026. «I'll find you»

ACTUALIZACIÓN 29.09.2018


El demonio explotó salpicando icor y entrañas por todas partes. Cristie retiró la daga que sujetaba siendo demasiado tarde. El viscoso ácido de la sangre del demonio había comenzado a recorrer la brillante hoja. La rubia soltó una maldición en voz baja y lanzó el arma lejos, la cual cayó sobre un sucio charco cerca de Wayland.

—No sé cómo has podido ocultarme esto —Cristie le reclamó a Jace mientras intentaba defenderse de otros demonios que querían ir por ella a petición de su padre.

—Lo lamento, C —se disculpó a espaldas de su ex parabatai, cuidando de ella como los viejos tiempos. —Pero no creo que sea el momento preciso para discutir el tema.

La rubia se tensó y apretó la mandíbula dispuesta a encarar a Jace, pues no estaba segura si le molestaba el hecho de haberle mantenido el secreto durante tanto tiempo o si estaba dolida por no haber confiado en ella antes.

Se encaminó a enfrentarlo a pasos firmes, con el suelo resonando bajo sus botas.

—No... —gracias al Ángel Raziel, Alexander apareció desde la oscuridad que los envolvía en la fría noche. Corrió lo más rápido que sus pies podían complementado por la runa de velocidad.

—Nos están rodeando —advirtió en un hilo de voz por la falta de aire. —Tenemos que salir de aquí —le dedicó una mirada cómplice a su parabatai, aunque supiera lo mucho que anhelaba por asegurarse que Savannah se encontraba en buen estado, sabía que no podría decidir entre su familia o la hermana de Cristie.

Con enfado e impotencia, Jace apretó los puños y aceptó a regañadientes a salir del lugar con vida. Parecía que el edificio completo se encontraba repleto de demonios y cazadores oscuros, los inhumanos experimentos de Valentine y del padre biológico de Cristie.

Los tres no podían contra todos.

—Vámonos —pidió observando por sobre su hombro, esperanzado que Savannah hubiese podido huir junto a él, pero era algo que estaría en su conciencia carcomiéndolo por siempre.


(...)


Lograron huir con suerte del lugar no sin haber luchado con un par antes de correr por las frías y pocas iluminadas calles. Encontrando a un par de metros el instituto, que a vista de los mundanos era una simple y antigua iglesia.

Alexander ingresó primero, al igual como lo hizo el día en que trajo de vuelta a Cristie al instituto por segunda vez. A paso apresurado se dirijeron a la sala principal junto a los demás, que no tenían ni la más remota idea de lo que ocurría fuera esas cuatro paredes.

—¡¿En qué estabas pensando?! —Cristie estaba demasiado enojada y dolida con él. No podía entender el por qué ocultar algo que tuviera que ver con su pasado. Savannah era parte de un pasado oscuro que prefería jamás haberse enterado. —Jace.

Wayland la observó por el rabillo de sus ojos con la cabeza hacia abajo. Se inclinó en la mesa al centro de la habitación suspirando profundamente. El incómodo silencio los inundaba, y eso los desesperaba a todos, aún más a Isabelle y Clarissa, que no entendían el porqué de su discusión.

—Ya es suficiente, C —le pidió el azabache, pues él entendía cómo se sentía su parabatai, lo suficiente como para intervenir en el áspero ambiente.

—No puedo... —tragó saliva—, es que no entiendo —llevó la mano derecha a su cabeza negando levemente con ella—, ¡por qué justamente ella!

Alexander no entendía nada, es decir, ¿qué le enfurecía tanto a Evans para estar en ese estado? ¿Por qué? ¿Será que aún sigue teniendo sentimientos por su parabatai?

«Imposible», se repitió en su mente e inconscientemente esbozando una leve sonrisa. Confiaba plenamente en lo que ella decía sentir por él, ¿por qué mentirle? No había razones.

Ambos rubios seguían discutiendo mientras Alexander seguía sumido en sus inquietudes, hasta que una pregunta que él deseaba hacer se dejó oír por Jace.

—¿Qué ocurre contigo? —frunció el ceño, sin despegar la vista de la chica a su frente, sin importar que todos sus compañeros, incluyendo a su parabatai, los observaran completamente confundidos.

