036. Dead or dead
Lo prometido es deuda mis nephilims :)... ya he terminado de editar los capítulos, por lo tanto, es momento que se deleiten con uno nuevo!!
Todo se había vuelto un desastre en los últimos minutos, debido a que Cristie tenía intenciones de seguir con la búsqueda de Jonathan Morgenstern, sin embargo, tenía que dedicarse a detener a Savannah.
—Demonios. No puede estar pasando esto ahora... —su expresión de enfado y frustración la sobrepasaban, y es que Cristie había intentado creer en que lo que ella decía era cierto, hasta Jace apoyó a Savannah para poder contactarse con ella, pero debido a su repentina desaparición luego del escape, algo había cambiado. No sabían cómo.
—Debe ser un montaje —Jace trató de excusarla, aún sabiendo que podía estar errado.
Se sabía que Jace había sido suspendido del instituto, pero eso no había sido impedimento para que él volviera a asistir sin importarles las restricciones de Aldertree. Además, él sabía que Savannah no era así. Sabía que eso no era cierto. Ella le había demostrado lo contrario, que estaba dispuesta a traicionar a su padre con tal de acercarse a su hermana, quería hacer lo correcto... ¿qué estaba pasando?
—Debemos ir —Katherine salió de la nada. Al parecer, ya había sido informada, lo que significaba que Aldertree también lo estaba. Esto se complicaba cada vez más. —Excepto Stairs. Ella podría estar más relacionada de lo que pensamos con esto.
Esa había sido la gota que rebalsaba el vaso. ¿Cómo era posible tan sólo si quiera que dudaran de su lealtad por los nephilim? Tal vez era cierto que realizaba magia, pero eso no significaba que le fallaría a las personas que tanto admiraba y protegían por sobre todas las cosas.
Cristie apretó con fuerza sus puños, sin desviar la mirada de la castaña que la observaba con frialdad.
—Iré de todos modos —aseguró con firmeza.
Si de algo estaba segura Cristie, era de que ya no se dejaría pisotear por nadie, y tampoco pondría en duda lo que veía, sin embargo, después de todo era su sangre. Tenía que averiguar que estaba pasando, socorrer o defender a los indefensos subterráneos que eran asesinados sin más.
Sabía perfectamente que no había logrado reponerse al cien por ciento luego de su escapada al bosque Brocelind, pero debía continuar con su misión. Si aquello tenía que ver con Gabriel, Jonathan o Valentine, debía averiguarlo con sus propios ojos.
Antes de salir corriendo sin autorización de la enviada por Samuel, debía ir por su arma más confiable. El arco.
—¡Ya oyeron! —gritó Katherine con enfado. Nadie jamás la había desafiado y desautorizado tantas veces como Stairs, y eso la enfadaba de sobremanera, aún cuando sabía que su misión en New York no era alejarla. —Necesitamos ir rápido ahí —ordenó al resto de nephilim que seguían observando las imágenes.
Aunque Alexander fue más rápido y le siguió los pasos a Cristie.
—Espera —le pidió. Ella detuvo el paso bruscamente y giró sobre sus talones, dirigiendo la mirada directamente al rostro del azabache.
—Si vas a decirme que tenías razón sobre ella... olvídalo —cruzó sus brazos con frustración.
Había tratado de creer que todo lo que Jace le había dicho sobre Savannah era verdad, y en cierto punto culpaba a Gabriel por todas las desgracias ocurridas en su familia, partiendo por la infidelidad. Sin embargo, tuvo que pasar un tiempo para que se diera cuenta que ella no era la culpable de lo que estaba pasando con su familia.
Savannah había sido una más de las víctimas de Stairs.
—No... no es lo que pretendía decir —aclaró con suavidad. —Tal vez... Katherine tenga razón y no debas ir —lamió sus labios con nerviosismo.
Ella frunció aún más el ceño y su semblante cambió.
—¿Estás diciendo que debería quedarme sin hacer nada?
—Tampoco es eso Cris —suspiró suavemente. —Solo digo que tal vez sea peligroso que te enfrentes a ella...
—Para eso nos entrenamos, Alec. Tienes que confiar en mí.
—Lo hago. Créeme que confío más en ti, que en mí. Es sólo que... no quiero que te pase nada. Sé que en el fondo te da temor enfrentar a tu hermana.
—No si le hace daño a inocentes. Debemos detenerla —él asintió a regañadientes. Sabía cómo era la rubia de terca, y no la haría cambiar de opinión, aunque suplicara.
—Tú ganas —dijo finalmente alzando las manos, logrando sacarle una pequeña sonrisa a la chica. —Pero recuerda... —acortó proximidad entre ambos y cogió su rostro con suavidad—, seré tu escudo.
