003. Protect
Jace se encontraba con una lucha interna. La nueva chica a la que él debía proteger; Clarissa, se había vuelto más que un problema para él. Llevaba un poco más de dos días conociéndola antes que la llevara al instituto, debía asegurar sus sospechas, y no se equivocó.
Jocelyn Fray, era la mujer que él esperaba encontrar, pero solo vio a una chica de cabellos como las llamas, que llamó su atención de inmediato.
—¡Maldición! —gruñó al recordar por qué los mundanos hablan tanto de los sentimientos. Era esto lo que él intentaba evitar a cualquier costo.
Luego apareció Cristie en su vida para volverla de cabeza por segunda vez. Sin haber hecho algo con conciencia, logró que su mundo cambiara por completo.
Para él era extraño volver a verla después de tantos años, aún más cuando se fue sin decirle por qué no lo había buscado, sabiendo que siempre estaría en el mismo lugar. Era una de las preguntas que tenía presente para hacerle, pero pasó lo del collar... después no se hablaron durante días, y ahora pasaba lo del demonio. —Debí protegerla —se recriminaba al esconder su rostro en sus brazos, concientizando lo que había sucedido.
—¿De quién hablas? —se acercó Fairchild y levantó levemente la ceja, esperando que la respuesta no fuera por 'ella'.
Jace retomó la vista al frente, pero sólo negaba con la cabeza y una mueca.
—Olvídalo —sonó cortante. Le era difícil aun hablar de Cristie, no lo haría. Simplemente no quería.
La pelirroja suspiró fastidiada, todo el instituto giraba alrededor de la rubia. «Es un asco», pensaba.
—Conmigo no tienes que disimular, Jace —mencionó de manera sutil. Se acercó lentamente a él, y se sentó a su lado mirándolo fijamente. —Sé que lo dices por Cristie.
El rubio volvió la vista hacia ella.
—¿Y de qué sirve saberlo? Si no puedo hacer nada al respecto. Cristie me odia, y yo... sufrí su alejamiento —trató de disimular su tristeza. —Es complicado.
Aunque Clarissa no era tonta, podía distinguir los sentimientos de Jace, y aunque eso le molestara de cierta manera, no podía evitar sentir un vacío al intentar hablar del tema.
—Tal vez debas hablar con ella. Aclarar lo que tienen pendiente —opinó con cierta razón.
Clary sabía que si ellos dos conversaban sobre su tema del pasado, todo quedaría atrás. Dejándole el camino libre con el rubio. ¡Era lo que más anhelaba! Tener la posibilidad que Jace la mirase como algo más que una simple mundana o cazadora de sombras, como ahora la llamaban todos.
Jace encogió los hombros y le dedicó una leve sonrisa a su compañera.
—Gracias —terminó por decir para ponerse de pie e ir a buscar su respuesta.
Buscó en su habitación, pero no estaba. Finalmente optó por ir a la sala de entrenamiento, y la encontró. Cris estaba luchando cuerpo a cuerpo contra de su parabatai. Alec parecía disfrutarlo, le encantaba tener que competir con alguien tan fuerte como ella lo era.
Aunque de momento no podía imaginar a su hermano de otra forma que no fuera una relación de compañeros, no quería pensar en que Alec podría sentir algo por su ex parabatai. Simplemente no lo soportaría.
—Jace —el ojiazul lo llamó y detuvo el entrenamiento. Cristie no pudo evitar rodar los ojos ante la eventual aparición de él. Alec cogió una toalla mientras secaba su cuello con delicadeza, dejando su torso a vista de todos. —¿Necesitas algo?, ¿llamaron de la Clave? —lo interrogó sin dejarlo responder.
—No. No es nada sobre el instituto —negó acercándose al duelo de campo. Sus ojos se desviaban a una Cristie distraída y sumida en sus pensamientos. Lo evitaba, y él lo notaba. —Necesito hablar con ella —dijo en un susurro que solo Alec pudo oír.
