Capítulo 8| Dudas
Gradient estaba dormido bajo la sombra de ese árbol del jardín. Todavía era de noche y todos dormían, pero Jammy no. Él tenía dolor de espalda pero intentaba dormir, algo que se le era imposible, además de que tenía un gran conjunto de emociones cargando en su cuerpo.
¿Había encontrado al fin la felicidad o tan solo fue un momento agradable? No podía responder eso, pero por lo menos, cuando escuchaba esa música, no había tenido la necesidad de estudiar y mejorar como niño, y eso era un gran paso para él, o bueno, eso era lo que pensaba.
Al cerrar los ojos, olvidaba todo lo que había tenido que vivir encerrado en su casa, sintiendo la brisa de la noche. Nunca la había sentido de esa forma, y le agradaba la idea de descubrir nuevas cosas en el mundo que le envolvía y que nunca había visto en persona.
Siempre odió eso de tener que estar encerrado, pero por fin ahora podría vivir mejor sin poder salir de su casa, ni poder ir al jardín. No entendía la obsesión de sus padres por intentar hacerle el mejor niño del mundo, pues nunca lo lograrían, pero ellos nunca se habían dado cuenta hasta el momento en el que se desmayó.
Suspiró con tristeza. No quería recordar a sus padres, no quería recordar a esos demonios que le hicieron perder toda la niñez por sus estúpidos caprichos y nunca pensaban en él. ¿Algún juguete de regalo? No. ¿Algún día pudo salir para ir con amigos o simplemente ir a caminar? No. Nada de eso tuvo, siempre estuvo encerrado sin remedio, sin poder salir y desarrollando una obsesión hacia los estudios y hacia esforzarse hasta niveles inimaginables.
Sonrió tristemente ante el pensamiento de qué hubiera pasado si sus padres no le hubieran hecho eso. ¿Seguiría en esos momentos en su casa? No lo sabía, pero la verdad es que no tenía que pensar en eso si no quería entristecerse todavía más, no aunque bueno, tampoco podía hacer nada.
Tenía muchas dudas en su cabeza. Suspiró mientras volvía a apoyar su adolorida espalda en el tronco, intentando reprimir una mueca de dolor. Odiaba ese lugar, pues le privaba de poder conseguir un poco de conocimiento sobre la Tierra, sobretodo porque no podía estudiar ni salir a la calle, pero bueno, podría escaparse por las noches con Gradient y así podría ver el mundo donde vivía y también investigar París, ya que no recordaba nada de esa grandiosa ciudad, aunque sabía de memoria los nombres de las calles por haber estudiado tanto, y tenía bastante conocimiento sobre otras ciudades de Francia.
Después de todo, estudiar no era tan malo, podía aprender cosas que otros niños de su edad no aprenderían todavía, pero también sentía tristeza por no tener amigos, ya que no sabía si considerar a Gradient amigo. Nunca había vivido una situación parecida, pero si en verdad Gradient era su amigo debería cuidar esa amistad, ya que quién sabe cuando conseguiría otra, además de que se sentía muy a gusto con el encapuchado.
Al fin, divagando entre todo lo que sentía, pudo dormirse, pero no apoyado en el árbol, sino en el suelo, llenando su ropa de tierra y algunas hierbas, pero no le importó, por lo menos podría dormir, incluso sin estar cómodo.
—
El Sol apareció, despertando a los dos niños que dormían incómodos en el jardín. Jammy seguía en la misma posición con la que se durmió, pero Gradient se había resbalado del árbol y se había dormido en el suelo, llenando su cabeza de tierra, por lo que tendría que inventar una excusa más tarde.
El primero en abrir los ojos fue Gradient, quien se sentía un poco mareado. Le dolía la cabeza y sentía muchas ganas de estornudar, así que lo más probable era que se había resfriado por haberse quedado dormido allí fuera. Se restregó los ojos, mirando de reojo a Jammy, quién no parecía querer despertarse.
Miró molesto al árbol y al lugar donde se había dormido. Se suponía que se había dormido en el tronco, no allí en la tierra llenándose de piedras, tierra y de picaduras de mosquitos. Suspiró enojado, no sabía qué excusa utilizaría con los encargados para decir por qué tenía tierra, ya que odiaba mentir sobre cosas obvias, y una de esas razones era porque nunca nadie le creía. Bufó, no quería conseguir de nuevo la compostura, pero no la podía conseguir por culpa del mareo que sentía y por las ganas de vomitar. Genial, no se podía encontrar peor, no.
Bostezó con ganas. Tendrían que haber ido a dormir en el dormitorio incluso con el peligro de que les encontraran y advirtieran sus intenciones, pues dormir en un lugar tan poco cómodo no era bueno para su salud ni para su espalda.
—Jammy, despierta.—Murmuró Gradient, golpeando suavemente la espalda del contrario, quien se quejó bastante, abriendo los ojos sorprendido por estar en un jardín completamente desconocido y no en su oscura habitación. Allí fue cuando recordó todo, y en vez de tener una mueca de tristeza, una sonrisa se formó en su rostro.
