III
-Soy Robert Plant- la sonrisa de su rostro no desaparecía. Se quedó un tiempo apretando su mano.El rubio no dejaba de mirarlo a los ojos. Roger no reflejaba tanto interés en Robert, le parecía simpático y todo, pero era alfa y eso era lo que temía. Por otro lado, al ruloso le sucedía completamente lo contrario.
Todo el recorrido fue silencioso, la fuerte lluvia golpeaba el parabrisas y el techo del auto. Roger miraba en dirección a la ventana, recostó su cabeza en esta, y trató de dormir un poco, estaba totalmente agotado, ya no tenía fuerzas de nada.
Estaba a poco de estar en brazos de morfeo cuando de pronto Sora empezó a removerse, tratando de zafarse de las mantas que lo tenían aprisionado. El chupón calló a un lado de las mantas comenzando a jadear. Roger despertó de golpe, acomodó a su nene, trató de calmarlo meciéndolo. En un comienzo eran sollozos pero a medida que trataba de hacerlo dormir, el bebé ya no sollozaba ahora lloraba y gritaba con todas sus fuerzas.
-Cálmate amor, ya casi llegamos a casa.- con un pañuelo secaba la carita del bebé- el señor Plant nos echará de su auto si sigues llorando.
Robert miró al lado suyo apreciando la situación de aprietos que se encontraba el menor.
-Si sirve de ayuda podemos ir a mi casa, para que atiendas a tu bebé.- Roger lo miró incrédulo- Luego de atenderlo claro te dejo en tu casa.
-No creo que sea necesario.-contestó
-Mi casa está a unas calles de aquí, será rápido.- miró de nuevo al bebé que seguía llorando en busca de atención- Al parecer no dejará de llorar solo meciéndolo.
- Sólo llévame a mi casa quieres, te pagaré, no necesito que te entrometas yo me puedo encargar.-La manera en la que le contestó Roger fue tan indiferente que no quiso insistir, tenía miedo a como reaccionaría el rubio.
Los llantos de Sora continuaron minutos después con Roger susurrándole cosas , hasta que un horrible olor envolvió todo el lugar. El ojiazul estaba completamente avergonzado.
-Este pequeño necesita atención iremos a mi casa y no aceptaré un no como respuesta.- Roger estaba consiente que donde vivía estaba más lejos de lo que pensaba y no aguantaría ni un minuto más ese olor putrefacto.
-Está bien.- toda su rostro estaba rojo de la vergüenza- Solo será por poco tiempo.
Robert trató de ocultar las ganas de reír que tenía en ese momento, pero no quería hacer sentir mal al pequeño rubio, que ahora sonrojado le parecía aún más hermoso de lo que se encontraba ahora.
Llegaron segundos después a un lujoso edificio cubierto de vidrio. Ya era como media noche todo el lugar estaba silencioso. Los llantos del bebé no tardaron en llegar. Subieron por el ascensor haciendo que el rubio decayera un poco, no sabía si era por el mareo del transporte o cansancio. Al llegar al departamento no podía negar lo elegante que era. Tomó sus cosas y recostó a Sora en el sillón más cercano.
-No te preocupa si lo cambio aquí.-preguntó aún con sonrojo en sus mejillas.
-No, me preocupa más que tu pequeño esté bien.- sonrió, acercándose a donde se encontraba el rubio.- Déjame ayudar..
-¡No!- gritó el rubio alejando a su bebé de Robert. Su mirada transmitía miedo y había empezando a sudar frío.
-Tu crees que por ser omega soy un inútil, yo puedo encargarme, no necesito ayuda.
-¿Roger te encuentras bien?- estaba a punto de acercar su mano a la frente del rubio pero este de un manotazo lo alejó.
-Y crees también que porque soy un omega voy a dejar ¿que se aprovechen de mi?- el ojiazul respiraba agitado y sudaba a chorros.- Si quieres acostarte conmigo de nuevo espera hasta mañana que tan difícil es esperar solo un día.
-¡No me toques, ni a mi ni a mi bebé!!.- sus ojos estaban dilatados. Plant lo miró confuso hace momento estaba cansado y sin fuerzas ahora estaba a la defensiva- Esto será rápido, termino de cambiarlo y me largo de aquí.
-Lo siento no quise que te sintieras incomodo.- Roger alejó su mirada de él, acercó su bolsa y rebuscó algunas cosas para cambiar a su niño. Mientras rebuscaba, el ruloso se quedó a un lado observando, en caso si le hacía falta algo. El rubio lo miraba de reojo, no quería exponer a su niño a otra persona, eso le hacía sentirse más fastidiado de lo que ya se encontraba.
-Puedes irte a otro lado por favor, voy a cambiar a mi hijo.- lanzando una fría mirada- No necesito público.