El moreno tensó su mandíbula sin entender el por qué, pero terminó accediendo.
—5 minutos —advirtió. —Debemos seguir entrenando —tomó su botella de agua y salió rumbo a algún lado que no fuera tan lejos. Aunque le era imposible evitar la tentación de escuchar sobre qué quería hablar. —Te irás al infierno, Alec —masculló para él mismo, pues se quedó escuchando cada palabra detrás de una columna de concreto sólido.
Jace con la ilusión de que estuvieran solo, se acercó a Cristie que lo evitaba con la mirada. Se mantenía fija practicando con dos cuchillos serafín en ambas manos. Sus movimientos eran suaves y delicados.
—Debes cogerlos desde más abajo —habló para romper el hielo. Cristie dejó de hacer los movimientos y se detuvo en seco a mirar al rubio que caminaba en su dirección. —Déjame ayudar —ofreció con voz dócil.
Caminó hasta quedar a la espalda de Cris, y suavemente tomó de sus brazos imitando sus movimientos, pero esta vez con más precisión y elegancia.
Cristie no pudo evitar que el cuerpo le temblara como a una adolescente, sus manos se volvían pesadas, por lo que se dejaba llevar al ritmo de su compañero. Su mirada se mantenía fija en el frente, evitando cualquier contacto visual con él, eso la mantenía serena.
—Ya entendí —dijo rápidamente alejándose de él. No volteaba, no quería hacerlo. Caminó en dirección recta y cogió su botella con agua para beber de ella.
Jace se mantuvo en su posición observando el comportamiento de la chica, y no pudo evitar hablar.
—Cristie, tenemos una conversación pendiente —ella dejó su botella a un lado, suprimiendo las lágrimas que querían salir.
Wayland se acercó a paso lento, haciendo que Cristie girara sobre sus talones para quedar muy cerca.
—Esto está mal. No puedo controlar el impulso de tenerte cerca ——empezó a decir. Cris no diferenció a la distancia que se encontraban, pues él se mantenía muy cerca de su rostro, y con su mano derecha acariciaba su mejilla. —Habían pasado tres años sin saber de tu existencia, ni el por qué me dejaste. Y ahora llegas como si nada, y Alec... —tensó su mandíbula al nombrar a su parabatai— él de la nada te encuentra y no es capaz de decírmelo.
—No fue su culpa, Jace —respondía una Cristie incómoda ante la situación, tratando de defender a Alexander. Las palabras salían con dificultad, le costaba hablar frente a él después de su última conversación acerca del collar, que decidió no guardar. —Tenía órdenes de no decir nada a nadie, y eso te incluye —excusó al moreno, y una sonrisa se formó en el rostro de él al escuchar como lo defendía.
Nadie lo había defendido ante algún problema, porque Alexander estaba dispuesto a enfrentar las dificultades, pero esta vez era distinto.
Jace dio un paso hacia atrás y no evitó preguntar.
— ¿Por qué lo defiendes, Cris? —frunció el ceño. Wayland al igual que el moreno esperaban una respuesta, ¿Por qué lo hacía? Ni ella misma sabía la verdaderamente el por qué. —¿Sientes algo por Alec? —preguntó sin rodeos.
¿Qué sentía?
Era evidente que ese tema le incomodaba y le molestaba. No soportaría que le dijera un sí, pero prefería la verdad ante todo.
Sorprendida Cris abrió sus ojos lo que más pudo, y sus manos transpiraban a falta de viento. Sentía que le faltaba el aire y la cordura, ¿Cómo se atrevía a preguntar eso? ¿Con qué propósito?
