027. Disappointment
ACTUALIZACIÓN 03.10.2018
Pido disculpas de antemano por la demora):, pero no había tenido tiempo de tomar el pc y corregir el capítulo antes:c
Jace se había ido. Le había fallado a quién le prometió años atrás permanecer a su lado para toda su vida. En el peor momento lo había dejado ir sin haber luchado por lo contrario.
—Eres débil —se dijo Cristie frente al espejo.
Minuto atrás habían vuelto al instituto informándoles la situación a sus otros compañeros, con excepción de Alexander, y por supuesto, Clarissa había puesto un poco de su percepción perjudicando con creces a la rubia. Ahora todo era culpa suya, y eso lo tenía claro.
Cristie no despegaba la fija mirada del espejo empañado sin haberse duchado anteriormente. Su rostro estaba pálido con surcos oscuros que se comenzaban a notar debajo de sus ojos. Era indudable, había llorado desde su regreso.
Le dolía. Jace era mucho más que su ex parabatai, era una parte importante de su vida, y sin él... ella no estaría completa. ¿Cómo decirle a Alexander la noticia? Si es que no se había enterado ya por la bocona de la pelirroja. Él la odiaría más que antes, la detestaría.
Arrastró los pies hasta llegar a la orilla de la cama, en donde se sentó sin cuidado ni delicadeza. Estaba exhausta, nerviosa y asustada. No podía soportar la idea de perder a Jace... no lo haría, ¡claro que no!
La puerta se abrió con un chirrido e instantáneamente dirigió la mirada nerviosa a ella. Su rostro palideció más al darse cuenta que era Alexander quien atravesaba el umbral.
—Hola —dijo él suavemente. Sonrió de forma leve y se encaminó hacia ella quedándose de pie, sin decir nada por lacónicos segundos. —¿Está todo bien? —preguntó cruzándose de brazos como lo suele hacer. —Clary no hace más que caminar en círculos y llorar en silencio. Tu amigo... —corrigió— Sebastian salió tan pronto volvieron, y tú... —elevó su ceja izquierda, esperando una pronta respuesta a tanta inquietud por parte de los tres nephilim— ¿estás bien?
—No pasa nada —mintió. —Todo anda de maravilla —le dedicó una sonrisa forzada, y como si fuera poco, Alexander la conocía mejor que ella misma.
—¿Segura? —se acercó más, para ponerse de cuclillas frente a la rubia. —No juegues conmigo, Cristie... sé que algo está ocurriendo. No me lo ocultes.
Stairs alias Evans, cerró los ojos con fuerza y rapidez, como si eso hiciese que el dolor fuese oprimido, pero era imposible seguir negándolo, seguirle mintiendo en la cara a quien ella decía amar, aunque eso significara el quiebre de todo lo que podría haber quedado entre ellos.
—¡Jace se ha ido! —gritó en una explosión de emociones conjuntas. El silencio no iba a ser permanente, y era justo que se enterara por sus labios a que otro nephilim del instituto se lo dijera de otra manera y agregara cosas que no eran.
El ojiazul sin entender a qué se refería sonrió ladinamente, demostrando pura inocencia por las palabras oídas recientemente.
—¿Dónde?, ¿con quién? —hizo una mueca con su labio—, espera... no me digas —bromeó—, creo saber con quién...
—No estoy jugando, Alec —de pronto, los ojos de la rubia se cristalizaron, dejando fluir lágrimas brotar de sus ahora enrojecidos ojos.
—¿Qué? —su rostro sufrió una repentina transformación, no parecía ser él.
—No está. Por culpa mía... Jace no está —se levantó de la cama con rapidez, dejando al azabache en medio de la habitación solo, sin mover un solo músculo de su tonificado cuerpo. —Se ha ido —repitió con un hilo de voz. —Ofreció un trato que intenté de impedir... él, se fue por voluntad con Valentine y Gabriel...
El silencio los volvió a inundar, y fue como si una gran barrera los hubiese dividido de un momento a otro en la habitación, porque literalmente así había sido. El moreno se levantó sintiendo que el tiempo era lento e inestable, y sin elevar el rostro se irguió apretando ambos puños con fuerza.
Sin recriminar ni decir nada, salió de la habitación golpeando con fuerza la puerta por la cual había entrado siendo otra persona minutos atrás.
Lo había perdido para siempre.
(...)
Las antorchas que se encontraban colgadas a lo largo del pasillo iluminaban de manera fragosa. Y aunque habían pasado buscando a Jace durante 72 horas completas, había sido inútil... Valentine y Gabriel sabían esconderse perfectamente, más aún cuando la magia estaba de su lado. Pero algo bueno dentro de tantas malas situaciones para los nephilim estaba pasando en ese preciso momento.
