Capítulo 4| Contacto visual

Jammy miró con temor a los lados. Había entrado con timidez al lugar, y no sabía por qué pero pensaba que allí habitaban duendes y brujas que lo comerían en cualquier momento. ¿Por qué? No lo sabía, pero era una sensación extraña que le ponía los pelos de punta.

Tenía miedo de lo que podría encontrar allí, por lo que seguía abriendo la enorme puerta con mucho cuidado. Seguía con esa sensación de incomodidad, pero no podía hacer otra cosa que entrar al lugar.

La silueta del pequeño se hizo notar por otros niños, que estaban sorprendidos por la entrada de otro nuevo niño en el orfanato. Sí, pues antes había llegado otro: Gradient. Jammy suspiró mientras miraba a todo su alrededor, hasta que hizo contacto visual con otro pequeño esqueleto que parecía de su misma edad.

Se quedó embobado viéndolo, y no sabía el por qué de eso, pero ese niño se le hacía bastante misterioso, por lo que quería seguirlo, tenía ese impulso y no sabía la razón. Últimamente todo se sentía muy misterioso para él, y no entendía la razón. Quizás todo lo que sucedió fue tan repentino que ahora estaba teniendo las consecuencias, y de golpe.

Entonces, cuando no se dio cuenta, el niño que estaba observando había cerrado la puerta por la cual estaba entrando, por lo que pudo notar de que una señora se había acercado a atenderlo. No quería hablar de lo que le había pasado, pero bueno, tenía que hacerlo si quería quedarse en ese lugar.

—¿En qué te puedo ayudar?—Preguntó con un tono bastante falso esa señora, un tono que Jammy no notó, por lo que decidió contestar con un poco de calma.

—Yo... Bueno, me quedé sin padres.—Murmuró sin querer decir más cosas, no quería hablar de lo sucedido, aunque tampoco le importaba, al fin estaba libre del infierno en el que estaba atrapado.

—Bueno, espera a que ese chico que ha venido antes firme lo que tenía que firmar y podrás pasar a esa oficina.—Jammy asintió mientras se sentaba en el suelo, mirando fijamente a la puerta. No entendía el por qué de lo que había pasado: el había intentado ser el mejor hijo, obedeciendo cada orden de sus padres y estudiando tanto que su vida se resumía en eso: ser un buen hijo en todos los sentidos.

—De acuerdo.—Asintió con timidez, mirando a la anda mientras la señora le miraba de reojo con una cara de asco. Pero Jammy seguía sin darse cuenta, era demasiado idiota en esos sentidos. No entendía el por qué de que tenía que quedarse allí, pero bueno, quizás podría volver a encontrar padres y poder seguir siendo el hijo perfecto. Ese era su sueño, o bueno, su sueño actual era ese. No sabía si cambiaría de opinión.

Miraba con los ojos vacíos al suelo, no le interesaba nada, pues nada era interesante, aunque fijara su atención en los pequeños detalles del lugar. Quería estudiar de nuevo, no podía defraudar a las personas que habían confiado en su pequeña destreza para estudiar y ser un buen hijo que obedecería como un perro faldero a sus padres.

¿En ese lugar habría educación y tareas para él? ¿Podría hacer que la gente pensara que era muy buen niño haciendo tareas y las cosas que nadie quería hacer? Esas eran las preguntas que más frecuentaban su mente inocente. No había crecido en un buen ambiente, por lo que se pensaba que ser un criado era su misión en el mundo, teniendo simplemente seis años, siendo solo un pequeño niño que había crecido de la peor forma posible.

De las paredes pequeñas arañas caían, aguantadas en sus resistentes telarañas. Jammy suspiró mientras contemplaba como esos bichos se movían entre las mohosas paredes con un montón de polvo que acababa en pequeñas plantas que crecieron por la suciedad y la humedad.

El suelo, de un color castaño con pequeñas brechas llenas de musgo, crujía bajo el peso de todos los presentes. Jammy sentía curiosidad por el lugar. ¿Cuántos años llevaba abierto? ¿Habría ganado mucho dinero? Bueno, no podía contestar todas esas preguntas sin investigar lo suficiente. No era adivino para poder hacer esas matemáticas sin suficientes datos, pero con lo que había estudiado había ingeniado problemas casi carentes de dadas. Era una de las cosas que mejor se le daba.

Siempre había odiado estudiar, por culpa de ya saben, pero no podía hacer nada, hasta que llegó al punto de que estudiar era su rutina, una cosa que nunca podría dejar de hacer si no quería sentirse incómodo o que estaba haciendo cosas innecesarias. No entendía cómo su punto de vista había cambiado tanto por sus padres.

