Yo seré la princesa
Ella era perfecta.
Era amable, era atenta, era inteligente, y para qué decirlo, incluso era linda.
Siempre intentaba ayudar a los demás con una sonrisa en la cara. Mantenía su imagen y notas pulcras, tanto así, que incluso había recibido el apodo de ángel en su salón. Apodo al que nunca le hizo asco, más bien le agradaba ya que demostraba cuanto sus compañeros y profesores la amaban. Y eso hacía una sonrisa burbujear en su rostro, alegre.
Sí, ella era un ángel.
Un ángel tanto por dentro como por fuera. Porque si tenía que decir algo que amaba de sí misma, diría su cabello. Unas largas hebras de color aguamarina que sujetaba en dos coletas, y que siempre adornaba con diferentes cosas. Aunque desde hacía unos años, usaba diariamente el mismo broche que le había regalado alguien especial.
Alguien especial.
Sonrió, observando al frente del salón y saliendo desde lo más profundo de sus pensamientos. El representante de la clase hablaba animadamente sobre el festival que se llevaría a cabo en la escuela como todos los años. Estaban decidiendo junto con la otra división que podrían hacer juntos. En realidad, ya lo habían decidido y simplemente estaban alargando los detalles.
Se acomodó su abrigo. Bueno, no su abrigo. Y sintió aquel aroma de una colonia masculina bastante distintiva. De una persona particular. No había que ser un adivino para ver los sentimientos de la chica. Y ella era muy consiente de ellos.
Por esa misma razón, ella quería tirar de esos hilos y hacer la relación avanzar. Eran la pareja más esperada a pasar del salón.
Ah, de solo pensar en sus propios sentimientos sentía sus mejillas calentar y sus ojos desenfocar todo a su alrededor. Sus manos se hacían puños y su cuerpo tenía una electricidad muy distinta a la normal en ella. Los recuerdos con su querido emergían desde su memoria, junto a muchos brillos y corazones.
Su príncipe...
Y entonces, cuando sus oídos volvieron a la realidad, alcanzó a escuchar lo que el representante decía. Su corazón comenzó a bombear con fuerza su sangre mientras que sus ojos brillaron con entusiasmo.
En el salón, para nadie fue sorpresa en ese momento, al anunciar el título de la obra de teatro que habían acordado con el otro salón para el festival, y preguntando qué papeles querría ocupar cada uno, ella se levantó con una mano en alto; proclamando el papel que ella quería realizar.
—¡Yo seré la princesa!
Y toda princesa necesitaba un príncipe.
—¿Estas segura Miku? Son muchas líneas y vas a tener más trabajo que cualquiera—Una mirada celeste apareció en su campo de visión. Sus ojos brillaron aún más, mientras ahora se dirigía a su mejor amigo.
Por ahora. La persona cuyo abrigo que estaba usando actualmente le pertenecía.
Todos en su salón se quedaron callados, dejando que sus dos alumnos más conocidos, y para qué decirlo, el ship que muchos de sus compañeros tenían, hablaran sobre el papel que ella quería realizar.
—¡Claro Len, hagámoslo juntos! Tu serás el príncipe y yo la princesa— Tomó sus manos con delicadeza, mientras que se acercaba su rostro con una sonrisa entusiasta.
Él, sin verse afectado por la cercanía de la joven, simplemente suspiró con resignación mientras que apartaba la mirada para dirigirla al profesor. Todos alrededor parecían expectantes, esperando la respuesta del rubio, incluso el profesor se había apartado de su libro para oírlo.
—Está bien, yo haré el papel del príncipe.
Y allí su sonrisa se ensanchó, mientras que brincaba de alegría y su corazón latía con más rapidez. Len iba a ser su príncipe, Len ya era su príncipe.
Era Len.
Sus compañeros sonrieron, si ellos hacía los papeles protagónicos, entonces ellos llamarían la atención de los demás cursos. Aquella pareja de amigos eran bastante populares dentro de la escuela. Tanto por sus apariencias como por su capacidad intelectual. Hasta algunos Seniors los conocían y saludaban en los pasillos, y los freshmans los admiraban cuando los veían pasar.