Eso era lo que más temía. Le daba pánico pensar en que si algo le sucedía a Alexander fuera su culpa, por protegerla innecesariamente. Ella también era un soldado más, y estaba dispuesta a sacrificarse para acabar con el círculo.
—Descuida. No te necesitaré —se alejó para continuar el camino en búsqueda de lo que necesitaba.
Esta iba a ser un extenso y extenuante día.
(...)
—¿Todo preparado? —preguntó Aldertree desde las escaleras. —Quiero que se dividan en tres escuadrones y se dirijan al lugar, priorizando salvar a inocentes. No queremos que se sigan rompiendo más acuerdos —esto último iba dirigido a Alexander y los demás.
—Vendrás conmigo —le susurró Alexander a Cristie, como si fuera un decreto.
—Sólo por esta vez —continuó el moreno—, Jace Herondale participará de la misión, sin embargo, si ven algo inusual, están autorizados a detenerlo.
Realmente Cristie no podía entender qué demonios tenía en sus pensamientos al decir tanta incoherencia. Era imposible que ella o Jace tuvieran algo que ver, por el hecho de conocer a la involucrada de tanto desastre.
Aunque antes... debía averiguar qué estaba ocurriendo, y si aquello que habían visto tras esas imágenes eran ciertas o un simple glamour para atraerlos a una trampa, en donde sólo tuvieran la opción de morir o morir.
—Jace también vendrá con nosotros —continuó Alexander, como si sus órdenes debieran cumplirse inmediatamente. —No puedo dejar que ambos estén en peligro.
—Tranquilo, Alec —Jace posó una de sus manos sobre el hombro de su hermano. —Debes relajarte. Piensa en esto como... una pelea más —le dijo lo que claramente él no hacía.
En realidad, sólo quería salir del instituto y llegar pronto al lugar para aclarar lo que todos habían visto, pues Savannah no haría aquella clase de masacre, a no ser que no fuera ella.
—¿Estamos todos? —preguntó Clarissa integrándose al grupo.
—Ahora sí —respondió Joe, acercándose a ellos. —Magnus me ha dado esto —le extendió una pequeña caja de color roja—, es para que recuperes tu magia de manera rápida.
Cristie abrió la caja, encontrándose con una pequeña botella de color fucsia, característico del brujo.
—¿Debo beber... esto? —miró lo que contenía con recelo. Sabía que las pociones y ese tipo de cosas no eran de agradables sabores, sin embargo, tenía que hacerlo.
Joe asintió con una sonrisa.
—Bien —bebió el líquido fucsia sin pensarlo dos veces. Cerró los ojos por un par de segundos, sintiendo como si una sensación similar a la electricidad recorriera su cuerpo. —Supongo que ya está —dijo finalmente al observar a su equipo.
—No perdamos tiempo entonces —el típico comentario de Fairchild la desconcertó.
—Clary tiene razón, Cris. Debemos marcharnos —Isabelle trató de no sonar fría, pero tenía razón.
Así fue como el equipo de cazadores se prepararon para una nueva batalla.
Cruzaron el portal realizado por Magnus con gentileza, quien ahora al parecer ayudaba aún más a los nephilim, aunque aquello no le agradara a Aldertree.
El centro de New York se encontraba desierto de mundanos, puesto que era de madrugada. El frío los invadió por completo al llegar al devastado lugar. Un par de cadáveres se dejaban observar en la acera de las calles, como si su alma hubiese sido succionada por un nuevo ente.
Cristie tragó saliva en seco, recordando cuál era la misión. Se centró en sí misma y comenzó a recorrer la calle con la mirada. Los demás nephilim que la acompañaban imitaban su acción, preparados ante cualquier amenaza.
Parecía no haber nadie más que cadáveres esparcidos por el lugar, hasta que un ruido los hizo ponerse en alerta. Aquel ruido venía desde las alturas.
—Nos volvemos a ver, nephilims —inmediatamente reconoció la persona tras esa voz. Era ella, no había duda alguna.
—Savannah —pronunció Jace en un hilo de voz. Si bien todos sabían que entre ellos siempre existió una relación extraña y conflictiva, a Cristie le parecía realmente innecesario sentir "algo" respecto a eso, ya que ella sólo tenía la concentrarse en la misión y en mantener a salvo a Alexander y los demás.
—¿Qué se supone que haces? —Cristie elevó la voz, para así distraer momentáneamente sus pensamientos. Elevó sus manos, señalando su alrededor. En su mayoría, eran vampiros y brujos los asesinados. —¿Esta es tu maldita forma de pedir perdón?
La castaña comenzó a sonreír con malicia. El contraste de luz la hacía ver mucho más sombría y negativa ante la situación. Además, no se encontraba sola.
