XXI
Otro largo mes pasó, las calles en la ciudad eran las mismas al igual que la rutina de la gente pero en el enorme centro médico de alfas las cosas eran distintas.
-¡No puede permitir que esos omegas sean arrojados a la calle!
-Yo se lo advertí Doctor May, hubiera acatado a mis órdenes, ahora solo tiene algunas horas para desalojarlos o ya sabrá las consecuencias, lo veo y no creo que sea tan egoísta para que eso ocurra.
-¿Usted piensa que es fácil sacarlos como si nada? En todos esos lugares la atención y el trato hacia los omegas es terrible, hay madres omegas en recuperación, necesitan más tiempo.
El hombre que estaba por retirarse no lo escuchó y cerró la puerta. La casa de la familia May estaba presurosa y los empleados trabajan arduamente de escaleras arriba y abajo. Cada vez que se ocasionaban esa situación solo significaba una cosa.
-¿Tu madre volverá?
-Si, adelantó su vuelo y estará mañana a primera hora por algunas conferencias y hacer una revisión general de su "edificio"
Brian tomó su abrigo y unas llaves del escritorio de John
-¿Qué haces? esas son las llaves de mi auto.
-Tengo que ir al hospital antes que llegue ese tipo.
-No puedes ir, de todas formas no podrás hacer nada.
-No puedo quedarme aquí de brazos cruzados al saber que los tratará peor que sacos de basura.
John no quería hacerlo pero no tuvo otra alternativo que seguir a ese alfa testarudo.
Bajó rápidamente del auto al llegar a su destino habían algunos omegas sentados en los apartados del gran centro médico sin saber a dónde ir, ese lugar fue su refugio para algunos por casi un año y eran tan doloroso ver de lejos a niños llorando, bebés recién nacidos con sus madres y unos jóvenes omegas desorientados sin saber que había pasado de repente ¿Por qué a ellos?¿Hacia dónde irán?¿Por qué tuvieron que echarlos tan salvajemente?
-¿Doctor May?- un chico de no más de dieciséis años tenía cargado en sus brazos a su bebé aun llevaba puesta la bata y tenía una mancha violácea en su mejilla derecha. Lo miraba inseguro y preocupado al mismo tiempo- ¿Qué está pasando? ¿Sabe por qué nos echaron?.
-¿Qué le pasó a tu rostro?- preguntó Brian horrorizado tomando la mejilla del menor delicadamente. Reconoció a ese omega al instante, él llegó al hospital muy maltratado tenía una pareja beta que lo destrozó hasta el punto de dejarlo casi muerto, estaba embarazado pero tuvieron que realizarle una cesárea de emergencia para salvar la vida de su bebé. Su proceso de recuperación era lento, ambos estaban débiles, luchando por su vida.
-No puedes estar de pie mucho tiempo- alegó Brian asustado por la salud del omega- ven siéntate aquí.
Como si de una pluma se tratase lo cargó y lo dirigió a su auto, no se podía mover a toda prisa. Lo acomodó en la parte trasera del auto para que se sienta cómodo. Como si fuera un alivio el chico suspiró tranquilamente.
-Ahora cuéntame ¿Que ocurrió?- preguntó el alfa asustado por toda esta situación
-Yo...estaba por merendar cuando unos hombres entraron a la habitación sacándonos violentamente. Mis compañeros salieron asustados pero yo no podía moverme muy rápido y tenía que ir por mi bebé, al tenerlo en mis brazos estaba agotado, mis piernas me dolían y me detuve a descansar pero sin darme cuenta uno de los hombres me jaloneó para que saliera mientras me arrastraba, al ver que no podía pararme me pateó en el rostro.
Contó el omega mientras señalaba su mejilla, el nivel de crueldad que pudo escuchar Brian había llegado a su limite, todo esto no podía estar pasando.
-Te llevaré a un refugio, no puedes quedarte aquí, pagaré para que te cuiden no te preocupes.
-No, no puedo irme.- dijo el omega deteniéndolo.- el hombre que nos sacó nos dijo que vendrán personas adineradas y nos encontrará lugar para quedarnos con trabajo incluido.
