011. Armillam
—¡¿Qué estupidez haz hecho, Evans?! —preguntó de inmediato Lydia a medida que sus compañeros aparecían por la entrada del instituto. Magnus ya la había regañado lo suficiente y se lo permitía porque era parte importante en su vida, más no Lydia. Cristie no parecía oírla, más bien, no quería hacerlo, así que solo le siguió el paso a Jace que iba con su madre directo a la enfermería seguido por Isabelle. —¡Stairs! —la cogió del brazo llamándola por el apellido de Gabriel, lo que hizo que Cristie se alejara rápidamente de su agarre.
—No me vuelvas a tocar —advirtió con repugnancia. Era la primera vez que alguien se atrevía llamarla así, ¡lo odiaba! —Ahora si me disculpas, tengo asuntos más importantes que atender —terminó por decir ante la mirada expectante de Alexander.
Odiaba la idea de tener que casarse con alguien que realmente no quería, y que quizás tampoco lo haría nunca. Odiaba ser Alexander Lightwood y su deber como el primogénito de la familia.
Cristie siguió con su camino reencontrándose con su madre que estaba junto a Hodge, que hacía todo a su alcance para estabilizarla, pues aun no entendía muy bien cómo se encontraba viva.
Enseguida recordó su pulsera y la cogió de su bolsillo, aferrándola a su mano con fuerza.
«¿Lo hice yo?», se seguía preguntando desde que cruzaron el portal.
Alexander había preferido acompañarla para que sintiera su apoyo, ya que decía que si él se encontrara en la misma situación no le gustaría estar solo.
—C, ¿podemos hablar? —preguntó al acercarse a ella.
La rubia no lo miró y prefirió guardar nuevamente la pulsera sin despegar la vista de su madre tendida en la camilla.
—No quiero —contestó fríamente. Alexander tragó saliva, le dolía que fuera tan fría con él, pero lo entendía. Incluso, tal vez se lo merecía.
Cristie se cruzó de brazos sin expresión alguna, lo único que le interesaba en ese momento era que Lorine despertara, necesitaba aclararle muchas cosas, dentro de eso lo que significaba la pulsera.
—Por favor... —pidió en una súplica el azabache. La nephilim giró sobre sus talones para quedar frente a Alexander.
—Hogde, avísame si mi madre despierta —habló sin despegar la mirada del moreno.
Varias veces su madre y él mismo decían que lo sentimientos solo eran distracciones y bien lo entendía hoy. Cristie pensaba si esa era su señal de volverse una verdadera cazadora de sombras; fría y calculadora.
Salieron de la enfermería para darle espacio al ex perteneciente al círculo, cerrando la puerta por detrás, mientras que la rubia preguntó.
—¿Qué quieres, Alexander? —no dejó su expresión seria, ni tampoco lo haría.
Levantó una ceja en señal que el moreno no hacía más que mover sus labios, pero ninguna palabra salía de ellos.
—Y-yo... —el azabache cerraba los ojos, notando lo difícil que era decirle tantas cosas a Cristie.
Por más que demostrara ser el "serio" del grupo y con pocos amigos, no le gustaba. Solo era una coraza que se puso el día en que la chica de su frente se había ido, más aún cuando se enteró que entre ella y Jace pasaba algo, pero ya no más... no quería volver a perderla, sin embargo..., ¿cómo diablos lograría cancelar la boda? Eso era lo verdaderamente importante, podría inventar alguna excusa, sí, eso era suficiente... aunque... quizás también era el momento de dejarla ir, quizás si la quería debía dejarla ir y ser feliz con quien verdaderamente lo mereciera, no obstante, ese alguien fuera su parabatai. No lucharía contra eso.
Quizás siempre fue su hermano y no él con quien debía estar. Jace la podía hacer mucho más feliz de lo que Alexander lograría en mucho tiempo.
