029. Shield and shadow

ACTUALIZACIÓN 10.10.2018


Dejaré este capítulo por aquí, y me iré lentamente :B

—Es lamentable lo que le ha sucedido a la Inquisidora, no merecía terminar así —murmuró Clarissa desde una esquina de la habitación.

Horas atrás el instituto se había enterado del deceso de la inquisidora Imogen Herondale, luego que rumores y testigos aseguraran haber visto a un chico rubio y alto, de iguales características físicas a Jace rodear el lugar. Lo más extraño de todo, era que había sido vista por última vez en las penumbras de las calles de New York sin su habitual glamour, junto al hombre encapuchado, quien parecía ser el sospechoso del asesinato.

—Mamá... —Cristie frunció el ceño al cruzar el umbral de la puerta que daba a la sala de monitoreo principal, pues lo primero que divisó fue a su Lorine con rostro de preocupación y temblorosa. Pocas veces, por no decir en una sola ocasión, la había visto en ese estado, y eso significada que su padre estaba en riesgo, tal como pensaría que sucedería si regresaban al instituto.

Y como si eso fuese poco, no alcanzaron a llegar a Idris para su despedida cuando uno de sus compañeros logró avisar que Samuel había sido secuestrado.

Todo estaba sucediendo en un solo instante, estaba planeado. Era una trampa mortal de la cual no se iban a librar fácilmente.

—¿Dónde está? —preguntó Evans exaltada. Sus pasos eran firmes y hostiles, su rostro estaba completamente deformado, pues la ira la había poseído por completo. —Izzy —pronunció el nombre de su mejor amiga, esperando que ella le dijera algo de lo que desconocía.

Estaba asustada, como nunca lo había estado. Dos personas realmente importantes en su vida se encontraban bajo sombras, introducidas en la oscuridad por querer proteger lo que a ella le correspondía, ¿quién más seguía después? ¿Alexander, Isabelle, Sebastian o Max? O tal vez era solo una trampa para llamar su atención y que se pusiera del bando contrario, cosa que no dudaría en hacer si de eso dependía salvarlos a todos, estaba dispuesta a dar su vida en el proceso.

Siempre había asegurado que Samuel lo era todo para ella, a pesar de los errores que había cometido en el pasado para su protección. Él la había consolado cuando algo no salía bien, él le daba un abrazo cada día y se despedía con un te quiero por las noches. Fue él quien la entrenó y gracias a eso, es lo que es. Samuel le enseñó el verdadero sentido de su vida como nephilim y el rol fundamental que cumplen en el mundo por proteger a los mundanos. Le enseñó qué es un padre, uno real. Lo admiraba.

No lo iba a perder, ni a él, ni a nadie más.

—Gabriel... —alcanzó a decir Lorine con un hilo de voz, pues el llanto en aquella mujer que demostraba ser fuerte y segura se había ido. Había cedido ante el dolor y la preocupación de quien una vez fue su compañero y protector, de su último y único amor, a pesar de no estar casados bajos las leyes de los nephilim.

Su madre no había dudado en volver en cuanto llegó la noticia. Aún seguía siendo parte de su familia, ella no lo había olvidado, y sabía que Samuel la seguía amando, que todo lo que hacía era por el bienestar de su familia.

Cristie no dijo ninguna palabra, solo se limitó a respirar con desesperación y a empuñar sus manos con fuerza e impotencia. Alexander la observaba de lejos, ya que él en momentos así lo que menos necesitaba era que lo regañasen, y sabía que la rubia se sentía de la misma manera, pero aun así no la dejaría sola en ningún momento. Sería sus ojos, escudo y sombra.

Evans se dirigió a la sala de armas solo para coger un par que le iba a servir en el camino como defensa, sin detenerse por mucho tiempo, pues era lo que menos tenía.

El moreno la siguió dirigiéndole una última mirada a Lorine. Él la protegería.

—Iré contigo —dijo el ojiazul sin despegar su mirada de ella, quien ni siquiera lo había logrado oír, o bien lo hizo, pero no había respondido.

Alexander se equipó de la misma manera, sin perder segundos que podían ser cruciales. Segundos que podrían marcar en un antes y después. La situación se había convertido en una verdadera guerra campal, y ellos estaban perdiendo por mucho, pues no pensaban que todo llegaría a tan extremo.

