XIX

-¡Vayan por ayuda!¡Por favor, alguien!- gritó Roger desesperado con pánico, Ori al escucharlo salió corriendo fuera de casa para buscar ayuda a quien sea. El rubio tenía al recién nacido en sus brazos que temblaban mucho, trataba de no hacerlo, pero era imposible al tener en sus manos a una luz que se apagaba de pronto. Iván sollozaba aferrándose al primer bebé para mantenerlo caliente.

-¡Yul despierta!- Jimmy trataba de reanimarlo mientras golpeaba las mejillas sonrojadas y sudorosas del menor.-¡No te duermas!¡Yul!¡Yuul!

-¿Qué le está pasando?- preguntó entre sollozos Iván- ¿Y si lo llevamos a un médico? Ellos salvaran al bebé

-¡Iván no digas tonterías ahora es casi la mitad de la noche!¡No tenemos dinero, no nos atenderán y peor al saber que la madre es un chico omega!

-Yul aún tiene pulso y respira, puede que se haya desmayado por el esfuerzo, pero el bebé, no sé que hacer con él...-dijo Roger tratando de calentar al niño lo más posible, sabía que a las personas cuando se ahogaban se le presionaba el pecho para que vuelvan en sí, pero era tan solo un diminuto cuerpo que temía romper. Con mucho miedo suavemente trató de dar pequeños golpes a su pecho. No sabía qué cosa hacía, pero quería intentarlo.

 -Vamos pequeño, has un esfuerzo. Tu mamá quiere conocerte,  haz que él se sienta feliz, te lo suplico.

Los minutos pasaban y cada vez sentían que perdían la esperanza de mantener al pequeño con vida. A Roger el llanto le agotó las fuerzas de hacerlo revivir, el pelinegro terminó de limpiar al menor que se había desmayado por el sobresfuerzo del parto en medio del llanto. No podían creer que todo acabaría así, todos esperaban ansiosos y felices por la llegada de los bebés. Su felicidad  nubló la realidad que se presentaría después, las posibles dificultades y lo que nunca pensarían de que pasaría, el fin de una vida.

-¿Mis bebés?¿Dónde están?- se escuchó un murmullo, Yul había despertado aún agotado abrió sus ojos y miró a los tres omegas con lagrimas en los ojos sin respuesta. No sabían que decir, Yul pudo visualizar al primero en los brazos de Iván que se removía inquieto y pudo entender que estaba bien, pero al voltear a ver al pequeño bulto que sostenía el rubio, su rostro estaba pálido y su expresión era muy triste.

-¿Qué ocurre?- preguntó confundido Yul asustado al ver la cara de todos. Inmediatamente, su instinto protector de omega percibió que algo andaba mal.

-¡Es una mentira!¡No es cierto!- gritó el menor al descifrar que su bebé luchaba por mantenerse con vida.

Se levantó como sea para llegar a él, sin embargo el dolor reciente en su parte baja se presentó y lo hizo caer al suelo.

-¡No te muevas, debes descansar! Te cargaré de vuelta a la cama- dijo Jimmy para luego tomarle en ambos brazos.

-¡No!¡No me importa lo que me pase!- escuchó gritar a Yul mientras forcejeaba entre golpes al pelinegro, nunca lo había visto así estaba desmoronándose de a poco. LLegó al bebé y le arrebató de Roger con brusquedad para apegarselo  en el pecho y sintiera su calor, pensando que era solo eso que le faltaba.

-Aún está un poco tibio, solo le falta sentirme.- dijo Yul evitando llorar.

-¡Yul basta no lo lograrás así!¡Si te desmayas será peor para tí!

-¡No lo dejaré ir sin intentar algo antes!- gritó en medio del llanto, estaba completamente desesperado. Quería escucharlo llorar, que lo mirara. Su cuerpo temblaba junto a pequeños espasmos de impotencia.

La vida que tenía de a poco se desmoronaba en sus brazos. Estaba tratando de vivir en ellos, pero no puede hacer nada.

-¡Quiero mirarte, quiero conocerte quiero ver que belleza es lo que pude crear y cuando yo muera pueda reconocer quien fue mi niño!¡Por favor! Lo siento, lo siento tanto bebé

Todos sabían que el pelirrojo podía percibir cuando un ser de su propio cuerpo cedía, reconocía que no iba a sobrevivir. Las palabras del menor salían desde el fondo de sus entrañas, era imposible no quebrarse al escucharlo. No había salida, el bebé estaba pálido, pero aún así lo miraba con ternura y lo acariciaba como si solo estuviera durmiendo . Yul impulsivamente lo apretó a su pecho, comenzó a llorarle mientras sus lágrimas humedecían la manta.

