Capítulo 4: El personaje que lo ve todo.
Debajo de una roca, o arriba de un árbol.
En medio de las tinieblas, o siendo una antorcha.
Abandonado, o rodeado de felicidad.
No importa dónde estés.
No importa que tanto corras.
No importa cuanto trates de ocultarte.
Hay un personaje que lo ve todo.
Hay un personaje que siempre te está viendo.
No puedes ocultarte.
–Plaza principal de Stars; Gloria Telestial–.
Azra.
—Di la verdad, ahora —apretó sus manos. Sus ojos me vieron fríamente—. ¿Qué haces aquí, Azra?
Los gritos del hombre miserable volvieron a resonar en mi cabeza. Me preguntaba porque razón la plaza principal de Stars tenía que estar cerca de la sede. La ciudad era grande, no había necesidad de hacer específicamente todo cerca. Las personas que cruzaban los puentes de arena grises y rojos, se ocultaban con sus ropas oscuras, asustados por lo que pudiéramos hacerles. Estaban acostumbrados a los tormentos que les brindaban las medusas rojas que andaban por todas partes, los filosos recuerdos de sus propios pecados chupándoles el alma. Algunas veces gritaban como locos aunque no tuvieran las medusas cerca o los demonios a sus alrededores, sólo gritaban... y gritaban en su soledad.
Un infierno en la gloria.
—Miguel, amigo mío, creo que yo tal vez pude... —mi voz temblorosa no me dejó terminar. Suspiré, nervioso.
Si estuviera vivo podría sentir las gotas de sudor resbalando por mi frente, pero lo único que sentía era mi alma ir y volver a mi cuerpo a través de un viaje astral. De cualquier forma, aposté a que lucía atemorizado como una cabra apunto de ser devorado por el lobo de mis errores.
—Perdiste un alma, ¿cierto? —preguntó rechinando los dientes, para después continuar—. Esa era la sensación extraña que tuvimos en la primera jerarquía. Sabía que algo no se sentía igual que siempre, incluyendo los fallos en el sistema y las memorias raras que han tenido los Esper.
Los ángeles y arcángeles que vagábamos en las jerarquías para controlar a los demás éramos muy perceptibles a cualquier cambio de ambiente. Sentíamos bruscamente el contraste cuando algo no sagrado entraba a alguna gloria no digna de su retorcida conciencia. "Las cosas impuras no pueden morar en los cielos", algo dolía cuando pensaba en ello.
—Yo... —Me interrumpió nuevamente.
—Deja de buscar —exigió con un tono de voz gélido, para después llevar sus manos a su no tan corto cabello y sacudirlo con rebeldía—. Si algo se perdió aquí y no se ha hecho nada para buscarlo, es porque Él ya lo sabe. Y si Él ya lo sabe y no ha hecho nada, es por algo, no es un error que debamos arreglar. No hay coincidencias...
—...todo ha sido ordenado —terminé la oración, poniendo los pies en la tierra. Deshice mis alas físicamente, guardándolas en mis omóplatos—. Entiendo. Tienes razón, siempre la tienes —me acerqué a él, sin ocultar mi desesperación—. ¡Pero era mi trabajo, era mi deber cuidar aquel espíritu, y aún así lo perdí! Si no puedo hacer esto bien, ¿entonces qué haré? Él me dió este lugar para mejorar, ¿cierto? Porque no logré en vida el progreso que todos esperaban de mí. ¡Mi misión es crecer, así que no dejaré de buscar aunque ya nadie espere buenos resultados!
—Veo que no eres tan zopenco como pareces.
—¡¿Qué dijiste?! —grité golpeando una de las paredes. El brillo que emanaba aún no se me hacía costumbre si estábamos en un lugar tan oscuro. Era un contraste tenebroso.
—Ve, y haz las cosas bien esta vez. Le pediré ayuda a Gabriel con la búsqueda y arreglaré unas cosas en la Aureum para buscar a quien perdiste. Sigue confiando en ti —dió un golpe en mi hombro, insinuando que siguiera con mi camino—. ¿Y Filiae? ¿Le pediste ayuda? Tal vez ella pueda...
—¡No menciones a ese monstruo sin rostro! —balbuceé, consiguiendo un bramido de su boca. Su brillo pareció disminuirse—. Esa persona está loca de remate, me matará si se entera. Le faltó vivir, y hablo literalmente, es de los pocos arcángeles que no ha ido a la tierra. No comprende las emociones humanas ni los sentimientos de los que han resucitado, es una inútil en estos casos.
