Miércoles, 17 de Diciembre de 1976
—Remus que bueno que decidiste venir. Mis vacaciones han sido algo raras.
Ahí estaba mi más reciente amigo escuchándome. He pasado unas vacaciones muy silenciosas. Solo comparando cómo eran cuando mis padres se toleraban. El frío se siente más peligroso y aterrador igual que la casa. En cuanto Remus dijo que podríamos vernos, fui la primera en armar un plan.
Mi madre quería que fuera a hacer unas compras. Así que me dio dinero muggle junto con una lista de deberes y le dije a Remus que podríamos ir a tomar el té o a desayunar. Cualquier cosa que me hiciera estar más tiempo fuera de casa.
—Hola Casiopea. Te ves algo diferente.
—¿Ah sí? —Me había cortado el cabello. —No creo.
—Sí. Hay algo diferente en ti. —Dejo que me observe bien. —Tu cabello. Lo cortaste, ¿no es cierto?
—Solo unos cm.
—Se te ve bien pero no es eso a lo que me refería.
—Gracias fue consejo de mi madre. —Ignoro el otro comentario. —¿Ya desayunaste?
—Sí. He desayunado en casa, mi madre no me dejaría salir sin haber tomado algo.
—Cierto, que linda . ¿Qué tal las vacaciones?
—Bien.
—Excelente. —Digo sin saber muy bien que estoy haciendo.
—¿Estás bien? —Trata de mirarme a los ojos pero yo sigo mirando los maniquíes de las tiendas.
—¿Por qué lo preguntas?
—Te ves diferente.
—Te juro que estoy bien. Dentro de lo que cabe. Mi madre cada día está más paranoica
—¿Paranoica?
—Uno de sus amigos muggle ha desaparecido. —Lo digo como si no fuera nada, pero sé que solo trato de cambiar el tema.
—Ya veo. Los padres de James también están muy alerta todo el tiempo. Tratan de que nosotros no nos enteremos de cosas pero no sirve. ¿Sabías que el padre de James es muy amigo del jefe de los Aurores? Moody es su nombre.
—No. No sabía.
—Al parecer son buenos amigos.
—Yo solo he estado en casa de las hermanas de mi madre y son un dolor de cabeza.
—¿Tanto así?
—Ni siquiera me llevo bien con mis primos. Uno es un inútil de pies a cabeza que sus padres han hecho todo por él desde que nació. Y la otra es una grosera que se cree mucho solo porque estudia en Estados Unidos, en Ilvermorny, y contagia a su hermana menor con sus venenosos comentarios.
—Vaya. Si tienes cosas guardadas, ¿eh?
—Supongo que solo un poco. —Pero él tiene razón, le he hablado porque necesito platicar con alguien sano, mi madre no es una opción y con Pandora, bueno, quiero dejarle disfrutar sus vacaciones. Además de que nuestras cartas tardan en llegar.
Nos quedamos en silencio un momento mientras damos vuelta por las tiendas departamentales de Londres.
—Por cierto. Tu novio está enojado contigo. —Remus elige otro tema de conversación.
—¿Yo? ¿Pero qué hice ahora? —Recuerdo que no he respondido la última carta de Sirius.
—Me dijo que no entiende cómo prefieres salir conmigo cuando existe alguien como él y que además es tu novio. Y sobre todo, por que no le has dicho si si asistirás a la fiesta de Navidad de los Potter.
—Se me ha olvidado. Prometo responder hoy mismo.
—Mira. Yo solo soy el mensajero además entiendo cuando se trata de platicar de cosas más serias.
—No fue de mala intención, solo quería una plática tranquila, prometo que se lo compensaré, además, me gustaría que me ayudaras a buscarle un regalo.
Remus asiente y entramos a una plaza de las más nuevas, donde hay tiendas de todo tipo. Comenzamos a dar vueltas, comprando todo lo de la lista de mi madre y decidimos detenernos a comer.
