Capítulo 9
Cansados
Estaban cansados
Estaba cansado, Santiago y Felipe estaban agotados y podía decir que Juani estaba cansado. Sin embargo, había valido la pena.
Enzo se arrastró por el camino, empujando el cochecito con un dormido Felipe y los víveres que necesitaban. Juani llevaba a Santiago, igualmente dormido, en su arnés.
Juani se adelantó y abrió la puerta principal antes de ayudarme a subir los escalones de la entrada con el cochecito.
- Gracias. —Sonrió otra vez, le hice un guiño mientras entrabamos— Cama, ¿te parece?
- Oh, Dios, si.
Pipe comenzó a lloriquear y Juani asintió con fuerza. - Sí.
— Está bien, yo me encargo, ve a cambiar al señor Santiago.
- ¿Estás seguro? Estaba un poco malhumorado esta noche.
- Sí. Me las arreglaré. —Levantó a Pipe, dirigiéndose a la planta superior.
Podía oír a Juani tras él, hablando con su hijo.
—Vamos, cariño, vamos a conseguirte un pañal limpio y podrás tener un biberón, fue un buen día, ¿no?-
Lo había sido; Habían caminado y jugado, Felipe había hecho un par de amiguitos en el castillo hinchable. Enzo había encontrado algunos productos estupendos y un trozo de lomo de cerdo buenísimo.
Fue sorprendentemente fácil conseguir que Pipe se metiera a la cama y apenas había abierto su libro de cuentos, cuando los ojitos de Felipe se cerraron y cayó rendido.
Enzo se quedó allí, sentado, por un minuto se permitió respirar con calma, relajándose un segundo.
- ¿Todo bien por aquí?- Abrió los ojos para encontrarse con la mirada de Juani.
- Lo siento, me quedé adormilado. —Se levantó y se estiró—. ¿Está dormido?-
— Sí, ambos tuvieron un largo día. —Juani se apoyó en la puerta, lucía como si estuviera a punto de dormirse, tanto como él lo estaba.
- Nosotros también. ¿Quieres una siesta antes de la cena?-
- No estoy seguro de que realmente pudiera despertarme para la cena si me tomo una, te puedo echar una mano.-
Extendió la mano, tomando la de Juani. -Vamos, si duermes y se pasa la hora de la cena, tomaremos un gran desayuno. -Él también necesitaba una siesta.
— ¿A dónde vamos?
- ¿Cama? -Estaba tan cansado que no podía pensar—. La comida puede esperar un par de horas y la puerta principal está cerrada con llave, Juani.
- Oh, es sólo que estoy en la dirección opuesta...
Frunció el ceño, sacudiendo la cabeza. -Dios, lo siento eso fue presuntuoso.
Los ojos de Juani se ampliaron. -¿Quieres que duerma en tu cama? Es sólo que ayer por la noche no lo hicimos... no lo hiciste,Yo... — Cierra la boca, Juan Ignacio y ve a la cama con el hombre.
- Simplemente... mira, tengo sueño, tú tienes sueño la cama es grande y no he podido tocarte en todo el día.-
Juani le sonrió. -Estoy de acuerdo con eso, quiero decir con lo del sueño- Juani giró sus ojos y tiró de Enzo los últimos pasos hacia su habitación.
Se rio mientras se quitaba sus zapatos y se desabrochaba el cinturón.
—¿Tienes algún problema si me desnudo?
— Siempre y cuando pueda verte.
- Mira cuanto desees. -No era modesto. Se desvistió quedándose sólo en sus bóxers.
Juani se sentó en su cama. —Bonito cuerpo. Me dan ganas de tocarlo.
— No está mal ¿eh? — Solía ejercitarse, antes de que los niños llegaran y le quitaran todo su tiempo libre y tenía más cicatrices en sus manos que la mayoría. Se dirigió a la cama y se sentó.
