Sábado, 9 de Octubre de 1976


Acompaño a Pandora hasta la puerta del castillo, ella quedó de verse con Xenophilius de nuevo.

—Siento que sigas en ese horrible castigo por mi culpa.

—Pandora, no fue tu culpa, entiende.

—Es que si yo hubiera golpeado a Otto, yo sería quien estuviera castigada. Yo debí de golpearlo.

—Pan. —La miro con cara de pocos amigos. —Tú jamás lo hubieras golpeado, pero eso no es malo, para eso estoy yo, solo que no podré estarlo siempre, ten cuidado. Además, ese libro de defensa de McGonagall es muy bueno ¿no?

—Sí, me muero por que Otto me haga algo para poder ocupar alguno de esos hechizos. —Yo me río.

—Por favor, no, no quiero que ese hombre te vuelva a molestar.

Después de pensarlo de nuevo ella asiente y asegura que lo mejor es no tener que usar los hechizos.

—Señorita York. —La voz de McGonagall nos interrumpe. —Estoy segura que tiene un castigo pendiente.

—Si profesora, solo me estaba despidiendo. Adiós Pandora, cómprame más galletas de doble chocolate por favor. —Ella asiente y se va.

Yo me quedo ahí hasta que la veo marchar y aún siento la mirada de McGonagall sobre mí, supongo que no quiere que trate de escaparme. Mi único consuelo es saber que Sirius estará ahí, claro que eso no se lo he dicho a nadie, ni siquiera a Pandora porque no quiero que haga un alboroto de todo esto.

Me voy hasta el salón del archivo y me sorprende encontrarme a Sirius sin su uniforme, vestido con una playera de los Ramones, unos jeans negros rasgados y unas doc martens negras recargado en la pared esperando entrar.

Su atuendo negro lo hace ver muy bien y resalta su piel perlada.

Yo solo traigo unos jeans amplios, con una playera blanca y unos converse viejos porque sé que pasaré todo el día en el polvo.

—Por un momento creí que no vendrías. —Ese es su saludo.

—No creo que McGonagall me hubiera dejado hacerlo. —Puedo ver unas horribles ojeras debajo de sus ojos. —¿Mala noche?

—No dormí nada, pero estoy listo para arrasar con este castigo. —Dice con su sonrisa de siempre y asiento, porque esa sonrisa me roba el aliento.

Entramos al cuarto y me complace ver que todo está como lo hemos dejado, lo cual significa que no tenemos que volver a organizar nuestro avance. Él vuelve a tomar la caja con la que estaba trabajando y yo la mía. Después de un rato es la hora de la comida y salimos.

La profesora me había indicado que podía ir a comer siempre y cuando regresara y me quedara hasta la cena, igual el domingo.

Sirius y yo salimos al comedor pero el día está tan lindo y he estado encerrada toda esta semana que le digo que comamos afuera. A él no parece importarle. Tomamos la comida que podamos llevar sin mancharnos y salimos al jardín.

Él encuentra un árbol para sentarnos bajo la sombra y comenzamos a comer, las únicas personas en el castillo somos nosotros y los chicos de segundo y primero, algunos están jugando por el lago aventando una pelota que parece tener vida propia.

—¿Por qué fuiste castigado? —Pregunto entre bocados.

—Me cacharon molestando al imbécil de Snivellus pero lo que McGonagall no se dio cuenta que él estaba intimidando a unos chicos de tercero junto con su grupo de amigos estúpidos.

—Odio eso, odio que no se den cuenta que ellos molestan primero. —Sirius me ve con curiosidad.

—¿Seguimos hablando de Snivellus?

—Creo que no. —Me río al ver su cara.

—Sigues molesta por lo de Bagman ¿no?

—Por supuesto, él nos ha molestado desde que entramos, más a Pandora, pero siempre recibe castigos tan estúpidos que no hacen nada y eso si lo descubren. Siempre regresa a molestarnos.

—¿Las ha molestado de nuevo?

—No desde el incidente.

—¿El incidente son tus puños en su cara? —Él me mira divertido y ambos reímos.

Después de eso seguimos comiendo y volvemos directo al archivo, me complace darme cuenta que hoy podríamos terminar si nos apuramos. Él parece notarlo y comenzamos a trabajar más rápido, de vez en cuando tomamos un descanso para beber agua y solo eso. Mi reloj indica que es la hora de la cena, pero solo nos faltan dos cajas, y tal vez si acabamos hoy, mañana no tenemos que regresar. Sirius debe de tener la misma idea porque no me pide que bajemos a cenar.

Ya va la mitad de la cena y nosotros estamos por terminar cuando McGonagall se asoma.

—Señorita York... y señor Black. —Se ve confundida.

—Buenas noches profesora. —Decimos al mismo tiempo.

—Veo que han terminado, me alegra. —Le da un vistazo a nuestro trabajo y está complacida, solo que no sonríe. —Será mejor que bajen a cenar.

—Profesora. —Comienzo a hablar. —¿Mañana tengo que venir?

En verdad espero que diga que no. Ella se queda un momento en silencio pensándolo.

—No veo la necesidad, puesto que ha terminado con ayuda del señor Black, el cual no sabía que vendría hoy.

—¿Cómo? —Pregunto en voz alta sin poder evitarlo. ¿Sirius no debía de estar castigado hoy? ¿Acaso vino solo para estar conmigo?

—¿Ah no? —Sirius parece igual de confundido. —Creí que hoy también estaba castigado. —Él se alza de hombros indiferente, eso responde mi pregunta, solo se confundió y perdió su sábado.

—Aunque no tiene autorización para salir del castillo, señorita York y espero no volver a verla golpeando al señor Bagman. —Yo asiento y sonrió porque tendré el domingo para hacer todos mis deberes atrasados y hasta podría descansar un rato.

Ella nos deja ir y Sirius me susurra muy cerca de mi oreja. —Siempre y cuando no te descubran. —Refiriéndose al último comentario de McGonagall, yo solamente río como una tonta.

Al final llegamos a la cena, la mitad de los estudiantes se han ido a sus camas, inclusive Pandora, así que decido tomar mi comida e irme a mi cuarto, lo más segura que ella esté ahí. A lo lejos, me despido agitando mi mano, de Sirius que acaba de tomar asiento junto a Remus.

Su grupo se me queda viendo irme, y lo sé porque puedo sentir sus miradas, pero no les hago caso y me voy de ahí. Al llegar a la torre Pandora está sentada en una de las mesas escribiendo una carta.

—Acabas de verlo y, ¿ya le estás escribiendo de nuevo? —Ella sonríe y me dice que me siente junto a ella con mi cena.

Me cuenta sobre su cita, me gusta verla así de feliz así que no la interrumpo mientras como, me gustaría contarle sobre el castigo con Sirius pero no puedo, es como si ese momento fuera solo mío y no quiero compartirlo, además conociendo a Pandora ella diría que Sirius sabía que no tenía que ir al castigo pero que quería pasar tiempo conmigo, yo rodaría los ojos pero en el fondo lo creería, lo cual no ayudaría a mi enamoramiento por él.

Al final estoy tan cansada como para sacudirme el polvo e inclusive me quedo dormida con la misma ropa. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top