-¿Acaso pretenden hacerlos trabajar en estas condiciones?
-No lo sé, pensé que usted sabía algo.
El alfa miró a su alrededor y se percató de algo los omegas que quedaban eran los más jóvenes y simpáticos a pesar que algunos de ellos tenían niños.
- No escogieron a todos, echaron a la calle a los más ancianos porque dijeron que ellos no tendrían la posibilidad de lidiar con trabajo, nos dijeron que nosotros somos más fuertes que ellos para trabajar, pero no sé a que se referían mi bebé es pequeño no podré hacerlo si voy con él.
-¡Tienes que salir de aquí!- ordenó Brian interpretando todo inmediatamente.- John llévalo al refugio donde trabajo.
-Ese lugar siempre está lleno de gente. No habrá espacio para él-
-Pero yo no me puedo ir, me siento un poco mejor, podré trabajar y ganar dinero para cuidar a ...
-¡Tienes que irte si quieres no volver a ver a tu bebé nunca más!
Sus ojos del omega se volvieron temerosos cuando Brian se alteró, nunca había visto ese lado del alfa así que supuso que tenía que hacerle caso a lo que decía.
-¿Brian de qué estás hablando?- pregunto exaltado John confundido de lo que estaba diciendo.
El pelinegro sin responder le puso rápidamente al omega el cinturón de seguridad aún asustado, no imaginaba una vida sin su pequeño lo decía tan serio que le creyó de inmediato y asintió.
-Luego te contaré lo que está pasando, por ahora quiero a este chico a salvo.
Sin decir más John no reclamó y tomó rumbo hacia el lugar donde lo había indicado. Salvó a uno pero faltaba el resto eran como quince y de lejos pudo darse cuenta la clase de persona que es su madre. Un auto con lunas polarizadas llegó, estaba estacionado frente a los indefensos omegas que ahora escuchaban las ordenes de un alfa.
-¿Qué te sucede? este auto cuesta más de lo que piensas, con un golpe basta.- habló el dueño del auto
-¿Hasta dónde es el destino de este vehículo?- interrogó el alfa con autoridad. El conductor al ver que se dirigía con el hijo de la dueña de la corporación May se rebajó.
-No tengo idea de que carajos seas tú, no tengo permitido decir nada sobre este asunto, he pagado una fortuna para obtener a uno de esos muchachos.
-¿Para quién los manda a trabajar?- gritó con furia Brian al no responder.- le pagaré lo que sea con tal que me lo diga.
- Si es así no hay problema, en esta ciudad y en otras hay muchos alfas adinerados que requieren de empleados de hogar, pero observando bien creo que no solo para eso servirán- dijo perversamente volteando a mirar a unos cuantos omegas confundidos.- Ya sabe a lo que me refiero, usted es alfa debería saber que cosas . No tendría por qué preocuparse tendrán comida, una buena cama y un trabajo muy bien pagado así que no debe preocuparse tanto ellos estarán...
-¿Quién dijo que estos omegas estaban en venta?
Los potentes rayos de sol de medio día golpeaban en los blanquecinos hombros y piernas del rubio pues llevaba un polo sin mangas, un short que le quedaban hasta los muslos al igual que su rostro parte de este ya enrojecido por pasar largas horas trabajando vendiendo bolsas de galletas y dulces. Era un buen día para él pues había vendido casi la mitad de sus producto, pero estaba agotado y el sudor bajaba por su cuello ,además de caminar tanto, le agotaba llevar cargado a Sora en su pecho como un canguro envuelto en una tela, su bebé dormía, sus regordetas piernitas colgaban como llaveros y su rostro al igual que el rubio estaba rojísimo.
No podía negar que le encantaba sentir esa libertad al salir a trabajar cada día, poder llevar a casa las ganancias que requería necesario y no traer un monto mínimo para ese día porque alguien se lo ordenaba. Pasó por parques, puentes hasta llegar a un casino bar con algunos betas que no dudaron comprarle, era inusual ver pasar a un omega con un bebé menos si el omega era atractivo y la ropa que traía puesta ayudaba un montón.
