🍂 Único 🍂

KyungSoo y el amor, dos cosas que al parecer, no se llevaban muy bien. Así había sido desde el inicio de su adolescencia y se había mantenido hasta su adultez.

KyungSoo no era bueno en el amor o en las relaciones, pero estaba perdidamente enamorado de la misma persona que lo hizo descubrir su homosexualidad, hace más de cuarenta años.

Sí, más de cuarenta años preso de los mismos ojos, de los mismos labios, de la misma sonrisa y la misma voz, más de cuarenta años desviviendo por un hombre imposible e inalcanzable, más de cuarenta años anhelando a su mejor amigo, a JongIn, el dueño de su corazón y de su alma.

Así es, estaba viviendo el típico cliché del mejor amigo gay enamorado de su compañero de toda la vida heterosexual, sin embargo, su historia no era como aquellas que se mostraban en las películas o en los libros homoeróticos donde el heterosexual se vuelve gay porque cae rendido ante los encantos de su amigo y se da cuenta de que él era el amor de su vida, que tienen una relación perfecta, se casan y viven felices para toda la vida, no, la historia de KyungSoo no era así, la historia de KyungSoo era más triste y dura, más realista y difícil de llevar.

Sí, confesó sus sentimientos, sí, enfrentó a JongIn y le expuso los deseos más profundos de su corazón, le robó un beso a los diecisiete... y fue rechazado, no una ni dos veces, sino cinco en sus cincuenta y ocho años de vida.

JongIn jamás se enamoró de él, JongIn jamás lo miró como algo más, JongIn jamás se volvió gay ni experimentó algún tipo de curiosidad por el sexo contrario, por él. JongIn se casó, JongIn se enamoró de una buena mujer, JongIn tiene hijos y un par de nietos, y él se había estancado en su adolescencia, con el mismo amor necio e imborrable que le impedía continuar con su vida.

KyungSoo, ahí, mirando el horizonte en esa playa desierta y calma, hermosa, se pregunta si tal vez hubiese sido feliz al lado de SeHun, el hombre que insistió por él durante dos años, o tal vez con JongDae, un amante que se enamoró de él y al cual rechazó con un beso en los labios y una sonrisa apenada, o junto a ChanYeol, o TaeMin o ChangMin, KyungSoo se pregunta con melancolía si hubiese sido capaz de olvidar a JongIn si hubiera aceptado a alguno de esos hombres maravillosos, y los cuales ya estaban más que casados o con parejas estables. KyungSoo vivía de "¿Y sis?" y de ilusiones imposibles, y eso era sumamente triste.

Acarició a Luci, su cachorrita, y sonrió cuando ella, toda alegre, cola moviéndose de un lado a otro y lengüetazos, comenzó a correr y a juguetear a su alrededor. Luci era tierna y era una compañía increíble, no lo hacía sentirse tan patético y solitario y lo hacía sonreír la mayor parte del tiempo. Era una buena chica.

El viento frío del atardecer golpeó su rostro y meció su cabello salpicado de unas cuantas canas tímidas que no querían mostrarse aún ante los demás. Sus pies descalzos sintieron a la perfección la textura de la arena suave bajo ellos. Estaba tibia y era agradable, y el sonido de las olas chocando en la orilla y contra las rocas fue música relajante para sus oídos.

En ese instante podía decir con total seguridad que estaba relajado, que estaba complacido, y que estaba en paz como hace tiempo no lo conseguía. A pesar de todo, no sentía dolor en su corazón, y eso era lo que más importaba.

KyungSoo no tenía suerte en el amor pero había aprendido a apreciarlo, a vivir a su lado y a atesorarlo durante casi toda su vida. KyungSoo no tenía suerte en el amor, pero estaba feliz de haberlo sentido y haberse enamorado de un hombre tan increíble como JongIn. KyungSoo no tenía suerte en el amor, pero eso no le importaba demasiado, porque era feliz en medio de su soledad abrumadora.

KyungSoo estaba bien con estar enamorado y no tener suerte en el amor.