-Lamento que te moleste mi presencia.- el ruloso se dirigió a la cocina por algo que tomar. Iba en dirección a su habitación cuando no pudo evitar preguntar.
-Si te hace falta algo estaré en esa habitación.- señaló- Me avisas cuando termines.
-Si si, quieres hacerme el favor de retirarte.- el rubio continuó con su trabajo, a la vez tranquilizando a su bebé.
A pesar de que ya estaba casi por terminar de limpiarlo, la criatura seguía llorando. Roger le aplicaba algunas cremas para bebé en la parte inferior de su pequeño cuerpo. Sora no dejaba de moverse y patalear, haciendo más difícil la tarea.
Cuando terminó, guardó sus cosas en la bolsa. Iba a tomar a su bebé pero de pronto cayó al piso, empezando a respirar con dificultad. Miró hacia el sillón donde hacía el pequeño que comenzó a llorar otra vez.
-Mi amor haz silencio, si no quieres que a mami le suceda algo.- trató de levantarse pero nuevamente cayó. Sus piernas flaqueaban y todo su cuerpo temblaba. Se sentía húmedo en la parte baja, no pudo evitar jadear y emitir leves gemidos.
-¿Por qué ahora?- se sentía atrapado, no podía ni pensar que todo el edificio estaba lleno de alfas.
Después de nueve meses,el celo le había llegado de nuevo.
Robert era uno de los nuevos clientes de Omega's Paradise, empezó a frecuentar desde el momento que Roger se retiró. Una vez se rumoreaba por el lugar que un antiguo omega iba a retornar. La foto de un rubio pequeño circuló por todos los medios y muchos clientes del sitio no duraron en guardar sus reservas, incluyéndose él. Al mirar por primera vez su foto, la mirada penetrante que poseía y sus bellos ojos, su delgado cuerpo, la sola idea de tener relaciones con ese omega y le haga sentir bien, su condición si es que era de clase baja o alta era lo de menos.
Habían llegado fotos sobre nuevas recomendaciones de distintos omegas para disfrutarlos otras noches, pero Robert no dejaba de ver las fotos del rubio que ahora se había apoderado en cada rincón de su mente. Roger desnudo sobre la cama, sentado con las piernas a los lados y abiertas, con una mirada lujuriante, que lo hacía sentir loco, con muchas ansias de tenerlo nuevamente a su merced.
Recostado en su cama tomando un vaso con agua, miraba las fotos de su teléfono que había tomado le hacían recordar esa misma noche que la pasó tan bien con Roger, cómo sus pequeñas manos rasguñaban su espalda, los delgados gemidos que emitía rogándole por más. Por desgracia o mejor dicho por placer sus recuerdos produjeron que su erección creciera y se le hicieran incomodo los pantalones.
-Si supieras todas las fantasías que me haces sentir,.- suspiró el alfa mientras se levantaba para dirigirse al baño para resolver su asunto.
Plant terminó de desnudarse, se adentró a la bañera y abrió el grifo de agua llenándola a temperatura tibia como a él le gustaba. Pronto se acomodó en ella y dejó a su mente divagar todos los recuerdas de aquella noche con Roger. Cerró los ojos y con una mano comenzó con vaivenes lentos por toda la longitud de su miembro, decenas de imágenes de Roger aparecieron en su mente.
-Oh Roger, así.- se dió la libertad de gemir mientras seguía sobándose.
-Te haría el más feliz del mundo si tan solo aceptaras ser mi compañero.- habló mientras continuaba- como me encantaría que fueras mío, tenerte para mí...como me gustaría preñarte.
Robert disfrutaba de la húmeda fricción, mordió su labio izquierdo queriendo contenerse, recordando que Roger se encontraba en la sala de su casa. Tan solo el pensamiento de tenerlo cerca le hizo perder el pensamiento, dejándose llevar en sus fantasías gozando la imagen de Roger de rodillas con su angelical rostro lleno de fluidos. Comenzó a masturbarse más rápido con leves jadeos.
Finalmente Robert llegó al orgasmo haciendo temblar todo su cuerpo. Tocó la parte ya hipersensible y soltó un suspiro. Vaya problema que le estaba ocasionando Roger.
Al salir del baño de su mente no salía la impresión de tener a Roger en su casa abajo en la sala. La lujuria de tener a Roger había disminuido un poco, se cambió de ropa tomó unas cosas para dirigirse a la planta baja cuando un estrépito sonido y un chillido de bebé se escuchó en la planta baja.
No dudó ni un segundo se dirigió a la puerta. A penas la abrió todo el lugar estaba lleno de feromonas de omega, el olor era dulce como a vainilla. Lo dominante que tenía adentro trató de controlarlo, pues había prometido a Roger llevarlo a casa sano y salvo.