—¿Q-qué? No, no —negó a duras penas. Su lengua se enredaba y su corazón se agitaba más que cuando entrenaba. Alec era su nuevo entrenador, no podía verlo como algo más... Además es el hermano y mejor amigo de Jace, no podría verlo de otra manera. Ya le sucedió una vez, y una segunda sería cometer un error. —Él solo me ayuda a entrenar, nada más. Pero en cuanto lo supere, lo dejaré y practicaré por mi cuenta, Wayland —respondió a secas. —Así que será mejor que te prepares, porque el próximo de la lista, eres tú —advirtió apuntándolo al tomar nuevamente los cuchillos serafín.
No quería eso, pero debía zafar del tema, y claro que a Alec no lo vería más que como un compañero, porque no es de tener amigos, así que esa opción quedó completamente descartada.
Cristie intentó evadirlo y rápidamente se puso en posición para seguir practicando otra vez, mientras Jace le seguía insistiendo.
[...Mientras tanto...]
—¿Sabías que es de mala educación oír conversaciones ajenas, hermanito? —susurró Izzy en el oído de su hermano, haciendo que respingara de susto. —Con que ellos, eh —se asomó a mirar por donde lo hacía Alec. —Deberías admitir que aun sigues enamorado de ella, y dejar de rodeos. Ya la perdiste una vez por no luchar y ¿ahora lo volverás hacer?
—Es tema pasado, Izzy.
Alec se limitó a negar con la cabeza, pero viendo que Jace no dejaba de acorralar a su mejor amiga, y aun sabiendo que para Alec, Cristie había sido su amor prohibido, decidió interrumpir el momento del rubio.
— ¡Cris! —gritó acercándose a ellos rápidamente. En su mano llevaba una Tablet y le enseño a ella.
—¿Qué ocurre? —el entrenamiento se detuvo por segunda vez.
—¡Tenemos fiesta! Y no acepto un no como respuesta —cerró levemente los ojos, evitando que su amiga se negara. Era la ocasión perfecta para que ella y Alec tuvieran cercanía. Adoraba a Jace, pero Alec era su otra mitad, y solo quiere verlo feliz. Cristie es su redención. —Además no es una fiesta cualquiera, debemos encontrar a Magnus.
La rubia levantó una ceja, hacía mucho tiempo que no oía ese nombre.
—¿Magnus Bane? ¿El mismo que intentó derrotarme con su 'Bididi Badidi Bú? —comenzó a reír al recordar el escandaloso momento. —¿Para qué lo necesitarías? —se cruzó de brazos al cómo Alec lo hacía, y ladeó su cabeza al pensar en eso.
—Para recuperar los recuerdos de Clary —le respondió Jace a su lado.
—¿Recuerdos?
—Por alguna razón Jocelyn la hizo olvidar sus recuerdos, y es la única forma de recuperarlos: yendo donde el mismo brujo que lo hizo.
—Entiendo —asimiló y se dirigió a su mejor amiga. —Y ¿qué tengo que ver en todo esto?
Izzy cogió del brazo a la rubia.
—¡Oh, vamos! No me digas que ahora no te gustan las fiestas —la empezó a jalar, y Alec salió rápidamente evitando que lo vieran escuchando todo. —¡Nos vamos a preparar! —le avisó a Jace que se terminó quedando solo en mitad de la sala de entrenamiento.
Sostuvo su última sonrisa y recordó que su hermana nunca cambiaría cuando se trataba de fiestas.
(...)
Cris sentía un revoltijo en su estómago y cabeza, pero aquello no era excusa suficiente para que Isabelle la dejara tranquila.
—No quiero ir, Izzy —espetó con desgana. —Hace mucho que no salgo y... esto no es un juego —intentó hacer que Izzy la tomara en cuenta, pero solo la ignoró. Sabía lo que hacía, quería que ella y su hermano tuvieran un momento de acercamiento.
Alec podía ser la persona más odiada del mundo, pero con Cristie todo era diferente. Él era diferente; ella cambió su mundo. Y era algo de lo que no se daría cuenta si Izzy no ayudaba en eso.
