028. Alec, Kat & problems
ACTUALIZACIÓN 04.10.2018
LEER LA NOTITA AL FINAL, PLS! :B
Alexander y Cristie entraron lo más rápido que pudieron a la sala principal, en donde se encontraban los protagonistas interesados en encontrar al parabatai del azabache, incluyendo a la recién transferida Katherine Carstairs.
—¿Hay noticias sobre Jace? —preguntó la rubia, plantándose de frente al monitor que mostraba diversas imágenes sobre videos de seguridad.
—Han reportado daños en clubes nocturnos de la ciudad —comenzó a explicar Lydia calmadamente. Los nephilim tenían los ojos puestos sobre ella, pensando en que aún tenía la intención de traicionar su confianza y seguir sirviéndole a la Clave. Con un pequeño control remoto agrandó uno de los videos y lo enseñó a los presentes. —Encontraron unidades de vampiros asesinados, o lo poco que quedaba de ellos. Suponemos que esto es obra de Valentine y Gabriel —dirigió levemente su mirada a Cristie. —Por lo que la Clave también sospecha que Jace Wayland podría estar involucrado, rompiendo así los acuerdos.
—Eso no es posible —interrumpió Evans instantáneamente. Se acercó a pasos largos hacia el frente, al lado de Branwell. —Conocemos a Jace, y sabemos que él no sería capaz de traicionar los acuerdos, ni mucho menos asesinar a subterráneos sin que violen las reglas.
—Yo no estaría tan segura de aquello —refutó Katherine. —Las imágenes demuestran lo contrario —señaló, haciendo que la rubia girara sobre sus talones y observara con sus propios ojos las grabaciones de la noche anterior.
—Ese no parece ser Jace —dijo la pelirroja con temor. No quería equivocarse, pues estaba demasiado oscuro para culparlo al cien por ciento, por lo tanto, aún tenía fe que no se tratara del rubio que tanto estimaba.
—Lo lamento, chicos —Lydia suspiró con la mirada cabizbaja. —Debo seguir el conducto regular... y ya saben a lo que me refiero.
Carstairs y Verlac asintieron. Este último había intentado mantenerse al margen por respeto a Cristie, pues siempre iba a estar de su lado.
—Debes informar a tus superiores —bufó Alexander con tono de enfado.
—¿No hay nada que podamos hacer? —preguntó Isabelle llevándose una mano a su collar, cosa que suele hacer cuando está nerviosa.
—No creo que eso sea posible.
—Podríamos usar nuestro vínculo parabatai para encontrarlo —sugirió el mayor Lightwood.
—¿Qué? —Cristie frunció el ceño como negación. —Oh, por el Ángel, ¡claro que no! —se negó rotundamente.
—Es la única solución para encontrar a nuestro hermano —contestó refiriéndose claramente a él e Isabelle.
—¿Tienes memoria de corto plazo? —pisó firme y caminó a paso decidido. —¿no recuerdas que ocurrió la última vez que hiciste eso sin autorización? —dirigió su mirada fríamente a la otra rubia en la habitación, ya que ella había sido la de la idea propuesta anteriormente. —¡Casi mueren! —se detuvo en seco, siendo observados en primera fila por Katherine y Sebastian, quienes no se mostraban muy cómodos por la situación. —Esta vez no lo permitiré —terminó su regaño, y antes que Alexander reclamara lo contrario, se dirigió a la sala de entrenamientos a hacer lo que mejor sabía.
—¿Es siempre así? —preguntó Carstairs irónicamente. Isabelle rodó los ojos antes de ir tras su mejor amiga y contenerla.
—Eso estuvo de más —recalcó Clarissa por primera vez. Indudablemente intentaba cambiar su actitud, y era algo que Simón había sugerido para mejorar la relación de ella con los cazadores dentro del instituto.
Al menos, él había entendido la razón del por qué seguir ahí.
(...)
La sala de entrenamientos le daba paz y tranquilidad a Cristie en momentos tensos como esos, más aún cuando se lleva un gran peso en los hombros por ser una —sino la única— nephilim capaz de realizar actos de magia combinados con el alto poder de las runas para contrarrestar a los subterráneos y cazadores oscuros del Círculo.