Necesitaban todos los esfuerzos posibles por rescatar a su parabatai y al padre de Cristie. Ésta podía ser la única y última oportunidad de ir en su rescate, y no debían desaprovechar la ocasión.

Por lo mismo, el moreno corrió a toda velocidad para informar a su hermana que saldrían del instituto, y a ordenar que otros nephilim lo siguieran para protección de Evans, primordialmente.


-



Lorine apenas logró calmarse, pero no podía dejar que su hija lo hiciera todo mientras ella no hacía más que refugiarse bajo sus superiores, tan solo si pudiera ir a la batalla, no lo dudaría dos veces, pero en ese momento no podía. Así que caminó por el estrecho pasillo que daba a la habitación continua, cruzó el umbral y no titubeó al hablar.

—Lo lamento, cariño —dijo su madre una vez que se acercó completamente a ella en la habitación continua a la que estaban anteriormente. —Hemos hecho todo lo que está a nuestro alcance para poder recuperar a Wayland, aún así nuestros esfuerzos han acabado en masacres, y ahora tú padre.

—Siento que esto se me escapa de las manos... —se detuvo una vez que logró equipar la última flecha en su caraj. Estaba tensa, como no lo había estado en bastante tiempo, sus manos temblaban sin control y un destello de oscuridad se dejaba presenciar por cualquiera que la mirara a los ojos. —Mamá... —suavizó el tono de voz, que momentos antes la habría sobrepasado la impotencia. Suspiró profundo y llevó ambas manos a su cabeza, frotando con desesperación—, ya no sé qué más hacer..., y tampoco sé cómo decirles a Izzy y Alec que la situación empeoró para mí, y que ya no me quedan fuerzas para seguir —tragó saliva en seco. —Si tan solo hubiese tenido la valentía de enfrentar a Gabriel en el momento que tuve oportunidad, nada de esto estaría pasando —se culpó.

—No, no, no —Lorine negó rápidamente. Tomó el rostro de su hija con suavidad, haciendo que su vista solo estuviera fija en ella. —Escúchame, tú no tienes la culpa de que tu pad-Gabriel —corrigió instantáneamente— sea ambicioso y un asesino.

—Claro que sí —afirmó. —Si Jace no nos hubiese acompañado ese día, hubiese estado yo en su lugar y no él —frunció el ceño. —¿No entiendes? Todo esto que sucede es por culpa mía y por la tonta obsesión de Gabriel por querer poder y dominación.

Sus pupilas azules dilatadas comenzaban a tornarse a un azul más oscuro y eléctrico, la furia comenzaba a nacer dentro de ella y la sensación de vacío la complementaba con el poco control que la hacían sentir sus emociones.

—Cariño —la llamó su madre, mientras sus manos se encontraban fuertemente apoyadas en los hombros de la rubia—, tienes que ser fuerte, no solo por nosotros, hazlo por quienes te amamos desde lo más profundo, y por quienes no han logrado conocer a la maravillosa guerrera que está frente de mí, porque a pesar de demostrar ser una de las mejores nephilim, eres una mujer que siente y ama —le dedicó una leve sonrisa con sentimientos encontrados. —No hagas esto solo por los que somos tu familia sanguínea. Hazlo por lo que tanto has luchado —rápidamente besó la frente de su hija y la abrazó con fuerza.

Isabelle interrumpió.

—El portal está listo para partir —avisó cortando el tierno y único momento madre e hija que habían tenido en bastante tiempo.

El azabache se paró al lado de su hermana con total seguridad, y le dedicó una leve sonrisa.

—De acuerdo —Cristie limpió el rastro de lágrimas con la orilla de su camiseta—, estoy preparada para dar lo mejor de mí. Quiero que esta noche sea única, que podamos volver con una gran sonrisa en el rostro y con buenas noticias. Que la muerte de la Inquisidora no haya sido en vano.

Alexander asintió con gusto. Jamás había escuchado a Cristie tan segura y empoderada de lo que hacía, sabía que era una chica fuerte tanto por dentro como por fuera, y eso era lo que más lo enamoraba, su perseverancia ante todo, pues él renunciaba al primer intento.

