Decimoséptimo capítulo
Neibor, Neibor, Neibor, ¿Qué puedo hacer contigo? ¿Quemarte? ¿Poner una bomba en tres de tus edificios y explotarte? ¿Ignorarte?
Neibor, universidad-instituto privado mayormente reconocida por su SWAG. Se identifica principalmente por ser única y decir «las vacaciones las daré cuando yo quiera» y «eso de vacaciones en diciembre es muy común, por eso no las daré en ese mes». Se pone los lentes de sol, toma su bolso de chanel y se aleja lentamente, así de perra es Neibor.
Jódete Neibor.
—Y este trabajo valdrá el 30% de su calificación.
Literatura, Literatura, Literatura...vete agarradita de la mano junto a Neibor, y jódanse las dos.
— ¿Y se puede repetir el autor?
—No, —sentencia con una gran pizca de molestia— por eso dejaré esta lista de autores en el mural aquel—lo señala—. Y pondrán su nombre en la línea, junto al autor que quieran.
— ¿Cuánto tiempo tenemos?
—Cinco semanas.
— ¿No cree que es muy poco tiempo para hacer una tesis? —pregunta el chico de lentes y es frustrante porque ¡aun no sé me su nombre! ¡Me sé el de todos (o casi) pero el de él por más que trato de recordarlo no puedo!
—Creo que es un buen tiempo.
•♦•
Murmullos por todos lados. Todos hablan de lo mismo. Todos concuerdan con lo mismo. Ha pasado mucho tiempo, más de lo usual. Tal vez el menú es nuevo y están sorprendidos por su delicioso y esquicito sabor; qué más da, solo compraré un par de sándwiches y listo. No puedo darme otros lujos.
Tomo asiento en la ya familiar mesa, recorro la cómoda silla y espero a que lleguen los demás. Los murmullos aparecen de nuevo, esta vez en forma de apuestas. ¿Acaso no tienen algo mejor que hacer?, la mesa se llena y los murmullos terminan.
—Todos lo están diciendo Kai, ¿Qué harás? —le pregunta Victoria, y este solo le da una de esas miradita de arrogancia que usualmente siempre tiene pegadas desde que nació.
— ¿Acaso has perdido tu toque? —ahora es tiempo de Taeyeon de cuestionarlo con una burla entre palabras. Esto se pone emocionante, no sé qué está pasando, pero sí que es emocionante.
—Aún no se me da la gana. —ahora es el turno tan esperado de Jongin, de forma desinteresada mientras da un bocado a su apetitosa ensalada suelta cada una de sus palabras. Limpia la comisura de sus labios de forma decente y sonríe de oreja a oreja mientras el par de mujeres que le cuestionaron sueltan leves bufidos.
Yo muerdo mi sándwich, esto se ve interesante...no sé de qué se trate, pero se ve interesante. Solo espero que todo esto termine en golpes.
— ¿Así que te da miedo arruinarlo? —le cuestiona Kris.
—Es solo que aún no me enfado. —a veces, la mayor parte de las veces me caga la voz de Jongin, digo, es tan castrosa cuando te da largas en las respuestas, en ese punto de prácticamente ignorarte mientas responde; como me gustaría que todos le den unos buenos golpes en estos momentos, solo para que se le quite lo payaso.
— ¿Y piensas tenerlo para siempre? —Ahora es tiempo de Sehun de interrogarlo.
—Nada es para siempre, Sehun-ah. —responde divertido el interrogado, es más, ¿saben qué? Ya lo voy a ignorar, me perderé por completo en mi sándwich e ignoraré cuan castroso puede llegar a ser éste maldito Deseo Negro.
— ¡Oh, aceptémoslo! Estas perdiendo tu toque. —Le recrimina Baek y este le da una mirada de molestia, y me pongo a pensar, ¿Por qué razón la mostaza sabe tan bien? Es adictivo el morder el sándwich.
—Solo espera y verás.
— ¿Por qué no lo demuestras ahora? —Le reta Taeyeon y yo sigo diciendo que la mostaza sabe increíble, tal vez un nuevo ingrediente...—Muéstranos, al estilo del viejo Kai...lo tienes ahí, hazlo.
—Lo haré cuando yo quiera—Responde firme y el ambiente de este lugar se volvió más denso.
Todos se dan miradas de odio. Jongin mira con odio a Baekhyun, Kris mastica vehemente su comida mientras reta a Jongin. Taeyeon levanta una ceja, cuestionándolo y yo... yo simplemente tomo mis sándwiches, más vale estar preparados por si los golpes aparecen.
Victoria bufa y ahora Sehun es quien le da una mirada, doy una mordida más a mi sándwich esto se está poniendo emocionante. Minutos, largos, silenciosos y tensos minutos. Por el popote del jugo que compré de la máquina expendedora, comienzo a sorber y después otro mordisco más al sándwich. Sorbo un poco más haciendo ruidos que demuestra que el jugo está por terminarse. ¿A qué hora inician los golpes? Ya terminé un sándwich y estos nada, tendré que darles un empujoncito.
—Al-
—Está bien, lo haré.
Todo el mundo; que, al parecer siempre sí estuvieron muy atentos a lo que se decía en esta mesa, comienza a apostar. ¿Y porque apostar? Porque son ricos, solo por eso, ¿saben que haría con la cantidad de varios números que acabo de escuchar de mis vecinos de mesa de la izquierda? ¡Hasta un auto podría comprarme con eso! ¿Por qué no darme ese dinero y arreglar todo el asunto y ya?
