019. Family
ACTUALIZACIÓN 22-09-2018
POR AHORA DISFRUTEN :)
Las horas transcurrían como si fueran días. Tal vez así había sido. Veinticuatro horas transcurrieron desde que la habían "secuestrado" y eso la abrumaba, mucho, solo por el hecho de pensar en que su madre estaría enterada de todo, y conociéndola era capaz de invocar al mismísimo Ángel Raziel para ir en su búsqueda, y la atormentaba.
Cristie no sabía del "mundo exterior" ni de nadie más que no fuera Gabriel o sus estúpidos seguidores. Quería gritar, correr, y asesinar a unos cuantos demonios para soltar la rabia e impotencia que sentía en ese momento, o simplemente tomar su arco y flechas para disparar en distintas direcciones.
El viejo almacén en la que Stairs la tenía estaba que se derrumbaba por los años, pero como toda guarida de villanos, él la mantenía cautiva bajo todas las "seguridades" por haber, pero siempre existía una posibilidad de que el plan no resultara como todos lo esperan.
El agotamiento físico en la rubia era notable. No había bebido ni comido nada en horas, no desde la última borrachera que se dio como lujo para olvidar el mayor acontecimiento de los cazadores de sombras. La mejor unión política de los tiempos, la cual tenía como propósito limar asperezas y unir mandos importantes para así controlar el instituto.
—Demonios —murmuró Cristie con la cabeza baja. A pesar de que ya no mantenían sus ojos vendados, era casi imposible enfocar y observar algo con claridad, pues se sentía cansada.
Unos pasos se dejaron oír en el piso de madera que crujía varias veces.
—¿Me invocaste?
El corazón de Cristie y pareció como si hubiese oído a un fantasma, aunque literalmente lo parecía. No la había visto desde su último encuentro en el East River, y tenía la ligera sospecha que no terminaría aquella conversación.
—¿Te mandó Gabriel? —la rubia hizo una mueca, a pesar de que nadie la viera. Mantuvo en todo momento la cabeza gacha, se sentía agotada de estar tanto tiempo en la misma posición.
Los pasos se hicieron más cercanos, dando a entender que se encontraba frente a ella.
—No —respondió cortante.
—¿Entonces?
Le hizo una seña a uno de los aduladores del círculo y éste encendió una pequeña luz sobre la rubia. Fue entonces cuando se agachó para quedar a la altura de Cristie. Suspiró profundo y con ambas manos tomó el rostro de la rubia, y la miró seriamente.
—Te sacaré de aquí.
Los grandes ojos azules de Evans se abrieron de golpe. La liberaría, pero ¿por qué? Era una de las primeras preguntas que se formuló en silencio. La hija de Gabriel se encontraba frente a ella a punto de liberarla sin ninguna razón.
—Detente —dijo tan rápido como pudo. Miró fijamente a Savannah y continuó—, ¿por qué lo haces? —frunció el ceño. —No me extrañaría que esto fuera parte de su plan.
La castaña se alejó un momento y sonrió sin gracia.
—No lo es.
—¿Cómo asegurarlo? —interrogó enseguida la rubia. —No pretendas que si logras hacerlo, seremos familia.
Savannah bufó por lo bajo, pues sabía que si su padre se enteraba de que ayudaba a Cristie, era capaz de desterrarla o mandarla al infierno, bueno, aunque ya provenía de ahí.
—No lo sabrás si no lo intentas —sacó una daga de su cinturón y se acercó con velocidad a Cristie, haciendo que se estremeciera y cerrara los ojos con fuerza. —Listo, ya puedes huir.
—¿Eso es todo? ¿Me liberas y ya? —ceñía la frente, mientras masajeaba sus muñecas por la compresión que hacían aquellas sogas especiales.
Encogió los hombros, dedicándole una leve sonrisa.
—Claro, ¿deseas que te lleve al instituto, te recueste y te lea un cuento?
Cristie Rodó los ojos molesta.
—Deja de jugar, Savannah. ¿Por qué lo haces?, ¿esperas que con esta acción confíe en ti?
«Sí», pensó.
—No —Tomó una bocanada de aire mayor a las acostumbradas. Podía sentir el miedo en sus piernas, porque a pesar de seguir el idealismo de su padre sobre conquistar el mundo de las sombras, siempre había querido tener una familia que la quisiera o una hermana con quien poder compartir todo tipo de secretos, e inclusive entrenar juntas.
Desde que supo la verdad sobre Cristie, solía imaginar cómo sería su vida si fuera una legítima cazadora de sombras. La mayoría de las veces se la imaginó parecida a ella, pero no pensaba que era casi una copia exacta, solo que su cabello era castaño.
