Aprovéchate


La primera vez que uno supo de la existencia del otro. Fue el peor día para ambos.

— ¡Cuidado!

Algo que nadie podría olvidar, ni, aunque pasen cien años o hasta cayendo un meteorito en el planeta, todos recordarán ese día tan inolvidable.

—Mierda, mierda, mierda...—Y esa era la única palabra que el de ojeras prolongadas podía formular. Tao estaba desesperado y temeroso, no pudo haberlo matado, ¿verdad?

—No respira, ¡Tao, llama a una ambulancia! —ordena el entrenador con desesperación, pero el adulado no reacciona. Toma el hombro contrario, lo mueve bruscamente, pero pareciera que no siente absolutamente nada porque no le ha prestado la más mínima atención. Hasta jura que podría golpearlo y el otro seguiría en su posición.

—Mierda, mierda, mierda, mierda...—continúa repitiendo como si de un mantra y la desesperación del entrenador se hace más grande.

— ¡Taozi! —grita con desesperación el entrenador y por un momento el adulado le presta atención. —Espera aquí, ¿entendido? — Asustado, asiente con duda. El peor segundo de su vida pasó al ver cómo se aleja el entrenador, tiene miedo, de eso no hay ni una sola duda, tiene miedo de ser un asesino; da un vistazo al cuerpo tirado, gran error, se arrepiente una vez más, ruega porque no le suceda nada. Ruega a todos los dioses, pide y suplica a quien quiera que lo escuche para salvar la vida que cree haber arrebatado.

— ¡Hey! ¡Hey despierta! —palmea levemente el rostro del casi occiso, con la esperanza de que reaccione. La esperanza no muere, espera un milagro, solo eso y se hará creyente de por vida. — ¡Hey! ¡Hey! ¡Wu despierta! ¡Wu! —clama con la ansiedad corriendo por su cuerpo, no quiere que muera. — Vamos Wu, despierta.

Segundos, minutos. Largos y frustrantes minutos. No había respiración por parte de Kris Wu, no había signos vitales, no había nada. Estaba condenado, no lo podía creer, es más, jamás se cercioró que hubiera alguno de los dos factores cables para descubrir si continuaba con vida, él solo llamaba y golpeaba el cuerpo tirado, eso era más que suficiente para perder la ilusión de verlo despertar.

—Wu, vamos Wu. Despierta, no te puedes morir. No ahora. —entre lágrimas repetía mientras palmeaba con fuerza y sin ella, el rostro del contrario.

Todo en la cabeza de Tao pasaba a cámara lenta y rápida, provocándole unos horribles dolores de cabeza. ¿En qué momento fue que empezó a transpirar? ¿Por qué el maldito entrenador no regresaba aun? ¿Por qué jodida mierda, Wu se encontraba en el gimnasio?

Las horas transcurren —o al menos así lo sintió Tao— y lo único que pasaba por su cabeza era el lugar al cual se iría de prófugo. El mejor lugar, para no ser encontrado por el asesinato de Kris Wu. ¿China? ¿América? ¿Japón? ¿Tailandia? ¿España? Él ni castellano sabe, ¿Qué haría en ese lugar?

Tal vez la única solución sea el entregarse a las autoridades y que de ahí dicten sentencia. Tal vez, y al saber que no lo hizo con la intención, pueda bajar su condena, posiblemente sus padres hagan algo para que dure lo mínimo. Pero, ¿y qué con la familia Wu? ¡Seguramente ellos querrán que se pudra en la cárcel por el resto de sus vidas!

Oh, diablos. No había solución.

Tao iría a la cárcel.

Ese día, Huang Zi Tao, se rindió. Esperando a que llegara la policía, con sus manos bien levantadas en son de disculpa, arrodillado por el arrepentimiento y como prueba del hecho delictivo, el cadáver a escasos centímetros de él.

Solo espera no durar mucho tiempo en la cárcel. O que su compañero de celda no haya sido un violador. Puede soportar a cualquiera menos a un violador, solo suplica que no sea un violador, solo eso, aceptará su condena, pero que su compañero seo alguien más sano.

—Argh...

El único sonido que Tao logro escuchar fue más que suficiente para que la determinación acabara y cerrara sus ojos fuertemente. La policía está aquí.

—Argh...sh...uhg...—Un leve golpe en su pierna.

—Sí, fui yo-

— ¿Qué mierda...? ¡Duele-!

Y solo esa voz fue más que suficiente para que la alegría volviera al cuerpo del Tao. Abre sus ojos y nota a la persona que está ahora tirada, sobando su cabeza y con una mueca de dolor, maldice en otros idiomas —entre ellos el mandarín— a la maldita cosa que lo golpeó.