Sabía desde un principio que ella era especial, pero no le había tomado el peso de cuánto. Sus profesores siempre habían alardeado y potenciado sus habilidades en combate, pero jamás iba a olvidar que gracias a Alexander Lightwood nació su amor por el arco y las flechas, incluso pensaba que si su vida seguiría siendo como una mundana, no tardaría en tatuarse una bella flecha en su brazo derecho, tapando ante sus ojos una marca de su runa parabatai.
Pocas veces se preguntó el porqué de la prohibición en la relación entre parabatai's, y es que muchas veces una gran tragedia ocurría si eso nacía. Su madre fue testigo de una relación nacida entre una pareja de parabatai, y son pocos nephilim que conocen esa historia. De alguna forma, sentía que por eso le debía una explicación a Wayland, ya que se fueron sin darle una verdadera explicación de lo que había ocurrido anteriormente, se lo debía.
—Cris —Isabelle entró en la habitación tratando de llamar la atención de su mejor amiga, quien se mantenía concentrada disparándole flechas en la cabeza a un par de maniquíes de prueba. La morena cruzó el umbral haciendo que sus tacones sonaran con eco entre esas cuatro paredes. —Sé que mi hermano puede sonar como un idiota a veces —se acercó más a su mejor amiga, parándose al lado de ella mientras observaba sus delicados movimientos—, pero esta vez quizás tenga razón.
Cristie se detuvo con el arco empuñado, en posición y listo para lanzar una flecha. Dirigió por el ovillo de sus ojos una mirada triste a su mejor amiga, suspiró profundo y relajó sus brazos a ambos lados de su dorso.
—Puede que estés en lo correcto, pero no quiero arriesgar a nadie más de las personas que de verdad me importan, muchos menos a Alec.
—¿No quieres o no puedes?
La rubia giró sobre sus talones y le dio frente a su mejor amiga.
—Ambas —respondió elevando sus hombros. Dejó la flecha roja en una pequeña mesa justamente al lado de ella, y su arco a un costado de la misma.
—Sé que quieres lo mejor para mis hermanos, pero tal vez esta sea la única posibilidad que tenemos para poder encontrarlo.
| NOTA: Isabelle ft Cristie |
—No lo creo.
La morena conocía esa mirada en ella, y no se trataba de algo bueno. Le hizo recordar cuando tenían 9 u 10 años... Cristie sabía en ese entonces que a Isabelle le atraía un chico del instituto en Idris, y que ella no sabía cómo decírselo. Fue entonces cuando a la rubia no se le ocurrió otra infantil propuesta que decírselo a través de una carta mágica. Aunque no todo resultó como esperaban, pues se la habían enviado al chico equivocado, y éste no tuvo una buena recepción hacia el aparente enamoramiento de Isabelle Lightwood hacia él. Todo acabó desastrosamente mal.
—Conozco esa mirada, Cris.
—No. no lo haces, Belle.
—Claro que sí —la morena se cruzó de brazos, esperando que le dijera su famoso plan. —No te contengas.
—Bueno... la ventaja de tener un amigo como brujo son muchas...
—Cristie...
—Le he pedido un pequeño favor que encantado aceptó —comenzó a caminar alrededor de su mejor amiga. —Accedió a enseñarme a cómo localizar a Jace sin ser descubiertos por la Clave.
—Si te descubren, nos puede traer serios problemas —advirtió la morena.
—Lo sé, y es por eso mismo que no le pedí a él que lo realizara —suspiró. —La Clave aún no sabe sobre mi pequeño secreto, así que eso es una leve ventaja para nosotros.
—Entonces, ¿el plan es localizar a Jace a través de tu vínculo con él?
—Exacto —sonrió esperanzada. —Pero lo único que pido, es que la nueva no se entere, ni se entrometa en esta parte del plan... no sabemos quién es ni qué es lo que quiere con Jace.
—En eso concuerdo contigo.
—Además —continuó—, hace un par de horas la vi muy cercana a tu tonto hermano —se puso en la misma posición que la morena. —No confío en ella.
—¿En quién no confías? —Alexander entró a la sala de entrenamientos, ya que minutos atrás había querido buscar a su hermana.
