I'll get you
-¡¿No estás emocionada?!
-¿Debería?
-¡¡Vas a trabajar con los Beatles!!
-Tampoco es tan así -reí, mis amigas estaban siendo algo exageradas.
-¡¿Cómo puedes negarte?!
-Aún no dije que no -respondí.
El asunto era este: Desde pequeña siempre fui muy observadora. Solía darme cuenta del tipo de persona que tenía en frente sólo con mirarla a los ojos; notaba lo que ocultaba o lo que no se atrevía a decir. Para mí, la verdadera belleza está tanto en los ojos como en la bondad de cada uno. Sin embargo, a medida que fui creciendo me interesé más por el físico, la belleza externa, mejor dicho. Esta obsesión trajo consigo una afinidad por el maquillaje. Comencé a comprar cosméticos y a maquillar a mis amigas, porque no me gustaba maquillarme a mí misma, prefería estar al natural. Al terminar el colegio, perfeccioné mis técnicas de maquillaje gracias a un curso que tomé, hasta que comencé a trabajar de eso. No sé cómo, pero a través de muchas clientas satisfechas la recomendación llegó hasta Brian Epstein, mánager de los Beatles, y le encargó a su secretaria Freda Kelly que me contactara. Ahora sólo debía aceptar, pero aún no me decidía.
-No comprendo -dijo Candy, una de mis mejores amigas-. ¿Qué es lo que te detiene?
-Lennon -respondí sin rodeos.
Debo admitir que no lo conozco personalmente, pero sí conozco a personas que tuvieron relación con él. A través de conocidos de Liverpool, que me contaron acerca de su personalidad rebelde y despreocupada y de cómo solía tratar a ciertas personas, pude suponer que, para él, yo debía ser una persona de la cuál burlarse fácilmente. Sin embargo, mis amigas me afirmaban que había cambiado, que ya no era el típico rebelde sin causa que solía ser. Tal vez sea cierto, tal vez ya no era el mismo, pero ser objeto de burla de John Lennon no estaba en mis planes. Aunque, por otra parte, me moría de ganas de conocer al resto de la banda, a fin de cuentas soy una fanática más.
-¡No seas estúpida! -exclamó Brenda, otra de mis amigas-. Él es un beatle, no se burlará de una fanática.
-Brenda tiene razón -la apoyó Sandie-. Y, en el caso de que te dijera algo, simplemente ignóralo. Ya sabes cómo es: bromista, inmaduro y siempre intentando llamar la atención. Si le respondes la broma de seguro no te molesta más.
Mis amigas me siguieron dando mil y un consejos sobre cómo tratar a John Lennon, definitivamente no sería sencillo ignorar a un beatle.
Al final terminé aceptando el empleo. Inmediatamente me contacté con Freda Kelly, quien me dijo que estuviese a las nueve en punto en la oficina de Epstein, puesto que ellos se encargarían de llevarme hasta los estudios Fountain, donde el grupo grabaría un programa de televisión. Allí me encontraría con ellos y los ayudaría con el maquillaje.
Me pregunté qué se traerían de manos aquellos muchachos de Liverpool. Sabía que representarían una obra, pero Freda no me informó cuál. Me fascinaba la actuación y las obras de teatro, mis padres me introdujeron en ese mundo. A ellos también les interesaba la mitología griega y romana, además de las obras de Shakespeare, de ahí salió mi nombre: Tisbe. Mi nombre me ayudaba a que las personas creyeran que era diferente, que resaltaba entre los demás, y eso me gustaba.
Finalmente llegó el gran día y mis amigas me ayudaron a escoger mi vestuario. Quería llevar algo profesional y elegante pero sin exagerar, aunque ellas me alentaban a usar algo más provocativo. Sabía que ellas harían hasta lo imposible para conquistar a un beatle, pero yo no era ese tipo de fanáticas; debía comportarme adecuadamente frente a la banda, por más difícil que fuera.