La habitación estaba en silencio y todos presenciaban como se despedía del pequeño entre lágrimas, pero a los minutos el hijo de Roger en la otra habitación comenzó a llorar por los llantos y gritos. Jimmy se puso de pie e iba a ir a atender al bebé, abrió  la puerta de la habitación y su tristeza de repente cambió a estar con una rabia feroz al  encontrar a Ori al lado de un alfa de casi dos metros frente a la habitación.

-¡Pero que demonios Ori! ¿Cómo te atreves a traer a un maldito alfa en estas circunstancias?

-No, espera el es...

-¡Sal de aquí!¡Lárgate ahora mismo si no quieres que te dé otra paliza!

Los demás omegas se sobresaltaron al mirar la puerta, lo reconocieron al instante había pasado tiempo pero no olvidaban el rostro del alfa que los humilló cuando trabajaban. Estaban asustados por presenciar a  un nuevo alfa.

-¡Jimmy es suficiente!- gritó Roger repentinamente, todos lo miraron, el sabía que clase de persona era ese alfa con cabello rizado, era muy profesional en su trabajo y era uno de los pocos alfas amables que conoció- El es...

-Solo he venido ayudar.- se entrometió Brian para no hacer perder más tiempo.

No lo pensó dos veces cuando vio al fondo de la habitación al omega en llanto, tratando de revivir a un bebé en sus brazos. Se dirigió de largo casi empujando al ojiverde,  reconoció ese cabello rojizo y ese rostro que desde que lo conoció reflejaba tanta paz,  al verlo esta vez era como si una vela lo hubiera apagado.

-Haré todo lo posible para que dejes de llorar.

-¡Doctor May salve a mi bebé!

Las emociones estaban reencontradas en la habitación, Yul se abrazó de Roger sin voltear por miedo a mirar lo que iba a pasar mientras sollozaba y humedecía la polera del rubio, pero eso era lo que menos importaba ahora. Jimmy estaba fuera del cuarto tratando de dormir a Sora, no quería entrar, no quería ver lo que pasaría. 

Pasaron algunos minutos y el alfa presionaba con una fuerza prudente entre las costillas del recién nacido, no era tanta la fuerza emitida, pero las gotas de sudor caían por su frente y nariz. Había pasado por esas situaciones antes en el hospital, pero nunca en un dormitorio y no tenía los suplementos adecuados para hacerlo con mayor facilidad.

Presionaba por un momento y cuando dejaba de hacerlo observaba si el niño se movía y repitió dos veces esa acción. Cuando creyó que su fuerza se daba por vencida, el bebé que descansaba empezó a agitar su pecho hacia arriba y abajo con dificultad, sus mejillas pálidas se sonrojaron con fuerza y los quejidos entrecortados del segundo recién nacido resonaban de a poco.

-Vamos pequeño tu puedes, eres fuerte, llora, haz feliz a tu mamá.

Yul volteó cuando escuchó ese débil quejido y volteó para ver la carita de su bebé que se fruncía, abrió la boca completamente al respirar por primera vez. El omega en su intento desesperado quiso tomarlo en sus brazos, pero Brian no se lo permitió aún. Yul se quedó frente a su bebé para que lo mirase cuando abra sus ojitos y así lo hizo, en medio de la cama el pequeño lloraba fuertemente, se removía levantando sus piernitas y brazos, se acostumbraba a sentir las nuevas feromonas, el nuevo ambiente y la nueva vista a un hermoso rayo de luz que tenía frente a él.

El nuevo llanto de un nuevo ser se volvió una bella música para los oídos del omega.






-Señor May dentro de cinco minutos tendrá la visita de los interesados ejecutivos en su nuevo proyecto que pondrá en marcha. Quiero agregar que una compañía sobre eventos nocturnos muy prestigiosa también vendrá.

-Quiero que coloques a todos en lista para cuando lleguen.

 -En realidad el presidente de esa compañía es una persona muy joven, pero muy estricto cuando se trata de trabajo, me mencionó que no quiere que le dé a conocer su nombre el mismo se presentará a usted.