— ¿Cuánto tiempo? —pregunta Kris.
—Solo denme tres semanas. —responde Jongin más seguro de sí mismo, y doy un mordisco al nuevo sándwich. Un sorbo al jugo que ya está por terminarse. — Y solo un mes para que se vaya.
— ¿Un mes? —lo interroga Tiffany, quien hasta el momento no había dicho nada. Hasta me sorprendí, por un momento creí que era muda.
—Está bien...—Jongin me observa detenidamente, me cohibí, hasta dejé de comer cuando comenzó a verme sin apartar la vista solo asiento con la cabeza y este vuelve a ver a Tiffany—Tres meses, no creo aburrirme pronto.
— ¿Qué, no se supone que Taemin lo quería? —le interroga Kris y todos voltean a ver a Jongin, yo los imito. No sé de qué se trate, pero hay que seguirles la corriente. Después le preguntaré a los Kim de que se trata todo esto. — ¿No se lo darás?
—Taemin puede esperar.
—Eso... si es nuevo. —Baekhyun suelta sorprendido con cara de «algo no concuerda aquí». ¡Yo también puse la misma! ¿Cómo que el jugo ya se terminó en uno o dos sorbidas? ¡Eso es del diablo!
—Kyungsoo-ah. —Jongin dice de la nada en un tono seductor que, hace que olvide lo delicioso que es el sándwich por centrarme en él. ¿Por qué acaba de agregar el "ah" a mi nombre? ¿Por qué estoy recordando brevemente ese día de presentaciones que quiero olvidar? ¿Por qué diablos, si soy Do Kyung Soo, me estoy poniendo tímido?
— ¿Q-qué? —Tartamudeo y me golpeo mentalmente, ¿Qué sucede conmigo? Es un efecto secundario de la mostaza. Él al notar mi nerviosismo sonríe, encantadoramente.
Esperen, un momento por favor, nadie responda por favor, solo déjenme divagar, creo que no es posible, pero, ¿acabo de cerrar mis piernas? Perdonen, no entiendo nada, ¿Por qué cerré mis piernas? Es decir, bien pude haber cerrado los puños de las manos para soltarle un buen chingadazo en la cara, pero solo cerré mis piernas con mucha fuerza. ¿Por qué estoy recordando la fiesta de los Oh y las presentaciones pasadas? Creo que me va a dar una embolia, me estoy mareando y estoy a todo y nada de ver a Jongin con brillos decorando su cuerpo.
—Hyung~ —las palabras salen de sus labios de forma sensual y el que alargue la última de estas no me hace bien. ¡Acabo de cerrar con más fuerza mis piernas! —, hyung~. — Ronronea de nueva cuenta, pero ahora cerca de mi oído. En un descuido atrapa el lóbulo, mordiendo y lamiendo delicadamente. Ay, eso no se hace en frente de todos, ¿Por qué no golpearlo cuando me lo está pidiendo?
— ¡Provecho! —separándome violentamente, me levanto y me despido. Mi respiración se vuelve agitada y mis mejillas arden, todo es asfixiante en este lugar, todo...hasta mis pantalones.
Nada más deja y voy al baño y te voy a partir tu madre.
— ¿Y eso?
—Apenas está iniciando. —es lo último que escucho.
•♦•
Humanidades, humanidades, humanidades...solo porque me agradas, te la pasaré esta vez.
—Las clases que tengan de esta materia, serán realizadas en la clase de deportes.
— ¿Porque? —pregunta el chico de lentes.
—Su maestro no vendrá en esta semana y la que sigue. Y, por cierto, deben utilizar su uniforme deportivo. ¿Sí?
—No tengo un uniforme deportivo. —le respondo.
— ¿Kyungsoo, cierto? —Asiento con la cabeza. —Si no lo llevas, serán puntos menos.
—Pero-
—No hay pretextos—me cala el perfecto—, tienen diez minutos.
Todos salen del salón y yo me quedo pensando. ¿A quién puedo pedir un uniforme? Tal vez... no, es casi imposible que Dae tenga uno. Y Junmyeon, es menos probable aún. Tal vez, mi última solución sería llamarle a papá y pedir que me compre uno...
—Es posible que solo te quiten dos décimas. —Jongin me dice amistoso, ay, pero que agradable puede llegar a ser algunas veces. Contrario a todo lo que crean, cuando está lejos de sus amigos es muy amable.
—Tú-
—No. —bufa y se ríe, sale del salón dejándome pensante... ¡Que mierda le pasa! Hace rato, estaba muy... ¡Argh! ¡Maldito imbécil! ¿Cómo pude pensar de él como alguien amable?
Emprendo mi camino hasta el quinto piso —donde está el maldito gimnasio escolar—, aunque de hecho solo subo al elevador y llego en menos de dos minutos. Fue algo raro, no hubo absolutamente nadie entrando al elevador, por lo que me dio tiempo de bajar y subir cerca de cinco veces seguidas hasta tomar conciencia de que las clases comienzan ahora mismo así que, cuando la puerta se abrió ya estaba en el quinto piso.
Entro en aquella única puerta que vi por uno de los pasillos, y me quedo sorprendido. ¡El jodido gimnasio es de todo un piso! Bancas, gradas y una inmensa cancha. Tal vez exagere, ya que en otros pasillos están las regaderas y creo que también están las albercas — ¡Unas malditas albercas en el quinto piso! —. Dejo la mochila a un lado y me siento en una de las pocas bancas alejadas de todo lo que me pueda delatar. Miro alrededor, hay unas escaleras que dan hacia los enormes ventanales y un corto pasillo que tiene barandales de protección que dan al otro extremo de la cancha, donde hay más escaleras.