—Iré con ustedes —anunció Katherine desde el extenso pasillo, equipada con un arco y un par de dagas. —No eres la única que desea acción, Cris.

La rubia elevó una ceja y sonrió sin gracia. Luego que todo eso acabase, averiguaría un poco más sobre quién es Katherine Carstairs, pues no parecía ser más que una molestia, siendo que Clarissa Fairchild ocupada ese lugar antes que ella llegara al instituto.

Una vez que su padre volviera, tendría una seria conversación con él.

—Como sea —rodó los ojos con desdén—, el portal no está abierto toda la noche, Carstairs —le dijo en tono frío. —Tú sigues.

Evitó cualquier tipo de respuesta y prefirió atravesar el portal. Pronto estarían rescatando la vida de un nephilim y miembro de la Clave.


(...)


Las calles de Brooklyn estaban oscuras, más que de costumbre, ya que la neblina hacía lo suyo. Se tenía poca visión, y respecto a esa situación Alexander había logrado utilizar la runa indicada antes de ser atacado por un cazador oscuro y su serafín pocamente iluminado.

—¡Cuidado! —alertó en un grito a sus compañeros.

Golpeó gravemente de un toque al primero que logró golpearlo por la espalda, aunque el segundo no tuvo la misma suerte, pues una flecha en el pecho provocó su dolorosa y lenta muerte.

Cristie escuchó lo dicho por Alexander, así que logró tomar la espada como regalo de Sebastian por haber logrado derrotarlo en varias ocasiones durante los entrenamientos, pero esto era distinto, ya que no debía detenerse ni dudar al clavar la espada sobre el cuerpo de otro nephilim, repudiado, demonio o lo que fuese.

—¡Atrás! —le advirtió Sebastian a la rubia, quien logró moverse a la izquierda para no ser degollada por uno de los integrantes del ejército de su padre biológico. Con astucia y gracia, tomó una de las dagas enganchadas en sus botas y la lanzó con éxito a su atacante, pero para cuando creía que no había sido tocada por el enemigo, su mejilla izquierda tenía una pequeña herida.

Katherine y las otras dos chicas estaban ocupadas derrotando a otro par que estaban en su camino, mientras Clarissa estaba demostrando el avance de los entrenamientos constantes con el desaparecido Jace e Isabelle.

Joe por su parte no se quedaba atrás, además había preferido haber ido él antes que su hermana, pues tenía asuntos que atender con la Clave, de la misma manera que Magnus, quien a regañadientes aceptó la decisión del ojiverde.

—Somos un equipo grande y aun así ellos nos superan en números —Clarissa dijo lo obvio.

—Lo sabemos, Clary, no es necesario que lo repitas cada vez que lo recuerdas —respondió la rubia enfundando su espada, al parecer habían logrado despejar el primer lugar.

La pelirroja sonrió ladinamente y rodó los ojos mientras la coleta de su cabello no dejaba de moverse por sus bruscos movimientos y el exagerado viento del momento.

—Nunca me dejas continuar —bromeó en un momento así. Alexander le dedicó una mirada fría y sin sentido, entendía que Clarissa era menor que muchos del grupo, pero no pensaba que reaccionaría así frente a una situación de vida o muerte. —Es por eso que pedí un poco de ayuda —recalcó la última palabra.

De las sombras apareció uno de los tantos subterráneos con pelaje castaño oscuro y lo que parecía ser un cuerpo inerte en su hocico, cosa que se volvió polvo segundos después.

—¿Qué significa esto, Clarissa? —Katherine se deshizo de su último atacante y se acercó a la pelirroja para encararla cara a cara. —¿Desde cuándo formas alianza con los subterráneos?

—Desde que su mejor amigo se convirtió en uno —respondió Simón apareciendo a velocidad vampírica. Le dedicó una amplia sonrisa a la castaña, dejando evidencia sus grandes colmillos.

—Estás pasando los límites, Fray.

—Agradecería que me llamaras por mi nombre —la desafió con la mirada.

Si existía algo que no soportaba Cristie, era que alguien más aparte de ella regañara de esa manera a la pelirroja, era su deber hacerlo, no de una recién aparecida.

—Es suficiente. No estamos aquí por diversión o para ver quién tiene la razón —se paró frente a ambas, para llamar su atención y coger el arco que minutos atrás le colgaba en su hombro derecho. —La única misión que tenemos en este momento es salvar a Jace y a mi padre con vida.