Cristie hizo el intento por responder, y esperaba que no la hubiese escuchado, pues de esa forma él pensaría que podría sentir celos hacia la chica.
—En ti —le contestó Isabelle bromeando.
—No es gracioso, Izzy.
—Para ti nada lo es, hermanito —caminó Isabelle hacia la salida, pero antes de hacerlo palmeó el hombro de su hermano mayor levemente, mientras que el moreno gruñó por lo bajo. —Los dejo a solas —giró su cabeza levemente y le guiñó a su amiga.
—¿Y bien? —Alexander elevó sus cejas.
—¿Bien qué?
—¿Por qué tanto misterio en su conversación? —comenzó a interrogar caminando hacia el arco que Cristie había dejado minutos atrás en la mesa. —Espero que no sea otra de tus alocadas ideas suicidas.
—No lo es —mintió. Alexander siempre lograba descifrarla, a pesar que callara por siempre.
—Como digas —empuñó y apuntó el arco hacia los mismos los mismos maniquíes que minutos atrás Cristie había destrozado de no haber sido falsos. Tomó dos flechas y acertó correctamente en el centro, era el mejor arquero de su generación, de eso no había duda. —¿Quieres que te enseñe? —preguntó en tono arrogante.
—¿Qué?
—Estás plantada ahí, mirándome como lanzo un par de flechas sin importancia. Como si fuera lo más fantástico del mundo.
—Extrañaba tu negro sentido del humor, Lightwood —Alexander sonrió ladinamente, ruborizando a la chica frente a él y haciendo que imitara su acción.
—Y yo extrañaba verte sonreír, aunque sea solo un momento —sus claros ojos se cruzaron por interminables segundos.
Un extraño sentir cruzaba el cuerpo de la Evans, pues hacía bastante tiempo que no se encontraban ambos solos, sin la necesidad de tener que mentir ni hablar porque leían sus miradas tras fondo. Se conocían más de lo que pensaban, y en cierto modo eso les asustaba muchas veces.
—Alec... —por un momento todo parecía ir tan bien como antes, pero luego recordó el motivo de su regreso a New York, y el por qué estaba ahí y no en Idris. Pero antes que la Copa Mortal, estaba la vida de Jace Wayland, por lo que creía que no era momento para coquetear descaradamente con Alexander mientras su ex parabatai podría estar corriendo riesgo. —Uhm... tengo una duda —cortó el silencio incómodo entre ambos. —¿Quién la envió? —le preguntó al hermano de su mejor amiga.
—¿A quién?
—A Katherine Carstairs... no creo que sea coincidencia que justamente cuando Jace desaparece aparezca ella en el instituto.
—Eso es cierto. Tu padre fue quien pidió mi traslado a New York —respondió Katherine apareciendo desde el umbral de la puerta.
—¿Mi padre? —susurró confundida. —Samuel...
—Es correcto —se irguió frente la rubia, mientras cruzaba sus brazos. —Ha dicho que la Clave está en búsqueda de tu amigo, quieren capturarlo para detener sus planes junto a Morgenstern y Stairs —confesó. —Mi misión actual es acabar con el Círculo y con todo aquel que se interponga —informó muy decidida y segura. —Luego... te contaré los planes que tengo para ti —desafió a la rubia, cosa que no le intimidaba, ni le agradaba en absoluto.
Cristie bufó sarcásticamente.
—Eso está por verse —manifestó sin preocupación.
(...)
—Izzy, ¿has visto a Cristie? —preguntó al pasar por el extenso pasillo del instituto.
—Acaba de subir a la azotea.
Alexander comenzó a subir las escaleras hasta llegar al último escalón y ver una gran puerta de madera, la cual empujó y caminó en dirección recta. Observó a su alrededor buscando a Cristie, y cuando fijó la mirada en ella, se encontraba recargada en el barandal que daba a la ciudad.
—Cris —la llamó
La noche había caído, y Brooklyn se veía mucho más brillante de noche que de día. Era una ciudad tranquila, al menos, lo poco que lograron conocer.
Él caminó hacia ella, y al estar a su lado se apoyó en el barandal en el cual estaba apoyada, giró levemente su rostro para observar sus refinadas facciones que se veían espléndidamente a contraluz. Evans seguía admirando la ciudad, y las luces de la misma hacían que los ojos del moreno se vieran más brillantes.