—Bien, si no dirás nada... —dijo para intentar ir nuevamente a la enfermería junto a su madre. Pero Alexander la tomó de la mano antes que se fuera de su alcance. —Deberías ir con tu futura esposa, Alexander. Tienen asuntos que arreglar para la ceremonia, bastante han hecho por nosotras —lo miró fijamente a sus ojos azules con tonalidades verdes esperando que negara, pero eso no sucedió.
Se soltó de su agarre, y el mayor Lightwood asintió levemente.
—Sí. Tienes razón —mintió intentando oprimir la tristeza que le provocaba escuchar decir esas palabras sin inmutarse.
Al parecer Cristie ya no lo necesitaba como él pensaba.
(...)
La rubia había intentado contener el llanto durante toda la tarde. Cuando la noche cayó y se aseguró que su madre se encontraba bien, se dirigió a un pequeño vivero que había dispuesto Hodge para quien fuese. Alexander se lo había enseñado cuando él quería pensar sobre su vida o bien quería estar solo; era el lugar perfecto.
El lugar parecía perfectamente adoptado para ella, le encantaba respirar otro aire repleto de plantas y flores que adornaban su vista.
Muchas veces se preguntó si su destino era ser una cazadora de sombras, o simplemente el hecho de pertenecer y crecer en una familia con descendencia importante, le hacía a ella serlo igual. ¿Qué hubiese pasado si no existiera el instituto para ella? ¿Habría conocido a Alec, Jace e Izzy?
—No sé que estoy haciendo —comenzó a murmurar adentrándose más en las plantas que la pasaban. Cuando logró llegar al final de la habitación, se sentó al borde de la ventana, que justamente daba hacia una hermosa vista con las estrellas más iluminadas que nunca.
Sintió unos pasos provenir desde la entrada, pero eso no la inmutó en lo más mínimo. Esperaba su ansiada muerte en cualquier momento por causa de su padre o por quien fuera.
—¿Qué haces aquí, C?
Escuchó la voz de su mejor amiga, y en cierto punto le alegraba que fuera ella y no el hermano mayor.
Cristie no dejó de mirar por la ventana, encogiendo sus hombros.
—Es por Alec, ¿verdad? —preguntó Isabelle sentándose frente a ella en el mismo borde de ventana. Suspiró de forma suave y constante. —¿Qué sucede entre ustedes?
La rubia la miró detenidamente y negó con la cabeza.
—Es lo que me gustaría saber —limpió un par de lágrimas que se volvían asomar. —Pasamos de ser nada a serlo todo, luego apareció Lydia, y volvimos al inicio —explicaba con un gran nudo en la garganta. —Dejé a un lado los pocos recuerdos y sentimientos que quedaban por Jace para darme la oportunidad de volver a ser feliz, y tu hermano me dice «me voy a casar» —dio un sorbete fuerte y continuó—, ¿qué esperaba? ¿qué lo felicitara? —bufó y sonrió irónicamente, volviendo a mirar hacia fuera.
—Alec siempre ha sido reservado cuando se trata sobre sus sentimientos. No debes estar así por él, más bien, él debería estarlo —Isabelle frunció el ceño molesta ante la situación. Su hermano podía ser todo un cabeza dura cuando lo quería.
Cristie volvió la vista a su amiga.
—¿Por qué lo dices? —lamió sus labios con resequedad.
—Porque está perdiendo a la mujer más importante de toda su vida, a quién lo ha hecho ver la vida de otra forma, y a quién él más quiere, Cris.
Evans rodó los ojos, pues lo que Isabelle decía parecía ser una mentira, ¿por qué no lo demostraba? ¡Es un...!
—Olvídalo, Belle. Eso no hará que cambie de opinión —señaló Cristie con agudeza. —Alexander se va a casar y no hay nada, ni nadie que lo impida, ni siquiera yo.
—¿Estás segura? —cuestionó la morena.
¿Realmente lo estaba?, la respuesta era claramente no, pero nada ya podía hacer. Ahora la decisión no era de ella, si no de Alexander.