No hubo mucho que dudar, Tao se abalanza felizmente sobre el cuerpo del no-occiso, y agradece a los dioses griegos, buda, y de más, porque sigue vivo. Sigue ahí y él, obviamente no irá a prisión.

— ¿Quién mierda eres? —Sus segundas primeras palabras después de regresar a la vida salieron junto al shock de ver a quien sabe quién demonios colgándose de su cuello.

—No estás muerto. —suelta alegre Tao, no se aparta y si no fuera porque Kris lo apartó molesto, jura que estaría dispuesto a besarlo porque ha sido lo mejor que le ha pasado en el día (ya saben, por la noticia de saber que estaba con vida).

*

*

*

Y hasta cierto punto ya todos conocían el odio mutuo que ambos tenían. Tao salió de las penumbras al ser reconocido como la nueva diversión de Kris Wu.

— ¡Oh, no! ¡No! ¡No, no, no! —grita algo alterado el Panda cuando el matón de Neibor, el ser más intimidante de aquel lugar, trata de escribir con aerosol en su casillero.

— ¡Lárgate! —le gritan, ordenan y detienen, todos los que pasan al alrededor, se estremecen por el miedo. O sea, ¿si sabe Tao con quien está tratando?

— ¡Tu lárgate! —Una respuesta que nadie esperaba.

— ¿Me hablas a mí? —pregunto el matón y Tao pasa saliva nervioso. Quizás, debió recordar la posición en la que se encontraba.

— ¿Ves a algún otro imbécil por aquí? —pregunta con voz firme, no piensa ser intimidado. Da un vistazo al pasillo y se encuentra con su pesadilla. Su talón de Aquiles. — ¡Oh! aparte del imbécil de Wu, sí, me refería a ti.

Y aunque no recibió respuesta verbal, la recibió médiate acciones. Siendo roseado por el aerosol color verde pantano, el embriagante olor lo hizo quedar completamente noqueado.

La risa de los otros resonando en sus oídos, meneando su cabeza para que el efecto de la pintura desaparezca, tosiendo por el desagradable aroma y finalmente, cayendo lentamente al piso.

Solo bastaron algunos minutos, para que se acostumbrara al olor y que su media venganza se complete. Tao se levanta, un poco atontado, porque recuperado-recuperado no se encontraba del todo. Da una patada, que para él fue algo tan simple para los demás fue la cosa más impresionante del jodido universo, Tao a provocando que aquel matón; aquel mismo al cual muchos temen, cayera al suelo, desmayado.

—Hey, ¿te encuentras bien, Piccolo?

Tal vez no fue la mejor manera de hacer sentir bien a un desconocido.

Y así de simple, aparecen dos personajes nuevos a la vida de Tao, ¿amigos o enemigos? No lo sabía, pero iba a descubrirlo más adelante.

— ¡Dae! No seas maleducado. Llevémoslo a la enfermería, puede intoxicarse. —responde algo preocupado el mayor de los tres.

— ¿Q-quiénes...cof...s-son?

Porque eso sí, ninguno de los tres se había visto en su apreciada vida. Solo fue un encuentro no casual. Al cual le deben de agradecer a un par de gemelas. No por nada los hermanos Kim estarían en un edificio que no es el suyo.

—Piccolo, dejemos las formalidades para otro momento.

— ¡Dae! —Entre ambos hermanos, toman el gran cuerpo del menor.

—Está bien, está bien. ¿Cuál es tu nombre, Piccolo?

—T-Tao...—suelta bajo y lento, entre tartamudeo y mareo. Todo a su alrededor da vueltas, quiere vomitar y a la vez se pregunta porque alguien lo trataría tan bien conociendo las reglas de Kris Wu.

—Bien, Tao... —no, Tao no lo imaginó, es realmente lo que pasó, Jongdae rodó los ojos porque para él el nombre tan simple como "Tao" no quedaba con la apariencia de quien dice llamarse así. — No te mentiré, me gusta más Piccolo.

¿Quién podría pensar que ese dueto se haría unos de los mejores amigos del Panda? Eso es lo que menos cabía en la cabeza de Wu, de hecho, no aun no lo podía asimilar el mismísimo Tao, él no supo en que momento ya tenía el número de teléfono de ambos hermanos o como es que se daba la ocasión para salir a comer cada cuatro días. Imposible para ambos, tanto para Kris Wu como para Tao.

El hecho de que Tao tenga amigos, era un gran problema.