—No hables así de ella, respétala un poco más. No la han enviado porque aún no es hora de que se enfrente a la triste realidad mortal. Mírate, a ti te enviaron y no te sirvió de nada ¡Ahora lárgate a trabajar, me molestas! —me dió otro empujón, alejándome de la oficina.
~•~•~•~
¿Lo ves?
Los Esper no estamos vivos, pero tampoco estamos muertos.
¡Corre y escóndete, antes de que Él te vea!
—¿A dónde vamos?
—Al reino Aureum, jeje. —Respondió Mirt con su natural tono de voz átono, causando un escalofrío en Cero.
Ambos habían estado subiendo escaleras doradas por largas horas, y aún así no se sentían agotados como Cero creyó que sería. Escaleras doradas en medio de un túnel blanco que parecía no tener final ni principio si mirabas hacia atrás o adelante. La luz era aún más resplandeciente que la estrella Sirio, las más brillante en el cielo nocturno de la tierra. Una cantarina melodía recorrió aquel túnel, hinchando el alma de quienes caminaban por allí, pero para Cero se tornaba en desesperación.
Los cantos subieron conforme aceleraban el paso, cada vez más cerca de la entrada a la ciudad principal. Por un momento, el techo blanco pareció hacerse transparente, dejando ver del otro lado el brillo de un sol y las aves de tres cabezas propinando graznidos cerca del arcoíris de cristal.
—¿Jeje, no es una hermosa melo...? —Mirt fue interrumpido por las fuertes respiraciones de Cero, ahogados y trágicos sonidos.
—¡N-No puedo r-respirar! —tartamudeó exasperado, llevando su mano al pecho, como si su corazón fuera a salir disparado como fuegos artificiales.
Se recargó en las paredes, intentando sostenerse de algún lado, pero no encontró nada aún después de golpear repetidamente las paredes que volvían a ser blancas con cada golpe. Ese largo túnel fue hecho para que te sostuvieras de los demás o de ti mismo, y él necesitaba sostenerse de algo.
—Jeje, tranquilo... puedes respirar si te concentras. Debes tener un problema con el aura —susurró Mirt apagado, sosteniéndolo para evitar su caída. Cero lucía perdido, y él intentaba adivinar la razón—. Nuestros cuerpos no fueron creados para tener problemas respiratorios por cosas cómo estás, jeje. Sería diferente si te clavara algo en los pulmones.
—¿Y morir? ¿Puedo hacerlo? —interrogó, tosiéndose como si padeciera una enfermedad grave.
—Otra palabra que no deberías repetir —replicó Mirt, jalando las manos de Cero para ponerlo de pie correctamente—. Nuestros cuerpos no "mueren", ese es el mortal. Nosotros simplemente dejamos de existir, somos destruidos. Pero eso es otra historia, jeje, que aún no te puedo contar.
Sus ojos grises voltearon a ver el camino nuevamente, pero ahora parecía no querer hablar más; un tranquilo y silencioso búho que observaba todo con curiosidad.
El búho plateado, pensó Cero.
—¿Ya llegamos? —su voz molesta preguntó nuevamente como un niño pequeño e irritable insistiendo a su madre.
Cero algunas, o muchas veces, pasaba los límites de irritable. Llevaba casi dos semanas sin saber cómo comportarse siquiera, así que prefirió portarse como un ser insoportable.
—Míralo. —Mirt elevó su mano, señalando la entrada.
Una gran puerta formada de cristales decorada con detalles dorados que formaban un gran ojo punzante en la cima, el ojo que todo lo ve. En el centro de aquella puerta cristalina se encontraba el simbolismo de un sol. El brillo que provenía de adentro, chocaba con la puerta de cristal y los detalles dorados, creando una ilusión bellísima. Era lo que hacía aquella puerta, la entrada al reino, donde los herederos cruzarán las llamas circundantes de fuego formadas por los los rayos vibrantes.
Una entrada llameante, lista para quemar a todos los que crucen por ella.
—¿Qué es eso? —preguntó Cero de manera anodina. Mirt rechinó los dientes.
—Tampoco entiendes eso, ya veo, pensé que... Jeje, no importa.
Ambos sintieron la incomodidad.
Dos hombres de blanco, uno con el cabello corto y el rostro rizado, corrieron a abrir las puertas para todos los que venían a la reunión. Fue cuando Cero se percató, girando en sus tobillos, de la larga fila interminable de personas detrás de él: Los invitados eran seres que aún se encontraban en su primer estado, los Esper, para hablar de su segundo estado correspondiente (la vida). La recompensa: el tercer estado, la vida eterna, donde no pueden ser destruidos y sus meras existencias son la gloria divina que recorre cada dimensión y toda existencia.
