Cuando te conocí

Cuando te conocí

(Jongin)

Camino por el frio y lúgubre pasillo del hotel. Tiran de mí, atacando mis labios y cuello. Vaya, las mujeres de hoy en día son más liberales. Mete sus manos entre mis pantalones y en el movimiento, toca mi miembro. Ni me inmuto cuando sus habilidosas y mágicas manos, desaparecen mi camisa y aparece una erección entre mis pantalones. Cuando encuentro la dirección de la habitación, paso la tarjeta y de inmediato la puerta se abre, de un momento a otro ya estoy sobre la cama con solo el bóxer puesto, la joven comienza a atacar mi cuello de nueva cuenta, mientras se frota en mí. Frota un poco más en donde mí ya creciente erección está sobresaliendo del bóxer y es mi momento de actuar.

Busco el pantalón y lo encuentro en el suelo, saco un sobre metálico y su contenido lo coloco en la gran erección que se me formó. Comienzo a besar los labios de aquella mujer y mis manos recorren su cuerpo lentamente, gemidos salen de ella cuando mis manos bajan. La estimulo con mi dedo índice y más gemidos salen de nuevo. Toma la iniciativa y se coloca encima de mí, montándome. Estoy debajo de ella, disfrutando sus apretadas paredes que hacen extasiarme y ella goza de mí.

Al final, ¿ganamos, no?

Lentamente recuerdo aquella pequeña razón por la que esta bella dama, de cabello largo negro, esbelta figura y grandes pechos está dándose placer. Su nombre es Jinwon, trabaja en la empresa del tío Jungki.

Un par de estocadas y ella llega al orgasmo. La recuesto en la cama, aun con mi miembro dentro, y comienzo mi ronda para llegar a mi orgasmo también. Las estocadas son duras y precisas, tocan su amado punto y en poco tiempo llega a su segundo orgasmo; mientras yo me siento extasiado y en poco tiempo llego igual.

Diez minutos son lo único que necesitamos para obtener energías y continuar con otra ronda, pero somos interrumpidos por el sonido de un celular, mi celular.

— ¿Diga?

Tienes treinta minutos para llegar aquí, y ten una cosa en cuenta Jongin, es una advertencia. —Cuelgan.

Miro a mi compañera de sexo y con una mirada de disculpa, coloco mi ropa y salgo. Llego a la empresa de mi padre en veintiséis minutos, aprovechando que el elevador está vacío checo mi imagen. Traje puesto correctamente, peinado perfectamente hecho, corbata bien puesta y zapatos pulidos... oh, malditos zapatos, están rotos. Pero gracias a ese zapato tuve sexo en menos de quince minutos. El elevador se detiene y camino hasta la oficina de mi amado padre. Toco la puerta y un "pasen" es todo lo que necesito para hacer mi gran entrada.

—Jongin tienes una reunión con uno de nuestros clientes más importantes. —Lo dice mientras revisa unos documentos. —Será dentro de dos horas, es importante que firme esos papeles—Me mira—. Tu solo... convéncela —me entrega una carpeta—, éste es el contrato.

—Si es todo, me marcho.

—...Y Jongin

— ¿Sí?

—Compra unos nuevos zapatos, no puedes ir así. —la demandante voz de padre sale en tono despreocupado, mirando continuamente sus papeles y esperando a recibir una respuesta a sus palabras, manteniendo su vista pegada a las letras mientras su mano mantiene ante el aire un par de carpetas más.

—Claro.

Bueno, no pudo ser peor, hoy solo me dijo que hacer más no me reprimió nada.

Al salir de la empresa lo primero que hago es buscar un par de zapatos; la zapatería de cabecera "Zincs" es el único lugar en Seúl que puedo encontrar calzados hechos por material suizo 100% y no imitación. Además de que la mayoría de estos son hechos por diseñadores de moda y más.

Cuando ingreso en aquella inmensa tienda una empleada me guía, habla sobre los nuevos diseños y modelos. Le pido su opinión sobre algún par de zapatos que combinen con mi atuendo y ella da las distintas opciones junto con un gran sonrojo, a lo que le pido me los muestre.

Tomo asiento y la espero. El lugar está invadido por una melodiosa música clásica, a lo que me relajo y miro el reloj; tengo una hora con treinta y siete para mi reunión. La tranquilidad se ve perturbada por los gritos de la personas de en frente, un hombre que le está gritando deliberadamente al empleado.

— ¡Te he dicho ese par no! ¡¿Acaso estas sordo?! —Dice enfurecido el hombre.

—Lo lamento, pero todos los zapatos que están aquí son los que ha elegido. — Se defiende el chico.

— ¿Acaso estas retándome? Te he dicho que quiero éste. —Señala unos zapatos del catálogo. — ¡Éstos! ¿Eres imbécil? ¡Quiero éstos!

—Señor, esos zapatos son los mismos que éstos. —El chico habla tranquilo mientras le muestra un par de zapatos.

— ¡¿Acaso crees que soy estúpido?! ¡Esos no son los mismos! —Aquel cliente se encontraba tan molesto que se puso rojo del coraje. — ¡Quiero hablar con el gerente! ¡Quiero que despidan a éste incompetente! —Amenaza furioso, mira a los demás y lo señala mientras vuelve a pedir que se le haga lo que él pide. —Rápido.

Pobre chico, pienso, Ya no tendrá empleo, espero y no llore, eso sería realmente penoso; río ante la situación. La sociedad está acabándose de poco a poco y al final, quienes salgamos victoriosos seremos la gente de élite, como yo. Humilde opinión de mi persona.

—Está bien, traeré el par...solo por favor, espere un momento. —El chico va por el par y regresa demasiado rápido, a lo que me hace pensar, ¿dónde estará aquella chica que no regresa aún?

