Sitiados en el Sur / Parte 1
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PARALLEL WINGS
HISTORIA 1. SITIADOS EN EL SUR. PARTE 1
El carruaje real era de más llamativo, escoltado por la guardia, mientras se abría paso por los caminos empedrados de Overworld, los aldeanos a su paso, saludaban eufóricos por ser vistos por sus majestades a quienes tanto amaban y admiraban.
El corrido pasaba como película lentamente frente a los ojos plata que observaban desde dentro del cristal, no tenía ánimos de asomarse y como siempre, se preguntaba si era absolutamente necesaria su presencia ahí, al punto de haberse incluso molestado con sus padres, al ser informado de la visita a aquel otro reino.
De haber sabido que sería su último viaje juntos... hubiera puesto un poco más de empeño en mostrarse motivado.
Ya que por el contrario, no había transcurrido ni media hora de camino, cuando sus orbes se habían cerrado, dejándose mecer por el vaivén del carruaje sobre su camino.
–Eso es... descansa un poco –Lo juntó a su hombro su madre, sosteniéndolo por el rostro, hasta que él solo terminó de acomodarse al pasarle un brazo por encima a la bella mujer.
–¡Alistair! –lo llamó molesto el rey, lo que lo despertó en un respingo y desorientado, dándose de improvisto contra el cristal de la ventana de la carreta, miró a los alrededores, encontrándose en el carruaje, aún con demasiada herbolaria a las afueras.
–Padre... –lo miró sin entender y sin notar como un chorrito de baba le corría sobre el mentón, mientras se llevaba una mano a la frente.
–Y junto en el mismo lugar... –la reina, dirigió una mirada de molestia a su marido, al notar como el pequeño retenía las lágrimas, al haberse impactado sobre la reciente herida que exhibía en la frente.
–¿Estás bien? –La actitud de su padre se suavizó, al verlo lastimado por su culpa, trataba siempre de ser fuerte y enfocarlo en sobreponerse a las adversidades, porque su madre lo malcriaba demasiado, pero era su único y amado hijo, por lo que su propio corazón lo vencía. –Acercándose, barrió los cabellos de la frente del pequeño y observó la herida cicatrizante.
–No es nada padre... –al escuchar la seriedad en la pequeña voz, se retrajo y volvió a sentarse con la gallardía propia del rey de Overworld.
–Eso te pasa por ir distraído, no puedes dormirte en las excursiones... toda la gente que te acompaña estará dependiendo de tu criterio y tus decisiones, por lo que debes prestar mucha atención y estar alerta siempre.
–Y yo no me aburriría si fuéramos volando... es mucho más rápido... –murmuró, pero aún así fue escuchado.
–¿Qué dices? ¿Volando? –lo miró extrañado por tal respuesta.
Al ver la expresión de su padre, no supo que responder, por lo que solo agachó la mirada.
–¡No me digas que has volado hasta Underworld, tú solo, montado en ese potro! –Sus puños se cerraron y seño se frunció.
Estaba molesto... y daba miedo... pero más allá del castigo que podría recibir, el miedo a decepcionarlo, lo amaba tanto y admiraba aún más, que no podía dejarse descubrir, le habían advertido que no fuera a esas tierras y aunque le explicara lo de su amiga... tal vez... era algo que los adultos no podían comprender.
–No padre...
–Eso espero... jamás Alistair... vayas a viajar a esas tierras tú solo... el día de hoy es especial y vas con tu padre y tu madre... además de los guardias de la corte... porque es un asunto importante. Pero estando allá... no quiero que te distancies de nosotros, no me importa si tienes sueño, ¿entendiste?
–Pero Alistair... –Intervino la reina, al ver el pedido tan extenuante. –Es un niño... ¿Cómo va a permanecer junto a nosotros toda la jornada?... es común que en esos tratos los niños y las mujeres...
–¿Acaso no escuchaste lo que dije?... –la miró molesto, por lo que su esposa, desvió la mirada.
–Como usted diga mi señor...
–Amor... –buscó tomarla de la mano, a lo que ella asintió. –No voy a dejar a mi hijo libre en el castillo de ese... –los ojos plata de su pequeño estaban clavados en él, tratando de entender también, por lo que el rey buscó un nuevo juego de palabras. –Vector...
–¿Quién es Vector?...-san... –Parpadeó al ver desconocida la referencia, el príncipe.
–Es un niño... que vive en el castillo al que vamos... –explicó su madre, pero a él no le gusta jugar con otros niños... y es mucho más grande que tú, así que no te preocupes, dudo mucho que lo mires.
–¿No le gusta jugar?... –se encogió de hombros. –Así que no a todos los niños de Underworld les gusta jugar... –sonrió. –Que bueno que a Stacia sí...
UNDERWORLD- PALACIO- APOSENTOS DE LA DIOSA STACIA
–Entonces te excusaré con esas bestias... es normal que no desees verles... –Los labios del joven rubio, formaron una leve sonrisa, al haber terminado la conversación y disponerse a salir del lugar para encerrar a su hermana.