—Yo solo quiero té. —Remus dice y se sienta frente a mí.
—Nada de eso, yo te estoy invitando, por favor. —Ruego, no me gustaría comer sola.
Después de insistirle un rato él acepta, pedimos waffles y un desayuno muy completo, platicamos sobre lo que hemos hecho y tratamos de no hablar de los problemas, en realidad nos hemos dejado de ver por unos 4 días pero en esos cuatro días yo me he sentido como una extraña en casa.
Le cuento todo eso, le digo que mi madre ha redecorado toda la casa eliminando toda la presencia de mi padre en ella, no hay nada de él, le cuento lo mucho que lo extraña, él me dice que no entendería puesto que sus padres seguían juntos y parecían amarse mucho, inclusive ellos estarían en la fiesta de los Potter. Pero si me dice que su padre está nervioso, dice que las criaturas mágicas están comenzando a comportarse extraño, yo no entiendo a que se refiere extraño, pero debe de ser como todas esas desapariciones que la mayoría no se reportan.
Estábamos terminando nuestras compras cuando lo vi, era mi padre a lo lejos, debe de estar de compras, estaba diferente, se veía ¿feliz? tenía una sonrisa en el rostro.
—Remus, mi padre está ahí, ven voy a presentártelo. —Tomo a Remus de la manga de su chaqueta y lo jalo sin siquiera esperar su respuesta. —Te encantará conocerlo.
No he visto a mi padre desde hace 4 meses, nada hará que se me escape.
Estoy llegando a donde lo ví y parece que está hablando con alguien, pero no logro ver quien.
—¿Quiéres la muñeca o al bebé? —Él trae dos juguetes en cada mano y los mantiene en alto, hay una pequeña que apenas llega a sus rodillas.
—La muñeca papi. —¿Papi? La niña no puede tener más de 4 años, tiene unas colitas y está vestida de pies a cabeza de rosa.
Yo solo me quedo petrificada viendo como una niña le dice papá a mi padre, él la toma en sus brazos y le entrega la muñeca, para luego depositar un beso en su cachete rosado. Puedo sentir a Remus a mi lado sin decir nada, solo observando.
Mi padre comienza a caminar con la niña en brazos hasta una mujer que está revisando otras cosas. Al llegar a ella le da un beso, ¿cómo es posible que tenga otra familia? No estoy pensando correctamente y siento como toda mi vista se nubla por las lágrimas.
—No Cas, espera. —Él me toma por el hombro.
—¡No! Déjame ir, Remus. —Me suelto de su agarre y comienzo a caminar hasta donde él está.
Está tan metido en su conversación con su mujer que no me ha visto, la niña ya está en el suelo, yo me acerco y grito para que no se escape.
—¡¿Papá?! —Sé que reconoce mi voz porque me voltea a ver y es como si hubiera visto al mismo diablo. Ahora entiendo porque ni siquiera me ha hablado. —Papá soy yo, Casiopea.
—¿Thomas? ¿Quién es ella? —La mujer toma a la niña en sus brazos y me mira con precaución.
—No lo sé, cariño. —Él me niega y es como si enterrara un cuchillo en mi espalda. Eso no me detiene, solo me hace sangrar, no me mata.
—Soy tu hija, ¿no te acuerdas? ¿La hija que tienes en un internado en Escocia? ¿La que llegó a Londres el 13 de diciembre pero ni siquiera has llamado?
—Niña, debes de estar equivocada, me estás confundiendo con alguien. —Él trata de zafarse como pueda, pero su esposa no le cree, lo veo en su mirada.
—¡Eres un imbécil!, ¡Primero te vas de la casa y no me dices nada!, ¡tengo que enterarme cuando me recoge Robert en Kings Cross! —Para entonces estoy llorando y gritando, todo el mundo me está viendo, estoy causando una escena, no me importa. —¡Bien!, haz lo que quieras, de todos modos ya no usaré el apellido York.