—Aquí están— le muestra los zapatos—, como puede ver, son los mismos del catálogo y los mismo que le he estado mostrando. —Hace una comparación entre los nuevos zapatos, los anteriores y el catálogo— 2B-Hubt son los mismos.

El cliente mira el catalogo y lo compara con el nuevo par de zapatos. Por mera duda hago lo mismo, busco en el catálogo y después miro el par de lejos, bueno, básicamente son los mismo o quizás son un tanto similares.

— ¿Me quieres ver la cara de estúpido? —silbo— ¿Cómo pueden ser iguales? —Lanza los zapatos y caen a un lado del chico, después el catalogo que es lanzado directamente en su cara y hace que le sangre el labio. —Me largo de aquí.

El chico cae al suelo con el golpe y el cliente se aleja. El chico aún está reaccionando ante la situación. Se levanta y toca su sangrado labio, mira perplejo la sangre; parece querer llorar, y espero no lo hago, sería realmente ridículo que lo hiciera frente a todos que miramos su show.

Toma el par de zapatos que fue lanzado contra suyo mientras va detrás de su cliente. ¿Acaso la gente pobre de hoy en día no tiene orgullo? Espero y no ruegue, sería realmente deprimente. Juro que, si estuviera en su lugar, no permitiría que nadie me hiciera sangrar. Habría golpeado al prepotente aquel, molerlo a golpes hasta que me pida perdón.

Miro un poco aburrido la actuación del chico quien le pide atención al cliente anterior y a pocos metros de distancia, se detiene.

—Disculpe. —Dice el chico con la cabeza gacha, su voz parece cortarse; demostrando que quiere llorar y pedir para no ser despedido.

— ¿Yo? —Dice la persona con falsa sorpresa, mientras se auto señala. — ¿Qué quieres? —Ahora con son de superioridad enarca una mueca al momento de hablar.

— ¿Qué si qué quiero? —La voz arrogante sale, muestra su rostro con una sonrisa ladina aun con poca sangre a un lado de su comisura. — Quiero que tome su puto zapato. —Lanza el zapato al aire para caer directo en el rostro del otro hombre, la nariz le comienza a sangrar de la nada y su cara está marcada por la suela del zapato. Uf, ¿qué tan fuerte habrá sido el golpe si le dejó la suela marcada?— Espero y sea de su medida. —Con su dedo índice limpia la sangre. — Nadie me hace sangrar.

Estuve a punto de aplaudirle pero fui brutalmente interrumpido por la empleada quien pide y roba toda mi atención. Busco al chico, el prepotente hombre esta aun en su lugar, un empleado ayuda al señor en su sangrado; los gritos son muchos más cuando quien pareciera ser el gerente amenaza al valiente chico pidiendo que se arrodille y pida perdón, nadie esperamos que lanzara el mismo zapato al cliente de nueva cuenta y clamando odio hacia los otros, solo para salir como si nada hubiera pasado.

Saliendo de aquel lugar me dirijo hasta la reunión, la cual termina en buenos arreglos y una firma más a la empresa.



•♦•



Las noches de viernes en Gangnam, son las mejores de todas. Siempre es fácil encontrar compañías, aunque no necesito buscar, ellas llegan solas; a veces necesito despejarme y tener nuevos retos. No siempre quiero todo en bandeja de plata, eso es tan fácil que aburre. Conduzco hasta el bar-disco "Jee-Nuit" uno de los bares privados más conocido de Gangnam. La mayoría de las personas que entramos, somos V.I.P y cada cierto tiempo, una vez al mes por mucho, es permitida entrar gente media.

Cuando entro, gran cantidad de hombres y mujeres se quedan mirándome, y no les juzgo, oh vamos, soy Kim Jongin, salgo en revistas, tengo dinero y obviamente la mayoría de los de por aquí asisten a la misma universidad que yo. Miro a mis posibles compañeras. Y al parecer hoy ha sido free en barra, de esos días en los que todo mundo puede entrar. Puedo notar a personas de clase media en la pista —¿Cómo lo sé? Digamos que su maquillaje no es del más simple, sus ropas son más notorias en esta ocasión, demasiado pronunciado el escote— y otras tantas tratando de encontrar alguna aventura con alguien de poder, bueno, más de lo normal.

Tomo lugar en una zona V.I.P

—Algo que tomar, Kai—Una chica sonríe y mantiene sus manos entre una pluma y una libreta; la mesera viste una falda negra entallada corta que mostraban sus bien formadas piernas, camisa blanca manga corta floja con el sello de Jee-nuit, su cabello cobrizo largo en cola de caballo, labios rojos por el labial y demasiado maquillaje encima, anotando los pedidos en su pequeña libretita.

—Lo de siempre. —Le digo mientras humedezco mis labios y un sonrojo sale de ella. Soy demasiado galán para mi bien.

—E-enseguida e-estoy. —Se aleja con las mejillas rojas y sonrió por tal acto. Me gustan las chicas inocentes, es más fácil jugar con ellas.

Miro al alrededor e identifico a todas las meseras por el mero hecho de llevar el mismo atuendo, una que otra mantenía el cabello suelto y rara la que se ataba el cabello en cebolla. Los meseros, al contrario, vestían pantalones ajustados azules, camisa manga corta blanca con el mismo sello de Jee-nuit, pero a comparación de las mujeres, ellos llevaban un moño corbata negro.

Se unen a mi estancia tres chicas, dos de ellas asiáticas y la otra occidental. Las asiáticas mantenían el cabello corto y negro, un vestido ajustado y tan fantásticamente fácil de quitar; mientras que la occidental de cabello largo y rubio, que hacia juego con su piel en conjunto con un corto vestido azul igual de fácil de retirar de su cuerpo.

