Sábado, 14 de Mayo de 1977


Los rayos del sol ya inundan la habitación cuando todas despertamos, April y Branwen siguen acostadas en sus respectivas camas platicando, Elga ha pedido primero el baño y ha tenido una discusión con Pandora por él, ambas quieren utilizarlo primero.

A mí no me urge tanto, ayer, después de cenar y contarle lo sucedido en el cuarto de Sirius a Pandora, he tomado un baño así que estoy lo suficientemente limpia.

Me levanto, me pongo unos jeans y con mi mochila llena me despido de todas para irme al gran comedor a comenzar con mis tareas.

—¡Hey!—Escucho a lo lejos, es inevitable voltear a ver quien habla, aunque probablemente no sea para mí, parece ser que sí lo es.

—Hola Amos, ¿qué tal tu sábado? —Le digo al chico de séptimo año que toma asiento a mi lado.

—Tranquilo, espero a que todos los de tercer año de Hufflepuff estén en la entrada para llevarlos a Hogsmeade.

—Que responsable prefecto has resultado. —Le digo en forma de chiste pero un poco con la verdad.

—Claro, soy un ejemplo a seguir, ¿tú cómo has estado? —Me pregunta tranquilo.

—Normal, llena de tareas.

—Eso veo. —Dirige su mirada a todos los libros que tengo regados en la mesa así como los pergaminos y la tinta en mis dedos. —Ya ni yo tengo tanta tarea y estoy a nada de tener mis exámenes más importantes.

—Vamos, es mentira. —Le digo y por un segundo reímos.

Seguimos hablando normal cuando siento una mano se coloca sobre mi hombro, al voltear a ver quien es me encuentro con nada más y nada menos que con Sirius usando su usual chaqueta de cuero y una mirada que no puedo describir.

—¿Desayunando? —Pregunta al ver que tengo un pedazo de pan a medio comer y Diggory había tomado una naranja antes de que se acabaran. —Hola amor. —Se agacha para darme un beso en los labios que dura más de lo que me gustaría.

—Algo así, te dije que tenía mucha tarea. —Le respondo ignorando completamente la forma en la que mi novio no aparta la vista de Amos.

—No sabía que necesitabas tutorías. —Maldita sea, sé que lo dice para molestarme.

—No lo hago. —Le respondo y al parecer no soy la única que siente la incomodidad del ambiente.

—Será mejor que me vaya, Sirius, Casiopea un placer. —Amos se levanta y se aleja de nosotros.

Sirius deja de prestarme atención y se gira a ver como el Hufflepuff sale del comedor y se encuentra con un grupo de chicas de tercer año esperando por él, claramente algo enamoradas, casi como un grupo de fans.

—Vaya, vaya, si no lo hubiera visto no lo hubiera creído. —Comienzo a decir para llamar la atención del pelinegro.

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—Sirius Orion Black está celoso. —Sirius lanza una fuerte carcajada.

—¡JA! ¿Celoso? ¿Yo? ¿De ricitos de oro? ¡Por favor! Casiopea no digas locuras. —Se cruza de brazos y se sienta en el lugar donde estaba Amos para robarse una mordida del pan en mi plato.

—Pero si no son locuras, te vi. ¿Ese beso? Jamás me habías besado así en frente de nadie. —Sonrío satisfecha al ver su ceño fruncido y como evita mi mirada

—Bueno, siempre hay una primera vez. —Me dice sonriendo robando un poco más de comida que aun tengo por ahí.

—Sí, sí, como sea, ¿qué haces aquí? Creí que irías a Hogsmeade con los demás. —Le digo cerrando el libro no sin antes marcar donde me había quedado.

—Estaba por irme, James y Moony me están esperando pero justo pasaba a preguntarte si en verdad pensabas quedarte. Estaba esperando que vinieras con nosotros.

—En serio me gustaría pero quiero adelantar tarea, además aprovecharé que no estés en la escuela, contigo me distraigo mucho. —Él sonríe satisfecho.

—Correcto, entonces nos veremos más tarde, ya tengo para comprarte lo que me pediste. —Diciendo esto último se pone de pie y me da un beso para irse.

Yo solo veo su espalda hasta que lo pierdo de vista y escribo en las libretas de Regulus para confirmar nuestra reunión de hoy, él se tarda en responder más de lo que me gustaría, pero confirma.

Hablamos un rato por las libretas, después decidimos mejor dejar de estar tonteando y adelantar la junta, él sabía algo, pero hacer que lo soltara iba a costarme.

Regulus es como una almeja, no por lo babosa y fea, sino porque las almejas mientras más las fuerzas a salir menos se abren, o tiene que ser de un golpe o tienes que tener paciencia, pero paciencia era algo que ya no me sentía con el lujo de tener.