-Deberías descansar un momento el clima está horrible permíteme invitarte una bebida refrescante.
Roger a sus espaldas se encontró con un hombre beta adulto con anteojos sus ojos eran rasgados y le transmitía una grata sonrisa. El chico lo miró pero no quiso ser descortés involucrarse a su negocio como si nada.
-Insisto, hazlo por tu pequeño debe estar agotado, los bebés se enferman fácilmente cuando el clima está fuerte.
-Pero no tengo suficiente dinero para pagarle.
-La casa invita.
Agradeció al hombre, lo siguió hasta llegar a su puesto no estaba tan lejos y cuando entró el lugar estaba fresco con ventiladores por todas partes a falta de aire acondicionado y con esa bastaba para sentirse refrescante. También estaba lleno de comensales, al entrar se sintió observado, la mayoría de las personas de ese lugar eran hombres betas y sin saber si era omega, no despegaban la mirada de su cuerpo, pero al mirar al bebe en su pecho sus dudas se resolvieron.
-Siéntate aquí para que no te sientas incómodo, iré a la cocina y te prepararé una bebida. Espera aquí- añadió brindándole un espacio cerca a la cocina del lugar.
-Está bien.
El rubio aprovechó el momento para sacar a Sora de su bolsa canguro y lo acomodó para darle alimento. El niño aún dormitaba, pero cuando lo apegó a él y al sentir la cálida piel del omega, se removió desesperado aferrándose a su pecho comiendo hambriento como si no hubiera un mañana. Sus cabellos color plata estaban húmedos por el sudor y se pegaban a su pequeña frente, sacó un pañuelo y secó parte de su cabecita y su cuello mientras admiraba el tamaño del bebé, se sentía orgulloso por su crecimiento gracias a su nutritivo alimento no podía creer que tan rápido se desarrollaba, sin embargo desde que volvió del hospital había notado que su pequeño lucía un poco inquieto.
En las noches Sora despertaba con mayor frecuencia y lloraba sin razón alguna a pesar de que ya no lo hacía desde que cumplió seis meses, pensó tal vez que fue por su ausencia repentina por esos días, pero Jimmy no pudo evitar contarle de la visita del amante de Ori en casa, fue un alfa y pudo ser que sus fuertes feromonas hayan intervenido para que el bebé se sienta así, pues los niños y bebés son muy sensibles en cuanto a los aromas. Era muy inquietante saber que le pasaba.
Luego de alimentarlo, procedió a quitarle el aire y se entretuvo un rato con el pequeño soltando risa tras risa cuando de pronto Sora comenzó a llorar sin razón alguna. Roger trató de tranquilizarlo tras su repentino cambio de humor.
-Descuida bebé pronto iremos a casa. No llores, ya, ya.
Sin dejar de percatarse alrededor el señor con la gentil sonrisa se demoró mucho, temía que se hiciera tarde y Sora no paraba de llorar, no quería ser descortés e irse rápidamente pues él fue muy amable. De pronto dirigió su mirada al frente del bar y se desconcertó al ver un auto lujoso negro por el lugar, era rarísimo ver algún alfa o beta millonario que rondara por aquí en un sitio poco visto.
Un sujeto ingresó al lugar robándose las miradas de nuevos comensales que habían llegado y se sentó frente al asiento vacío donde Roger estaba sentado. Cuando estuvo dispuesto a retirarse llegó el beta con gafas con su bebida, no era cualquier bebida sino una deliciosa malteada, pensó que tal vez por eso demoró. El rubio estaba sediento así que procedió a tomarse ese refrescante jugo de frutas rápidamente, pues Sora seguía soltando sollozos.
El recién llegado, que estaba enfrente, lo observó por un breve momento y entre todos los comensales de ese lugar era el único chiquillo que llevaba una criatura consigo.
-¿Es tu bebé?- preguntó el hombre frente a él.
-Si, disculpe que esté llorando así, supongo que es fastidioso para usted, terminaré mi malteada y me iré.- respondió avergonzado tratando de acomodar a Sora y la única forma posible para calmarlo era en su pecho. Fue incómodo levantarse una vez más su prenda al pecho con la mirada del tipo en el, pero fue un alivió ya no escuchar a su pequeño, se quedó aferrado a él cerró sus pequeños ojos aún soltando sollozos.
