Capítulo 10
— ¡Papi Enzo! ¡Papi Enzo! ¡Juani está durmiendo en tu cama!
Un enorme dolor abrumó a Enzo cuando su pequeño hijo aterrizó sobre sus huevos, lo hizo enroscarse, gruñendo.
-Mierda.-
ー Uhn.
- Oh, jo-... —Juani lo interrumpió a mitad de la maldición, pasándole una almohada donde Enzo enterró la cabeza.
- Lo sé, amigo. Estábamos muy cansados. Buenos días. - Abrazó a su hijo, diciéndose a sí mismo que no debía perder la compostura. Ambos eran adultos, no estaban haciendo nada malo.
Juani se destapó y asomó su cabeza por encima de los cobertores. Le sonrió a Felipe.
- Hola,Pipe. ¿Dormiste bien? -La mano de Juani acariciaba el muslo de Enzo bajo las sábanas.
— Si, ¡Hice pipí yo solito en mi orinal!
- ¡Excelente! -Enzo sonrió—. ¿Panqueques o huevos con bacón esta
mañana?
—¡Amena!
- ¿Avena? ¿Papi puede pedir huevos?
— ¿No te gusta la avena, Enzo? - Juani lo miró seriamente y luego bostezó.
— No. —Le guiñó un ojo, la odiaba, odiaba esa cosa —. ¿Necesitas dormir un poco más? Puedo preparar el desayuno, ya que Santi sigue-
Un llanto agudo llenó el aire.
— No importa.
Juani se rio.
- Ve a preparar el desayuno, Felipe puede ayudarte y me haré cargo de Santi-
- Está bien. — Le sonrió a Juani, levantando a Felipe—. Esto si que son unos 'Buenos Días'.
Hizo volar a su dulce niño alrededor de la habitación antes de ponerse su bata.
- ¿Quieres manzanas, duraznos o pasas en tu avena?
- ¡Plátanos y pasas, papi!
— Mmm, eso suena bien. Quiero eso, también. — Era obvio que Juani estaba esperando que se llevara a Felipe para levantarse. Lo que probablemente era lo mejor.
— De acuerdo. —Salió tratando de no ver hacia atrás para observar el cuerpo de su nuevo amante.
Un par de minutos después, Juani bajó con Santi, ya había empezado a preparar la avena, mientras Felipe colocaba, con cuidado, los platos para Juani y él en la mesa.
- ¡Él tiene hambre! —Juani lo mecía, pero claramente él no estaba feliz.
— Su biberón está en la encimera. ¿Quieres huevos?
— Soy fácil. Huevos o avena. —La mirada de Juani se detuvo en él.
— Te pondré avena. -Después de todo, Felipe ya había puesto un plato para Juani—. Me prepararé unas tostadas. — En realidad sólo
necesitaba café.
— Como desees, jefe. - Juani le sonrió.
Asintió, cortando los plátanos, mientras escuchaba el show de la mañana, encontró las pasas y el azúcar moreno. Juani alimentaba a Santiago y entretenía a Felipe, lanzándole calientes miradas de vez en cuando. Eso hizo que preparar la avena fuera más difícil, pero pudo manejarlo.
- ¿Tienes que trabajar hoy, papi Enzo?
— No, hijo. Tengo los lunes libres. Ayer fue domingo.
— ¡Siii! - Felipe agitó los brazos al aire.
Juani sonrió ante el entusiasmo de Felipe.
- ¡Siii! - Enzo también agitó sus brazos y meneó su trasero.
Juani se rio y Santi también se rio en sus brazos. Joder, era una mañana estupenda, la mejor que podía recordar en mucho tiempo.
Enzo se preparó una taza de café, y le sirvió a Juani una taza de té Earl Grey.
— Gracias. —Los dedos de Juani se detuvieron sobre los suyos mientras
sostenía la taza.
— No hay de qué. — Ellos compartieron una sonrisa lenta y secreta.
- ¡Juani! Necesito azúcar morena en mi avena.
