➼ 03. 𝗖𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 2
Las parafernalias de Instagram
❧
Izzy recorre los estantes de la tienda sin muchas ganas y buscando tachar todas las cosas de la lista de la compra. Lleva media hora en el edificio y le falta poco para acabar; pregunta a los empleados del lugar para ello y finalmente acude a los dos últimos productos que le faltaban.
Con ganas de terminar ya la mañana, se dirige para pagar todo lo que hay en su cesta y, mientras se acerca al dicho lugar, las voces de una discusión se van haciendo cada vez más fuertes de forma progresiva. Identifica una voz algo chillona y que parece dar excusas por todo, mientras es reprimido por otra persona más, que parece querer tranquilizarle. Izzy averigua, al llegar a su destino, que esa persona es el cajero.
Se queda perplejo ante lo que observa; un chico de más o menos su edad, con ropas coloridas que sin duda harían un curioso contraste con las suyas enteramente negras, se encuentra discutiendo con el cajero. La razón: le faltan veinte y tres céntimos para pagar lo que se ha llevado y el cajero no está aceptando ninguna excusa. Izzy suspira mientras observa la situación, "lo que hay que ver", dice para sus adentros.
Se hace un hueco entre un espacio no ocupado al lado de la gran fila que se ha formado y se desplaza con lentitud mientras algunos le observan con confusión.
Pero Izzy está totalmente tranquilo, y no abandona ese sentimiento cuando se acerca a dónde está el cajero.
—¿Veinte y tres céntimos, no? —pregunta Izzy. El cajero afirma lentamente con la cabeza.
El dinero es colocado en la mano del otro chico, depositado por la misma acción de Izzy y le mira sin mediar palabra, queriendo irse una vez realizado aquello para poder hacer su compra de una vez por todas.
Sin embargo, el otro hombre le mira profundamente agradecido, pero por el shock de la situación sus palabras se quedan atrapadas en su boca mientras observa cómo el otro se retira hacia el final de la cola, vergonzosamente larga.
Lucius finalmente salió del supermercado, no obstante avergonzado por la situación y sin ánimos de mirar hacia atrás. Recordaba que en la tienda del pueblo en el que vivía había varias veces que se olvidaba del dinero o no le llegaba justo para lo que tenía que comprar, y el dependiente le apuntaba la cuenta para que pudiera pagarlo después sin ningún problema.
Sin embargo, se había olvidado de que esas costumbres de los que llevaban las pequeñas tiendas estaba construida sobre una confianza que sólo se encontraba en los establecimientos de pueblos casi vaciados.
De todas maneras; no podía quedarse parado todo el tiempo dándole vueltas a lo mismo, pues Stede le esperaba en su casa y tampoco sería algo agradable de hacer.
Ya era lunes, y camino a la casa de su amigo, Lucius se preguntaba qué habría hecho Stede al final en la noche del domingo, después de todo lo que hablaron ese día. Había visto la foto que subió poco después de despertarse, en parte gracias a una notificación del propio Instagram que destacaba lo mucho que llevaba Stede sin publicar nada en la red social.
La publicación fue una agradable sorpresa: significaba que Stede se animó y finalmente subió una foto de su maqueta. Lucius intuía que aquello estaba de una manera o de otra influenciado por Edward Teach.
Finalmente llegó al piso donde Stede vivía, que no era muy grande y destacaba poquísimo en la calle. Llamó a su bloque y lo que recibió fue una voz ronca (Stede seguramente se había despertado hace poco) diciéndole que subiera, seguido de un pitido que le abrió la puerta delante suya. Hizo lo que le dijo y cuando abrió la puerta sonrió al encontrarse con el rostro de Lucius.
—Buenos días por la mañana —le saludó alegremente, intentando parecer animado con ese risueño rostro tan suyo.
Stede le invitó a entrar con simples gestos, naturalmente se alegraba de verle, pero aún ni siquiera sentía como si se hubiera despertado al cien por cien. Debían de levantarse temprano, más que de costumbre para Bonnet, pues habían acordado en ir a las prácticas de su trabajo juntos, pues sus horas coincidían, a pesar de que Stede odiaba madrugar.
Aquello era en realidad unas de las otras razones por las que no compartía ese optimismo: trabajar no era una idea que le apasionara, ni mucho menos. Pero entendía que en su situación fuera algo necesario que debía de conllevar con la vida de adulto independizado que había decidido emprender.