—Te ves preciosa, amiga —sonrió al ver que el vestido ajustado de color negro le asentaba de maravilla. Incluso, creía que se veía mucho mejor a su mejor amiga que a ella misma. —Siento envidia de ti, estás espléndida —replicó. —Alec se volverá loco cuando te vea.
—Espera... ¿Alec? ¿Qué tiene que ver tu hermano en todo esto? —sacudió su cabeza. —Además... —se acercó al espejo y se miró de lado— este vestido es demasiado ajustado y corto, Belle —intentaba jalarlo hacia abajo, como si eso hiciera que el vestido se alargara.
—Ya verás. Solo deja que el tiempo lo diga todo —su mejor amiga se acercó y cogió su cabello. —¿Recogido o suelto? —se preguntaba a ella misma, puesto que no aceptaría un consejo de Cris, de todas formas, no quería ir, pero Isabelle Lightwood la obligaría.
(...)
Minutos después de haberla maquillado un poco y arreglado, estaban listas para salir de la habitación, pero Jace se les adelantó. Ambas chicas sintieron crujir la puerta y voltearon simultáneamente.
—Izzy dice Alec que ya... —se interrumpió así mismo al ver a Cristie tan... distinta. Si ya era hermosa con su ropa diaria, esto la hacía irresistible para cualquier hombre, y sentía envidia de eso.
Izzy caminó al lado del chico y le susurró.
—Cierra la boca, Jace —sonrió ladinamente, y extendió la mano a su mejor amiga. —Nos vemos abajo —se dirigió al rubio que seguía plasmado en la puerta sin mover un solo músculo. Cristie podía provocarle tantas cosas si lo deseaba, pero solo verla lo volvía completamente loco.
Es irresistible sentirse así ante su natural seducción.
(...)
Clary por su parte, solo cogió el vestido que le dejó Izzy sobre su cama, no esperaba más que eso. Isabelle vivía por y para su mejor amiga, era evidente que la pelirroja no era bienvenida a su círculo de amigos.
—¿Estás lista? —le preguntó un chico de anteojos.
Simón Lewis ha sido el eterno enamorado de la pelirroja, aunque ella no quiera aceptarlo. Han sido mejores amigos desde toda la vida, y para ella era difícil separarse de él al tener que venir al 'mundo de las sombras', por lo que decidió llevarlo al instituto, y de paso a la fiesta para no sentirse sola.
Alec bajaba las escaleras a la par de su parabatai, y frunció el ceño al ver al nuevo chico.
—¿Qué hace otro mundano en el instituto? —preguntó al cruzarse de brazos con una expresión seria.
—Es Simón, mi mejor amigo —respondió como si la expresión de Alec no le importara en lo absoluto. —No tienes que enojarte por traerlo, Alec —lo desafió con la mirada. Jace pudo notar el ambiente tenso y cuando estaba por hablar para romper el incómodo silencio, todos se cegaron ante una seductora Cristie.
Esta chica podría deslumbrar al ser más despiadado y sin sentimientos del mismísimo infierno, lograba que todo y cada uno de los hombres existentes a su alrededor se fijara en ella sin hacer nada para aquello. Con solo aparecer deslumbra femineidad y sensualidad, pero ésta vez lo superaba todo.
Alec tragó saliva a la fuerza, su boca se había secado por completo al ver a su hermana y Cristie bajando juntas las escaleras. Sólo podía oír el sonido de sus tacones chocar contra el piso, porque para él, el mundo se había detenido a su alrededor.
Jace notó cómo se ponía su hermano, por lo que prefirió hablar de todas formas antes de tensar su mandíbula.
—Maryse nos ha convocado a esta misión. Debemos ser perfectos —miró de reojo a su parabatai, pero al darse cuenta que éste no reaccionaba se acercó a él y golpeó fuertemente su hombro. —Alec se encargará de estar atento ante cualquier eventualidad desde una distancia segura para todos, mientras que Clary, Izzy y Cristie, vendrán conmigo por tener buen combate cuerpo a cuerpo —se dirigió a Cris con otro propósito, pero ella lo ignoró sin evitar ruborizarse antes.
