Sábado, 12 de Marzo de 1977
Después de la fiesta, el jueves, Pandora y yo regresamos a nuestra torre, y aunque no íbamos hablando ella sabía que algo había pasado, me preguntó por James y que si todo estaba bien. Yo asentí y la conversación terminó ahí, Pandora jamás se dejaría influenciar por esos comentarios y ella sabe que Regulus no puede ser uno de ellos, pero yo, yo no lo sé, y no creo que lo sea, pero dentro de mí hay una pequeña vocecita que no se calla.
El viernes fue completamente normal, después de las clases, Pandora y yo regresamos a la sala común y comenzamos con los deberes de toda la semana, para así tener libre el mayor tiempo posible el fin de semana.
Debo decir que fue una excelente estrategia, porque hoy por la mañana no tenía nada más que hacer. Decidí salir a tomar el desayuno mientras mi amiga dormía como tronco. Dejé una nota y salí.
También veo que el día está muy lindo, podría ir a dibujar un rato a los jardínes. Tomo una bolsa y meto mi cuaderno de dibujo, lápices, goma y una navaja para sacar punta, es pequeña y no es para herir a nadie.
Voy a mitad de camino al gran comedor cuando de una capa invisible sale Sirius.
—¡Hola! —Me hace brincar del susto y se ríe. —Lo siento, no quise asustarte.
—¿Qué haces? —Pregunto mientras veo como guarda la capa.
—Unos arreglos para nuestra siguiente broma. —Sonríe inocente. —¿Tú?
—Iré a desayunar.
—¿Sola? ¿O verás a tu... amigo, Amos? —Yo niego y ruedo los ojos por el tono en el que habla.
—Sola. —Lo cierto es que no he visto a Amos, porque bueno, cuando quieres guardar una hoja de mandrágora en la boca, la lengua de otra persona no sería de mucha ayuda. Además, de que él está muy metido en sus estudios para sus E.X.T.A.S.I.S.
—Vale, en ese caso, te acompaño, solo no comas nada hasta que llegue, solo ve apartando lo que se te antoje. —No me da tiempo de responder porque él comienza a ir para el lado contrario, supongo que para darle la capa a James.
Yo sigo caminando hasta el comedor y me complace ver que casi nadie está ahí, voy viendo lo que hay y de inmediato localizo un panque de plátano, tomo dos pedazos y los guardo en una servilleta. Sigo viendo qué más puedo comer cuando lo escucho llegar a mi lado.
—¿Qué más quieres llevarte? —Me pregunta al ver dos manzanas pequeñas en mi mano.
—Llevo panqué de plátano en la bolsa. —Le digo al guardar las manzanas.
—Excelente, llevaré estos sandwiches de pavo y jugo. —Toma los alimentos y los guarda en su mochila, donde no sé qué más pueda llevar. —Todo listo, vamos.
—¿A dónde?
—Tú sígueme, no querrás pasar el desayuno aquí cuando el día está increíble. —Es como si hubiera leído mi mente.
—¿Qué es lo que te sucede? —Lo miro con curiosidad.
—Nada, estoy cobrándome mi favor. —Sonríe satisfecho sin enseñar ningún diente pero con cierto tono travieso en su voz.
—¿Favor? ¿De qué favor hablas?
De su bolsillo saca un pedazo de pergamino que reconozco de inmediato:
Les debo un favor, siento el desorden.
Casiopea
Es la nota que les he dejado la vez que desordené su cuarto cuando le pedí la capa de invisibilidad a James.
—¿Es en serio? —Pregunto incrédula.
—Tú lo escribiste, no yo, así que en nombre de los merodeadores, estaré cobrando este favor, y mi favor es que me acompañes durante esta bonita mañana. —Sonríe con inocencia, y aunque me siento algo conmovida no lo demuestro.
—Vale. Vamos a desayunar.
Caminamos en silencio hasta los jardínes, encontramos un lugar bajo la sombra de un árbol, pero aún así los rayos del sol entran entre las ramas, de mi mochila sacó el panqué de plátano y la fruta que he metido y la dejo sobre mi bolsa para que las hormigas no se suban. Sirius saca los emparedados, y el jugo que ha sobrevivido el viaje.
Ambos compartimos lo que tenemos y comemos tranquilos viendo cómo algunos chicos de primer año tratan de escapar de los tentáculos del calamar gigante.
—Novatos. —Me dice Sirius mientras yo mastico tratando que la hoja de mandrágora no se vaya con mis bocados.
—¿Qué? ¿Acaso es tan fácil escapar del calamar?