- Nada mal. — Juani se rio suavemente—. Sí tú estás simplemente bien, entonces yo ni me acerco.
- Ven aquí. — Ayudó a Juani a desvestirse hasta que se quedó en bóxers, y luego se acercó a él—. ¿Te sientes bien?
— Sí, genial. De alguna manera ya no estoy tan cansado ahora.
- ¿No? -susurró, frotándose suavemente.
- No. — Juani comenzó a moverse con él, deslizando sus cuerpos juntos.
— Estamos tomando una siesta. — No lo parecía en absoluto.
- Si claro. — Juani cerró los ojos, pero mantuvo constantes los movimientos contra Enzo.
Enzo le dio un beso suave, sus caderas meciéndose lentamente.
Juani le devolvió el beso, sus labios ligeramente abiertos, ambos se dejaron llevar frotándose uno contra otro. —Se siente tan bien.
- Mmm hmm. Es muy fácil.
- ¿Eh? ¿Fácil? - Juani parpadeó, lamiendo sus lindos labios.
- Estar contigo.
- ¡Oh! - Juani sonrió y se acercó más—. Soy un tipo fácil, solo que no tan puto como eso suena. — Juani se rio, y él también.
Riéndose juntos, frente a frente.
Juani lo besó suavemente, deslizando una mano por su vientre. — Eres tan sexi, Enzo -
Enzo sonrió y se sonrojó. Juani lo hacía sentir increíble, los dedos de Juani se deslizaron hacia abajo, acariciándolo a través de sus bóxers.
- Oh- Su polla se fue endureciendo, como si el toque de Juani fuese eléctrico.
Un suave y sexi gemido se le escapó mientras los dedos de Juani se envolvían alrededor de su polla.
— Nada de siestas. —Por suerte ya no tenía sueño.
- ¿Quién necesita una siesta? — Juani le sonrió, lo liberó para luego meter una mano en sus bóxers quedando piel contra piel.
- Maldición. —Tomó los labios de Juani, al mismo tiempo que recibía ese toque.
Juani lo devoraba mientras gemía y movía más rápido su mano empujando los bóxers de Juani hacia abajo, logrando que sus pollas se deslizaran, lado a lado.
Otro gemido fue silenciado por su boca, la mano de Juani se envolvió alrededor de ambos miembros .
-Sí, joder...si- Se giró, aterrizando encima de Juani, uniéndolos más gimiendo, Juani dejó de lado sus miembros optando por sujetar su culo y presionarlo hacia bajo. Duro y caliente, Juani se arqueaba hacia él, otro sonido llenó la habitación.
- Sí. —Pequeño hombre caliente, Enzo quería perderse en él.
Juani se inclinó, su boca se aferraba a la suya, sus manos apretaban sus nalgas -Joder....si... si- Su ritmo se entrecortó y cambió. Juani lo sujetaba, sus manos se movían sobre él, su boca atrayendo a su lengua para que saliera a jugar, la humedad entre ellos era lo suficientemente agradable cómo para que pudieran deslizarse.
La boca de Juani lo abandonó por un momento, una respiración profunda salió del pecho de Juani, luego continuaron besándose. Estaba empezando a sentir como Juani se desesperaba, estaba deseoso de esto metió na mano entre ambos, tomando sus pollas y las acarició con fuerza.
- ¡Oh, Dios! — Juani embistió su mano, un par de veces, y luego se vino derramándose en su mano y sobre su pene.
El calor era jodidamente perfecto, el olor, puramente masculino, fue suficiente para hacer que sus doloridos huevos se vaciaran entre ellos.
Los brazos y las piernas de Juani se enroscaron alrededor de él, sujetándolo mientras sus bocas se encontraron de nuevo, este beso fue lento, casi a mitad del sueño.
- Mmm. -Acarició perezosamente a Juani, sus párpados pesaban — Bueno.
- Ajá, creo que me gusta esto como una actividad previa a la siest, mucho - Juani se acurrucó sobre él.