Intentaba conseguir una razón de vida ahora que seguramente no podría estudiar más. O eso era lo que pensaba por la condición del lugar, era imposible que tuviera educación buena, y eso le estaba haciendo temblar. Necesitaba volver a estudiar, necesitaba ser el mejor, tal y como les había prometido a sus padres.

Los nervios empezaron a carcomer a Jammy, quién estaba más pálido de lo normal y las ojeras que tenía se empezaban a notar con mucha claridad, pero a esa señora no le importó, dejando a Jammy sufriendo en su interior sabiendo que quizás nunca podría cumplir con lo que sus padres le habían encargado. Era un inútil.

De un momento a otro, empezó a sollozar sin poder contener las lágrimas que bajaban por su rostro. Necesitaba encontrar el modo de encontrar un lugar donde estudiar, donde poder cumplir con su único objetivo. Sus ojos empezaron a hincharse mientras se tornaban rojos y su corazón se apretujaba, comenzando a latir con fuerza. Su cabeza había comenzado a doler y de vez en cuando tosía.

Con sus pequeñas manos intentaba secar su rostro pálido, pero era un esfuerzo inútil: lloraba en contra de su voluntad. No quería, no quería parecer más débil de lo que ya era. No entendía por qué lo habían abandonado allí en la calle. Él había hecho todo lo que le habían mandado. ¿Sería porque se había desmayado? ¿Será que se dieron cuenta de que él no sería capaz de poder ser el hijo perfecto? Es que no encontraba ninguna respuesta lógica, pero bueno, quizás solo se habían aburrido de él y ya. Era algo posible pero que no quería aceptar, porque en el fondo de su corazón, amaba a sus padres, aunque siempre lo hubieran tratado de esa forma, y no podía aceptar de que lo habían abandonado.

Sus sollozos no pararon hasta que vio como el niño de antes se iba con mirada gacha hacia un sitio que no sabía qué era, así que notó que ahora era su turno. Tendría que quedarse en ese lugar. Intentó sonreír, quitando el rastro de las lágrimas saladas de sus pómulos, siguiendo a esa señora mientras se intentaba calmar, algo que costaría un buen rato.

Con pasos tímidos, llegó a un despacho que le empezaba a dar un poco de miedo, por lo que intentó ignorar el entorno para centrarse en el centro, dónde se había sentado esa mujer, sacando unos cuantos papeles en los que tendría que rellenar todo para explicar su situación.

Con un suspiro cargado de tristeza, tomó el bolígrafo mugroso que le ofreció, completando con una letra pulcra y maravillosa la información que pedían los papeles, algo que maravilló a esa señora, quién intentó ocultar su expresión de sorpresa al ver que un niño tenía mejor letra que ella, pero es que la verdad Jammy odiaba la mala presentación y la mala letra.

Al fin, pudo acabar con todo el papeleo, pudiendo salir del lugar con un pequeño papel en el que estaba apuntado el número de su habitación, así que decidió ir allí de inmediato, no quería pasar más rato allí sin hacer nada, quería ver cómo eran las habitaciones, pero se esperaba de todo menos algo bonito y con lujos. De todas formas, en su casa vivía en una habitación mugrienta, así que estaría acostumbrado a lo que se le presentara.

Caminó por los pasillos, mientras sus ojos quemaban por culpa de reprimir las lágrimas que estaban por escapar de sus pequeñas cuencas. Tenía miedo de no encontrar ninguna manera de estudiar, solamente quería ser útil en algo y sin los libros y los cuadernos no era nadie, no era nada en ese mundo.

Contempló ese pequeño pasillo en el que se encontraba. De nuevo miró el papel, en el que también estaba el número de la cama que le pertenecía. ¿Qué narices? Nunca vio algo parecido, y con lo que pudo deducir es que tendría que compartir cama con bastantes otros niños, algo que le disgustó un poco. No quería hablar con nadie, no le interesaba.

Justo en ese momento, el rostro del niño con el que había hecho contacto visual al entrar al lugar apareció en su mente. Bueno, tal vez con ese querría hablar,pero tampoco había ido allí para hacer amigos, ni siquiera había ido con su voluntad, la situación lo requería si no quería morir allí en la calle, eso sería demasiado penoso, pero un excelente castigo para alguien tan inútil como él.

Sintió un frío contra su espalda. Allí detrás suyo un niño había salido de su habitación, y por lo poco que pudo ver sintió un escalofrío. El niño pasó de largo, ignorándolo completamente, algo que hizo que la tristeza recorriera de nuevo su corazón. Pero no lo entendía, ya que él siempre estuvo acostumbrado a estar en soledad, pero ahora que veía a tantos niños tenía la esperanza de ser amigo de alguien. Pero eso parecía que no iba a ser posible, y eso le desanimaba un poco a permanecer en ese lugar, pero ya no podía ir atrás, ya había firmado los papeles, su destino era quedarse allí hasta que encontrara nuevos padres, si es que encontraba, porque lo probable es que se quedara allí hasta los dieciocho años.