- ¿En serio? ¿Seguro que no es sal lo que se supone que debes ponerle?
Pipe se echó a reír. —No, eso es una tontería.
Enzo se rio entre dientes, pero comenzó a pensar, avena con caramelo salado podría ser interesante. Juani ayudó a Felipe con el azúcar morena y añadió un poco de leche a su avena para enfriarla, antes de acomodar a Santiago para que eructara. Enzo aprovechó la oportunidad para sacar su cuaderno del gabinete y escribir esa idea. Tenía miles de lo que parecían ser pequeñas notas. Apuntes para cuando tuviera tiempo para experimentar a su antojo. Para cuando fuese su propio jefe.
—Ven y siéntate, papi. — Juani empujaba una silla con su pie.
- Mmm hmm. Déjame escribir esto y tomar mi tostada.
— Se supone que es tu día libre. - El regaño era amable.
— Lo sé. — Se rio entre dientes—. Este es mi libro de deseos. —Terminó de escribir, guardó el cuaderno y tomó a Santiago para que Juani pudiese comer.
Era cálido y suave. Él le agarró una de sus orejas y tiraba de ella.
- ¿Libro de deseos? - Juani agregó un poco de azúcar morena a su avena y comenzó a comer.
— Ajá. Recetas para cuando construya mi propio restaurante.
- Oh, wow. Eso sería fabuloso.
- Algún día. -Acarició la mejilla de Santiago. Después de haber pagado la universidad para sus dos hijos.
- Podría construirte un restaurante, papi -—le dijo Pipe seriamente.
- ¿Puedes? ¿Qué tipo de restaurante?
-De Legos.
Resopló sobre su café. —Hijo, no puedes comer bloques de legos.
- Sin embargo, son buenos materiales de construcción -señaló Juani.
— Lo son. Los que más me gustan son los rojos.
—A mí los azules —dijo Juani.
Felipe se rio.
Enzo sonrió.
— ¿Has oído eso? ¿Los azules son mejores que los rojos?
Pipe asintió, riendo con fuerza.
- Los azules siempre son mejores que los rojos. —Juani parecía ofendido, pero Enzo sabía que era una actuación.
Felipe ladeó su cabeza. —Me gustan los verdes.
- ¡Oh! Los verdes son buenos, también. — Juani asintió, dándole una sonrisa y un guiño—. ¿Por qué no un restaurante hecho de todos los colores?
- ¡Restaurante arco iris!
Las palabras de Felipe hicieron a Enzo aplaudir alrededor del trasero en pañales de Santi.
— Eso es, hijo. Lo llamaremos así algún día, ¡Restaurante arco iris!
Juani le dio otra de esas sonrisas lentas e íntimas.
- Me gusta.
- A mí también. —Besó la frente de Santiago —. A mí también.
- Entonces, ¿qué haremos hoy, papi? - preguntó Juani.
Enzo apreciaba eso, incluso antes de que se convirtieran en amantes, Juani siempre había estado feliz de pasar las mañanas y los fines de semana con los niños y él. Probablemente era en parte por lo que sentía por él, tanto como él lo hacía con Juani.
— No sé. ¿Qué quieres hacer hoy? ¿Habrá buen clima?
Juani miró por la gran ventana tras él y asintió.
— Parece que estará soleado.
- Podríamos ir al parque, o podríamos jugar en el patio. —Se detuvo, pensándolo—. Podríamos ir al centro y pasear por el mercado de agricultores.
- A tu papá le gusta la comida,Felipe. Demasiado. - Juani estaba hablando con Pipe, pero tenía una sonrisa burlona hacia él.
— Sí. Quiero una casita del árbol - anunció Felipe.
— ¿Una casita del árbol? —Juani frunció el ceño—. ¿Una de esas que se ubican en el patio?
— Sí. Igual que en 'Dora'
Enzo parpadeó. Una casita del árbol. En su perfecto jardín. Wow.
- Tendríamos que averiguar qué hacer con la piscina. -Juani le dio una mirada de disculpa—. Sabes que no es segura, ¿verdad? Hay que cercarla o algo así. -—Esta no era la primera vez que Juani lo mencionaba.
