XXII

-¡Eres un incompetente! No debí dejar que te asignen altos cargos. ¿En qué pensabas convertir ese hospital?¿En una caridad para albergar a esos que solo saben llenarse de hijos?

-¡Son personas! ¡Entiéndelo, son como nosotros! Tal vez las demás personas tengan temor de ti, pero conociéndote desde siempre, sé que nunca cambiarás esa perspectiva tan superficial que tienes en la cabeza.- gritó Brian eufóricamente a la mujer que ni le dirigía la mirada ocupada firmando algunas hojas que había sobre su escritorio.

-Qué palabras son esas para dirigirte a tu madre- respondió un hombre tras abrirse la puerta. Era de unos cuarenta años, pero no lucía como tal, su porte elegante y sus facciones demasiado agraciadas lo hacían parecer como un alfa de una edad un poco más joven.

-Alfred, no esperaba tu llegada tan pronto, dijiste que volverías dentro de dos días.- habló la mujer sorprendida al reconocer  la voz de su esposo, un alfa muy dominante tan solo sentir su presencia en la sala.

- Desaparecí solo dos años y ni una buena bienvenida de mi familia puedo recibir  ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos hace cinco años? ¿seis? Pensé que ese instituto de alfas era de prestigio pero al parecer gasté mi dinero por nada. Decidí darle una "sorpresa" a mi familia y me doy con la sorpresa ver la clase de hijo que terminaste de criar.

- ¡Tú dijiste que lo inscriba a ese internado! No me vengas con culpas. Yo sabía que era mala idea cuando me enteré que ahí estudiaban omegas de prestigio también, no quería que se quedase ahí luego que un maldito omega acosara a mi hijo. Te llamé cuando sucedió y nunca contestaste, ¿Qué querías qué hiciera? Ahora atente a las consecuencias, ya sabrás la última idiotez que hizo tu hijo.

-¿Crees que no estoy enterado? Desde hace días en los medios circula el bochornoso desalojamiento de omegas de una de nuestras sedes médicas ¿Quién te crees que eres Brian?¿Un defensor de zorras?

-No permitiré que te refieras de esa forma a esas personas padre- respondió rotundamente molesto por escuchar esas horribles palabras acecándose sin temor, respiró hondo y continuó- Yo solo hice un espacio para que ellos puedan tener este servicio. Son de bajos recursos, viven en los suburbios, donde habitan es escasa la atención para ellos, muchos tienen hijos, madre tu me tienes a mi ¿Qué harías si enfermara a muerte? ¿No harías hasta lo imposible por salvarme?

-Los omegas no son como nosotros, saben que son pobres y traen más bastardos al mundo a sufrir ¿Quiénes se creen que son? No toda la vida tendrán todo fácil.

-No te reconozco madre.

-Y tú deja de ser egoísta, no debiste contaminar mi hospital y ni mi personal con esa clase de gente.

-Los médicos alfa no tuvieron contacto con ellos solo...

-¡A claro solo tú! Hace una semana recibo la llamada de tu madre por haber metido a uno de esos individuos a tu auto. ¿Sabes que ubiera pasado si los medios se enterasen que nuestro hijo se ha vuelto un defensor de esa gente? Nuestra familia se caería a pedazos, toda la reputación que me costó para que nuestro apellido sea honorífico, se irá al tacho. 

-Padre, lo del auto solo fue un omega que entró en celo, casi es ultrajado por otro alfa, ese día no pasó nada. Lo que te cuente la cuerda de mi madre...

Un fuerte sonido resonó en la oficina de la señora May que dejó lo que hacía para ver que fue tal golpe. Brian estaba de lado tomándose la mejilla caliente y roja por la fuerte bofetada que recibió, formándose algo de sangre al lado de su labio.

 -¡Deja de faltarle el respeto a tú familia! ¿Piensas que me creeré ese cuento absurdo? ¡Nuestro apellido está en juego y tu solo piensas en acostarte con cualquier puta! 