🍂🍁🍂🍁

Olía a desinfectante, a cloro y a limpio en aquel cuarto lleno de máquinas que soltaban sonidos lentos y constantes, provisto con tubos delgados y un par de mesitas, una cama amplia y una silla junto a ésta, una que él ocupaba en ese instante.

Sus ojos recorrieron el rostro de su mejor amigo, repasó sus ojos cerrados con calma, su expresión serena, su cabello liso y completamente blanco, las arrugas que surcaban su piel grisácea y las manchas producidas por la edad salpicando sus brazos descubiertos y su cuello. JongIn tenía noventa años, ya no era el jovencito atractivo y jovial que volvía locas a las damas y a los hombres idiotas como él, ahora era un anciano más, uno que sonreía con suavidad y acariciaba dulcemente su dorso arrugado y marchito con su pulgar.

Él también dejó de ser el muchacho pequeño y lindo que todos querían proteger y amar, KyungSoo estaba igual de viejo que JongIn, un poco más, en realidad, con una sordera molesta, con dolores corporales y achaques constantes, con el cabello cayendo por aquí y por allá y un par de manchas gigantes en la mano derecha. Ya estaban en la recta final de la vida, y ambos lo sabían, por eso estaban ahí, en ese cuarto de hospital bien limpio y pulcro, escuchando el "bip-bip" que dictaba el ritmo cardíaco de JongIn, y, sin embargo, sus ojos seguían igual de cálidos y amables que siempre. Seguían igual de enamorados mientras miraba al amor de su vida descansar en aquella cama cómoda y ligeramente levantada para su comodidad.

JongIn llevó la mano de KyungSoo a sus labios de forma temblorosa y dejó un beso en sus nudillos, sin abrir los ojos aún. El corazón de KyungSoo latió un poco más aprisa y se llenó de dulzura mientras una sonrisa suave se pintaba en sus labios carnosos y pálidos por el pasar de los años sobre su cuerpo. Alzó la palma contraria y acarició su mejilla hundida con cuidado, recorriendo la piel cenicienta y extrañamente suave bajo sus dedos huesudos, y enlazó sus dígitos con los de JongIn para apretar sus diestras con cariño.

Fue entonces que los ojos del menor se abrieron perezosamente, sus párpados revolotearon como las alas de una mariposa: suaves, delicados y con una gracia innata en él. Las pupilas con cataratas se posaron sobre las suyas y sus labios se fueron hacia arriba con suavidad. Lo miró con un cariño infinito, lo miró con dulzura y con amor, y KyungSoo simplemente le devolvió la mirada y lo arropó con su propio cariño y su propio amor, como siempre lo había hecho, como ya era costumbre. 

JongIn soltó un ligero suspiro y su aliento calentó el dorso frío de su mano.

—Sigues teniendo manos cálidas, Soo —dijo con cariño el menor y KyungSoo amplió su sonrisa y ladeó un poco el rostro—.

—Tú sigues teniendo una piel muy suave, Nini. Como la de un bebé.

JongIn rió entonces y negó con un poco de dificultad. Lo volvió a mirar y bajó sus manos entrelazadas para dejarlas sobre la cama. No la soltó en ningún momento y KyungSoo tampoco lo hizo.

La alianza de matrimonio brillaba en su dedo, recordándole su unión, su decisión, su amor, y él suspiró y parpadeó lentamente.

—¿Cómo puedes compararme con un bebé, Soo, cuando ya estoy dando mi último suspiro de vida?

KyungSoo alcanzó a encogerse de hombros y se recostó en el espacio que sobraba en la cama, muy cerca de él.

—Para mí siempre vas a ser mi bebé, Jong, incluso ahora —aseguró con calma y JongIn exhaló y su expresión se suavizó increíblemente mientras dibujaba con su pulgar, círculos en la piel delicada de su mano—.

—Jamás cambiaste, y no lo harás ahora, ¿Verdad?

Murmuró con cariño y KyungSoo simplemente negó con la cabeza.