—He visto lo que has subido a Instagram —siguió comentando Lucius, sacando a Stede de otros pensamientos—, no paro de preguntarme si tiene algo que ver con ese chico... Ya sabes, el del rastro.
Lucius le sonríe de la manera especial que se guarda debajo de la manga para este tipo de situaciones. Por eso también, es que Stede le ha devuelto una sonrisa pequeña y ciertamente cargada de una ligera vergüenza. Eso significa, básicamente, que Lucius tiene razón; ha dado en el clavo.
—Lo cierto es que sí —corrobora Stede—, no creo que me hubiera animado a subir algo de ese estilo si no me hubiera dicho nada. Aunque todavía no sé si debería hablarle.
—¿Por qué no? Aunque supongo que es por lo que dijeron Jim y Oluwande —se apresura a decir.
—Eso es. Le he dado muchas vueltas a lo que dijeron ellos dos, y también lo tuyo, pero no he decidido qué hacer todavía.
Stede, que de por sí sonaba inseguro en su tono de voz, no necesita examinar la mirada de Lucius para adivinar lo que sus ojos quieren decirle: es obvio que entre ellos hay comprensión y empatía; entienden los sentimientos del otro casi a la perfección y más dentro de estos temas amorosos, pero también se encuentra con una pequeña decepción. Lucius sabe que en una situación así, el se habría lanzado asumiendo todos los riesgos con cierto orgullo, pero al mismo tiempo entiende a Stede y sabe que no es igual a él.
—Aún tienes tiempo para pensar en lo que hacer, por suerte no es todavía el fin del mundo —continúa Lucius. Bonnet le miró nostálgico y se produjo un pequeño espacio de silencio entre ellos—. Ahora, preocupándonos por otro tema, quizá deberíamos ir yendo ya al trabajo, o vamos a llegar tarde.
Stede simplemente estuvo de acuerdo.
──────
—...Y luego me acerqué al cajero y vi que había una cola larguísima. Todo por un chico al que no le llegaba el dinero de la compra por unos míseros céntimos que no tenía —le comentaba Izzy a Edward, mediante un audio de Instagram, lo que le había sucedido hace unas horas. Ahora el sol había subido su posición, y se respiraba un clima templado y agradable típico de primavera.
Lo cierto es que aún seguía de muy mal humor por temas de la universidad; más específicamente por el trabajo de fin de grado. Debería prepararse para salir en unos minutos de camino a la facultad, comprando algo en el camino, y así poder resolver su problema.
Cuando terminó de preparar la mochila y colocarse una chaqueta para salir a la calle de nuevo, agarró el móvil que había dejado en una mesa cuando terminó de mandar el audio y observó que Edward le estaba escribiendo, así que mientras hacia su camino a la universidad estuvo hablando con él por el chat.
< ¿Y al final qué pasó con el chico, pudo pagarlo? > preguntó Edward.
< Sí, porque yo me acerqué y le pagué lo que le faltaba y así pudo irse. Si no, quién sabe si otra persona tuviera pensado hacer algo así. Yo iba con prisa, no podía detenerme por una tontería así. >
< Qué considerado de tu parte, Iz > Izzy pudo escuchar desde la distancia lejana el tono sarcástico de Edward.
< Tú ni siquiera le habrías pagado si hubieras estado en mi situación. >
< No lo sé, probablemente. >
Transcurrieron unos cuantos segundos de silencio textual hasta que Edward siguió escribiendo, mientras que Izzy aprovechaba y sacaba los auriculares para escuchar música durante su camino a la universidad.
< Y lo del TFG, ¿cómo va, lo has solucionado? >
< Qué va. Voy a intentarlo ahora, seguramente salga tarde de la universidad. >
Izzy no tardó en darse cuenta de que ya estaba prácticamente delante del establecimiento de comida rápida que era su destino antes de ir a la facultad, y que por lo tanto sacar los auriculares no le había servido de mucho.
"Luego hablamos, Ed." Izzy titubeó, no sabía si quería referirse a él como "Ed".
< Luego hablamos, Edward > Se corrigió finalmente, dando por acabada la conversación.
Izzy se acercó al puesto, preparado para pedirse su bocadillo para llevar e irse. Sentado en una mesa del local, esperaba a que alguien se acercara para tomar nota de su pedido.