Se adentró de nuevo a su habitación y agarró un paño, lo roció con un aromatizante fuerte, cubriéndose la nariz. Estaba totalmente desesperado, pero sabía muy bien que en esas condiciones Roger no podría llegar a su casa esa noche.
Con el rostro ya cubierto bajó a la sala, Roger temblaba y sudaba mientras arriba en el sillón Sora lloraba desesperadamente. Lo primero que se le ocurrió en mente era calmar al bebe, pero para eso tenía que alejarlo de su madre y llevarlo a otra habitación, pues los bebés nacidos de omega podían detectar el celo de su madre y el olor que emitían para ellos como su olfato es todavía sensible le era desagradable.
Delicadamente tomó al bebé en brazos que chillaba iba a ponerlo en un pequeño mueble que se encontraba en otra habitación al dar el primer paso una mano en su tobillo lo retuvo.
-No...lo toques!.- emitió con las pocas fuerzas que tenía- déjalo donde está, yo me... haré cargo.
-Mírate ni siquiera puedes ponerte de pie, permíteme ayu...
-¡No! déjalo no te lo lleves.- interrumpió, arrastrándose un poco- no le hagas daño, por favor...sé que eres un alfa dominante pero no te desquites con él. Si quieres llévame a mi, desquítate conmigo, pero con mi bebé no.- habló mientras comenzó a llorar.
-¿Dé qué estás hablando? solo quiero calmarlo- el rubio sujetaba con fuerza el tobillo del mayor y no lo soltaba por ningún motivo.
- Cómo podría hacerle daño a un bebé, si amas tanto a tu hijo déjame ayudarte...por favor.- suplicó mientras acomodaba al pequeño y lo mecía. Sus ojos transmitían súplica, el tan solo deseo de apoyarlo.
Roger no dijo nada, solo soltó el tobillo que sujetaba, aceptando la ayuda.
-Ahora vengo por ti.- dijo tomando su mano, besándola.
Abrió la puerta de la habitación de huéspedes, ahí guardaba un pequeño mueble para sentarse como era un poco hueco le puso una almohada dentro, convirtiéndolo en una cuna improvisada, colocando al bebé ahí, sabía que a pesar de acostarlo no se calmaría tan fácil. Salió de la habitación, rebuscó entre las cosas del rubio, encontrando lo que quería, un chupón. A toda velocidad fue donde el bebé, colocándole en su boca.
De inmediato fue por Roger, que seguía recostado en el piso, su respiración era acelerada y respiraba con dificultad. Sus ojos azules estaban llorosos, ambos brazos estaban en su entrepierna, tenía sudor por todos lados. Puso su brazos debajo de sus piernas y el otro sostuvo su espalda, Roger emitió un leve gemido cuando lo sostuvo en vilo.
-Diablos Roger, estás todo mojado.- el rubio trató de frotarse en el ruloso.
No le tomó mucho tiempo en llegar a la cama, Roger era tan delgado y pequeño que se le hizo fácil. Recostó a Roger y comenzó a quitarle la ropa, mientras el menor jadeaba. Cuando estaba todo desnudo le colocó una delgada manta encima. El rubio puso la tela entre sus piernas y comenzó a frotarse, mientras gemía.
El rubio fue por un vaso de agua y a buscar supresores, cuando los encontró fue directo a Roger.
-Tienes que tomártelos, yo ya tomé los míos.- habló señalando las pastillas con el vaso. El ojiazul negó con la cabeza varias veces mientras se acercaba gateando hacia el ruloso. Se posó sobre su regazo y comenzó a moverse tortuosamente.
-Roger, no, tienes que tomar tu medicamento.- habló bajándolo de su regazo. De inmediato supo que sería difícil hacer que se calme.
-Por favor...- jadeó Roger recostado en la cama abriendo sus piernas. Robert lo necesitaba, pero no quería aprovecharse del menor después de haberlo ayudado.
Tomó la pastilla la metió a la fuerza en la boca de Roger, mientras este gemía, tomó el vaso con agua, bebió un poco, agarrando a el rubio por la nuca, acercó sus rosados labios con los de él introdujendo su lengua con la pastilla en el fondo de su garganta soltando el agua de su boca.
Trató de separarse, pero Roger enredó sus brazos alrededor de su cuello sujetándolo con fuerza, la excitación recorría por su cuerpo del menor, no lo podía evitar.
-Te quiero...den-tro- gimió el rubio ya posicionado en el regazo, moviendo sus caderas en círculos, haciendo contacto con un bulto ya creciente en su trasero.
El ruloso rubio veía detenidamente los movimientos de Roger, cogió su delgada cintura haciendo soltar al contrario leves suspiros.