-Así no fueron las cosas.

-¡Cállate!- gritó Alfred golpeando su puño contra el escritorio conteniendo devolverle otra golpiza, con el rostro rojo de la ira y fruncido.

El silencio se hizo incómodo Brian quería irse de ahí, no soportaba ese lugar, no soportaba escuchar insulto tras insulto, no soportaba a su padre, ni a su madre que ni lo defendía por nada.

-Tengo una reunión ahora mismo. Haz entrar en razón a tu hijo, llegaré muy de noche no me esperen- interrumpió la mujer seriamente mientras cogía sus cosas para retirarse. No le importaba lo que su esposo haga con Brian ella desde siempre pensó que las duras reprimendas convertían a un alfa, pensó que luego de tantas idioteces que decía Brian era lo justo.

Cuando quedaron los dos solos el señor May suspirando pesadamente se sentó en el sitio donde estuvo su mujer.

-Cinco años a la basura.- exclamó tomando su entrecejo de frustración- Me tomó demasiado tiempo levantar toda esta empresa y si sigues defendiendo a esos... estoy pensando seriamente dejarte sin ningún centavo.

-¡Si quieres hazlo!¡Tengo la mayoría de edad suficiente para armar mi propio empresa y salirme de esta asquerosa familia para siempre!

Su padre apenas escuchó esas palabras soltó una risa socarrona, para causarle incomodidad.

- Sigue soñando Brian, todo lo que tienes hasta ahora está a mi nombre. Hasta la última tarjeta de crédito que tienes con tu dinero que sale de tu trabajo como doctor. Tendrías que empezar de cero pero no quiero discutir ese asunto contigo ahora. Siéntate tenemos algo muy importante que hablar y ni pienses largarte, que el dinero de este negocio nos servirá para mucho así que estate atento.

Brian sin rechistar tomó una silla frente a su padre que comenzó a buscar unos papeles de su maletín. Sacó un sobre beige tendiéndolo sobre la mesa ordenando cada hoja.

-Somos alfas y nos entenderemos si hablamos de omegas. La última reunión que tuve en Bélgica con otros representantes de otras ciudades poderosas hemos llegado a un acuerdo muy interesante. Hace años la existencia de omegas era mínima, no era usual encontrar a un omega por la calle una minoría eran campestres y eran uno de diez en cada ciudad. En los últimos años la natalidad de omega ha aumentado increíblemente y se nos ha dado la necesidad que de alguna manera detener esta plaga.

-¿De qué se trata todo esto?- preguntó Brian al leer las hojas con detenimiento.

-La única forma de sacar dinero para este proyecto será en base a lo que se gane de ese negocio, obviamente seleccionaremos a cada omega los mejores, jóvenes, lindo rostro , con cuerpos espectaculares, no me interesa el tipo de piel, serían una maravilla encontrar vírgenes, pero será una misión casi imposible a mi parecer.- dijo Alfred soltando una carcajada burlona por lo último dicho. 

-Todos los ya mencionados serán distribuidos a distintas ciudades adineradas como la nuestra y los que no tengan tanta gracia serán repartidos a familias de clase media para que realicen labores domésticas o cualquier otra atrocidad que se les ocurra. En fin no nos interesa que suceda con esos, lo único interesante en este negocio, será la factura.

-¡Esto es un chiste!¡ Dime que no hablas enserio!

-Casi olvido decirte que también saldrá dinero de los terrenos que se ganará al desalojar a toda esa gente de ahí luego que no tengan ningún centavo que pagar, serán desterrados a otros lugares de su misma estabilidad económica ¡Hey Brian a dónde crees que vas!- exclamo al ver que su hijo se iba y no le hizo el mínimo caso por escucharlo, estaba a punto de retirarse, tomó la manija y antes de irse volteó para dirigirse a Alfred.