Saltó desde el tejado de una de las casas aparentemente deshabitada, acortando proximidad entre ella y los nephilims, en especial de su hermana.
Cristie pudo notar como los ojos de quien decía tener su sangre se veían mucho más apagados, ya no tenía aquel brillo que cuando la conoció, pero aún se mantenía acompañada de miembros del círculo y un par de demonios que le hacían guardia.
Suponía que Gabriel y Valentine debían estar tras eso.
—¿Podemos dejar para el final esta estúpida conversación? —amplió su sonrisa, mientras desenfundaba una espada negra con la runa del círculo. Apuntó directamente a la rubia, quien fue protegida inmediatamente por el cuerpo de Alexander. —Qué conmovedor Lightwood, pero esto es entre mi hermana y yo.
Un par de demonios comenzaron a asechar a los chicos y rodearlos, por los que rápidamente se alertaron y desenfundaron sus armas. Estos seres llenos de icor iniciaron la batalla, por lo que los nephilim se dividieron con el fin de acabarlos a todos. Sin embargo, Alexander se mantenía en la misma posición, y no pensaba moverse de ahí hasta que el peligro pasara.
—Estaré bien —le dijo Cristie a él, tratando de tranquilizarlo. —Ve y ayuda a los demás —observó a su alrededor, dándose cuenta que ya estaban siendo sobrepasados por los enemigos.
Alexander giró levemente su cabeza, observando por sobre su hombro.
—No me perdonaré nunca si algo te sucede —su inseguridad era más grande que la posibilidad de morir, pero no le interesaba si eso era para proteger a la única persona que realmente le interesaba, a excepción de su parabatai.
—Cuando esto termine, tendremos nuestra primera cita —su voz comenzó a temblar, pero consiguió que ninguna lágrima se percibiera por él. —Lo prometo.
El azabache bajó por unos segundos su rostro, rendido. Era imposible suplicar que cambiara de opinión y huyera, porque no lo haría.
—De acuerdo —aceptó a regañadientes. Cogió su arco y se hizo a un lado, abalanzándose sobre un par de demonios que tenían en apuro a Isabelle.
Cristie lo observó con tristeza, pero también con heroísmo. Alexander era su vínculo más cercano que tenía después de Jace, y agradecía la oportunidad de volver a sus vidas.
—Por fin podremos medir quien es la merecedora del apellido Stairs, hermanita —Savannah la interrumpió con su tono de voz frío.
Claramente Cristie había decidido por no venir con las espadas, pues eso sólo le recordaba el desliz que tuvo con Sebastian y lo ingenua que fue al confiar en él. ¿Savannah sabía algo de eso?
—Lamento que nuestro... que Gabriel haya creado esta rivalidad —suspiró pesadamente, mientras desenfundaba su serafín para enfrentar a su hermana.
—No creas que eso me afecta, Cristie. Eres y serás el peor error en la vida de nuestro padre. Él lo ha dicho, ¿sabías? —su victoriosa sonrisa no era borrada por los comentarios. Si quería sonar frívola, lo había conseguido.
Savannah se abalanzó sobre Cristie con rapidez, pero la rubia fue más astuta y esquivó el movimiento, rodeando a su hermana. El sonido de la espada y serafín era incesante, lo que claramente llamaba la atención del resto del grupo. Alexander, tenía intenciones de intervenir en todo momento, sin embargo, la rubia le había pedido que confiara en ella. Lo hacía.
En un intento por quitarle la espada a Savannah, Cristie fue golpeada con fuerza en su rostro, haciendo que rápidamente su nariz comenzara a sangrar, pero no sintió dolor.
—No eres tan fuerte como esperaba —gruñó Savannah muy cerca de su rostro, con la espada en el cuello de la rubia.
—Y tú no muy inteligente —contestó, devolviéndole el golpe certero en su estómago.
Savannah gimió con dolor, pero eso no iba a detenerla. La castaña atacó otra vez más, logrando con éxito herir a Cristie en su frente, realizándole un pequeño corte, notando inmediatamente que la sangre se comenzaba a deslizar de ella.
Cristie llevó la mano a su frente, manchando sus dedos de sangre. Savannah aprovechó su distracción y la lanzó al suelo. Su serafín había caído un tanto alejada de ella.
Una extraña sensación comenzó a inundar a la menor Stairs al ver a su hermana de aquella manera. No entendía su reacción.
A Cristie le brotaba sangre de una herida en la frente, y sentía su rostro caliente y la boca le sabía a metal. Era evidente que estaba herida, y su cuerpo ya comenzaba a fallar. Intentó ponerse de pie, incorporándose con ayuda de los brazos, pero fracasó al sentir como su cuerpo experimentaba una extraña sensación.