Y no era para menos. Ella sonreía a sabiendas de lo que sus compañeros pensaban. Como aquel festival podría ser finalmente el último paso que les tomaría para comenzar finalmente a salir. Ellos serían el centro de atención.
Una vez se decidieron todos los papeles, todo el salón decidió irse a encontrar con la otra división y así empezar los ensayos cuanto antes. Mientras más rápido consiguieran los guiones y pudieran comenzar, mejor.
Caminaba distraída, con sus amigas hablando a sus costados. Observando atentamente la alta espalda rubia que frente a ella se alzaba y caminaba. Se preguntó cuanto cambiaría todo una vez ellos salieran.
Quizás caminar tomados de las manos por los pasillos durante los recesos. Almorzar juntos... ¡Ella podría darle postres o cosas dulces como regalos! Su corazón dio un brinco. Irse juntos al finalizar las clases, compartir un paraguas en los días lluviosos. Tener mucha más cercanía que la actual.
Ella quería acortar esas distancia de amigos.
La primavera recién empezaba para su amor. O bueno, para el amor.
Llegaron al auditorio, donde otro grupo de estudiantes ya se encontraba allí preparando el escenario y todo lo que se necesitaría para los días de presentación. La gran mayoría de la segunda división se encargaría de la escenografía y todo fuera de la actuación.
Era un escenario grande, con algunas luces y bastante espacio para todos allí. Por segundos sintió sus piernas temblar a sabiendas de que ella estaría allí haciendo el papel protagónico. Debía de ser impecable, Miku no permitiría menos.
Tan atenta se encontraba observando el escenario, que no se percató de cómo algunos alumnos llegaban con más cajas llenas. Entre ellos, alguien cuya vista se veía impedida por las cajas y cuyo peso ya le comenzaba a hacer maña en los brazos.
—¡Cuidado!
Parecía ser muy tarde para cuando ella giró a ver la chica corriendo hacia sí, intentando obtener estabilidad. Sin embargo y antes de que algo pasara, una espalda la cubrió mientras que sujetaba las otras cajas.
Del otro lado de su muro humano, una pequeña rubia emergía desde detrás de las cajas. Con unos ojos zafiros que miraron atentamente al chico que había detenido su caída.
Miku se quedó pasmada, todo había sido tan rápido que no tuvo siquiera tiempo para reaccionar.
—¡Disculpen!
—Está bien—La voz de Len salió rasposa, y tosió un poco—.Déjame ayudarte.
Y así cómo lo vio aparecer, ahora lo observaba alejarse. Acompañado de los demás alumnos de escenografía. Ella sonrió al ver la amabilidad de Len, y como su rostro se veía de perfil al hablar. Sin embargo, no se percató de como admiraba esos ojos zafiro.
Ese mismo día se encargaron de darles el guion de la obra y de explicar como sería toda la distribución en el escenario. Por suerte, bastantes cosas ya parecían encontrarse preparadas y bien planeadas. Ahora solo quedaba estudiar las líneas y ensayar.
Lo primero que hizo, ni bien tuvo el libreto en sus manos y se encontraba sola, fue recorrer todas las páginas para llegar al final y leer lo que allí decía.
"Y el príncipe besa a Blancanieves para despertarla"
Su rostro fue un poema, donde la vergüenza y la alegría se juntaron y crearon una bella expresión en su cara. Definitivamente iba a hacerlo, ella era la princesa Blancanieves y Len el príncipe.
Se esforzaría, daría todo de sí y sería la mejor obra que nunca nadie hubiera visto. En especial porque ellos estaban en ella.
Los días pasaban mucho mas rápido de lo que ella podía contar. Durante las mañanas estudiaba y asistían a las clases, y por las tardes ambas divisiones se encontraban en el auditorio de la escuela para comenzar a practicar y preparar la escenografía de la obra.
A pesar de que ella acostumbraba a pasar mucho tiempo con Len, esto comenzó a verse interrumpido por su papel, donde generalmente ella se encontraba en el escenario y su príncipe, pues...
Digamos que los ensayos eran extraños.
—¡Len! ¡Deja de charlar y vamos a practicar!