—C..., no terminaste de contarme tu plan —demostró preocupación y curiosidad frente a lo que la chica pensaba hacer.
Ella elevó sus curvas, anonadando al moreno con su sonrisa. Era perfecta, ella lo era, y antes sus ojos no existía tal perfección en otra persona que no fuera la chica que tenía frente a él.
—No es nada de lo que pueda arrepentirme —susurró sustancialmente. —No moriré si es lo que te preocupa —dirigió su mirada a él, encontrándose una vez más con sus ojos. Con esos ojos verdes que tanto le encantaban y que la hacían olvidarse del mundo completo y de su actual misión.
Era simplemente el mismo Alexander que había conocido años atrás, solo que ahora era mucho más apuesto y varonil que antes, y su pasión por el arco lo hacía irresistible.
—¿Estás segura de ello? —ella asintió. Alexander exhaló el aire sobrante de sus pulmones, y volvió a mirar al frente. Bajó la mirada y se inclinó refugiándose en sus brazos. —De acuerdo, confiaré en tu palabra.
—Haces bien.
Una fuerte ventisca traspasó sus cuerpos inmovibles del lugar, parecían estar perfectamente cómodos y conformes con permanecer ahí por un momento más. Ambos jugaban a ser niños nuevamente, pues se dirigían miradas que ninguno debía darse cuenta.
—Dame tu mano —pidió Alexander de repente, cuando por fin se había decidido por voltear a verla.
La rubia confundida ante su petición aceptó lo que pidió. Extendió su mano derecha y con su pulgar trazó las líneas de su palma y suspiró profundamente como si su contacto hiciera corto circuito en la ciudad completa.
—Alexander... —pronunció el nombre del nephilim que siempre ha querido, a pesar de que antes no lo supiera o no se había dado cuenta.
El hermano mayor de su mejor amiga colocó su mano disponible sobre su mejilla. Cerró los ojos dejándose llevar por el calor corporal que el moreno le traspasaba.
Cristie se sentía nerviosa por la cercanía de Alexander, podía sentir su respiración acercarse más a ella, mezclándose como lo acostumbraba a hacer.
—Te necesito de nuevo en mi vida —confesó juntando su frente con la de ella, poniendo la mano que tenía en su mejilla sobre su cuello, acercándola a él. —Te necesito más de lo que necesito una Iratze para curar mis heridas, y ninguna de ellas podría sanar lo que siento por ti.
No esperaba que esa situación continuara, pero cuando sus pensamientos estaban llenos de él, Alexander la acercó con fuerza y necesidad hacia su cuerpo, y la besó como había querido hacerlo desde que se volvieron a reencontrar en Idris.
Millones de sentimientos y emociones pasaban por ambos en ese instante, pero ninguno de los dos quería cortar el imborrable momento que estaban viviendo y haciendo uno de los más importantes.
Cristie jadeó un instante para recobrar la compostura y distanciarse de su mayor temor. No quería lastimarlo, ni ilusionarse a sí misma que todo iba a volver a ser como antes de un día a la mañana, más aun sabiendo que Jace no estaba con ellos, y que Katherine Carstairs formaba ahora parte de sus vidas.
—N-no podemos... —se llevó ambas manos a su boca. —No ahora. Lo lamento, Alec —se mordió el interior de su labio, y sin decir alguna otra palabra tomó rumbo a su habitación, pero el chico fue más rápido que ella, y antes que lograra cruzar el extenso pasillo del instituto, la tomó del brazo y la logró acorralar contra la pared pidiéndole algún tipo de explicación.
—¿Por qué? —preguntó estando por sobre encima de su rostro, dejando escapar todo el aire de sus pulmones sobre la rubia, dejando que su pecho acelerado chocara con su cuerpo. La necesitaba.
—Hay cosas que debemos solucionar antes de... nosotros.
—¿Lo dices por tu amiguito o por Jace? —cuestionó. Siempre se había referido a Verlac de manera despreciable, y es que no podía seguir tolerando su falta de empatía y poca cordura ante tal eventualidad, como tampoco soportaba su cercanía con la chica frente a él.