(...)
Cristie necesitaba respuestas y rápido. La conversación de la noche anterior la había dejado más confundida que antes, así que le pidió a Joe que la cubriera un par de horas mientras ella salía en busca del brujo Bane.
Corrió lo más rápido que pudo gracias a su infaltable runa de velocidad, así llegó rápidamente al glamour del brujo.
—Cristie, cariño, ¿qué sucede? —preguntó el brujo—, sonabas afligida por teléfono —se comenzó a acercar a la chica para saludarle de forma afectiva.
Evans se alejó del brujo para mirarlo directamente a los ojos.
—¿Qué sabes sobre esto? —preguntó a medida que le extendía la pulsera en sus manos.
Bane se incomodó, pues la chica ya sabía sobre su existencia, ¿qué seguía con seguirlo ocultando? Luego hizo aparecer uno de sus tragos para ofrecerle uno a Cristie, pero ella rápidamente negó.
—No gracias —no era el momento de ponerse a beber en absoluto.
El brujo bebió un sorbo de su bebida para aclarar la garganta.
—Bien. Será una larga historia —admitió.
Cristie dispuesta a escucharlo con atención, se sentó sutilmente en uno de sus cómodos asientos cruzándose de piernas, esperando que el brujo comenzara a hablar.
—Hace varios años se creía que un objeto podía liberar el poder interior de un brujo, cosa que se logró comprobar a medida que los siglos pasaban, el objeto debe ser específico, heredado al poseedor con el don —comenzó explicando Bane, siendo observado expectante por Cristie. —El objeto tenía que ser algo especial para la familia o para la persona que heredaría aquel que liberaría la magia, en tu caso, fue la pulsera de Armadia.
—Y, ¿qué tiene que ver eso con Gabriel? O... ¿conmigo? —preguntó Cristie confundida.
Magnus dejó su trago a un lado, y se sentó más a la orilla.
—Tiene una directa relación contigo, caramelito. Stairs es hijo de una bruja y un nephilim. Es decir, que es mitad subterráneo y cazador —respiró profundo antes de continuar—, por lo tanto, ocurre lo mismo contigo, Cris. Aunque... hay una leyenda que dice que la segunda mujer descendiente de esa familia llevaría consigo un gran peso sobre sus hombros; tener a salvo todas las especies sobrenaturales, eso incluye a los cazadores de sombras —Magnus mantenía la mirada fija en ella, que sin hablar lo decía todo. —Es por eso que Stairs y Morgenstern, desean tenerte de su lado, para tener el completo dominio sobre el mundo de las sombras, y su arma más letal serías tú junto a ese extraordinario poder, cariño.
—E-eso quiere decir que... ¿sólo por tener esto, soy un arma de defensa para ellos? —señaló la pulsera que mantenía en su mano, dispuesta a romperla si era necesario.
Bane negó levemente con la cabeza.
—No se trata solo del objeto, cariño. Sino de la persona que lo posee... tu magia es mucho más fuerte de lo que crees, es solo que aún no sabes utilizarla con franqueza. Toda tu vida te has dedicado a entrenar como una nephilim, cuando tu verdadero yo es controlar tu poder y salvar nuestro mundo, manteniendo la paz entre todas las especies.
Cristie no logró aguantar tantos datos y se levantó del sillón que solo la mantenía más asustada e incómoda.
—No, eso no..., está mal —replicó lo que Magnus le decía. —Mags, que ese sea mi descendencia no significa que dejaré de ser una cazadora, este es mi destino y así lo elegí desde el día en que empecé a entrenar. Por mucho que supiera sobre estas... habilidades, no lo dejaría por nada del mundo. Amo ser una de ellos, y lo sabes —afirmó con total seguridad.
El brujo asintió y aceptó lo que Cristie decía, tenía total razón en sus palabras, y claridad sobre lo que quería.
