Cap 9. "Sucesos, varios, durante la estadía carcelaria"
Desde que perdí a Tommy, mi vida entera se había vuelto un vacío. Si bien, tanto Jessica, como Amanda, Edward y Wagner venían a visitarme, el hecho de pensar que tal vez no lo volvería a ver me estaba carcomiendo lo poco que me quedaba de cordura. Debía idear un plan, no podía dejar que me quitaran lo más preciado que tenía.
20 de enero, 2007:
Todo parecía irse a la fosa, pero, sin poder negarlo, Cintya me hacía buena compañía. Era un tipo muy buena onda y con el que podía desahogarme, «con respecto a lo sentimental, no sexual, malditos pervertidos».
Ese tarde nos encontrábamos en la celda, bastante callados. Había tenido algunos problemas con los hermanos incesto, pero nada relevante y que no pudiese sobrellevar.
Cintya trataba de no inmiscuirse en los conflictos que los Meloni acarreaban, pero hoy le habría sido imposible.
Estando en la cafetería uno de los hermanos le tocó las nalgas al novio del morocho —un chico de complexión delgada y pequeña—. Usaba unos lentes por demás grandes, provocando la burla de la mayoría de los reclusos del lugar. Su color de piel era tan blanco que parecía que había muerto hace años, ya. La cuestión es que era un debilucho, y cualquier paso en falso lo haría caer en las manos de los peores criminales del condado.
Cintya vio el suceso y se levantó de sopetón, del asiento, provocando que éste cayese a un lado. Se acercó al Meloni más grande —que era más bajo por una cabeza y media de altura— y le dijo:
—Tú sabes que ese es mi chico. No deberías meterte con él— expresó el morocho, amaneradamente pero firme. Los ojos de su novio resplandecieron, yo me aproximé para presentarle apoyo, tanto físico como moral.
En estos meses lo único que me motivaba físicamente era hacer ejercicio en el patio y unirme a los campeonatos de Basquetball de la penitenciaría por ende me encontraba en buena condición anímica.
El tipo se echó a reír y escupió para el costado.
—Tal vez debería de cambiar de perra. Mi hermano me está dejando de ser útil. Sus celos me enferman.— «¿Es en serio? ¿Te "enferman"? Hablaba como si de un tipo cuerdo se tratase».
—Pero él no es el tipo de chico que te gusta; no es el tipo de chico que le gusta a nadie. Además, está lleno de tipejos aquí que darían su vida por acostarse contigo, por favor, deja a mi Richie en paz.
El semblante del tipo se tornó en una mueca perversa y sonriente.
—Está bien, Cinty, dejaré a tu noviecillo en paz.
—¿En serio? ¿Así de fácil?
—Por supuesto— le dio un par de palmadas en su fornido hombro y se marchó.
La pareja se abrazó aliviada.
—Creo que está tramando algo, Cint— advertí preocupado.
—Lo sé, Alex. Pero, ¿qué podemos hacer? más que aguardar a que todo pase.
—Te amo, Cinty: siempre me estás ayudando. Nunca podré pagártelo— agradeció Richard, propinándole un beso en la comisura de su boca.
Los tortolitos comenzaron a mimosear, por lo que yo procedí a retirarme a la mesa en la que había dejado mi almuerzo a medio comer.
Esa tarde, mientras conversábamos con Cintya, en la celda, se escuchó la alarma que indicaba que un recluso había sido herido o asesinado. Policías iban y venían.
«Era más común de lo que se pueden imaginar.»
Yo me acerqué para husmear, cuando visualicé el cuerpo sin vida de Richard, tendido en una camilla.
—¿Quién habrá sido el tonto esta vez, Ally?— cuestionó Cintya, limándose las uñas, sin mirarme.
Yo titubeé y traté de no mirarlo.
—¿Alex? ¿Te sucede algo? Estás pálido...— Cuando nuestras miradas se cruzaron el morocho dio cuenta de la situación y corrió hasta posicionarse sobre las rejas, parecía que las iba a atravesar.