Ese par, comenzaban a ser un problema para el entretenimiento de Kris. Ya que las libertades del Panda se volvían menos, ya no podía hacerle pasar malos ratos porque aquellos hermanos se inmiscuían como si fueran sus asuntos, ¡realmente alguien debe ponerle el fin a ese par de hermanos! ¿Por qué nadie se atreve a ponerles un dedo encima? ¿A que tanto miedo le tienen cuando así lo quiere Kris? ¿Acaso no ven como se aburre cuando no le puede hacer algo al Panda?

Pasaron días, Kris se levantó en uno de esos y simplemente se dio por resignado. Hay más personas allá afuera con quienes puede divertirse, no es absolutamente nada exclusivo a Tao o su clan de hermanos bastardos. No, a Kris nadie le importa, debe olvidar siquiera la existencia de quien lo golpeó hace ya algún tiempo y simplemente dejar todo como si nada nunca hubiera pasado.

Kris iba a dejar en paz al Panda.

Pero el Panda no lo sabía.

Así que los problemas regresaron.

Aquello que estalló con la poca piedad que Kris alguna vez guardó en su ser, fue a causa por un problema minúsculo, tan minúsculo como encontrarse su auto totalmente pintado con aerosol negro, azul, rosa, amarillo y café. Con cientos de palabras en chino —en especial maldiciones—. Todo con un toque artístico y un gran corazón en burla.

—Maldito marica.

*

*

*

Y justo en ese momento ambos se siguen preguntando, ¿Cómo es que llegaron hasta ese punto? Llevaban, sin mentir, veinticinco minutos con cuarenta y siete segundos parados desde que llegaron frente a la tienda. Kris perdió total confianza que mantenía desde que salió por las puertas de Neibor, sus manos temblaban y el sudor se hacía presente para dar paso a unos cuantos escalofríos por todo lo que su cabeza estaba planeando.

Tao no dijo nada, solo voleaba a ver a todos lados cada que tenía tiempo o cada que se sentía incómodo, como a los diez minutos de haber llegado a la tienda tuvo la intención de silbar alguna canción, pero se detuvo ante la gran pérdida de interés de Kris a lo que sucedía y así es como después de tanto, Tao se quedó callado.

—Compra una fusta para caballos... —Habló, tomó entre sus manos el volante con fuerza y no volteó a ver en ningún segundo al Panda que, estaba más que seguro, pegó una expresión más que graciosa respecto a lo que le está pidiendo. Kris lo que menos quería era romper su determinación que acaba de tomar de la nada si es que ve a Tao y arrepentirse de lo que está pidiendo y pensando.

—Es enserio Wu, esto me está asustando. —Qué bueno que Kris no volteó a verlo, ya sabía lo que iba a suceder. —¿Tienes algún tipo de problema o trauma psicológico?

—Solo cómprala, ¿quieres? —Pidió en orden, volteó a verlo y después se arrepintió porque, ¡vamos! ¡¿Por qué Tao debe ser tan así?!

Fueron siete segundos los que se tomó para poder acatar orden alguna. El resignado Panda baja y emprende su camino hasta la enorme tienda, había algo por lo cual quería preguntar sobre la cavidad de las facultades mentales del Wu, pero solo calló y continuo su camino sin reprochar nada. Algo temeroso, anda por los largos e interminables pasillos dentro, mirando a todos lados sin saber exactamente como no parecer un loco depravado porque créanlo, Tao está sudando como no se tiene una idea.

Toma aire, da dos pasos al frente y cuando siente la mirada de alguien más, pierde valentía y trata de huir.

— ¿Algo que necesite? —la pregunta salió de la peli azul teñida que lo detuvo cuando tocó la puerta de entra-salida para su nulo escape victorioso.

—Fusta...— repite bajo, casi en un susurro, tomó su tiempo el siquiera recordar por lo cual había entrado en la tienda para animales y tragó seco cuando miró en dirección a la puerta encontrándose al auto que lo trajo a su nueva pesadilla.

— ¿De qué tipo? —y la mente del Panda queda completamente en blanco de nuevo. Él solo quiere una jodida fusta, ¿Por qué todo es tan difícil?

—Uh... ¿una fusta? —¿es posible sudar por las uñas? Tal parece que si lo es y Tao lo ha descubierto.

—Tal vez te ayude un poco —la voz salió relajada, casi como si no fuera el tipo de cliente que no conoce nada sobre lo que quiere comprar, y ella, como toda experta en la venta de herramientas para entrenamiento que es, ésta ahí, dispuesta a ayudar para todo lo que se necesite siempre y cuando compren en la tienda y no solo vayan a comparar precios—; tu caballo, ¿Qué tipo de entrenamiento le estas dando?