Ahora que lo pienso, si le digo a papá sobre el uniforme, será más que raro que un pobretón en menos de diez minutos lo haya conseguido, y nuevo. A decir verdad, jamás creí que tendríamos que usar un uniforme, es más, jamás creí tener la clase de deportes. Si hubiera sabido todo esto, mejor me hubiera ido a la carrera de Empresas o algún derivado de eso.
Suspiro resignado, y dejó caer mis brazos. Son solo dos décimas, ni siquiera es un punto para mi perfecta calificación. Me recuesto en la banca y miro el celular, a decir verdad, lo único bueno que tiene Neibor es el internet rápido —y sobre todo gratis—. Tarareo una canción y una de las puertas de este lugar se abre, agradezco de antemano el hecho que sea de las que están en el otro extremo de la cancha o me tendría que parar a saludar.
Un chico alto, musculoso, alto, piel un poco bronceada —pero solo muy poco, casi nada—, alto, cabello castaño, alto, bastante musculoso, alto, cabello de moda — con fleco y eso, lo sé porque justo hace un par de día Narsha me mostraba ese corte— y sobretodo alto, es quien interrumpe mi canción. Mira su reloj y anota algo en el sujeta papeles. Lleva un pantalón deportivo color grisáceo y una playera con el sello de Neibor. Se quita la playera y solo queda en camiseta dejando ver sus trabajados músculos.
Saca una prenda de su mochila y la deja en el suelo. Se quita el pantalón, y me deja a la vista las bien torneadas piernas que tiene, bueno, si estoy un poco ciego por lo que enfoqué de más para poder deducir la clase de persona que era; pero sinceramente esas piernas eran de otro mundo, ¡tan musculosas y de ensueño! ¿Cuánto ejercicio debería hacer para llegar a tenerlas así? Se pone el flojo short y levanta su camiseta, mostrándome su abdomen plano y bien formado junto a la típica «v» de hombre de gimnasio que se le vio. ¿Cuánto ejercicio debo hacer para quedar así? Digo, desde las piernas hasta el vientre.
Suspiro resignado, hacer ejercicio no es lo mío. La puerta se abre, y todos los de mi salón entran. Llevan el uniforme que basta de solo un pantalón deportivo gris, la playera blanca con el sello de la escuela y tenis deportivo...solo eso.
—Pasaré lista. —dicta el alto musculoso, desconocido y de grandes ojos (casi como de sapo, sin ofender y con todo el respeto que se merece). Todos forman una fila y tengo que seguir la corriente, como no quiero que note que no llevo uniforme, me formo hasta el último, lejos de su campo visual.
—Cha Sun Woo.
—Presente. —el chico alza la mano y el ojón le toma asistencia.
—Choi Jin Ri.
—Presente. —esta da un paso al frente y el ojón, anota en las hojas.
—Do- —Se detiene al decir el apellido, mira a todos los presentes y lo bueno es que estoy alejado, porque no logra verme. —Do- —espero y no sea yo, porque mi apellido si comienza con la "Do", no, no lo creo, debe ser alguien más que por el momento no recuerdo el nombre, ¡creo que es el chico de anteojos!
— ¡Permiso! — Un chico de cabello largo y castaño, entra. No es bastante alto, es un poco más grande que yo pero no demasiado. Tiene una pequeña nota invisible que dice tierno pegada en la frente. — Perdón por la demora, el otro grupo ya viene. — dice agitado. Si yo me dejara crecer el cabello igual que él, ¿se me vería igual?
—Llegas tarde, Lee. —le reprime el ojón, aun sin verlo da una mirada a las hojas.
—Perdóname, ¿sí? —puchereando el de cabello largo pide por su atención, yo creo que le gusta. No ha despegado la vista de él desde que llego corriendo, aunque el alto no le ha hecho caso.
—Ya qué. —Responde con simpleza, alza la mirada y se le acerca al chico tierno— ¿Qué dice aquí? —le muestra la lista. Ahora que lo pienso, yo naturalmente soy sexy pero si tuviera el cuerpo ejercitado como el ojón y el cabello cuidado del chico lindo, ¿Cómo me veré?
— ¿Por? —pregunta curioso y aprovechando para acercarse y pegarse más al alto. Desde aquí, entre mi ceguera y la pobreza, puedo notar a gran escala cuantas ganas le tiene. Amigo desconocido, no te juzgaré, lánzatele si así lo deseas, somos jóvenes recuerda que lo que pase en Neibor se queda en Neibor.
—Solo pregunto.
—Do Kyung Soo. — Ese fue mi nombre. Mierda. Soy yo, adiós dos décimas de mis puntos de especial.
—Do- Do Kyungsoo. —clama temeroso.
Acabo de notar cuan temeroso es mi nombre, ¿Por qué debería llorar por unas cuantas décimas?
—Presente. —levanto la mano y agradezco a los Dioses griegos porque no me notó. ¡Cuánto te amo bajo crecimiento!
—Un paso al frente. —dice firme y maldigo a los Dioses porque me escuchó.
—Presente. —acomodo el uniforme, orgulloso de no tener uno deportivo. Recto y mirando hacia la puerta. Este da unos pocos pasos con sus largas piernas y se detiene enfrente de mí.