—¿Ese es Richie? ¡No! ¡No puede ser mi Richie! Hoy nos besamos. Nos íbamos a casar...— Su voz se quebró y sujetó mi camisa.— Dime que no es él... Dímelo Alex... Tu viste a otra persona... Dime que es sólo un juego de mal gusto...
Sus llantos se oyeron por todo el módulo. Comenzó a tirar todo lo que había en la habitación, incluyendo las camas. Había roto hasta el inodoro. Su fuerza no era normal, sumándole la adrenalina, me sorprendió que yo no hubiese sido uno de sus objetivos a destruir.
Un par de guardias entraron para inmovilizarlo, sin éxito. Al final tuvieron que sedarlo.
Los días siguientes a eso Cintya lucía apagado. No parecía él en lo absoluto. Se la pasaba rezando a una foto de su difunto novio, que se encontraba en la pared, en conjunto con un rosario. Sentía mucha pena por él, y sabíamos quién lo había hecho. Según nos enteramos, fue su compañero, pero teníamos idea de quién lo había mandado. Por lo que se podía apreciar, y según su comportamiento enrarecido y distante, creía que mi amigo se estaba reservando para cometer una locura.
30 de marzo, 2007:
Hoy vino Jessica a visitarme: se veía reluciente y había comenzado la universidad. Todo en ella cambió para bien, me gustaba más que nunca, pero no quería que anduviese con alguien como yo, así que cada vez que me insinuaba algo la trataba cortante. Inclusive una vez se ofreció a satisfacerme en la habitación conyugal. Evidentemente me negué, ella era muy delicada para tocar uno de esos mugrosos lugares de mala muerte.
—¿En qué piensas, Alex? Te veo perdido— me dijo con esa mirada que enamoraría hasta a Cintya.
—En nada. Estoy cansado de estar aquí, es solamente eso.
—Te quedan dos años y medio.— Tomó mi mano, condescendiente, provocando que mi "amigo" se alegrara. «¿Qué quieren? Hace muchos meses que no follo.»—. Cuando salgas de aquí, tal vez podamos alquilar algo, aunque sea pequeño. Yo encontré un trabajo de medio tiempo. Lo llevo bien con la universidad— corté su comentario.
— ¡¿Qué?! ¿Estás loca? Eddie puede costear tus estudios, además de que la mayoría ya están pagos, recuerda que yo los pagué, Jessica.
—Sí, Alex, pero cuando salgas tendremos que recuperar el tiempo perdido. Y ¿qué mejor que viviendo juntos?
—Escúchame, Jess — sujeté su rostro entre mis manos—. Eres hermosa y todo eso, pero, tengo novia. Y no pienso engañarla contigo. Te aprecio mucho, eres la mejor amiga que podría pedir, pero no quiero que hagas más nada por mí.— Obviamente mentía, pero no podía cagarle la vida también. Tenía demasiado por resolver.
— Al... ¿Tienes novia?— Sus ojos se llenaron de lágrimas y yo asentí—. De acuerdo, lo siento. Siempre creí... Lo lamento...
—No te preocupes— dije, haciéndome el indiferente, a pesar de que me destrozara verla así—.¿Sabes algo de mi hijo?—Jessica se limpió las lágrimas.
—Sí, comenzó a ir a un instituto católico. Al parecer el abuelo lo quiere adoctrinar.
—¡Maldito bastardo!— hablé colérico, casi en un murmuro.
—Eddie y Wagner comenzó con los temas legales. Todos estamos a tu favor. Ahora debo irme, nos vemos, Alex.
Se levantó y yo sostuve su brazo.
—No vayas aún— imploré, pero ella negó con la cabeza y se marchó.
21 de junio, 2007:
Wagner estaba sentado en frente de mí, retándome como siempre.
—Es obvio, hermanito, que eres un pendejo, pero no te preocupes, que aún así te considero como parte de la familia.
—Gracias ¿Han avanzado con el juicio?
