Capítulo 8
Juani ayudó a Felipe con sus bloques, sonriendo cuando Felipe fue capaz de reconocer y nombrar casi todas las letras.
— ¡Buen trabajo!
— Buen trabajo —repitió Pipe—. ¿Galleta?
- ¿Qué tal un paquete de pasas? — Fue a la cocina y cogió un paquete de pasas, dándosela a Pipe en la mesa de la cocina.
- Cuéntalas y dime cuántas tienes - sugirió.
Se recostó contra la encimera, mirando como Felipe contaba lentamente las pasas, lo suficientemente atento como para corregir y ayudar a Pipe, una vez que se estancó en seis.
Una parte de su mente iba a mil por hora, le había dado una mamada a Enzo. Había chupado la polla de su jefe y quería hacerlo de nuevo, había estado esperando toda la mañana a que Enzo bajara. Finalmente, escuchó sus pasos en la escalera, oyó el silbido de Enzo y su polla se removió con impaciencia en sus pantalones vaqueros.
— ¡Nadie fue a despertarme!
- ¡Papi Enzo! - Felipe fue corriendo hacia Enzo antes de que Juani dijese algo estúpido como: " Me ofrezco como voluntario para ese puesto"
Enzo levantó al niño, lo besó en la nariz. —Buenos días, hijo Juanito, ¿Cómo está el príncipe Santiago?
Le dio una cálida sonrisa a Enzo, regañándose por actuar como un adolescente histérico. —Está bien. - Santiago se balanceaba, medio dormido.
— Y tú ¿cómo estás? — Los ojos de Enzo eran muy cálidos.
- Estoy bien. - Enamorándome poco a poco, sin importar lo tonto, estúpido o peligroso que era.
- Excelente. — Enzo lo miraba como si fuera el centro del universo, wow, Se encontró sonriéndole adorablemente a Enzo.
- ¿Quieren algo increíble para el almuerzo o.?. — Esos lindos ojos revoloteaban-....iremos a comer hamburguesas y a jugar en el brincolín?
- ¡Brincolín! - Juani y Felipe gritaron juntos.
— Bueno, ¿qué estamos esperando?
- ¿Necesitas comer algo antes de irnos? -También era necesario preparar la bolsa de Santiago, asegurarse que contenía un biberón, varios pañales, de los que esperaba no tener que ocuparse, un par de cajas de jugo y algunos snacks para Pipe, un cambio de ropa para ambos niños por si acaso...
— Voy a tomar una taza de café, tengo la pañalera y la mochila de Felipe listas.
- Oh, wow, ¿de verdad? — Boludo, era impresionante, no tenía que preocuparse por eso no es que le importara, en realidad, pero era genial tener otro par de manos y otro adulto pensando en ese tipo de cosas—. Genial, estamos listos para irnos, entonces.
- Perfecto. Pensé que podríamos caminar, comer hamburguesas en Mc Donalds y luego, la diversión está sólo una manzana más abajo.
Enzo bajó a Felipe. —Ponte los zapatos y déjame tomar una taza de café.
— Suena perfecto. — Juani fue en busca de sus zapatos, sintiéndose tan feliz, como sí realmente fuera un miembro de la familia y no sólo el niñero, y Enzo lo había incluido antes de que... se liaran.
¿Esto significaba que habría algo más, después de lo que pasó?
Entró en la cocina, deteniéndose al ver a Enzo bailando con Santi en una mano y el café en la otra. ¡Oh hombre! Al verlos su interior se calentó y su corazón latió un poco más rápido. Definitivamente estaba enamorado de Enzo, y verlo así, hacía que fuese más fácil dejarse llevar.
El bebé se reía, el sonido puro de la felicidad, y Enzo sonrió. — Eso es, bebé, vamos a salir a jugar.
- Es un encanto, ¿no? -Sonreía con tanta fuerza que casi le dolía.
- Es increíble. - Enzo bailó hacia él, depositando un suave beso en su boca —. Buenos días, Juanito.
Nadie lo había llamado Juanito antes, salvo Enzo.
Se lamió los labios, dándole a Enzo una cálida sonrisa. -Buenos días. —Y lo eran, era una mañana muy buena—. Si.
Santiago se giró y lo sujetó de la camisa con su pequeña mano, no dejó de agarrarlo.
- Oye, niño bonito. — Se quedó allí, cerca de Enzo, haciendo muecas al hermoso bebé. Él balbuceaba y se movía, coqueteando con locura. Iba a ser un rompecorazones.
- ¿Estás tratando de robarme a Juanito, pequeño?
— No hay robo, él ya tiene mi corazón. —Sonrió —.Es un nene adorable -
-Bueno, exceptuando a los hijos de mis hermanas, Santiago y Felipe son los únicos nenes que amo, ya que no son parientes.
- ¿Ves? Eres mágico.— Enzo hizo una suave pedorreta en el pequeño cuello, que lo hizo chillar.
Ese sonido atrajo a Felipe en un instante
— ¡Yo también, papi Enzo!
Juani se echó a reír. A Pipe le encantaba que le hicieran pedorretas.
Enzo le entregó a Santiago y comenzó a acechar a Felipe, concentrándose en el juego. Juani continuó riéndose mientras los seguía lentamente. Era tan bueno, ver a Enzo relajarse y jugar con los niños. Era increíble la forma en la que ellos se estaban convirtiendo en una familia. Era mucho más de lo que alguna vez había esperado cuando decidió convertirse en niñero.
Tomó el suéter de Santiago y la mochila, colocándolo dentro. Élse reía y se balanceaba, el dulce nene, casi siempre de buen humor, si no tenía hambre, cansancio o necesitaba un cambio de pañal.
- Está bien, vamos, chicos. Me muero de hambre. - Enzo cargó a Felipe.
- ¡Creo que deberían comer hamburguesas de rana!
-¿Crees que comiendo hamburguesas de rana empezaríamos a saltar por todas partes? - Juani preguntó. Saltar era una de las actividades al aire libre que Felipe amaba.
- ¡Saltar! - Eso era lo que estaba haciendo -rebote, rebote, rebote- Saltaba en los brazos de Enzo, sus pies por encima de las bolas de Enzo.
Juani hizo una mueca, esperaba que no sufrieran ningún daño, quería encargarse de ellas,estaba perdido, desde el principio le había parecido guapo, pero la forma en la que se sentía ahora lo sorprendía bastante.
Enzo acomodó a Felipe más arriba mientras luchaba para sacar el cochecito del garaje.
— Es un día hermoso.
— Lo es, el mejor día de mi vida. - Juani estaba prácticamente saltando, por el amor de Dios.
— Lo sé, Juanito, lo de anoche fue fabuloso
-Oh sí - Sonrió aún más, asintiendo. -Sí, sí, lo fue.
Enzo lo miró, le dedicó una ardiente sonrisa.
Juani le sonrió en respuesta,estaba en muchos y jodidos problemas.
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