Por la mañana cargué mi valija con cosméticos y tomé un taxi hasta la oficina de Brian Epstein, donde aguardé impacientemente. Realmente no sabía lo que me esperaría. A pesar de tener en claro en mi mente que sólo hacía esto por trabajo, me encontré a mí misma mordiendo mis uñas por los nervios.
¿Cómo sería George en persona? ¿Era Paul tan bello como en las fotografías? ¿Sería yo más alta que Ringo? Y lo más importante, ¿cómo me trataría John? Esas preguntas me dejaban bastante inquieta, y mi preocupación se volvió notoria cuando el mismísimo Brian Epstein se acercó a estrecharme su mano. Para aquel momento estaba pálida y temblando, pero intenté sonreír para no espantar al mánager.
-Es un placer conocerte -me saludó con una sonrisa-. Disculpa si te costó llegar a mi oficina, te pagaré el viaje de inmediato. Lo que ocurre es que me gusta conocer a las personas que van a trabajar con mis muchachos antes, de otro modo correría el riesgo de que seas una fanática enloquecida que incomode a los muchachos y eso no me gustaría. Pero tú pareces una jovencita decente.
-Gracias por el cumplido y por lo del dinero, pero no hace falta -sonreí-. Comprendo completamente, prometo por mi vida que seré profesional y no los molestaré. Aunque mis amigas se enfadarán cuando les diga que no pude conseguirles un autógrafo.
El mánager rió, para mi alivio.
-Tal vez pueda conseguirte algunos, pero antes debemos poner manos a la obra. Por cierto, ¿cuál era tu nombre?
-Se lo agradecería mucho. Soy Tisbe.
-¡Qué coincidencia! Nuestro querido John interpretará a Tisbe esta tarde -exclamó el mánager.
-¿Qué? -no podía creerlo. ¿John Lennon interpretando a Tisbe? Tenía que ver eso, debía ser una broma.
-Tendrás que ser paciente con John. Es algo difícil tratar con él, pero una vez que lo conoces comienzas a quererlo -sonrió.
Intenté sonreír, pero me fue casi imposible. Paciencia no es algo que tenga en gran cantidad, de hecho la perdía con frecuencia.
Luego de aquella conversación, el mánager y yo nos subimos a un vehículo que nos llevaría hacia los estudios Fountain, donde los Beatles nos esperarían. En el viaje fui conociendo más a Brian y me di cuenta del tipo de persona que era: amistoso y humilde. La humildad era algo que me atraía de las personas, me preguntaba si los muchachos también lo serían.
Al llegar a los estudios, el veloz movimiento de los camarógrafos, directores, vestuaristas y músicos provocó que me mareara un poco. Brian me indicó que fuera a una habitación donde la banda se encontraba ensayando sus líneas; también me aconsejó que fuera yo misma y que tuviera paciencia, nuevamente. Después de eso perdí de vista al mánager. Tragué saliva. Debía dirigirme a la habitación, pero mis piernas no reaccionaban. Estaba totalmente petrificada por los nervios, jamás me había ocurrido eso. Para mi suerte, un camarógrafo distraído me llevó por delante, disculpándose de inmediato. Le sonreí levemente y noté que mis piernas volvieron a tener movimiento; entonces, con indecisión, me dirigí hacia la habitación. Parecía que el corazón me saltaría del pecho por la brutalidad de sus latidos, pensé que me daría un paro cardíaco instantáneo. Así que respiré hondo y me repetí a mí misma -unas cien veces por segundo-, "es sólo trabajo, es sólo trabajo..."
Llegué hasta la puerta que me indicó el mánager y golpeé tres veces. Del otro lado podía oír voces y risas, parecía que la estaban pasando bastante bien, no me gustaría cortar con su diversión. Esperé diez segundos-que conté con impaciencia y nerviosismo-, hasta que George Harrison abrió la puerta. Su hermoso rostro y cabello me dejaron algo impactada. El guitarrista me sonrió y se hizo a un lado para que yo ingresara.
-Tú debes ser la maquilladora, ¿verdad? Soy George -se presentó estrechando mi mano. Sentí mucha vergüenza al notar que mis manos estaban sudadas, así que le sonreí soltándolo de inmediato.