Soy yo la única que da órdenes, Evans —Katherine refunfuñó.

—No ahora, Kat. No estamos en el instituto, y mi padre... tú superior está desaparecido, así que dime, ¿aún crees que tienes autoridad sobre nosotros? ¿sobre mí? —la ojiverde se mantuvo en silencio. —Eso pensé —sonrió victoriosa.

—Cris —la llamó Sebastian, quien había intentado pertenecer bajo perfil hasta ese momento. —Otro grupo se acerca, y aún no hemos avanzado.

—¿Cuál es el plan? —preguntó Simón. —Espero que no sea como Matrix o peor aún ¡como los espartanos!, no pretendo ser degollado y morir desangrado —se detuvo un instante—, pero eso no sería posible porque ya estoy muerto ¿verdad?

—¡Simón! —lo regañó la pelirroja. —No es momento para bromas.

—Quien lo dice —murmuró Cristie.

—Bien, repasemos —Alexander alzó la voz y se paró al frente antes que otro grupo de cazadores oscuros decidiera atacar por sorpresa. —Sabemos que tienen un nuevo refugio en un radio de 30 kilómetros, nosotros estamos en el punto cero, y otros 4 grupos más de cazadores se encuentran rodeando del área y despejando.

—Al punto —pidió Katherine cruzándose de brazos.

Alexander rodó los ojos, puesto que con él no se había comportado de esa manera tan detestable.

—El lugar está abandonado, era una antigua fábrica industrial que fue desalojada hace bastantes años, eso lo sabemos —añadió Isabelle.

—Tenemos que continuar en línea recta hasta encontrar lo que antiguamente era una bodega, debería suponerse que por ahí están... —tragó saliva en seco, su labio logró temblar un momento en solo pensar que la vida de quién había jurado proteger desde siempre estaría en peligro. —Cristie tendrá que hacer contacto con la habitación y canalizar su magia para derribar sus barreras —ella asintió. —Esa será la única oportunidad que tendremos para entrar, y no habrá retorno a menos que saquemos a Samuel y a Jace.

—Eso suena fascinante —susurró la ojiverde, comenzando a caminar junto a Isabelle antes que los encontraran primero.

Era difícil poder entablar un tipo de conversación con esa mujer sin que fuera arrogante y detestable, simplemente la rubia, ni Alexander la soportaban.

—Continuemos entonces.

—Hey —Alexander tomó a Cristie por el brazo, haciéndola detener en seco a su lado mientras que los demás del grupo seguían en avance. —¿Estás bien? —le preguntó el azabache notando la herida en su rostro.

Cristie asintió con una leve sonrisa.

—Estoy bien, es solo un pequeño rasguño.

—Ten cuidado —le pidió.

—Lo tendré, pero es mejor que nos apresuremos, la noche está por ceder y aún no tenemos respuestas positivas de este ataque.

Sin decir otra palabra más, ambos siguieron caminando en silencio junto al resto del grupo, pero siempre a la defensiva.

La ex fábrica estaba totalmente abandonada, con todo tipo de animales salvajes viviendo en él, inclusive vagabundos que lograban refugiarse por las noches a pesar de estar bastante alejado de la civilización urbana.

Recorrieron el lugar con precaución, no sin haber tenido que desenfundar sus cuchillos y espadas serafín como protección

—Creo que éste es el lugar —aseguró Joe una vez que lograron llegar a una gran bodega con miles de vagones oxidados por los años.

—Es mi turno —la rubia se puso de cuclillas, dejando su arco en el piso junto a su mano hecha un puño. —Cúbreme —le pidió a Alexander, quien aceptó encantado, mientras que Sebastian lo observaba con odio.

La chica cerró los ojos con suavidad, respiró profundo y con su otra mano disponible la puso sobre la pulsera que tanto poder le había otorgado anteriormente y esperaba que esta no fuera la excepción. Sus labios se comenzaron a mover al son de la luz que la rodeaba, llamando toda la atención de los cazadores oscuros. Los habían descubierto.