Después de eso veo como un guardia se me acerca para escoltarme a la salida, Remus va detrás de mí con todas las bolsas, una vez afuera en la acera, me siento y me pongo a llorar en silencio. Él se sienta a mi lado y saca un pañuelo de su chamarra.
—Vámonos, Remus. —Digo una vez que me calmo.
Le digo que puedo irme a casa sola, que no hay problema pero él niega, decide acompañarme hasta mi casa. Una vez ahí habla por primera vez durante todo el camino.
—Wow, vives en una mansión. —Como siempre he vivido en esta casa, para mí ya no es sorprendente, además de que ya ni siquiera me gusta.
Robert estaciona el auto y comienza a sacar las cosas, por cortesía hago pasar a Remus. Le digo a Pockey que prepare un poco de té, que lo tomaremos en la sala. Hago pasar a Remus y él mira maravillado la casa.
—Mi casa no es tan grande.
—Era de mis abuelos, mis tías nunca la quisieron, así que mis padres se la quedaron. —Digo sirviendo el té. —Gracias Pockey. ¿Azúcar, Remus?
—Una.
—¿Leche?
—No, gracias. —Le entrego la taza y nos sentamos. —¿Tú madre está en casa?
—Creo que sí. —Es como si la hubiera invocado.
—¡Casiopea! ¿Cariño, dónde estás? —Ella está por el recibidor, rápidamente me da el tiempo suficiente de indicarle a Remus que no diga nada sobre la escena de hoy. —¡Cas! No me dijiste que traerías invitados.
—Lo siento madre, él es Remus...
—Lupin. —Ella termina por mí. Remus se pone de pie y le extiende la mano pero no entiendo como pudo saber su nombre. —Eres idéntico a tu padre, e igual de alto. —Ella le toma la mano como saludo. —Tu padre es Lyall Lupin ¿cierto?
—Así es. ¿De dónde lo conoce?
—Fuimos juntos a Hogwarts, ambos éramos de Ravenclaw. Tú padre era un hombre muy inteligente pero tenía un carácter muy fuerte.
—Me temo que aún lo tiene. —Remus ríe y yo me pregunto si el carácter de su padre es quien le deja esas marcas horribles en la cara. No, no creo, porque en la escuela siempre aparecen nuevas, ¿Será ansiedad?
—Cas, te estoy hablando, ¿compraste todo lo que te pedí? —Yo asiento. —Bueno chicos, los dejaré solos, Remus estás en tu casa y salúdame a tus padres por favor. Ay Lyall, es bueno saber que sigue por ahí, dile que cuando quiera puede venir, con tu madre claro, que su buena amiga Morgana los invita.
Y con ese comentario mi madre sale de la sala.
—Parece ser que mi madre tenía un enamoramiento con tu padre. —Ambos nos reímos.
—Eso parece. —Nos volvemos a sentar y seguimos compartiendo el té.
A la hora de la despedida, le digo a Robert que lo lleve, pero él dice que se va caminando, lo dudo, estamos a las afueras de Londres y no hay manera de que Remus llegue hasta su casa. Después de que mi madre lo convenza de que Robert lo lleve, él acepta sin querer hacerlo y le prometo que lo veré para Navidad.
Ahora estoy sola, y solo quiero llorar, pero primero le escribo una carta a Sirius confirmando mi asistencia a la fiesta de los Potter, la verdad la única razón por la que me resistía a enviarla, era porque esperaba que mi padre me hablara, pero supongo que eso no va a pasar en un futuro cercano.
Estoy abriendo la ventana para que Delfos le lleve la carta a mi novio cuando mi madre abre la puerta
—Cas, tu padre está al teléfono, dice que quiere hablar contigo.
—Dile que estoy dormida, no tengo muchas ganas de hablar con él, el día de compras fue agotador.. —Mi madre asiente, y cierra la puerta.
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