—Genial, mi fortaleza no es el cuerpo a cuerpo —masculló la rubia entre dientes.
Izzy se interpuso entre ellos y se paró en seco ante Jace.
—Cristie tiene la misma habilidad y certeza con el arco que con los cuchillos serafín. Yo opino que, es mejor que acompañe a Alec desde distancia para evitar cualquier tragedia que pueda involucrar el fallo de la misión —intervino antes que replicara su proposición, pero Wayland no se quedaría callado.
—No —negó rápidamente. —La vez que utilizó el arco salió herida de todas formas, no me arriesgaré a perderla... —tragó saliva aclarando lo dicho— ni a ella ni a nadie —disimuló.
—Está bien —se defendió la rubia. —Puedo hacerlo... esa vez fue un error de principiante, no estaba lista y mi muñeca no estaba al cien por ciento. Pero ahora es diferente —señaló con seguridad. —Acompañaré a Lightwood —insistió.
Jace suspiró profundo negando con la cabeza, pero sabía perfectamente como era Cristie. Si se le metía una idea en la cabeza, no pararía hasta lograr lo que quiere, y esta no iba a ser la excepción.
—Confía en ella, Jace —habló Alec, que se había mantenido al margen. Él tenía plena confianza en que ella no fallaría, y le era más fácil protegerla si la tiene a su lado.
Miró un par de segundos a la chica. Suspiró y puso ambas manos en su cintura para apoyarse en un pie.
—Hazlo —aceptó a regañadientes. —Pero si tan solo veo un rasguño en ti, será culpa de Alec —señaló con autoridad. A Cristie le molestaba ver al Jace competidor y posesivo. Ella no era de su propiedad, y él la trataba como tal.
—Descuida. Ya no soy la misma niña que conociste alguna vez —lo desafió con su tono de voz. Cris podía ser la persona más fría si se lo proponía. Pero en el fondo era una niña escondida en el cuerpo de una mujer. Odiaba tener que ser así con todos, pero es parte de su escudo. —A todo eso... ¿dónde es la tan deseada fiesta? —preguntó ignorando por completo al chico nuevo de su lado. No lo había visto, es distraída por naturaleza.
—Pandemonium —respondió el mundano. Cris giró su cabeza en dirección al chico que le sonreía ampliamente. ¿Lo conocía? Tal vez... aunque Brooklyn no es extremadamente chico como para saber el rostro de todas las personas. —Soy Simón —se presentó con rapidez y emitió algún tipo de seña que Cristie reconocía; es un mundano de tomo y lomo.
—Genial —susurró para ella la rubia. Evitó su propio comentario y saludó al chico con educación. —Cristie —le sonrió.
—No es tiempo para presentaciones —escupió Alec tensando la mandíbula. Pasó entre todos y caminó a paso firme sin mirar atrás. —Vámonos —les ordenó a todos. Cris y Jace emitieron una última mirada, para salir del instituto por órdenes de la Clave.
En esta lucrativa misión querían ver qué tanto podía lograr Cristie Evans ante su vigilancia. Su padre pertenecía a la Clave desde que abandonaron el instituto. Eso le impedía ver a su hija durante los últimos tres años, renunciando a todo lo que más amaba; su esposa e hija.
Lo extrañaba, extrañaba a su padre y sus caricias.
Cristie recordaba cada día de su agonizante vida que Lorine rehízo su vida, estando siempre en contacto con Maryse.
Al fin de cuentas, Cristie era un conejillo de indias para la Clave. Ella representaría a muchos futuros cazadores de sombras dispuestos a dar su vida por su futura generación sin saber muy bien las razones del por qué.