Savannah al verla tirada en el piso, ensangrentada y convulsionando, algo dentro de ella hizo clic, haciendo que por un instante sus recuerdos volvieran a ella. Fue entonces que se acercó a su hermana y la ayudó a ponerse de pie, aun cuando había tratado de resistirse.
Cristie logró ponerse de cuclillas y Savannah se arrodilló frente a ella, tomándole el rostro con ambas manos. No podía entender el por qué de su reacción, ni tampoco por qué la había herido de aquella manera tan despreocupada.
Era su hermana, ¡maldición!
—Perdóname.... —comenzó a decir, ahogándose su propio llanto. —Yo... no sé por qué hice esto —se recriminó con furia. No entendía por qué la había desconocido, no sabía por qué en un momento sintió tanto odio y rencor hacia su hermana. —Debes..., debes alejarte de mí —murmuró finalmente.
—¿De qué hablas? —frunció el ceño. De pronto, fijó la vista en la castaña mientras cerraba sus ojos. Se distanció de ella y observó como su mirada nuevamente cambiaba, pues la oscuridad le parecía conocida, y aquello le daba temor. —Savannah...
—No quiero lastimarte.
—No. Eso no va a pasar... —la interrumpió, desconcertándola.
—¡Vete! —gritó la castaña, tratando de controlar lo que le sucedía. Llevó ambas manos a su cabeza, como si eso ayudara a que todo terminara de una jodida vez, pero nada sucedía. —Debes irte, Cristie —aquello sonó más como una orden.
—No lo haré. No te dejaré sola como lo hizo Gabriel —frunció aún más su ceño e hizo el intento por acercarse a la rubia. Acción que fue en vano, porque, aunque su corazón no quisiera seguirla lastimando, su mente podía con eso.
Savannah clavó una de sus dagas en las piernas de la rubia, haciendo que gritara de dolor, mientras la sangre comenzaba a recorrer el suelo. La castaña quitó rápidamente la daga y luego la clavó en el estómago de su hermana, quien sin hacer esfuerzos por defenderse cedió, sin importarle que aquello la terminara asesinando, pues se había dado cuenta que era un títere más de Gabriel, y que estaba bajo un hechizo demasiado fuerte, por lo que de alguna forma tenía que salvarla de esa situación horrible.
Después de aquella acción desmedida, Savannah se puso de pie y se alejó con las manos temblando, bañadas en sangre.
Cristie cayó de espaldas al suelo, con la respiración agitada y su cuerpo temblando. Alexander por primera vez en su vida, no tenía idea de qué hacer en ese momento, pues nunca la había visto tan herida y débil como lo hacía.
Había estado sin parpadear, observando como Savannah huía del lugar, mientras su hermana posiblemente se desangrara por las heridas tan profundas en su cuerpo. La angustia y miedo se le arraigaba en el pecho de manera desagradable, aunque siendo un soldado, había aprendido a que no debía sentir miedo o angustia, mucho menos tristeza. ni compadecer a nadie, y la verdad era que nunca las había sentido hasta que Cristie apareció en su vida.
Ellos habían crecido en un mundo que los preparaba para soportar los peores dolores, y para ver las cosas más horribles que pudiesen existir. Pero Alexander no podía concebir como el poder cambia a las personas, en como tu ideal de dominar es más importante que tu propia sangre.
En el momento en el que Isabelle se acercó a su amiga, el azabache reaccionó. Imitó su acción y se acercó a la chica.
—Una Iratze curará esto —señaló la morena, sin embargo, Alexander interrumpió.
—Eso no será posible —la examinó, y acarició su rostro con delicadeza. —Las heridas son profundas y tiene veneno en su interior. Será mejor llevarla al instituto y que Bane se haga cargo.
—N-no —la poca dilucides de Cristie había sido negarse. —No —dijo nuevamente. Hizo el intento por ponerse de pie una vez más, fallando el intento. —Savannah...
—Se ha ido —informó Jace, mordiéndose en labio. No sabía si odiar lo que había hecho con su ex parabatai o perdonar porque lo ocurrido no había sido simplemente toda su culpa. Realmente estaba confundido.
—Eso... no —fue entonces que sus ojos se cerraron y su respiración comenzó a disminuir.
—Debemos apresurarnos —Clarissa se acercó a los nephilims. Aunque odiara admitirlo, en cierto punto no podía aceptar que uno de los suyos saliera herido, por mucho que discutieran. Ella no lo merecía.
—Llamaré a Magnus —señaló Joe, alejándose del resto.
—Resiste —le pidió Alexander en un susurro, para luego besar su frentecon suavidad. —Me debes una cita. Lo prometiste.
¿Qué les ha parecido el capítulo? :o Se me hacía importante poner a Savannah esta vez... y por cierto, hice un manip de ambas, el cual amé*-*
¿Qué crees que pasará después?
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