—Lo sé, cariño. Tu abuela fue la primera en poseer el más grande poder, pero falleció por su misma causa —explicaba Bane sin intenciones de alarmar. —Para quien no logre controlar aquel imparable poder, terminará siendo acabado por la magia tanto de ángel como de demonio.
—¿Crees que eso pasará conmigo? —preguntó la chica con miedo.
—Eso nadie lo sabe. Pero cumplí con mi deber de decírtelo.
—Gracias —contestó con una sonrisa forzada.
Después de todo era lo que quería, respuestas. Aunque eso generó muchas más dudas que certezas, ahora se preguntaba: ¿Gabriel sabía controlar más sus habilidades que ella? Suponía que sí, por la forma en la que desaparecieron el día anterior, y eso podía significar una gran desventaja para ella y sus compañeros.
Su móvil al sonar la sacó de sus pensamientos. Cogió el pequeño aparato, no sin antes ponerse aquella pulsera que la lucía frescamente.
—¿Sí? —contestó al salir del glamour de Magnus, encontrándose frente del río—, voy enseguida —cortó la llamada para comenzar a correr lo más rápido que sus piernas daban al instituto.
(...)
Agotada y con falta de oxígeno entró al instituto. Visualizó a su mejor amiga esperándola, por lo que rápidamente preguntó.
—¿Qué ocurrió, Belle?, ¿estás bien? —se acercó a ella para revisarla físicamente.
En lo poca cordura que le quedaba, Isabelle respondió.
—Es Meliorn —informó. —La Clave piensa que tiene más información sobre Valentine y Gabriel de la que cuenta —Isabelle explicaba con dificultad. Meliorn había sido su amante y su informante, un Seelie dispuesto a morir con tal de proteger lo que realmente le importaba, pero en esta ocasión no sabía más —lo llevarán a los hermanos silenciosos.
—Oh, no —sabían lo que eso significaba.
Clarissa apareció junto a Jace lo bastante sonrientes, cosa que Cristie intentó ignorar, no debía sentir nada respecto a eso, ¿no?
—¿Qué está pasando? —preguntó Jace a ambas chicas, dándose cuenta que Evans evitaba su mirada. —¿Cris? —la miró fijamente esperando que le respondiera, pero su hermana se adelantó.
—Planean llevar a Meliorn a Ciudad de Huesos —explicó lo mismo que a su mejor amiga.
—No podemos permitir eso —añadió Jace sin despegar la vista de Cristie, que se había alejado para atraer con ella un par de armas y bombas de humo en caso de emergencia. —Debemos detenerlos.
—Ese es el plan, Jonathan —respondió la rubia sin mirarlo.
Cuando Evans llamaba de aquella manera a Jace significaba una sola cosa; estaba molesta con él o celosa. Al pensar en aquello le hizo sacar una leve sonrisa sobre lo último dicho por ella, pues era lo que más anhelaba. Volver a reconquistarla, ya que Alexander estaba dispuesto y firmemente de acuerdo a casarse con Lydia.
Clarissa observó a Isabelle en busca de respuestas.
—¿Quién está dirigiendo la operación?
De inmediato la morena miró a su mejor amiga, que supuso quien lo hacía.
—Alec —alcanzó a pronunciar Isabelle. En cuanto lo dijo, la rubia ya se dirigía a la salida con su arco en el hombro y un par de dagas.
—Maldición, Alexander —murmuró entre dientes.
Rápidamente los tres nephilim siguieron la acción de la rubia, consiguiéndole llevar el paso. Ya habían salido del instituto cuando Clarissa preguntó.
—¿Qué haremos al llegar?
Cierto.
Por la prepotencia de Cristie habían olvidado idear un plan de respaldo, siquiera sabían qué hacer al llegar. La rubia se detuvo en seco al rodar los ojos y girar sobre sus talones frente sus compañeros.
—Quitárselos a los guardias sin ningún herido —dijo Isabelle haciéndole sonreír a su amiga.