—Uh...no, no es mío... ¡Esa! Una de salto. —suelta inmediatamente el Panda al leer rápidamente su uso por error mientras la vendedora parpadeaba, y sin esperar a más, señala justo donde vio anteriormente. —Quiero una de salto. Si, esa es la que me pidieron.

—Oh, claro, existen de distintos tamaños, de sesenta centímetros-

—C-con esa está bien. —responde interrumpiéndola, ¿a alguien alguna vez le ha sudado las pestañas o no son Tao?

Ocho minutos fue el tiempo que transcurrió para que Tao pudiera tomar su turno en la caja y pagara por aquello que tanto desea. «¿Encontró lo que buscaba?» le preguntó la cajera mientras daba miradas quisquillosas al producto que pasaba por la banda negra, después, ante la nula respuesta de su cliente, mira a la vendedora de azul obsequiándole una leve mirada de molestia porque está más que segura que aquella peli azul no está haciendo su trabajo como es debido, «Sí, muchas gracias» solo esas palabras bastaron para que la mirada se apartara de la vendedora y se centrara por completo en él.

Le dieron la cantidad a pagar y sin esperar a más, Tao dejó una generosa propina tanto a la cajera como al chiquillo que colocaba todo en las bolsas de plástico.

Y esa fue la peor y más rara compra que Tao ha hecho jamás. Rojo de la vergüenza. Camina hasta el auto y entra siendo recibido por la burlona sonrisa de su acompañante.

—Estas abochornado, ¿cierto?

—Solo maneja y cállate.

No podía con los calores que de solo recordar su compra le llegaban de la nada, estaba avergonzado más de lo que alguna vez pudo estarlo, sentía ganas de meter su cabeza en el suelo y gritar cientos de cosas y que, de ahí, naciera una caña para que cuando alguna persona hiciera una flauta con la misma caña, salieran todas aquellas maldiciones y deseos de muerte al son de un silbido.

Pero, ¿acaso Tao sabe para que se usará aquel instrumento? Sabe que Kris está loco y que tiene unas ideas medias cochinas, pero créanlo, nunca se le pasó por su cabeza el uso que se le daría. Solo rogaba a los cielos que la chica no lo reconociera en ningún lugar, o al menos nunca jamás se volvieran a ver.

Solo pedía no ser catalogado como un loco que gusta de comprar fustas para su excitación personal. Esta cien por ciento seguro que su forma tímida de comprar, pagar, hablar y salir corriendo levantaron muchas sospechas para alguien que solo va a entrenar a su caballo.

Cierra sus ojos, concentrándose en otra cosa que no sean los arrancones que Wu le hace al auto o la razón tan vaga del porque compraron cosas tan fuera de lo común como lo son las pinzas de madera, el talco, las vendas entre otras cosas más que, de solo recordar, se siente tan raro y fuera de la realidad. Cierra sus ojos y espera, espera a que Kris no lo deje tirado en algún lugar o algo singular, solo estaba ahí. esperando a que todo termine rápidamente. Suspira un poco y cuando ya no siente que está en movimiento, los abre.

Un edificio de departamentos. Bastante al estilo de Wu.

Cuando bajan del auto, lo primero que Tao toma es su mochila y su lienzo. Kris tomó el resto de las compras que habían hecho junto a su maletín, cierra las puertas del auto, en un solo movimiento de cabeza lo guía y Tao muy a su pesar, lo sigue. Un par de metros transitaron para quedar frente al elevador, Wu presionó un botón y en un suspiro, llegan al piso encontrándose con solo dos puertas en el pasillo que casi quedan una frente de la otra.

— ¿Aquí vives? —El paseo en el elevador fue silencioso por ello Tao no dudó en confirmar las dudas que de su cabeza salían.

—Solo es mi departamento de relajación.

—Oh...—una casi perfecta 'o' se forma en los labios del Panda.

No hubo más que decir, ni mucho menos más que preguntar; ambos callaron hasta que la puerta se abrió. El más chismoso, Tao, entró sin pedir permiso; inspecciona el lugar, pero no había mucho de que sorprenderse, era obvio que ese lugar era de Kris, los aburridos tonos lo dejaron muy en claro. Deja sus cosas en la pequeña mesa que se encontraba a un lado de la puerta. Y continúa mirando a su alrededor.

Todo es completamente gris. Ni un color que desentone. Los accesorios u adornos que ese lugar pueda tener se mezclaban entre matices negro y blanco. Algo bastante diferente a su departamento. El cual es totalmente colorido, y excéntrico.