-Como sea, con tal de tener el apoyo de esos tipos, no me interesa. Por cierto manda a llamar a Brian, necesito que se encargue de un asunto urgente.

John se quedó en su mismo lugar sin moverse, no quería sentirse temeroso ante esa situación, sin embargo la mirada indiferente que le brindó lo único que deseaba era desaparecer.

-¿Acaso no escuchaste? te di una orden

-Brian no está en casa señor.

-Si está en ese estúpido centro médico de su madre, mándalo a traer de inmediato, su salida estaba prohibida de esta casa.- exigió molesto el hombre guardando su compostura.

-No es eso, lo que sucede es que...Brian se fue de la casa y al parecer pretende no volver por un tiempo.

-Ese infeliz, detesto esa actitud nefasta- rio Harold apenas escuchó sobre la huida tan cobarde de su hijo- No tengo tiempo para preocuparme por estupideces, va a volver, apostaría un millón de euros que volverá cuando no tenga a  omega que salvar, cuando me haya desecho de todos.










Había pasado ya una hora luego que el segundo bebé se recuperara. Fue una alegría para todos tener a los dos gemelos juntos. Resultaron ser dos bellos niños uno con cabello rojizo casi castaño como su madre y el otro solo castaño. Sus ojos no se percibían muy bien pero Yul pudo notar que uno de ellos llevaba unos hermosos ojos zafiro, estaba conmovido muchísimo pues le recordaba al alfa quien se enamoró por primera vez y pudo concebir de él a sus hijos, aunque nada terminó bien, a pesar de haber sufrido de ese amor, tenía una pizca de esperanza de que algún día conociera a sus bebés.

Cuando Yul se dispuso a alimentar por primera vez a sus bebés Roger fue en su ayuda, fue difícil hacerlo, pero con su ayuda pudo acomodarse y sentirse satisfecho. Para darle privacidad Brian optó por salir y esperarle para indicarle al omega que hacer después. No esperaba que el pequeño rubio tuviera tanta experiencia acerca de la atención de bebés recién nacidos, no sabía nada de él, así que pensó en miles de posibilidades que lo llevó a su conocimiento, pues no todos los omegas sabían como funcionaba su cuerpo.

-Son muy hermosos, nunca me los imaginé tan hermosos- murmuraba mientras acariciaba las cabecitas de su niños con ternura mientras comían con avidez- Les daré mucho amor hasta que muera y será el doble, aunque su padre no pueda conocerlos por ahora, cada noche les contaré cada detalle de él.

Roger estaba extrañado por lo que dijo Yul, no podía creer que no olvidara a ese alfa que lo había abandonado, dejándolo solo con dos criaturas.

-No deberías seguir pensando en esas cosas del pasado- interrumpió Roger que lo miraba tiernamente.- Recuerda que el doctor te dijo que los pensamientos dolorosos  te bajan las defensas, aún estas recuperándote. Yul sonrió por lo bajo sin dejar de acariciar a sus pequeños.

-Lo siento, es que esos pequeños ojos me hicieron recordarlo, sé que es imposible que algún día regrese, pero tengo la ilusión de verlo otra vez, pero ahora no me siento triste, él está en mi memoria como el más hermoso y feliz suceso. Gracias a él pude tener mi pequeña familia, la familia que nunca tuve y siempre soñé, a pesar de que me hizo daño, no le guardo rencor porque en el fondo de mi corazón yo lo amé y sé que el me amó más, aún lo amo, muchísimo, aunque ya no esté aquí conmigo.

Escuchar dichas palabras tan conmovedoras de Yul hizo que su cuerpo se escarapelara, Roger no podía decir lo mismo sobre el padre de su hijo y sentía un nudo en la garganta, su historia era muy distinta, sentía tanta amargura por aún no querer aceptarlo, para el ese alfa estaba muerto y nunca más volvería a ver. Yul pudo amar en el pasado y pudo vivirlo, aunque no durara mucho, pero tuvo la oportunidad de disfrutar de amar a alguien que también lo hizo por el y gracias a ese amor pudo traer vida al mundo.  Comparar su situación con la del pelirrojo, de alguna manera le hacía sentir un poco de envidia, una envidia que no quería sentir en ese instante.

-¿Quieres tomar algo?- preguntó el rubio cambiando de tema bruscamente, realmente le era incómodo seguir pensando en eso.- Iré por algo de beber, el trabajo de parto de pronto te habrá deshidratado.

