3. Soy algo turbia
Una vez que me dicen que Crista ya me puede atender, dejo a Katty con la recepcionista y camino hacia la oficina. Veo salir a la morocha de allí, nuestras miradas se cruzan y esa sonrisa que tiene me hipnotiza.
Vuelvo en mi cuando dejo de verla en el pasillo. Me giro y golpeó la puerta.
—Adelante —oigo la voz de Crista y paso.
La veo, la rubia de ojos cafés, me observa como siempre, con lujuria. Se muerde el labio inferior y sonríe con satisfacción.
—Sabía que vendrías tarde o temprano, estoy emocionada —se ríe.
Suspiro.
—Pediste cuidar a Katty para decirle cosas horribles. Eres una mala persona —frunzo el ceño.
—Yo digo lo que pienso, ni más ni menos ¿Cuál es el problema? —exclama con superioridad.
Me hierve la sangre de lo enojado que estoy.
—Es una niña —presiono mis dientes —retráctate de lo que le dijiste y compórtate como una madre.
—Tú no viniste para defender a tu hija ¿o me equivoco? —me cambia de tema, diciendo algo absurdo.
—No digas estupideces.
—Dime la verdad ¿Cómo vas con el trabajo? —Sonríe con malicia —¿Necesitas que te ayude? —se ríe burlándose de mi situación económica.
—No es mi culpa que tu manutención figuré como que me la entregas y en realidad nunca llega.
—Lo sé, soy algo turbia —se ríe de manera fuerte.
—Turbia es decir poco.
—Hagamos un trato entonces —posa un dedo en sus labios rojos por el rush y es hora de que comience a decir una de sus ideas macabras.
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