XXIII
Pasaron horas luego de haber discutido con su padre, salió de la habitación sin dirigirle la palabra, estaba tan enojado, no podía creer hasta que punto puede odiar tanto un alfa con mucho poder. Joan toda su vida había sido estricto con su educación, pero la mayor parte de su vida estuvo ausente al igual que su madre. Ellos pensaron que solo el internado de alfas se encargaría en brindarle la clase y educación correcta, Brian no podía oponerse a las medidas de su institución. Sin embargo, siempre su manera de pensar se mantuvo, pero sus padres olvidaban el valor más importante que requiere un hijo, el amor filial.
Joan quería volver a su primogénito como él, era su único hijo y como todo padre quería que realizara todo lo que el no pudo cumplir. Brian sabía que eso es lo que quería conseguir su padre y lo que más quería era librarse de toda esa prisión. Cada vez que sus padres volvían', Brian ya no podía mantener el poder sino ellos y era muy horrible ser usado como una marioneta de sus padres, ya no aguantaba las horas para que surja alguna reunión fuera de la ciudad y tengan que viajar nuevamente.
Al volver a su habitación pensó en algún modo de salir de esa prisión llamada "hogar", necesitaba largarse de ahí y no sentirse en una jaula luego de enterarse de todas las absurdas leyes que su padre pretendía cambiar.
Se miró al espejo, y notó el pequeño corte en su pómulo, aún sangraba pensó que tal vez uno de los anillos de su padre pudo ocasionarle eso luego de la golpiza terrible que recibió. Se limpió con un trapo por la ausencia de una caja de primeros auxilios y decidió que era mejor salir de esa casa por un tiempo. No tenía que darle explicaciones a nadie, era ya un adulto, detestaba ser parte de algo tan atroz.
No aguantaba, no iba a soportar un segundo más en esa casa que tantas pesadillas tuvo desde niño desde los golpes tan cobardes que tuvo como disciplina hasta las noches que no pudo dormir por el dolor en su pecho, emocionalmente estaba destrozado. Sacó una mochila del armario y empacó poca ropa del gran closet que ocupaba casi toda un habitación, fue por unos libros, y sus suplementos de trabajo. Estaba en busca de su teléfono en la mesa de noche cuando la puerta se abrió.
-¿A dónde piensas irte?- preguntó John extrañado tras ver una mochila sobre la cama.
-No es tu asunto, John-. respondió el de rulos mientras buscaba por todas partes su teléfono que no logró encontrar en la mesa de noche.- Por casualidad ¿Haz visto mi celular?
-Lo siento Brian pero tu padre me pidió que...le diera todo material portátil tuyo.
-¿¡Y tu le haces caso a todo lo que te dice!?
-No tengo otra alternativa, no quiero que tenga una mala perspectiva de mi.- dijo el menor un poco culpable.- Me dijo que a partir de ahora se encargará de borrar toda información en cualquier medio que tengas sobre la empresa, ya que como ahora ellos están aquí, tu solo eres un trabajador más.
Estaba incrédulo por todo lo que acaba de escuchar, su padre lo conocía y sabía que Brian no haría caso a sus amenazas, hasta podía hacer cualquier cosa para que sus nuevas propuestas no sean aceptadas, así que interfirió antes que su hijo se saliera con la suya, quitando todo clase de aparato electrónico que era perteneciente a él.
-Si mi padre te pregunta por mi, dile que viajé por asuntos personales.
-Pero...tu no viajarías con una mochila- interfirió dudoso tras ver no ver maletas grandes- No puedo mentir de esa manera. Dime al menos a dónde irás ¿Acaso pretendes escapar?
El alfa tomó la mochila colgándosela por un lado del hombro, no quería escuchar más reproches, sabía que John era muy predecible e igual se lo contaría a sus padres. No correría el riesgo. Iba a salir de la habitación cuando en un rápido movimientos el menor lo tomó del antebrazo antes de que eso sucediera. John estaba aferrado a este, no pretendía soltarlo.