Len no le prestaba atención a como ella esperaría al ser la coestrella de aquella obra, muy por el contrario simplemente aparecía para sus escenas y decía sus líneas, pero fuera de eso nunca se quedaba a ver realmente lo que ella estaba haciendo.
Y eso le molestaba.
—Len, ¿Qué tal se ve mi vestido?
El equipo de vestuario había realizado un excelente trabajo con respecto a los disfraces de todos. Su vestido solo hacía realzar su belleza y buena figura, giraba con alegría mientras que escuchaba a todos alagarla y aplaudirle. Sin embargo, ella esperaba la opinión de una persona en particular.
—Sí Miku, se ve bien.
Ella bufó, pero no se contuvo de observarlo con su propio traje. Las hombreras realmente le sentaban muy bien, y el color dorado le hacía su cabello brillar, sus mejillas se tiñeron de rojo al observarlo.
Cada día hacían aproximadamente tres ensayos de todas las escenas que tuvieran listas, por lo que ella casi no tenía descanso, Pero no le importaba, lo hacía gustosa.
Pero cuando finalmente llegaba el momento.
—Tienes un grano en la nariz...
—¡¿QUÉ?! ¿Donde?
—Oh, parece que la princesa se despertó.
Y, con sus manos en los bolsillos, se fue a continuar charlando y ayudando al grupo de escenografía. Miku se quedó observando su espalda mientras se alejaba a paso tranquilo hasta donde la pequeña rubia pintaba un árbol.
Hacía cualquier cosa menos besarla. Ya fuera un zape, soplar, fingir que estornudaba, pincharle la nariz, las mejillas, cualquier cosa que le hiciera "Despertar"
Hizo un puchero, cruzando sus brazos mientras que le observaba reír. Sus labios se curvaron solo por observar su rostro alegre, no podía enojarse con él.
Nunca podía, Len siempre sabía cómo hacerla reír aún si intentaba lucir enfadada. Desde hacer rostros estúpidos, hasta un chiste de mal gusto. Por eso le gustaba Len, porque eso era Len. Aunque aquella timidez ya comenzaba a hacérsele algo pesada.
Oh, ya se le había ocurrido una idea. Una idea lo suficientemente buena como para que su momento sucediera y finalmente pudieran estar juntos. Se bajó de donde se encontraba y corrió hacia él, colgándose de su cuello en un abrazo algo improvisado.
—Len... ¿Crees que puedes quedarte a una pequeña práctica luego de esto?
—¿Eh?
—No puedo memorizar unas líneas ¿Me ayudas?—Juntó sus manos en plegaria.
Vamos, estaban solos en el auditorio y estaban practicando una escena de romance ¡Por Dios! Len no podía ser tan tímido.
Tan solo tenía que inclinarse un poco sobre ella; rozar sus labios y ejercer un poco de presión. Ella pasaría los brazos por su cuello y continuarían besándose.
Rozar sus dedos con el cabello de su nuca, y revolver sus hebras. Sujetarlo con delicadeza y cariño. Ah, se sonrojaba de solo pensarlo, y las yemas de sus dedos ardían ansiosas porque el momento se diera.
—¡Auch! ¡Auch! ¡Len, mi nariz!
Pero ese momento tampoco se dio ese día. Con una risa malvada y un movimiento de mano, Len tomó su bolso y caminó hacia la salida mientras la saludaba.
—Oh, si me esperaste—Fue lo último que escuchó al ver la puerta del auditorio cerrarse.
Sus manos temblaron, no era muy común que Len se fuera sin ella antes de que todo lo del festival comenzara. Pero una vez ella pidió ese papel, su tiempo juntos comenzaba a cortarse cada vez más.
El día se aproximaba. Y ella quería que pasaran mucho más rápido. La espera a una declaración era agotadora, suspiró en su sitio.
Quería a Len. Realmente quería estar con él. Y toda esta timidez o misterio le agotaba. Pero estaba dispuesta a entregarlo todo, ella dejaría que Len diera aquel paso cuando estuviera listo, ella lo esperaría. Los sentimientos no eran algo muy fácil con lo que lidiar.