- ¿Podemos nadar? -Felipe estaba saltando—. Me gusta nadar.
Enzo asintió.
— Supongo que sí. Ni siquiera he visto el patio en las últimas semanas.
—Habían hablado sobre inscribir a Felipe en clases de natación u otra actividad en la YMCA hacía unas semanas, pero Juani había llamado y al parecer no había horarios disponibles por el momento.
- Puedes conseguir un limpiador -sugirió Juani. Luego se volvió hacia
Felipe—. ¿Recuerdas las reglas sobre el patio trasero,Pipe?
- Con papi Enzo o contigo. Nunca, nunca solo.
- Eso es correcto. Nunca jamás irás por tu cuenta o tratarás de entrar en la piscina sin papi Enzo o sin mí.
Dios, a veces, Enzo se daba cuenta de lo poco preparado que estaba.
- Con papi Enzo o contigo. Nunca, nunca solo — repitió de nuevo
Pipe.
Juani sonrió y asintió.
- Buen chico.
Enzo elevó el biberón de Santiago para que lo terminara, mirándolo mientras lo sostenía. Tal vez deberían mudarse. Encontrar un lugar más... más adecuado para los niños.
— Apuesto a que podemos encontrar a alguien que cerque la piscina si deseas conservarla. -Juani se sentó y continuó con su té, ya se había terminado la avena.
- ¿Conservarla? No puedes deshacerte de una...
— ¿No? Apuesto a que se puede. Sin embargo, probablemente será más barato, mandarla cercar, así los niños no pueden llegar a ella.
—Sí. — Se apoyó en Santi, tratando de no suspirar.
- Enzo, hombre. -Juani esperó hasta que lo miró—. No te dejes abatir por este tipo de cosas, no estabas preparado para tener a los pequeños aquí.
- No, no lo estaba. Y ahora las cosas estaban... torcidas. No de mala manera, amaba a los niños y esta cosa nueva con Juani era jodidamente increíble, pero... no era correcta del todo.
- Bueno, entonces, es sólo cuestión de averiguar lo que queda por hacer.
Juani siempre era tan positivo.
- Sí. -Asintió. No estaba seguro si sería capaz, lo único que sabía es que iba a tratar.
La forma en que Juani le sonreía, lo hacía sentir como si pudiera hacer cualquier cosa.
- ¿Estás bien, papi Enzo? —le preguntó Juani suavemente.
Enzo asintió. —Sí. Sí, estoy bien. Sólo pensaba.
- Creo que huele a humo. -Juani le sonrió.
— ¿Por qué olería a humo? -Pipe olfateó -. No huelo humo.
Enzo pellizcó el trasero de Juani.
- Estaba bromeando, hijo.
Juani soltó un pequeño gritó y se echó a reír. —Sí, lo estaba. No hay humo, Felipe.
- Oh. -Pipe casi parecía decepcionado.
Juani alborotó el pelo de Felipe.
— ¿No has encendido la chimenea todavía?
- ¿Hmm? No, todavía no. — Había estado preocupado de que Pipe pudiera asociarlo con lo sucedido con Sofía, pero a lo mejor estaba equivocado. Tal vez era bastante diferente...
- Suena como que a Felipe podría gustarle.
— Sí. — Lo haría-. ¿Crees que está lo suficientemente frío como para intentarlo? El verano se acercaba, pero había sido una primavera muy lluviosa y fresca hasta el momento.
- ¿Qué tal esta noche? Podríamos hacer un campamento para la cena.
- Oh. Oh, papi... papi, ipor favor! Igual que Dora, con una tienda de campaña, malvaviscos y salchichas. Oh... — Los ojos de Felipe eran enormes.
¿Cómo podía alguien decir no a eso? Ciertamente, él no. —Creo que es una idea fabulosa. Creo que deberíamos hacerlo.
- ¡Genial! Vamos a tener esta noche una fogata. ¿Hay sacos de dormir?