Afuera estaba la familia de JongIn, sus hijos, sus nietos y bisnieta, estaba ChanYeol con su hijo, ChanHyun, y estaba también JongDae. Sólo ellos dos quedaban de pie de su grupo grande de amigos. BaekHyun, quién fue esposo de ChanYeol, MinSeok, JunMyeon, YiXing, SeHun, LuHan, Tao y YiFan ya habían partido hace un tiempo atrás... Como lo haría JongIn ahora mismo.

KyungSoo lo sabía, el amor de su vida dejaría ese mundo, y con él, KyungSoo se iría.

—¿Qué clase de pregunta es esa, Nini? Por supuesto que no voy a cambiar, ya es algo tarde para hacerlo.

JongIn asintió suavemente y luego de unos cuantos minutos en silencio, donde entre ellos solo se llevaron a cabo las caricias dadas en sus manos o las miradas cariñosas lanzadas con complicidad, volvió a hablar con esa voz rasposa y suave que había adquirido con el paso de los años.

—KyungSoo... ¿Hay algo de lo que te arrepientas en esta vida? —el nombrado ni siquiera tuvo que pensar la respuesta a esa pregunta porque ya la sabía, se la había preguntado a sí mismo muchas veces en sus noventa y seis años de vida, sin embargo, se dedicó a mirarlo otro rato y permitió que el silencio volviera a invadirlos con la misma comodidad de cuando eran un par de adolescentes, y JongIn esperó, miró su rostro arrugado y flácido y espero todo lo que tenía que esperar. KyungSoo le volvió a sonreír y negó con lentitud—.

—No, JongIn, no hay nada de lo que me arrepienta. Si pudiera devolver el tiempo y cambiar alguna cosa en mi vida, no lo haría, dejaría que todo siguiera igual.

—Pero... Soo, ¿Absolutamente nada? ¿No quisieras una familia, tal vez un esposo? ¿Nada, KyungSoo? —le preguntó con seriedad y KyungSoo simplemente le sonrió como solía hacerlo cuando JongIn llegaba a su casa a mitad de la noche después de haberlo rechazado porque se sentía culpable y luego terminaba durmiendo a su lado, abrazándolo muy fuerte y diciéndole lo mucho que lamentaba no corresponder sus sentimientos y le dejaba en claro todo lo que lo quería—.

Negó de nuevo y sus párpados fueron bajando suavemente.

—No, JongIn, no cambiaría absolutamente nada porque, a pesar de la soledad, mi vida fue feliz por tenerte en ella y por guardarte siempre en mi corazón. Estoy complacido y feliz por amarte hasta el último minuto de vida... Eso es algo que no cambiaría jamás. Fuiste... Fuiste lo más bonito que pudo haberme ocurrido, lo más hermoso y más puro que pudo cruzarse en mi camino.

—Soo...

—Shh, no es necesario que digas nada ni que sientas lástima por mí. Sé que lo nuestro fue, es y será imposible, pero para mí, mis sentimientos fueron un "para siempre" desde el primer instante.

Aseguró con cariño, con dulzura y los ojos cristalizados por culpa de todas las sensaciones que lo golpeaban sin reparo. El corazón de JongIn latió un poco más rápido, los sonidos de la máquina que les seguía el paso siendo más constantes, uno tras otro, y KyungSoo estiró una mano en medio de temblores y acarició su mejilla y su cabello con una sonrisa.

—Fuiste y serás lo más hermoso en mi vida, JongIn, mi fuente de luz y felicidad. Fui feliz hasta el último instante gracias a ti y tu propia felicidad, y eso es algo que jamás cambiaría. Nunca, JongIn.

Un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas ahuecadas por la delgadez y su sonrisa se mantuvo intacta, y su corazón latió con fuerza al verlo con sus ojos cristalizados y notar su mirada embelesada. JongIn cerró los ojos por un segundo y suspiró largamente, su pecho delgado se expandió por un par de segundos y sus párpados volvieron a subir para clavar sus pupilas claras en él, con fuerza y determinación.