Cayó a la realidad nuevamente. Y suspiró.
El momento había llegado. Ella se encontraba sobre aquel ataúd blanco mientras que un reflector la iluminaba directamente. Con una hermosa rosa entre sus manos y un lip-gloss rosa en sus labios que sus amigas le habían colocado antes de entrar a escena.
Esperaba que tuviera el coraje.
Prestaba total atención a sus sentidos, podía escuchar las personas del público susurrar, a sus compañeros tras bastidores moviendo y preparando las cosas para el final, a la ligera música de fondo que reproducían para generar ambiente. Y unos pasos. Muchos pasos.
—Y cuando lo pequeños enanitos encontraron a alguien que pudiera ayudarlos, lo llevaron hacia donde la princesa dormida se hallaba.
—La princesa está allí.
—Rápido, rápido. Tiene que despertarla
Unos pasos retumbaron por sobre otros, mientras ahora la rosa en sus manos comenzaba a volverse resbaladiza ante el sudor. No podía desconcentrarse, debía seguir el papel. Debía ser la princesa Blancanieves.
Pero Len besaría a Miku. Porque Len la quería.
Él había aceptado hacer aquel papel, donde sabía lo que sucedería. Él siempre había estado a su lado, apoyándola y haciéndola feliz; alimentando ese pequeño crush y convirtiéndolo en un enamoramiento total.
Era algo mutuo.
—¿Yo? ¿Cómo haré eso?
Sus nervios crecían, expectante ante su presencia. Ahora estaba en frente de ella, la sombra por debajo de sus párpados se lo avisaba.
Podía sentir su respiración, su proximidad, incluso aquella colonia que diariamente usaba. El aroma de Len. Cada vez le costaba más mantener sus ojos cerrados y no poder admirar a su amado, quería ver la expresión en su rostro.
—¡Con un beso! ¡Debe despertarla con un beso!
No podía evitar la pequeña sonrisa que en sus labio quería formarse, era el momento justo. Para ellos.
—Vamos príncipe, debe despertarla con un beso de amor verdadero.
Si, un beso de amor verdadero.
Amor verdadero.
Lo que ellos tenían. La chica más linda, el ángel de la clase; y el chico más popular y apuesto del salón. Eran mejores amigos, se conocían y se llevaban de maravillas.
Vamos Len, rescátame de este sueño.
Y seamos felices en la realidad.
Cuando lo sintió inclinarse hacia ella, sus labios temblaron ligeramente. Podía escuchar su respiración y cómo todos en la audiencia e incluso tras escena estaban atentos a lo que sucedía dentro de la obra.
Sin embargo, y antes de sentir calidez alguna en sus labios, un beso en su mejilla fue lo que recibió en reemplazo de ese beso. Un cálido y dulce beso, que internamente le decepcionó, en la mejilla. Dejó salir el aire que no sabía que estaba conteniendo.
Abrió sus ojos, rápidamente conectándolos con el rostro que frente a ella se encontraba. A unos brillantes y cristalinos ojos celestes. No había ni un sonrojo sobre sus mejillas ni ningún rastro de nerviosismo en él.
Se sentó en su lecho, aun manteniendo su mirada sobre él. Los aplausos de la audiencia se le hicieron lejanos y apagados. Todos a su alrededor subieron al escenario para dar una reverencia ante el público mientras las luces comenzaban a encenderse. Ella aun mantenía su mirada fija en él, mientras este también se la devolvía. Estaban en su mundo.
Hasta que el telón bajó.
Y su príncipe se escapó. Con una floja disculpa, fue pidiendo permiso entre todos allí a la par que desaparecía de su campo de visión. Ella se quedó allí, estática, observando por donde él se había ido.
Hasta que finalmente despertó, y se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. No quería gritar su nombre ahí mismo y atraer la atención de todos sus compañeros. Quienes ahora estaba abrazándose y celebrando el final de la función.
Bajó de aquel ataúd, sujetando el borde de su vestido. Sus compañeros se acercaron a felicitarla con rostros alegres, pero ella simplemente les respondía con algunas sonrisas falsas mientras intentaba seguir su rubia cabellera. Saltó por entre todos para poder verlo, lo observó bajar del escenario.