-Si pones en marcha ese absurdo plan, olvídate para siempre que soy tu hijo.

-Yo soy quien decido cómo son las cosas y si digo que algunas leyes cambiarán, lo harán.

-Entonces, no tengo nada más que hacer aquí, no seré parte de esta mierda.


Afueras de la ciudad todo iba de los mejor, en la pequeña casa atendían a los cuidados de Yul que al parecer estaba en la cuenta regresiva, muy emocionado y al mismo tiempo asustado cuando ocurriría. Por otro lado Jimmy notó un cambio muy repentino en el omega de cabellera rubia de la casa, desde hace unos días no paraba de sonreír y tararear alguna que otra canción, para Jimmy fue extraño pues no vio a Roger así desde la vez que llegó temprano a casa.

Ese día encontraron a Roger en el sofá con una pequeña caja en sus manos y su rostro no paraba de sonreír quería preguntarle que ocurrió pero el rubio cambiaba de tema cada vez que preguntaba, prefería guardar su secreto por ahora. Cada mañana el rubio se levantaba temprano para recibir las postales y que no sean descubierto lo suyo.

"...Seguiré esperando el día en el que aceptes quedarte conmigo y no descansaré hasta tenerte a mi lado todos los días, te amo tanto, Roger, mi omega" 

-¿Qué estás leyendo?- preguntó un pequeño pelirrojo con su enorme barriga al entrar con una batea con ropa limpia a la habitación. La reacción del rubio fue muy lenta, no tuvo tiempo de esconder la carta, apenas lo vio entrar solo sonrió nerviosamente haciéndole espacio a un lado de la cama para que tomara asiento.

-La última vez que vi a un omega así fue Ori cuando supimos que andaba con un alfa.

Entre todos los omegas Yul había sido casi su confidente por compartir su habitación y se había dado cuenta que podía percibir lo que ocurría a su alrededor con solo ver su rostro. Tenía miedo de contarle y a su reacción.

-No me molestaré si no quieres decirme lo que te pasa estas últimas semanas- dijo tranquilamente mientras ordenaba la ropa que trajo.

-¿Soy tan evidente?- preguntó Roger con las mejillas sonrojadas hasta las orejas.

-Yo creo que sí, tus cara te delata, estás completamente rojo- respondió cálidamente Yul riendo- estos último días estabas muy distraído y risueño en algunas cosas. Jimmy a empezado a sospechar al creer las tontas teorías que Ori trata de descifrar de lo que te ocurre ¿O es verdad?¿Estás andando con un alfa?

Roger se mordió los labios del nerviosismo, se sentía tan tonto al no poder ocultar su felicidad, no tenía otra alternativa que decir la verdad.

-No te juzgaré, lo prometo- tomó su mano sonriendo suavemente, dejando lo que hacía, vio que el rubio se puso incómodo y lo miró a los ojos con preocupación- Tienes todo el derecho de decidir que hacer con tu vida, pero solo te diré que pienses sobre todas las cosas en tu bebé y si eso es lo mejor para él.

-Eso lo sé, no te preocupes el es muy bueno, un buen alfa para mí y mi niño- respondió Roger bajando la mirada avergonzado soltando una amigable sonrisa a su confidente.

El sabía que si algún día aceptara convivir con Robert como amantes, Sora siempre estará de por medio. Esa también era una de las razones por la que el omega no quería aceptar sus sentimientos. A pesar que su corazón se tenga que dividir en dos la parte más grande siempre pertenecerá a su hijo, eso era inevitable. 

Sin embargo era difícil estar con su alfa, hasta ahora no creía tener uno, aunque no le hubiese mordido sentía en su pecho que eso no validaba todo el amor que sentía por él. Además no estaban casados, eso era muy importante para todo omega para que pudiese vivir con su alfa, la sociedad miraba muy mal a alfas que convivian con omegas sin casarse y sin mordida, pues el omega era visto como un amante más y Roger no quería sentirse asi, pero creia a su vez que era algo muy apresurado para eso. Otro motivo de no querer convivir con el alfa era que no queria abandonar a su familia de omegas casi se cumplia un año en esa casa, y estaria muy triste en dejarlos.

