa dejaran su cuerpo, esta noche iba a tener un no-pensar bastante tranquilo esta noche.

Así como se había dicho todos, a excepción de Sebastián que prefirió quedarse por miedo a que Pedro le haga algo, inmediatamente se dirigieron hacia el armario de limpieza y quitaron las cajas, palos y diferentes objetos que pusieron para evitar el escape de Bian, ciertamente había un ambiente tenso entre todos ya que aun existía la incertidumbre de que él fuera un ente parasitario, pero pronto sus dudas iban a ser disipadas.

Lentamente Hurtado abrió la puerta del armario donde pudo ver a Bian tirado en posición fetal claramente temblando del frio, el cabello revuelto y con la camisilla con algunas manchas de detergente que le había caído encima. Cuando este los vio abrir la puerta se pudo ver sus ojos llenos de esperanza y una sonrisa llena de ilusión inmediatamente se levantó, pero Hurtado levanto la mano en señal de que pare.

-chico quédate allí, no te muevas a menos que nosotros te lo digamos ¿de acuerdo?- dijo tratando de sonar tranquilizador.

Bian los miro a todos con confusión y rápidamente su cara de felicidad se volvió una desconfianza, retrocedió unos pasos algo asustado tal vez para aparentar humanidad, tal vez porque creía que le harían algo malo, en ese momento no podían saberlo, al final debido a su poca colaboración a Hurtado no le quedo de otra que llamar a Pedro para que lo amenazara con el lanzallamas.

-sal de ahí ahora o te voy a hacer gato asado- dijo Pedro apuntándole con el lanzallamas.

Bian se espantó terriblemente cuando vio a Pedro con el lanzallamas incluso cayo de bruces al suelo del susto creyendo que lo iban a incinerar en ese momento, inmediatamente se levantó al darse cuenta que le ordenaban moverse, cuando empezó a moverse el resto del grupo empezó a caminar hacia atrás, cada paso estaba lleno de desconfianza y miedo, todos en el grupo solo podían pensar en lo que podría pasar miraban con ansiedad cada movimiento de Bian analizándolo como si fuera un perro rabioso a punto de morderlos y arrancarles la carne de manera brutal y desalmada, mientras que Bian tenía mucho miedo, que digo ¡estaba aterrado! Creía que lo iban a matar que lo estaban llevando a un lugar donde lo quemarían vivo para asegurarse de que no los infecte incluso si no lo estaba, su única esperanza parecía en ese momento Sam, pero ni siquiera estaba seguro de que eso lo ayudaría, al fin y al cabo, también es por él que estuviese encerrado por 3 días en un armario de limpieza.

El avance fue lento y ansioso, cada paso era o una amenaza de muerte o un acercamiento amenazador que encapsulaba un terror próximo a suceder, todos rezaban a sus deidades de que todo acabase pronto. Pero súbitamente Bian pateo el lanzallamas de Pedro tirándolo al suelo y corriendo al otro lado de la habitación.

-¡deténgalo!- grito Godínez.

Todos rodearon a Bian y Pedro parecía listo para dispararle en cuanto recogió la manguera del lanzallamas, pero Bian se armó con un martillo y lo empezó a mover a ambos lados para que los demás no se acercasen pareciendo un maniaco tratando de golpear el aire.

-¡ALEJENSE, NO SE ACERQUEN!- grito Bian con una voz nerviosa e histérica.

En ese momento Sam supo que tenía que entrar para evitar una tragedia y no volver a tener esos horribles sentimientos de culpa otra vez.

-BIAN- grito Sam poniéndose en frente tratando de calmar a Bian.

-mírame muchacho, m-mírame- dijo Sam apuntando a sus ojos- no te haremos daño solo tratamos comprobar algo- dijo Sam.

Bian estaba temblando tan fuerte que parecía que estaba a punto de morirse del miedo, no miraba a Sam con total confianza lo miraba con una mirada llena de paranoia y algo de tristeza como si estuviese a punto de romper a llorar con todo el estrés que estaba aguantando en ese preciso momento.

-¿cómo sé que dices la verdad?- dijo tembloroso.

