No, mi historia no acabó.
La nuestra lo hizo.

   Y eso solo significa que,
( y porque siempre fui aquella protagonista dramática ),
arranque cada página y capítulo dónde tú nombre estaba escrito.

   Los tache, borré y eliminé,
utilizando aquel marcador rojo que tiene el mismo tono que mi labial,
y dejando únicamente trazos incoherentes de una precuela que nunca nadie leerá.

   Ahora,
( y porque también tengo el cliché del romanticismo ),
buscaré a otro personaje,
no para reemplazarte,
no quiero otro coprotagonista,
si no para endulzar con historias de amor,
los capítulos mancillados
del libro, mi libro, aquél que has dejado atrás.

   ¿Adivinas el título?