Por otro lado para el alfa esperar mucho tiempo para encontrarse lo estaba agotando de a poco pues a pesar de tener un auto y visitarle cada dia que pudiese, no resistir''ia esa rutina por otro largo tiempo, pero a Roger las postales y cartas de este eran suficientes, le hacían sentir cerca y las guardaba con mucho amor cada una de ellas en un caja que el mismo decoró y cuidaba para que no se malogren.

-Y dime ¿Cómo es él?- preguntó Yul bajito y sonriente para amenizar la conversación. A pesar que él tuvo un pasado terrible le ponía feliz ver a su amigo así. 

Roger sacó la postal de sus espaldas, se lo mostró a Yul y a este se le iluminaron los ojos por las hermosas caricias que estaban escritas. Comenzó a contarle entusiasmado la historia de cómo se conocieron, cómo lo trataba, qué fue lo que lo enamoró de él y Yul trataba de imaginárselo a detalle de la manera de como lo describía. Se quedaron un buen tiempo hablando hasta que se dieron cuenta que ya era hora de salir a trabajar. En el camino el resto de omegas se enteró de lo que ocurría con Roger luego que Ori escuchara toda la conversación detrás de la puerta, Roger no se hizo problema porque sabía que en cualquier momento lo sabrían.

El tema del pretendiente de Ori se dejó de lado al salir a flote el nuevo alfa de Roger. El rubio a pesar de los comentarios bromistas de su nuevo amorío que recibía del resto no era distracción para trabajar y llevar dinero a la mesa. Como todos los días, fue calle abajo ofreciendo sus dulces, ese día fue muy malo para él pero no quería darse por vencido.

-¿Disculpe, puedo comprar al vendedor?

Escuchó una voz tras suyo, se dio media vuelta y se emocionó tanto al verlo. Desde el día en el que se le declaró cada vez que lo veía era tan distinto que antes, le causaba una alegría inmensa que no podía expresar. 

-¡Robert, estas aquí!

-Eres el dulce más delicioso que he podido probar.

Ese día Ori cuidaba a Sora en el pequeño quiosco y Roger solo llevaba un canasto de dulces. Se acercó corriendo dejando la canasta de lado y lo abrazó con todas sus fuerzas estaba tan tímido que no sabía si atrapar sus labios o no. Robert le correspondió oliendo su aroma, le tranquilizaba tanto y al ver la intención del menor de besarlo, atrapó sus labios antes que se le alejara, el rubio se sorprendió por tal esperado beso, fue tan sutil que sentía que su pecho explotaría. 

Pronto una mujer se acercó preguntando por algunos de los dulce por lo cual Roger inesperadamente se separó y la atendió con mucha amabilidad, cuando terminó, volteó a ver esos ojos verdes que no dejaban de admirarlo. 

-, ¿y por qué tan repentina visita?- se acerco arreglando un mechón de su cabello rubio.

-¿No es obvio? tenia muchas ganas de verte.- habló tomándole de la cintura, apegándolo a él. Comenzó a oler su cuello habilmente con la intension de besarle esa zona sin remordimiento alguno.

-Espera.- trató de separarse Roger un poco incómodo.- Sabes no he terminado de vender me falta bastante, si me ayudas con al menos unos cuantos podría recompensártelo.- dijo sonriendo pícaramente, quitandose algunos mechones de los nervios.

A pesar de encontrarse en algunas ocasiones no dejaban de intimar, pues la distancia los hacía extrañarse y tenían la necesidad de sentirse. Esa ocasión no fue distinta y a unas cuantas calles dentro de un callejón se encontraba el auto del mayor. Robert abrió la puerta del auto distinguidamente  y Roger no se negó en tomar su mano.