-No es molestia para nada, yo también tengo hijos he pasado por lo mismo, un poco distintas a usted como verá, soy un alfa- El omega le dio un vistazo al tipo del frente a diferencia del hombre de anteojos este llevaba unas gafas negras y ropa muy descuidada. Era raro saber que ese alfa mal vestido haya bajado de un auto tan lujoso.
-¿Crías solo a este bebé?
-Por ahora no, pero al principio si lo hice- dijo seriamente el rubio dándole otro sorbo a su refresco.
-Es muy bueno saber que no estás solo, afrontar la crianza de un niño es muy dura.
-Lo sé
-Parece tener más de un año.
-Tiene ocho meses, está a punto de cumplir nueve.
El hombre miró detenidamente al rubio que acariciaba el rostro de su pequeño que dormía nuevamente luego de un gran banquete. No podía pasar por alto la belleza de aquel omega así que se dispuso a ser gentil con el nuevo omega que tenía al frente.
-Tu aroma es muy delicioso que no pude evitar provocarme un rico postre de vainilla.- escuchó decir de la nada
-No, no puedo aceptarlo.- dijo el rubio al ver que dejaba en la mesa dos bandejas de helado.- El encargado de esta tienda me invitó gratuitamente un refresco, no puedo aceptar otra cosa más y sobre todo de un alfa que no conocía.
-¿Por qué no? En tu rostro reflejas que mueres de hambre ¿o acaso no quieres aceptar por que soy un alfa?
Roger se sonrojó e incomodó por haber acertado, su rostro lo delataba a responder.
-No te preocupes no te haré daño, ¿te dije que tengo hijos? son de un lindo omega que trabajaba como empleado en casa.- mencionó sin ninguna vergüenza mostrando una mordida delicada en su cuello, afirmando así su verdad.
-¿Trabajaba?
-Si, me casé con el y ya no lo hace, solo se dedica a cuidar a mis niños. Vamos acepta mi pedido, si no comes bien no tendrás buen alimento para el bebé.
Era cierto Roger no había comido desde que despertó pues esa mañana salieron muy temprano a trabajar ya que tomaba media hora en llegar a su destino.
El rubio incómodo aceptó y un postre llegó más rápido que la malteada, le dio un pequeño bocado y estaba sumamente delicioso. El bebe despertó al sentir un olor muy similar al de su madre, hizo pucheros para sentarse y observar que cosa era tal olor.
-Sora ¿aún tienes hambre?- preguntó al bebé que levantaba sus manitas tratando de llegar a la cuchara
-¿Sora?
-Es su nombre.
-Es muy lindo y original, sé su significado, tu pareja y tú son de tener muy buenos gustos con los nombres.
-Oh no, yo no tengo pareja. Cuando me refería a criar con ayuda a mi bebé era con amigos omegas como yo, hace meses vivo con ellos.- sonrió tímidamente al corregir tal malentendido.
-Lo siento por malinterpretar las cosas.
-Descuida, cualquiera se confundiría.- dijo Roger limpiando parte de sus mejillas que se habían ensuciado con el helado.
-¿Y qué ocurrió con el padre del bebé?
Roger se detuvo con lo que hacía y bajó la mirada amedrentado. Nadie antes le habían preguntado de manera directa sobre el padre de su niño, menos esperaba esa pregunta de un desconocido, pero él sabía que tenía que superar esa situación terrible de su pasado y seguir adelante. No tenía que vivir atormentado por alguien que malogró su vida.
-Está muerto.- respondió en seco.
-Creo que no fue buena idea preguntar, fue muy insensible de mi parte, lo siento.
-No se preocupe, ya lo superé.- Dijo fingiendo una sonrisa se puso de pie y se acomodó el canguro de tela para colocara a Sora nuevamente.- Fue un gusto conversar con usted, debería seguir con mi rutina de trabajo pero es difícil con un bebé.
