Diferente para mí

La tenue luz de una tarde otoñal se colaba por el ventanal mientras corría escaleras arriba. Las viejas y pálidas paredes a mis lados me hacían sentir aún más desesperación que antes, la puntualidad siempre había sido algo sumamente importante para mí. No era la única, como siempre los jóvenes se dirigían tardíamente a sus clases, algo que yo no podía hacer. Definitivamente estaban mucho más tranquilos que yo.

No era la primera vez que me sucedía aquello, pues es un evento casi seguro al correr distraída. Mientras yo subía otros bajaban. Pasé una multitud de estudiantes que se dirigían a uno de los salones inferiores, pero no me percaté de que ella iba tras éstos hasta que fue demasiado tarde como para detenerme.

Chocamos de frente, lo cual era de esperarse al ir en direcciones contrarias. Podría jurar que nunca había estado más cerca de ella que en aquel momento, pero mentiría, pues mis recuerdos usualmente se distorsionan al punto en que quizá ni siquiera iba atrasada, tal vez ella no era quien bajaba las escaleras.

Su cabello esta vez iba tomado por sobre su cabeza en un tomate desordenado y aquellas gafas que siempre había yo adorado. Ella luce deslumbrantemente hermosa sin importar lo que lleve, el tiempo o el espacio.

Había subido solamente dos escalones cuando ella apareció frente a mí, por lo que no fue una caída grave. Creo que intenté protegerla, zafar su cuerpo de golpe alguno, aunque no estoy tan segura. Sin embargo es lo que probablemente hice.

Sus ojos siempre han sido algo que he adorado, a pesar de su simpleza. Incluso eso los hace aún más bellos, que luzcan idénticos a tantos otros pero para mí sean especiales. Son oscuros, tanto que podrían esconderse entre las sombras de mis pensamientos. Y lo hacen. Vaya que sí lo hacen.

No creo comprender lo que pienso, lo que siento, es algo tan subjetivo como las palabras mismas, esas que adornan todos y cada uno de mis poemas, de mis relatos. Podrían tener tantos significados diferentes y por eso mismo no temo que ella los lea, quizá sea un error. Todo esto es un error. Mi error.

Ella es ese pensamiento positivo que ilumina mis mañanas cuando carecen de suficiente alegría, lo cual es casi tan recurrente como ella en imágenes de sonrisas pasajeras y besos inexistentes en mis sueños conscientes. Es tan difícil intentar explicar esta explosión de emociones que se genera solamente al verla, al oírla. Solo a ella.

Ella es diferente. Ella es igual a todos. Ella es una más en mi alma de artista, uno más de los fantasmas que vagan en el espacio dentro de mí reservado para los recuerdos y esos pequeños detalles que cambian mis minutos.

Ella es diferente, mas yo no lo soy, al menos no como quisiera serlo. Para ella soy uno más de los tantos; no sabe lo que significa para mí. Quizá en otra realidad o incluso en esta misma yo podría llegar a ser algo más para ella: una amiga, un hombro, una sonrisa. No obstante, nunca seré lo que ella es para mí. Nunca, no por mis sentimientos sin corresponder, sino por la naturaleza. Ella ve el negro, yo veo el blanco. Ella es mi tono favorito de blanco; yo soy uno tan pálido que jamás sería negro.

Ella es diferente. Tiene todo lo que nadie podrá tener, incluso a mí misma. Mas no lo sabe, no lo aprecia como yo lo hago.

Ella es diferente para mí.

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