Jueves, 11 de Noviembre de 1976
Ya he salido de las clases, estoy en la biblioteca esperando a Remus, en lo que llega sacó mis cosas y comienzo con mis tareas.
10 minutos y aún no llega.
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Supongo que algo debió de cruzarse en su camino, no me molesto, eso hice yo la semana pasada, supongo que lo merezco, sigo haciendo mis tareas cuando escucho como unos pasos se acercan hacía mí. Sonrío. Remus Lupin ha llegado.
—¿Y ahora en qué clase de problema se han metido?
—Yo en nada, ¿tú? —Esa voz no es de Remus, pero aún así la reconozco.
Mi corazón comienza a latir muy fuerte, él toma una de las sillas para quedar perpendicularmente a mí y se sienta. Trae el uniforme desarreglado al igual que su cabello, su cara tiene un sonrojo natural.
—¿Vienes de entrenar? —Él asiente con una sonrisa resuelta en su boca, no dejaré lo mucho que me afecta, no me importa que ya lo sepa.
—¿Y Remus?
—No sé, tú deberías de saber, vives con él.
—No lo sé, ayer nos abandonó por ti todo el día. —Se alza de hombros desinteresado.
—Meh un día lejos de ustedes no los matara. —Digo indiferente tratando de aparentar calma.
—Tu querido Remus está castigado. Me pidió que viniera a informarte.
—¿Te lo pidió a ti?
—A mí o a James, eso no importa. Ya lo sabes pero mira que gran oportunidad nos ha dado esto. —Yo me quedo callada esperando a que diga otra cosa. —¿Por qué huyes de mí?
—No lo hago.
—Vaya veo que ya no estás bajo los efectos del veritaserum y ya puedes mentir.
Me enoja porque tiene razón pero es cierto que puedo mentir y puedo librarme de él.
—¿Qué quieres, Sirius?
—Eso es lo que quiero saber. ¿Qué quieres, Casiopea?
Estamos haciendo ruido lo sé porque se escuchan varios shhh a nuestra dirección pero los ignoro.
—Nada, no quiero nada.
—Eso no fue lo que dijiste ese día
—No importa lo que dije.
—A mí me importa. —Estoy por decir algo pero me deja sin palabras, afortunadamente nos interrumpen y así no tengo que hablar.
—¡Ya basta! Soporté suficiente pero están molestando a los demás fuera de aquí y no pueden regresar a menos que se comprometan a guardar silencio. —La bibliotecaria nos corre y la entiendo. Estamos dando un show a todos los de ahí.
Con coraje agarro mi mochila y me dispongo a tomar mis cosas para irme corriendo de ahí pero Sirius es más rápido que yo y toma mis libros ahora no podré irme sin seguir confrontándolo.
Salimos de la biblioteca y no sé porqué estoy tan enojada.
—Ya estarás contento.
—Demasiado.
—Bien. Ahora dame mis libros.
—¿Es una orden?
—Sí
—No te los daré hasta que me escuches.
—Adelante, habla. —Muero por saber que va a decir.
No se que clase de juego está jugando pero no dice nada. Solo se me queda viendo tal vez creyó que no lo dejaría decir nada pero se equivocó.
—Si no vas a hablar hablaré yo. Pasó lo que tenía que pasar. Lamento haberte puesto en esa posición tan incómoda pero no pude evitarlo y lo sabes. Jamás pensé que eso sucedería ahora que recuerdo todo lo que te dije y lo siento, ¿ok? No me volveré a acercar a ti así que déjame ir. —Me estiro para recuperar mis libros pero él los aleja de mí.
—No.
—¿Por qué no?
—No lo sé. Solo no quiero...
—Sirius entiendo que no sientas nada por mi. Te dije puedo soportarlo pero déjame ir porque duele, necesito tiempo.
—Lo siento es solo que nadie había sido tan sincera conmigo.
—Fue el veritaserum, no yo.
—Lo sé.
Ambos agachamos la cabeza.
—No me gusta que me evites como si tuviera la plaga. —Suelta por fin. —Prometo no molestarte más pero no te alejes.
—No fui yo quien te dejó de hablar como si nada por más de dos semanas.
—Lo sé. Estuvo mal.
—No estás en posición de exigir nada.
—Lo sé, maldita sea, lo sé.
—Ya me voy Sirius. Mira, tú ya sabes todo lo que yo siento para bien o para mal. No puedo cambiar lo que pasó. Yo no sé nada sobre ti. No soy yo quien necesita poner su cabeza en orden. Podemos ser amigos solo avísame cuando te decidas
Después de eso le quito mis libros de la mano, él no pone resistencia, y como puedo los meto a mi mochila y me voy de ahí con mi corazón en mi mano tratando de salvarlo. Puedo sentir su mirada seguirme, pero no puedo voltear.
Tenía tantas ganas de besarlo en la fiesta, bajo la luz de la luna pero no así, no en el estado en él que estaba.
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