-Así es, soy Tisbe -le dije.
-Creo que te equivocas. YO soy Tisbe -comentó John imitando una voz aguda, y se acercó hacia mí.
Tenía una pícara sonrisa en su rostro, como si fuera un niño que acababa de hacer una travesura. Su simple presencia me dejó nuevamente estática, no sabía cómo reaccionar o qué decir, sólo atiné a sonreírle torpemente y decir:
-Hola.
-Hola, soy John -estrechó mi mano con esa misma expresión de niño travieso-. Para ser maquilladora no usas demasiado maquillaje -señaló.
-...Lo sé, me gusta estar al natural -admití, deseando que ese no fuera uno de sus comentarios de burla.
-A mí igual -comentó el bajista estrechando mi mano-. Paul -se presentó, como si fuera posible no conocerlo.
-Y yo soy Ringo -el baterista también se acercó a saludarme.
-Lo sé, los conozco a todos -comenté. Los muchachos rieron, hecho que me tomó por sorpresa. ¿Acaso había dicho algo gracioso? Lo dudo, supongo que aún no se acostumbraron a la fama y olvidan que la gente ya los conoce.
-Bueno, ¿quieres empezar? -preguntó Paul haciendo referencia al trabajo.
-Si quieren. No tengo nada mejor que hacer -respondí. Nuevamente los muchachos rieron.
Entonces abrí mi valija con cosméticos y comencé a sacarlos ordenadamente. Los cuatro músicos se pusieron en fila para ser atendidos: primero Paul, luego George, después Ringo y, por último, John. Estos no paraban de hacer bromas y empujarse entre ellos, como si fueran niños de primaria. Entonces recordé el consejo del mánager: "paciencia". Le tocó el turno al primero, quien se sentó en una silla frente a mí. Cuando el bajista cerró sus ojos para ser empolvado, me quedé admirada por su belleza. Simplemente tomé la brocha y la dejé suspendida en el aire, mientras mis ojos estaban fijos en sus perfectos labios. Para mi vergüenza, Lennon comentó:
-Cuidado, Paulie. Prepara tus labios porque esta chica va a plantarte un beso.
Los otros dos comenzaron a reír. Paul abrió sus ojos y me sonrió. Yo me ruboricé e intenté buscar una excusa rápido.
-Yo... sólo estaba pensando en qué colores te quedarían bien...
-Por supuesto, comprendo -respondió el bajista y me guiñó un ojo, para luego volver a cerrarlos. Aquel gesto me tomó por sorpresa, pero respiré hondo y seguí con mi trabajo.
Sólo tuve que ponerle rubor en sus mejillas y ya estaba listo para ir a cambiarse.
-Fue un placer, Tisbe. Espero verte luego. Ah, y encárgate de ponerle a John labial rojo, tiene los labios muy pálidos -sonrió y salió por la puerta.
Volteé a ver a John, quien me miró con fingida seriedad al decir:
-Que no se te ocurra.
Tanto George como Ringo rieron, hasta yo sonreí al imaginarme a Lennon con un labial rojo. Ahora le tocaba el turno al guitarrsta, quien tomó la misma posición que Paul. Pero, antes de cerrar los ojos, miró directamente a los míos y dijo sonriente:
-No me gusta que me besen de improvisto, así que si vas a hacerlo avísame.
Me ruboricé nuevamente y esta vez intenté no ser tan obvia al admirar la belleza del muchacho. A George sólo bastó con un poco de polvo en el rostro, y fue libre de marcharse para ponerse su vestuario. El siguiente fue Ringo. Me sorprendí al observar sus ojos, tan grandes y de un celeste tan bello como él. Además del polvo en sus mejillas, me atreví a ponerle sombra del color de su piel alrededor de sus ojos para que su tierna mirada resaltara. Entonces el baterista también se marchó junto a sus compañeros, por lo que quedé sola junto a John.