- Mmm. -Enzo bostezó y se acomodó junto a Juani—. Duerme.
- Sí, jefe.
Palmeó la cadera de Juani juguetonamente, apenas alcanzó las sábanas antes de quedarse dormido.
Juani medio despertó, un lado de su cuerpo estaba frío, el otro caliente gracias al cuerpo que se envolvía alrededor de él.
Cuerpo.
¿Qué?
Abrió los ojos y trató de levantarse, pero no pudo hacerlo, no con el brazo de Enzo envuelto a su alrededor -Oh Enzo, correcto dormir la siesta y esas cosas-
Miró el reloj, eran pasadas las diez. Habían dormido más de lo previsto; Sim embargo, no iba a apresurar a Enzo para que se despertara. Estaba disfrutando de estar en los brazos del hombre. Lo disfrutaba mucho.
Enzo gruñó en voz baja, sus labios rozaban su mandíbula enviando un cálido estremecimiento a su vientre y directo a sus huevos. Dios, se sentía bien, Enzo se sentía increíble. Se acurrucó más cerca, dejando que su mano acariciara los abdominales de Enzo.
- Mmm. Juani. - Enzo lo empujó más cerca.
Eso lo hizo sonreír, Enzo lo conocía tan bien como para reconocerlo aún dormido. Sabía que era él.
Enzo parecía tan joven como hermoso, moreno y relajado, Juani observaba cada lenta respiración, sintiéndose cada vez más y más conectado incapaz de contenerse, se inclinó, presionando sus labios sobre los de Enzo.
Los ojos de Enzo se abrieron, una respiración suave se deslizó sobre sus labios.
ー Hola.
— Mmm...Hola. —Le dio un beso un poco más intenso.
La mano de Enzo se enroscó alrededor de su nuca, reteniéndolo, gemia alegremente, se convertiría en un tonto enamorado en cualquier momento.
De hecho, estaba bastante seguro de que ya lo era, enamorarse de Enzo había sido tan fácil.
Se besaron y luego el estómago de Enzo retumbó contra el suyo.
Eso lo hizo reír, frotó los abdominales de Enzo. — Tenemos que llenar esto, ¿eh?-
— Tengo unas estupendas... ¿Compré carne de cerdo?
Se echó a reír. —Creo que sí, parecías muy contento al respecto. - Era, realmente, sexi la forma en la que Enzo hablaba sobre la comida y la forma en la que la preparaba
- Mmm. Debería cocinar para ti, lomo de cerdo con salsa de cerezas y puré de batata. —Por supuesto, eso lo convertía en un hombre realmente hambriento.
— Eso suena divino, sin embargo, ¿es justo que siempre me cocines al nivel de un restaurante? -Por supuesto, cuando era él quien cocinaba todo consistía en sándwiches de mantequilla de maní, macarrones con queso y hot dogs. Aunque Felipe no se quejaba; Juani pensó que su padre tal vez lo haría.
- Bueno, podría tratar de cocinar algo malo.
Juani parpadeó y luego se echó a reír y sacudió la cabeza. — Eso no es lo que quise decir.
Enzo lo besó en la nariz.
- Vamos bombón, te cocinaré algo-
Sus mejillas se sonrojaron por el apodo, a él le gustaba, le gustaba que Enzo pensara eso.
- Voy a poner la mesa —declaró mientras salía de la cama y buscaba sus pantalones.
Unas cálidas manos aterrizaron en su culo mientras se inclinaba. Él chilló y luego se echó a reír presionándose nuevamente en el toque.
Le encantaba lo sensual que era Enzo.
- Mmm, solo quería tocar.-
— Puedes tocar. —Enzo podía tocarlo. Quería el toque de Enzo, tocar era una buena cosa si los involucraba a ambos.
Esos dedos callosos frotaban su piel, trabajándola. Cerró los ojos, un gemido salió de él ante el toque.