-si cre-creyese que eres un e-ente parasitario hubiera dejado que los otros te quemaran- dijo Sam tratando de sonar tranquilizador

Hubo un momento de duda, pero Bian detecto un semblante de sinceridad en la voz de Sam pero también algo más que no podía detectar, el miedo aún era muy fuerte aun le agarraba del cuello haciéndolo creer que todos los que lo estaban rodeando le estaban robando el aire sentía que estaba a punto de caer al suelo de los mucho que temblaba, la mirada de Sam en ese momento parecía el único tranquilizador, lo que antes se veía como un vacío ahora parecía una pequeña luz en la oscuridad aunque no se sentía del todo confiable porque sentía que había algo detrás de ella.

-no quiero morir señor Sam...- dijo al borde de las lágrimas.

-no vas a morir muchacho, pero necesito que bajes el martillo y me escuches, ¿ok?- dijo lentamente para calmarlo y evitar tartamudear.

Lentamente se acerco a Bian y parecía que le iba a quitar el martillo de las manos con suavidad, pero inmediatamente se acobardo y simplemente le sugirió a Bian que bajara el martillo. Finalmente fue capaz de explicarle con calma la situación y le explico como pensaban comprobar que el no estaba infectado, en un principio parecía bastante renuente en tocar la tubería de gas, pero digamos que Pedro y su lanzallamas eran bastante persuasivos así que no tuvo otra opción que ir hacia donde estaba la tubería.

-agarra la tubería y terminemos con esto de una vez- dijo Pedro impaciente.

Bian se sintió lo suficientemente presionado así que empezó a lentamente a acercar la mano la anticipación del dolor era terrible sabia que iba a doler un montón en cuanto agarrara la tubería habría un sentimiento abrasador de dolor y carne consumiéndose en el fuego, cuando su mano ya estaba cerca y el calor que emanaba la tubería empezaba a sentirse desde antes de tocarla Bian volteo a ver a Sam tratando de buscar algo de tranquilidad, Sam simplemente se limito a mover la cabeza en señal de que lo hiciera de una vez, Bian suspiro resignándose a lo que iba a ocurrir así que apretó los dientes y agarro la tubería lo mas fuerte que pudo soltando un grito digno de un niño en agonía inexorable ardiendo en llamas en un infierno dantesco.

-¡muestra la mano!- exigió Godínez.

-y-ya voy...- dijo Bian soltando un par de lágrimas.

Mostro su mano quemada al rojo vivo, con piel muerta cayéndole de la palma soltando sangre caliente y marcas que se entrelazaban como una macabra obra de arte del cuerpo humano, pero a pesar de la vista tan desagradable esto hizo que todos colectivamente soltaran un suspiro de alivio ya que a pesar de ver terrible herida en el muchacho podían decir sin lugar a dudas que era humano ya que no mostraba ni gusanos ni sangre negra saliendo de su mano lo que lo confirmaba como un no infectado.

-¿Qué les dije? Aquí todos somos humanos- dijo Hurtado victorioso.

Sam soltó un suspiro aliviado y trato de ayudar a pararse a Bian, pero este lo rechazo de inmediato.

-puedo pararme solo- dijo con una voz triste.

Sam no le dio mucha importancia y simplemente se recostó en la pared aliviado de que todo haya terminado.

-uff por un momento creí que no lo contábamos- dijo Sebastián igual de aliviado que todos incluso riéndose.

Sam lo miro con algo de alegría a pesar de que su rostro no la pudiese expresar, le era dichoso ver a los jóvenes felices y joviales le hacia pensar en todo lo que no pudo tener él en su juventud y que al menos no todo en esa época de su vida fue malo, pero entonces noto algo extraño en el dedo anular de Sebastián, el dedo que se había quemado, le goteaba algo extraño de su punta algo viscoso y que se veía espeso, algo negro.

Su alegría se esfumo cuando lo noto y volteo a mirar a Sebastián.

-Sebastián... ¿por qué te cae negro del dedo?- pregunto Sam.

En cuanto estas palabras fueron dichas todos los presentes en la habitación perdieron sus caras joviales y voltearon a mirar a Sebastián con caras asustadas, Sebastián mismo había perdido toda expresión y simplemente volteo a mirar su dedo con una cara carente de alma, se examino el dedo anular un segundo con excesivo mimo y posteriormente tiro sus gafas al piso.

-felicidades eres todo un observador- dijo el ser que clamaba ser Sebastián. 

(¿alguna opinion? ¿o teoria? me encantan los que teorizan sobre el mas minimo detalle para perderse en la trama)  

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