—¡No te detengas! —le gritó Alexander, pues minuto y medio atrás ella le había pedido justamente a él que cuidara su espalda, y eso es justamente lo que haría. —¡Seré tu escudo y sombra! —logró avisar, antes que uno de los cazadores oscuros lo alcanzara, pero fue Katherine quien lo derribó con una certera flecha.

Alexander cayó al piso en un intento por esquivarlo, golpeándose el hombro contra el suelo.

—¿Estás bien? —él asintió. —Tienes que mejorar tus reflejos, Lightwood —dijo ella mientras extendía su mano para ayudar a levantarse.

—No empieces.

Katherine logró sonreírle ladinamente.

—¡Ahora! —exclamó Cristie en su actual posición. —Las barreras cedieron —avisó.

Tan pronto como habló, la bodega comenzó a cambiar, y otras tonalidades en las paredes comenzaban a hacer aparición frente a los ojos de los nephilim.

Isabelle con su látigo logró abatir a decenas de cazadores oscuros que estaban dispuestos a asesinarlos.

Algo a lo más parecido a una prisión-cueva se dejó notar, con oscuros pasillos y rejas que dejaban en evidencia la tortura que le hacían pasar a sus "visitantes".

—Apresúrense en traer a papá con vida, no lograré aguantar tanto.

Y como si eso fuera una inyección de adrenalina para Alexander y Sebastian, comenzaron a tomar la delantera para encontrar a ambos nephilim, dando el primero con éxito.

—Samuel —murmuró el nombre del padre de Cristie, quien estaba en una de esas celdas amordazado y malherido, lo habían torturado.

Alexander se alejó un momento para apuntar con una de sus flechas la inestable puerta de la celda para liberar a uno de los miembros más importantes de la Clave.

—No se mueva —le pidió mientras lanzaba.

La puerta cayó al suelo al instante, pues las flechas de Alexander no eran cualquier cosa, estaban purificadas y tenían un poco de ayuda especial realizada por Magnus Bane.

—Me alegras que seas tú muchacho —dijo el hombre aliviado.

El azabache con rapidez lo desató y con su ayuda pudo lograr sacarlo del lugar, mientras que las chicas protegían de ambos hasta lograr llevarlo a un portal que tenían preparado como salida de escape.

—Cris... —susurró Samuel con un hilo de voz, notando lo fuerte y gran cazadora en la que su pequeña se había convertido, pues habían pasado más de tres años sin haberla visto en persona, siquiera sabía si ella lo recordaría.

—Debes cruzar el portal, luego podrás hablar con ella —sugirió Alexander, ya que no era el momento apropiado para hacerlo, aún quedaba una cosa más por hacer.

—¡Alec! —gritó Cristie con desesperación. El moreno se alertó y apresuró el paso para que otro grupo de nephilim se preocuparan de ayudarlo a cruzar al instituto y llegar con vida.

Corrió en socorro de Evans, quien temblaba al no soportar tanto poder de momento a otro. Sebastian había vuelto a aparecer sin rastros del rubio.

—Cristie está cediendo —le susurró Isabelle a su hermano mayor. —Tiene que detenerse o podría pasar algo peor.

—Pero, Jace...

—Sé cómo te sientes, hermanito —se acercó a él y apoyó una de sus manos en el alto hombro del azabache. —Me siento de la misma manera y lo extraño. Pero tienes que entender que no siempre conseguiremos lo que esperamos, y ambos sabemos que Jace sabe cuidarse.

Cerró los ojos un momento para intentar asimilar lo que su hermana le acababa de decir, y muy dentro de él sintió que Isabelle decía la verdad, lo sentía. Sentía que Jace aún seguía con vida.

—De acuerdo —corrió en dirección a Cristie y se agachó junto a ella. —Es suficiente. Logramos sacar a Samuel con vida, y ya ha sido llevado a través del portal —avisó.

—¿Y Jace    

¡Ay!, siento que este capítulo fue intenso y satisfactorio para mí, pues demoré poco más de 5 horas en escribirlo y re-escribirlo... así que espero les haya gustado. Además, debo admitir que tuve que cortarlo por ser demasiaaaado extenso, aunque ya explicaré en el próximo lo que ha pasado y el por qué... :B

Sin más, espero que puedan hacerse notar, ya que me he dado cuenta que han dejado de comentar u_u ¿acaso ya no les gusta? me mato:c

bai.

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