-Algo de infusión, está bien- asintió sonriente el pelirrojo, no notó su cambio de actitud repentino pues sus hijos se llevaban su atención. 

El rubio divagaba en sus pensamientos sobre lo que decía Yul. Nunca se puso a pensar en las circunstancias del menor, pero trataba de no juzgarlo aunque no podía evitarlo ¿Cómo podía aún quererlo? Había sufrido tanto con ese alfa y aun así estaba dispuesto a estar con el, un alfa tan egoísta. 

-Roger- llamó una voz melodiosa tras el sacándole de sus pensamiento- es una sorpresa verte de nuevo.

El omega volteó topándose con el alfa de rulos negros, su vista llegó casi a la altura de su pecho, había olvidado que tan alto era. El rubio no se había percatado de que Brian aún estaba en casa, no tuvo tiempo ni de saludarlo por la emergencia que hubo horas antes. De alguna forma se sentía nervioso por su presencia, no podía negar que era apuesto, pero eso no era lo que lo intimidaba sino esa aura de serenidad que parecía que llevara por todas partes.

-También es una sorpresa verlo doctor May.- respondió sonriendo tímidamente, mientras retiraba nervioso un mechón de cabello, nunca pensó que vendría después de haber pasado un mal momento al llamarlo por teléfono, de hecho pensó que nunca más lo vería. No tenía sentido enojarse con él por ese motivo, comprendía que de pronto no estuviese en casa, pero era curioso que llegara a toda prisa en cuanto Ori le pidió ayuda.

-Y... es agradable verte de nuevo.- agregó Brian brindándole una cálida sonrisa, que hizo a Roger estremecer.

 El rubio no supo que responder, ¿Por qué le decía eso? tal vez aún no superaba lo grosero que había sido aquel día en el hospital ¿Lo habrá dicho sarcásticamente? pensó. Un silencio incómodo se presentó, nunca había entablado una conversación casual con otro alfa que no sea Robert, no podía lidiar con eso.

-Quiero disculparme por Jimmy, por lo que te dijo antes.- habló Roger cambiando de tema y romper la tensión- A veces es muy efusivo, ellos no están acostumbrados ver a un alfa, de hecho creo que es la primera vez que ven a uno muy de cerca.

-Descuida, no me molestó. De hecho es muy simpático, nunca pensé conocer a otro omega tan efusivo.

-¿Otro omega?

-Si, el primero fuiste tú. 

Roger se sonrojó apenas terminó dichas palabras recordando todas las ocasiones que lo trató mal, mostrándole su mal temperamento cuando se enoja, por naturaleza solía aparentar un rostro lindo pero cuando algo no le agradaba, se transformaba y sacaba lo peor de él. Creía tal vez que su pasado lo había hecho desarrollarse así, la mayor parte de su vida lo había pasado solo y esa personalidad tan grosera en algunas ocasiones lo ayudaban a defenderse de quien tratase de aprovecharse de él.

-Lo siento, no suelo contenerme en algunas ocasiones-respondió riendo un poco avergonzado.

Brian al notar ese cambio en su rostro le devolvió la sonrisa, era realmente adorable. El silencio luego se apoderó entre ambos, era la segunda vez que entablaban una conversación tan larga.

-Vayamos a la cocina, tengo que preparar una infusión para Yul, ya sabes está agotado. Puedes presentarte al resto de mis compañeros, creo que quieren conocer al alfa que nos ayudó- dijo Roger con confianza tratando de mantener esa serenidad que el contrario poseía, dándose cuenta que al mayor le salía tan natural.

No había necesidad de guiarlo a la sala pues aquel sitio que no estaba muy lejos, no se había percatado lo diminuto que era la casa, la mesa era todo lo que entraba en el. Le dio una rápida mirada a la entrada de la casa y dos pasos al costado de la puerta había un viejo sillón, la cocina eran dos estufas encima de un mueble y la pared era ocupada por un gran horno campestre.

Jimmy e Iván estaban ordenando algunas cosas para trabajar al día siguiente como doblando algunas prendas y horneando algunos dulces. No podían dormir a pesar que ya era tarde por el horrible susto que tuvieron horas antes y  la angustia de saber como estaban los niños. Cuando vieron pasar al rubio y el alfa de casi dos metros dejaron lo que hacían para observar al mayor.