Cristie hizo una morisqueta con sus labios, intentando responder frente a todos, pero prefirió callar.

—Olvídalo.

Volvió a coger su arco que había dejado minutos atrás sobre la mesa, y a paso rápido se dirigió a su habitación para encerrarse tal vez por horas, o semanas completas.

La pregunta de Jace la había dejado con más dudas que respuestas, pues sabía que debió haber respondido en el momento, pero no entendía el por qué no lo había hecho, ¿qué ocurría con ella? ¿por qué de nuevo sentía esa sensación de vacío en el pecho?

Nuevamente el nudo en su garganta aparecía, no entendía por qué sus reacciones eran tan incoherentes, o simplemente cambiantes. Decir una cosa y hacer o sentir otra.

Ella no podía volver a confundir sus emociones por Jace, no podía hacer sufrir a ninguno de las dos personas que más quería, debía evitar una eterna rivalidad entre parabatai, pero ¿qué podía hacer para evitar todo?, si en ese momento su misión era mucho más importante que preguntarse a quién quería más.

Dio un grito al aire y se lanzó de espaldas a su cama apoyando ambas manos sobre sus ojos, como si eso le sirviera para esconderse de todo. La puerta de su habitación sonó reiteradas veces, pero ella lo ignoró, no quería hablar con nadie, mucho menos con Alexander.

—¡Quiero estar sola! —gritó sin moverse de su posición, pero insistentemente la puerta seguía sonando, y eso le hacía doler la cabeza.

Entonces, la puerta de su habitación se abrió, y entre sus dedos observó que se acercaba una cabellera negra, pero al darse cuenta que no era Alexander, los tacones de su amiga resonaron en el piso y su alma volvió al cuerpo.

—Oh, no —refunfuñó—, a mí si tendrás que explicarme qué ocurrió allá dentro —se sentó en la orilla de la cama, y cruzó ambas piernas acomodándose para una larga historia.

La conocía desde toda su vida, perfectamente podrían haber sido parabatai desde hace muchos años, pero en cambio, Cristie prefirió aceptar la segunda opción, Jonathan.

—No estoy de ánimos, Belle.

Isabelle hizo sonidos con su lengua, negando completamente cualquier opción de irse. No se iba a ir sin saber la verdad de tanta confusión.

—Me conoces, y sabes que no saldré de tu linda habitación, ni moveré un solo músculo de mi trasero. No hasta que me digas que está pasando contigo y mi hermano —en ese momento la rubia se acomodó en el respaldar de su cama, apoyando la espalda de forma recta. Suspiró profundamente rendida, si de algo servía haber tenido a Isabelle como amiga, era que ella no se rendía ni se dejaba pisotear por nada ni nadie, mucho menos por sus padres a pesar de lo que dijeran de ella. —¿Y bien? —elevó una de sus cejas—, estoy esperando.

La rubia inhaló oxígeno, lo suficiente como para retenerlo por varios segundos y luego exhalar todo de sus pulmones.

—Todo iba bien —comenzó—, la mejor decisión que había podido tomar había sido alejarme de todos, y eso incluye a tu hermano, pero... por cosas del destino, no lo sé, Sebastian apareció en nuestro camino, mi camino. Cuando creí que iba a poder olvidar a Jace, y estaba segura que ya no sentía nada más allá por él que un cariño grande por tanto que pasamos como parabatai, antes y después de eso también, pero... Alec llegó a mi vida como si nada, nunca lo había mirado desde otra perspectiva que no fuera como "el hermano de mi mejor amiga y de mi parabatai", no hasta que ese día fue a protegerme de los demonios que andaban al asecho —recostó la cabeza observando al techo, hoy era mucho más blanco que de costumbre.

—¿Y entonces?

—Entonces... pasa que no sé por qué siento una sensación extraña oprimiéndome por dentro. Juro que no me había sentido así desde que dejamos el instituto junto a mamá, y creí que nunca más volvería a ver a Jace.

—¿Qué piensas hacer al respecto?

—¿Hacer con qué, Belle? —preguntó fijando la vista en su amiga. —No me confundas más de lo que ya estoy.