«¿Qué se puede esperar de alguien tan simple y aburrido como Kris Wu?» Se pregunta.

— ¿Por qué no tienes ningún retrato o cuadro? —Se cruza de brazos al haber recorrido ya todo el lugar sin permiso alguno y encarar al dueño del lugar. Saca su teléfono y toma una foto, después niega porque ni con el filtro de Cine Noir, podía haber una diferencia.

— ¿Tú tienes en tu departamento? —La pregunta salió sin interés.

—Prácticamente...tengo la sala llena.

—Tengo uno, mira—le señala un cuadro, más alejado que nada y que da hacia el fondo. Es solo un paisaje, algo abstracto. Pero eso sí, no desentona en nada. La pintura, solo está en tres colores, Gris, negro y blanco.

Eso sorprendió al Panda porque créanlo, él pasó y revisó hasta el más mínimo lugar en cuestión de segundos, y jamás miró un cuadro. O, mejor dicho, jamás miró ese cuadro, debió ser algo a su alrededor que provocó a la cabeza de Tao el pasarlo por alto ya que no llamaba en absoluto la atención.

Tal vez Tao se quedó mirando la pintura por un buen raro, ya que no notó cuando Kris se deshacía de su camisa, y quedaba con solo el torso desnudo. Asechándolo y dejando una hilera de besos sobre su cuello.

Bueno, al menos hasta que lo mordió.

— ¡Auch! —exclama cuando siente una punzada en su cuello a causa de la mordida. Levantó su mano y pellizco en el brazo contrario solo para sintiera dolor de igual manera.

— ¿Qué? —Kris, de modo burlón, muerde una vez más.

—Sin marcas Wu. —Advierte, y antes de lo esperado Kris sopla sobre ambas mordidas provocándole bajos estremecimientos.

—Serán las únicas. —burló.

Si le preguntaran a Tao, ¿qué haces con Kris Wu? Él jamás podrá responder, es enserio, la razón del porque ahora Kris ha comenzado a quitarle el saco y la camisa escolar, dejando alguno que otro beso en el transcurso. Serán un completo misterio para él y para cualquier persona, incluido el mismísimo Kris Wu.

Había algo, eso ambos lo saben, pero ¿qué? Todo inicio por parte del gran Wu como una clase de venganza, ¿y Tao por qué le siguió? Ni idea.

Pero, aquí seguían, Kris bajando sus manos al recorrer la cintura y cadera del otro, hasta plantarlas sobre la hebilla del pantalón, tratando de quitar todo de forma lenta, no tienen ninguna prisa, ¿Cuál es la necesidad de demostrar desesperación cuando el tiempo lo tienen de sobra? Todo iba de acuerdo a lo que siempre ha sido, Wu siendo quien hace todo y el Panda solo dejándose hacer, ¿para qué hacer cosas innecesarias si al final ambos disfrutarán?

Un momento, ¿Disfrutar? ¿Ellos lo disfrutan? Quizás desde ahí parte todo, quizás lo gozan por lo que no tienen nada que negar o reprimirse. No solo debe ser odio mutuo, tal vez han encontrado un nuevo método.

Tao lo detiene, basta de tanto pensar y mejor comenzar con las cosas que realmente importan en éste tipo de situación.

— ¿Por qué yo tengo que ser el de abajo eh? —Una pregunta bastante sorpresiva para el chino mayor. Quien solo ríe.

—Si quieres, yo puedo ser el de abajo. —responde con simpleza; sorprendiendo al contrario porque, vamos, Tao jamás creyó que las cosas serían así de fáciles con el cabeza hueca de Kris Wu.

— ¡¿Enserio?! —Eso sí que jamás lo hubiera esperado. Que Kris Wu fuera un total sumiso. Todo un come almohadas.

—Claro, yo seré el de abajo mientas tú me montas. —le guiña, recibiendo a cambio un sonrojo del menor, ni siquiera le dio tiempo a enojarse cuando sintió sus mejillas arder porque, siendo sinceros, si lo tomó por sorpresa el guiño.

—Eso debí de haberlo esperado...—suelta bajo y Wu solo sonríe ante su timidez.

Hay algo que ambos jamás podrán entender, ¿Por qué se siente tan bien haciéndolo? ¿Cómo llegaron a sentir tanto placer mientras ambos están juntos y no odio?

Kris tira de los pantalones del menor y cuando menos lo espera, ya quedan fuera dejándolo solo en aquel entallado bóxer. Se separa un poco y va por un bolso negra. Todo lo que será parte del juego de ese día estaba en un bolso en tono negro que pasa más que desapercibido por el lugar en el que están. Toma al Panda guiándolo hasta uno de los sillones de la sala. Indicándole cual debe ser su posición. Una vez hecho lo indicado, Tao es atado de tobillos por unos pedazos de tela, ambas manos igual que sus tobillos, quedaron atadas por una corbata.