Todos creían que Jace se había ido con Valentine para formar alianzas por el 'estima' que sentía hacia él a pesar de saber la verdad, y que la espada mortal había fallado la primera vez, pero cuando lo encontraran, nuevamente pasaría por ella para averiguar sus intenciones de una vez por todas. Así que al terminar ese pequeño receso, seguirían buscando al ex parabatai de Cristie sin cesar, demostrando su inocencia.
—Hodge Starkweather, ¿estás consciente de los delitos por los cuáles serás juzgado el día de hoy? —Alexander Ligthwood demostró seguridad en sus palabras, y controló sus impulsos por asesinarlo bajo criterios que eran excluidos por la clave.
El hombre tembló por la gravedad oída en la voz del moreno. Jamás lo había escuchado hablar en ese tono tan molesto y lleno de ira. Fue entonces cuando el hermano silencioso se acercó y extendió al aire la espada mortal, para que el traidor colocara su mano en ella. Se alejó y Hodge, a quien consideraban uno más de ellos, asintió a la pregunta.
—¿Sabes dónde podría estar Morgenstern o Stairs? —preguntó.
—N-no lo sé —se estremeció. Nada parecía fuera de lo normal en la espada mortal.
—¿Cuándo fue la última vez que los viste?
—Una semana... tal vez dos —la espada brilló sutilmente en su mano, mientras que una mueca de dolor se dejaba evidenciar en su rostro. —Tres días —se retractó ante la mentira dicha anteriormente.
Justamente hace tres días atrás que no sabían nada positivo sobre el paradero de Jace, y eso abrumaba de sobre manera al moreno. Se lamió el labio inferior tratando de no morder parte de él, pero fue inevitable preguntar.
—¿Sabes dónde tienen a Jace? —el traidor negó con la cabeza, evitando responder con su voz, y eso hizo que el enfado de Alexander aumentara. —Te hice una pregunta —reiteró con un tono de voz más alto y profundo. —¡Responde, Hodge!
El nephilim a quien consideraban una parte fundamental del instituto y de sus vidas, dirigió la mirada en un ángulo de ciento ochenta grados, asegurándose que todos lo observaban, incluyendo Sebastian que ahora era parte del equipo.
—No.
—¡Mientes! —gritó el ojiazul sin poder seguir conteniendo su ira acumulada, aun cuando sentía que Wayland se encontraba con vida.
—Es suficiente, Alec —Lydia se acercó al moreno y lo tomó por el hombro, alejándolo de más problemas frente a todos los presentes. —Continuaré yo.
Le dirigió una última mirada a la rubia y se dirigió a su nueva posición al lado de su hermana, sin darle vista fija a Cristie.
—Hodge... —comenzó mientras caminaba frente a él en círculos. —¿Desde cuándo tienes contacto con Stairs? —el hombre sonrió y siseó ligeramente cuando la espada volvió a resplandecer en su mano.
—Nunca hablé con Gabriel o Valentine... al menos, no desde que me salí del círculo, y hasta que tuve la Copa Mortal en mis manos —confesó.
—¿A qué te refieres?
—Valentine envió a uno de sus experimentos al instituto para no levantar sospechas.
El repudiado —murmuró Lydia.
—No solo eso, Branwell —suspiró. —Ellos dos siempre han tenidos sus ojos dentro del instituto, sabían exactamente todos los movimientos que hacían. Las misiones a las que iban, quiénes iban..., cómo funcionaba todo.
—¿De quién hablas? —preguntó con curiosidad, mientras todos esperaban la misma respuesta. El hombre no borraba la sonrisa de su rostro. —¿Estás insinuando que dentro del instituto tenemos un topo?
—Hay cosas que no sé... incluso, aunque la espada mortal esté en mis manos no significa que mágicamente sepa todo lo planeado por el círculo —el silencio inundó el lugar, y habían surgido más preguntas que respuestas, pues la espada no había vuelto a brillar. —Entonces... ¿me dejarán ir?
Lydia siseó conteniendo su semblante expresión.
—Eso no pasará —se detuvo frente al hombre a medida que él borraba la sonrisa de su rostro. Todos los presentes estaban expectantes, oyendo cada palabra que ambos decían. —Con el poder que se me ha otorgado en este momento y respaldo de la Clave, Hodge Starkweather quedas condenado a pasar el resto de lo que te quede vida en la prisión de Ciudad Silenciosa.
—Pero eso no... —Lydia interrumpió.
—He terminado —se dirigió a los hermanos silenciosos. —Pueden llevárselo.