Progreso, la naturaleza del todo; porque nada desaparece o muere realmente, sólo se transforma en algo más allá de lo material y los límites de la fantasía.
Se reunían con otra clase de seres más avanzados que también se encontraban en el primer estado, como la arcángel Filiae que causaba molestias a Azra por aún no haber vivido. Y también estaban los del tercer estado, imperturbables, como Gabriel o Miguel, que esperaban pacientes por el juicio final para todos.
El juicio... El juicio... El juicio...
Pero había otro... había otro Ser que todo lo veía, cuyas palabras eran la misión del mundo y lo qué había en él, y aún así, les permitía creer por sí mismos.
—¡Jeje, las han abierto! —una sonrisa macabra se formó en el rostro de Mirt. Tomó la mano de Cero, quien aún tambaleaba, corriendo juntos para ser los primeros en cruzar a la sede de la primera jerarquía de Aureum, la gloria celestial.
Aunque para Mirt aquel lugar fuera paradisiaco, para Cero era todo lo contrario.
~•~•~•~
Cero.
Mirt tomó mi mano sin decir más y cruzamos aquellas puertas, padeciendo un cambio de ambiente brusco que me hizo temblar prolongadamente. Como sin un poder inenarrable cruzara mi alma y me obligara a escapar. Todos a nuestro alrededor sonreían de júbilo y se regocijaban de felicidad, mientras yo me retorcía de dolor. Incluso Mirt parecía tener una leve sonrisa en su rostro, sereno, sin soltarme. Un búho en la oscuridad de la noche, tomándome de la mano para enseñarme maravillas.
Tal vez deseé un momento conocer a todos desde antes y sentir que había encontrado compañeros de vida.
Mirt comentó que Elián había sido expulsado de la ciudad la "sede" en Aureum por unas cosas ofensivas que había dicho y que Drick nunca había subido para hablar sobre su vida. Sospeché que ellos se encontraban mal por no poder disfrutar aquella sensación que le daba tanto placer a Mirt.
Hablaron de un arcángel que se elevó en la cima de los pedestales de cuarzo hacía ya muchos años. Una guerra violenta pero no llena de batallas sangrientas como en una historia de fantasía, fueron más parecido a movimientos políticos. Entre risas dijeron que para la tierra iba a ser todo lo contrario, que la guerra llegaría como dragones furiosos. Ese arcángel tomó tercera parte de los ángeles. Lo siguieron y se apilaron en su estandarte, simbolizando las estrellas del firmamento nocturno, causando su expulsión y la pérdida su primer estado.
¿En qué te conviertes al perderlo?
Preferí tomar el relato como una historia imaginaria pero no imposible. No entendía el concepto de "ángeles", ni entendí la palabra "estandarte". Supuestamente, yo debería recordar a ese arcángel, todas esas palabras complicadas, y la guerra de ese entonces. Estuviste presente; fue lo que me dijeron, pero yo no podía recordar nada y tampoco estaba muy interesado.
Contaron que hubieron tantos ángeles que lo iban a seguir ese día, pero prefirieron callar para obtener un segundo estado, y así hacer otra clase de cosas en vida. Muchos de ellos eran los que se encontraban apostando solos en Parahell, apartados de las demás ciudades y aprovechando el sistema de apuestas que les fue permitido. Personas destinadas a la desaparición.
—Hey, voltea a ver los ventanales. —Mirt me detuvo, en medio de la multitud, para ver a través de los grandes cristales una luz cegadora y hermosa. Semejante a la luz de un día resplandeciente... no, era aún más brillante.
Esta mierda me dejará ciego, me quejé.
—¿Es de día desde que llegué aquí?
Mirt rió ante mi pregunta.
—Jeje, no, este es el brillo de Kolob, la estrella —respondió con su típica sonrisa torcida, soltando mi mano. Recargó sus manos y su peso en las ventanas—. Esta estrella es la más cercana a nosotros, jeje, y su brillo es cegador para los vivos. El universo de ellos y el nuestro se rige gracias a ella. Para nosotros un día a su lado es para los humanos mil años, por eso el día parece ser eterno aunque hayas sentido que han pasado semanas desde tu llegada. Jeje, Kolob es la primera creación y la más hermosa. El planeta más perfecto, que regía a los demás y a la tierra, hasta que la tierra cayó en segundo estado y no pudo estar presente aquí... Je.