—Sí, es más, te tengo buenas noticias.
—Te escucho— dije, no muy esperanzado.
—Eds y Mandy tendrán la custodia compartida con el abuelo de Tom.
—¿Y eso es bueno?— pregunté frustrado.
—¿Tú sabés que me estás empezando a irritar?— dijo con un tono de voz cínico y amenazante—. ¡Es más que bueno! A pesar de las cagadas que te mandaste, Alex alias "pendejo", aún tienes la oportunidad de verlo de nuevo. Y si todo sale bien me devolverán la custodia a mí hasta que salgas, pero es un proceso de años. Nos dijo la asistente social que Tommy se ha adaptado bastante bien a convivir con el viejo, y que no quieren que el desapego sea tan brusco, por su propio bien.
Bufé irascible. Wagner sostuvo mi hombro.
—Hermano, haré lo que tenga que hacer para devolverte a tu hijo. Así tenga que sacrificarme, acostándome con toda fiscal o jueza, que se cruce en nuestro camino.
—¡Oh! ¡Por favor, Wag! La última vez que hiciste eso perdimos a Alicia por cometer desmadres con ella.
—¿Quién te dijo eso?
—Olga, imbécil.
—Maldita gorda.
—En serio, hermano, no te metas en ese terreno. Deja que todo vaya en su transcurso natural—le dije entre súplicas, esperando a que tomara en cuenta mi consejo y mandato.
—Está bien, trataré.
Le propiné un golpe en su entrepierna, por debajo de la mesa de la sala, provocando que se regocijara en su asiento.
—¡Cabrón!
22 de agosto, 2007:
Jessica habría venido por demás hermosa ese día, su vestido corto y su maquillaje me indicaban que ya había dejado de ser una niña hace algún un tiempo, ya.
—¡Alex!— gritó abrazándome tan calidamente que tuve correr mi pelvis para que no se enterara de lo "feliz" que me ponía tener el más mínimo contacto físico, con ella.
—Jessi. ¿Cómo has estado? ¿Y Tommy? ¿Se está adaptando?
—En seguida que me vio vino corriendo hacia a mí. Se acordaba como si jamás hubiésemos estado distanciados, Alex. ¡Lo amo! Es el niño más hermosos ¡Ah! Quiero que mires esto.— Sacó un celular pequeño, de esos que sacan fotos.
Me mostró a mi hijo. ¡Casi no lo reconocía! Estaba tan hermoso, y grande. Lucía como un principito con un pequeño traje.
—¡Por dios! Es tan jodidamente hermoso como yo.— Quería reírme para no llorar.
—Lo sé, Alex— esbozó coqueta.
Yo la miré detenidamente y ella no me correspondió como siempre.
—Estás hermosa.— Estaba tan contento que quería acostarme con ella ahí, en frente de todos.
—Emm... Gracias, Alex... Tú siempre luces guapo— habló tratando de limitarse.
—¿Qué sucede, Jess? Te noto extraña.
—Es que tengo que contarte algo— fruncí el ceño y me crucé de brazos—. No te preocupes, es algo bueno, por lo menos para mí.
—Te escucho, Jess. Si es algo bueno, pues, bienvenido sea.— Ella me sonrió, conmovida.
—Tengo novio— dijo, con una sonrisa en el rostro.
«Ja, ja, ja ¿Novio? ¡Pues claro que sí! Si yo había sido un imbécil con ella, a tal punto que la dejé ir, como los mejores. Ahora debía suicidarme psicológicamente y ya estaba hecho».
—Felicidades, Jess. Y ¿cómo es él?— «Obviamente pregunté eso para mandarlo asesinar, estando dentro de la cárcel, y que nadie sospechase. Okay, no, exageré».
—Es perfecto, Alex: él dice que se enamoró de mí desde la primera vez que hicimos contacto visual. Es capaz de bajarme cielo y tierra si se lo pido. Se la juega por mí como nunca nadie antes lo había hecho.
«¡Ouch! Eso dolió.»