Algo preocupado por lo que Wu le podría hacer, voltea y mira la sedienta mirada que este le ofrece. Hasta por un segundo quiso callarse y dejarse hacer, pero recordó la persona que es quien le provoca todo aquello.

—Esto se está saliendo de control Wu, ¿leíste 50 sombras, cierto? —pregunta algo alterado, quizás tomándose la libertad de hacer una broma para aligerar el pesado ambiente que de la nada Kris ha creado con su ayuda.

— ¿Qué? No, es solo un experimento. —sonríe mirándolo a los ojos, niega con una mueca burlona y regresa a Tao a la posición que le había indicado anteriormente— Relájate, verás que lo disfrutarás. —Lo trata de calmar.

Sin dar tiempo a replicas, pasa su mano delineando el trasero de Tao, provocando un estremecimiento cuando baja lentamente el bóxer que lo protegía para dejar a la vista de Wu, aquella perfecta y rosada entrada que se escondía entre sus nalgas. Se relame los labios al verlo como, en un arranque de miedo, aquella parte rosada se contrae. Es imposible para Kris el dejar de ver aquello tan asombroso, hasta le importa muy poco que Tao, aquel marica, sea dueño de dicha maravilla.

—Solo relájate. —le indica y el Panda toma aire, esperando a que la paranoia pase. Su corazón late con aquella intensidad que, si se mantuvieran todos quietos, podían escucharlo con claridad hasta el punto de casi retumbar entre las paredes de la habitación.

— ¿Q-que esta-as...ngh? ¡Mierda Wu! —exclama al sentir la fusta contra su trasero.

—Solo mantente callado, y disfruta. —El ruido del viento le provoca un miedo, aquella cosa alargada de cuero se menea alegre entre el aire para provocar sonidos tan sonoros y temibles, quizás solo Kris esté jugando con el sonido, pero créanlo, Tao está a nada de hacerse pipi sobre el sofá. —O te castigaré. —advierte.

Toma un poco de aire, Kris deja el ruido para darle un poco de paz a Tao. Cierra los ojos esperando a que las locas ideas de Wu se hagan realidad, porque el que le haya prometido algo que se sentiría tan jodidamente bien, en su casa, era la razón principal para seguirlo al salir de Neibor; ahora, intenta tomar aire para sacarlo después de segundos, tal vez Kris no tiene malas intenciones como él creía, tal vez solo lo está asustando y, paren por favor, todo su cuerpo se retuerce al sentir algo entrar y salir de su trasero. Lentamente, mientras disfruta. Mordiéndose el labio por la sensación. ¿De dónde ha salido aquello? ¿De dónde salió aquel placer desmedido?

Wu deja caer una gran cantidad de lubricante sobre el trasero del menor, provocando que sisee por la sensación de frio que deja sobre su caliente piel. Sus manos temblaron, no de miedo sino de todo lo contrario, era aquella emoción que no podía controlar y que salía sin su autorización por todas las extremidades de Kris, ¡hasta sus piernas temblaron! Y su mentón, ¡ni se diga! Había perdido, incluso, la movilidad y la saliva que mantenía estancada dentro de su boca cerrada.

Pasa un pequeño dildo por todo su trasero, dejándolo que viaje por su columna y provoque un estremecimiento mayor al insertarlo dentro del Panda. Traga saliva, Tao suelta algunos gemidos. Incontrolables gemidos. No es mentira, Kris está a punto de venirse.

— ¿Ves? — su voz salió en aquel tono ronco que era imposible puesto que hace menos de un par de segundos atrás, estaba tan nervioso que las palabras habían desaparecido— Te dije que lo disfrutarías. —repite una vez más, Tao suspira pesadamente por solo escucharlo en ese tono y el estremecimiento incontrolable, le provoca una mayor sensibilidad a todo su cuerpo.

Deja al Panda, quien inconscientemente levantaba su trasero para más. Kris camina hasta su bolso y saca un pequeño juguete, regresa a donde Tao mantenía su trasero arriba y relamiéndose el labio, toma con gran gozo y emoción, el pene del menor, sorprendiéndolo por su repentina acción. Tao no mentirá, sería hace algunas cuatro o cinco semanas atrás en las que él notaba como Kris pegaba muecas e incluso se negaba a que lo hicieran de frente ya que, de una u otra manera, el verle el pene o tocarle el pene a un tipo era para nada sexy.