-Disculpen por no haberme presentado correctamente mi nombre es Brian May y soy médico especializado en omegas- mencionó sin rodeos antes que Roger lo hiciera dejándolo con las palabras en la boca. Importándole poco tal interrupción, se dirigió a la cocina y empezó a preparar un aguento y alguno que otro alimento para llevárselo a Yul

-Es un placer señor May, yo soy Iori, pero puede decirme Ori- habló repentinamente el menor, se acercó a él sin vergüenza alguna para estrecharle la mano, pero aprovechó tal acercamiento para ponerse de puntillas y besarle la mejilla derecha.

-Es por agradecimiento, por ayudar a nuestro amigo.- dijo dándole una sonrisa coqueta.- ¿Vive por aquí? Nunca lo había visto.

-¡Ori basta! es obvio que no es de aquí- gritó Jimmy dándose cuenta las intenciones del menor que casi da un brinco del susto.- Disculpe, es muy ocurrente, no quiero que nos malinterprete. Soy Jimmy y este a mi lado es Iván, creo que ya nos hemos visto antes y no fue muy bonito nuestro antiguo encuentro quiero disculparme por eso.- habló preocupado el pelinegro recordando el golpe que le propinó en plena calle.

-Oh no se preocupe, no me gusta guardar rencor. Espero algún día remediar ese daño que ocasioné aquella vez, lo que dije esa vez fue terrible no sabía la situación que...

-Olvide lo que dijo aquella vez- se entrometió Iván- Nos ayudó, salvó al bebé de Yul.

-Para mi es un placer ayudar, no me gusta recibir nada a cambio, no pensé que en una casa tan pequeña puedan vivir cinco personas y dos bebés. Es increíble.

-Nosotros estamos muy agradecidos con usted señor May aunque sea un alfa, nosotros no estamos acostumbrados a los buenos tratos- dijo Jimmy.- Bueno usted creo que ya sabrá la razón.

-Por favor, díganme Brian. Solo tengo veintidós años, me hace sentir anciano llamándome señor.- dijo amablemente con esa tan tranquila sonrisa que al parecer ya había encantado a los menores, una sonrisa que no pudo evitar conquistar el corazón de quien lo veía.

Por primera vez en mucho tiempo Brian nunca había conocido a un grupo de omegas tan sencillos, frecuentaba siempre con ellos en los hospitales, pero nunca jóvenes con una belleza resplandeciente, sabía que muchos vivían escondidos por temor a la sociedad, pero conforme hablaban y  le contaban a que se dedicaban, que cosas realizaban cada día, pudo ver en cada uno, una sonrisa diferente, una personalidad diferente, comunes y corrientes, como todo alfa o beta, como toda persona.

Era sorprendente como todos compartían entre si para salir adelante, no eran de la misma sangre pero se trataban como si fueran familia, una adorable familia de omegas valientes que afrontaban el día a día.

A mitad de la conversación Roger volvió a la cocina y se quedó observando como el alfa se desenvolvía tan amenamente con el resto, en el hospital supo como era Brian, tan querido y al parecer esta ve no sería la diferencia. Brian por un momento dejó lo que hacía para volver al cuarto de Yul y despedirse si estaba todo bien, pero era hora de regresar a su apartamento.

-¡No se puede ir! ¿Y si mi bebé deja de respirar de nuevo cuando estoy durmiendo?- preguntó el menor asustado aún arrullando a su pequeño.

-Eso no pasará, Brian dijo que solo necesita dormir, comer y con mucho amor el bebé vivirá feliz- dijo Roger ayudando a doblar algunas sábanas para ayudarlo a acostarse.

-El vivirá muy cerca de nosotros por unos cuantos días, si pasa algo podemos llamarlo.- agregó el ojiverde tratando de calmar al menor.

-No tengo problema con quedarme- dijo el ruloso al abrir la puerta y encontrarse con el rostro emocionado de Yul y Ori, pero confundido del resto.













En una de las oficinas de la compañía alfa perteneciente a la familia May se llevaba a cabo una junta de presidentes y ejecutivos de más altos cargos para debatir sus propuestas para la mejora de sus ciudades en conjunto. Habían pasado más de cinco horas discutiendo sus ideales, fu muy sencillo para el señor Harold May convencer a los demás sobre la ley que pretendía llevar a cabo. Muchos de ellos firmaron para que esta practica se lleve de inmediato y cuanto antes mejor. 