Finalmente logró librarse de todos, saliendo del auditorio y viendo la cabellera rubia de Len caminar por los pasillos llenos de personas que venían al festival. Se llenó de valor. Tenía que seguirlo, quería hablar con él sobre su repentino cambio de opinión respecto a besarla. Tenían que hablar de su sentimientos y finalmente decirse cuanto se gustaban.
Veía su cabeza correr delante de ella, y estaba segura de que alguien más iba con él. No le importaba quien fuera, lo sacaría del camino para poder acercarse a su amigo. Su necesidad de hablar con él era mucho más importante que cualquier cosa que otra persona necesitara.
Chocó hombros con muchas personas, y pedía pasar con cierta rapidez, poco a poco giraban en pasillos y bajaban escaleras; cambiaban de edificios y la cantidad de personas comenzaron a menguar. Al final, terminó saliendo del edificio.
Estaba silencioso.
La música del festival se escuchaba lejana, y el grupo más cercano de personas se encontraban en la cancha de futbol a algunos metro de ella. Miró a su alrededor y simplemente se volvió adentro.
Un foco se prendió dentro de su cabeza: quizás la estaba guiando a un lugar apartado, donde nadie podría verlos. Todo era planeado por él, para que pudiera acercarse a ella y hablar sobre sus sentimientos; Len era un poco vergonzoso a hablar sobre sus sentimientos. No solía hablar de ellos con ella.
En el giro la detendría, se acercaría a ella, y podrían hablar con total sinceridad. Se declararían y podrían incluso establecer algo más que amigos. Sus mejillas se tiñeron de rojo por sobre su esfuerzo.
Claro, definitivamente Len estaba pensando en eso.
Ella era la princesa. Y él era su príncipe. Debían tener su final feliz.
Escuchó unas risas, y la sonrisa en sus labios volvió a florecer. Acomodó su cabello y su vestido, quería verse lo suficientemente bonita después de tanto correr. Caminó hacia el giro del pasillo, sintiendo aquella risa cada vez más cercana.
Allí estaba Len, esperándola, de brazos abiertos para recibirla y decirle cuanto la amaba. Los pensamientos comenzaban a nublar su mente y el sonrojo en sus mejillas cada vez se hacía más notorio.
Ella era la princesa.
Giró con lentitud el pasillo. Donde poco a poco comenzó a ver la espalda de Len y su cabello rubio brillante ante la luz de una ventana. El viento despeinaba su cabello y lo hacía lucir desprolijo. Él estaba allí, con su traje de príncipe y la espada de utilería que cargaba en su cinturón.
Sin embargo, no se encontraba solo.
Dio unos pasos para atrás al percatarse de la otra presencia que se escondía detrás de la espalda de Len, una cabellera rubia con un distintivo lazo blanco, con el uniforme de la escuela.
Sus ojos comenzaron a aguarse, Len sostenía su mano en su nuca mientras que ella se hallaba apoyada sobre el marco de la ventana. Sus rostros estaban cerca, y no hacía falta ver mucho más como para saber que sucedía.
Las lágrimas caían libremente por sus mejillas, mientras se recostaba en la pared y miraba para otro lado, intentando olvidar las imágenes que giraban en su cabeza. Si hubiera hablado de sus sentimientos antes, quizás ella estaría allí.
Se estaban besando, se abrazaban. Y ella, al otro lado de la pared, tenía el corazón roto.
Miku era una princesa.
Pero bueno, quizás no su princesa.
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Canción: The snow white princess is- Hatsune Miku.
Auch. Feliz San Valentín a todos.
Fue raro escribir esto, y al principio continuaba debatiéndome en quién sería Blancanieves. Si Rin o Miku, pero quise intentar algo nuevo y continué con la primer idea.
¡Y vaya que me gusta cómo me quedó!
Gracias otra vez a Yukirin666 quien me ha estado leyendo y corrigiendo todo. Eres un sol, no se cómo agradecerte.
Gracias por leer y nos leemos pronto.
Bye! Ejército Kagamine 💛
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