El hombre vio como el rubio levantaba un paquete del suelo lleno de bolsas con lazos a los lados y empezó a contar las cantidades de sus dulces que faltaban vender, eran pocas y con solo unas diez personas más terminaba toda la caja.
-No es nada ¿Vives por aquí?
-Oh no, vivo un poco lejos, trabajo vendiendo dulces y suelo recorrer todas las calles para terminar, por dónde vivo no pasan muchas personas nunca había pasado por este lugar pero el señor de la tienda me ofreció descansar en su puesto.
-Entonces ¿puedes ofrecerme algunas?
-Está bien, así podré ir a casa más rápido.- El rubio sacó una sola bolsa y se la ofreció pero a cambio el hombre le dio un billete de cincuenta euros. Roger comenzó a rebuscar preocupado algunas monedas para devolverle el vuelto.
-Lo siento pero no tengo para devolverle el dinero...
Al mirar al frente se dio con la sorpresa de que el hombre ya se había marchado. Salió del lugar presuroso para ver si el auto seguía en pie pero no estaba. Estaba totalmente extrañado por el gesto de ese tipo, aún mantenía el billete de ochenta libras en sus manos y detestaba que le dieran dinero por lástima. Sobraron algunas galletas y a pesar de tener el dinero suficiente para volver a casa, decidió terminarlas de vender por su cuenta.
Llegó a casa más temprano que el resto, llevó a la cama a su niño y lo dejó reposar en pañales por el fuerte calor, pero en unos instantes Sora se levantó y acompañado de un peluche, comenzó a gatear por toda la casa sin detenerse. Por otra parte Roger comenzó a darse una larga ducha fría y en menos de unos instantes llamaron a la puerta.
Eran las seis en punto y los menores al parecer ya habían llegado a casa, así que tomó una toalla para cubrirse y así abrir la puerta. Al abrirla su rostro enrojeció, fue inesperado, al ver quien era quiso cerrarla de inmediato pero una fuerza por detrás la retenía.
-Roger no hagas las cosas difíciles- dijo el tan presuntuoso alfa de rizos dorados desde el otro lado de la puerta que apareció de imprevisto. Tenía puesto un traje menos formal que la última vez que lo vio, un jean, una camisa negra hasta los antebrazos y en las manos llevaba una caja.
-No tenemos nada que hablar.
La poca fuerza del menor permitió que el alfa entrara a la casa. Roger guardó su distancia sin mirarle a la cara. Quería salir de ahí.
-Dilo rápido y después vete.
-No, así no, quiero que me mires.
Si no hacía lo que pedía era más probable a que no se vaya con más facilidad. Lo miro aún sonrojado por la sola toalla que lo cubría.
-Pero antes de empezar ¿Quién era ese tipo con quién hablabas?
-¿De qué estás hablando?!¿Acaso me haz estado siguiendo?-preguntó molesto el rubio.
-O será que acaso retomaste de nuevo a tu antiguo negocio- dijo el mayor sarcástico mientras miraba los alrededores de la pequeña casa espantado y la canasta de galletas vacía con una buena suma de dinero.- parece que salir de la ciudad sin nada fue buena idea ¿los alfas por aquí follan mejor?
-Tú no eres nadie para darte explicaciones de lo que hago en mi vida, si lo único que quieres es criticarme, vete de aquí.
-No, no era eso lo que tengo que decir y tú eres el único que tiene mucho que explicar ¿Por qué tratas de evitarme luego de ofrecerte mi ayuda?- preguntó recordando esa vez que viajó a la ciudad -Yo solo quiero lo mejor para ti ¿Por lo menos lo haz pensado? antes de irte dijiste algo que me dejó pensando y la intriga no me deja dormir ¿En qué sentido arruinarías mi vida Roger?- preguntó acercándose al omega que le daba la espalda.
Él sabía de lo que hablaba, en esa pregunta estaban las últimas palabras que dijo antes de irse a casa luego de su encuentro y estaba totalmente arrepentido de decir cosas así, cosas sin sentido que su corazón no podía evitar guardar y sin ningún valor como para que un alfa comprenda. El menor no podía dar la cara.