—¿Enfrentarnos a los hermanos silenciosos y a una unidad de shadowhunters? —volvió a preguntar Clarissa nuevamente.
—¿Sin refuerzos? —preguntó Wayland frunciendo el ceño. —No podemos, sabrían quien lo liberó y nos exiliarían por traición —añadió Jace.
El silencio los invadió un par de segundos, hasta que Fairchild decidió hablar nuevamente.
—Sé quién nos puede ayudar.
—No, Clary. No aceptarán —dijo Cristie sabiendo a quién se refería. —Los vampiros y lobos no suelen llevarse bien. Añadiendo que los vampiros no suelen trabajar en equipo.
—No dudes del poder femenino —le guiño el ojo, sacando su móvil y hacer un par de llamadas a Luke y Simón.
Cristie suspiró alejándose momentáneamente del grupo, pero Jace al darse cuenta la siguió.
—¿Estás bien? —elevó levemente su ceja, dejando al alba sus ojos azules cruzándose con los de Cristie.
—¿Lo preguntas por Alec o mi madre? —preguntó recíprocamente, pero le respondió de todas maneras. —Lo estoy, puedo vivir con eso —encogió sus hombros.
—Conmigo no puedes disimular, Cris —continuaba diciendo Jace a medida que se acercaba a ella para levantarle el mentón y mirarla directamente a los ojos. Con tan solo hacer eso lograba ponerlo de nervios, no podía seguir ocultando sus sentimientos por ella.
—No ahora, Jace —suplicó alejando la mirada de él.
—¡Chicos! —los llamó Clarissa notando lo que estaba ocurriendo. —Tenemos buenas noticias.
(...)
La sorpresa que los vampiros y Simón hayan aceptado ayudar les había tomado por sorpresa, ya que Luke junto a su manada lo harían por la pelirroja. Así fue como todos juntos se dirigieron a Ciudad de Hueso.
—Esto no parece ser ciudad de Hueso —comentó Clarissa observando a los alrededores.
—Es la entrada para los subterráneos —contestó Raphael.
Cristie se puso por delante de ellos.
—¿Todos saben qué hacer? —preguntó hacia los subterráneos.
—Informen cuando estén ahí —ordenó Wayland con voz autoritaria.
Luke asintió y dio un paso al frente dispuesto a seguir el camino, pero Raphael lo detuvo silbando.
—Quieto ahí —el moreno frunció el ceño y en contraste sonrió irónicamente. —Buen perrito.
—Muérdeme —contestó Luke haciendo que las tensiones aumentaran.
—Gira —siguió el vampiro.
—Estás muerto —advirtió Luke. Pero Jace fue más rápido y lo detuvo evitando una masacre.
El moreno prefirió seguir con su camino, no sin antes devolverle la mirada por última vez. Uno de su manada lo siguió chocando con uno de los neófitos de Raphael.
Los vampiros le bufaron saliendo en defensa de su compañero.
—Tranquilidad, chicos —pidió Cristie aburrida de sus peleas absurdas. No era el momento ni el ahora. —Todos estamos en peligro, dejemos a un lado las diferencias y por una vez en su vida trabajemos juntos.
—El tiempo corre, y Meliorn cada vez está más cerca de morir a manos de la Espada Mortal —recordó Isabelle.
Ambos líderes asintieron y se fueron con sus respectivos grupos. Mientras que Cristie en un movimiento de cabeza le indicó a su mejor amiga que se moviera junto a Simón.
—Ten cuidado —le pidió Jace a Cristie antes de desaparecer con la primogénita de Valentine.
Los tres grupos que se habían formado junto con Cristie. Se encontraban en posición, dispuestos a no dañar a nadie, pues era Alexander quien lideraba la misión junto a su prometida.
Cristie frunció el ceño mientras sacaba su estela al ver al mayor Lightwood junto a Lydia, runificó rápidamente una bomba de humo que había traído consigo.