Cuando llega la mesera con mis bebidas se sorprende al encontrarme besando con una de las chicas. Pone todo en la mesa, con un "permiso" se va alejando, le dirijo una mirada a ella cuando es detenida por un compañero —lo sé por su atuendo— quien le dice algo a su oído. Su rostro lo oculta quien ha traído las bebidos, pero debo decir que tiene un increíble trasero; esos pantalones son tan ajustados que puedo notar la línea de su calzón entre el pantalón—Y eso que estaba un poco obscuro el lugar, casi como si fuera magia y que él me estuviera llamando mis ojos no pueden apartarse—, cuando pone una mano sobre el hombro de ella su camisa se alza mostrando un poco de piel de la cintura, es tan blanca; argh, maldición es tan perfecta la piel con ese trasero.

Diablos, eso me está provocando como no se pueden imaginar.

No aparto la mirada, solo espero verle el rostro, porque no quiero que sea el típico cuerpo de tentación y cara de arrepentimiento; eso no sería sano. Y la experiencia queda de sobre, en el mundo se encuentra mucho esa clase de casos.

La chica afirma y se separa para finalmente darle espacio a él, no lo podía creer. ¡Es el mismo de la zapatería! De un salto me aparto de mis acompañantes para levantarme de repente y las damas a mí alrededor se sorprenden, solo les sonrió para segundos después retirarme y correr hasta aquel valiente chico.

La gente se amontona a mí alrededor y es lo que pasa cuando caminas en la pista de baile. Busco por todos lados, trato de encontrarlo, pero pareciera que ha desaparecido. Suspiro resignado, doy media vuelta para volver a mi asiento y si fuera cosa del destino, lo veo. Detrás de la barra junto a todo al alcohol, mostrando su papel de barman; sirve bebidas en la barra, siendo rodeado por una gran cantidad de hombres y mujeres.

Me mantengo alejado, diablos, es demasiado bonito y lindo.

Tiene unos ojos grandes y expresivos junto a unos gruesos labios tan jodidamente perfectos, cada vez que algún cliente le habla pidiendo una bebida y su número, sonríe, mostrando el corazón que se forma entre sus labios. Demonios, no puedo dejar de verlo. Es simplemente perfecto.

Alguien lo interrumpe y su expresión cambia totalmente, parece enfadado y molesto, o lo que sea. Asiente a lo que la otra persona le dice y se va, tomando su charola con algunas bebidas. Pasa a mi costado, y como si no fuera nada, me ignoró completamente y siguió su camino. Regreso a mi lugar lo más veloz que puedo, sudando por la carrera, encuentro que las damas aún están esperándome, no por nada me dispongo a agradecerles. Ellas comienzan a tomar un poco y combinadas con la música hacen movimientos demasiado sensuales. Me acerco a una de pelo corto y la beso, haciendo una leve conjetura de lenguas entre nuestras bocas. La otra dama de cabello corto, se sienta en mi regazo y toca mi oreja, estimulándome; toma mi mano y la coloca sobre su pecho. Estoy en la gloria. Abro mis ojos y veo que el Zapato Valiente pasa justamente donde estamos.

Quito a la dama que esta sobre mí y me levanto, las tres chicas se quedan mirándome extrañas a lo que simplemente les sonrió de medio lado, me excuso con un movimiento de cabeza y camino hasta el pequeño barandal que esta frente ellas. Miro mi mesa y después a un lado encuentro al chico.

Uno de los hombres de la mesa le susurra algo, él niega mientras deja las bebidas en la mesa de centro. El mismo hombre le toca el trasero y el chico solo le golpea la mano, negando de nuevo. Un compañero del hombre toma la mano del chico preguntando algo; que por supuesto, no logré escuchar por lo alto de la música, el chico continuaba en sus movimientos de negación.

Hace una reverencia y está dispuesto a irse, pero el acosador lo jala cuando pasa a su lado y el chico cae en su regazo, el acosador lo inmoviliza poniendo una de sus manos en la cintura de él sujetándolo con bastante fuerza, la otra mano lo sostenía desde el cuello hasta su cara, trataba de besarlo y el chico solo movía su cabeza en forma contradictoria a él.

Pobre chico, por ser lindo conseguirá ser violado. —Murmuro bajo.

No intento impedir nada, no es asunto mío. Él se lo ha buscado por ser tan apetecible y no puedo negar el hambre que puede tener aquella persona al tenerlo. Volteo a otro lado para no presenciar nada, creo que hasta suerte tendrá el chico. Parece no tener mucho en que sobrevivir salvo su propio cuerpo. Esta vez esta completamente perdido.

Esto no trata de zapatos, no puedes defenderte lanzando uno...—Niego, bueno, fue bastante gracioso presenciar una rebeldía, pero tal parece que la suerte ha desaparecido ésta ocasión. — Es deprimente esta situación. —Suspiro negando. La cosa es simple, tengo una mesa con tres chicas esperando por mí, y a mi lado esta aquel encantador y lindo chico lanza zapatos; ¿Existe alguna respuesta a donde debo estar?

La música para, el DJ comienza hablar. El ruido de un vidrio quebrándose y gritos de mujeres, roban mi atención. Giro rápidamente hasta donde se escucha aquel ruido y me congelo. El chico que estaba siendo acosado, el Zapato Valiente, aquella persona de apariencia tierna; le está dando una paliza al acosador. Se encuentra encima del hombre, su mano empuñada dando directamente en el rostro de aquel masculino.

Se detiene cuando ve que el acosador está sangrando y se levanta. Uno de los acompañantes del acosador se abalanza contra él, pero el chico reacciona más rápido y de un solo puñetazo lo deja tirado encima de una mujer que los acompañaba. Los otros dos acompañantes del acosador se quedan perplejos y no hacen movimiento alguno. El chico por su parte camina como si nada, limpia sus manos con la ropa del acosador, toma su charola y se va.