Sí, parece ser guiado todo de una manera extrañamente perfecta.
Aunque los tiempos cambien el cielo sigue siendo el mismo... Dijo Mirt que el conocimiento aquí era inalcanzable para los humanos. Eran inmortales, creadores, matemáticos, perfección en toneladas antes mis ojos, aunque ellos se sentían imperfectos. Todo estaba hecho con bases y fundamentos a los que los humanos le llamaron "ciencia" cuando no pudieron aceptar la magia de la creación y realidad sobrexpuesta.
—¿A qué te refieres con plane...? —un grito melódico seguido del sonido de unas trompetas y cantos interrumpieron mi pregunta.
—¡La preodernación para el año 1995 ha de comenzar! —anunció un espíritu con túnica blanca, cargando una trompeta dorada y una analogía que lucía importante.
—Moroni... —no escuché el balbuceo de Mirt—. Subamos para verlo desde arriba, jeje.
Volvió a tomar mi mano con fuerza y me arrastró hasta otras escaleras que subían a un segundo piso con balcón. La hermosa la vista desde la cima hacia los ventanales que dejaban ver los grandes edificios de oro y lo que yo confundí con naves extraterrestres.
¿Acaso todos eran ricos o realmente nada tenía valor monetario?
Las memorias de un viejo amargado y pasado de peso prorrumpieron mis recuerdos: Niño de mierda, no te imaginas lo que las personas son capaces de hacer por unos putos pedazos de papel.
Mi primer recuerdo era una combinación de malas palabras. No eran dirigidas a mí, lo sentí. ¿Acaso alguien más estaba viviendo dentro de mi cuerpo? ¿O yo estaba dentro de alguien más?
Comenzamos a recorrer el eterno barandal, viendo a la multitud sentada y a otros haciendo fila dirigiéndose a un trono dorado que en la punta tenía la imagen de un león rugiendo. A su lado había otro trono que portaba una gran estrella azul platinada. Intenté ver claramente a los que se encontraban sentados en aquel lugar. Un hombre con cabello largo y blanco, sus rasgos faciales parecían rodar los 40, aún así lucía joven y lleno de vida.
Pero quien captó mi atención fue el que se encontraba sentado en el trono de estrella. Ropa de lino usaba, y coronas puntiagudas doradas en su cabeza. Era más joven a simple vista, pero físicamente era idéntico al otro. Dos diamantes diferentes e iguales con el mismo propósito. Un caballo blanco a su lado relinchó de emoción.
Tienen una sonrisa que me hace querer llorar.
—¿No es una hermosa vista? —Mirt sonrió tiernamente, como un niño, anhelando estar allí abajo—. La razón por la que vengo a este lugar seguido y tomo las clases requeridas es porque amo esta sensación. Algo que Drick y Elián no comprenden, y quizás tú tampoco. Y lo entiendo, es difícil comprender. —Explicó sin voltear a verme.
No ha usado su risilla.
—¿Y por qué no vas con ellos? —pregunté, confundido, causando que Mirt volviera a poner su sonrisa perturbadora e irritable mientras me miraba por encima de mi cabeza.
Es un poco más alto que yo, pero me siento más viejo que él.
—Jeje, porque yo bajo en el año 1998, no en este —respondió señalando a la multitud de abajo—. Ellos serán enviados a la tierra este año, jeje, pero antes deben hablar de su preordenación una última vez para asegurarse de que es lo que quieren de verdad, jeje.
—Entiendo. —Asentí viéndolos también, fingiendo haber entendido lo que dijo cuando no entendí ni la cuarta parte desde el día que llegué.
Una mujer caminó al centro de las fuentes tornasol y se arrodilló frente al hombre sentado en el trono. Este le hizo señas para ponerse de pie, y ella lo hizo manteniendo la sonrisa. Parecía estar por romper en llanto de felicidad. Se acercó más, extendiendo las telas de su vestido lleno de piedras preciosas, que no parecían ser más valiosa que ella. Él comenzó a susurrarle en el oído.
¿De qué hablarán?, la curiosidad fue incrementado en mí al igual que mi asombro por el agua amarilla que se elevaba a la otra fuente pegada al techo.
—Es la misión de su vida, jeje. Probablemente no vuelva de ella o falle muchas veces, pero aún así la tomará, jeje. —Comentó Mirt, leyendo mi cabeza.
Al cabo de unos minutos la chica se apartó, feliz, abrazando a ese Ser como si fuera la última vez que iba a hacerlo. La trompeta sonó nuevamente, otro chico se levantó. Caminando al trono, volvió a arrodillarse en el acojinado suelo color beige.