—Me alegra oír eso, Jessica. Mereces a alguien que te tenga como la reina que eres.
«Espero que muera atropellado o que quede cuadripléjico».
—Gracias, Alex, sabría que me entenderías.
Me volvió a abrazar, pero ésta vez mucho más fuerte. Yo sentí sus gloriosos pechos apretujarse contra mí.
«¡Mierda! Su cuerpo es un paraíso en tierra. Pegenme un tiro, es lo que me merezco por ser tan pendejo».
31 de octubre, 2007:
Ese día había notado a Cintya extraño; a pesar de que ya de por sí él era extraño, tenía un comportamiento más inusual que de costumbre. Estaba bastante callado y serio. Como midiendo alguna probabilidad, o calculando el siguiente movimiento a perpetuar. Me provocaba una cierta intriga, y, no voy a mentir, un cierto pavor, saber qué es lo que pasaba por su turbia cabecita.
En la cafetería se encontraban los Meloni hablando y riendo. Mi amigo los observaba sin quitarles la vista de encima.
—Cint, ¿te encuentras bien?— No obtuve respuesta .
—¿Qué miras, mamadera?— dijo uno de los hermanos al morocho. Éste seguía sin responder.
—Te ha preguntado algo. Si no quieres que te vaya mal, responde, hermoso— le dijo el otro, con gesto falso y convaleciente.
Vi que mi amigo traía algo por debajo de la mesa, cuando enfoqué una mirada periférica me percaté de que traía una navaja.
«¡Mierda! Esto no va a salir nada bien.»
El más grande de los hermanos se acercó hasta donde nos encontrábamos.
—¿Qué te pasa, negro? ¿Te comió la lengua el gato?— Sus cómplices se echaron a reír forzosamente—. ¿O... acaso sigues traumado por lo que le pasó a tu noviecito?
Cintya afirmó el agarre del arma blanca.
—¿Sabías que fue violado mientras moría? Sufrió mucho, pobre chico. Su culo blanco jamás lo olvidará— expresó sarcástico.
El rostro de mi amigo era psicopatezco. Nunca había visto una mirada así en mi vida.
—Tal vez...— decía, el enfermo, aproximándose a él—...te gustaría probar...— puso su mano dentro de su pantalón y sacó su miembro— ... esto.
El idiota aproximó su órgano sexual hasta la cara de mi amigo y se lo pasó hasta la boca. Yo estaba en shock y totalmente asqueado. Me sorprendía que no hiciera nada.
—Vamos, negro... Chupa—Ahí fue cuando él mordió al hombre con todas sus fuerzas y comencé a ver sangre salir de su boca y del pene del otro. Casi vomito al instante.
El morocho sacó la navaja y cortó sus testículos. El tipo pegó un chillido agudo que alertó a los efectivos. Sus amigos vinieron corriendo a socorrerlo, yo me puse delante de ellos, traté de pararlos, inclusive le propiné golpes a un par, hasta que uno de los policías comenzó a disparar contra nosotros. Uno me pegó en la pierna, dejándome un dolor insoportable pero no letal; eran balas de salva.
Ese día había sido una locura. Al final de la semana absolvieron a mi amigo de los cargos, alegando que intentaron de abusar de él. A los hermanos los cambiaron de módulo y yo estuve una semana completamente solo en mi celda. Luego de eso no se volvieron a meter con nosotros.
23 de diciembre, 2007:
—Es una lástima que no podamos estar todos juntos en navidad, querido— repuso Amanda, apenada.
—Tranquila, Mandy, es demasiado que hayas traído toda esta comida para mí. No creo que la pueda terminar toda para el veinticinco.
Amanda se echó a llorar.
—Lamentamos no poder traerte a Tommy, Alex, creemos que es lo más conveniente, por ahora, por las cuestiones legales, tú sabes...— dijo Edward, con cierto hilo de culpa en su voz.
—Descuida, Eds. Yo, desde un principio, me opuse a que traigan a mi hijo a este lugar de mala muerte, y lo seguiré haciendo.
