Lunes, 13 de Diciembre de 1976
El tren ha llegado a Kings Cross, Sirius me ayuda a bajar y mientras todos se reúnen con sus seres queridos, yo solo trato de ver si alguien ha venido por mí.
—Le diré a los Potter que esperen a que te vayas, no me gustaría dejarte sola. —Sirius me dice después de que veo a Pandora irse con sus padres.
Mi baúl está a mi lado y sobre él, está la jaula de Delfos, que muere por salir, pero no aquí y espero que lo entienda antes de que me lance un picotazo.
Estoy tan metida en buscar con la mirada una cara conocida que no me fijo que alguien se ha acercado a nosotros.
—Sirius, cariño, ¿listo? —Es la Sra. Potter.
—Estoy esperando a que vengan por Cas. —Me señala y tengo que saludar.
—Buenas noches. —Estiro mi mano hacia ella y a su marido, James está con ellos. Al parecer Lily ya se ha ido, al igual que Remus y Peter.
—Un placer, soy Euphemia Potter y él es mi marido, Fleamont.
—Un placer, soy Casiopea York. —Por alguna razón estoy nerviosa de conocerlos. Se ven muy agradables. —Pueden irse, no tengo problema, mi madre no tardará en llegar, espero. —Trato de poner mi mejor cara, recuerdo el tercer año, a mis padres se les olvidó recogerme por una pelea que habían tenido.
—No tenemos problema en esperar un rato. —Fleamont dice y su esposa asiente.
—¿Y Casiopea? ¿Vas con los niños? —Euphemia me pregunta, siento que me está analizando.
—Soy de su generación, sí, pero soy de Ravenclaw. —Ella asiente.
—Excelente casa, yo soy de ahí. —Ella me guiña un ojo. —¿Cómo está el profesor Flitwick?
—Igual que siempre, creo. —La verdad no sé si él haya cambiado.
—Me alegra, cuando lo veas dile que le mando saludos, él es un excelente duelista. —Yo asiento, es cierto, nos ha enseñado cosas y nos da consejos.
Estoy por decir algo cuando veo una cara conocida, es Robert, nuestro chofer, supongo que mi madre no pudo venir.
—Ya llegaron por mí. —Saludo a Robert con la mano, que se está acercando.
—Un placer señor York, soy Fleamont Potter y ella es mi esposa Euphemia. —El señor Potter le estira la mano como saludo y Robert la acepta y saluda.
—Un placer, pero no soy el padre de Casiopea, soy el chofer de la familia Sayre. —¿Familia Sayre? Ese es el apellido de soltera de mi madre.
—Oh, una disculpa. —James y Sirius se ríen por la cara que Fleamont ha puesto y yo también, pero por la cara de Robert.
—Cuando usted me diga señorita Casiopea. —Robert ha tomado mi baúl y mi lechuza.
—Nos vemos Sirius, James. Y fue un placer conocerlos Señores Potter. —Yo me despido y los Potter se alejan un poco para darme privacidad con Sirius, o al menos así lo siento yo.
—Ya le he mencionado a Euphemia que vendrás en Navidad, ella dice que eres más que bienvenida, mándame tu respuesta si te dejan en esta dirección. —Él saca un papel de su pantalón y me lo entrega. Luego se acerca lo más que puede a mí y deposita un beso en mi cabeza. Me sonrojo porque siento que la madre de James está mirándonos.
—Vale, espero que mi madre me deje. No sé qué planes tiene estás vacaciones. —Él asiente y me vuelve a dar un beso de despedida, está vez en la boca, es tierno y yo solo quiero morirme, espero que nadie lo haya visto.
Después de eso, comienzo a caminar a un lado de Robert, ahora yo llevo la jaula de Delfos y él solo mi baúl, a lo lejos veo a los Potter irse con Sirius. Sé que le preguntan cosas, y lo veo sonreír, aunque no sé qué es lo que esté diciendo.
De camino a casa, le pido a Robert que no le comente nada a mi madre, no quiero que se entere sobre Sirius, no por ahora, él asiente y sigue conduciendo.
Por fin llegamos a los jardines de mi casa, no sé en qué momento se ha convertido tan oscura, o simplemente soy yo que no se siente a gusto. En cuanto Robert se estaciona, abro la jaula de Delfos y la dejo salir, ella sabe a dónde ir.