Un chasquido la hizo salir de aquellos pensamientos que la invadían diariamente, sacudiendo la cabeza levemente.
—¿Qué ocurre contigo?
Savannah retomó postura y sus músculos se tensaron.
—¿Te irás o esperaras que nuestro padre nos descubra y nos asesine antes de haberlo intentado? —levantó una ceja a medida que sus brazos se cruzaban.
Cristie tragó saliva en seco. Pero su mirada se dirigió a los seguidores del círculo que la resguardaban.
—Y... ¿ellos? —preguntó intentando no sonar directa.
—Eso estará resuelto en cuanto... ¡muevas tu tonto cuerpo fuera del lugar!
Era la señal, lo sabía.
Se levantó con rapidez de la silla en la que se encontró durante un día entero, y corrió hacia la salida. Giró su cabeza sin dejar de disminuir su velocidad, y se dio cuenta que Savannah asesinaba a los soldados de Stairs.
Cruzó pasillos enteros corriendo a toda velocidad como si su vida dependiera de ello, aunque así era. Todas sus fuerzas estaban enfocadas en salir viva de ahí. Pero de un momento a otro sus pasos fueron interceptados contra un gran cuerpo que no logró distinguir, apenas unos metros alejados del almacén en la que estuvo cautiva.
Cayó al suelo y observó como aquella silueta masculina giraba sobre sus talones en dirección a ella. Suspiró por última vez y pensó en lo tonta que había sido al no haber aprovechado más su vida como mundana.
Los movimientos de aquel hombre eran lentos y conocidos, pero eso no impidió a que ella cerrara los ojos con brusquedad para no mirar como la asesinaban a sangre limpia.
—Por el Ángel, ¡Cris! —gritó con alegría una de las voces más celestiales que podría existir para ella; la de su mejor amiga.
Instantáneamente abrió los ojos, dejándose envolver en sus brazos. No había duda alguna, era ella.
—Izzy —sollozó tan fuerte, que Alexander sintió como si algo dentro de él se quebrara.
Era cierto que varias veces Cristie había estado en peligro, pero quizás nunca había sentido tanto miedo de perderla. De no saber cuándo volvería a ver su rostro, ni mucho menos poder sentir su olor tan cautivador.
La silueta que alcanzó a contemplar segundos antes, era la de Alexander, que paralizado no accionó ninguno de sus músculos para ir hacia ella por dos razones; primero, estaba casi seguro que lo odiaba por la boda; y en segundo lugar, la besaría sin pensar en que no aceptó a decir un sí frente a sus padres.
Él había planificado un plan junto a sus hermanos, pero en ningún momento lo empleó, ya que la rubia había huido sola. No lo necesitaba tanto como él pensaba.
—Debemos sacarte de aquí —dijo Jace, instintivamente observaba a su alrededor por si la seguían.
—Jace —lo nombró con los ojos envueltos en lágrimas. Él le tendió una mano y la ayudó a levantarse junto a Isabelle.
Sin pensarlo dos veces corrió a sus brazos, ahogándose en el pecho de su ex parabatai, sintiendo la necesidad de hacerlo para sentirse en casa.
Isabelle miró a su hermano mayor con tristeza y alegría a la vez, pues sabía precisamente lo que estaba pensando y cómo se sentía. Pero también sabía lo orgullosa que era su mejor amiga, y no le hablaría aunque estuviera agonizando.
—Vamos —pidió la rubia en una súplica, sin dirigirle la mirada al azabache que la miraba tan fijamente, que su cuerpo se estremecía de incomodidad.
Comenzó a tomar paso tomada del brazo de su mejor amiga. Pasó por al lado del moreno, ignorándolo en completo silencio.
¡Joder, eso le dolía!
—Estará bien, ¿lo sabes no? —habló Jace, mientras veían como ambas chicas caminaban en una dirección contraria al almacén. Alexander asintió. —Dale tiempo, Alec. Aún sigue creyendo que eres un hombre comprometido, sabes que si le dices la verdad entenderá.
El mayor Lightwood dirigió la mirada a su parabatai entendiendo a lo que se refería.
Suspiró.
—No lo hará —se encogió de hombros y llevó una mano a su nuca. —Tú la conoces mejor que nadie, y sabes lo terca y orgullosa que es... —nuevamente dirigió su vista a las chicas que lentamente se alejaban—, no me perdonará.
(...)
Al volver, todo era como de costumbre... a excepción de Joe y Magnus, que raramente se encontraban más cercanos para su suerte, y era extraño ver sonreír de aquel manera no tan sutilmente al hermano menor de Lydia. No solo porque parecían íntimos amigos, sino porque solo habían pasado un par de horas desde que no los veía.