No pude apartar la vista del Ser que les hablaba. Irradiaba una luz hipnotizante que me hizo sentir extraño, pero no era desagradable. Sus cabellos blancos no formaban ni una sombra, y menos su ropaje. Lo mismo, una túnica, y descalzo.
Si lo viera una noche lo confundiría con un demonio agradable y me gustaría tener una buena conversación.
Él perdió su sonrisa en cuestión de segundos al sentir mi mirada. Sus ojos se dirigieron a lo alto, cazándome... Sus ojos brillantes como aguas claras me miraron fijamente, traspasando mi alma, desmenuzando mi existencia.
—¡Ahhhg! —me estremecí gritando, jadeante. Caí de espaldas golpeando mi trasero, causando que todos dirigieran la vista al balcón donde estábamos—. ¡Ayúdame! ¡Ayúdame! —exigí jalando el brazo de Mirt, buscando su tranquila mano.
Sálvame. Sálvame. Sálvame.
¿A quién le estoy pidiendo salvación?
Cuando el corazón se hinchs, el aire que respiras desaparece y tus poros sangran lux calí... Era lo qué pasaba cuando te veías de tantas maneras terribles que no podías distinguir entre tu realidad y tus alucinaciones. Cuando alguien metía las manos en tu corazón y lo arrancaba sin piedad. ¿Pero qué era el corazón exactamente?
—¿Eh? ¿Necesitas ayuda, jeje? ¿De nuevo sin aire? Ya te lo había explicado, tonto, jeje —susurró en mi oído de forma retorcida, apartando mi mano.
Su mirada me hizo sentir avergonzado, como un reptil asqueroso. Sacó su lengua burlona, jugando con sus delgados dedos.
—¡Ayud–!
—Da miedo, ¿no es así? Los escalofríos y la sensación de muerte se hace presente, pues es el comienzo y el final de todo, como si la muerte misma se adueñara de tu corazón, jeje. Él ya te vió y es terrorífico, ¿cierto? —me sostuvo del hombro comenzó a arrastrarme por el suelo acojinado. Era un pasillo al fondo del salón principal. Reía fuertemente, tirando de mí—. No lo recuerdas, es la razón por la que te dió tanto miedo y no felicidad. Deberías sentir gozo, no temor, a menos que...
—¡¿Qué es esa cosa?! —grité, dándole un fuerte empujón para soltarme de su agarre—. ¿Por qué me vió como si me conociera? ¡Eso no es humano y ni si quiera espiritual o como quieran llamarle!
—No es que, es TODO. —Se acercó nuevamente, empujando mi hombro hasta caer en una silla de un color desconocido para mí. Cerró la puerta a un lado mío, dejándonos en completo silencio—. Él está consiente de todo lo que le rodea, obviamente sabía que estabas aquí, jeje.
Una habitación blanca como las anteriores. En el centro había una mesa angosta y brillante, rodeada de sillas doradas y otro color que mis ojos no habían podido ver antes, como una nueva gama inexplicable. Colores que sólo era capaz de ver ahora, como si un arcoíris tuviera más colores al ser revuelto. Sí, un arcoíris de colores inexplicables que los demás no podían ver, igual que el perro que juraba que los colores existían.
¿Es alguna clase de salón especial?
—Dices que no recuerdas nada, ¿cierto? —movió sus dedos sobre la mesa transparente, mostrando imágenes cristalinas de diferentes palabras como un holograma. Tomó asiento en el otro extremo, cruzándose de piernas—. Te daré las típicas lecciones que enseñamos aquí, jeje, y si no las entiendes es porque te faltan los conocimientos básicos, jeje, y realmente debes empezar de cero. Jeje, cero, como Cero, ¿entiendes, jeje?
Este tipo es un...
—Sé claro. —Ordené, mostrándome fastidiado.
—Mira estas imágenes y yo te enseñaré sobre eso —respondió moviendo sus dedos nuevamente, señalando las imágenes.
Sí, era lo más parecido a hologramas reflejados en una mesa, por eso era transparente.
—"¿Por qué era necesario que naciéramos? ¿Por qué debíamos adquirir un segundo estado?" —pregunté perplejo, señalando una imagen de la tierra rodeada de neblina azul.
