- IV -
— Me pareces conocida —. Dice una joven de cabello castaño.
Otilia le sonríe mientras abrocha los cinturones a de su busto y luego los de la cadera del equipo de maniobras tridimensionales, pasa de las cintas por sus piernas. Le parece curioso que a pesar de no haber estado tanto tiempo como desertora, no podía recordar del todo como acomodarlo. Sin embargo no quiere pedir ayuda, así que lo hace lento viendo de reojo como sus compañeros acomodan su equipo.
— Serví a la Legión hace un tiempo —. Responde — Quizás nos cruzamos alguna vez.
— Sasha —. Se presenta la joven.
— Otilia.
Entra a la habitación otra soldado de cabello negro, no saluda a ninguna, va a directo a colocar su equipo. Otilia queda un tanto admirada de la chica, desde su presencia sabe que es fuerte. Termina de acomodar su equipo, se asegura de tener los botones de su blusa color hueso abrochados, coge un pañuelo negro que ata en su cuello. No hace nada en su cabello, es demasiado corto para intentar agarrarlo, aún si piensa que quizás los mechones que cae sobre su frente podrían estorbarle. Intenta acomodarlos, para al final dejarlos como en un inicio estaban.
Sale del vestidor, pasa por uno de los arcos, alcanza a ver la figura de Levi al otro extremo del edificio caminando junto a Hange; no presta más atención a ellos y se dirige al campo de entrenamiento dónde hay varios árboles y pequeñas torres para usar el equipo.
Fue habilidosa en el pasado, no tanto para ser aclamado como Levi, pero si para volver con vida durante años. Coloca sus dedos sobre el gatillo, no esta segura de como iniciar, se siente fuera de forma, no debería estar ahí, esa es la verdad. Ve como otros soldados se adelantan iniciando su entrenamiento, observa sus movimientos con el fin de analizarlos. Ve como cada uno tiene su propia manera de moverse, unos siendo más habilidosos que otros, pero cumpliendo con su objetivo.
Ha pasado un largo rato observando, que termina por sentirse agobiada, su mente esta en blanco, no hay interés, simplemente se ha rendido sin siquiera empezar; en el pasado tenía sus propias motivaciones, su madre, su padre, tratar de impresionar al difunto comandante Erwin. Sin embargo, en la actualidad ninguna de quienes fueron sus motivaciones están con vida, no hay razón de esforzarse, no hay nada.
Piensa que en saltarse el entrenamiento, ningún superior está observando, le resulta fácil dejarlo, una única idea ha aparecido en su cabeza lo que la hace sonreír, se siente iluminada. Se da media vuelta, caminando con la vista en el suelo aún con esa idea dando vueltas en su cabeza. Va de regreso al almacén a dejar su equipo, la idea sigue presente, si no entrena no volverá a ser habilidosa, y si no lo es, podrá morir, lo que significa liberarse de este infierno.
Atraviesa el campo de tiro donde ve a algunos entrenar con armas de fuego y arcos, un joven de cabello castaño la nota, pero vuelve su atención al blanco delante suyo volviendo a disparar. El estruendo del disparo la acordé llevando ambas manos a cubrir sus orejas. Sigue caminando, es un día nublado con poco viento, incluso el clima le hace sentirse aún con más flojera, solo quiere volver a su habitación para dormir. Sin más, entra al almacén, que para su sorpresa, esta en su interior el capitán apoyando en uno de los compartimentos con los brazos cruzados.
— ¿Te piensas saltar el entrenamiento?
— Esta averiado, vengo a cambiarlo —. Se excusa.
Pasa de largo, se va al fondo del almacén, en donde comienza a desabrochar los cintos con lentitud fingiendo que le cuesta trabajo para hacer tiempo y el capitán se marche, le da la espalda, aún así sabe que no se ha movido de su lugar. Sube una pierna a uno de los bancos para soltar los cintos de su muslo cuando escucha pasos acercarse, no voltea, sabe quién es, sin embargo no esperó que fuera a jalar de su brazo, su repentino tirón la hace tropezar, ambos pies vuelven a estar en el suelo, y ella contiene la respiración, no hay mucha distancia entre ambos. Ve como aparta su mano, y le arrebata el gatillo para ahora revisarlo, y posteriormente disparar contra uno de los muebles, ocasionando que todo caiga al suelo con gran estruendo.