*
Stede y Lucius se encontraban medianamente nerviosos en su día de trabajo, que parecía estar saliendo bastante bien de acuerdo a sus expectativas. Como de momento no se había asomado mucha gente, no tuvieron períodos con muchos clientes y de momento el día había transcurrido de forma relativamente tranquila.
Ahora, Lucius no hacía especialmente nada hasta que le llamaron para que fuera a tomar nota a un hombre que había llegado hace poco. El castaño hizo lo que le ordenaron, pero en cuanto observó de quién se trataba, rápidamente se echó para atrás y una expresión de susto se formalizó en su rostro.
—¡Stede, Stede! —le gritó Lucius, intentando nivelar su tono de voz para pretender que solo le escuchara la persona en específico que él deseaba que lo hiciera.
—¿Qué ocurre? —preguntó Stede, quién vino corriendo hacia Lucius.
—Es el hombre del que te he hablado en el camino, el del supermercado. Dios qué vergüenza, Stede...
Bonnet se giró para observar a la persona que Lucius le comentaba y, al darse cuenta de que su amigo no era el único que conocía a dicho hombre, se petrificó en un confuso silencio durante unos segundos para procesar lo que observaba con detenimiento. Lucius le miró, extrañado, hasta que Stede se dispuso retomar la conversación con los ojos escrudiñados.
—Lucius... ¿estás seguro de que es él?
Él asintió. En ese momento, comprendieron que los dos ya se habían topado con Izzy Hands en su vida, y que por lo tanto ya le conocían.
Parece ser que el destino estaba comprometido a no permitirle a Stede alejarse del recuerdo de Edward Teach.
—Lucius... Ese de ahí es amigo de Edward.
Spriggs le otorgó una amplia reacción de asombro y desconcierto.
—¿Me estás diciendo que el amigo de Edward Teach ha pagado treinta y dos céntimos de mi compra en el supermercado?
—Eso parece ser, sí.
Stede y Lucius se callaron durante un rato, reflexionando sobre varias cosas a la vez. Sin embargo, detrás suya se encontraba un hombre de figura bastante imponente que les gritó, diciéndoles con brusquedad que tenían que volver al trabajo, y los dos rápidamente retornaron en sí.
—Entonces... ¿Quién va de los dos? —preguntó Stede, nervioso.
—Uno de los dos puede tomarle nota y luego traerle el bocadillo.
Los dos estuvieron de acuerdo con la idea, y a Stede le tocó dar el primer paso.
Acercándose hacia Izzy, el amigo de Edward, Stede no sabía muy bien si su rechazo a comunicarse con ese hombre venía de la manera tan seca, agresiva y rencorosa –por alguna extraña razón- en la que trató a sus maquetas y a él en el rastrillo, o por su posición de persona cercana a alguien en quién todavía reflexionaba si debía de intentar conocer o no.
—¿Qué desea? —preguntó, finalmente, esperando la peor reacción que podría obtener de él, de acuerdo a lo poco, pero aun así clave, que conocía de su persona.
Izzy se dio la vuelta, preguntándose en ese pequeño periodo de tiempo por qué la voz que ahora escuchaba del camarero se le hacía tan familiar. Cuando lo descubrió, una exaltante expresión de decepción y desasosiego se formó en su rostro.
—¿Tú, en serio? —preguntó con gran desagrado, las arrugas de su rostro fortaleciéndose con cada palabra.
Stede asintió con desgana.
Parece ser que Izzy no tenía ganas de discutir, porque aún con el sentimiento de enfado presente en su rostro y tono de voz, decidió pedir, sin ningún otro tipo de comentario en adelante.
—Quiero un bocadillo de pollo. El menú estándar, y rápido.
Stede apuntó lo que le dijo e ignoró esa última frase.
Lucius agradeció que, a la hora de entregarle el bocadillo al dicho hombre, éste no prestase nada de atención a su alrededor; por estar centrado en una libreta y algo del móvil, realmente no le importaba.
Acto seguido, volvió con Stede, ya libres los dos.
—Pues el amigo de Edward Teach no tiene cara de muchos amigos —dijo Lucius, y Stede estuvo de acuerdo en ese mismo instante— ¿cómo ha ido?
—Mejor de lo que esperaba, supongo.
—¿Por qué dices eso?
—Es exactamente como dices, no tiene cara de muchos amigos. Él estuvo al lado de Edward cuando compró la maqueta, y no sabría cómo decirlo, pero parecía muy... ¿Enfadado por eso? No lo sé. Creo que no le caigo bien.