— Esto no nos llevará a la cocina.
— Tú lo iniciaste. —El solo estaba tratando de encontrar sus panatalones
- Lo hice. — El roce de los labios en la parte baja de su espalda envió un rayo por su columna.
Gimió y se estremeció, tratando de presionarse hacia atrás con más fuerza, para fundirse contra Enzo.
— Chico dulce. —Esos labios eran enloquecedores.
- Te sientes bien, estás caliente?. -Quería más, pero no estaba en condiciones de conseguirlo.
-Hmmm tengo hambre, tal vez debamos comer algo-
- Tendrás que dejarme ir para poder hacerlo. —Como si pudiera hacerlo, no podía moverse, pensar o ejecutar cualquier función cerebral cuando Enzo estaba haciendo eso. No es como si tuviera prisa por detener a Enzo.
- Oh, maldita sea. — Su trasero recibió un firme apretón.
Eso lo hizo gemir nuevamente y empujarse hacia el toque de Enzo, deseando que toda la sangre no corriera hacia su cabeza.
- Vamos. —Enzo lo puso en pie, sus brazos lo envolvieron.
Se apoyó sobre Enzo, levantando la cara para alcanzar su boca en un suave beso. — Dame de comer.
- Absolutamente. —Le encantaba ver la sonrisa de Enzo.
Se puso sus pantalones y Enzo uno de pijama y se dirigieron juntos hacia las escaleras, sus dedos se rozaban de camino a la cocina.
Esto era una locura.
Maravillosa, pero locura.
Dejó que Enzo se encargara de la comida y comenzó a poner la mesa, cada par de minutos se acercaba al hombre y lo tocaba.
Ya que ahora podía hacerlo.
Muy pronto la cocina se llenó de sorprendentes olores, y de la disonante música de Enzo. Se acercó y se apoyó contra la espalda de Enzo, su cabeza apoyada sobre un hombro.
-Eres cálido. -Enzo estaba relajado, tranquilo, como si esto fuese tan natural.
- Igual que tú. — Se giró y besó el cuello de Enzo, respirando sobre él.
- Mmmhmm. -La carne se estaba cocinando, el olor era como el cielo.
Su estómago rugió en alto y Juani se rio de sí mismo contra el hombro de Enzo.
- Faltan diez minutos para que las patatas estén listas.
- ¿Qué podemos hacer en diez minutos? - Tenía un par de sugerencias.
- Podríamos hablar de política.
— Ew. — Se frotó contra Enzo, tratando de darle al hombre algunas ideas.
La suave risa de Enzo era sexo puro. ¿Cómo alguien podía abandonar esto?
Ese tipo,Benjamin, era un idiota, así como un pendejo.
Juani se abalanzó sobre Enzo, no necesitaba correrse, sólo ansiaba probar la boca de Enzo otra vez.
— Ey. —Dios, esa sonrisa. Mira esa sonrisa, nunca querría separarse de ella.
Se lanzó hacia él. —Ey. —Luego tomó el beso que quería, sus labios se entreabrieron y el beso era tan bueno como la sonrisa de Enzo. Bueno, mejor.
Enzo balbuceaba, su lengua se deslizaba sobre sus labios, sus dientes, con un toque lento y sencillo. Era muy agradable, sin prisas y dulce, casi como si tuviesen todo el tiempo del mundo, sólo separándose para dejar al otro respirar.
Enzo seguía sonriendo, como si nunca hubiera estado más feliz. Juani cedió a la fuerza de Enzo, absorbido por su calidez.
- Gracias por despertarte conmigo. -El pecho de Enzo retumbaba suavemente mientras hablaba.
- Bueno, ibas a hacerme de comer, ¿cómo podría negarme a eso? — ¿Y por qué no iba a querer estar donde Enzo estaba cada vez que pudiera?
Enzo se rio entre dientes. -Ese soy yo, déjame ver la carne de cerdo.