El rubio pensó que saldrían a algún lugar lindo pero a penas el alfa entró al vehículo lo tomó de sus caderas para despojar la poca ropa inferior que poseía, mientras lo besabacon una furia abismal como si tratara de demostrar lo tanto que lo ansiaba tenerlo para el mismo.

-¿Lo haremos aquí?- preguntó Roger, agitado entre jadeos luego de tal fogoso beso.

-Lo siento no me pude contener, eres tan...excitante. - dijo el mayor apenas terminó continuó con su faeana, de su boca dejó huellas de sus besos a lo largo de su cuello que no dejaba de respirar airadamente desde que empezó.

-Las personas de afuera pueden...

-No te preocupes por ellos, preocupate por mi y pasarla bien...ambos.

El corazón del menor se acelero luego de tal pedido y terminó por despojarse toda su ropa, mientras con sus hábiles manos intentaban desesperadamente por desabrochar su cinturon.

-Me encargaré de que veas las estrellas, trabajas demasiado debes estar agotado.- respondió apresurado mientras tiraba el asiento del auto hacia atrás, para mayor comodidad.

Roger le transmitió una sonrisa confundida, pero se dejó llevar de lo que decía el alfa. Sin dejar de mirarse y besarse con locura, se posó sobre el alfa abriendo sus piernas a cada lado sobre él para contonearse sobre un gran miembro palpitante que comenzaba a sobresalir.

Los gemidos incontrolables que el menor trataba de aguantar luego de introducirse en ese flexible agujero, se dejaron escapar, cuando se introducia  el alfa trataba de acallarlos con besos mientras introducía y sacaba todo su miembro a toda prisa y rozara las parte mas sensibles en su interior del omega, que aclamaba por mas. 

-Me encantas...

-Robert, yo... no aguantaré más...

 Era extraño, de las tantas veces que se encontraron nunca lo habían hecho en su auto, pero no le pareció una mala idea. Las lunas del vehículo se nublaron pronto de sus calientes transpiraciones, el vehículo comenzó a moverse y rechinar sin importar que a unos metros los transeúntes caminaran como si nada, sin saber que dentro de ese callejón ambos se demostraban amor, en carne y alma.

-Quiero tenerte en casa.- habló Robert tras reincorporarse  y recibir el mejor orgasmo de su vida- Estarás más cómodo viviendo conmigo- todavía estaba algo agitado luego de varias rondas, miro sobre él y el rubio estaba aún con la respiracion entrecortada con los ojos cerrados, pero aún así se atrevió a preguntar dando algunos besos en el cuello del mencionado.

Por otro lado Roger estaba sobre él, en su pecho, completamente desnudo miraba hacia un lado, tan tranquilo y aún con el miembro del contrario en su interior, le encantaba tanto sentirlo. Tras el movimiento un poco brusco de Robert al sentarse no pudo evitar soltar un agudo gemido.

-Me encantaría, pero no puedo, en casa necesitan de mi, ya sabes ellos han sido muy amables conmigo, a pesar de que estoy viviendo ahí ya siete meses, son casi como mi familia y para mí está bien.

-Yo también necesito de ti- mencionó Robert mirándolo fijamente a los ojos, Roger a su vez al ver tal penetrante mirada seria trató de evitarla- No quiero sonar cruel, pero sabes que manejar tres horas para llegar aquí es cansado  y...

-Y todo lo haces por amor a mi y me gusta- interrumpió el rubio acomodándose algunos mechones intranquilo.

Roger se acomodó un poco saliendo de él y quedó sentado para estar a su altura. Al reincorporarse sintió que dentro de él escurría la esencia del alfa y no pudo evitar sonrojarse. El rostro de Robert estaba un poco ofendido tras ese rechazo y el menor no dudó en darle cortos besos en sus mejillas a hacia sus labios que al llegar a esa cavidad, el mayor impuso su fiereza en aumentar la calentura en sus bocas, haciendo que Roger no evitara reír por esa resistencia de lujuria que poseía el mayor.