«Lydia», solo con recordar aquel nombre que tanto dolor le provocaba, examinó cada rincón del instituto, pero era como si no hubiera habido ninguna celebración.
—Cariño —oyó la voz tan particular del brujo asomándose por el marco de la puerta que lo conducía a la habitación de la rubia— ¿puedo?
La chica asintió levemente, removiéndose en el respaldar de la cama. No quería estar allí, sola... pues sabía que en cualquier momento podría aparecer la persona que la tenía de aquella manera, el mismo nephilim que le provocaba tantos sentimientos, pero pocos de ellos eran demostrados.
Dolía.
—Te ves fatal.
Cristie sonrió sin gracia.
—Dime algo que no sepa.
Magnus se acercó lentamente hacia la cama de la chica, haciendo su infaltable ademán con sus manos.
—Lo siento —se disculpó apenado ante la broma dicha en un mal momento. Aclaró la garganta y continuó— ¿cómo te sientes?
«¿Cómo me siento? Siento como si hubiera bebido un mes completo, obteniendo una resaca de los mil demonios, gracias a la persona que le entregué el corazón y la poca dignidad que me quedaba, para que de un día a otro me tuviera que enterar por terceros que se casaba. Además de contar con ojeras remarcadas por el cansancio de haber sido secuestrada por mi progenitor y salvada por una media hermana, que para manchar el nombre de la familia, fue concebida en una infidelidad. ¡Oh!, y como olvidar el hecho de que ahora tengo que ver rostros llenos de odio hacia mí, solamente porque en mi ADN corre sangre de Gabriel Stairs, el nephilim más cruel y despiadado de todos los tiempos. Y por último, por no tener odio hacia Alexander por más que así lo desee».
—Estaré bien —mintió para no sentirse peor consigo misma.
El brujo entrecerró los ojos. No le creía una sola palabra, sabía perfectamente que algo la perturbaba... estaban conectados mágicamente ¡¿acaso lo había olvidado?! Él tenía más años y experiencia que todos los nephilim juntos, gracias a la inmortalidad que lo hacía lucir tan exuberante y refinado como siempre. No era fácil de engañar, no con un lazo tan especial como entre él y Cristie de por medio.
—De acuerdo —contestó creíble para la chica. —Te dejaré descansar, caramelito, lo necesitas.
Sin más, se alejó lentamente de donde yacía recostada la que alguna vez fue su pequeña, una más de su familia.
Cerró la puerta tras de sí, encontrándose con unos ojos realmente penetrantes y más oscuros que de costumbre.
—Alexander —se sobresaltó el brujo.
El azabache se mantenía erguido, con su mirada perdida, pero fija en Magnus, esperando que dijera la palabra indicada y él iría corriendo. Necesitaba oír que ella deseaba estar con él, o simplemente insultarlo por lo estúpido que había sido durante las últimas semanas. Pero el silencio incesante se incrementaba con cada latido que su joven corazón daba.
—Lo siento... —se limitó a decir. Si agregaba alguna otra palabra, sabía que lastimaría al azabache, y era suficiente con tener que consolar a una de las personas más importantes para él.
Alexander bajó la mirada con la mandíbula apretada y un pequeño suspiro salió de sus labios. Era agotador tener que demostrar su frialdad cada segundo que pasaba en el instituto frente a las demás personas que no fueran sus hermanos. Más aun, cuando sentía que su corazón estaba hecho un asco por tantas cosas que mantenía en silencio.
—Estaré bien.
Magnus lo miró con compasión, descifrando sus movimientos y era exactamente como su protegida se comportaba.
—Lo mismo dijo ella —terminó por decir, haciendo que el moreno lo mirara. El brujo le sonrió levemente y apoyó su mano en los trabajados hombros del nephilim dándole apoyo. —Dale tiempo.
(...)
Se consideraba un verdadero fracaso, al saber que era la heredera de la pulsera de Armadia; una de las más poderosas del mundo de las sombras, y la misma que una vez fue utilizada por una de las mejores generaciones de su familia, y que ella no tuviera el control para hacer que todo dolor desapareciera sin más.
—Estoy hecha un desastre —murmuró mirándose frente al espejo de su gran armario.
—En eso estamos de acuerdo —sonrió.
Giró hacia la puerta, encontrándose con aquella mujer que la hacía sonreír por sobre todas las cosas y que quería como a una hermana.
—Belle, no digas lo obvio —rodó los ojos, curvando los labios hacia arriba sutilmente.
