" Solo eres mi persona"

VI

Haberse encontrado consigo mismo le ayudó a ver mejor su panorama.

Darse cuenta de que su vida es solo un camino prestado que lo lleva a nunca saber quién es realmente él.

Neichdell se quedaba hasta tarde en la escuela. Nadie preguntaba por él, nadie se preocupaba por dónde estaría. Así que le dio igual.

Llegó a casa y, como era de esperar, estaba solo. Tomó un poco de agua con azúcar, subió a su habitación, se duchó y se acostó a dormir.

...

Se levantó y todo era igual. Su rutina no cambió, excepto lo que sentía. Sus días estaban basados en enojo, ahora solo estaba lidiando con su corazón y razón.

De camino al colegio, solo pensaba en cómo haría para sacarse a Hana del corazón. Estaba seguro de que si intentaba algo con ella, algo malo iba a suceder. Suspiró tras suspiros. Fue todo el viaje hasta llegar a la escuela. Necesitaba ver a Hana, pero no sabía cómo acercarse, así que se le ocurrió interrumpir su práctica de natación.

Después de un rato se dirigió hasta su guarida, llegó y vio a Peter sentado con una chica:

Peter:

-¿Todo bien amigo?

-Pues han sido días confusos para mí.

-Escuché de los chicos que ya no quieres molestar a Hana. ¿Te has enamorado?

-¿Yo? ¿Estás hablando de mí? Not at all, friend.

-Demuéstralo entonces.

De un chasquido entraron varios de los jóvenes que solo hacían los trabajos sucios debido al temor que le tenían a él. Les explicó que lanzarían todo tipo de desperdicios en el agua, lo que consiguieran, para que así ella no pudiera nadar. Les dio la orden y se fueron.

Neichdell caminó hacia el cuarto de los monitores y esperó durante media hora. Jugando con los lápices, moviendo la silla hacia atrás, vio por la pantalla que Hana llegaba a la piscina. Se cayó de la silla, pues aún sin tenerla comenzó a sentir cosquillas en el estómago. Vio cómo se dirigía hasta el cambiador y luego de unos minutos salió lista para nadar.

Comenzó sus prácticas.

Los jóvenes que él había ordenado llegaron. Cada uno con bolsas de basura. Hana seguía nadando sin darse cuenta de que ellos estaban allí. Se cansó y se detuvo. Colocó sus manos en la orilla de la piscina cuando sintió que alguien le pisaba los dedos. Del dolor gritó, hundiéndose de inmediato. Salió del agua y se asomó. Ellos la vieron y le lanzaron toda la basura encima. Había desperdicios llenos de cantidad de comida dañada. Hana se quedó boca abajo recibiendo todo. Ellos terminaron y se fueron corriendo. Ella salió del agua, se sentó en la orilla comenzando a llorar.

...

Tres días antes...

Hana despertó dándose cuenta de que estaba en el hospital. Una enfermera que estaba monitoreando sus signos vio que abría los ojos y de inmediato llamó al doctor. Llegó y vio a Hana un poco confundida.

-Hola, me llamo Fauno.

-¿Por qué estoy aquí? ¡Mi... Pa.. Padre debe estar preocupado! Comenzó a alterarse tratando de levantarse.

-Ten calma, tu padre está aquí. Se volvió a acostar.

-Hana, necesitas guardar reposo. Por ahora solo quédate aquí hasta que te sientas bien. Te has desmayado debido a tener varios días sin dormir bien ni comer. Debes cuidar tu salud.

-Lo siento, no... Sé qué decir. El doctor tomó su libreta, pero Hana le haló su brazo.

-¿Cómo pagaré todo esto, doctor?

-Ya tu cuenta está saldada, no debes nada. Descansa. Soltó su brazo.

Hana se quedó mirando el techo, pensando en lo que había sucedido. Solo recordaba una leve voz en lo lejos que decía su nombre.

Ya al segundo día de estar en el hospital, Hana se sentía mucho mejor, así que le dieron de alta. Su padre, junto a sus hermanas, la abrazaron.

-Me alegro de que estés bien, hija. Me preocupaste mucho.

-Perdóname, padre, no quise preocuparte.

-Estás sana. Le besa la frente. Y eso es lo que importa.

De vuelta a casa, Hana recostó su cabeza en la ventana del auto de su padre. Imágenes borrosas en su mente de una persona que la salvó y una voz en su interior que la dejaba pensativa. Al llegar a casa, subió a su habitación a descansar. Los medicamentos que le habían recetado le daban mucho sueño.

Al día siguiente, Hana decidió ir al colegio. No quería retrasarse en las clases.

...

Lloró desconsoladamente. Para calmarse, comenzó a cantar una canción de cuna que su madre solía cantarle cuando era una bebé. Neichdell, siendo espectador de todo, sintió compasión por ella. Se levantó de la silla y fue hacia las piscinas. Llegó y se quedó sentado de lado de una pared que no daba a verlo, pero sí podía verla a ella. Escuchó cómo Hana, llorando, cantaba la canción. Eso le provocó aún más nostalgia, pues la persona que cuidó de él durante muchos años se la cantaba para dormir. Su corazón se agitó y aún más su amor hacia ella.

Samantha llegó, la vio llorando y la abrazó, ayudándola a levantarse.

Hana la miró:

-¿Puedes llevarme a la guarida del líder?

-Per... Hana... No creo que sea buena idea.

-¡Llévame! - la interrumpió.

-Ven, déjame limpiarte un poco.

-Cada día soporto menos esta situación, odio a las personas como él.

Neichdell escuchó su queja, se levantó del suelo y caminó hacia ella. Samantha lo vio. Sintió miedo y se colocó a su lado. Hana levantó su mirada y vio cómo él caminaba hacia ella. Ella estaba mojada y llena de papel en el rostro. Neichdell caminó sin detenerse. Hana, sorprendida, quería insultarlo, pero sus palabras no salían. Neichdell le limpió el rostro y pasó su mano suavemente por su mejilla, la cual estaba sonrojada.

-Me has vuelto loco, ¿qué me hiciste?

-No... No comprendo.

-¿No lo ves, Hana? Me he enamorado de ti.

Hana no respondió. La abrazó.

-Perdóname por tanto daño, perdóname, soy un idiota, simplemente no puedo evitar no volverme loco delante de ti, no puedo fingir más, eres mi droga.

Con su mano le acarició sus labios.

-Eres perfecta para mí.

Hana, en todo momento, estaba callada. Sentía sus palabras sinceras, su estómago estaba revuelto y su corazón latía fuertemente. Halando hacia él, unió su respiración. Su corazón estaba que reventaba. Tomó su mano y se la colocó en el pecho.

-¿Escuchas? Mira cómo lo haces latir.

Hana, sorprendida, sintió cada latido. De un solo jalón, sus labios rozaron con los de él.

-¿Y si me besas?

con sus miradas entrelazan su ser. El mundo se detuvo. Ninguno pensó que todo eso desencadenaría consecuencias. Sin pensarlo, Hana cerró sus ojos. 

Neichdell tocó sus labios, dándose su primer beso. Se dice que cuando existe el beso de tu primer amor, sientes como si estuvieras en la orilla del mar con los ojos cerrados.

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