Gracias a su acto tan valiente, tuve sexo con tres bellas damas.



•♦•



Conduzco por las transitadas calles de Seúl. Tengo 30 minutos para llegar a tiempo a una "reunión" con la hija de un ejecutivo. ¿Por qué debo ir tan apresurado? Simple, cosa de negocios. Él quiere ir tras la competencia y abandonar nuestra empresa, según las estadísticas, si es que se retira, la empresa tendrá una pérdida de un 1.5% lo que significa recorte de personal y menor producción. Y eso es lo que estaré evitando.

Llego a la entrada de Riveiint, la cafetería más famosa en Seúl. Miro el reloj siete de la tarde con catorce minutos, llego 16 minutos antes. Una de las meseras se acerca a mí, me guía a una mesa y le índico que cuando alguien pregunte por Jongin lo envíe a mi mesa. Le guiño y se ruboriza. Mi cita llega 2 minutos antes de lo acordado.

Comenzamos a hablar de cómo arregla ese asunto. Claro está, solo son arreglos. Ella, al ser la hija única del ejecutivo en cuestiones, tiene el poder sobre su padre; por lo que, si ella dice sí, su padre acepta y se queda, pero si dice no, adiós KimSinst.

Ella, como toda profesional, me da las causas de tales acciones por parte de su padre. A lo que yo mejoro los tratos predichos cuando firmó el contrato la primera vez. Ella menciona los contras y se las resuelvo convirtiendo todo en los pros de cada situación que explica. Al final, la reunión quedo en un pequeño receso. La mesera llega con nuestros aperitivos. Después de probar estos exquisitos alimentos creados por dioses, me asegura darme una respuesta después y en un lugar más cómodo.

—Si me permites—Le pido cuando limpio un poco de crema regada por su comisura de los labios, la miro fijamente provocando un pequeño sonrojo en sus pequeñas mejillas—. Tenías un poco de... crema.

—Ahora vuelvo, voy al tocador. —Avisa. —Regreso.

—Yo estaré aquí, esperando por ti. —Suelto lentamente, levanto el rostro solo para poder ver aquel mismo sonrojo ahora mucho más notorio que antes se va alejando.

Tomo mi celular y le envió un mensaje a un amigo necesito que el departamento este limpio. Porque no creo que la dama quiera concluir el contrato en un cuarto de hotel. Ella merece algo a su altura, y mi departamento es perfecto; ese mismo en el que se han arreglado tantos contratos y eso que aún no tengo veinte, diablos, soy un master en contratos.

Dejo el celular en la mesa y una persona conocida camina frente mío. No creo tener tanta suerte para que él aparezca después de más de seis meses. Lo sigo con la mirada, pero más gente se une a su alrededor y cuando todos se van, él simplemente desaparece, se esfuma. Y sé que mi cabeza está creando una imagen suya a cada lugar que voy, posiblemente sea otra alucinación. Es decir, mi mente realmente desea que aparezca a cada lugar al que voy para saber que todo irá bien, que las cosas se solucionarán de lo más pronto posible, el que él se encuentre aquí —cosa que creo muy poco probable, si no que hasta imposible—es un buen presagio.

Llega mi acompañante y comenzamos a hablar de cosas sin sentido, al mismo tiempo coqueteamos inintencionalmente. Le propongo ir a algún más agradable lugar para que me dé la respuesta, dando como primera opción mi departamento y para secundar, el suyo, aunque también puede será algún lugar en específico.

—LE ESTAMOS PIDIENDO DE FAVOR QUE SE VAYAN. — Un hombre de traje grita, interrumpiendo el coqueteo pre-contrato.

¡Y NOSOTROS NO NOS IREMOS! —La respuesta llega de otro hombre.

Pues mis clientes se están quejando de ustedes— Vuelve a levantar su voz el hombre de traje.

Eran pocos metros de donde nos encontrábamos. Todos mirábamos entretenidos lo que tanto alboroto se mantenía entre ambos. Dejé atrás el asunto que tanto trataban para criticar el hecho de que, siendo un lugar respetable, están dejando una mala imagen al establecimiento. ¿Por qué no arreglarlo todo con los de seguridad? Es más eficaz que hablar a gritos a como lo están haciendo en estos momentos.

— ¿Qué crees que pase? —Me pregunta interesada mi acompañante.

—Seguramente son pobres queriendo darse lujos—le digo sin pudor alguno—. Deben entender que este no es su lugar.

—Cierto...Me desagrada ese tipo de gente. No entienden cuál es su lugar. —lo dice con recelo—Pobres obreros.

—Entonces, ¿quieres ir a algún lugar más cómodo? Elije tu lugar favorito—Tomo un poco del café y la miro a los ojos—O en tu departa-

—En el tuyo está bien.

—Claro—Típico de las chicas ricas, nunca dejar que nadie conocido te vea, siempre es más preferible ser discretas—Entonces podemos ir en... —Esa voz. — Mí auto...

Volteo a todos lados, su voz vuelve, intento no mostrar mi interés —pero creo que el levantarme, mirar como psicópata a todos, quedarme parado y a la vez decir "¿Dónde?", no ayudó mucho a mi imagen de galán que naturalmente tengo—y lo veo, no es mi imaginación esta vez. Lo veo sobre una mesa, esa ropa no le favorece para nada ya que no muestra su figura, en su mano hay un poco de betún de los pasteles. Su voz otra vez, esa melodiosa voz, parece un ángel con la luz reflejándolo.

—Señoras y señores. — Mira a su alrededor, sonríe como si nada estuviera sucediendo y hace una leve inclinación, como si agradeciera algo. Al igual que yo, todos le prestan atención. — Son unas mierdas.