Fui corriendo hasta mi dormitorio a dejar algunos de mis libros y por la carta que mi madre me había enviado para ver si él podía notar o encontrar algo que yo no.

Iba ya de salida con Delfos sobre mi hombro, solo por el placer de estar ahí, no fue hasta que giramos un corredor que tanto mi lechuza como yo, brincamos del susto. Saqué mi varita y Delfos voló al techo donde podía ver la escena desarrollarse desde lejos.

—¡Tranquila Cas! Soy yo. —Peter se cubrió la cara con sus dos manos para evitar el ataque que estaba por soltar.

—Por Merlín, Peter, me asustaste. —Guardé mi varita y Delfos que vió que no había peligro decidió que no quería seguir ahí, así que salió volando a no sé donde. —¿No fuiste con los chicos a Hogsmeade?

—No... ammm... en realidad te estaba buscando. —Eso me tomó por sorpresa, se veía algo sonrojado y jugaba con sus manos además de que no me veía a la cara. Yo miré mi reloj maldiciendo en mi mente porque podría llegar tarde y el tiempo es algo que no creo tener. —Mira, seré rápido, lo juro.

—Está bien, mientras me cuentas, caminemos. —Peter y yo comenzamos a seguir el camino, pero trataba de no caminar tan rápido para que no se diera cuenta a donde me dirigía. —Pregunta.

—Tu y Sirius... bueno, Sirius, él... Ay... lo que quiero decir es que si tú y Sirius ya. —Yo estaba en completo silencio, incómoda entendiendo a qué se refería.

—Si tu pregunta es si sirius y yo ya tuvimos sexo, ya respuesta es no. —Peter aún se veía nervioso y podría jurar que se veía algo pálido, más de lo normal. —Aunque no dudo que él ya lo haya hecho con alguien más, ¿por qué preguntas?

—No me malinterpretes, no quiero ser un fisgón ni nada por el estilo, es solo que mi novia y yo lo hemos intentado ¿sabes? —Yo asentí, tratando de ver a donde íbamos con esta conversación. —Y no podemos.

—¿No pueden? —Ahora sí que me he perdido.

—Siempre pasa algo, o es ella o soy yo o casi nos descubren, y no quiero que crea que soy un miedoso.

—No sé si soy la mejor persona para hablar de esto, me refiero, no lo he hecho.

—Hablé con Marlene pero ella no me entiende.

—Bueno, en ese caso, no creo que seas un miedoso, creo que más que hablarlos con otras personas, ya sea Marlene o yo, debería de hablarlo con tu novia ¿James y los demás lo saben? —Pregunte detenidamente.

—¿Bromeas? No, jamás, se burlaran de mí y son nada discretos para hacerlo.

—Buen punto. —Veo a la nada pensando en las reacciones de los demás chicos. —En ese caso, sigo diciendo que lo veas con ella, si en verdad te quiere lo entenderá.

—Es que ella ya lo ha hecho con su ex novio y eso me hace sentir presionado ¿Qué tal si no soy lo que ella espera? —Peter mira al suelo y en ese momento me pregunto en todas las decisiones de vida que me han traído a este momento en donde estoy en el suelo hablando de sexo con Peter Pettigrew.

—En verdad, no tengas miedo, si eso es lo que te está deteniendo y no otra cosa, adelante, supongo, ¿qué sabré yo? —Lo cierto era que un poco del miedo que él tenía era el mismo miedo que yo experimentaba. Hablar con Peter era como darme un consejo a mi y entonces, ¿por qué no hacía caso? —Mira, ella te quiere por eso está contigo, no le temas y no escondas lo que sientes, hazle saber lo que piensas y verás que todo saldrá bien y si no lo entiende, bueno, entonces hay más chicas en el mundo.

Peter alzó su mirada, aun sin voltearme a ver pero en su semblante se veía más tranquilo, yo lo deje de ver y ambos estábamos viendo hacia el frente.

Para entonces ya estábamos recargados en la pared sentados sobre el suelo mirando hacia la nada.

—Supongo que hasta cierto punto tienes razón —Peter me dice y me siento un poco ofendida.

—¿Hasta cierto punto? Cariño, te acabo de salvar de horas de terapia. Ahora fuera de mi vista antes de que te asesine. —Veo que se quiere reír y lo hace, se pone de pie para extenderme su mano como símbolo de paz.

—Gracias Cas, pero ya sabes, ¿podría quedar esto entre nosotros? —Me pregunta y asiento.

—No te preocupes, ni siquiera diré que te vi. —Sonrío.

Peter se despide y se va, no sé a dónde pero lo importante es que lo hace. Yo hago lo mismo que él y sigo mi camino.