—Te trajimos un regalo, Alex— dijo Wagner, sacando una videocámara de su bolsillo—. Es última generación— me guiñó el ojo—: Es digital.
—¿De dónde sacaste el dinero para eso?
—Al negocio le va a cada vez mejor— respondió Eddie—. Increíblemente, gracias a Olga, que resultó ser buena vendedora. ¡Por cierto! Te mandó saludos. Estaba arropando a Tom cuando la vimos por última vez. Ellos dos se llevan de maravilla.
—¿Y Jessica?
Todos se miraron por un instante y Wagner habló.
—Está con su novio, en un crucero.
«Un puto adinerado tenía que ser.»
—Me alegro— dije serio, con una raya de boca y ojos totalmente inexpresivos.
—Ahora, mira el vídeo, pendejo.
Tomé la cámara y procedí a mirar la filmación. En ella se encontraba Jessica con Tomás, sobre su falda, enseñándole una fotografía.
—¿Quién es este Tommy? ¿Sabes quién es?— le preguntaba amorosamente.
—Papá— dijo Tomás, alegre.
—¡Así es, Tom! ¡Es papá! Y si todo sale bien podrás verlo dentro de poco.
—¡Sí!
Mis ojos se llenaron de lágrimas, y, antes de poder contenerme, largué el llanto más jodidamente doloroso que haya echado jamás.
—¡Oh, cariño! ¡Ven aquí!— Amanda me abrazó, seguido de Eddie y Wagner.
—Hermanito, sé que todo va a salir bien y jamás volverás a ser tan pendejo como para que te encierren por mamadas como esas— repuso el idiota de mi hermano, con lágrimas en los ojos.
—¡Wagner!— regañó Eddie, propinándole un pequeño golpe en su cabeza.
24 de diciembre, 2007; 23:59;
—¡Feliz navidad!— Cintya me extendió su mano con un pequeño presente.
—Muchas gracias, Cint.
—No te preocupes por mi regalo, me los debes— repuso guiñándome un ojo.
—No, no, no... Eso sí que no.— Yo saqué una pequeña caja de debajo de mi almohada—. Toma tú mi presente.
—¡Ah!— pegó un gritito tipo fangril—. ¿Para mí?— asentí—. Eres toda una maravilla, Alexander—me abrazó extrujándome.
—¡Basta ya! O moriré asfixiado, hombre.
—Lo siento.— Agitaba sus manos y se limpiaba las lágrimas—Lo abriremos a la cuenta de una...—Nos miramos— Dos...— Sostuvimos la caja—. ¡Tres!
El regalo de él era una blusa satinada y floreada, de las que vendíamos en nuestro comercio. Era tan delicada su tela que sólo un hombre como él apreciaría tal detalle. Lloró de la emoción y me agradeció.
Al abrir el mío me sorprendí al ver una foto de mi ser en brazos de mi madre, enmarcada en un delicado marco plateado. Lo miré, y, antes de poder soltar alguna palabra, él habló.
—Yo quería ser detective, pero todos se burlaban de mí por mi manera de ser. Había ingresado a la escuela de policía y... Me violaron... Después de ahí mi mundo se desmoronó.
—Yo...— tomé un momento para pensar bien qué decir: estaba atónito—.Muchas gracias...— me levanté y lo abracé.
—¿Crees que nos hubiésemos casado, con Riche?
—Por supuesto. Ustedes son la pareja más empalagosa que conozco, y digo "son" porque sé que aún permanece en tu corazón.
—No quiero que me tomes por alguien imprudente, pero considero que deberías intentarlo con Jessica. Ella te ama.
—Tiene novio— me recosté sobre la cama.
—¿Y qué? Ella te hubiese esperado si tú no la hubieses rechazado.
«Ese maldito hombre tenía razón.»
—Y sabes que tengo razón, Alex— se probó la camisa y comenzó a bailar meneando su cadera.
Yo reía ante la ridiculez de la situación.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top