Cuando todos estaban por retirarse en medio de la gran mesa de junta, esperó un hombre de cabello platinado no porque estuviese muy anciano, sino ese color peculiar de cabellos era su aspecto. Sus exuberantes ojeras bajo de sus ojos que eran cubiertas por un par de anteojos que bajo ellos no dejaba de quitar la vista al hombre de la otra habitación.

- Estoy fascinado cuanto ha crecido tu empresa, Harold, la ultima vez que vine estaba por lo bajo de raking de empresas con más dominio.- dijo el tipo poniéndose de pie cuando toda la habitación estuvo vacía.- Espero que continúe así y no decaiga cuando su hijo eche todo a perder, se ha escuchado tantos rumores del próximo heredero, no del todo bueno.

- ¿Quién es usted? No tiene derecho de hablar de mi familia- dijo Harold encarando al sujeto que relajantemente se puso hablar sandeces. 

- Alfred Wagner, supongo que no ha escuchado de mi.

Había escuchado su nombre, era uno de los alfas con más fama no solo por la cantidad riquezas que poseía sino por sus recurrentes escándalos para algunos en cuanto a lo que se dedicaba. Era un hombre muy hábil en cuanto a negocios, tenía más de treinta burdeles por todas partes del mundo, de los más costosos y las personas que trabajan ya sea mujeres beta u hombres, eran su atractivo principal, eran muy buenos en su trabajo. La fama no duró mucho en su trabajo pues cada día los clientes reclamaban y exigían más servicio omega, lo que carecía. 

Al pasar los años muchos omegas se han ido revelando y modernizándose a la sociedad, no todo en la vida era dinero fácil, era difícil conseguirlo pues las leyes impuestas contra ellos no les permitía hacerlo. De igual manera, continuaron esforzándose, buscando trabajo, lidiando con los malos tratos para tener algo que comer. La sobrepoblación omega se incrementó día a día debido a este motivo, en llevar sus vidas como toda persona, conocer el amor, tener hijos y morir.

- Claro que si he escuchado de usted, está involucrado en lado oscuro. Disculpe, pero por mi parte no me sentiría tan orgulloso de lo que he logrado si tuviera esa clase de negocios.- dijo el señor May con cierta indiferencia.

-Pero eso es justo de lo que ha estado hablando durante toda esta junta señor May. Incrementar más omegas al negocio. Después de todo es un alfa, no lo juzgo, así somos por naturaleza.- sonrió ladino Alfred, dándole palmadas en el hombro derecho al contrario como si fuera dándole su apoyo

- No ha entendido parte de mi proyecto, parece que solo se quedó para que le explique bien de qué se trata, no es solo capturar omegas a prostituirse- respondió Harold apartando la mano del otro alfa con cierto asco.

- Sin embargo, es parte del plan- añadió el alfa- Mire soy una persona muy ocupada como verá, solo seré directo, iré directo al grano. Quiero aportar el setenta por ciento, ochenta de lo que necesitará para el comienzo de su "exterminio"

-No tengo problema con eso.- dijo Alfred sin dudarlo, sabía que iba a salir muy costoso y tener el apoyo de otra persona iba ser beneficioso para él,  no obstante sabía muy en el fondo que tenía que dar algo a cambio conocía a ese tipo de alfas, nada era gratis.

-La cantidad que daré será la misma cantidad o podría ser mejor el doble, sí, el doble de omegas los quiero bajo mi cargo y por favor que sean los más agraciados, ya sabes, rostro lindo, cuerpo prominente, pero sobre todo vírgenes. Si cumples con mi última petición obtendrás la tercera parte de lo que gane cuando esos muchachitos empiecen a trabajar para mi. Conoces bien cuanto se gana en mi negocio. Tu solo te dedicarías a descansar mientras esas putas hacen su trabajo. ¿Qué dices? 

Harold escuchó con detenimiento cada palabra, no podía creer lo que le ofrecía. Básicamente era dinero sin estar trabajando tan duro, se sentía extraño, pues para llegar a las comodidades que tenía ahora se esforzó mucho para conseguirlo a pesar de ser alfa. En todo el recorrido, vio distintas maneras para tener dinero fácil sin embargo no era muy buen visto por otros alfas en su época. Le estaba proponiendo una buena suma de dinero estaba entre la espada y la pared si dejar de lado sus valores y adentrarse a ese mundo, pero por otro lado quería demostrar de una vez por todas a su hijo de qué se trataba ser un verdadero alfa.