Cuando llego, Regulus ya estaba esperando en el suelo de la torre de astronomía con su mochila a un lado y leyendo un libro. Sin despegar la mirada del libro me dice:

—Llegas tarde. —Pasa una página. ¿Los Blacks tienen que ser tan dramáticos siempre?

—Lo siento, tuve un contratiempo.

—Con mi hermano. —En ese momento me voltea a ver y creo que se quiere reir, yo niego y me siento frente a él para robarle el libro. —¡Hey!

—No. —Muevo el libro fuera de su alcance. —Mejor lee esto. —Sacó la última carta que mi madre me mandó y se la aviento mientras sigo inspeccionando el libro, se ve usado y las páginas tienen anotaciones en los márgenes. —¿Qué libro es?

Lo único que no entiendo es el título puesto que Regulus sigue usando el confundus en la portada.

—Ulysses de James Joyce pero eso no importa, ¿qué es esto? —Me señala la carta que ya ha terminado de leer.

—Fue lo último que he sabido de mi madre, claro si asumimos que es de ella, es tan impersonal, tan irregular. La persona que escribió esto no fue mi madre, de eso estoy segura. —Ambos hablamos con tranquilidad, yo más que nada tratando de no exaltarme.

—¿Ya comiste? —Ignora todo lo que le he dicho y sin esperar mi respuesta saca una bolsa de dulces de su mochila y me ofrece una pero no tengo hambre. —Por cierto, ¿qué te pasó? Señala el vendaje de mi cuello.

—Hablaré cuando tú lo hagas. Hace algunas semanas te aseguraste de que llegara a mí una nota diciendo que mi familia debe de cuidarse muy ambigua, por cierto, y ¿ahora no puedes decir nada?

—Sabes que es complicado. —Se mete un dulce en la boca y por un momento puedo divisar ese horrible tatuaje en su antebrazo.

—Con tu familia siempre es complicado.

Él se ríe bajito pero sé que está de acuerdo, me uno a la pequeña risa. Seguimos comiendo dulces en silencio, porque no quiero presionarlo y se aleje, pero también necesito algunas respuestas.

—No sé bien lo que esté pasando en casa, no me dicen mucho, pero por la poca información que me llega, escuche que Lord Voldemort no le agrado demasiado que tus abuelos no lo apoye en su carrera política, puesto que tu familia, al menos hasta tu madre son sangre pura. Él dice que sus políticas son la mejor opción y que sus reformas cambiarán el mundo mágico para bien.

—Mis abuelos ni siquiera viven aquí, se mudaron hace unos años a América.

—Supongo que de alguna forma logró contactarlos. —Reg se alzó de hombros indiferente.

—De todos modos, eso no explica el comportamiento de mi madre. —Me voltea a ver y puedo notar que se ve serio, más de lo normal, se ve más grande no sé cómo pero lo hace.

—Ahí viene el problema , ¿Crees que de alguna forma tu madre se vaya como tus abuelos? —Agarra otro dulce y se lo come, a mi me da asco de solo pensarlo, pero sé que no es el dulce, es la pregunta que Regulus Black ha formulado.

—No, ella no lo haría. —Lo digo en voz alta más para que yo me lo crea que para que Reg lo haga. —Seré sincera, desde el baile de Navidad en la mansión Malfoy, ha estado algo paranoica, no sé, no creo que ella pueda irse y dejarme así. —Regulus me mira y asiente. —Ya dime lo que sabes. —Es un ruego, sale de mí con desesperación y siento que puedo llorar.

—No sé mucho, lo juro Cas, al estar aquí no es como me entere de muchas cosas, antes lo hacía por las vacaciones, pero lo que debes de saber es que las cosas se están complicando mucho y muy pronto.

—Pero ¿Qué es esto? ¿De qué hablas? —Le preguntó con urgencia.

—Veo que Sirius sigue sin decirte porqué se fue de la casa, no digas nada, pensé que lo haría pero veo que no, en realidad no lo culpo, pero te lo diré, supongo que puedo confiar en ti. —Guarda sus dulces y se prepara para hablar dando un fuerte suspiro y manejando su respiración.

Yo trato de no sacudirlo por el estrés y me armo de paciencia.

—Cuando Lord Voldemort comenzó su campaña política comenzó a recurrir a familias adineradas de raza pura, ellos tenían los mejores contactos para llevarlo hasta el ministerio de magia, además de dinero y casas donde poder hacer sus reuniones e invitar a otros más a unírsele. Esperó a que todas las familias se unieran a su causa ...

—Desterrar a los muggles del mundo mágico y a cualquiera que se relacione con ellos, créeme sé leer entre líneas sus discursos de orgullo mágico. —Termino por él.