Su padre sabía perfectamente que ella no era su hija legítima, pero siempre la había amado como a una. Le dio su apellido y su cariño, Cristie era su todo. Pero aun así no podía poner sus sentimientos antes que su misión secreta; 'Liberar el verdadero poder de su hija'. Y era lo que más temía, no poder controlarla cuando llegara el momento de saber la verdad. Una dura verdad que cambiará su vida para siempre.
(...)
Los cazadores y el mundano, se habían dividido en grupos para mantenerse a salvo y en contacto.
Clary había ido junto a Jace al tener conocimientos en combate cuerpo a cuerpo. Ella había dado hasta su último aliento para poder aprender lo que carecía, puso todo de su parte para entrenar junto a Jace, pues era el único que le prestaba atención dentro del instituto. Por otra parte, Izzy quedó a cargo del mundano, aunque para ella no era difícil, sino que cada vez le gustaba más esta misión.
Y finalmente, Cris acompañó a Alec. Se mantenían distantes pero alertas en todo momento.
—Gracias por prestarme tu arco —agradecía Cristie mientras caminaban disimuladamente ante las personas. Alec la miró sin dejar el paso, pero su expresión no cambiaba. —Siento haber herido a tu hermano, Alec —se empezó a disculpar, y su mirada se clavó al frente. No podía mirarlo a los ojos, y no entendía el por qué. —Éramos unos niños, no sabíamos qué es lo que queríamos y... —él la interrumpió imitando su acción.
—¿Y ahora sabes qué quieres? —preguntó con curiosidad. Quería escuchar de su boca lo que tanto deseaba, pero aun si supiera, no haría nada para acercarse a ella. 'Los sentimientos solo te manejan y te hacen incompetente', se repetía por milésima vez. —Digo... sobre tú y Jace.
La rubia encogió los hombros.
—Sólo somos compañeros y nada más. Como tú y yo —respondió intentando sonar segura, pero era todo lo contrario. Y lo peor de todo, es que no sabía qué sentir.
El silencio se volvió más grande al caminar por las calles cercanas al Pandemonium, pero terminaron encontrando su objetivo.
Alec sacó su estela y trazó una runa de glamour en su piel y en la de su compañera. La cogió de la mano sintiendo una gran electricidad recorrer cada centímetro de su piel, llegando así al punto más alto del edificio continuo. Al detenerse en el lugar, las miradas azules se cruzaron, pero Cristie la desvió hacia abajo y se fijó en el objetivo en movimiento.
Alec sacudió su cabeza e hizo exactamente lo mismo en completo silencio. Ambos cogieron una de sus flechas y apuntaron a uno de los demonios que cambian formas. Siendo certeros, ambos arqueros le lograron dar casi en el mismo punto, cerca del corazón.
—Eso fue perfecto —acotó Cristie con una leve sonrisa en su rostro.
Alexander la miró y tosió para distraerse de ella.
—Debemos aprovechar de entrar —habló por el micrófono que escondía, dándole órdenes a sus compañeros que se mantenían disimulando de igual manera. Cortó la comunicación y se dirigió a la chica que tenía a su lado. —¿Preparada? —le preguntó a medida que sus dedos se cruzaban haciendo de su mano una sola.
Cristie asintió y ambos descendieron del edificio en un elegante salto, saliendo ilesos por las runas antes dibujadas. Se juntaron junto a sus otros compañeros y Jace sintió un gran alivio de ver a la rubia en perfecto estado. Ella era su razón de ser y de proteger, al igual que Clarissa.
Izzy disimuladamente se puso un colgante de rubíes del tamaño de un huevo.
—Deberías quitarte eso —escupió Alec a su hermana.
La pelinegra tocó la piedra y se defendió.
—No seas envidioso Alec. El rojo me queda bien, ¿verdad? —le preguntó a su mejor amiga ignorando completamente la ironía de su hermano.
—Mejor quítatelo. Magnus no querrá su collar lleno de baba.
Izzy sonrió ampliamente.