-¿Acaso no confías en mi?- preguntó ofendido por no decirle a dónde se marchaba. Brian notó su rostro decepcionado, John había sido muy fiel hacia él, pero sabía que era temeroso cuando se trataba de sus padres. Era su mejor amigo, no quería dejarlo con el peso de culpa.
-¡Por lo menos dime por qué te irás!- le gritó al punto de tomarlo con más fuerza de su brazo. El de ojos avellana tomó su mano para que lo soltase pero el menor no quiso hacerlo.
Si su padre supiese que otro no perteneciente a la familia se enterase de sus planes, recibiría fuertes consecuencias, la normativa y las nuevas leyes para la sociedad impuestas por alfas no tendrían que salir a la luz antes de ser anunciadas pues estos se verían perjudicados y quién supiese lo mínimo puede hasta perderlo todo, no quería que su amigo pase por eso.
Estaba entre la espada y la pared, no sabía si contarle el motivo de su huida. Todo esto era arriesgado, dejó a un lado sus cosas y cerró la puerta para no ser escuchado.
-John...mi padre, él...- agregó nervioso, estaba contra el tiempo de escapar lo más antes posible.- En los próximos meses realizará muchos cambios en la ciudad, no solamente aquí sino en otras partes del mundo también. Para muchos serán buenas noticias, pero los menos afortunados sufrirán las consecuencias, no tienes idea de las horrible propuestas que tiene en mente, de alguna forma quiero impedir que eso pase, pero no puedo, mis padres tienen el control de todo y yo no puedo hacer nada para evitarlo al lado de ellos. Yo no quiero formar parte de esto, estoy cansado que me utilicen a su antojo, creo que al salir de aquí, aunque sea solo yo, puedo advertir, por lo menos ayudarlos...
El menor escuchó atento, estaba asustado por lo que le dijo ¿Qué clase de atrocidad ocurrirá? sino estuviera aún con su familia se hubiera marchado con él. Estaba por irse cuando de su bolsillo John sacó un objeto y se lo entregó, quería servir de ayuda también, estaba dispuesto en hacer algo.
- Es mío, espero que te pueda servir de algo, no quiero dejarte solo. Por lo menos puedo ayudarte a buscar un lugar dónde quedarte- habló mientras Brian guardaba el teléfono que le dio, no pensó que John llegara a a tener un corazón tan noble, no pudo evitarlo y lo abrazó fuerte el contrario le devolvió el abrazo, era difícil dejarlo ir, su compañero de la infancia, su amigo
-Gracias por todo John y lo siento mucho.
No fue difícil salir de casa, no quiso mirar atrás, caminaba de frente sin algún rumbo, después de todo era mil veces mejor estar afuera que vivir cinco años más en esa prisión. En el internado de alfas siempre fue independiente en todo lo que hacía, sus padres muchas veces olvidaban que tenían un hijo y el dinero muchas veces para su uso diario fue escaso. Cuando aún era estudiante, el ahorraba lo poco que le enviaban para su uso necesario para que no le hiciera falta los próximos años, junto a su trabajo pudo también mantener algunos billetes pues su uso de tarjetas era controlado también.
Salir de la ciudad tampoco fue una situación complicada, tomó un bus con dirección a las afueras, no sentía ni una pizca de nostalgia cuando vio muy lejos las luces de la ciudad sino a lo contrario, se sentía libre, era lo mejor.
El poco equipaje que llevaba en una mochila por la cual fue muy cómodo para andar cuando el bus se detuvo. Era de noche y en el sencillo poblado donde estaba ahora, los antiguos postes de luz iluminaban con una leve luz amarilla, era un solo poste por cada cuadra y el resto de la calle era oscuridad, había visitado una vez los suburbios pero no en la noche. No podía creer que a pesar de los años siguiera tan olvidado y descuidado como la última vez que vino. Vio a una familia de un beta con un omega que llevaba en brazos a un niño de unos cinco años, no quería estar solo así que los siguió discretamente para saber a dónde se dirigían.