Todos se exaltan por tal falta de respeto del chiquillo. Por mi parte, me siento de golpe e intento seguirlo con la mirada hacia la dirección que está tomando ahora que ha bajado de la mesa. Hay dos hombres de traje batidos crema de pastel y poco de pastel. Ambos reflexionando sobre lo acontecido. Cuando miro mi acompañante le sonrió, una sonrisa seductora, de esas que me salen de la nada; casi por naturaleza.

—Entonces ya está dicho, será en mi departamento —paso la lengua por mis labios haciendo que ella se estremezca cuando me acerco—. Tengo chocolate líquido.

Ese día arreglé el trato y tuve sexo con aquella dama.



• ♦ •



Son las nueve y veintiocho de la mañana y la bella dama a mi lado, está gritando molesta, histérica y desesperada pues su padre la visitará hoy a la hora del desayuno. Como todo caballero que soy, tuve que llevarla hasta su departamento dos calles antes de llegar a éste, pues ella es toda una dama y nadie la debe ver con un hombre que no es su novio.

Clásico de ellas.

Deambulo por Seúl, el tráfico...argh, maldita la hora que inventaron el motor y los automóviles; llego por una avenida y recuerdo el mensaje que Sehun me envió cuando iba a abrir su pastelería, pizzería o cafetería; miro la dirección y como no es muy lejos decido darle el visto bueno a aquel lugar.

Me detengo intentando con todas mis fuerzas el no vomitar, el lugar es demasiado empalagoso para ser tomado con seriedad, aquellos colores y pasteles dibujados además del nombre "Dulce corazón", hasta la piel se me erizó al solo imaginar cómo será por dentro, resignado entro y el lugar no esta tan mal. Un diseño hogareño, nada mal —Ya que no es del todo flores y arcoíris dentro a comparación con la fachada de fuera—. Miro alrededor para solo notar un simple cliente. ¡Qué suerte la de éste lugar!

Camino hasta donde creo que es la cocina como si nada en búsqueda de Sehun y lo encuentro experimentando con un pastel, o bueno, se mantenía tan concentrando haciendo su comida que realmente me estoy tentando en apoyar su pequeña empresa.

— ¿Realmente le pusiste así? —Miro la palma de mi mano, no hay brillos en ella, creí que al solo tocar la puerta se llenarían de los empalagosos colores.

—Una apuesta es una apuesta. —Responde, sin mirarme y manteniendo toda su atención a su pastel. —Ahora, patrocíname. —Levanta la vista y me sonríe. Ja, esa palabra no me gusta.

Para ser sinceros, cuando le advertí a Sehun cual debía ser el nombre que debe tener cualquiera de sus "micro-empresas" para ser accionista, era una broma. BROMA. Nunca hablé en serio. Lo que dices mientras bebes y ves una película después de terminar de jugar XBOX, se debe tomar como broma. Nunca se deben tomar en cuenta ciertas palabras de alguien que está a todo y nada de dormir.

—Está bien, pero por que no aceptas el trato que te propusieron tus padres. —Le digo. No es cosa secreta que los padres de Sehun (empresarios de renombre) siempre han querido apoyar a su hijo en todo lo que se le ponga en la cabeza.

—Eso sería siendo parte de ellos y hacer lo que ellos quieran...No, prefiero que lo hagas tú; sería...más relajado. —Deja el pastel aun lado—. Ellos harán que se pudra a su antojo todo esto... y no lo quiero. Me gusta como es.

—Claro, como el único cliente. —Con burla lo digo mientras robo una rebanada de pastel —Esto caerá antes de haber iniciado —Me mofo y niego. Es gracioso, para ser sinceros, las esperanzas sobre ser independiente de Sehun morirán junto a las personas que coman todo lo que él cocina.

— ¡Cierto! vigila y atiende a algún cliente que llegue. —Me mira. — Te pagaré.

Como si necesitara. —Muerdo la rebanada.

Salgo y camino hasta el mostrador, volteo a ver de nueva cuenta al cliente y espero a que algún otro cliente se digne a comprar en esta empalagosa tienda. Aunque los pasteles no están tan mal, Sehun-ah es bastante bueno cocinando. Salgo fuera para ver si con mi presencia las chicas se acercan, pero las calles son más que solitarias. Vaya suerte.

Entro y vuelvo a ver al único cliente. Se está riendo con el celular, vaya loco. Deja el celular en la mesa y le da una probada al pastel de chocolate. Levanta su rostro con una expresión en su rostro similar a tener un orgasmo, diciendo todo sin una sola palabra: delicioso. Me río, bajo la cabeza y niego, vaya suerte de este lugar; vuelvo a mirarlo, pero esta vez más fijamente.

Rostro medio rechoncho, cabello castaño, cuerpo delgado, labios bonitos, nariz bonita, ¿qué mira? ¡Dios! Que aterradora mirada, ¿me está viendo? Ojos ne-espera, ojos, boca, rostro bonito...Diablos.

Maldición.

Mi mente se queda en blanco, mis ojos se agrandan y una felicidad en mi interior me hace saber que no estoy alucinando. ¡Es el chico! ¡El Zapato Valiente! ¡Y está aquí! ¡en este lamentable lugar!

Corro hasta Sehun y para que me preste atención, le tiro su hermosa creación.

— ¡Sehun! —Me mira, y no de esas miradas de cariño, era una que mataba.

— ¿Qué? —Veneno salía de sus labios, expulsando fuego.

—Ve a fuera y pregúntale al chico de fuera su nombre, y trata de ligarlo. —Gracias que no puedo verme, pero si lo hiciera estoy más que seguro que parezco bobo de tanto sonreír.