—Lo dudo. A muchos hombres les gusta que admiren sus joyas —terminó por decir antes de entrar completamente a la fiesta.
(...)
Una vez dentro del Pandemonium, se dirigieron directamente a la zona vip, en donde se distinguía de lejos al gran brujo Magnus Bane, quien se encontraba rodeado de chicas a montones.
El hombre con ojos de gato dirigió su mirada perfectamente a los cazadores de sombras, y se puso inmediatamente de pie. Caminó a paso firme para quedar frente de Clary.
—Clary Fairchild —la mencionó como si la conociera de toda la vida. —Es excitante verte después de tantos años... estás hecha toda una mujercita. Una copia exacta de tu madre —dijo con una amplia sonrisa, pero inmediatamente dirigió la vista a la rubia. —Cristie... han pasado un par de años que no nos vemos —respiró profundo y se acercó a la chica para hundirla en un cálido abrazo. —Bendita seas, estás viva —sucumbió en los oídos de sus compañeros. Magnus le hablaba como si fuera él quien cuidó de ella durante su lejanía del instituto. —No hice un mal trabajo después de todo —se alejó para darles distancia a los no tan apreciados cazadores.
Los pelinegros se alejaron del grupo al notar una presencia demoniaca antes de haberle entregado el collar que los acompañaba a Magnus, que brilló con fuerza.
Clary negó con la cabeza para enfocarse a lo que realmente venían desde el principio.
—Necesito recuperar mis recuerdos —se impuso con firmeza.
Magnus la descifró de arriba hacia abajo con una leve sonrisa y gestos delicados.
—Mi trabajo tiene un precio —inquirió sin inmutarse.
Rápidamente Jace sacó el hermoso collar que Hogde les había facilitado antes de salir del instituto y que Isabelle había aprovechado de lucir. Era claro que Magnus no regalaba sus hechizos, sino, que prestaba sus servicios a cambio de algo.
—Necesito comprobar su autenticidad —añadió el brujo.
No era un simple collar, aunque a la vista lo pareciera. Magnus se lo había regalado a su primer amor; Camille Belcourt. Un collar de rubí birmano de cuatro quilates, que late y brilla en presencia de demonios.
El brujo extendió su mano y Jace intercambió mirada con sus hermanos dudando, frunció su labio y terminó por entregarle el accesorio.
Magnus lo observó y admiró por todos lados, para proceder a abrirlo.
—Amor verus numquam moritur —recitó en latín. Se dirigió a los cazadores de sombras para traducir. —El amor verdadero nunca muere —señaló con nostalgia.
—Ahora es tu turno —Cristie llamó su atención. Lo conocía perfectamente; Magnus era el brujo más poderoso del mundo actual, y era su única esperanza por el momento de poder así recuperar los recuerdo de Clary y la copa mortal.
—Ojalá pudiera devolverte los recuerdos, pero ya no los tengo —abrió sus ojos mirando a otro lado.
—¡¿Qué?! —preguntó Clary completamente en shock. —Magnus no vinimos a ti por nada. ¡No hemos ido con los hermanos del silencio para que me digan que mi padre es Valentine y ahora tú me dices que no tienes mis recuerdos! —gritó con prepotencia. Eso le irritaba. Era la única forma de recuperar la copa y a su madre.
—¿Dónde están? —la voz de Cristie sonó a distancia para la pelirroja.
Magnus miró todo el lugar antes de responder.
—Se los di a un demonio para que los cuidara. Si los hubiese mantenido me hubiese torturado como a mucho de los nuestros.
Cristie cerró frustrante los ojos.
—Demonios —masculló entre dientes sin ser oída por nadie más que ella.
—Valentine te busca a ti, Clary —Menciona mientras hacía un ademán con sus manos. —A las dos —añadió señalando a Cristie, que poco y nada tenía que ver con la chica Fray. —Y cuanto más tarde las tenga en mi guarida, seguras... más cerca tendrá la copa.