Llegó a una plaza dónde habían algunos cuantos vendedores y niños correteando por ahí. En un instante sintió las feromonas de la gente que se encontraba por ahí la mayoría eran omegas, unos cuantos betas y los alfas desaparecían en su ausencia. No podía creer cual grande era el temor de los omegas de enlazarse con un alfa para formar una familia con un beta. En la ciudad esa acción era denigrante y muchas veces mal vista por las personas.
Estaba asegurado con sus supresores por si ocurriera algún altercado con alguien, antes de salir se colocó uno para opacar sus feromonas no quería espantar a ningún omega, si supieran que un alfa merodeaba por ahí. Descansó en una banca de la pequeña plaza, cuando sintió un hambre feroz desde que vinieron sus padres no tuvo ni tiempo para tomar algo, estaba agotado sus piernas nos daban para más, la falta de comida bajó sus defensas. Miró a lo lejos si encontraba algún hospedaje para dejar sus cosas y encontrar algo que comer.
Se puso de pie cuando sintió un tirón en su pantalón. Extrañado miró quien le impedía caminar cuando se encontró con la mirada de un pequeño niño que no despegaba la vista de él. Era de piel morena y unos ojos verdes hermosos, su cara estaba manchada de chocolate que sostenía en una de sus manos.
-¿Está bien?- preguntó inocente cuando con su pequeña mano apretaba su entre pierna. Brian lo miraba curioso ¿Qué hacía un niño tan pequeño a estas horas?
Ese momento le pareció haberlo vivido meses atrás con un pequeño bebé insistente de grandes ojos azules, que no pensaba marcharse hasta que le aceptara los dulces que apretaba en una de sus manitas. Sonrió tras ese recuerdo que le hizo olvidar el mal día que había tenido.
-¿Por qué lo dices?- le siguió la corriente el alfa tomando asiento nuevamente para tener mejor visión al niño.
-Está muy delgado- respondió el pequeño tomando una de sus manos, Brian solo frunció el ceño.-¿Cómo pudo crecer tan alto sin comer mucho?
El mayor rio por las ocurrencias del infante estaba encantado por este niño que si no encontraba a su madre por ahí se lo llevaría con él.
-Tenga, con esto no tendrá más hambre- el pequeño partió la mitad de su chocolate que sostenía en su mano y se lo ofreció sonriente. El mayor lo recibió agradecido, nunca pensó que un poco de chocolate calmaría su hambre. Su gesto fue tan adorable.
A lo lejos se escuchó el nombre del pequeño pues reaccionó y salió corriendo sin poder despedirse. Su madre no estuvo muy lejos de ahí pues era uno de los vendedores que permanecían aún en la plaza, el niño en medio de saltitos llegó donde él y levanto una caja para ayudar algunas cosas a su progenitor que no le alcanzaban los brazos para sostener otro bulto más.
Cuando los perdió de vista, se dispuso a buscar algún lugar dónde pasar la noche o tal vez quedarse por un buen tiempo. La luna era su única compañía mientras caminaba tranquilo, era la primera vez que se sentía así, pero por dentro sus miedos seguían a flote al recordar todo lo que le dijo su padre. Pensaba alguna forma de ayudar, no sería nada fácil de otros le crean de lo que sucederá, casi nadie de ese humilde pueblo sabía quién era o eso era lo que él creía.
Unas cuantas calles más abajo, encontró un lugar sencillo, pero muy agradable para quedarse, vivían unas cuatro personas y afortunadamente había una habitación vacía. Por suerte la mayoría que habitaba en ese lugar eran betas.
-No es un espacio muy grande, usted es muy alto y no sé si sea cómodo para usted.-mencionó una anciana al mostrarle el cuarto dónde se quedaría. Solo había una cama individual, frente a esta un ropero enorme, junto a la ventana una mesita vieja y una silla.
Sin contestar el alfa se sentó en la cama, era estrecha, no sabía si entraría en ella. La única forma de comprobar esa duda era recostarse en ella y lo hizo.
-Lo siento, si quiere puedo bajarle el precio de la habitación por este inconveniente.- dijo preocupada al ver que la punta de sus pies quedaban fuera de la cama.