La situación era simple, había sido imposible que la reunión que tanto se pedía entre representantes por parte del Clero, no se llevara acabo y aún con todas las situaciones que el mismo príncipe Vector había propiciado entre ambos reinos, ahora se veía obligado a recibir en su castillo a su peor enemigo y familia. Se suponía que ese era el trato, aunque el mismo rey Alistair había declinado a la idea de llevar a su príncipe heredero con él y su esposa hasta el reino del Sur no había tenido opción más que aceptar.
–Pero si yo no he dicho eso hermano... ¡Yo quiero conocer al príncipe Alistair! –la idea de encontrarse finalmente con aquel pequeño del que tanto había escuchado, llamaba muchísimo su atención. Pensar que él también conocía a su amigo Eugeo-kun y podrían hablar de él y sus vivencias le encantaba.
–Si mi diosa... la he escuchado... –se agachó ante ella, tomándola de ambas manos. –Los cabros le parecen desagradables y su presencia le repugna, no tiene por qué exponerse a ellos y yo lo respeto, ellos deben comprender, se lo explicaré con cuidado a los reyes de Overworld, no se preocupe. –Besó sus nudillos y caminó hasta la salida de la habitación, a donde ella corrió para seguirlo, pero la puerta se cerró justo en su llegada, alcanzando a escuchar la cerradura siendo anclada.
–¡Vector! ¡Ábreme!
A las afueras de la habitación, dos guardias reverenciaron al príncipe, para luego mirarse entre ellos, al verlo marchar.
–Listo... tal como lo pensamos ese enfermo del príncipe encerró a la diosa Stacia en los aposentos... –Pronunció suave, siendo escuchado por otros más en la lejanía, cual telepatía en aquel momento atribuible a los poderes de hechicería del reino del centro.
–Recibido... –respondió otro guardia, que observaba desde la torre principal del centinela. –Y esos malditos cabros no tardan en llegar... puedo observar el carruaje real a unos 40 minutos de aquí... –Bajó los binoculares.
–El día de hoy se hará historia... y seremos escuchados... finalmente. Esos cabros impuros entenderán que no son bienvenidos...
–Esta noche prepárense para cenar cabrito...
Las risas de todos los receptores se escucharon en la comunicación mágica. Todo aparentaba que los guardias del castillo o una gran parte de ellos estaban confabulados para un gran golpe en contra de las naciones, ese día.
Mientras tanto, a los ojos platinados del pequeño príncipe, todo se veía tan distinto, acostumbrado de emprender su viaje desde las alturas, el camino que se abría a su paso en el carruaje real era hermoso e increíble a cada vuelta de rueda más verde y los animales salvajes se escondían al paso de la campaña real.
Por lo que abrió la ventana y sacó la cabeza cual animal que sea recibir el viento para ubicarse.
–¡Ali! ¡No te salgas así! –lo tomó de la cadera su madre, asegurándose que su hijo no cayera de cabeza contra el suelo al caer de la caravana.
–Jajajaja así te quería ver, disfrutando del viaje. –Sonrió el rey, por lo que el niño lo imitó, mientras sus cabellos se movían con el viento. –¿Acaso no es mejor, estar despierto para ver esto?
–¡Por supuesto que sí, padre!
–Eso le dices ahora pero más tarde cuando esté cansado, tú tendrás que cargarlo... –suspiró la reina, pero de igual manera sonrió, aunque quizás por un poco de nostalgia, la última frase que mencionó la hizo comprender que su pequeño, ya no era el bebé que no se cansaba de andar en brazos. ¿En qué momento su hijo se había convertido en ese niño tan enérgico?
–¡Lo veo! ¿Es ese? ¡¿Ese es el castillo?! –La imponente construcción a la lejanía lo maravilló, reflejado en sus brillantes iris de luna.
–No sé de qué te asombras... no es tan grande y hermoso como el nuestro... –se cruzó de brazos el rey.
–Jaja... los reyes y sus castillos... –lo miró divertida su esposa. –No me sorprendería que al llegar a casa mandaras a construir dos torres más.
–A decir verdad... –abrió grandes los ojos, sorprendido, de como adivinó sus pensamientos.
–¡Pero si solo estaba jugando!, No Alistair, no más torres –Le llamó la atención, por lo que ambos rieron.
El camino del pueblo no se parecía en nada al de su reino, no habían caminos empedrados y polvorientos... todo era una superficie plana y la imponente iglesia por la que pasaron, dejó boquiabierto al príncipe.
–Es... increíble... Stacia... vive en esta ciudad... –Pensó al ver todos los mercaderes que libremente ofrecían sus productos en aquellas calles planas. –Como quisiera verla... ¿Y si está por aquí? –Miró entusiasmado a los alrededores, pero no pudo continuar con su ilusión, al ver una mujer que dejó su canasto en el piso y tomando una fruta del mismo en cada mano, lo miró con desdén y corriendo un poco, se las tiró, por lo que metió la cabeza al carruaje nuevamente.