Otilia queda muda. Él la suelta, se encamina a uno de los bancos dónde toma asiento frente suyo, mantiene sus piernas separadas, apoya sus codos sobre sus rodillas entrelazando sus manos. La joven soldado aún siente sus piernas temblar, su vista va hacia las cosas derribadas y luego al rostro del capitán.
— Lo veo bien —. Dice arqueando una ceja en espera de una explicación.
— Oh... Entonces olvidé usarlo —. Suelta una risa nerviosa.
Se da la vuelta, para volver a acomodar los cintos dándole la espalda al capitán, es estricto, no se irá de ahí hasta que vuelva a salir con el equipo puesto. Maldice entre dientes, sabe que tiene la mirada de Levi clavada en ella, lo que la hace cometer errores.
— Escucha —. Su voz se ha vuelto suave — Sé lo que intentas hacer, no voy a reprenderte por esta vez...
— Me alegra oírlo —. Habla con ironía.
Su dedo ha quedado atorado entre los cintos y su muslo, actúa con naturalidad, no quiere que se de cuenta, pero al no poder liberar su dedo comienza a desesperarse más y más. Maldice entre dientes, el capitán sigue dando su sermón acerca de la disciplina y obediencia, al cuál no pone atención debido a su pequeño problema.
— Otilia —. Su voz sonó con poder.
Ella intenta enderezar y gira hacia a él. El capitán está de pie con los brazos cruzados sobre su pecho, apoya su peso en su pierna derecha, chasquea su lengua rodando los ojos. Se acerca a ella arrodillándose, ve como se toma su tiempo, pone una de sus manos sobre su muslo y la otra sobre su mano.
Su tacto ha sido frío, Levi es una persona fría, ha provocado que uno a uno de sus bellos se ericen, siente un espasmo, su muslo vuelve a erizarse ante el desplazamiento de sus palmas. Con calma, desata el cinto liberando su dedo atorado. Debido al tiempo, su dedo se ha hinchado, dónde estuvo el cinto cortando el flujo sanguíneo se ha dejando una marca, una línea blanca, mientras que los extremos se han puesto morados.
Levi vuelve a atar el cinto y aprovecha a acomodar el de su otra pierna, siente un tirón cuando ata el otro, ha sido más brusco en la segunda ocasión, sus manos se alejan de su cuerpo, vuelve a reincorporar y sacude sus rodillas, aún queda esa sensación de sus manos sobre sus muslos, el frío no se ha ido. Ambos cruzan miradas.
Él parece que está por decirle todos los insultos conocidos en la tierra por su pequeño problema, mientras que ella, traga duro saliva empezando a sudar en frío. No recuerda ninguna otra ocasión en la que haya estado en una situación similar con él, después de todo, habían estado en diferente escuadrón.
Levi es quien rompe el contacto visaul que han hecho, dándose vuelta para ir hacia la puerta. Sus piernas aún tiemblan, están de poco en poco volviendo a agarrar calor. El capitán se detiene justo en la puerta volviendo a sacudir el pantalón de sus rodillas.
— Ni siquiera voy a perder mi tiempo en insultar tu intelecto —. Dice estando ahí viéndola por el rabillo del ojo — Ve a entrenar, no voy a volver a repetirlo. ¿Entendido?
Ella hace el saludo militar con rigidez, cierra sus ojos con fuerza y aprieta la mandíbula, permanece en esa posición durante unos minutos hasta asegurarse que se ha ido ya, se ha cansado de mantenerse así. Suelta un largo suspiro, su estómago duele por el tiempo que contuvo el aire, termina por dejarse caer al suelo sobre sus rodillas llevándose una mano a los ojos. Baja su mirada, inconscientemente lleva su mano a su muslo en dónde hacía unos momentos atrás el posó su palma volviendo a sentir frío, en eco en sus recuerdos que vuelven a revivir las sensaciones provocadas por algo tan simple.
Es como si el fantasma del capitán volviera a tocarla, vuelve a tener frío en su cuerpo, su piel vuelve a ponerse de punta, que se hace necesario el frotar sus palmas sobre sus muslos para generar calor.
— Jodete.
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