Quizás porque el día ha sido raro, Kris se ha atrevido a disfrutar de la suave piel del otro chino.

— ¿Q-qué haces?

—Calla. —Desde la punta del falo bajando hasta la base, le coloca un pequeño anillo. Estremeciendo al Panda por lo apretado que se siente. No hizo preguntas sobre si se siente cómodo o la explicación del nuevo juguete, Kris está perdiendo los principios que alguna vez aprendió solo porque se trata de Tao.

— ¿Q-qué e-es?

—Me has desobedecido. —suelta en un tono de voz autoritaria y Tao abre sus ojos, baja su trasero y mueve sus hombros por el susto, ¿a qué están jugando exactamente?

— ¿Q-qué?

No hubo tiempo para respuestas, ni mucho menos lo hubo para pedir una explicación de las bases de su nuevo juego, vamos, ¡no hay explicación para absolutamente nada! ¿y tiempo? ¡por favor! ¡¿Por qué se toman el tiempo para meditar sobre todo lo que están disfrutando?!

Sus palabras estancadas no pudieron salir más, el leve sonido de aquella endemoniada fusta lo alerta y sin siquiera replicar a más, el cuero choca contra su delicado trasero lo calla. Un leve golpe, que le dolió como nunca.

— ¡Imbécil que-! —otro golpe más. —Juro que sino dejas de-e...—otro golpe y la sádica sonrisa de Wu se hace presente.

—Ya lo he dicho Panda, solo obedece.

— ¿Estás loco Wu? —pregunta algo desorientado, las lágrimas se estancaron en sus ojos sin la intención de correr, no por miedo, si no por orgullo. Tao podrá ser un llorón de primera, pero créanlo, no le dará el placer al otro de verlo llorar por su causa.

—Esta vez, —Kris se agitó, era emocionante el ver como el trasero pequeño de Tao se marcaba cuando él quisiera, muerde sus labios y delineando las heridas con su dedo índice derecho, continúa soltando todas las ideas que salen de su cabeza por aquella emoción. — cada que me desobedezcas, serán tres más, ¿entendido?

—Metete tú jodida- ¡argh! —solo dolor es lo que sentía. ¿En qué mente retorcida cabria que lo disfrutaría? Claro que en la de Kris, en la podrida cabeza de Wu podía creerse la idea de que por el dolor podría disfrutar, ¡qué se joda mil veces! —Me vuelves a golpear y juro que...ngh~

Bueno, eso último sí que no lo esperaba Tao. Él solo quería maldecir a Wu por los golpes, pero en definitiva que sintiera como es que crecía su miembro en el último golpe y que, además, Kris dejara caer la fusta (porque escuchó el ruido) para delinear las marcas con su lengua, lo jura, no lo esperó. Es más, no entiende cómo es posible que ahora mismo continué soltando aquellos sonidos a causa de aquel desagradable sentir contra su piel.

Fueron segundos, o eso es como los sintió, ahora es turno de que Wu pase aquella alargada fusta de cuero que no sabe en qué momento recogió, y recorrer la parte inferior del menor con saña de provocar un placentero dolor o de lo contrario, todo lo que su cabeza a ideado se irá al infierno. Pasándola desde la hendidura del trasero hasta sus marcadas y firmes piernas. Provocando que la piel del menor se erice por completo, oh, en serio, no tienen ni la más remota idea de cuanta satisfacción le provoca eso a Kris en estos momentos.

No se imaginan cuando duro se ha puesto en estos momentos.

Nadie podría imaginárselo.

— ¿Juras que qué? —pregunta burlón y Tao agradece que no lo puede ver, porque ahora mismo parece un tomate humano, acaba de morir por sus propias palabras. —Al fin has entendido. —burla— Eso es bueno.

Kris toma del bolso un pequeño vibrador azul, sonriendo de forma maliciosa al ver como se tensaba el Panda al sentir aquel plástico rosando y tocando con delicadeza su piel.

—No te asustes, —pidió, casi en un susurro que cualquiera creería era una orden— esto te gustará.

Y antes de que pudiera reaccionar para dar alguna respuesta, inserta todo el vibrador dentro culo del Panda, provocando que de sus labios saliera un quejido lastimero acompañado por las lágrimas que juró no derrapar desde un principio. Sus piernas se contraen, mueve su cabeza en negación y su espalda se dobla de aquella manera casi inimaginable, un beso y se calmó.

Respiró hondo cada vez que el aliento contrario chocaba contra su piel y los labios de Kris tocaban cada lugar para dar un poco de calma. Mueve su cabeza, dándose consuelo a sí mismo y reconfortándose para que todo estuviera bien, no será la primera vez que tenga un dildo en el culo, pero enserio, Kris es un bruto al insertarlo así de rápido a la primera.