— ¿Por qué no llevas el uniforme puesto? —pregunta interrogante y molesto. Yo estoy más molesto, ósea, ¿si captas que se me paró por Jongin? ¡Por Jongin! No fue por Kris (porque si es sexy, de hombre a hombre lo acepto) ni por Sehun (ya saben, la amistad y todas esas cosas que ocurren en ésta universidad), no, fue por un maldito hijo de las diez mil putas que no me prestó un uniforme deportivo.
—No tengo uno, no sabía que tenía que comprar uno. — le respondo lo más normal que puedo hacer y frunce el ceño.
— ¿Por qué? —ahora pregunta algo preocupado. Okay, yo también estoy preocupado, ¿Por qué se me pararía por Jongin?
— ¿Eh?
— ¿Por qué no tienes el uniforme?
—Es un especial. —responden y esa voz me hace sobre exaltarme, no excite, si me estremecí más no pasó algo peor que me haga quedar cual pervertido precoz ante mis compañeros de clase. —Apenas pudo comprar el uniforme normal, ¿Cómo crees que podrá con el deportivo?
—Llegas tarde Kim.
—Agradece que llegué. —le responde Jongin con aquella burlesca arrogancia que se carga. Ósea Jongin, ¿si captas que no quiero verte en estos momentos? ¡Estoy traumado por tu culpa, maldito!
—No soy un jodido profesor Kai, yo sí puedo sacarte de mi clase. —le responde molesto el ojón.
—Sí, eres un simple alumno. Y no mereces ningún respeto.
— ¿Qué? ¿Duele porque no puedes amenazarme con expulsarme, cierto?
—Como- —No termina la frase, y retoma su lugar. El chico lindo le dio una mirada de enojo y este inmediatamente se calla.
Esto es como esas películas de castas, aquí el que menos lo esperas es quien tiene el poder absoluto sobre todos.
—Taemin, ahora volvemos. —El ojón me toma de la mano, sorprendiendo a todos hasta a Jongin y a mí de paso. Me jala y me lleva hasta la puerta, donde se detiene para entablar algunas ordenes— Es posible que tardemos un poco.
Mis pies se movieron, yo solo seguía siendo arrastrado, me dejé llevar y para cuando menos lo pensé estábamos en el área de las regaderas y, debo decirlo o de lo contrario jamás lo creeré, el lugar sigue siendo enorme. Él tipo este que me trajo sin mi consentimiento, camina hasta uno de los casilleros que hay en este lugar y saca algo de ropa, ¿acaso éste será el día en el que finalmente sea violado?
Escuché de Jongdae sobre la apuesta, de Tao sobre mi posición, de Yixing-Ge sobre lo absurdo que es todo y de Junmyeon lo que conlleva ser un especial. Lo siento, creo que mataré a éste tipo, no estoy preparado para que abusen sexualmente de mí, es decir, ¿si sabes que estoy traumándome porque tuve una erección por culpa de Jongin?
Un juego de ropa cae a mis manos. Es un bendito uniforme deportivo. Estira su mano y me sonríe de oreja a oreja, ¿Qué demonios?
—Ten, póntelo... —sigue la sonrisa estampada en su rostro, esto es tan terrorífico— no es ninguna broma, ni está roto ni nada que pueda hacerte quedar en vergüenza. — Toma mis manos y presiona con fuerza mientras su sonrisa se mantiene. ¿Por qué habrá dicho eso? ¡Hasta se me puso la piel de gallina al pensar que todo lo que dijo realmente tendrá la ropa!— Te quedará algo grande, pero se ajustará bien.
—Gracias. —respondo de forma amistosa.
Me tomo un par de minutos pensármelo bien, pero si trata de aprovecharse le daré una patada en el cuello y si, por azares del destino le rompo este mismo, ocultaré su cuerpo en el auto de Jongin para que quede de prueba lo que le sucederá a todo aquel que trate de violar a cualquier persona. Quito la camisa blanca del uniforme y este me mira, con una enorme sonrisa de gato ojón. Me quedo con la camiseta blanca y sigue sonriéndome, como si le fuera todo tan divertido.
No bajo la guardia cuando quito el pantalón escolar y un audible gritito chillón de la emoción salió de sus labios, esto ya es acoso, ay Dios mío, jamás creí ser acosado por un compañero de la universidad. Me pongo el pantalón deportivo lo más rápido posible y en efecto, está un poco —En exageración. Nah, mentira. Solo un poco—grande.
Antes de pensarlo me entrega un par de tenis y me los pongo después de pensarlo mucho y sentir su mirada de súplica; están un poco grandes, pero no es mucho. Son como media talla más que los míos.
—Tiene unas tiritas y lo puedes ajustar. —dice cuando yo ya lo había hecho. ¿Está sudando o es mi imaginación? ¿Es de esos pervertidos que les gusta que usen su ropa antes de violar a sus víctimas?
—Listo, ¿Qué tal? —pregunto, el desprecio me lo tuve que tragar, solo estoy tratando de provocarlo al subir un poco el pantalón y la playera la acomodo un poco más para que no se note lo enorme que me queda.
—Te ves—toma una de mis mejillas y las aprieta con dulzura, ósea, ¿si comprendes que te voy a matar?— HED-MO-SO —deletrea cada silaba y despeina mi cabello con la mano libre mientras que con la otra sigue presionando mi mejilla.
Hubo algo que salió dentro de mí ser. Algo que creí que no tenía más. Un coraje lleno de sentimiento emanó al escuchar aquellas palabras y negar lo que mi cabeza cree que es imposible de suceder. Me debatí internamente, es imposible, este odio lleno de furia que me dan ganas de llorar es imposible que este sintiendo. Es decir, es un pervertido a quien veo, no a mi yo pasado. ¿Algo está mal acaso?