La rubia dio media vuelta y le asintió levemente con una sonrisa al moreno. Cristie no pudo evitar percatarse de la incómoda situación, así que rápidamente se dirigió al instituto por si había noticias positivas sobre Jace.
(...)
Jamás había visto tantos cazadores oscuros frente a ella. Cristie desde el día en que Lorine le dio vida, se sabía que sería una poderosa nephilim, pero con el correr de los años todo su esfuerzo y dedicación dieron frutos; siempre había querido ser una gran y reconocida cazadora de sombras, poderosa y valiente, destacada y valorada por todos y cada uno de los miembros de la Clave, pero sobre todo por quien siempre había sido un padre presente para ella... Samuel, de quien poco y nada sabía hasta el momento.
Cuando de pronto, a sus dieciséis años todo cambió para ella, dejando atrás un pasado que le había costado dejar de lado todo lo que Cristie más quería, y eso incluía a Jace... y ahora, tres años después volvía a hacer lo mismo... era una decepción hasta para ella misma.
Miró una vez más a su alrededor, asegurándose de no descuidar ni un centímetro de su perímetro, o algo podría resultar no favorable para ella.
—Bien, comencemos —le dijo con la frente en alto a los experimentos de su padre biológicos frente a ella.
Sacó tres flechas del caraj colgado en su hombro derecho, y por fin pudo poner en acción lo que tanto había practicado tiempo atrás con Alexander, mucho antes de lo ocurrido entre ambos.
Se concentró. Respiró profundo cerrando los ojos por un segundo, para apuntar desde una altura considerable a tres de los enemigos y soltó el primer tiro con éxito. Luego, intentó realizar el mismo lanzamiento por segunda vez, pero fue interrumpido por dos de ellos que habían logrado subir al lado de la rubia, poniéndole las cosas más difíciles. Viéndose en esa situación de peligro, logró tomar a tiempo su cuchillo serafín y desenfundarlo para darle en el pecho a uno de ellos, mientras que al otro lo golpeó con una patada que logró botarlo y mantener la seguridad, aunque eso no serviría por mucho tiempo. De alguna forma la adrenalina que sentía al luchar le ayudaba a disminuir la frustración y la culpa que la carcomían por dentro.
Cuando se vio envuelta y rodeada por decenas de cazadores oscuros, acomodó ambos brazos extendidos al costado de su dorso con los ojos cerrados; inhaló y exhaló el aire contenido en sus pulmones, purificando su sangre y concentrando fuerza en sus manos. Cuando se disponía por utilizar solo magia por primera vez sola, sin ayuda de Magnus, una loca idea se le vino a la mente, como si su subconsciente se lo hubiese dictado.
Con rapidez y sin tiempo, cogió su estela. Sin pensarlo dos veces dibujó una runa jamás dibujada por nadie, la cual fue potenciada por toda la magia que habita en su cuerpo y con ayuda de la pulsera de Armadía. Algo que jamás se había logrado antes con ningún nephilim ni brujo, ni siquiera algo que pudiese haberse comparado con el talento de Clarissa Fairchild.
Una gran luz se formó a través de ella, como si de su aura se tratara, la cual logró desplomar a la totalidad de cazadores oscuros que la tenían rodeada. Aunque por un momento pensó en entregarse y dejar que la mataran a sangre fría por decepcionar a tres de las personas que más estimaba en su vida, a pesar que Isabelle había dicho que no estaba enfadada con ella por lo ocurrido, podría vivir con ello si de alguna forma la morena quería recriminarla por lo ocurrido.
—«Descensus averno facilis est» —citó con una leve curva en sus labios. Volvió a respirar profundo, pero esta vez para no perder el equilibrio en mitad de la nada, pues nadie sabía su paradero... o eso creía ella.
—¿Entrenamiento real? —una voz masculina se dejó oír entre las sombras. —No tenía intenciones de involucrarme, pero ¿esto lo permite la Clave?
Cristie giró sobre sus talones, dejando en evidencia que se encontraba perfectamente.
—Magnus... —el aire volvió prontamente a sus pulmones. —Me podrías explicar ¿qué está haciendo el 'poderoso brujo de Brooklyn' en medio de la nada junto a una estúpida nephilim que suele acostumbrar dejar atrás todo lo importante para ella?
—Esa es una pregunta muy extensa, ¿no crees? —bromeó—, pero... no sé, dímelo tú, cielo —hizo un ademán con sus brazos, como solo él lo suele hacer en momentos así.
El brujo se acercó a paso lento hacia la chica, mientras ella bajaba de la poca altura que había tenido minutos atrás para una mejor proyección de flechas.