KyungSoo se sintió fugazmente como un adolescente, como ese niño de ilusiones y sensaciones indomables causadas por una mirada del pequeño JongIn, por su mano siendo sujeta por ese joven precioso y amable y de tan noble corazón. Se sintió revitalizado, se sintió feliz y especial, y JongIn ahí, en aquella soledad, en aquel cuarto de hospital limpio y con olor a desinfectante y a punto de culminar con una existencia feliz, buena y placentera, le dijo lo que hubiese querido hace tantos años, le hizo sentirse como un joven de nuevo, con esperanzas renaciendo de sus poros, lo hizo vivir cuando estaba a punto de dejar ese plano existencial. Lo hizo sentir amado de la manera más hermosa y perfecta existente.

KyungSoo no tenía suerte en el amor, recuerda la oración, pero en ese momento, tal vez no era tan cierto.

—Yo... Yo siempre te tuve muy presente en mi corazón y en mis pensamientos, KyungSoo, siempre recordé cada palabra, cada acción y cada confesión. Recordé tus lágrimas ante mis rechazos, recordé lo bien que se sentía la calidez de tu cuerpo cuando dormíamos juntos... Recuerdo siempre lo especial que me haces sentir con tus miradas, con tu apoyo y tu presencia infaltable. KyungSoo... Yo te amo, te amo inmensamente, te amo con... Con todo el corazón —los sonidos realizados por la máquina que toma las pulsaciones cardíacas comenzaron a ralentizarse y los ojos de JongIn se entrecerraban de a ratos, predicando lo que vendría, y KyungSoo le sonrió, sintiendo su propia vida escaparse de su cuerpo mientras lo oía por última vez—... Pero fui lento al notarlo, fui un idiota al no darme cuenta de mis sentimientos por ti... Cuando quise ir a ti, ya tenía una familia y no podía dejarlos, KyungSoo...

—Lo sé, lo sé, y yo no lo hubiera permitido, Nini. No te culpo por haberlos preferido, eso es lo que yo deseé y quise desde que supe que serías padre... Está muy bien, fuiste un gran hombre.

JongIn asintió y una pequeña lágrima se deslizó por su mejilla pálida, sus ojos directo en los suyos reflejaron paz y toda la maraña de sentimientos que KyungSoo siempre quiso ver y que ahora presenciaba en primera fila.

—Lamento hacerte sufrir tanto... Lamento no haber podido dejarte ir para que fueras feliz también... Fui tan egoísta contigo...

KyungSoo negó y acercó una mano para secar sus lágrimas con sus dedos y luego llevó su dorso a sus labios para besarlo delicadamente.

—No lo sientas... Fue mi desición quedarme a tu lado, JongIn, yo no puedo culparte por tener una familia y centrarte en tus seres queridos. Con verte feliz al lado de tus hijos, con verte sonreír al cargar a tus nietos, con verte brillar por tu familia, yo fui feliz por igual. Ahora mismo yo soy muy feliz.

JongIn sorbió por la nariz y KyungSoo se inclinó hacia él de forma dificultosa para dejar un beso en su frente, uno tan suave, dulce y delicado como sus sentimientos, como su amor mismo, y JongIn apretó sus manos juntas y sollozó ligeramente mientras era consentido y consolado una última vez por el mayor.

—Lo lamento... L-lo lamento...

—Shh, está bien, está bien, cariño, shh.

KyungSoo cerró los ojos y suspiró antes de incorporarse y acomodarse a su lado en la cama, recostando su cuerpo contra el suyo y apoyando su cabeza en la curva del cuello del menor. JongIn dejó escapar unas cuantas lágrimas más y KyungSoo se dedicó a secarlas con esmero y dulzura y rodeó su cintura delgada con su brazo para acomodarse en su costado con delicadeza. Entonces se dedicó a tararear como solía hacerlo en su juventud, cuando JongIn no podía dormir y recurría a él y a su canto nocturno para arrullarse, y el mas joven de ambos cerró los ojos y llevó una mano a la cabeza del mayor para acariciar el poco cabello que aún quedaba en ella.