Esperó el momento exacto para lanzarla, justamente cuando Alexander se había alejado lo suficiente de los guardias. Los vampiros se marcharon a velocidad sobrenatural antes que la rubia tirara la bomba, así aprovechó de deshacerse de los guardias para liberar a Meliorn.
Cristie se había retirado del lugar, lo suficiente para que nadie notara que habían sido ellos los captores de Meliorn.
—Debemos salir rápidamente de aquí —les decía a todos sin dejar de caminar a paso firme.
—Cristie tiene razón, Izzy —señaló Jace al ver como su hermana separaba los labios del seelie.
La morena asintió.
—Estás en buenas manos, pero debo volver al instituto, a ver que tanto hemos provocado. Intentaré que mi hermano lo entienda. Le dio una leve mirada a su mejor amiga.
—Cuida de él, Cris —la rubia asintió al detenerse.
Isabelle acarició el brazo de Meliorn por última vez, antes de besarlo para despedirse, y salir corriendo rumbo al instituto.
Meliorn se giró hacia los tres nephilim.
—Isabelle me ha dicho que fue idea tuya reunir a los subterráneos —principalmente se dirigía a Cristie—, que encabezaste mi rescate.
—El mérito no es solo mío. Izzy hizo lo posible, solo ayudamos.
—Está siendo modesta —Jace alzó la voz al hada de forma graciosa.
—Soy una cazadora, es mi deber —admitió la rubia.
—Esta noche me he sorprendido más de un shadowhunter —contestó el de pelo azul. —Lo han arriesgado todo para salvarme.
—Después de intentar traicionarla —recriminó Clarissa al ser luminoso.
—No fue mi mejor momento, por eso les ofrezco un regalo —miró a Cristie específicamente—, por el sacrificio te ayudaré a entender un poco más sobre tu pasado.
Cristie lo dudó un par de segundos, pero se negó.
—Lo siento, Meliorn. Agradezco tu intento por pagar esto, pero prefiero no saber nada más sobre Stairs —terminó la frase para seguir caminando rumbo al bosque.
(...)
Se tuvieron que internar en el oscuro bosque de trayecto hacia un lugar seguro para Meliorn. No todo había salido bien, pues los cazadores habían sido atacados por demonios Shax, dejando así gravemente a Wayland.
—¡Jace, por favor despierta! —corrió Cristie en su auxilio al haber acabado con el último. Apretó la mano de su ex parabatai, tenía miedo, ¡claro que lo tenía! Estaba a minutos de perder a su primer amor si no lo salvaba.
Wayland se había desmayado por completo al ser atacado por el demonio, y no había vuelto a abrir los ojos.
Cristie no quería perder a más gente importante en su vida, su pasado, su madre, Alexander, y posiblemente la copa.
Estaba harta de perder a todos los que la rodeaban y amaba.
Meliorn se acercó e hizo un extraño ademán con sus manos para intentar despertar al rubio.
—¿Q-qué hace? —preguntó la rubia a Clarissa. Ésta encogió los hombros intentando descifrar lo mismo. —No es momento para tus... posturas extrañas Meliorn.
—La naturaleza todo lo cura. La conexión de la tierra, el viento, aire y fuego es la mejor combinación para una herida de demonio —explicaba a medida que su magia se acercaba al cuerpo de Jace, haciendo que este de un salto despertara.
Aturdido Jace miró a su alrededor en busca del demonio, pero Cristie solo se dedicó a abrazar al rubio. No se imaginaba una vida sin Jace a su lado a pesar de todos los problemas y confusiones que habían tenido en el pasado.
No lo deseaba perder.
(...)
—¡Jace! —gritaba Alexander corriendo por el bosque, Lydia iba tras él. —¡Jace! —volvió a gritar antes de llegar a donde habían estado, allí se encontraba Cristie en solitario —¿Dónde están?
Los tres nephilim habían sido más rápidos que Lightwood, todo gracias a Isabelle que logró avisar que se acercaban. Además de que Jace se encontraba malherido, por lo que Alexander se enteraría de todas formas.