-Es bastante acogedora, puedo acomodarme, no hay problema le pagaré tal como me ofreció.
-Gracias joven, es muy amable.- sonrió de oreja a oreja acomodándose los anteojos- Cierto, lo olvidaba. En el primer piso hay un pequeño restaurante, la comida que ofrecemos es muy sencilla, pero deliciosa. Si quiere puede bajar a cenar, luce con hambre.
Al escuchar la palabra "comida" no dudó en asentir. No le interesaba al mínimo probar algo diferente a lo que comía cuando estaba en casa, moría de hambre y le bastaba. Acomodó las pocas cosas que cargaba y salió fuera, miró a detalle el pasillo con un aire rústico con los faros de luz hechos de madera antigua que colgaban de las paredes acompañado de cuadros vacíos.
Llegó al restaurante y la anciana le ofreció una deliciosa cena, se le hacía agua la boca tan solo mirar el plato. Habían algunos comensales más que conversaban y se distraían con algunos juegos de mesa. Sin embargo, unos golpes desesperados de la puerta principal se hizo presente, no esperó ver una dolorosa escena frente a sus ojos algunas personas tenían sosteniendo a un menor notoriamente un omega, de cabello castaño que lloraba desconsolado, no quería interferir, pero no pudo evitar escuchar al menor cuando pasó a su lado.
-¡Por favor! Uno de los bebés no respira, necesito ayuda ¡Ayúdenme por favor!
Nadie intervino durante el parto. Ori llegó agitado sin el posible omega que atendería el parto, una vecina le dijo que uno de sus pequeños se enfermó y no se encontraba en casa. Yul estaba cansado, sudaba por todas partes y no dejaba de seguir las instrucciones que le dijo Roger. Respiraba despacio tratando de calmarse.
Pasaron algunas horas y los gritos del menor eran más fuertes, no dudaron en posicionar al menor con ambas piernas a los lados para ver si ya estaba listo para dar a luz.
-Estás dilatando muy rápido.- dijo el rubio tras ver entre sus piernas.- Solo faltan algunos minutos para que tengas a tus pequeños, aguanta, estarás bien.
-No podré...me duele, no aguantaré-exclamó entrecortado el pequeño pelirrojo.
-Solo un poco más, resiste.- Roger apretó su mano nuevamente no le importaba sentir dolor cuando le apretaba demasiado porque sabia que el menor sufría mil veces más.
Jimmy lo miraba preocupado, era un parto doble y para un omega débil era riesgoso. Pronto otra contracción llegó Yul no podía calmarse, cada vez venían con más fuerza. Otro grito ensordecedor llenó la habitación. Pasó un poco más de tiempo y llegó la hora. El rubio atendió al menor con tanto cuidado como le era posible. El pelirrojo lloraba y gemía con fuerza, hacía todo su esfuerzo para expulsar a su bebé, estaba sudoroso y muy cansado, pensó que no soportaría más cuando un llanto más agudo inundó la habitación, el primer bebé había nacido.
-¡Es un bello príncipe!- dijo emocionado Roger al tener una tierna bola de carne rosada que no se callaba. Sus emociones se encontraron hasta podía decir que quería llorar al tan solo verlo tan indefenso y diminuto, al igual como Sora llegó al mundo.
Se lo acercó a Yul y este lo recibió en medio de llanto, después de tanto martirio tenía a su bebé, ambos lloraban, pero trató de calmarse para que el pequeño lo hiciera también. Los demás veían encantados toda la escena, era tan bello verlos.
-Mi bebé...soy ...tu mamá.- susurraba con la voz entrecortada por el agotamiento, lo abrazó despacio pues sentía que si lo apretaba de más se rompería. No dejaba de admirar a detalle sus ojitos que aún no se abrían por completo, su pequeña boca rosada como sus mejillas, tocó su carita contemplando esa piel tan suave y calientita.- Eres tan precioso, igual como te soñé.