Y con certeza, podía decir que eso le entristecía, quería conseguir ser un buen hijo y sin padres no lo podría conseguir, así que primero tendría que darle tiempo al tiempo para acabar con un buen resultado de vida. Tal vez no todo era mala suerte y ese suceso de abandono había sido por algún motivo, todo sucede por algo en la vida, o eso era lo que quería creer, pero era algo bastante difícil en esos momentos sobretodo si no conocía a nadie y nadie le hablaba, así que sus porcentajes de poder ser feliz una vez en su vida eran de un zero porciento.

Sintió una opresión en su pecho, mientras intentaba conseguri un poco de aire, pues había estado sin respirar un buen rato por culpa de los nervios y de los pensamientos que había estado intentano sacar de su mente. No le gustaba tener recuerdos que le dolían, ni charlas mentales que acababan muy mal. No le gustaba esto de estar en soledad en un lugar tan 'grande' en el que habían tantos niños de su edad. Se sentía solo aún estando rodeado de gente. Es una sensación que suele pasar y no encontramos la razón ni una mínima explicación.

Al fin, llegó delante de la puerta que le pertenecía, viendo de reojo como algunos otros niños entraban en distintas habitaciones, seguramente para pasar el rato, para hacer una siesta o algo por el estilo, pero tampoco era que le importaba o algo.

Abrió la perilla con un poco de temor, temiendo de que alguien estuviera en la habitación que le había tocado y hacer el ridículo, así que miró con complicación por la rendija antes de abrir la puerta completamente, encontrando una habitación desastrosa.

—Por lo menos es mejor que la antigua...—Dijo mientras cerraba la puerta con delicadeza mientras observaba todo el lugar, pero no encontraba nada que fuera interesante, menos un cuerpo recostado sobre una de las camas: era el niño de antes.

Miró incrédulo a ese esqueleto que parecía de su misma edad, mirando con temor. No sabía si era coincidencia o solo algo del destino, podría ser que ese contacto visual era algo más que una simple mirada.

Suspiró intentando conseguir un poco de aire, pues lo había retenido por culpa de la sorpresa que había tenido en ese mismo momento. Sintió de nuevo una opresión en su pecho, siguiendo caminando por la habitación con bastante sigilo, ya que no quería despertar al niño, pues no quería ser grosero, y parecía que el niño que dormía estaba bastante cansado.

¿A caso estaba en su destino eso de conocer a ese niño? ¿Le tendría que hablar? ¿Y si no era suficientemente buen hijo para caerle bien a otra persona? ¿Y si no quería hablar con él? A partir de esas paranoias, su rostro palideció de nuevo. No se sentía bien y empezó a sentir dolor de estómago. Tenía miedo, nunca había socializado y eso era nuevo para él, y no sabía qué tenía que hacer.

Presionó sus débiles manos en su cabeza, intentando olvidar el dolor y tumbarse en su respectiva cama para intentar descansar. No tenía ganas de hacer nada, solo estudiar, solo quería continuar con el único objetivo que tenía en ese horrible mundo que le estaba haciendo pasar una vida miserable.

—Ay... Necesito...—Murmuraba con dificultad. Necesitaba urgentemente conseguir algunas pastillas para poder sentirse mejor, ya que la falta de alimento con el cambio 'climático' le estaba afectando, sobretodo el echo de que tal vez nunca podría estudiar más por culpa del lugar donde estaba, que carecía de educación o eso es lo que parecía. También se sentía abatido por culpa de la inexistencia de muchos de los sentimientos normales en su cuerpo. Pues sí, nunca había sentido el amor por otra persona que no fueran sus padres, pocas veces había sentido la felicidad y nunca se había sentido encantado con el mundo. Siempre pensaba de que en ese mundo solo existía para estudiar aunque nunca consiguiera un resultado. Es decir que él mismo sabía que se estaba esforzando en vano, pero nunca quiso desobedecer a sus padres si no quería tener que esforzarse todavía más, pero cuantos más años pasaban cada vez era más presionado en todo lo que debía hacer.

Con lágrimas bajando por sus pómulos y con flojos sollozos que intentaba reprimir, Jammy sintió que el suelo vencía a los sentimientos mezclados de su mente, por lo que intentando calmarse, cerró los ojos, buscando esa tranquilidad que siempre buscó, pero todavía en su inocente mente estaba el objetivo de estudiar.

Continuará

¡Holiwis! ¿Qué tal :3? Espero que os esté gustando la historia, hago lo que puedo para intentar que os guste, así que hoy tengo una pregunta clave. ¿Por qué os está gustando esta historia? Es que tengo curiosidad por saberlo uwu

Bueno, nos vemos en el próximo capítulo :D

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