Aquella situación me puso de lo más nerviosa, jamás me había imaginado quedarme a solas con Lennon. Él se acomodó como los demás y cerró sus ojos, sonriendo con placer. Intenté no observarlo mientras empolvaba la brocha, pero, como dije, un beatle era difícil de ignorar.
-A mí no me importa ser besado de improvisto -comentó con los ojos aún cerrados.
Decidí ignorar aquel comentario, sabía que sólo estaba bromeando. Seguí ordenando mis cosméticos, cuando John dijo:
-¿Sigues ahí?
-Sí -le respondí.
-Así que, ¿te llamas Tisbe? -preguntó.
-Sí, a mis padres les gusta Shakespeare.
-Para eso te hubieran llamado Julieta -comentó.
-Me gusta mi nombre -respondí, empolvando las mejillas del músico. Él se alzó de hombros.
-¿...Piensas que tengo lindos labios? -preguntó con una sonrisa.
-Bueno...
¿Qué responder? Claro que eran lindos, todo en él era muy bello, excepto su personalidad. Sabía que no me dejaría en paz hasta que le respondiera, debía decir algo, y rápido:
-Un labial rojo te quedaría bien -bromeé. John rió.
-Olvídalo, no voy a darle el placer a Paul.
Seguí empolvando su rostro y poniendo algo de rubor en sus mejillas. Tisbe debía ser una jovencita delicada, algo difícil si se tenía en cuenta que John debía interpretar su rol.
-¿Podrías abrir los ojos? -le pregunté. Necesitaba verlos para saber si un poco de delineador le quedaría bien, pero cuando lo hizo me quedé maravillada. Tenía una mirada inocente, tierna; parecía un niño pequeño, indefenso y asustado.
Aquella era una faceta de John desconocida para mí y me sorprendió sobremanera. Debí quedarme viéndolo por muchos segundos, porque él siguió con su habitual pícara sonrisa.
-¿Sigues ahí?
-...Estaba pensando en...
-En los colores, lo sé -rió.
-De hecho, estaba pensando en ti -mi comentario no sólo tomó desprevenido a John, sino que también a mí misma.
-Ah, ¿sí? -preguntó intrigado.
-Bueno... Siempre creí que eras... un rebelde sin causa.
-¿Era? ¿Acaso estoy perdiendo el toque? -sonrió.
-Me refería a antes de los Beatles...
-Oh... ¿Nos conocemos? -interrogó achinando sus ojos.
-Sí. Bueno... no. Pero tengo amigos en Liverpool que son vecinos de tu tía Mimi -expliqué.
-Ah... Creo saber lo que habrás oído de mí.
-A decir verdad, sí. Y mis amigos no te tienen mucho aprecio -comenté.
-¡Ja! Supongo que lo merezco. Fui un muchacho bastante estúpido -admitió, desviando mi mirada.
-Pero cambiaste -me atreví a decir.
-¿Cómo estás tan segura?
-Lo veo en tus ojos.
-¿Y qué ves? -preguntó, ahora sí, mirándome.
-Veo... Veo a un joven abrumado por la creciente fama que lo rodea. Un joven que no quiere cambiar, pero a la vez siente la necesidad de hacerlo. Un joven que intenta llamar la atención que por muchos años se le fue negada... Veo a un bello joven que está asustado por los cambios que debe afrontar y se pregunta constantemente "¿es esto lo que quería?".
John bajó la mirada, fijándola en el suelo. Creí que se enfadaría, no debí haberme metido en su vida de esa manera. Estaba arrepentida de lo que le había dicho, pero ya era tarde.
-Lo... Lo siento mucho -dije apenada.
-¿Por qué? -preguntó con la vista aún en el suelo.
-No me hagas caso. Ni siquiera te conozco...
- Y sin conocerme descubriste una parte de mí que ni siquiera mis mejores amigos conocen -dijo.
-...No quise ofenderte.
-No estoy ofendido -ahora sí, me miró a los ojos. Estaban vidriosos, pero él estaba ¿sonriendo? Así es, me estaba sonriendo-. Estoy feliz de haber encontrado a una persona con la cual ser yo mismo.