Entro al recibidor y no reconozco nada, toda la decoración ha cambiado, desde las alfombras hasta cuadros de pintura que ahora se mueven, como los de Hogwarts. Las paredes tienen diferente tapiz y puedo ver como hay un plumero moviéndose solo sacudiendo toda la casa. Además de Pockey, nuestro elfo doméstico que acomoda los cojines de la sala, pero hasta la sala es nueva. No reconozco nada, es como entrar a una casa que no es mía.
—¡Cariño! —La voz de mi madre viene desde arriba de las escaleras, desde el descanso. —¡Qué bueno que ya has llegado! ¿Qué tal el viaje?
Ella se ve diferente, trae unos pantalones a la pantorrilla, una blusa sin mangas y un paliacate en la cabeza. Está llena de telarañas y tiene su varita en mano.
—Mamá, hola. ¿Qué son todos estos cambios?
—Siempre he pensado que merecíamos un cambio por esta casa. —Comienza a bajar por las escaleras y me da un abrazo.
—¿Y papá? —No responde, luego da un respiro y me mira.
—Casiopea, no eres estúpida, y creo que ya lo sabes, ¿en verdad tengo que decírtelo?
—Me gustaría saber qué ha pasado.
—Lo inevitable, hija. Tu y padre y yo estamos en medio de un divorcio, él se ha ido a vivir a Londres. —Yo no digo nada, solo asiento. Ni siquiera la miro.
—Supongo que soportaron lo más que pudieron.
—Así es, Cas, ninguno de los dos era feliz, creo que a la larga, esto será lo mejor.
—Lo entiendo. —No lo hacía.
—Te quiero pedir una cosa. Quiero que dejes de usar el apellido York.
—¿Qué? —Eso sí que me toma por sorpresa.
—El apellido Sayre es un apellido de una muy respetada familia en la comunidad mágica, inclusive es de una familia de sangre pura. Es más, es mi apellido y tuyo también así que lo usarás y punto.
—¿Desde cuándo te importa eso? —Digo molesta. —Porque si no lo olvidas, no importa que deje de usar York, mi sangre es mestiza.
—Lo sé y a mi no me importa Casiopea, pero creo que es importante, dadas las circunstancias. —Ella me tira un peiódico a las manos y lo abro.
En el periódico, en la primera plana se lee:
"UNA FAMILIA DE SANGRE MESTIZA SE ENCUENTRA EN SU CASA FALLECIDA DESPUÉS DE DOS SEMANAS"
Es de hace dos semanas.
—Casiopea, el ministerio no quiere que nadie sepa esto, pero ellos no han sido los únicos en las últimas semanas, así que si te digo que de ahora en adelante usarás el apellido Sayre, lo harás sin hacer preguntas.
—Está bien.
—Ahora alístate para cenar, preparé tu platillo favorito. —Ella me sonríe y sigue con sus cosas. —Podrías contarme cómo estuvo este semestre.
Estamos cenando, mi madre se ha cambiado por ropa limpia, yo también. La mesa es silenciosa, Pockey está sirviendo el postre.
—Gracias Pockey. —Decimos ambas cada vez que nos sirve algo y nada más.
—¿Qué haremos estás vacaciones? —Pregunto tratando de relajar el ambiente.
—Estaba pensando ir a ver a mis hermanas durante antes del 24, ya que tengo planes para ese día, nos han invitado a una fiesta y creo que podría ser bueno para nosotros. —Yo asiento.
—¿Y papá?
—Podrías visitarlo en su nueva casa, en Navidad.
—Me invitaron a una fiesta el 25. —Ella se sorprende mientras sigue comiendo. —En casa de los Potter.
—Oh, los Potter son una buena familia, claro, puedes ir, podrías pasar antes con tu padre un rato.
—¿Aquí?
—Oh no. Tu padre no entrará a esta casa, él y yo no terminamos en buenos términos. —Yo asiento. —Si quieres verlo será en su casa o en otro lugar, cualquier lugar menos aquí. También en Año Nuevo, si quieres, ya que pasarás Navidad conmigo, puedes pasarlo con él, como tú te sientas. —Ella me sonríe. Sé que trata de hacer lo mejor para mí. —¿Y? ¿Los Potter? ¿Acaso sales con su hijo?
Ella sonríe y yo trato de no ponerme nerviosa. Porque en realidad, tal vez si salga con un hijo de los Potter, pero James no es y sé que mi madre no entenderá, así que no le digo nada.
—No, solo somos amigos. —Y así es como la conversación ha vuelto a la normalidad.
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