Podemos utilizar mantas para hacer los sacos de dormir. Ya se nos ocurrirá algo. -Juani parecía casi tan emocionado como Felipe.
Se rio y negó.
— Tengo bolsas de dormir en el garaje, pero vamos a tener que hacer una tienda de campaña.
Pipe comenzó a saltar y brincar, haciendo ruido. Corrió alrededor de la habitación gritando tienda de campaña y malvaviscos.
- Algunas mantas, un par de sillas. Recuerdo que hice algunas de esas cuando era pequeño. —Juani se frotó las manos.
- ¿Sí? -Enzo no estaba seguro de haberlo hecho, pero tampoco recordaba querer hacerlo.
Juani asintió.
— Sí. Era una cosa en la que mis hermanas y yo estábamos de acuerdo.
— Bueno, es una buena...
Sus palabras se interrumpieron cuando Felipe se golpeó contra una silla, cayendo al suelo.
Pipe comenzó a llorar y Juani se apresuró a revisarlo.
— Hey, hey, está bien,Pipe.
— ¡Mami! -Ese grito rompió el corazón de Enzo. Entonces Santiago comenzó a llorar también, el malestar de su hermano se transmitió a él.
- Shh. Está bien. Tu papá y yo estamos aquí. Estamos aquí, mi amor, y tú estás bien.
- ¡Quiero a mi mami! ¡Tengo una pupita!
Enzo se puso de pie, haciendo malabares con Santi, para llegar a Pipe.
- Ven aquí.
Juani se levantó y tomó a Santi, asintiendo hacia él.
— Papi Enzo está aquí para ti, cariño.
Pipe se lanzó a los brazos de Enzo y abrazó a su hijo.
- Quiero a mami
—Lo sé, pero estoy aquí. —¿Qué otra cosa podía decir?
Juan le dio una sonrisa triste, brindándole su apoyo, a su hijo y, a él.
Besó el pequeño bulto en la parte superior de la cabeza de Felipe.
- Por lo tanto, tenemos que planificar nuestro campamento.
El labio inferior de Felipe hizo un puchero, se estremeció por un momento, su hijo estaba a punto de llorar otra vez.
— Tendremos canciones y smores. ¿Sabes lo que es un s'more,Pipe?
La pregunta de Juani tuvo a Felipe mordisqueando su labio mientras reflexionaba sobre la pregunta y luego negó.
- No.
Enzo se rio entre dientes.
- Oh, los smores son tan buenos. Galletas, chocolate y malvaviscos todo junto.
— Lo más importante es que los malvaviscos se asan sobre el fuego, por lo que están todos derretidos. Y tú, niño con suerte, tienes a dos personas que te pueden ayudar a asarlos, papi Enzo y yo.
- Oh... — Los ojos de Felipe se ampliaron—. ¿Puedo hacer los de Santi, también?
— Santi no tiene edad suficiente para comer smores todavía, pero puedes ayudarme con los míos. Apuesto a que papi Enzo te dejará que lo ayudes con los suyos
— Por supuesto. Lo haremos como una familia. —Le encantaría que fueran una, familia, los cuatro.
— Eso suena muy bien. — Juani tenía esa sonrisa cada vez que decía cosas por el estilo, había una calidez en esos lindos ojos.
— Así es. -Abrazó a Felipe-. Vamos. Vamos a cambiarnos y a arreglar tu habitación, entonces empezaremos a planearlo todo.
— Voy a cambiar al príncipe Santiago y a vestirme, me reuniré con ustedes luego.
— ¿No te importa? —No quería que Juani pensara que todo... esto... era para aprovecharse de él.
Juani parpadeó y luego meneó la cabeza. -No, por supuesto.
- ¿Si? Genial.
- Sí, genial. —Juani miró a Felipe y luego le envió un beso rápido.
No podría evitar sonreír, aunque le pagaran. Entonces Felipe puso sus pequeños brazos alrededor de él y apoyó su cabeza sobre el hombro de Enzo. Así que ni siquiera lo intentó.
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