La morena entró por completo a la habitación, observando su alrededor; ropa tendida en toda la habitación. Suspiró.
—¿Qué ocurre contigo? —Isabelle se notó levemente molesta —¡Esta no es la Cristie que conozco! ¿Qué esperas para salir de aquí? —la rubia se encogió de hombros —Ya han pasado tres días desde que no lo haces. Es momento que salgas a golpear aunque sea a Jace —levantó los brazos como un ademán.
—Lo sé... es solo que... —Isabelle la interrumpió.
—No quieres encontrarte con Alec —posó una de sus manos en su delgada cintura, apoyándose en su pierna izquierda.
Cristie asintió avergonzada, demasiado como para jugar con su cabello. Sabía perfectamente que no era una niña pequeña como para andar con bobadas de mundanos, pero el tiempo que vivió como una, demasiadas costumbres se incorporaron a su vivir.
Isabelle tomó una gran bocanada de aire antes de darle un sermón a su mejor amiga, pero solo se quedó con las ganas de hacerlo, pues ese no era un buen momento y lo sabía.
—Tú ganas —la fulminó con la mirada. —Pero por lo menos deberías ir a entrenar conmigo, te extraño y lo sabes.
—No creo que sea una buena idea, Iz... —giró sobre sus talones, dándole la espalda a su mejor amiga. —Aun no me siento preparada para ver a Alexander de la mano junto a Lydia —sus ojos se cristalizaron, pero mordía de su labio inferior para suprimir las lágrimas. —No lo soportaría.
Era el momento en que alguien le dijera que su hermano no se había casado, por ella. Pero realmente no era Isabelle quien debía decirle la verdad, sino que Alexander.
—De acuerdo —sacudió su largo cabello, y cambió la expresión, —¿y?
Cristie caminó hasta sentarse en una orilla de su cama.
—¿Y qué? —la miró confundida.
Isabelle caminó en su dirección y golpeó levemente sus piernas con sus manos.
—¿Cuáles son los planes para la próxima semana? —levantó una de sus perfectas cejas, mirando fijamente a Cristie.
Comprendía la mirada de su mejor amiga, y no era que no pensara lo que pasaría la próxima semana, sino que era un día que ella prefería dejar en el pasado. El día de su cumpleaños, el día que más odiaba se acercaba, y tenía en cuenta lo que eso significaba.
La mayoría de las veces se preguntaba qué hubiese pasado si Samuel no las hubiese dejado el mismo día de su bendito cumpleaños por 'trabajo', pero rápidamente borraba ese pensamiento, ya que sabía que era por protección de la familia. Pero en el fondo, le seguía doliendo. Tres años sin ver a quien la crio y quiso como su propia hija.
El tema para ella era como una herida a carne viva, y sobre ella se esparcía escamas de sal, lo había vivido. No había momento en que se explicara el porqué de toda esa decisión tan drástica de su padre, porque sí. Para ella no había más que recuerdos con Samuel desde que tenía memoria.
Cristie cambió drásticamente de expresión. Se demostraba tensa y en cada músculo de su rostro se notaba.
—Nada. No será el primero que no celebre, no es nada importante —contestó mientras llevaba ambas manos a su cabeza y se dejaba caer por completo en su cama.
Claro que no celebraría, ¿había motivos para hacerlo? Claro que no.
Alexander estaba casado con la mujer que más la odiaba.
Su "padre" era un asesino en todas sus letras y la quería a su lado.
No tenía a su madre cerca, y la necesitaba más que respirar.
Solo había una forma de olvidar todo, y la única solución era alejarse de todos. Sí, eso haría.
¡POR FIN PUDE ACTUALIZAR! YEEEEEEEEEEEI *CORRE POR LA CASA* YaYA, ME CALMO ):
SÍ, SÉ QUE ME ODIAN, PERO AHORRÉMONOS EL DRAMA ): ...
CRISTIE SE ALEJÓ DE ALEC, ¿QUÉ OPINAN SOBRE ESO? ¿ESTARÁ BIEN? ¿SABRÁ LA VERDAD?
Y UNA DE LAS PREGUNTAS MÁS IMPORTANTES; ¿A QUÉ SE REFIERE CUANDO CRIS PIENSA QUE LA ÚNICA SOLUCIÓN ES ALEJARSE DE TODOS? ACEPTO HIPÓTESIS :x
SIN MÁS, LES AGRADEZCO POR MANTENERSE ACTIVXS Y SEGUIR COMENTANDO Y LEYENDO, MUCHAS GRACIAAAAAAAAAAAAAAAAAAS :* <3333
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