— ¡No lo vuelvas a repetir! — suelto molesto finalmente mientras me fajo la playera.
— ¿Qué? ¿Hedmoso? —comienza a reír y mi enojo aparece, lo golpeo en el momento en el que la vergüenza apareció sin poder detenerla. ¿Cómo es posible que los errores de mi infancia me persigan a esta edad tan adulta? — ¡Espera Soo! ¡Alto! ¡Soo!
— ¡Fue un error! ¡Aún era pequeño, y-!—un momento, ¿Cómo lo supo? No le he contado a nadie sobre eso, muy pocas personas lo saben...paro los golpes y siento unos brazos arropándome.
Acabo de tener una revelación. Es como aquella vez que conocí a papá. El auto odio que me creé y juré tener por él, cuando lo vi finalmente se esfumó toda fortaleza que me había auto inducido.
— ¿Me perdonas por abandonarte? —fue un susurro y mi nariz comienza a picar dándole paso a mis ojos húmedos. Pequeñas lágrimas salen sin control, siendo secadas por la camiseta.
—T-tú...
—Lo sé, lo sé... ¿me perdonas? —pide arrepentido. Besa mi nuca y comienzo a hipear, muevo vehemente en negación mi cabeza— ¿me perdonas?
Me quedé mudo. ¿Esto es una clase de reencuentro de reconciliación? Porque si es así, todo debe ser una maldita broma del destino, digo, ¡bien pudimos reencontrarnos en otro lugar mejor! ¡Una cafetería o qué se yo! ¿Pero, Neibor? ¿Es enserio? Maldita vida, tú simplemente no paras de jugarme unas buenas bromas de mal gusto.
— ¿Tú me perdonas por esperar a que murieras? —pregunto débilmente entre lágrimas.
— ¿Y tú porque nunca te dije que me iba?
—Si te perdono. —digo feliz entre lágrimas.
—Yo también te perdono. — suelta él entre lágrimas también.
Largos minutos pasan, y seguimos en la misma posición. Cuando siento que ya no lloraré más, es mi momento de hablar. Medito mis palabras, guardo silencio por segundos y lo miro detenidamente hasta que aquellas cortas frases salieron de mis labios sin poderlas detener.
—Minho. —No hubo necesidad alguna de preguntar su nombre, por Dios, lo he sabido por bastante tiempo; él me da un apretón, dándome a entender que me escucha— ¿Por qué estas más alto que yo?
—Hyung~, no es que yo sea alto es que tú no lo eres. —se burla y le doy mi puño en forma reprobatoria, no nos hemos visto en años y ¿él solo se burla de mí? ¿Acaso no sintió que la pregunta salió de lo más profundo de mi ser? ¡Lo perdono y él actúa de esa manera! ¡Qué mierda!
—Vámonos, y carga a tu hyung en tu espalda que por eso has crecido bastante. —le palmeo en orden, se da la vuelta y de un brinco me carga.
Siempre he querido que alguien me cargara en su espalda, Junmyeon-Hyung no es lo suficientemente fuerte para resistir el peso de alguien más y cuando traté de hacerlo con Jongdae ambos nos caímos al piso, el tío Yoochun una que otra vez lo trató de hacer, pero eso era cuando éramos chicos, teníamos como catorce años, y efectivamente nos caímos; eso de que los tres —Hyung, Dae y yo— no fue muy buena idea.
Fueron algunos segundos en silencio, mientras Minho me carga yo le jalaba las orejas en el transcurso, no dijimos nada, era como si estuviéramos compensando el tiempo que alguna vez pasamos de niños y de igual manera, todo esto parecía irreal; no solo para mí, era igual en ambos.
—Sabes que, literalmente hablando, yo soy tu hyung. —su voz salió de la nada.
— ¿Qué no se supone que eres de diciembre? —ni siquiera estaba del todo seguro, pero traté de recordar aquellos tiempos de niñez que alguna vez pasamos.
—Así es.
—Y yo de enero, no sé porque discutir esto.
—Es que hyung, yo soy tu hyung. —ríe, "eso fue raro" respondo y la carcajada salió, "lo sé" susurra. — Porque nací en el 93 y tú en el 94.
— ¿Por qué nunca lo dijiste? —pregunto, tomo una de sus orejas y la jalo, ¿desde cuándo el Minho que conocí de pequeño fue tan orejón? Debieron crecerle cuando me abandonó y abandonó nuestra amistad, ahora pellizca una de las piernas. Pido tregua y yo dejo de hacerle maldades, así como él deja de mallugar mi hermosa piel.
—Porque no lo sabía, y si lo sabía no, prestaba atención.
—Y yo era más grande que tú.
—Ahora eres de tamaño bolsillo.
— ¡Que te pasa! Si soy de estatura media.
—Media enana querrás decir. —Oh, Choi Min Ho, no lo dijiste pedazo de mierda odiada de mi infancia.
— ¿Quieres morir? —Le jalo las dos orejas y niega—A si me gustan, que rueguen por su vida.
—Cuanto tiempo...—suelta de la nada y yo asiento. No sé qué está sucediendo, de la nada llegan los momentos melancólicos a cada palabra que suelta y después, cuando creo que lloraré, decimos alguna cosa que nos hará sonreír a ambos.
—Si —suspiro—, ahora tienes ojos de sapo. —bromeo.