—Jeje. —Se puso de pie, tocando las paredes, transformando el cristal y los destellos dorados en remolinos contenedores de imágenes vívidas de los famosos humanos—. A esto se le ha llamado el plan para obtener la vida eterna, jeje, fue presentado hace más de 7 días en Kolob, creo. En ese gran concurso de inteligencias espirituales, que fueron tomadas de la oscuridad del abismo de la inexistencia, jeje, se presentó y se discutió el plan del Alfa y el Omega por medio del cual los Esper avanzarían a su segundo estado: la vida. Fue tan inmensamente gloriosa esta oportunidad, puesta al alcance de todos los que habrían de tener el privilegio de tomar cuerpos en la tierra, jeje, que las multitudes prorrumpieron en cantos y clamaron de alegría hasta que los cielos fueron abiertos para todo aquel que deseara tomar el viaje por cuenta propia.
—¿Eso responde la pregunta o ya puedo retirarme? Porque comienzo a tener hambre.
La extraña sonrisa de Mirt volvió a incomodarme.
—¿Pero por qué razón fuimos tan felices al escuchar "El Plan"? Jeje, los que estamos aquí aún tenemos el primer estado; no conocemos la miseria ni el dolor realmente, nos mantenemos influenciados por el poder divino que rodea este lugar. De hecho, jeje, gracias a que no comprendemos muchos sentimientos es que aún estudiamos aquí, para llegar con conocimiento y ejercer los dones o costumbres, jeje. Digamos que aún somos como "bebés humanos que no comprenden nada". De esta forma nunca podríamos llegar al tercer estado, jeje, el más alto correspondiente a nuestra naturaleza progresiva. Debemos probar lo dulce y lo amargo para así comprender el significado de lo dulce. Para entender el verdadero significado de la "felicidad" y apreciarlo hasta la eternidad.
Enarqué mis cejas, sin entender las cosas filosóficas que salieron de su boca.
—Cero, ¿cuál es tu felicidad?
—No lo sé.
Entendí que para descubrirlo debía nacer primero.
—Una mujer humana citó una vez, jeje: "No hay felicidad ni infelicidad en este mundo; sólo hay una comparación de un estado con otro. Sólo un hombre que ha sentido la máxima desesperación es capaz de sentir la máxima felicidad", jeje. Es eso, en otras palabras. —Respondió, entrecerrando sus ojos rápidamente, sacudiéndose como un perro rarito.
—Creo que... —Me interrumpió, pateando la mesa, feliz, volviendo a las paredes descoloridas.
—Aquí, jeje —señaló la imagen de unos niños humanos con sus padres, pasando tiempo una noche lluviosa—. Los humanos tienen un buen ejemplo. —Señaló ahora a los adultos—, estas personas han criado a sus hijos desde que llegaron al mundo, y los han cuidado como tesoros, jeje. Sin embargo, los niños han presionado a sus padres para salir del país solos. Han insistido desde pequeños y ahora tienen la edad suficiente, pero sus padres dudan.
—¿Cuál es el problema?
—Jeje. ¿No es aterrador si amas a alguien y ésta persona desea salir a un lugar desconocido? Podría morir, nunca volver, arruinarse, destruirse, e incluso ser dañada por otros. Una tragedia, jeje. —Vuelvió a señalar a los adultos—, así se sienten estas personas, pero llega ese momento en el que saben que deben dejarlos ir para que ellos también "sean adultos". Jeje, las cosas se mueven sin mantenerse en un mismo estado para siempre, porque no progresar es parecido a no existir, y no existir es la palabra que usamos para decir ser inservible. Aún peor que ser un nonato.
—Este...
—¿Tú amas, Cero?
—No lo sé.
—Entonces estás cometiendo un grave error.
—Creo que entiendo un poco a lo que te refieres —cambié de tema, nervioso—. Entonces es esa la razón por la que las personas nacen, eh...
Toqué mi cabeza, intentando grabar todas esas cosas en mi mente. Me cayó de golpe toda esa información.
—¿Otra cosa? —Preguntó, volviendo a tomar asiento, mostrando otra imagen en la mesa.
—¿Inmortalidad y Vida Eterna? —pregunté, señalando la imagen de un cadaver bañado en oro y una estrella cubierta de sangre.
—¡Esperaba esa pregunta, JEJE! —golpeó la mesa con tremenda felicidad, haciéndome dar un brinco del susto—. ¿Sabes cuál es la diferencia entre la inmortalidad y la vida eterna? La inmortalidad es vivir como un ser resucitado, que no tiene fin completamente, que su espíritu no vuelve al polvo simplemente. La vida eterna, por otro lado, es un don otorgado por el Alfa y Omega; aquello incluye vivir en lo más alto y progresar infinitamente, sin límites más allá de esta realidad en otros universos paralelos creados para ser gobernados por los vencedores, jeje. "Si la inmortalidad es la obra de Él, entonces la vida eterna es su gloria". Uno de los grandes poderes que todos podemos obtener.