—Con lo que sientes por ambos —susurró—, sé que habíamos tenido esta conversación antes, pero ¿qué sientes por Jace en estos momentos?

Cristie comenzó a morder su labio inferior, hacia bastante tiempo que se había sacado esa pregunta de la mente, pues solo lo veía como una relación familiar, pero ahora que Savannah andaba al asecho de su ex parabatai, millones de sentimientos encontrados habían vuelto a salir a la luz.

—No lo sé, quiero decir, lo quiero... pero, me provoca molestia saber que tiene un "acercamiento" con Savannah, y eso lo relaciono a que es un demonio, claro —suspiró, y tragó saliva para continuar. —En cambio Alec, pues... es todo lo opuesto a Jace, es sobreprotector, orgulloso, fuerte, aunque a veces suele comportarse como un patán, pero... —Isabelle interrumpió.

—Lo amas, ¿verdad? —su amiga solo le dedicó una mirada, respondiéndose así sola la pregunta. —uhm, ya veo... sabes qué ocurre, que solo sientes celos, algo que es normal, de que "tú hermana" tenga algo más que una relación amistosa con Jace solo por situaciones del pasado con el ser que se hace llamar tú padre, pero sabes que en el fondo morirías salvando a Alec.

—Te odio —bromeó dedicándole una sonrisa a la morena.

—¿Por qué? ¿por tener la hermosa habilidad de leer tu mente?

—Tal vez, y también porque eres la mejor cazadora del mundo mundial —se acercó y le dio un abrazo a su amiga.

La morena se distanció de Cristie.

—¿"Mundo mundial"?

Cristie no pudo evitar soltar una carcajada, pues al parecer era la única en esa habitación que entendía lo dicho.

—Oh, son frases mundanas, ya sabes... como "subir para arriba" o "bajar para abajo".

Isabelle le devolvió la sonrisa al comprender por qué lo había dicho, entonces ambas volvieron a sus posiciones iniciales.

—¿Y por qué pensabas no contarme nada? ¿creías que te iba a juzgar? —sonrió levemente. —Sabes que no lo haría, menos aun si ambas sabemos que Alec es un idiota, bueno, y Jace... solo es él.


(...)


—¿A dónde vas? —preguntó Wayland dándose cuenta que Cristie había camuflado el arco colgado en su hombro.

—Por ahí —respondió cortante.

—Eso no suena muy convincente —Cristie lo observó por lacónicos segundos casi sin expresión, entonces él prefirió cortar el ambiente tosco—, ¿irás sola?

—No —Sebastian respondió a espaldas de ambos, tomando sus espadas y ocultándolas como lo había hecho Cris anteriormente. —Iré con ella.

—Exacto —ella apoyó lo dicho por el cazador nuevo—, iremos en búsquedas de pistas que nos lleven a la copa mortal.

Jace se acercó a ella intentando susurrar para que Sebastian no los oyera, al menos, eso hacía.

—No puedes ir ahí sola cuando el peligro es inminente, además... no confío en él —lo señaló con cautela, su expresión notaba la desesperación del miedo que sentía, algo malo podía ocurrir.

—Punto uno; no iré sola, punto dos; sé que tanto aquí dentro como fuera los demonios o quién sea nos podría amenazar, por lo mismo llevo mis armas, y punto tres; yo sí confío en él —lo señaló de la misma manera con su dedo índice. —Así que, si me disculpas...

Wayland la cogió del brazo deteniendo su paso, sabía que parecía un completo idiota celoso y posesivo, pero no quería dejar desprotegido/a a nadie más, no mientras él pudiera dar su vida a cambio de salvar a las personas que quería.

—Iré con ustedes, y no —expuso evitando reclamos por parte de la chica—, no es una sugerencia. Es una orden.

Sin esperar más, Sebastian le dedicó una mirada desafiante al rubio, pero ni eso lograría que evitara acompañarlos, lo haría sobre su cadáver de ser necesario.

—Hey, ¿a dónde van todos? —entró Clarissa a la habitación de armas, percatándose que los tres cazadores iban completamente armados. —No pensarán ir a divertirse sin mí.