— ¿Oh, enserio? tú de Búho —comenzamos a reír.
¿Ven a lo que me refiero? No me puedo poner sentimental porque inmediatamente sale cualquier cosa que olvidemos toda tristeza. Dio varios pasos hasta que finalmente me baja y cuando menos lo había pensado, ya nos encontrábamos a escasos metros de alguna puerta del gimnasio. Las miradas cómplices que nos dimos casi sin pensarlo nos hicieron carcajear, sacudió mi cabello y después avanzamos, todo iba bien, estábamos a nada de ingresar con los demás, pero desgraciadamente Minho hizo la pregunta que imaginé que formularia cuando me reconoció, aquella misma que creí ya haber superado, pero que por ahora ya no estoy tan seguro.
— ¿Y mamá Do?
Dio un paso dentro del gimnasio haciendo que todos los que estén dentro volteen a vernos, ahora siendo más. Él camina y yo me quedo plantado en mi lugar, justo cuando no recibe ninguna respuesta se voltea y toma mi mano. Levanto la mirada y en su rostro aquella mueca de preocupación es tan notoria como las ganas de huir por lo horrible que se ha puesto todo de un momento a otro.
Mi visión se vuelve borrosa y mi mandíbula tiembla, intento sonreírle, pero sé que no lo convenceré, es más, ni yo estoy tan convencido de si sonreír será lo correcto, tal vez debería tirarme al piso y actuar un desmayo. No me dio tiempo, inmediatamente me toma del rostro y trata de descifrar la razón por la cual estoy a punto de llorar. Suspiro profundamente y sorbo de la nariz, maldición, debí tirarme al piso en un falso desmayo.
—Muerta. —suelto levemente, casi sentí como un peso de menos caía mientras hablaba. Ni siquiera pude verlo a los ojos, no estaba preparado, sé que Minho es un llorón de primera, si me veía llorando él lloraría igual, y no quiero que todos nos vean haciéndolo en estos momentos o de lo contrario mi reputación como el "especial" se verá manchada como el "el especial llorón". —Fue hace mucho, ahora tengo un pa-
Minho me abraza al escuchar la noticia, ni siquiera me dejó terminar cuando todo se paraliza, desde los mirones hasta mi corazón y llanto al escuchar como trataba de consolarme por algo que pasó hace tanto tiempo. Pregunta si me encuentro bien, se disculpa, se culpa y pide perdón una vez más porque, ¿cómo mi hermano de no sangre puede no haber estado en mis peores momentos? No hubo respuestas de mi parte, solo asentimientos con la cabeza.
Nos separamos a los pocos minutos, me imagino que debieron de haber sido largos minutos porque la clara molestia en el rostro del chico lindo era toda respuesta al poco o largo tiempo en que Minho trató de consolarme.
Sorbo un poco de la nariz y camino como si nada hubiera pasado, teniendo a un costado a Minho, quien no se separó ni un solo momento.
—Veinte flexiones, todos. —dictamina Minho, y como buenos alumnos todos lo hacen. Tengo que seguir la corriente. Me pongo en posición e inicio a hacerlas.
—Una—digo en un ligero susurro—, dos—Minho se agacha hasta quedar cara a cara, y sus inmensos ojos me ven alegre—, tres-
—Más rápido Soo, los demás ya llevan diez
—Cuatro, cinco, seis—mis músculos fallan y me quedo en el suelo. Suspiro cansado, me levanto porque soy más fuerte que todos aquellos que presumen su rapidez, ¡já! ¡soy cien veces más veloz que todos los aquí presentes! — diecinueve, vein-veinte. —Termino, ¿qué les dije?
— ¿Sabes que debes hacerlas desde-?
—Minho-ssi—nos interrumpe el chico lindo—, ya todos han terminado.
—Está bien Taemin. — Esto bien pudo haber sido mi imaginación, quizás sea porque siento mi rostro hinchado aun, pero, ¿el chico lindo se mordió los labios cuando Minho habló? —Soo, tu estarás en mi equipo.
—Pero- —el chico lindo esta por decir algo cuando Minho habla con su dura voz.
—Por hoy jugaremos voleibol. —indica y muchos saltan emocionados, alguna que otra chica suspira enamorada por Minho—Será un amistoso, tres equipos, dos de doce y uno de diez. Taemin será líder de un equipo, yo de otro y-
—Yo del tercero. —Maldito día tan más raro. ¿Por qué tenía que aparecer él de entre todas las personas?
—Y Kai — dice algo sorprendido— será otro líder. — Toma mi mano y noto como Jongin no pasa desapercibido eso, ósea Jongin no me mires, ¿sí? ¿no ves que ahora mismo no quiero saber anda de ti? —Elijo a Kyungsoo.
Los equipos se comienzan a formar. Los primeros en jugar somos nosotros contra el equipo de Taemin, a quienes; gracias a las espectaculares jugadas de Minho, vencimos.
Algunas chicas suspiran al ver como mi líder se quita la sudada camiseta. Deleitando a todos con sus marcado cuerpo. Pasa la mano por su cabello, quitando el sudor, Taemin corre y le entrega una pequeña toalla blanca. Él la acepta sin chistar y se limpia. Ventila un poco en sus piernas, estirando el short y todas las chicas suspiran.
Yo no hice muchos movimientos, pero aun así tengo un poco de sudor, Minho no pasó desapercibido eso y me pasa su toalla para limpiarme, no lo pensé mucho cuando la acepté, pero la mirada del chico lindo me hizo saber que fue la peor de todas las decisiones. Juro que, si las miradas mataran, yo estaría velando mi suerte en otro lugar.