El silencio entre ambos era abrumante, pero un bebé ágil tomó a Roger por sus tobillos mirándolo a los ojos para que lo alzara. Tomó a su niño y estaba dispuesto a entrar a su habitación que compartía con Yul y cerrarle la puerta en la cara, sin embargo Robert fue más rápido y lo arrinconó con fuerza en la pared del pasillo sin importarle que tenía al bebé en brazos.
-Robert, por última vez vete, por favor.
El mayor quería ser más directo con él, estaba cansado de tantos rodeos y si el ojiazul no estaba dispuesto a hablar el quería aclarar esa duda que tenía. Como si tomara una delicada flor entre sus manos, tomó sus acaloradas mejillas y las acarició, tomándose su tiempo para contemplar cada parte de su rostro, era simplemente bello, el omega más hermoso que pudo haber conocido y no habría otro igual, valió esperar la pena horas para seguirlo a casa y conocer a dónde había llegado a parar.
-¿Qué estás haciendo?- preguntó Roger con la voz temblorosa en un susurro suave, dejando al niño a un lado para que no presenciara tal acto que sabría que pasaría después.
Sentía sus labios entumecidos, estaban rojos después de morderlos por los nervios de tan repentina cercanía. No era algo nuevo para él, había besado a muchos hombres en su corta vida pero solo ese alfa de cabello rubio le hacían sentir cosas que nunca antes había sentido al posar sus labios con los suyos.
Robert estaba gustoso en saborear esa boca que le hacia perder sus sentidos. Profundizó el beso con el rubio acariciando su cintura encima de la toalla delicadamente para que no tirar de ella sin pensarlo el menor correspondió, sino hubiera sido por el pequeño jugueteando por ahí lo habría tomado en ese mismo pasillo. Él estaba seguro pero queria que con ese beso reafirmar a ese sentimiento que con cada día que pasaba no desparecía por ningún lugar.
Por más que trataba de sacarlo de su mente jamás lo lograría. Desde la primera vez que lo vio esos ojos azules supo que él era especial.
La falta de aire hizo que esa calurosa danza entre sus labios terminara. Roger ladeó el rostro aún con sus mejillas enrojecidas, ahora entendía lo que ocurría.
-Si querías hacerlo, tenías que decírmelo pero no podemos hacer eso aquí. Yo comparto mi cama... y no estaría bien si lo hacemos ahí.- dijo Roger avergonzado mientras cargaba a su niño nuevamente para calmar sus nervios- Primero déjame cambiarme y encargar a alguien a Sora e iremos luego algún motel por aquí.
Sin poder permitirle decir alguna palabra más al alfa, Roger se dirigió a su habitación encerrándose. Mientras recostaba y buscaba algo fácil para cambiarse. Estaba un poco desorientado luego de recordar ese reciente beso
¿Por qué lo había besado de esa forma, tan sutil y suave como si fuera alguien extraño?
Su corazón estaba acelerado comenzando a crear historias que no eran, por lo general sus besos era fogosos y eso solo significaba una cosa ¿Acaso ya no era su favorito?¿Qué pasaba?
-Un amigo omega vendrá por Sora para cuidarlo, él tiene las llaves así que no habrá problema en irnos ahora- dijo el menor dirigiéndose presuroso a la salida.
-Roger para.
-Los demás llegarán pronto, pero les escribí un mensaje y lo dejé en la mesa, conozco un motel por aquí cerca, es muy barato tengo un poco de dinero asi que creo que con eso bastará...
-No voy a ir a ese lugar- exclamó más fuerte interrumpiéndolo para que lo escuchara. Roger volteó y lo miró serio.
"Entonces es verdad" corroboró en sus pensamientos.
-Pero ya te dije que no podemos hacerlo aquí tengo un bebé y es...
-¡Tengo al importante que decirte primero!- exclamó Robert tomándolo del antebrazo para detenerlo.
El corazón de Roger estaba destrozado, entonces ¿para qué lo visitaba?¿sólo para humillarle y hacerle ver que la vida en la ciudad es mejor que la vida que tiene ahora en esa pequeña casa? Sentía como si su pecho se oprimía y el nudo en su garganta no lo dejaba hablar.