Era verdad... Estaba en su faceta de Príncipe... Stacia tampoco podía verle así... era tan extraño estar en Underworld... y que la gente supiera quien es.
–¿Qué pasó? – Preguntó preocupado su padre.
–Nada... no es nada padre...
–¿Nada?... ¿Así como cuando te caíste de Sirrah?... –Preguntó molesto. ¿Acaso sabía de su mentira?...
–Son solo los aldeanos cariño... seguramente ya notaron nuestra presencia... Te dije que no debíamos poner la bandera del reino en nuestra caravana...
–Soy el rey de Overworld... y jamás voy a cubrir la presencia de mi reino, en ningún lugar y bajo ninguna condición. –Le recriminó, a lo que la reina, no dijo nada. De cierto modo sabía que tenía razón, debían hacerse respetar pero... debía haber una forma menos conflictiva... a veces su esposo era demasiado impulsivo.
–¡Me van a escuchar! ¡Detengan el carruaje!
–¿Qué? ¡No! ¡De ninguna manera! –Tomó al niño entre sus brazos la reina. –Su majestad puede hacer todo lo que quiera, cuando se encuentra solo o en sus campañas de guerra, pero no cuando esté mi hijo cerca.
–Madre... –la miró avergonzado, por la manera protectora en que lo abrazó y habló de él.
–Mira esto Alistair... –los ojos del pequeño brillaron alucinantes por el resplandor de la hoja de la espada desenfundada, nunca la había visto sin su saya. Preciosa en verdad... la larga espada negra, de hoja plana de su padre. –¿Te gusta?
–¡Alistair! –le reclamó su esposa, pero el rey solo sonrió.
–Se llama Elucidator... una espada Santa... perteneciente solo a los guerreros dorados.
–No me parece que sea el tiempo ni el lugar para clases de esgrima... –Trata de hacerse escuchar la madre.
–¿Guerreros dorados?... –la mirada curiosa de su pequeño, le sacó una sonrisa enorme al rey, en el momento que el mismo soberano sacó la mano por la ventana de su carruaje, este y toda la campaña se detuvo, ante la preocupada mirada de su esposa.
–Tranquila... enseguida regreso.
Ambos observaron como el rey de Overworld, caminaba seguido de su séquito al centro de la plaza por la que cursaban.
–Alistair... siempre de temerario... estas cosas... aunque lucen geniales hijo, son peligrosas... debes pensar muy bien tus actos antes de ejecutarlos... no puedes solo arriesgarte a pelear contra la gente porque te creas muy fuerte.
–Yo creo... que mi padre se ve genial... es cierto... pero más que eso... creo que lo hace por la gente que le importa...
La respuesta tan madura, llamó la atención de su madre.
–Si yo pudiera defender a la gente que me importa... y tengo el poder para hacerlo... no cabe duda que lo haría...
–A decir verdad puede que tengas razón... –besó los cabellos de su pequeño, mientras veía como los aldeanos de Underworld corrían a esconderse al ver caminar hasta ellos a su esposo. –No soportaste ver que le tiraran cosas a tu hijo... Ali...
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La sonrisa del rey no desaparecía de su rostro. Prácticamente su presencia sola había acabado con el conflicto, o al menos eso pensaba.
–Arribando al Castillo de Underworld. –Anunció el cochero.
Los ojos plata del príncipe se posaron en todos los picos que poseían las torres de aquella edificación, tan diferentes a los espacios abiertos en las cimas de las torres de su palacio. Le dio escalofríos pensar que las personas que vivían en él... no podían subir a respirar el aire a lo alto de las torres, parecían trampas resbaladizas.
Hasta que su atención fue llamada por lo que parecía... ¿Un escape?... –Trató de disimular su sorpresa para que aquel a lo lejos, no fuera delatado por su mirada, pero no podía dejar de ponerse nervioso. ¿Por qué alguien haría algo así?... ¿Qué estaba pasando en ese castillo?... –La mirada plata, regresó por un segundo, para encontrarse con la persona, bajando por la sábana que había sido colgada como lazo a la ventana de aquella habitación. No podía decir de quién o qué se trataba, ya que llevaba una capucha, hecha con otra de las mantas, pero era una figura pequeña. ¿Un niño?...
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Continuará...
¡No lo pude resistir! Jajaja sí, tengo muchos fics... lo sé, pero la musa quiere esto y esto hay que darle xD.
Todo lo referente a Kirito de niño me está matando de amor, así que en vísperas del inicio de Alicization le dedico este escrito a él jaja y por supuesto para empezar la celebración de cumpleaños de mi gemelita hermosa!!!! Sumi-sama!!!
Sabes hermanita que tu regalote viene después, pero empecemos con esto xDDD.
GRACIAS POR LEER!
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