—¿Es cómo decir existir para siempre y vivir eternamente en gloria? —pregunté, entendiendo cada vez más de lo que habla aunque el vocabulario aún me parecía complicado.
—Jeje, si así lo entiendes estamos bien. Cuando los humanos mueren, su espíritu se separa del cuerpo, una vía al tercer estado después de la resurrección, jeje. Si el espíritu y el cuerpo permanecieran separados para siempre, sería imposible ascender al tercer estado glorioso y pereceríamos en la tierra destruyendo por completo nuestra existencia. No se permitiría volver a casa, jeje. Eso es todo. —Explicó correctamente, comenzando a morder su cabello.
Es en definitiva un raro.
—¿Podemos ver algo más? —inquirí curioso, rascando mi cuello de forma apenada—. Me interesaron estos temas: ¿Por qué el suicidio solo es un castigo?, ¿Por qué existe la maldad y el pecado?, "Inteligencias graduadas de Parahell".
—Esos son temas más avanzados, iremos con tiempo, jeje, aún no estás listo para recibir esa información. —Rió, ahora jalando su cabello como si algo le molestara.
Nos quedamos en silencio por un momento. Me sentí fuera de lugar por su rechazo, y se percató de ello enseguida.
—¿Sabes cuál es el poder que rodea nuestro universo y Él es dueño? —mencionó sacando conversación nuevamente, haciendo que por alguna razón me emocionara.
—Ni idea. ¿Cuál es?
—"La fe misma, lo que es", jeje.
—¿Qué estupidez me contarás ahora? —rechisté, fastidiado al pensar en la palabra que usó.
—Retrocedamos un poco en la historia humana —la pared volvió a transformarse en las imágenes verdes de un jardín con flores blancas y rosas, donde un río dorado fluía con velocidad por la tierra de cristal—. Basado en la creación del mundo, a favor de nosotros, para creer en la existencia de esta fuerza superior que muchos han llamado sentido común. "Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Creer en lo que no vemos, pero sabemos que es verdadero", jeje.
—Sigue hablando, así como ahora. No te vayas con cosas ridículas, ¿sí?
—Si los humanos vieran su pasado claramente, su primera memoria y su primera reacción, se preguntarían qué fue lo que los movió a decidir algo, jeje, lo que les dió energía y actividad en sus movimientos, lo que los inspiró a invertir en un negocio o una carrera, lo que puso todo en movimiento, jeje. ¿No sería la creencia en cosas que aún no tenían existencia, que no habían visto? ¿O habrá sido la esperanza en lo que aún no estaba allí, jeje? ¿Se esforzarían por cosas que no veían y no creían en ellas? —preguntó, sacudiendo sus manos como si llamara a los humanos locos salvajes—. ¿Habrían pedido sin pensar que recibirían? ¿Habrían buscado sin saber que encontrarían? ¿Habrían sembrado si pensaban que no podían cosechar? TODO LO QUE TIENEN, ¿NO EXISTE GRACIAS A LA FE? —gritó exaltado, causando que alguien diera tres toques a la puerta, casi diciendo: Cállate.
—Eh... —suspiré luego del susto, aliviado por quien sea que tocó la puerta.
—Perdón, jeje —volvió a jugar con sus dedos, ocultando sus cachetes pálidos en su camisa—. La fe no es sólo lo que te mueve a actuar, es el poder principal en todos los seres inteligentes, ya sea arriba del infierno o abajo de los cielos, jeje. El mundo nunca hubiera sido creado si Él no hubiera creído que podía hacerlo, si no lo hubiera visualizado antes. No habría hecho las teorías ni planeado, ni hubiera hecho pruebas científicas de no creer en los resultados. De no haber sido por la fe, los mundos nunca hubieran sido formados, jeje, ni tampoco el hombre, ni tú, ni yo. Así como alguien abrió el mar, y otro le dijo al sol y a la luna que se detuvieran, nunca habría sucedido sin fe, estarían hablándole a la nada y la nada no da respuestas, jeje. La fe es el poder del universo y los demás, es el tuyo, el mío, y el de Él.
—Pero qué caraj...
—¡Shhh! —hizo señas molesto, causando que cubriera mi boca.
Creo que vomitaré por toda esta información. Fue peor que la primera.