Algunos pocos minutos pasaron en la misma posición, sin moverse y dedicándose a sentir la presencia y calidez del otro en todo momento, repartiendo caricias suaves y tarareos de antaño, y en un punto en específico, cuando la respiración comenzaba a faltarle y sus pulsaciones fueron increíblemente débiles, cuando ya no podía mover su mano de forma constante por las hebras cortas y platinadas, JongIn susurró de forma rota y entrecortada.

—Hyung... Yo también te amo... ¿Puedes darme otro beso?

Y KyungSoo recordó su primera confesión a los diecisiete. Recordó sus palabras. Recordó que lo había mirado a los ojos y le había dicho en un murmullo avergonzado aunque decidido un "Nini, te amo" y lo había besado en los labios, el primer y único beso entre ellos, y JongIn lo había rechazado de la forma más dulce posible, lo había abrazado y había llorado en su hombro mientras negaba con la cabeza.

Por ello no pudo evitar sorprenderse, no pudo evitar mirarlo con los ojos ampliados y la boca ligeramente abierta, y JongIn le sonrió débilmente y sus ojos se cerraron, esperando, siempre esperando. KyungSoo soltó una lágrima tras otra mientras los recuerdos de su juventud lo golpeaban una y otra vez, y de pronto ambos eran adolescentes jugando a molestarse, eran adultos compartiendo bromas en cines y cafeterías, eran novio y padrino respectivamente, eran padre y tío, eran abuelo y abu Soo, eran todo eso y mucho más, y KyungSoo lloró mientras asentía y estiraba el cuello para juntar sus labios nuevamente en un contacto íntimo y avasallante, poderoso y especial, uno donde no importaba la resequedad o rudeza de la textura de los belfos, uno donde los sentimientos salieron a flote y se colaron en su sistema, uno donde el amor estaba a flor de piel, en su máximo apogeo, de forma única y especial.

KyungSoo sintió el paraíso en sus labios, sintió la explosión de colores cuando movió sus belfos torpemente sobre los contrarios y JongIn le devolvió la acción con cariño, sintió las nubes siendo tocadas por las puntas de sus dedos, sintió calidez en su mejilla acunada por la mano de JongIn. Sintió felicidad. Sintió satisfacción. Sintió paz.

Luego la mano de JongIn se deslizó suavemente y cayó sobre su pecho, sus labios dejaron de moverse y sus ojos se abrieron para encontrar los del menor bañados en lágrimas y destilando el último rayo de vida en sus pupilas. Le sonrió y sus ojos se cerraron para volver a abrazarlo y esperar... Simplemente esperar.

—T-te amo, KyungSoo.

—Te amo, JongIn.

Y los párpados de KyungSoo cayeron y todo se volvió oscuro, y la máquina con su "bip-bip" se detuvo para formar un sonido uniforme y constante que sus oídos no captaron, porque ya todo había pasado, ya todo había llegado a su fin...

Aunque lo que es eterno jamás muere, y lo de ellos fue y será un "para siempre".

[...] Dos pares de ojos se encontraron en medio de la muchedumbre de la Metrópolis, se miraron intensa y fijamente, se estudiaron. Dos corazones latiendo en la misma sintonía se volvieron uno solo. Dos almas se encontraron de nuevo... y la historia fue otra.

[✨]

Eso ha sido todo. Ah~ espero que les guste. Es la primera vez que escribo un KaiSoo así y me ha dado sentimiento 🤧

No estaba muy segura de publicarlo, porque extrañamente me he sentido algo insegura con respecto a mis historias, mi gramática y desenvolvimiento de la trama, sin embargo, decidí arriesgarme y aquí traigo esto. Díganme qué les ha parecido, ¿Qué tal el final? ¿Sí estuvo claro lo que ocurrió? Acepto críticas constructivas.

Tengan un bonito día/tarde/noche/madrugada. Cuídense mucho, coman bien y descansen lo mejor posible. Nos leemos luego~

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