El sonido del balón nos hace regresar, es hora de jugar. Jongin, bota el balón constantes veces, y pues como no soy el más importante en todo el partido solo lo observo. Si bien es cierto que lo odio porque, bueno, no me prestó un uniforme deportivo, y también por su cambiante forma de ser conmigo así como mi odio porque se me paró gracias a él; aunque eso sí, nada me impide el observar la forma en que lleva el pantalón algo pegado a su cuerpo, el cambio de playera deportiva por una camiseta negra. Mostrando sus delgados pero marcados brazos. Y aceptándolo, en cuanto a grosor, Minho tiene más carne. Eso sí, Jongin lleva una pequeña pinza que le ayuda a que el cabello no se le junte en la frente. Se ve sensualmente adorable, digo, de hombre a hombre puedo aceptar que es sexy porque tiene el cuerpo un tanto cuidado y ejercitado y el accesorio extra le cae en la contraria a su personalidad. La pincita es amarilla, sonreiré pero solo porque las pincitas amarillas me parecen la cosa más linda del universo, no por como como se ve Jongin, claro que no.
Solo diez minutos bastaron para que la riña entre ambos equipos quedáramos empate. Pude notar el sudor resbalar por la marcada espalda de Minho y como algunas se mordían el labio al verlo, juro que cuando comience a ir al gym me pondré igual o mejor, esto ya no son habladurías, es mi meta a futuro, quiero que todas me miren igual, hasta me hace sentir celos por lo popular que un buen cuerpo puede llegar a ser. De nuestro equipo salen dos y entran otros dos, yo aún sigo dando batalla, no hago mucho, pero sigo de pie.
Solo dos puntos eran los decisivos para saber cuál equipo ganará. Mi turno es de rematador, y golpeo la pelota la cual cae en el espacio del otro equipo, pero es rematada de nuevo. Mi visión se fija en una sola persona. La cual levanta lentamente la camiseta negra, dejando ver lo delgado y formado de su cuerpo. Trago saliva nervioso. Da un brinco y puedo ver la sexy línea de bello que parte desde su ombligo hasta perderse en el pantalón que baja un poco por su cadera y deja ver la notoria línea entre su cadera, maldición, creo que no estoy del todo bien desde entre a ésta jodida universidad.
Acabo de decirme a mí mismo cuan sexy es Jongin, ¿qué tengo? ¿Moriré?
Hacemos contacto visual y creo estoy perdido —sonrojado—, doy un paso hacia atrás y escucho los gritos que Minho me da. Levanto la vista y todo pasa en cámara lenta. La pelota cae en nuestro campo, y perdemos. Maldición Minho, ¿no has notado el estado mental en que me encontraba? ¡Acabo de sentirme tímido por una absurda mirada de la mierda morena aquella!
— ¿Te encuentras bien?
— ¡Esta sangrando!
—Llévenla a la enfermería. —Ordena Minho y un par de chicas asienten cargando a su amiga.
—Perdimos. —digo en un susurro.
—Así es. —responde relajado.
— ¿No te importa el perder? —pregunto asombrado.
—En lo más mínimo.
Lo miro, sorprendido. Lo tomo de ambas mejillas y lo escaneo, es el mismo de hace años, ¿Cómo no me di cuenta antes?, jalo uno de sus ojos achinándolo y él me toma de la oreja, pero no pienso ceder ni cuando la jala con fuerza.
— ¿Quién eres, y que le hiciste a mi amigo?
—Soo~.
— ¿Quién eres? —Le doy una mordida a su mano que toco mi nariz haciendo que la quite inmediatamente— ¿Y qué le hiciste a mi amigo?
No termina de contestarme cuando el sonido de un golpe se hace presente. El chico lindo cayó de cabeza y se golpeó contra el palo de la red, haciéndolo sangrar de la frente. Jongin corre hasta él, suelto a Minho y corremos hasta el chico.
Minho lo revisa, no pasó a mayores, solo se partió la ceja haciendo que no pare de sangrar. Su frente está un poco inflamada, señal de que un hematoma se creará, pero de ahí en más, seguía respondiendo a todo lo que le preguntaba para estar completamente seguros de que está bien.
El chico lindo se aferra a Minho, Jongin le pregunta si se encuentra bien, con una gran pizca de preocupación en su voz. Minho carga al chico en estilo princesa y lo lleva a la enfermería. Él da una mirada por el hueco del cuello y sonríe, feliz de ser cargado, o fue solo mi imaginación porque nadie sonreiría con la cara partida. Ya debo de alucinar.
Jongin va detrás del par y como si fuera cosa del destino, el timbre suena. Gracias al cielo es hora libre, ¿y qué quiere decir esto? Que al diablo toda preocupación, ahora me iré a dormir porque quiero y lo merezco. Algunos se quedan en el gimnasio y otros salen. Yo salgo, pero me dirijo a la enfermería, iba a descansar pero también soy chismoso, así que quiero saber cómo se encuentran todos por aquellos lugares.
No es la típica enfermería... ¡Parece un jodido hospital! ¡Juro que casi creí equivocarme si no hubiera sido por las señales de fuera que claman a toda libertad ser la enfermería! Camino entre las tantas camillas y los encuentro. Minho llenando una forma y Jongin acariciándole el rostro al chico lindo quien, tiene una gaza cubriendo la herida; toda la sangre se ha eliminado de su perfecto rostro.