—No puedes salir del instituto, Clary —le dijo Cris. —Son órdenes de la clave, es por protección.

La pelirroja sonrió toscamente y cogió un cuchillo serafín junto a algunas dagas que ocultó en sus botas.

—Ni tú, ni la clave me dirán lo que tengo que hacer —la fastidiaba. Realmente esa niñita colmaba y ponía a prueba por completo la paciencia de Cristie.

—De acuerdo, haz lo que quieras —se defendió. —Pero después no vengas rogando auxilio ni implorando por ayuda —la rubia comenzó a tomar paso, pero se detuvo a decir una cosa más. —Oh, antes que se me olvide, no soy niñera de nadie.


(...)


Los minutos pasaban, y parecían caminar sin rumbo, pero Cristie sabía perfectamente cuál era el destino de esa pequeña misión.

—¿A dónde iremos? —preguntó la pelirroja. Cristie rodó los ojos y prefirió responder para evitar los berrinches de la chica.

—Magnus me había hablado ya del libro blanco, y también tenía cierto conocimiento, pero con esto de mis antepasados y la relación que tenemos con la magia, creo que es una buena instancia para aprovechar el poder, y así encontrar la copa mortal, y también, por qué no a Morgenstern y a Gabriel.

Jace elevó las curvas de sus labios, dándose cuenta de lo inteligente que era su ex parabatai, eso no había cambiado en ella, y lo agradecía.

—¿Y cómo se supone que lo encontraremos? —comenzó nuevamente Clarissa—, mejor dicho, ¿cómo utilizarás ese tal libro blanco en beneficio tuyo? ¿controlas tu magia?

—¿Utilizas... magia? —preguntó un sorprendido Sebastian. —Uf, no sabía que eras tan importante, es más, no conozco a ningún cazador con magia, ¿es eso posible?

—No lo sé —se detuvo en seco—, es una herencia familiar, luego te podré contar la historia.

—¿Qué clase de compañero no sabe nada de su protegida? —Wayland lanzó una indirecta para Sebastian.

—Basta, Jace —pidió la rubia molesta, y aunque intentara evadir al chico, él parecía querer todo lo contrario. Esa era una salida para despejar la mente, pero se convirtió en algo más. Y aunque estaba con sus compañeros, se seguía sintiendo insegura al no estar cerca de Alexander. —Ah, Clary —giró sobre sus talones y sonrió irónicamente. —Ahí —apuntó— está el libro blanco, Magnus me ayudará con eso. Además, debemos aprovechar la oportunidad, ya que Camille está prisionera bajo la mirada de la Clave.

—Cristie tiene razón —Sebastian comenzó a caminar al lado de la rubia. —Debemos comenzar por revisar el perímetro.

—Buena idea —dijo Cristie elevando su dedo en forma de aceptación. —A pesar de que esté retenida, Camille puede haber escondido trampas o ese tipo de cosas. Tengan cuidado —advirtió.

Los cuatro nephilim se comenzaron a separar para rodear el edificio, pero al parecer Jace no quiso ir a su zona.

—¿Irás sola?

—Sí.

—¿Por qué actúas así conmigo, C?

Debía evitar a toda costa responder esa pregunta tan incómoda, y de la cual no tenía una respuesta asertiva y creíble.

—Bien, vayamos —desvió el tema y ambos comenzaron a subir las escaleras.

Ya habían estado dos veces al interior del lugar, sobre todo cuando a Cristie la había secuestrado Raphael, pero ahora era distinto, se notaba mucho más solitaria y abandonado por el polvo alrededor de las cosas.

—Debemos buscar en todo el apartamento, genial —dijo Jace mordiéndose al interior de su mejilla al terminar la oración.

—No lo creo —aseguró Cristie. —La última vez que estuvimos aquí recuerdo haberme confundido de habitación, y terminé en una biblioteca gigante, supongo que el libro debe estar escondido por ahí.

Al cabo de unos minutos, Clarissa y Sebastian se reagruparon junto a ambos rubios, para ayudarlos a buscar el libro. El lugar estaba limpio de demonios, vampiros u otro tipo de subterráneos.

—¿Y cómo debería ser ese libro? —preguntó la pelirroja rebuscando en el gran armario con muchos de ellos.