Magnus movió sus manos levemente, para que un portal morado hiciera aparición en frente de todos.
—Vengan conmigo —extendió su mano. Cristie se negaba rotundamente a hacerlo, pero antes que pudiera decir algo Jace ya la había corrido hacia un lado para que no lo hiciera.
Magnus sonrió antes de abrir la boca, pero un grito de Isabelle lo interrumpió.
—¡Cristie agáchate! —Y como si todo tuviera una mejor explicación, una flecha pasó por el lado de la rubia, que asustada miró a su espalda.
Ofuscados los pelinegros corrieron para asegurarse que Cristie estaba bien.
—Estoy bien —respondió ante sus disculpas, pero Alec la miraba en seco. —Estoy bien, Alec. Lo prometo —se aseguró que con eso él le creyera. Miró de reojo al cadáver en el suelo, su flecha había sido certera.
Giró en sus talones para hablar nuevamente con Magnus, pero él ya se había ido. Valentine está a la caza del brujo que ayudó a Jocelyn, ella lo sabía perfectamente.
—¡Maldición! Todo es culpa mía —se recriminó dando pasos toscos.
—No pude... —Intentaba decir Clary —No lo logré detener... —expresaba con su mano derecha cerrada.
—Esto es genial —se quejaba Alexander. —¡No solo no le ha devuelto los recuerdos a la niña, sino que, encima se ha llevado el collar! —el moreno exclamó molesto incriminando a Clary. —Es algo fantástico.
Jace cogió rápidamente la mano de la pelirroja a vista de todos, por ello Cristie bajó la mirada, antes que nada.
—No deberías rendirte tan fácilmente —se alegró de haberlo dicho él. En su mano portaba un botón que Clary le había arrancado al brujo antes de haber arrancado por el portal púrpura. —Debemos rastrearlo —inquirió. —Pero antes... debemos estar a salvo. Este no es un muy buen lugar para Cristie y Clary —mencionó a medida que su parabatai fruncía sus cejas y apretaba ambas manos en forma de puño.
Alec sentía como la sangre le hervía sin ninguna razón lógica. Lo único que había hecho durante toda la noche era haber mantenido a salvo a su 'protegida', su madre ordenó estrictamente que fuera él quien la cuidara porque confiaba en su potencial, y él no la defraudaría.
—Debemos usar nuestro poder parabatai —añadió Jace al salir del Pandemonium, echándole una vista a Cristie. Rastrearlo él solo no había dado resultado. Sabía lo duro que era para ella escuchar esa palabra que vivieron en carne propia. Pero eso era parte del pasado. Debían dar vuelta la página y vivir el presente, pero se les estaba dificultando. —Alec... —el moreno asintió y se acercó incómodo hacia su hermano.
Cristie volteó para evitar que el sufrimiento aumentara al recordar cuantas veces ellos hicieron eso, mientras Izzy la apoyaba con su mano en un hombro delicadamente.
Alec se acercó a su hermano. Jace sacó su estela y trazó la runa sobre la palma de ojiazul y en la de él.
Luego juntaron sus manos y se miraron fijamente mientras dejaban que la fuerza entre ellos fluyera. Una luz se encendió alrededor de la mano de los chicos.
Su conexión era potente y excesivamente peligrosa para cualquiera que se intentara interponer entre ellos.
—¡Alec, concéntrate! —le gritó un Jace enojado.
—Lo intento —para Alec le era imposible concentrarse ante Cristie, mucho menos vestida de manera tan provocativa, pero lo intentaba.
Una vez más lo hicieron, y esta vez Alec cerró sus ojos para tener mayor concentración.
—¡Lo encontramos! —gritó Jace de alegría.
______________________________________________________________
Admito que ahora se me pasó la mano, pero espero que les haya gustado:)
Aveces la inspiración llega y es mejor aprovecharla; más de 5.000 palabras... jiji :3 Alec*-*
¡Compartan! ;*
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top