—Solo... quería buscar pistas que me lleven a Jace, porque si él está en peligro con Gabriel y Valentine es por mí culpa... por mi tonta idea de buscar el libro y... también para escapar del instituto, de las interrogantes de Alec...
—Nephilim estúpido —resopló el brujo y rodó los ojos. —No sabe lo que pierde.
—No es eso lo que me preocupa en este momento, Mags.
—¿Entonces? —el brujo notó que los ojos de la rubia se cristalizaron frente a él, y eso no solía ocurrir a menudo.
Un gran nudo se formó en la garganta de Cristie, y aunque intentara evitar que todo aquel dolor que guardaba solo para ella había sido en vano. Se lanzó con desesperación a los brazos de su fiel amigo, inundándolo de interminables preguntas, pero solo fue capaz de escucharla y no insistir en profundizar una herida abierta.
—No puedo... —sollozaba en los brazos de Magnus Bane, el lujoso y despiadado brujo de Brooklyn—, siento un gran nudo aquí —llevó su mano en forma de puño al corazón. —Es como si la herida fuese profunda, cala hondo y escarba cada recuerdo de infancia que tengo con Jace... no me puedo permitir perderlo otra vez... no sin antes darle una explicación por todo lo que pasó años atrás, él lo merece...
—Y lo harás. Yo sé que sí, cielito —la rubia se distanció levemente de él y lo observó con los ojos inundados en lágrimas, presenciando cada reacción de su amigo, descifrando si mentía. —Te conozco desde que eras una bebé, incluso antes que tu madre supiera que estaba embarazada de ti... también supe en ese instante que serías muy especial, tanto para los nephilim como para los de mi especie... eres única, Cristie —él limpió el rastro de lágrimas bajo los pómulos de la chica. —Y no me está permitido verte sufrir, no así. Eres la única cazadora capaz de cambiar las cosas en nuestro mundo, no te debes dejar intimidar por un par de tropiezos en el camino, sabes con exactitud que Jace aún está con vida... Alec lo siente así, y es por eso que no ha actuado de forma apresurada, ni te ha apuntado con el dedo.
Le devolvió una sonrisa sin gracia.
—Pero sé que le gustaría. Supe también que había estado en permanente conversación con la Clave, y con Lydia... no creo que sea para algo bueno.
—Al menos estás segura que no es para volver a reconsiderar la falsa boda.
—Mags... —logró sacarle una sonrisa, muy leve.
—Lo lamento —levantó ambas manos con una agraciada mueca. —Pero en algún momento alguien debía realizar ese comentario, y no precisamente yo en un momento así —sacudió la cabeza—, en fin... Lo que ahora debes hacer, es regresar al instituto a toda velocidad sin utilizar el resto de fuerza que te queda para hacer un portal. Tomar la iniciativa y hablar cara a cara con el tonto nephilim que se ha atrevido a hacerte sufrir, ¿de acuerdo?
Ella asintió.
—Esta conversación es como si estuviera frente a mi madre.
—Lo sé. También me ha contenido, no en una, sino en varias ocasiones, pero eso te lo contaré pronto.
El brujo comenzó a decir una frase en latín para dejar frente a ella un portal púrpura que la llevaría de regreso al instituto, ya que donde se encontraban ahora era a las afuera de la ciudad.
—Mags, antes de irme... me gustaría saber cómo va todo con Joe.
Bane sonrió sorpresivamente, dejando al despliegue su blanca sonrisa y unas ruborizadas mejillas.
—Todo va de maravilla, cariño.
—Eso es bueno. Al menos... alguien aquí es feliz —terminó por decir para aproximarse al portal sin decir un hasta pronto.
(...)
A penas logró cruzar el portar que la llevó directamente a su habitación, salió de esas cuatro paredes y corrió a toda velocidad hasta la alcoba de Alexander, pero para su suerte, él no se encontraba ahí.
Su desesperación y ansias por hablar con él la estaban matando, y a pesar de haber utilizado demasiada magia que la tenía al borde del colapso, no se iba a detener por un simple mareo, así que optó por seguir con la búsqueda en la sala de entrenamientos, donde usualmente solía estar para tener un momento a solas.
—Alec, yo... —se detuvo apenas cruzó el umbral de la puerta. —Lo lamento, no quería interrumpir —se disculpó al darse cuenta que el moreno no se encontraba solo. Junto a él estaba una chica de cabello castaño, con una gran sonrisa y una espada en sus manos.
—Oh —se sorprendió el azabache ante aquella situación, por lo que prefirió aclarar de inmediato—, ella es nueva en el instituto...
Antes de decir su nombre, la chica se adelantó.