— ¿Qué? ¿Porque? —La disconforme expresión me hace solo sonreír ignorando sus preguntas. Si yo lo digo, lo deben de hacer. No hay dos opciones, o lo haces o lo haces, así de simple. —No lo pienso hacer. Hazlo tú.

—Sehun, aun soy mayor que tú y sigues siendo mío. —Amenazo—Es lo último y te liberaré.

—Hyung~, no lo haré. —Ay, tan cariñoso que se puso, lo siento Sehun-ah, y una orden es una orden.

—Debes hacerlo, es tu castigo...Ahora ve y dile. —Ordeno y levanto mi mano para mostrarle el lugar al cual debe ir ahora o ahora.

—Pero...

Ahora.

—Está bien. —Ya más resignado que nada, agacha la cabeza y da unos pequeños pasitos hasta que lo empujo para que pueda hacerlo como debe hacerse.

Sehun sale y se dirige al chico en cuanto escucha el sonido de la campañita, yo me escondo en el mostrador. Regresa, me mira y alza sus hombros, toma un papel donde viene el monto a pagar y se lo entrega.

Una idea viene a mi cabeza, el plan más perfectamente perfecto que no puede tener ni un solo error; será algo así: «El chico pasa a un lado del mostrador, yo camino hasta él sin fijarme y choco contra él. Lo sostengo de la cintura e inicio una pequeña charla con él; —Oh, lo lamento, no me fijé que alguien más venía—Le miro a los ojos—Mi error...—Me sigue mirando con sus inmensos ojos y sus labios de cereza tratan de interrumpirme, pero hablo primero— Disculpa, pero ¿Cuál es tu nombre?

Y en ese momento él me lo dice. Siempre funciona».

Listo, todo está previamente controlado. El zapato Valiente se levanta de su mesa, camisa cerca del mostrador, choco contra él cuándo salí del pasillo, estoy a punto de tomarle de la cintura, pero él voltea, me mira de reojo y dice algo que absolutamente nadie diría en su maldita vida. Esas absurdas palabras que comienza con s y termina con o...

—Lo siento. —Se aleja como si nada, abre la puerta de aquel lugar y se aleja. Me quedé ahí, sorprendido, solo mirando cómo se aleja como si fuera nada, desvaneciéndose de poco a poco.

Esta es la tercera vez que me ignora—y eso hace a mi ego doler, porque es imposible ser ignorado—, la cuarta vez que lo veo, y la primera en la cual habla.



•♦•



El maldito lunes llega y eso significa ir a la Universidad.

Llego tarde —como cada lunes—, porque obviamente es lunes, nadie llega temprano en un lunes, y no consigo ninguna amonestación por parte de los prefectos, ellos quieren mantener su empleo aún—Aceptándolo, soy Kim Jong In, me temen más que al propio presidente—. Los maestros y directivos me ven caminar por los desolados pasillos sin decir una sola palabra, soy un Kim, nadie me dice nada.

Voy al baño, tengo una cita con alguien especial. Cuando entro, lo encuentro recargado sobre la baldosa del lavabo, su cabello largo que me vuelve loco, su piel tan tersa y suave, sus facciones femeninas, el mismo ser humano que me hace enloquecer y provocar un revoloteo en mi corazón al simple hecho de verlo. Me acerco a él, beso sus labios de forma violenta, él con gusto me recibe abriendo paso y dejando que mi lengua de un paseo por toda su cavidad.

Me vuelve loco, él es la excepción en todo. Cuando estoy con alguien, lo estoy por lujuria, deseo o simplemente por juego. Puedo estar con una persona, pero no regreso a ésta una vez que me aburro. Suelo perder el deseo—o el gusto, la diversión se evapora— casi a la segunda semana y no vuelvo a repetirlo con la misma persona.

Pero con Taemin, todo es distinto. He estado con él desde hace casi tres años, sin ataduras ni nada, solo... somos él y yo; jamás me he aburrido y no espero aburrirme. Él es algo similar a lo que las personas llaman destino, la persona que estará conmigo para siempre. Taemin es, simplemente, especial.

—Kai...—susurra entre besos y jadeos.

Mmmh...

—Hay un...ngh...un chico nuevo. —Me separo y levanto la vista hasta quedar frente a frente, esperando a escuchar lo que dirá.

— ¿Y? —Pregunto, muerde sus labios y me sonríe, con aquella característica aura que suele enviar a mi cuerpo cuando algo atraviesa en su cabeza pidiéndome a gritos que sea parte del juego.

—Es un especial—ataca mis labios—, lo quiero...lo quiero Kai.

—Como digas. —Respondo entre besos, si él quiere un auto lo tendrá, si quiere la luna la tendrá y si quiere a un esclavo, lo tendrá.

Suena el timbre en advertencia al termino de las clases, ignoro completamente el ruido de fuera sobre porque razón la puerta esta atrancada, muerdo el cuello de Taemin en un intento de aferrarme a este bello momento donde solo somos existimos nosotros dos, pero nos separamos. Gruño instantáneamente, comienzan a golpear la puerta, no me gusta el hecho de que algo me interrumpa cuando aún no termino en mis asuntos.

—Me tengo que ir. —Habla separándose de mí, se levanta y limpia sus labios a la par. —Tengo clase. —Camina hasta la puerta, pero lo detengo.

—Llega tarde, no te dirán nada. —Pido mientras me apodero de nueva cuenta de sus labios ya enrojecidos e hinchados de tanto uso.

—Eso es a ti—se separa y avanza hasta la puerta—Yo no tengo poder alguno aquí, soy un simple estudiante...no soy como tú.

La puerta se abre, todos aquellos que intentaron entrar se retiraron al verlo salir. Una sola persona se atrevió a dar un paso pero al verme, se arrepiente, pide disculpas y se va.