-Qué irónico. Y yo que te tenía miedo -comenté casi sin darme cuenta.
-¿Cómo es eso? -me preguntó divertido.
-Eh... La verdad es que creí que serías el muchacho desobediente de Liverpool, y que harías muchas bromas a costa mía.
-Honestamente sí se me ocurrieron algunas bromas, pero ya no tiene sentido decirlas -rió.
-Como sea -proseguí, ignorando su comentario-. Eres diferente a como creí que serías, te juzqué mal...
-Lamento decepcionarte.
-Al contrario, me gusta este John Lennon.
-No sé si a mí me gusta -admitió el músico tras un suspiro.
-Pero así eres. Podrás parecer diferente por fuera, pero por dentro siempre serás aquel muchacho inseguro. Todos tenemos inseguridades -expuse.
-Quizá tengas razón... -nuevamente desvió la mirada, quedando pensativo.
-...¿Continuamos? -pregunté, tomando nuevamente la brocha.
John asintió con la cabeza y cerró nuevamente sus ojos, pero, para mi sorpresa, al acercarme a su rostro, me besó para luego sonreír pícaramente. Aquel acto me tomó tan desprevenida que apenas si atiné a cerrar mis labios. El músico hizo una graciosa mueca intentando no reír. No me quedaría de brazos cruzados en aquel momento, dos podían jugar a ese juego. Por lo que esta vez fui yo quien besó al muchacho de improvisto. Al parecer esto sorprendió a John, pero pronto tomó mi rostro entre sus manos, suave y tiernamente, para que el beso fuera más duradero. Entonces me senté sobre su regazo, cosa que no incomodó a John en absoluto. El beso duró alrededor de diez segundos, y hubiera durado más de no ser por Paul, quien entró en la habitación sin golpear para buscar a su amigo.
-Oh -exclamó al vernos. Tan veloz como pude me levanté y acomodé mi vestido y cabello. El bajista miró a su amigo con una expresión de "¿En serio? ¿La maquilladora?", mientras que John sonreía; al parecer la situación le hacía gracia, cosa que no comprendía en lo absoluto-. Lamento interrumpir pero, John, tienen que probar las cámaras.
-Pueden hacerlo sin mí, yo estoy ocupado -dijo, guiñándome un ojo. Sentí cómo me ruborizaba, por lo que llevé mi vista a Paul.
-Como quieras, pero no te tardes -finalizó y, antes de partir, me observó con una pícara sonrisa.
Nuevamente me hallaba a solas con John, pero esta vez me sentía más incómoda que antes. Ahora el músico me miraba con deseo, pero yo no me sentía tan segura como para hacer algo. Entonces tomé la brocha y dije:
-Terminemos con esto.
-Aguafiestas -comentó John con una leve sonrisa y volviendo a cerrar sus ojos.
Debía poner rubor en sus mejillas, pero no podía. Era una tortura ver su bello rostro intentando no caer en la tentación de volver a probar esos labios. Tragué saliva y lo hice lo más veloz que pude, para luego decir:
-Ya está... Eres la Tisbe más bella que vi -comenté intentando sonar graciosa.
-No estés tan segura -respondió y, acto seguido, se abalanzó sobre mí.
Nadie jamás me había besado con tanta pasión. Los labios de John eran tan suaves y delicados que cada beso que me daba parecía estar besando a una nube. Cerré mis ojos para disfrutar más de aquella hermosa sensación, realmente parecía estar flotando en el cielo. ¿Acaso me estaba enamorando de John Lennon? Es posible, siempre había pensado que era bello físicamente, ahora confirmaba que también era bello en su interior.
-¡LENNON! -una voz me sacó de todos mis pensamientos.
Abrí mis ojos y me encontré con un enfadado Brian Epstein. Tenía el ceño fruncido y hasta había enrojecido un poco.
-No te pongas así, Eppy. Es culpa mía -se adelantó John.
-John, ella es una chica decente, honrada. Sólo está cumpliendo con su trabajo... -comenzó Epstein con un discurso.