—No en realidad, solo debes de disfrutarlo, el calamar no te hará nada, tal vez te lance agua, pero es muy mansito. —Le da una mordida y a mi me sorprende su respuesta. Yo asiento y seguimos comiendo. —¿Y qué haces sin tu fiel compinche?
—Oh, Pandora duerme como un tronco. Preferí dejarla dormir. Además, podría preguntar lo mismo.
—Es sábado, así que James y Lily están de prefectos en Hogsmeade, Moony está dormido y Peter debe de estar en un rincón con su novia. —Él se alza de hombros indiferente. —Marlene y Dorcas, no lo sé, aterrorizando a los chicos.
Yo asiento mordiendo la manzana.
—Pero ellos no importan ahora, ¿cuáles eran tus planes para hoy?
—Oh, pensaba sentarme a bocetar un rato. —Digo mientras saco mi cuaderno.
—¿Puedo? —Él estira la mano.
Sirius me había visto dibujar algunas veces, por ejemplo, las veces que iba a la sala común de Gryffindor y él hablaba con James. Eran en esas ocasiones en donde yo podía dibujarlos sin problemas. Claro, él jamás había visto mi cuaderno, (jamás se había interesado) una pequeña voz intrusiva suena dentro de mi cabeza pero la callo de inmediato.
Yo le entrego el cuaderno y él lo abre.
Dentro de él, tengo los retratos que he hecho, algunos son malos, otros mejores, algunos están sin terminar, tengo flores del jardín y vasijas que mi madre colocó durante las vacaciones, y entonces, lo veo, ha llegado a los que he dibujado de él.
—¿Dibujándome a escondidas? —Pregunta divertido.
—En realidad, nunca fue a escondidas, simplemente no te diste cuenta.
—¿Cuándo fue esto? —Se ve realmente interesado.
—Las veces que me la pasaba en tu sala común, a veces Lily hacía tareas y yo fingía hacerlas mientras practicaba. —Le digo alzandome los hombros. —No es nada.
—Para mí es algo, tienes mucho talento, y no lo digo porque me tomaste como tu musa, en verdad son muy buenos. —Yo me río y le doy un pequeño golpe en el hombro.
—No eres mi musa.
—Mentira, claro que lo soy.
—También he dibujado a Remus ¿Sabías? —Sirius se toca el pecho como si alguien le hubiera disparado.
—Traicionera.
—No te pongas así, mirá más adelante. Hay de James, Lily y Peter, y claro, Pandora, aunque la dibujaría más si se estuviera quieta. —Resoplo de molestia, en verdad, lo que es tratar de dibujar a Pandora es un caos.
Él lo hace y se pone a ver los demás dibujos, hasta que recuerdo que hay uno de Amos, trato de fingir como si no estuviera, y agradezco que él haga lo mismo.
—¡Aja! Si soy tu musa. —Él dice después de un rato, con una sonrisa en la cara.
—¿Qué te hace creer eso? Ya te dije que no.
—Mentirosa. —Yo me sonrojo por alguna razón, mientras siento sus enormes ojos sobre mí. —Hay más dibujos de mí aquí que de cualquier otro, por ende, soy tu musa, no, no acepto otras respuestas.
Yo ruedo los ojos por su terquedad, pero de cierta manera tiene razón, dibujarlo es tan fácil, además me había acostumbrado a verlo y desde antes de nuestro corto romance.
Seguimos comiendo sin problema alguno, por fin llego al panqué de plátano y lo disfruto, me recuerda a casa, aunque mi madre nunca ha cocinado y siempre lo hace Pockey.
—¿Te gusta mucho el panqué de plátano? —Sirius pregunta interrumpiendo mi concentración.
—Es mi favorito, a Pockey, nuestro elfo doméstico le queda delicioso.
—Es bueno algo que te recuerde a casa ¿no? —Yo asiento dándole otra mordida.
—Más estando tanto tiempo alejados, ¿La Sra Potter cocina? —A Sirius se le iluminan los ojos al escuchar el nombre de quien creo es, su madre (o al menos, a quien él considera como su madre)
—Sí, ella cocina de todo y todo riquísimo, pero claro, estuviste ahí en Navidad.
—Cierto, es solo que no sé, todo me sabía muy...no sabía bien. —Trato de mentir lo mejor posible, porque seamos sinceros, la Navidad que pasamos en casa de los Potter no fue de lo mejor.
—Claro, pero bueno, hay unas chuletas de cerdo que llevan una salsa arriba que preparan, normalmente las sirven a la hora de la cena, y déjame decirte que se acercan demasiado al platillo de Euphemia.
—No recuerdo haberlas probado. —Le digo tratando de verificar que en verdad no las haya probado.