Cuando se va pienso sus palabras «No soy como tú» ¿Qué trató de decirme con eso?, ahg, maldición. Salgo del baño y al primer lugar al que me dirijo es a los vestidores, me cambio y solo voy al único lugar en Neibor que me relaja.

Nado, dejo que el agua recorra mi cuerpo, lucho contra ella por saber quién es más veloz, pero sé que ganará al final. Quito la tensión de mi cuerpo, me libero. Me relajo y dejo que el agua haga su magia y me lleve a otro lugar, donde no soy Kim Jongin, donde no soy un Kim. El agua hace que aquel orgullo por quien soy, por lo que soy, se desvanezca entre la nada. En el agua ya no me enorgullece mi apellido, en ella no soy un Kim, soy simplemente Jongin. Ahora, finalmente logro despejar mi mente.

— ¿Qué haces? —Su voz masculina por un segundo me desconcierta, pero al dar una leve mirada a Kris, continúo con lo mío.

—Nadar. —Suelto y sigo nadando. Me sumerjo en el agua y después regreso a la superficie por algo de aire.

—Tengo un regalo para ti. —Suelta una carcajada, bien, eso sí llamó mi atención.

— ¿Ah, sí? —Me acerco a él— ¿Cuál? —Dejo caer la cabeza sobre mi hombro, sonrío emocionado y espero a que continúe.

—Un especial...—sonríe de vuelta— pensaba quedármelo, pero él será todo un problema, todo un rebelde—suspira negando, intento no reírme, "rebelde" wow, jamás he tenido un especial rebelde, esto se está poniendo gracioso—, además tus notas han bajado, necesitas ayuda.

— ¿Por qué dices que es un rebelde? —Pregunto sin mucho interés. Meso mis piernas en la clara agua y espero a que responda para poder sumergirme de nueva cuenta.

—Porque tiene esa mirada... Altanera, de suficiencia y sobre todo, demasiado altiva. —Bufa—Distinta a cualquier de su clase. — Clase, ¿nos referimos a un perro o qué? Como sea, no me importa.

— ¿Qué quieres a cambio?

Mmmh —una sonrisa ladina surca sus labios, venga, él desde un principio sabía que yo aceptaría, conozco demasiado a mis amigos como para sorprenderme —, al Panda.

— ¿Aún? —enarco una ceja, lo miro fijamente y él solo hace un ademán para no tomarle mucha importancia.

—El maldito debe saber que nadie se mete con un Wu y mucho menos con Kris Wu.

— ¿Y quién es? —Me recargo en la esquina del piso, dejando de mecer mis piernas, provocando que mi cuerpo flote de poco a poco.

—Lo sabrías si hubieras llegado a clases. —me reprocha.

—De cualquier manera no lo necesito...Tae lo quiere. —Suelto como si nada, levanto mis manos intentando tocar el techo, pero fallando, giro y ahora quedo contra el agua, cierro los ojos e ignoro todo.

—Vaya que estas muy liado a ese —ríe—, me voy.



• ♦ •



—Vaya que el pequeño nos salió ser todo un perdedor—Kris se detiene, se mofa al hablar y si no fuera porque había bastante ruido, creo que se escucharía la risa que sacó disimuladamente—. Eh, mira—me señala una mesa, donde usualmente se encuentran tanto el Panda como los otros dos perdedores que siempre lo acompañan. Muevo un poco la cabeza y noto a alguien más de espaldas—, todo un perdedor con amigos perdedores.

— ¿Qué? No, no, no—Tiffany interrumpe, muerde sus labios y niega por cuarta vez—, el Primer Lugar es lindo—suspira. — y todo un caballero.

— ¿Acaso yo no soy lindo y un caballero?—pregunto.

— ¡Oh aceptémoslo! Ustedes—nos señala, Kris mira la mano que lo ha apuntado y yo, bueno, me importa poco lo que Tiffany tenga que reclamarme. —, pueden ser todo, menos caballeros.

El desayuno fue lo mismo, hablamos de lo mismo, nuestras empresas; en realidad, jamás hay algo que verdaderamente llame nuestra atención, ni en Neibor y mucho menos en nuestros hogares (o en este caso, empresas) tenemos un brillante futuro, burlarnos de Sehun por el nombre de la cafetería era nuestra nueva forma de divertirnos.

—"Dulce corazón", el nombre más homosexual que he escuchado. —Baekhyun se mofa, provocando a un muy molesto Sehun.

—Tú eres lo más gay que pueda existir. —se defiende.

—Se te acabaron las ideas, pequeño niño repri- —Baek se detiene cuando Victoria golpea la mesa y decidida, se levanta de la mesa para irse a algún lugar.

— ¿Qué le pasa? —Pregunta Sehun.

—Va por Kyungsoo. —Ahora es Taeyeon quien responde algo aburrida, mueve su comida con el tenedor y muerde al final la verdura que eligió. Se voltea hacia Baekhyun y suelta un "ya no tengo hambre", a lo que él toma el plato y lo retira de inmediato.

— ¿Kyungsoo? —Pregunta con un tanto de confusión Sehun, todo lo que pude preguntar se fue arrebatado por los demás así que solo escucho. — ¿quién es?

—El nuevo...el especial—aporta Kris—. Al parecer becado por los Jung y es un donnadie de Goyang.

Damos un vistazo a Victoria; se acerca al chico y él por su parte se mueve dejando en claro que ha quedado impactado por la presencia de ella, Victoria entra en su faceta de chica linda, todo el mundo cae por eso, pero al parecer a él no le surgió efecto alguno pues solo le da un vistazo y la ignora. Ella regresa molesta, justo cuando estamos a punto de preguntarle y burlarnos —obviamente—, suena el timbre.

¿Ya dije que tanto odio que ese maldito timbre me interrumpa?