-¿Entonces... para qué me buscaste?- preguntó con la voz entrecortada, sus manos estaban sudorosas y las apretó de furia.
Robert no sabía por dónde empezar no lo hacía notar pero estaba nervioso, nunca en su vida se había sentido en decir lo que pensaba pero luego de ese beso estaba dispuesta a demostrar sus verdaderas intenciones.
-Al besarte, yo pude escuchar muy fuerte tus latidos que salían de tu pecho y sé que tu pudiste escuchar los míos.
-¿De qué estás hablando?- preguntó el rubio volteando a mirarle a los ojos con un pequeño brillo en ellos.
Esos ojos que lo enloquecían y le hacía robar mil suspiros, esos ojos que si tan solo correspondía a ese sentimiento que comenzó a florecer por primera vez lo volverían loco por toda su vida.
-Quiero apoyarte pero no solo por los días que vengas a la ciudad, quiero tenerte a mi lado, quiero ayudarte a tener una vida mejor. Hay muchos omegas en el mundo pero mi corazón solo quiere que pertenezca a uno solo y me dejé llevar por él cuando te conocí. Sé que cuando dijiste que podías arruinar mi vida ¿era corresponder a tus sentimientos?
¿Tú también sientes algo por mi?
Sus manos comenzaron a sentirse frías, no podía creer lo que escuchaba sin embargo esas palabras se escuchaban tan profundas que le llegó al alma. Todos esos años Roger nunca pensó enamorarse después de ser abusado por otro alfa, la confianza en todo alfa se le había esfumado, había desaparecido pero cuando conoció a Robert se sintió tan protegido, tan querido que no quería arruinar esa amistad.
-Desde que ocurrió ese incidente con ese maldito alfa en el pasado, quise negarme a esa ilusión de enamorarme de un alfa...No lo pude evitar, lo siento, no quería- Roger se hecho a llorar al recordar otra vez esa situación que no quería que apareciera en su memoria a su vez porque sentía que hacía el ridículo frente al alfa quien se enamoró- Al conocerte y ver de que se trataba de un alfa tan poderoso como tú y demostrabas tanto interés en mi, eso es muy peligroso para ti. Si salí de la ciudad fue porque no quería aceptar la idea de lo que comenzaba a sentir, por miedo a sentirme atraído por ti.
Sollozó limpiándose el rostro de alguna manera su pecho se sentía aliviado luego de soltar toda la presión de sus sentimientos que tenía guardados. Robert estaba perplejo con cada palabra lucía tan tierno tratando de confesar sus sentimientos, que por un momento quiso reír por cada palabra torpe que salía de los labios del menor.
-También me gustas Roger, muchísimo- interrumpió Robert acercándose lentamente al contrario, tomó su rostro y lo levantó para que lo mirase a los ojos, pero temía su expresión.
Hubo un tranquilo y cómodo silencio mientras Robert tomó su cintura sobre la ropa que llevaba y la otra mano acariciaba suavemente su rostro.
-¿Por qué te gusto?¿Qué tan importante soy para ti?- preguntó Roger dejándose tocar. No sabía que hacer o qué preguntar estaba siendo correspondido, todo era nuevo.
-Eres hermoso, y no tienes idea cuanto.
Le interrumpió el alfa, tomando su rostro acercándose a él. Miró al menor y mostró una tímida sonrisa. Era la primera vez que escuchaba algo así, se escuchaba tan sincero y en su mirada lo demostraba antes de tocar nuevamente sus labios. Robert no había hecho más que ayudarle todo este tiempo, incluso no le importaba si tenía a su niño de por medio.
No esperó ningún segundo para lanzarse y abrazarlo con ese sentimiento que nacía por primera vez en el, se sentía tan aliviado que quería demostrar cuanto lo quería, no solamente teniendo sexo sino de otras formas más bellas en demostrar su amor.
-Quiero tenerte para siempre, nunca te faltará nada a mi lado, si vives conmigo serás feliz.- le susurró .
"No tengo nada costoso que ofrecerte, solo mi corazón."
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top