Lucius colocó unas de sus manos en el hombro de Stede, empático.
—Te acostumbrarás.
Edward tarareaba una canción de The Strokes mientras terminaba de vestirse y cerraba el chat de Instagram con Izzy. Acostándose en el sofá, ya había terminado de desayunar y no tenía mucho más que hacer esa mañana. Ni todo el día restante; realmente.
Encendió la televisión, y a su mismo tiempo hizo lo mismo el móvil, esta vez decidiéndose por abrir Instagram de nuevo. Estuvo un rato echando un vistazo a las historias de la gente que seguía, viendo algunas como la única de Izzy en la que había tomado una foto de la calle por la noche, colocado un filtro oscuro que casi hacía ver la imagen en blanco y negro y una canción caracterizada por la única instrumental de un bajo y una voz en off, también las historias de Jack, dándole like a una que trataba de una foto de ellos dos en la que Edward se encontraba sosteniendo la lata de bebida energética que habían compartido. También apretó el botón de me gusta en otra imagen que consistía en un diferente selfie también de Jack, pero esta vez con Izzy, quién parecía encontrarse un poco cabreado y le hizo gracia el contraste entre sus dos amigos.
Después bajó a ver las publicaciones y, entre unas cuantas de perfiles con el símbolo que indicaba que estaban verificados, y otras que le importaban poco pero que Instagram insistía en seguir recomendándole, finalmente dio con una imagen que verdaderamente le llamó la atención, y reconoció al instante quién era la persona que la había subido.
La imagen mostraba la pequeña maqueta en miniatura de un barco de madera clara de marfil, de esos grandes que eran capaces de transportar a gran cantidad de personas dentro de ellos. Edward no necesitó ni mirar el nombre de usuario o la foto de perfil de la persona que la había subido, y sonrió cuando, efectivamente, corroboró que se trataba del chico que conoció en el anticuario, que había considerado el consejo que le ofreció en su momento de subir su arte a Instagram.
Rápidamente echó un vistazo hacia la mesa que se encontraba en el centro de la sala, pues allí era donde se hallaba el barco que le había comprado a aquél hombre el día anterior; todavía no había podido buscarle un sitio adecuado, pues las habitaciones de su casa habituaban a ser gobernadas por un, no muy grande, pero más molesto y variado desorden. Después volvió a mirar el móvil, abriendo la sección de comentarios de la publicación, vacía por ahora. Activó el teclado y se decidió por dejarle uno pequeño para compensar el blanco neutral del dicho espacio, que se transcribiría a un "qué bien se ve!" acompañado de dos emojis, uno de un fuego que se repetía tres veces y otro de un corazón rojo. Sintiéndose así satisfecho, Edward rápidamente cambió a otro tema.
Stede no pudo ver el móvil hasta que acabó la ronda del trabajo, y ahora que dicha jornada había terminado, esperaba a que Lucius recogiera todas sus cosas mientras el sol se escondía en el horizonte.
De esa manera, aprovechó para encender el móvil y revisar las notificaciones que había obtenido durante el día, que tampoco pudo revisar durante las horas de descanso por haber estado conversando con Lucius sobre todo lo que había ocurrido ese día y el anterior. Mientras las examinaba, no se detuvo especialmente en ninguna de ellas hasta que llegó a una de su Instagram que hizo que su corazón saltara de una forma especial, también casi nueva para él.
"bearded_eddie ha comentado en tu publicación". Decía la notificación, y Stede fue corriendo a examinarla en profundidad.
Lucius, que ya estaba a poco de terminar lo que estaba haciendo y de casualidad se giró para mirar a Stede, sintió cómo la curiosidad le invadió cuando se percató de que Stede estaba sonriendo por algo que parecía manifestarse en la pantalla de su móvil. Y Lucius conocía muy bien ese tipo de sonrisas.
—¿Estás viendo algo interesante? —le preguntó Lucius con jocosidad, como si no supiera ya la respuesta a aquello.
Stede se sobresaltó, pensando por un momento que estaba solo en la habitación. Sin embargo, no le contestó a Lucius con palabras; únicamente acercó el móvil hacia él y le enseñó el comentario que Edward Teach le había dejado en su publicación de Instagram.
Lucius, al mirar la pantalla y leer lo que se encontraba, levantó la mirada y le dirigió una sonrisa a Stede, de forma similar a como si le diera su aprobación.
❧
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top