• ♦ •



Son las dos y uno de la tarde, intento con todas mis fuerzas el mantenerme al corriente en clases de "danza clásica" y es que es tan aburrida que mejor acabo con todo así que me escapo al baño. Estoy completamente solo y totalmente relajado, o bueno, lo estaba hasta que recibo un mensaje.

De: Baekhyun
2:05p.m.

Adivina quién le dijo NO y floja a mi princesita
¿Quién podría decirle tales cosas a Taeyeon? La respuesta es...

A: Baekhyun

2:07p.m.

Chanyeol

De: Baekhyun
2:09p.m.

¿Qué? ¡No! Park es un imbécil, jamás hablaría de él. Fue el especial ¡Kyungsoo!


Sonrió. Un pobretón negándose a la realeza. No puedo ni siquiera imaginar cómo quedará, la primera persona que no acató una de sus órdenes, hoy en día no se sabe nada de él. Sí que es todo un rebelde. Hay res cosas que nunca se deben hacer en Neibor: la primera molestarme, la segunda molestar a mis amigos y la tercera, hacer enojar a Taeyeon.

Estoy a punto de contestarle cuando alguien entra al baño.

—Te lo advertí...—amenazan a alguien doy un vistazo desde mi lugar noto a los matones de la escuela con un chico. Pobre chico. — has caso... si ellos te dicen que hagas algo, tú simple hazlo. Recuerda lo que eres en este lugar, un maldito... especial. Agradece que somos buenos contigo. No querrás que seamos malos.

Pobre, debe de pasarla fatal, pero ¿creen que me importa? Lo dudo. Un sonido sordo y el chico ahora está en el suelo. Tomo mi lugar de nuevo. Esto ya me está aburriendo, lo mismo de siempre. Mismos chicos que causan problemas, mismos especiales en problemas. Mismo todo.

¡Innova algo Neibor, por favor! ¡Has interesante mi estadía en éste absurdo y aburrido lugar!

—Ustedes son los que debe agradecer que aun soy bueno. — ¿Es posible? Esa voz.

Reacciono cuando la puerta se cierra de golpe. Miro donde se llevó tal acto. Uno de los matones está en el suelo reincorporándose, otro está sangrando y el jefe paralizado del miedo. No puede creer lo que hizo aquella lindura y pequeño niño.

Sin esperar a más, camino hasta ellos.

K-Kai. —tartamudea.

—Nombre. —Ordeno, no dejo que reaccione, mi paciencia se agota de poco a poco.

— ¿Eh? ¿Q-que? —Tartamudea de nueva cuenta, agacha la cabeza y pone sus manos detrás de la espalda, esperando a que hable más para que pueda entender, ugh, desperdicia mi tiempo.

—Nombre del ojón. —Bufo, cruzo las manos y pongo una mueca por la obviedad de mis palabras. Obviamente hablaba del zapato valiente, ¿acaso creen que me importa él?

—K-Kyung Soo-o, Kyungsoo...Do Kyungsoo

—Muy bien—Le golpeo un poco la mejilla y se relaja—. No te le vuelvas a acercar—suspiro—a menos que yo lo diga. —advierto.



• ♦ •



Investigue un poco sobre Kyungsoo —tenía tiempo libre—y descubrí que su madre trabajaba en la empresa Junment; creí que sería algo importante, pero salió siendo la de limpieza. Tan bajo.

Sus empleos fueron en empresas establecidas y conocidas, y por algo siempre terminaba renunciando y golpeando a alguien. Es perfecto, tal como lo recuerdo. Al parecer su madre murió hace tiempo y no tiene padre ya que está registrado por el apellido de su madre. Buen promedio escolar. Vivía en Goyang y hace algún tiempo cambió su domicilio a Seúl. Bueno, todo lo que puedes descubrir yendo a la dirección y siendo, obviamente, yo.

Miro el reloj, siete con siete minutos de la tarde, tengo clases de Danza a las 7:40 y esta es la única clase que alguna vez pudieron pensar correctamente en Neibor, así es, es la única clase que me gusta. Llego pasados cuarenta minutos después, y caminando me encuentro con una charla interesante. Era mi especial con alguien.

— ¿Qué? ¿Pero qué?

—Pero nada, no problemas dentro y fuera de la escuela y sobre todo, no tienes permitido reprobar, ¿trato?

—Trato.

—Adiós, señor Jung.

Me escondo para no ser notado cuando salió de la dirección. Más murmullos por parte de él, intento ver un poco más pero me abstengo, es posible que sea notado y todo termine mal, quizás me vean como un metiche y esa no es la imagen de un Kim.

— ¡Kyungsoo, no te metas en problemas! —Grita el señor Jung— ¡Estas advertido!

¿Así que no puede meterse en problemas? Esto me agrada cada vez más.

Entro al salón y mi especial está en el mismo salón que yo, la vida no podría sonreírme mejor, las buenas noticias están fluyendo tan a mi favor. Finalmente llega Donghae y todo el mundo comienza a bailar. Cuando terminamos de ensayar Sehun se acerca a Kyungsoo, tomando de su propia botella, dando a entender que Kyungsoo es muy amigo de él pues no quita la sonrisita de su rostro. Los interrumpo —con toda la intención— diciéndole a Sehun que Donghae quería charlar con él —cosa que es mentira— y logró apartarlo de mi especial. Por mi parte, me voy antes que cualquiera y espero —me escondo— entre uno de los salones vacíos a la persona que tiene toda la suerte del mundo de haber llamado mi atención.

Miro a todos salir excepto a uno en especial. Cuando finalmente lo visualizo saliendo, lo jalo y lo atraigo hasta mí. Besándolo y marcando lo que me pertenece desde ahora. Bienvenido a un mundo nuevo, Do Kyungsoo.

Mi mundo.

---

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top