—Sí, supongo que para ahorita ya no es secreto lo que quiere, cerrar contacto con ellos y también con los ... —Se detiene y duda en decir lo siguiente porque sabe quién soy yo. —Los mestizos.

—Aun así no entiendo esto que tiene que ver con Sirius.

—A eso voy, no comas ansias, la cosa es que de por sí Sirius ya estaba en la cuerda floja con mis padres por haber entrado a la casa de Gryffindor y luego por las amistades que hizo, James y bueno, Lupin.

—¿Qué hay con Remus? —Pregunto tentando el terreno ¿A caso Regulus sabe de la condición de Remus?

—Nada, bueno, es mestizo, mínimo James es de familia de raza pura, ¿entiendes? A mi madre es a quien más le molesta todo esto, prosigo, Sirius siempre ha sido así, o al menos desde que entró a Hogwarts, le gusta desafiar los límites de mis padres, así que cuando Voldemort comenzó a convivir con los Black, él siempre era presentado como el heredero, pero siempre se quedaba al margen, no hablaba con nadie, solo mirando. Cada vez que podía se escapaba de casa, mientras más tiempo y más lejos estuviera de casa mejor para él, supongo. —Reg miraba al suelo y con sus dedos rompía una hoja de pergamino en cachitos tan pequeños que comenzaba a parecer un montoncito de confeti.

Por un momento se quedó callado, veía hacia afuera, parecía agobiado contando todo esto, se puso de pie y salió por el pequeño balcón para ver los terrenos del castillo, yo lo seguí en silencio.

—En las vacaciones de Navidad del año antepasado. —Regulus continuó, nosotros estábamos en quinto, pensé. —Hubo una reunión familiar, se tocaron temas complicados sobre el futuro de Sirius, más que nada como próxima cabeza de la honorable familia Black. —El tono en el que habló sonaba un poco a burla. —Temas de los cuales Sirius no estaba de acuerdo, obviamente mis padres no estaban contentos con sus actitudes, dentro y fuera de la escuela, ellos explotaron, hubo gritos y otras cosas.

Reg no lo dijo pero yo sabía, golpes, Sirius había mencionado golpes.

—Llegaron a un extremo en el que hubo uno o dos hechizos que volaron, a pesar de eso Sirius no aceptó las condiciones a las cuales mis padres lo obligaban y para continuar viviendo ahí, lo desheredaron y en cuanto lo perdieron de vista se escapó. Ahora, durante este año que pasó, durante las vacaciones de Navidad, las mismas condiciones que le dieron a Sirius se me hablaron a mí, ahora como nuevo heredero de los Black y de ahí salió esto. —Se alzó la manga del suéter que traía para enseñarme con detalle la marca que previamente ya había visto y al verla tan expuesta me hace sentir escalofríos.

—¿Dolió? —Pregunto mientras paso mi dedo por ella, él no responde y pronto descubro que no quiero saber. —¿Qué pasa si haces lo mismo que Sirius? —Parece ser que la pregunta lo deja helado, como si nunca lo hubiera considerado. —Irte, puedes vivir conmigo y mi madre, no tienes que quedarte con ellos, no cuando te golpean y cuando Sirius ya se ha ido...

—¡Basta! No porque te acabo de contar esto sabes todo sobre mi vida. —A pesar de que se veía molesto sus ojos denotaban otro sentimiento. —No soy como él, ¡no puedo abandonar mi deber! y a mis padres, yo no...

—¿Por qué ahora eres el heredero de los Black?

—Eso es una estupidez, no, hay otras cosas. Además de por sí tu madre y tu familia ya son un objetivo ¿Cómo podría irme con ustedes y saber que no me encontrarán?

—Con Pandora entonces. —Digo buscando una solución.

—No quiero meterla en esto y sé que tú tampoco. —En eso tiene razón. Nosotros estamos involucrados en esto, por algo el destino, si eso se puede decir, ¿Nuestra cuna? ¿Apellido? ¿Quién sabe?

—Mira si te conté esto no es porque quiera tu ayuda, es para que sepas que las cosas no están bien y no lo estarán por un rato.

—Entiendo. —Nos volteamos a ver en silencio. —Pero debes de dejar de alejarte de nosotras, seguimos siendo amigos ¿no?

—No prometo nada. —Lo dice de broma pero quiero hacerle saber que no puede cortar comunicación con nosotras en caso de que necesite ayuda para salir para cuando él lo necesite.

—¡REG! Es en serio. —Se ríe y me río con él.

—Vale, lo prometo. 



---------

Wuuu por fin he vuelto, ahora trataré de subir más seguido los capítulos, espero les haya gustado este, y nada más para decirles que amo estar de regreso.

Atentamente 

Fernanda  

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top