—Por eso no te preocupes, cuando las sirvan en la cena, te mandaré algunas y luego podrías ir a la casa de los Potter en el verano. —Sirius le da una mordida a la manzana como si lo que acaba de decir no fuera de gran importancia.
Me refiero, nuestro rompimiento fue muy caótico, y básicamente estaba tan molesta con Sirius Black por poner en peligro a mi familia y por saber que él sólo aceptó salir conmigo en primer lugar por mi estatus de sangre, para molestar a Walburga, que ahora que está frente a mí como si nada hubiera pasado me confunde, claro, ya lo he perdonado, pero eso no significa que seamos amigos, así como así, y que pasaré el verano con él y los Potter.
—¿Casiopea? —Sirius agita una mano frente a mi cara.
—¿Sí?
—¿A dónde te fuiste? Te estaba hablando. —Se ve curioso por saber qué es lo siguiente que diré, pero solo sonrío y niego.
—Nada, trataba de recordar el platillo, pero nada.
—¿Sabes? Deberías dibujarme mientras me cuentas algo. —Sirius se ve entusiasmado.
—Merlín, si que eres engreído. —Digo riendo y sacando los lápices de mi mochila.
Sirius asiente y se acomoda su largo cabello dramáticamente, se recarga en un brazo y se acomoda de perfil.
—Este es mi mejor lado. —Se ve seguro de sí mismo, y se ve tranquilo, normalmente, es una bola de energía pero ahora se ve calmado. —Será mejor que lo captures bien.
Yo ruedo los ojos y tomo un lápiz, abro mi cuaderno en una hoja en blanco y comienzo. Al principio no hablo y Sirius me lo hace saber:
—Entonces... dijiste que me ibas a contar algo. —Interrumpe el silencio.
—No, tú diste la orden de que yo te hablara.
—Vale, tranquila, ¿cómo están tus padres? —La misma pregunta que James hace días hizo.
—Bien, mandan cartas de vez en cuando, todo tranquilo, parece ser. No te muevas. —Le ordeno mientras le acomodo el mentón con el lápiz. —De todos modos, siguen tomando todas las precauciones.
—Remus dice que tu casa es muy grande, ¿qué tan grande? —De nuevo pregunta.
—Oh, bueno, no lo sé, ha estado en la familia de mi madre por generaciones, aunque no creo que sea taaan grande. Mi lugar favorito son los jardínes.
—¿Ajá?
—Sí, bueno, es que mi madre se ha dedicado a expandir la cantidad de flores y plantas, siempre le han apasionado, aunque cuando era pequeña no me dejaba pasear por ahí, porque siempre me escabullía y terminaba llena de espinas o destruyendo las flores, claro que nunca fue mi intención.
Él se ríe y poco a poco, la conversación fluye, a veces Sirius hace preguntas, otras veces soy yo la que quiere saber, aunque no nos estamos viendo, sé que estamos pasando un buen rato, termino el boceto y se lo muestro.
—¡Wow! En verdad es muy bueno, claro que elegiste al mejor modelo. —De nuevo hace una seña y alza la barbilla orgulloso de sí mismo.
—¿El mejor modelo? Tal vez lo sería si no se moviera tanto. —Sirius Black, alguien tiene que bajarte ese ego, digo en mi mente y me propongo a hacerlo, solo un poco.
—Ouch. Vale, tendré que practicar a no moverme tanto, tal vez la siguiente vez sea mejor modelo. —¿Siguiente vez?
—Claro, no suena mal. —Sonrío y guardo mis cosas en mi mochila. Cada quien ve su reloj en la muñeca y nos damos cuenta que casi es la hora para nuestra clase de duelo.
—Será mejor que regresemos al castillo. —Él anuncia y yo asiento.
Comenzamos a caminar de regreso, en la entrada se puede ver como la mayoría de sexto año está comenzando a entrar al gran comedor a las clases de duelo. Me la había pasado tan bien que por un momento se me olvidó el resto del mundo.
—¡Hey! Desapareciste por completo. —Es Pandora que brinca asustandome.
—Lo lamento, estuve... —En ese momento, ambas miramos a Sirius, que está divertido esperando mi respuesta.
—Me temo, Pandora, que fui yo quien ha distraído a Casiopea toda la mañana, pero ya no más. —Sirius se despide de nosotras y va en busca de sus amigos.
Mi amiga me voltea a ver, y sonríe, no me dice nada pero no tiene que hacerlo.
—Vamos. —Le digo para entrar al comedor. —Prometo compensarlo.
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1/3
Hello, ya me siento mejor así que les he traído tres capítulos.
Muchas gracias por sus buenos deseos, y bueno ya estamos aquí de vuelta sin enfermedades.
Espero los disfruten y bonito día.
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