Después de estar de acuerdo que Brian se quedara por una noche, buscaron lo mejor que tenían para ofrecérsela al mayor, las ansias y la curiosidad estaban a tope pues desde hace mucho que no frecuentaban con alguien como él, un chico de la alta sociedad muy caballeroso . La sencillez del alfa había logrado que cada uno de los omegas disfrutara saber más cosas sobre Brian, a pesar que era muy tarde lo escucharon contar cada cosa que vivía un alfa y comprendieron esa noche que es difícil vivir como hijo de personas de esa clase que lo tiene todo.

A pesar de las insistencias de no querer ocupar una de los pocos colchones no tuvo alternativa en acceder , no quería molestar, pero al parecer los omegas estaban encantados a que se sintiera lo más cómodo posible. Se sentía tan extraño , pero era tan divertido al mismo tiempo, el lugar a su alrededor era tan distinto a las lujosas habitaciones que había frecuentado en toda su vida

En toda la casa solo habían dos habitaciones pequeñas sin contar la sala y el baño, en cada una era dormitorio de dos y tres omegas, solo había una cama y ahí se encontraba Yul con sus bebés, al lado de la cama, en el suelo sobre cartones había una colchoneta de espuma y ahí acomodaron al alfa. El resto de omegas se acomodó en la otra habitación, pero Roger para estar más cómodo con su bebé colocó una colchoneta en la sala. Últimamente Sora lloraba por las noches y no quería incomodar a los demás. 

Como era de esperarse a mitad de la noche se escuchó un sollozo de un bebé en la habitación, la casa estaba totalmente oscura y vio a una sola silueta levantarse de la cama y tomar al bebé que tuvo dificultades al nacer. Brian despertó al escuchar que trataba de darle alimento, pero este lo rechazaba.

-¿Necesitas ayuda?- susurró despacio para no despertar al resto, con solo ver la mirada preocupada de Yul tomó al niño- Puede ser que no tenga hambre y solamente esté con gases.

-Pero yo le quité el aire a mi pequeño.

-Muchas veces lo retienen y no votan lo suficiente.

Yul se entristeció un poco porque pensó que desde el principio estaba haciendo las cosas mal como madre primerizo.

-No hay de qué ponerse triste, lo estás haciendo bien, quisiera poder hacerlo, pero necesitan de ti, el apego de una madre es importante para un recién nacido.

Brian acomodó las almohadas de tal forma que Yul quedase un poco inclinado y sentado para colocar al bebé en su hombro. Comenzó a darle suaves palmaditas hasta que el pequeño empezó a soltar pequeñas burbujas de su boca hasta quedarse dormido nuevamente. 

-¿Lo hice bien doctor?

-Estuvo genial- dijo Brian mientras ayudaba a bajar al bebé de su hombro. a Yul todavía se le hacía difícil tratar con recién nacidos- Serás una madre increíble

-¿Usted lo cree? no parece fácil, pero haré lo mejor- habló somnoliento el pelirrojo tratando calmar a su otro niño con caricias tomándolo con sumo cuidado en sus brazos pues  empezaba a despertar. El otro pequeño se aferró a su chompa tratando de buscar alimento -No quiero incomodarlo, pero creo que mi otro bebé tiene hambre.

-No no te preocupes puedes hacerlo aquí yo saldré a la sala un momento para darte más privacidad.

-Está bien- sonrió ligeramente Yul mientras no apartaba la mirada de su niños por ningún segundo.

Conforme se acercaba a la sala escuchó un susurró, como un cántico de cuna, la voz era tan inusual y era mezclada por algunos lloriqueos de un bebé tratándose de calmar, de todas  formas se acercó sigilosamente.

En la habitación notó a Roger, ese omega con un rostro inusual, la parte superior de su cuerpo estaba desnuda, una espalda con algunas cicatrices, se volteó un poco cuando notó que algo en sus brazos se movía en sus brazos. Un bebé con unos ojos muy similares al rubio se alimentaba de su pecho, muchos sentimientos se revolvieron en su cabeza, no pensó que fuera posible, era tan solo un niño, un pequeño de siete años cuando lo conoció y ahora ese mismo niño alimentaba a un bebé. En un principio dudaba que fuera su pequeño, su cabello era platinado, pero esos ojos, esos ojos los reconoció perfectamente.

"Un hermoso niño,  al igual que tú"

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