—¡Buenos días, Gradient!—Gritó alegre, pero Gradient no parecía tener tanta alegría por estar en un sitio que no le interesaba en lo más mínimo, pero bueno, no podía quejarse, al menos podría comer y dormir en un lugar cómodo. Es decir que no tenía que vivir en la calle y tenía un techo en el cual vivir.
—Buenos días. Será mejor que vayamos al salón para que no sospechen de nosotros. Diremos que hemos madrugado porque estamos acostumbrados a levantarnos temprano.—Dijo bastante rápido el encapuchado, levantándose y tomando la mano de Jammy para ayudarle a levantarse.
—¿Uh, no estás feliz? Y claro, vayamos al salón.—Contestó el de bufanda siguiendo a Gradient por el patio hasta llegar a la puerta, cuya se abrió con suma facilidad, sin hacer ni un solo chirrido, alegrando a los dos.
—No es que me de mucha ilusión estar en un orfanato tan... Cómo decirlo. Feo.—Dijo haciendo un puchero infantil. Era normal por tener esa edad, aunque Jammy no opinaba lo mismo.
—Mi casa era peor.—Murmuró indignado Jammy, que no dejaría que insultaran a ese lugar que muy pronto le concedería la felicidad.
—Bueno, no te lo puedo negar, ya que no conozco tu historia.—Se alzó de hombros mirando a un punto lejano. No quería enfrentar a todo lo que tendría que enfrentar en ese lugar. Si tan solo hubiera luchado por hacer que sus padres sobrevivieran también...
Así, caminaron por el pasillo, perdiéndose múltiples veces antes de llegar al salón, que estaba vacío y no había ni un alma dentro. Habían candelabros viejos, las paredes grises estaban derrumbándose y las mesas eran demasiado pequeñas, además de que no había ningún sofá en el que descansar, solo incómodas sillas.
Gradient contempló todo, sorprendido por lo horrible que podía llegar a ser ese lugar, sobretodo si no había nadie más a parte de ellos. Jammy no parecía muy a gusto en ese salón, pero le recordaba a los de las descripciones de los castillos abandonados que aparecían en algunos cuentos del libro, cosa que le gustó bastante.
El tiempo corría mientras Gradient se impacientaba. Tenía miedo de que les descubrieran, de que supieran lo que habían hecho aquella noche, y rezaba para que no sospecharan. Solo quería tener un lugar en el que vivir, y no quería ser expulsado por una tontería como esa.
Al fin, unos cuantos niños empezaron a llegar al salón, todos con rostros desanimados, como si despertar fuera lo peor que les podría pasar, y los dos amigos no lo entendían, ya que, ¿no el día anterior estaban todos jugando tranquilamente? ¿Por qué el cambio de humor? Muy pronto lo descubrirían.
Una vez llegaron todos los niños, de una puerta externa llegaron las encargadas, vestidas con unas batas que parecían bastante cómodas y tomaban unas tazas de café, trayendo con ellas una cesta bastante maltratada. De allí, sacaron unas cuantas tostadas que fueron repartiendo con todos los niños y les dieron una pequeña botella de agua a cada uno. Ese sería el desayuno de aquel día.
Gradient miró asqueado esa comida, ya que la tostada que le había tocado estaba chamuscada y el único acompañamiento que tenía era una mantequilla que parecía rancia, pero por otra parte Jammy miraba eso como si fuera un manjar, y comenzó a comer la tostada con rapidez, pero saboreando tanto como podía.
Al fin, el asqueroso desayuno acabó, alegrando a Gradient, que odiaba ese ambiente tan silencioso. Siempre estaba acostumbrado a desayunar hablando con sus padres, pero ahora todo eso había cambiado, demasiado tal vez.
—Bueno, hoy, como ya saben, es el día de ir a vender objetos. Si logran traer diez euros podrán comer, sino, os conformaréis con las restas de ayer.—Explicó una de las señoras con una voz demasiado aguda, desesperante y estricta, sorprendiendo a los dos niños, que se miraban sorprendidos. ¿Día de venta? ¿Si no conseguían diez euros no podrían comer más aquel día? ¿Qué clase de orfanato era ese?—¿Por qué ponéis esas caras? ¡Alegraos que podréis comer, estúpidos críos!
Y con esos gritos, otra de las señoras, dio bolsas llenas de objetos medio rotos que parecían haberse hecho el siglo pasado, mandando a todos los niños a fuera del orfanato, con intención de que fueran a vender de tan buena mañana y con tan pésimo desayuno.
—¿Y ahora qué hacemos?—Preguntó Jammy una vez en la calle, preocupado por lo que pudiera pasar de ahora en adelante en la calle, pero bueno, podría investigar más a fondo la gente de París que lo envolvía y poder intentar hacer más vida social.
—No lo sé, Jammy, pero debemos comer si queremos sobrevivir en este lugar.—Suspiró con rostro triste.—Así que tendremos que vender hasta que sintamos nuestras piernas desfallecer.
Continuará
Lo siento por tardar tanto en actualizar, lo siento ;-; Tenía otras ideas de historias en la mente, por lo que no pude escribir de esta historia. Bueno, lo único que espero es que os haya gustado el capítulo :P
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top