Sus mechones de cabello resbalaban por su frente. Entre abiertos se encontraban sus delgados labios que soltaban jadeos.
Por fin lo tendría en brazos como quería.
Pero una sensación en su cuerpo le decía a gritos que ese no era el momento adecuado. Era su primera vez con un omega en celo. Estaba claro que quería una cría con él, pero al darse cuenta que el menor contaba ya con uno, no quería causarle más problemas.
Ante todo la protección. Abrió uno de las mesitas de noche, buscando anticonceptivos.
Estaba seguro que no había gastado los últimos que les quedaban, siguió buscando sin resultado alguno. Los había agotado todos la semana última donde se tuvo un encuentro intimo con uno que otro prostituto de algún motel de la ciudad de baja calidad.
-Mierda, estaba seguro que habían más, maldición.
-Rog...aguanta un poco.- habló agitado luego de que Roger se frotara con su entrepierna. Lo alejó tomándolo de la cintura.
-Cariño si quieres esto, tendrás que esperar un poco.- dijo sobando la desnuda y suave piel de su cintura.
-Necesito comprar algunas cosas, para continuar hasta el final.
-Hmm, quiero- respondió gimiendo, exigiendo placer, Plant soltó una risita y negaba con la cabeza.
Se abrochó el pantalón, se puso los zapatos y tomó las llaves. Agarró la manta y cubrió a Roger, este tomó la almohada y la puso sobre sus piernas. Robert salió de la habitación asegurándose dejarlo con llave, al igual que la habitación donde el bebé dormía.
Estaba tan cerca de poseerlo, tan cerca de tenerlo solo para él.
-¿Cuánto dijo que era?
-Diez libras.
-Es necesario que llame al dueño del hotel donde se va hospedar.
-Oh no gracias, yo me encargaré, lo que pasa es que vengo de pasada por un familiar y quiero que sea sorpresa- habló un joven moreno, mostrando unos blanquecinos dientes en forma de colmillo, en una sencilla sonrisa que lo caracterizaba.
-Está bien, tenga cuidado a estas horas de la madrugada algunas calles de Londres son peligrosas.
-Descuide, solo caminaré una cuadra hasta llegar el edificio.
Un hombre regordete bajó del asiento de piloto, dirigiéndose a la parte trasera del auto,sacando de la cajuela una enorme maleta roja junto a una mochila.
Después de agradecer por el servicio y ver el auto alejarse,el silencio se apoderó en las calles. Caminó hasta el lujoso edificio, adentrándose en el. Un enorme reloj en el salón de atención marcaba las cuatro de la mañana.
Revisó la hoja que tenía en su mano que señalaba el onceavo piso, subió hasta el ascensor y al llegar al piso indicado caminó por los solitarios pasillos. Cuando llegó a su objetivo, abrió la puerta del lujoso apartamento con llave de repuesto que tenía escondido debajo del enorme macetero al costado de la puerta.
La luz estaba encendida, entro de puntillas tratando de no hacer ruido. Iba a subir a la segunda planta pero una bolsa regada por el piso con muchos productos de bebé también regados por ahí lo hicieron tropezar.
Muchas dudas se presentaron en su cabeza, pero no le tomó tanta importancia. Llegó al segundo piso, cuando visualizó la habitación principal, emocionado fue corriendo a abrir la puerta dejando sus maletas de lado. De un empujón trató de abrir la puerta, pero al tratar de forcejear se dio cuenta que estaba con llave.
-¡Hey Robert, soy yo Brian!...- gritó golpeando la puerta de la habitación, pero se detuvo de hacer tanto ajetreo cuando escuchó ruidos en la habitación interior.
-¿Estas ahí? no trates de asustarme.- el castaño apegó su oído en la puerta tratando de captar algún ruido, estaba por alejarse cuando un fuerte golpe hizo que se asustara y diera un brinco.
La angustia y el temor lo consumían, tomó el duplicado de su juego de llaves, abriendo la habitación de a poco.Se asomó de reojo por la puerta, mostrando la enorme cama matrimonial, le pareció ambas almohadas regadas en el piso. El fuerte olor a vainilla se propagó por todo el lugar.
-¡Maldición!- de inmediato se cubrió estaba a punto de darse media vuelta y volver por donde vino.
Unas delgadas manos sostuvieron su antebrazo, al sentir el suave tacto volteó de inmediato asustado, pero eso pasó cuando se encontró con unos enormes y brillantes ojos azules, que lo miraban suplicante. Gateó un poco más para acercarse, sentándose en el suelo con las piernas flexionadas. Al darse cuenta que estaba desnudo se sonrojó fuerte.
-Quédate.
Al final la sorpresa la tuvo él.
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