Cristie rodó los ojos e hizo un sonido con su boca, ¿esa pregunta era en serio? Prefirió omitir la respuesta obvia.

Se comenzaron a oír ruidos de la nada, siendo que revisaron todo el lugar.

—Están aquí.

Un portal azul se formó frente a los cazadores, por el cual cruzan Valentine y Gabriel, junto a cazadores oscuros armados y dispuestos a todo. En ese momento la rubia había divisado el libro a lo lejos, pero en vez de ir por él y salir huyendo, sacó con lentitud una daga para lanzarla en el blanco.

—Detente ahí, Cristie —señaló Stairs utilizando de su magia para retener la daga que cayó al suelo en pleno vuelo. —Hija mía, ¿ésta es la forma de tratar a tu padre? Qué falta de respeto.

La rubia bufó con ironía, mientras que los cazadores oscuros los rodeaban a petición del padre de Clarissa.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó Jace molesto, mientras Sebastian no podía hacer mucho al estar apuntado por uno de los secuaces de ambos.

—Buscamos lo mismo que tú, querida mía —Gabriel caminó a paso lento en dirección a Cristie, mientras continuaba su discurso. —Qué bien, tenemos un nuevo cazador en el grupo, supongo que mi hija ya me presentó ¿verdad? —sonrió maliciosamente. Se detuvo en seco frente a la rubia y acarició su mejilla, acto que fue repudiado por ella al correr el rostro.

Wayland sacó todas sus fuerzas y atacó con puños al cazador oscuro que lo amenazaba, quitándole así su espada para apuntar directo al cuello de Stairs.

—No la vuelvas a tocar —amenazó semblante y con su expresión llena de odio e ira. —Esta vez no escaparás.

Valentine aplaudía sin gracia y sonriente.

—Qué buen espectáculo, hijo.

Jace elevó una ceja sin borrar su irónica sonrisa.

—Qué ironía, saber perfectamente que no eres mi padre, pero aun así me llamas "hijo", creo que será un buen día de caza.

—Sabes en el fondo que eres mi hijo. Te protegí durante años, pero creciste, y te convertiste en el guerrero que entrené —Valentine grita lo último.

—Seguro, me entrenaste bien.

—Aun así, queda mucho por aprender, pero si peleas con mi compañero o conmigo, tus amigos morirán —Miró fijamente a la rubia. —Eres fuerte, pero ellos te hacen débil, en especial la chica.

—No lo escuches, Jace —dijo Cristie, observando cada movimiento de lo que ocurría.

Nadie debía salir herido por su maldita culpa de no atreverse a decir qué ocurría con ella. Intentó hacer un movimiento que la liberara del cazador oscuro que la amenazaba, había sido un éxito, hasta que más de ellos la rodeaban por completo y la sujetaban de manos y más de uno la amenazaba.

—No las quieres a ellas, me quieres a mí —dijo seguro. —Si voy contigo, prométeme que no los lastimarás —le pidió a Valentine.

—Tienes mi palabra —respondió.

—En cuanto a ti —se dirigió a Stairs. —No te acercarás más a ella, sino, seré yo mismo quién te asesine —él asintió. Jace bajó la espada y la lanzó al suelo. Se acercó por última vez a Cristie y cogió su rostro con ambas manos, cerró un momento sus ojos y juntó su rostro con el de ella con la menor proximidad posible, respirando su mismo oxígeno. —Lo siento, no te alejes de Alec, él cuidará de ti como yo no pude —susurró. Se acercó aún más, aunque eso era casi imposible, y besó la comisura de sus labios junto con un: —Te encontraré.


Como dije arriba, sé que pueden odiarme, pero estuve muy ocupada con temas de la universidad, pero saben que no dejaré esta historia a medias, y tampoco podía escribirles un capítulo a lo rápido para contentarlos y no escribir algo lindo y que los deje intrigados para el próximo capítulo.

Además, debo  agregar que en este capítulo, Alexander no hizo mucha aparición, pero en el próximo sabrán el por qué, ya que se profundizó un poquito más de lo pasado en el capítulo anterior y todo eso, así que, espero que lo hayan disfrutado n.n

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