Iván lo tomó en brazos delicadamente para trasladarlo a una de las bateas y con la ayuda de Ori tomaron su tiempo para limpiarlo con el agua tibia, el pequeño estaba sumamente tranquilo cuando sintió el agua tibia recorrer su cuerpo, se calmó y su llanto cesó.
Los segundos de paz fueron cortos para Yul pues sintió nuevamente el dolor y gritó cuando se volvió más fuerte. Era señal que el segundo bebé vendría en camino, Roger se reincorporó para ayudarle con el otro pequeño y recibirlo con todo el amor como el primero. El menor que estaba casi sentado en la cama con ambas piernas a los lados daba todo su esfuerzo en medio de gritos mientras los demás lo animaban a que siguiera pujando.
-¡Espera, no sigas!- gritó Roger para que lo pudiese escuchar. Se asomaba la cabecita de a poco, pero algo andaba mal.
El cordón se había enredado en el cuello del bebé y trató de desatarlo con cuidado para no lastimarlo. Tras unos minutos, el recién nacido ya estaba fuera. Con mucho cuidado tomó al pequeño, sin embargo a diferencia del primero toda la habitación estaba en silencio. El bebé no lloraba y quién se había convertido en madre por primera vez cerraba sus ojos lentamente.
¨
-¿Qué te ocurre? No podemos entenderte, si te tranquilizaras tal vez podríamos...
-¡Será demasiado tarde si no me ayudan ahora mismo! Por favor-gritó desesperado Ori, jalando los antebrazos de cualquier persona para llevarlo con él, sin lograrlo. Todos estaban confundidos el pequeño no se explicaba claramente de lo que pasaba.
-Su bebé, no respira, se los suplico.-dijo jadeante tratando de calmarse las mismas palabras cuando llegó, secándose las lágrimas con sus manos. Una mujer trajo consigo un vaso de agua para que pueda controlarse, pero el menor la rechazo al igual cuando trataron de sentarlo en una de las sillas para tranquilizarlo.
Dos mesas más adelante cerca a la cocina un alfa escuchaba detenidamente lo que pasaba, el lugar era pequeño por eso pudo oír con más facilidad las suplicas del chico, no sabía si este decía la verdad, sin embargo cuando la señora que le ofrecía algo al muchacho se puso de lado pudo visualizar a un omega castaño.
Estaba seguro haber visto ese rostro antes, en algún lugar. Sus ojos se desviaron cuando el omega casi cruzó miradas con él. Los ojos para él eran una fuente que reflejaban la sinceridad de alguien y cuando miró esos ojos verdes desesperantes y llorosos del omega no lo dudó dos veces en acercarse sigiloso para poder ayudarle.
-¿Es el bebé de tu hermana o algún familiar?
-No, es de mi amigo tuvo dos bebés, estaba todo saliendo tan bien, pero el último bebé, no sé que pasó tuvo algo en su cuello y no llora.- habló el más chico con algunos hipidos.
-¿Es omega?- preguntó con cierta inquietud una de las mujeres cuando escuchó el género del chico.
-Si- asintió el chico con la cabeza muchas veces.
-He escuchado que los bebés de los omegas varones son muy pequeños y débiles, si supiera algo sobre ellos te ayudaría, no puedo hacer nada. Lo lamento.- la mujer se apartó del pequeño sin antes apretar sus manos, en realidad no podía hacer mucho por él lo único que podía ofrecerle era fortaleza.
-Pequeño, lo mejor es que vayas por un médico aquí todos somos simples betas no podemos ayudarte, un hospital sería lo mejor ¿no crees?
Ori estaba destrozado ¿Que haría ahora? No podía quedarse sentado sin hacer nada, en esos instantes lo que único que soñaba era tener algún superpoder para llegar lo más rápido con ayuda. Restandole importancia al qué dirán se puso a gritar esperando a que alguien escuchara sus súplicas. No se iba a rendir, pero justo cuando se decidió a ir a otro lugar, sintió una mano en su hombro, junto a una voz profunda.
-¿Dónde está tu amigo? Llévame con él
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