— Si no queda más remedio. —Acarició el culo de Enzo un momento y luego dio marcha atrás.
— No quieres que esto se eche a perder. - Enzo agregó algunas cerezas a la sartén, la fruta chisporroteaba.
— No, no, por supuesto que no, apuesto a que si la gente hubiera sabido que eres un chef increíble, habrían venido mejores candidatos para el trabajo-
No era la primera vez que pensaba en ello, para él había sido una clara ventaja.
— No lo sé, Juani. No pude mantener a un hombre que durante años decía que me amaba.
- Es un idiota. Lo digo en serio. Eres caliente y puedes cocinar como los dioses. Tienes dos hermosos hijos... -Y Enzo besaba como un sueño y quería hacerlo con él. Juani creía que no había nada mejor que eso.
— Es un idiota y pelotudo. — Enzo le hizo un guiño.
Juani se echó a reír, había estado pensando exactamente lo mismo un par de minutos atrás. —Sí, eso es una mala combinación. —Sacó un par de botellas de agua Perrier del refrigerador.
— Pásame la mantequilla, por favor.
La alcanzó y se la entregó antes de abrir el agua y apoyarse en la encimera para ver a Enzo mientras terminaba de hacer la cena, era como ver a un músico o a un bailarín.
Poco después, estaban sentados junto a esta maravillosa comida en la mesa -Wow- Comió con rapidez y no se decepcionó.Gimiendo, tomó otro bocado.
— ¿Te gusta? - Enzo cortar un trozo y sonrió.
Asintió, estaba muy ocupado comiendo como para decir algo, era de mala educación hablar con la boca llena de comida, ¿verdad?
Dulce, salado y rico, Dios, nunca volvería a engullir la comida, esta merecía ser saboreada, incluso si no hubiese comido en días. Si bien cada bocado era increíble, compartirlo con Enzo lo hacía mucho mejor.
Comieron casi en silencio, disfrutando de la comida y de la compañía, En realidad suspiró cuando terminó. - Tan bueno.-
— Gracias. -Enzo lamió un poco de salsa de cerezas sobre su labio superior.
- Oh... — Se inclinó y Enzo se recostó sobre él, lo suficiente como para poder lamer la esquina de la boca de Enzo—. Te faltó una mancha.
- ¿Tengo sabor a cerezas?
— No estoy seguro. Creo que debo comprobarlo. — Esta vez dejó que su lengua se deslizara entre los labios de Enzo y luego dentro de su boca.
Enzo sujetó su mandíbula, profundizando el beso, dulce y lento Juani sentía que su cuerpo respondía a Enzo, desde el cuero cabelludo hasta los pies, y por supuesto todos los puntos intermedios.
Cuando sus labios se separaron, Enzo le sonrió.
- ¿Y bien? ¿Tengo sabor a cerezas?
- ¿Huh? - ¿Cerezas? ¡Oh! Sintió el calor cubriendo sus mejillas, lo había olvidado, se rio entre dientes, asintiendo—. Sí, creo que sí.-
Enzo le dio un beso en la nariz. -Creo que eres adictivo.
— Lo mismo digo. —Se vio en los ojos de Enzo, preguntándose si podían conservar este momento, este sentimiento para siempre.
— Amanecerá pronto. —Enzo suspiró—. Será mejor que lave los platos para que podamos dormir un poco.
- No, tú cocinaste, yo haré eso. —Le dio otro rápido beso a Enzo y se puso de pie.
— Vamos a hacerlo juntos. -Enzo le dio una mirada de soslayo—. Y luego, si quieres, podemos ir arriba Juntos.
- Sí, por favor. -Era más de lo que había esperado y su sonrisa surgió desde algún lugar de su interior.
Ellos empezaron a lavar los platos juntos, Enzo lavaba y él secaba, Juani pensó que era la forma más romántica de realizar la tarea.
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