Así que prefirieron que Clarissa, Jace y Meliorn continuaran el camino, así Cristie podría distraer al moreno. Aún sabiendo que era peligroso lo hizo, a regañadientes de Jace.
—Están lejos, muy lejos de aquí —respondió la rubia fríamente en mitad del bosque al igual que Lightwood. —Veo que viniste bien acompañado —su tono de ironía era evidente.
Cristie levantó su ceja al ver que Lydia se acercaba a ellos.
—¡No pueden hacer eso! —exclamó Alexander con furia, evadiendo aquel comentario.
—Lo siento Lightwood, pero ya está hecho —contestó ella de vuelta.
Lydia se tensó mirando a ambos, esto estaba mal.
El moreno gruñó por lo alto, cogiendo a Cristie de la cintura para ponerla sobre su hombro, haciendo que ella apegara su espalda a su cuerpo.
—¡Alexander, bájame! —gritaba en vano, pues él no lo haría ni aunque muriera en el intento.
El ojiazul la ignoró, y le hizo una seña a Lydia para emprender el camino hacia el instituto.
(...)
Alexander estaba dispuesto a encontrar a Jace, no solo porque debía entregarlo a la Clave, sino porque se preocupaba por él, aunque no lo metería en esto, sería traicionar su confianza.
—Alexander Lightwood —comenzó el moreno con voz pacífica, mientras no tenía intenciones de soltar a Cristie hasta entrar completamente al instituto—, solicito la entrada.
La puerta se abrió proporcionando un sonido hueco, invitándolos al interior de la camuflada iglesia, donde un largo pasillo se iluminaba a duras penas.
Alexander había dejado a Lydia atrás, ya que dijo que la habían llamado del consejo, cosa que no dudaba. El chico había accedido a liberarla.
—No vayas lejos —le advirtió.
Cristie entrecerró los ojos limitándose a lanzarle una flecha en la cabeza. Por más que odiara su actitud, sus sentimientos por él no cambiaban.
La noche había llegado, y por órdenes de Alexander, Cristie había sido encerrada en su habitación. La chica se mantenía caminando de un lado a otro preocupada por Jace, pues no la habían dejado hacer mucho.
La puerta se abrió y el mayor Lightwood apareció detrás de ella, a lo que Cristie emitió una mueca de disgusto.
—¿Me dirás dónde están Jace y Clary? —preguntó por quinta vez mirando su espalda, pues Cristie no daría su brazo a torcer, y aunque lo supiera no se lo diría.
Alexander no obtuvo respuesta.
—Izzy va a ser juzgada a no ser que le demos la copa a la Clave —explicó acercándose a ella. —Si la condenan le quitarán las runas y la exiliarán, Cristie.
Ella se mordió el labio inferior cuando notó que Alexander temblaba, ¿culparon a su mejor amiga por todo el escape con Meliorn?
—Todo es mi culpa —se recriminó en un susurro—, si tan solo...
Interrumpió.
—¿Qué? No —cerró los ojos fuertemente y se lamió los labios remojándolos. —Te liberaré, pero no podrás salir del instituto, ¿de acuerdo?
La rubia rodó los ojos y se dirigió a la biblioteca, como nunca lo había hecho. Desde la habitación en donde se encontraban, desde un principio se escuchaban las voces, pero sin duda la que más resaltaba era de la Maryse. Alexander siguió silenciosamente a Cristie, poniéndose a su espalda para oír con claridad.
—Mintió. No sólo a la Clave, sino que a todos nosotros. Usó nuestra lealtad y nuestro afecto. Del mismo modo que lo hizo cuando empezaron los ataques a los de nuestra especie. Y ahora regresó por la copa mortal, ¿no es extraño? Ha estado planeando esto durante años, desde que se fue del instituto. No puedo permitirme confiar en Cristie, lo siento Lorine. Eres mi parabatai, pero eso no impide que desconfíe de tu hija y de Jace.