Evans sonrió sin gracia, notaba el tono de celos y de ironía. A veces odiaba conocerlo más de lo que se permitía.
—Sabes que nuestro deber como cazadores es priorizar las vidas de inocentes —lo señaló con el dedo índice para no sentirse sometida ante él. —Tu hermano y parabatai está en peligro con esos dos traidores, y tú te comportas como un patán queriendo marcar territorio —lo logró mover unos centímetros, pero eso no era impedimento para que Alexander luciera seguro y varonil.
—Lo sé, y lo lamento —asintió. —Es solo que... no quiero pasar por esto, y perderte en el camino.
Cristie lamió sus labios por última vez, intentando contener todo lo que quería decir y hacer, pero por el amor del Ángel, tenía que demostrar frialdad y decisión.
«Lo estás haciendo en este preciso instante al presionarme...», pensó.
De cierta forma mintió, pues sentía la necesidad de tenerlo cerca de ella, pero hacerlo en ese instante significaba perdición y desconcentración.
—No se trata sobre eso, es solo que...
Por ahora solo había un motivo por el cual luchaba ante las adversidades y lograba tener paciencia frente a tantas personas del instituto. Además, no debían confundir sus sentimientos cuando lo que hacían era por un bien común... por el bienestar del mundo de sombras.
—Lamento interrumpir, pero debo informarles una devastadora noticia... —murmuró Isabelle con poco aliento, haciendo que ambos nephilim se separaran bruscamente. —Alacante está de luto... la inquisidora ha sido asesinada —informó con cierta tristeza.
—¿Cómo dices? —Cristie frunció el ceño sin entender al instante.
—Se nos ha informado hace poco más de cinco minutos sobre la escandalosa noticia. Le tendieron una trampa, al parecer.
—No creo que sea posible... —la rubia comenzó a caminar en círculos en el pequeño espacio del pasillo. —En el East River logramos sacarla con vida, ¿por qué asesinarla ahora?
—No lo sabemos —bajó el tono de voz. —Ahí dentro, se está rumoreando que Jace tendría algo que ver con lo sucedido.
—Déjame adivinar... Katherine Carstairs, ¿no es así? —la morena asintió cuerdamente.
Al parecer, la nephilim nueva no era bien aceptada en el instituto de New York, más aun, cuando según ella fue Samuel quien la envió como relavo de Lydia e informante presencial de la Clave, ¿para qué?
—Es mejor que volvamos con los demás, o pensarán que también tenemos relación con el asesinato de la inquisidora —sugirió Evans, quien a toda costa evitaba a Alexander con la mirada.
Pero antes de retirarse, el azabache esperó a que su hermana comenzara a avanzar primero, para tomar suavemente por el brazo a Cristie.
—Esta conversación queda pendiente —susurró—, otra vez. Por el momento, te ayudaré con lo que tienes planeado: encontraremos a Jace y todo será igual que siempre —Cristie no pudo evitar sentir sus piernas frágiles y sensibles, tambaleaban con cada palabra del chico, y la sangre le subía de manera inconsciente a la cabeza.
—¿Vienen? —preguntó Isabelle un poco más adelante que ellos.
Subí capitulooo temprano!!!! ¿Khé? pos sí, va a temblar, bai :B asdas
Quería aprovechar de subirlo una vez que lo tuviera escrito... ¿me creerían si les digo que demoré 4 horas en escribirlo? es mucho, y siento que salió cortito :c... y espero que el próximo sea más extenso, por lo mismo paciencia, ya que comienzo nuevamente con exámenes y eso, por eso aproveché de actualizar ><
Para el próximo capítulo espero responder dudas... como por ejemplo; qué diablosirijillos está pasando con Jace, Savannah, y Samuel... además, aclarar un poquito sobre quién es Katherine Carstairs para que la vayan conociendo y saquen sus propias conclusiones, porque yo, tengo bien clarines quién será :x
También quería aprovechar de decir que es primera vez que le dedico capítulo a alguien, y creo que lo comenzaré a hacer desde aquí en adelante, y en los anteriores de igual manera n.n como manera de retribuir el apoyo que me dan constantemente :3
PD: Katherine Carstairs en multimedia :B
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