-Y lo hace muy bien -interrumpió John con una sonrisa.
-¡Basta, Lennon! Señorita Tisbe, lamento decirle esto pero será mejor que se retire. No quiero que John se distraiga antes del programa.
-Comprendo... Y lamento si le causé algún problema, no era mi intención -me disculpé algo avergonzada.
-No tienes por qué. Es John, siempre está detrás de las muchachas -dijo Epstein mirando con cara de pocos amigos a Lennon-. En cuanto a ti, John, reúnete con el resto del grupo y deja que Tisbe ordene sus cosas en paz.
-Pero, Brian, siempre nos dijiste que debíamos ayudar a las damas -comentó John fingiendo inocencia.
-Quiero verte en menos de un minuto con el resto del grupo, y no hay peros -finalizó el mánager con seriedad para luego voltear hacia la puerta y marcharse.
Una vez más, y al parecer la última, me quedaba a solas con John. Comencé a guardar mis cosméticos mientras el músico se paseaba por detrás mío, hasta que dijo:
-Con respecto a eso de las muchachas... No es realmente así -comenzó.
-No tienes por qué decirme nada, no te pedí explicaciones ni merezco tenerlas -respondí con indiferencia, aunque por dentro me moría de celos.
-...Quiero volver a verte -confesó. Aquello me tomó por sorpresa, pero no iba a derretirme delante de él, debía ser firme.
-Ah, ¿sí? -pregunté, restándole importancia.
-Sí... No me gustaría que andes divulgando cosas sobre el verdadero John Lennon -agregó.
-No soy una chismosa -respondí.
-Sé que no, pero mejor prevenir que lamentar -comentó con una sonrisa de lado.
-Entonces nos veremos luego -dije, volteando a verlo, cuando sus labios encontraron los míos nuevamente.
Aquel beso me hizo perder la cordura. Ya no me importaba el trabajo o lo que pasaría si nos encontraran de nuevo juntos, simplemente me daba igual. Nada podía arruinar ese momento. Mis brazos rodearon su espalda y él tomó mi cintura, sus manos se sentían tan bien que volví a sentirme en el cielo por unos instantes. Debía disfrutarlo porque en mi interior sabía que sería el último beso. Quiero decir, es John Lennon, sabía que no lo volvería a ver habiendo millones de chicas alrededor del mundo que se morían de ganas de estar con él; no iba a elegirme a mí. Por más que me doliera, sabía que él sólo lo hacía por diversión, que, posiblemente, a la semana siguiente ya me habría olvidado. Por eso debía disfrutar el momento, nuestro momento.
Cuando, finalmente, el beso terminó, John me miró de una manera especial, como si él también hubiera sentido lo que yo: estar flotando en el cielo. Tenía deseos de llorar, de abrazarlo y no soltarlo jamás, pero sabía que debía marcharme, que ya no volvería a verlo.
-Te llamaré -me dijo de forma seductora. Reí.
-Ni siquiera tienes mi número.
-Entonces llámame tú, estoy en la guía telefónica -me guiñó un ojo.
-Lo haré -le prometí.
El músico hizo ademán de besarme nuevamente, cuando la voz del mánager volvió a oírse desde el pasillo:
-¡Lennon! -gritó Epstein.
John me miró riendo y besó mi frente para después marcharse por la puerta. Por unos segundos me quedé estática, observándolo marchar con expresión de enamorada, hasta que reaccioné, tomé mis cosas y me dirigí hacia la salida de los estudios. En casa me esperaban un programa televisivo para ver y un número telefónico que buscar.
~♡~♡~♡~
tisbetypewriter espero que te haya gustado esta corta historia que se me ocurrió a partir de la foto que puse debajo, John se ve super tierno y no me pude resistir a subirla ♡
Les pido a las demás que me pidieron historias personalizadas que tengan paciencia hasta que ordene mis pensamientos porque, por más ideas que tenga, escribir no es tan sencillo como parece. Pero les prometo que en estas semanas voy a subir todas, al menos eso espero jaja.
¡Gracias por leer, saludos!
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