- Si voy a vivir contigo no sobreviviré a ti.- agregó Roger mostrando sus blanquecinos dientes en una sonrisa- Siento que el trasero se me ha adormecido, a este paso no podré caminar.

-¿Quién no puede resistirse?, eres tan... sexy, jodidamente delicioso- dijo Robert tomándolo por la espalda para aspirando su fragancia recorriendo su pecho en besos candentes, mientras subía simulaba una mordida en su nuca mientras trataba de no hacerlo tan fuerte.

-Cuando llegue tu celo necesitarás de mi.

-Yo puedo complacerme solo.- respondió el rubio con una mirada seductora

-Quiero ver eso, creo que no sería suficiente.

-Será para la próxima vez- comentó Roger alejandose un poco del mayor y buscando su ropa en el piso del auto, cuando levantó su vista y vió ese anaranjado atardecer, se alarmó- ¡Es tardísimo tengo que volver!

Robert ayudó al menor a limpiarse y cambiarse, no quería irse, no quería esperar otros largos días para volver y tener a su Roger con él. El omega se despidió con un gesto y desapareció corriendo en la sombra del ocaso. Sinceramente Robert estaba cansado de la distancia, manejar horas para llegar a un pequeño pueblito, tomar al rubio a escondidas en un callejón con basura alrededor, sentía que ese pequeño se merecía algo mejor que seguir estando en tan deprimente lugar. Anhelaba tanto el día de tenerlo solo para él era tan desesperante ver a Roger haciendose el omega difícil, pero sentía que su paciencia no daba para más.








Pasaron días después de tan caliente encuentro, Roger estaba más feliz que nunca y con los ánimos en las nubes no fue un buen día para conseguir dinero pero con lo poco que consiguió le bastaba. Ori lo esperaba junto a Sora que se volvió como loco al ver a su madre, regresaron a casa entre charlas y al abrir la puerta nunca pensaron que ese día llegaría tan deprisa, se asustaron cuando vieron a Yul en un charco de agua en el suelo y a su lado una mezcla de pastel, el omega había roto fuente, estaba sentado en el suelo sin saber que hacer y todos entraron en pánico al igual que él. 

Ocurrió todo muy deprisa hace unas horas, cuando los omegas habían salido a trabajar Yul decidió quedarse pues la noche anterior sintió una punsada en su vientre, no quería ser una molestia si volvía suceder en el trabajo. 

Se entretuvo lavando algunas prendas toda la mañana y luego en la media tarde se le antojó comer un pastel de naranja, habían algunas naranjas en una bandeja así que no dudó en prepararse uno. El omega era un experto horneando y haciendo postres, le salían riquísimos. Estaba a punto de meter su mezcla en el horno  cuando empezó a sentir que su vientre se contraía, se inclinó un poco más cuando el dolor se hizo un poco más fuerte, haciendo caer la bandeja con la mezcla al suelo.

Pasaron unos quince minutos y el dolor se hizo más grande, sentía que ni podía caminar así que se arrinconó a un lado aguantando las punzadas dolorosas, quería gritar, pero el dolor impedía que su voz saliera. Pronto la puerta se abrió dejando ver los rostros asustados de sus compañeros apenas lo vieron.

Cerraron la puerta bruscamente y entre pasos apresurados se acercaron a levantar a Yul, Roger tomó su mano y los demás trataron de levantarlo, sin embargo al hacerlo no esperaron ver sangre abajo de él. El pelirrojo sintió otra punzada de dolor y apretó la mano del rubio con todas sus fuerzas. 