Katherine Carstairs —la chica se presentó casualmente. —Disculpa la forma en que me presento, pero quise llegar desde los Ángeles y ponerme a entrenar enseguida por lo que ya ha ocurrido con el círculo.
—Omg, veo que te han informado bien —sostuvo su mirada firme en el moreno, quien no entendía la indirecta.
—¿Qué? ¡oh, no! —contestó entendiendo lo dicho. —La Clave me ha enviado como un refuerzo más para poder encontrar a Jace Wayland.
—No es necesario —respingó en contra posición de la nephilim recién llegada.
—Yo creo que sí es necesaria su ayuda, Cristie —Alexander salió en defensa de Carstairs.
—De acuerdo —se resignó ante esa eventual respuesta que no esperaba por el moreno. Mordió su labio inferior controlando la molestia e incomodidad que sentía. Algo en ella no andaba bien. —De nuevo pido disculpas por haber interrumpido. Me voy.
—Espera —pidió el mayor de los Ligthwood. —Por la forma en la que venías era para algo en específico ¿no?
—No, no... —mintió—, era solo una tontera mía, ya sabes... olvídalo.
—Bien, chicos... esta conversación de repente se puso un poco incómoda, así que... Alexander, por ahora es suficiente. Mañana continuamos con el entrenamiento, mientras iré a revisar lo que ya tienen de Wayland.
—De acuerdo —contestó con un inusual y relajado tono. Ese no era el verdadero Alexander que Cristie conocía. Al menos, no se había comportado así con ella la primera vez que lo conoció, ni mucho menos cuando la trajo a la fuerza al instituto.
—Sabes que... dejémoslo así —la rubia giró medio centímetro, hasta que sintió el tacto del ojiazul sobre su brazo, esparciendo calor corporal por todo su cuerpo. Ante él, era débil.
—Cris...
—No es importante, insisto —intentó zafar del agarre, pero era en vano. Él no la dejaría ir tan fácilmente a pesar de la preocupación que sentía, pues entendía que no era el único que quería encontrar con vida a su parabatai.
—Escucha... —lamió sus labios y continuó—, que esté enfadado contigo no quiere decir que no me preocupe por ti.
—¿Qué intentas decir?
Alexander sonrió ladinamente.
—Sé lo que intentas hacer. Sé cuándo te enfadas conmigo, y también sé cuándo te pones celosa.
—¿Celos? —bufó con ironía— ¿de qué? —frunció el ceño y logró soltarse del moreno. —No es momento para bromear, Alexander. Necesitamos encontrar a Jace o...
—¿O qué? ¿Intentarás ir por tu cuenta nuevamente? —levantó una ceja y se cruzó de brazos esperando una respuesta coherente y creíble. —No es necesario que me mientas, C. Te conozco, y sé que has intentado ir en búsqueda de Jace sin supervisión ni consentimiento de la Clave —suspiró. —Escúchame, y no quiero que esto se te vuelva a olvidar... Eres parte importante en mi vida, tal como lo son Izzy, Jace y Max. No pretendo perderlos, ¿de acuerdo? —de la nada, tomó las manos de la rubia, la cual lograba sacar el lado más sensible de él, y eso le agradaba. —Te protegeré con mi propia vida de ser necesario. Nada ni nadie evitará que dé mi vida a cambio con tal de verte bien... Juntos encontraremos a Jace y lo traeremos a casa.
—Está bien... —bajó levemente la vista a sus manos tomadas. Aprovechando cada segundo de su tacto, pues no lo había sentido tan cerca desde hace bastantes semanas. Lo extrañaba, y eso era inevitable. —¿Te puedo hacer una última pregunta? —el moreno asintió. —¿Por qué haces todo esto?
—Eso es simple... —sonrió. —Es porque... —su frase fue interrumpida por Sebastian quien se asomó por el marco de la puerta levemente.
—Hay noticias de Wayland —avisó, notando la tensión que se había formado al entrar.
¡Hooooooooooooooooola! Estaba viva, ¡sí!
Admito que esta vez no actualicé porque ya no sabía como darle un giro a la historia para que no fuera totalmente cliché respecto a la serie, libros u otras fanfic's... hasta queeeeeeee, se me ocurrió algo impaCtante... pero luego sabrán de qué trata...
Por cierto, ¿A quién se imaginan como Katherine Carstairs? (personaje, físicamente, etc), ¿Quién es y qué desea? ¿Pariente o no? ¿Qué pasa con Jace y Savannah? Prontico lo sabrán... solo espero que hayan disfrutado de este capítulo, y que no se pierdan el próximo:)
10-4
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top