Cristie pareció ponerse roja, sus mejillas ardían y sus puños se apretaban con fuerza. Odiaba la idea de que todo el mundo la recriminara a través de su madre. Si tan solo tenían algo que decirle, ¿por qué no directamente a ella?
Apretó los dientes y abrió la puerta sin discreción.
—Entonces, ¿qué? —manifestó con furia bajando las escaleras, y junto a ella Alexander imitando su acción. Se encaminó directamente a Maryse. —¿Qué esperas que haga?, ¿qué nos exilien? —se paró frente a la mujer que se encontraba junto a su madre. —Si lo hacen estarán perdiendo la ventaja, no te lo han dicho, ¿no? —levantó una ceja, y luego miró de reojo a su madre, que bajaba la mirada.
—¿Decirme sobre qué, querida?, ¿sobre lo impetuosa y falta de respeto que eres? —preguntó con prepotencia. Realmente Cristie la podría llegar a odiar más que a Lydia, ¿era eso posible?
La rubia sonrió de lado irónicamente, mientras que Alexander se mantenía expectante a lo que ella tenía por decirle a su madre.
—Soy el cruce entre la magia y los nephilim, Maryse —se irguió frente a la mujer. —Soy la segunda heredera de la pulsera mágica, soy quien los puede salvar de Gabriel y Valentine.
Maryse bufó.
—¿Crees que me creeré que traicionarás a tu padre? —alzó sus cejas—, por favor, Cristie —rio por lo bajo.
La rubia buscó la mirada de Alexander para que la defendiera, sin embargo, él solo miró hacia otro lado cruzándose de brazos.
—No es mi deber que me creas o no, solo te informaba —impuso con seguridad.
—Eso no significa nada para mí, ni tampoco lo será para la prometida de Alec —recalcó el hecho que estaba comprometido. —Jace y Clary serán juzgado por la espada mortal para hacer valer su lealtad a la Clave, al igual que tú, querida.
—No. Jace no es culpable... —negó rápidamente Cristie, pero una voz masculina se dejó oír a sus espaldas.
—Lo haré —era Jace. Se encontraba malherido y apoyado en el hombro de Clarissa con dificultad, luego de haber dejado en un lugar seguro a Meliorn.
Alexander tenía las ganas de correr a auxiliarlo, pero sabía que si lo hacía también se vería en duda su lealtad hacia la Clave, por lo que reprimió aquellos pensamientos.
Por el contrario, Cristie corrió rápidamente a sostenerlo con ayuda de la pelirroja que se notaba incómoda ante la situación.
—Perfecto —sonrió Maryse jactándose de su victoria contra Evans.
(...)
—Dos días después—
—Gracias, Jace —agradeció Cristie por todo. Finalmente era siempre él que estaba a su lado en las peores situaciones— por todo, en serio yo no quería que esto sucediera de esta manera, y creo que terminé desquitándome en ti y...
Fue interrumpida por los labios de Jace en mitad de la habitación principal, justamente cuando Alexander se encontraba en la parte superior apoyado en las barandas, observando la inédita escena junto a su hermana.
¿Podría ser capaz de soportarlo o simplemente la dejaría ir como lo replanteó días antes?
Mundisssssss! hola!
Quería agradecer el apoyo, ya somos 2.1 K
Además de agradecer sus lindos comentarios y demáses *-* se agradece n.n.
Hice el capítulo más cortito, porque soy mala!!!! y el próximo será más largo, recuerden que cumplo promesas:)
Por cierto, ¿Ya han votado por SHADOWHUNTER en los People Choice Awards en su categoría? Sino, ¡¡Qué esperan!!
PD: Les dejaré LINK en enlace externo para que lo hagan <3
Nota: Para quienes no entendieron la última parte, les resumiré en que solo es una escena del próximo capítulo :P jijiji odienme x:
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