-Yul...respira, estás entrando en labor.- dijo Roger preocupado, recordando cuando él dio a luz a su pequeño, fue bastante doloroso su proceso que no quería que volver a repetir a pesar de que estaba solo.- Llamaré a algún omega que sepa sobre partos gemelares.

-Ori ve en busca de Maeri su casa está unas calles de aquí- se entrometió Jimmy en su desesperación- El es el único que puede ayudarnos.

-Entiendo iré en seguida

-Ivan ve por dos bateas de agua tibia y toallas limpias, llévalo a la habitación. Te ayudaré a llevarte.

-No ¡No! Un doctor- gritó Yul desesperado del dolor- Quiero un doctor...mis...bebés están peligro, duele mucho.

-¡Yul entiende que no hay doctores por aquí!- gritó Jimmy exaltado por la terquedad del omega.

-Pero...¡El doctor May dijo que vendría!

-No digas tonterías hasta que llegue será demasiado tarde. Además ¿Cómo pretendes llamarlo?

El rubio soltó la mano del menor y fue directo a su habitación, en una de las cajas buscó un pequeño cartón que Brian le ofreció el último día en el hospital cuando se disculpó con él. Entró en pánico al marcar el número en el teléfono. No sabría que decir ¿Le contestaría? o simplemente sería rechazado estaba nervioso y por poco el teléfono casi se le resbala de las manos cuando escuchó un "Buenas noches con la residencia May"

No era él quién contestaba, su voz era sumamente peculiar y la reconocería hasta con los ojos cerrados. 

-Soy Roger Taylor solicito hablar con el doctor May, por favor.

Tras la llamada se formó un profundo silencio, pensó que se había equivocado de número.

-Disculpe pero ahora mismo se encuentra indispuesto. ¿Algún encargo?

-Yo...él me dijo que...lo llamara en caso de urgencia y necesito que venga a los suburbios, dígale que soy Roger Taylor, el tiene mi dirección.

El profundo silencio de nuevo se formó.

-Usted...¿es omega cierto?

-¡Es una urgencia por favor dígale que lo necesito! Un amigo omega ha entrado en labor de parto va a tener dos bebés y...

-Roger Taylor, cómo olvidar ese nombre- escuchó unas risas burlona tras mencionar lo demás- Seguro no me recordarás pero la pasamos bastante bien cuando trabajabas en Omega's paradise, eres el mejor consolador sabes...

No lo soportó más, no soportó a escuchar una sola palabra más de ese tipo asqueroso y cortó. Su respiración estaba errática quería lanzar el teléfono al suelo de la ira. ¿Acaso Brian lo había engañado para jugarle una mala broma? Tenía tremendas ganas prepotentes de llorar, pero se dispuso a  controlarse para no preocupar a Yul.

Había pasado casi un año y no lo olvidaban fácilmente, le hacían recordar los peores momentos de su vida que trataba de borrar. Era horrible vivir así, sin embargo esta vez se pondría más fuerte para ayudar al omega que estaba apunto de dar a luz.

Regresó a la sala y ya lo habían trasladado en una de las habitaciones. El dolor no cesaba, todos trataban de hacer algo, llegó Iván con la batea con agua tibia que trataba que se mantuviera así. Jimmy retiraba sus pantalones y su ropa interior húmeda por el líquido amniótico y un poco de sangre. Ori aún no aparecía con el omega que atendería el parto, pero Yul estaba tan cansado y adolorido que no dejaba de gemir de dolor.

-Roger...- gimió el menor, parecía querer decir algo pero las contracciones no se lo permitían. Yul no podía calmarse.

-Tranquilo, trata de regular tu respiración- dijo el rubio acariciándole el cabello mientras le colocaba unas almohadas en su espalda y nuca para que esté más cómodo- Respira despacio, Inhala y exhala, inténtalo.

-¿Y si Ori no llega a tiempo?- preguntó Iván con Sora en brazos tratando de dormirlo.

-No digas eso, llegará pronto.

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