Jongin pasa una de sus manos por el abundante cabello del chico lindo, y le da algunas sonrisas junto a palabras dulces. El chico no despegó en ningún momento la mirada de Minho, y todo cuadra perfectamente aquí. Un triángulo amoroso. ¡Hasta yo sentí la tensión! Si Minho no le hace caso al chico lindo, creo que muy pronto Jongin se lo quitará. Aunque también cabe la posibilidad de que sean hermanos, porque, siendo sinceros, en algún punto le vi facciones tan similares uno del otro.
Jongin está enamorado —O es un amor fraternal, así como el que yo me tengo con mis hermanos— del chico lindo, cuyo nombre es Tae Min. Pero es correspondido del todo ya que él está enamorado del alto —y musculoso— hombre con ojos de sapo, quien se llama Min Ho, mi entrañable amigo que no veía desde que estaba tan pequeño que fue un milagro el que me acordara de su nombre y apellido.
Me le acerco a Minho y el chico lindo me ve feo, haciéndome saber que estoy en lo correcto. Está enamorado de Minho y que quizás no sea hermano de Jongin porque el apellido no coincide.
A hacer arder el mundo, para eso nací.
—Honnie. —digo mientras camino y el chico lindo frunce el ceño, Jongin me mira desaprobatoriamente, ósea Jongin, ¿Por qué diablos me ves en primer lugar si ya te gusta alguien? ¿No tienes vergüenza de besar a alguien que no quieres? Porque esos besos de hace algunos días me están haciendo sentir mal por lo infiel que puedes llegar a ser, hasta me arrepiento de lo que hice esta mañana. Maldito desgraciado.
— ¿Qué paso Honey? —responde mirando la forma que la enfermera le hizo llenar.
— ¿Dónde dejo la ropa? —pregunto de forma tierna. Inclino mi cabeza un poco, dando un aire adorable. Este voltea a verme, tiembla y ríe. Lo sé, lo entiendo, ¿Cómo podría ser adorable si ya soy sexy como los mil demonios?
—En mi casillero, si vas a ducharte puedes tomar ropa interior... —Piensa un poco—que están en mi casillero.
—Bien, Honnie. —me le acerco un poco y le susurro bajo, tan bajo que solo nosotros dos podemos oír. Aunque el ángulo no es el mejor de todos, se puede interpretar por otra cosa, como un beso, quizás algo más, todo a la interpretación de quien nos vea. —El chico lindo esta celoso.
— ¿Quién? —señalo con la cabeza y voltea a ver al mencionado.
—Eh~ picaron~. Le gustas al que parece chica—le pego con codo en su costilla y niega.
—No lo creo, mira tú mismo. —No sé porque lo dijo pero volteo.
Primer error y contando.
Jongin besa de forma pasional al chico lindo. Una de sus manos mantiene presionado el mentón del chico, su otra mano la tiene en la cadera de este, tocando y mostrando como disfruta aquel tocar el hueso que resalta un tanto. Ambos tienen los ojos cerrados y parecen disfrutar de aquel candente beso. Volteo a otro lado, solo para darles un poco de la privacidad que se merecen y ahora miro a Minho, quien aún sigue llenando aquella hoja.
—Tienes razón, creo que me confundí. —así es, mi lógica de que sean hermanos ha sido desechada completamente; mi propio asco al pensar en Jongin de una forma diferente me mata — C-creo que... sí, tengo que ducharme. —las palabras salieron algo nerviosas y con una rapidez que no creí tener, el sudor comienza a oler feo, necesito salir de aquel lugar.
—Honey...—respondo con un vago «Sí»— ¿quieres salir conmigo?
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¿Que onda? ¿Qué hacen? ¿Cómo están? Hoy ando como deprimida, no me gusta contar mi vida, pero aquí va:
Sucede que de donde soy es un pueblito, entonces le llamo a mis padres para que me vayan a recoger (es que es viernes y los foráneos entenderán de lo que hablo, tener que regresar e irte cargando todo) pues bueno, que mi papá (el don que es mi presunto padre) me dice que no irá por mi, bueno, eso ni pedo, me puedo ir en taxi, pues la cosa es que no habían pinches taxis, me tuve que ir cargando mis tres maletas (es que ya llevaba tiempito sin ir a mi casita) y por pura suerte que me encuentro un taxi, el muy perro no me quiso subir que pirqui llivivi michi iquipiji, culo. Llego a mi casita como dos horas después de haber avisado que había llegado y cuando llego a los dos o tres minutos que llega mi papá con mi prima, la fue a recoger a la central de autobuses porque los papás de ella no pudieron ir. Es decir, que fue al mismo lugar al que yo le había pedido que fuera pero que no quiso ir porque iría por alguien más en un poco más de rato. Ni siquiera me dijo que lo esperara o algo parecido, me dio un rotundo "no".
Me sentí bien decepcionada :0
Y que me deprimo por la decepción.
Más decepcionada que cuando repruebo las materias que creí aprobaría. O mucho más decepcionada que mi jefe cuando me revisa los oficios :00
Usualmente digo que "no me quieren" por ser la menor, ya saben, cosa de hijos pequeños, pero justo hoy me lo confirmaron. Me dejaron abajo por una morra que ni es su hija y la muy perra me envidia (obvi, porque soy yo, y yo hago lo quiero, ella no).
Hagamos la dinámica de "las hijas e hijos no queridos". Cuenten sus historias. Vamos a llorar juntas y juntos <3.
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