—¿Aún puedo aprender en Parahell lo que Elián decía? —cuestioné cambiando de tema, recargándome aún más en el asiento. Era cómodo aunque no luciera así.
—¡Jeje, claro! Lo mejor es que recuperes tu memoria de inmediato y probablemente lo consigas viendo a los humanos. Puedo conectarte a una red de igual manera para que te enteres de las situaciones de vida por la que pasan los humanos este año. —Su sonrisa y sus ojos cerrados seguían dándome muchas razones por las cuales desconfiar de él, pero en esos momentos no podía permitirme no entender quién era y que hacía aquí.
¿Y si venía de otro universo?
—Por cierto, quería preguntarte algo que tiene un rato dándome vueltas —mascullé, posando mis manos en la mesa—. Drick dijo que las ideas en mi cabeza y mis acciones eran raras, que no era normal en los Esper moverse como yo lo hago. ¿Qué quería decir con eso? ¿Realmente es algo malo?
Tosió un poco, mostrando una arruga en su frente—. Los Esper piensan por sí mismos, pero sus acciones van acorde al primer estado, jeje. Los humanos van en contra de todo lo correcto, son diferentes —abrió los ojos, y su mirada se tornó despreciable—. Es ir en contra de la naturaleza perfecta con la que fueron creados. Muchos humanos dicen "todos somos diferentes y cada quien tiene derecho a escoger"; ellos no lo entienden, no saben cuán sagrado es mantenerse de cierta manera, jeje. Nunca lo comprenderían por si solos. Y tú rompiste una ley, como un humano rompe todo lo establecido —dijo, jugando con un lapicero—. Porque los humanos están locos, ¿sabes? ¡Dementes! Cuando todos los peces mueren ellos quieren limpiar el río.
Parecía querer molestarme con sus palabras, pero mi semblante se mantuvo serio. Sentándome de manera correcta, lo miré fijamente al otro extremo, como si nos retáramos.
—La última vez que un espíritu fue en contra con Sus acciones, jeje, hubo una gran guerra. Juró destruir el poder de la elección, muchos espíritus sagrados perdieron su primer estado, y fueron expulsados la tercera parte de los ángeles, jeje. Quitar el poder de la elección destruye al Alfa y Omega, lo que lo hace lo que Es, y ese espíritu lo sabía y aún así no le importó, jeje.
Porque los crearon con una naturaleza divina, y ellos escogieron pervertirla.
—¿Te refieres al diablo?
Rompió el lapicero de cristal al oír mi pregunta, dejando caer la tinta púrpura en el suelo beige. Me volteó a ver, endemoniado.
—Hm. —Levantó el rostro un poco más—, ¿dónde aprendiste ese nombre si no has visto los vid, Cero? ¿Dónde, eh? ¿Quién te lo enseñó?
—¿Dónde? Pues así se le dice, ¿no? ¿Qué más quieres que diga? —dejé salir un aire burlón, extendiendo mis manos sin entender la pregunta.
—Es una forma que usan las humanos para referirse a Lucifer, nuestro hermano mayor que nos condenó a todos, incluso a los no nacidos —se levantó de la silla tirándola hacia atrás. Subió a la mesa dando fuertes pisotones, enojado—. No deberías saber eso. No deberías ni si quiera usar términos humanos si dices no haberlos visto aún.
—¿Por qué no debería? ¿Es otra cosa que sólo los humanos hacen acaso? Me estoy cansando y no tengo respuestas claras —expresé irritado, dando un golpe en la mesa.
Él se acercó más, arrastrándose hasta tomarme del cuello y acercarme a su rostro. Nos miramos, ambos vacíos. Las esferas en sus ojos eran grandes pero no brillaban como los de Elián ni mostraban miedo como los de Drick, era más bien un universo misterioso...
Sí, exactamente como un búho.
—Cero, ¿quién demonios eres? —apretó más mi cuello, ardiendo en furia.
Es la persona más rara en este escalofriante lugar.
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Shalalalala. ¿Pero qué locuras he escrito ahora? Perdón por las 5000 palabras, me excedí un poco. Espero que la lectura no haya sido tan tediosa.
¡Disculpen todos los errores!
Quiero aclarar también, lo escrito aquí es ficción, y si quieren salirme con "ESO NO DICE LA BIBLIA", ¡pues sáquense porque no me importa! :v
No, haha, no es cierto, si tienen alguna opinión religiosa, adelántate, me gustaría aprender un poco. <3
¡Nos leemos en otro momento, lectores fantasmas!
~MMIvens.
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