Varios «shh, shh, shh» salen de los labios de Kris, saca lentamente aquel juguete azul del trasero de Tao de forma lenta y después, lo mete de nueva cuenta ahora con más prisa y velocidad, «Shh» repite de nuevo al escuchar los quejidos contrarios, «Shh» suelta una vez más al suspiro ahogado de Tao, toma su tiempo y cuando al fin siente que el Panda se ha logrado adaptar. Lo enciende.

Oh, Kris es un malnacido bastardo.

Algo que lo prende más que dominar al Panda, es escuchar los gemidos que llenan la habitación, tan incontrolable que déjenlo un par de minutos más, y él se vendrá sin la necesidad de que le hagan alguna mamada o que lo toquen siquiera.

Ser un condenado fetichista de gemidos es la cosa más maravillosa que pueda existir, o al menos, eso es lo que cree Wu.

—Oh mierda Wu, con esto hubieras iniciado primero. —Entre gimoteos logra hablar, provoca a Kris al contraer su trasero y gritar una vez más por todo aquel placer que jamás creyó poder obtener vía su trasero.

Los gemidos ya no le están provocando absolutamente nada a Kris.

Es más, ahora mismo los está odiando con todo su ser.

¿Por qué demonios Tao lo debe de cagar absolutamente todo? ¡Ahora mismo ambos estarían extasiados del placer y no molestos por alguna absurda e indescifrable razón!

Sus dientes rechinan sin pensar, todo lo que cubre a Kris se ha vuelto completamente asfixiante. Sus manos han comenzado a sudar, y por un momento, la camisa de botones oprime su pecho; oh, maldición, ahora mismo quiere ser él quien provoque los gemidos del Panda. Pasa saliva nervioso y se aclara la garganta, niega sus ideas y todo aquel efímero sentimiento de celos que cree haber tenido, y absteniéndose a romper su plan, realmente quiere ver sufrir a Tao solo un poco más.

—Sabes Panda, no quiero que digas nada. —Tapó los labios del otro con fuerza, notó como la mirada de Tao se perdía por el desmedido placer que el consolador le otorgaba, demonios, eso lo ha hecho enfurecer más— Si quieres gemir, guárdalos para otro momento. —Le susurra, la fuerza se hace mayor y algo de amargura mesclada con saliva recorre su garganta cuando el otro chino cierra sus ojos al momento que baba recorre la larga mano de Kris.

Listo, eso no lo puede soportar más.

Tapando la boca contraria con su mano izquierda, mete y saca el vibrador del culo de Tao con su mano desocupada, su malicia y enojo salen a la par: los gemidos aparecieron de nuevo. Su pecho duele, sus manos queman y la maliciosa sonrisa de poco en poco se plasma en su rostro. Lo ha advertido.

Una nalgada, solo eso bastó para que el cuerpo del menor se pusiera rígido por completo. Y que el pedazo de carne se volviera de un rojo carmesí, quitándole lugar a las marcas causadas por la fusta.

En un momento de desesperación, el Panda muerde aquella mano al sentir como otra cosa se mete extra en su trasero. Ya no puede aguantar más, esto es un sufrimiento. Su miembro ya duele, quiere ser liberado. No lo dirá, pero, oh Santísima Trinidad, Que Kris pare de una vez por todas.

Esto se está volviendo desesperantemente placentero. Quiere terminar, quiere hacer pipí y por si no fuera poco, quiere que Wu la meta para poder completar todo aquello.

En un movimiento brusco, Tao se encuentra frente a quien podríamos considerar su agresor. Kris inserta de más el encendido vibrador, y un gran grito gutural sale del Panda, siendo retenido por los labios del mayor. Quien, con gozo, lo acepta en un beso.

Caliente.

Así lo sintió el más joven, aquel beso salvaje y torpe, calentó todo su ser; los labios de Kris se mueven con violencia que pareciera querer saciarse con todo lo que el Panda le pueda ofrecer. Pero se detiene, él tiene que castigarlo, no lo puede dejar tan a la ligera el asunto. Aunque tiene unas ganas incontrolables de ser quien lo lleve al éxtasis, se detiene.

—Levántate. —y como si fuera una mascota, lo escucha.

Wu pasa su mano contorneando el lascivo cuerpo del menor. Provocando estremecimientos en cada una de las zonas que recorre. Toma asiento, y ve el delgado pero fascinante cuerpo de Tao. Lo pensó, por un segundo creyó que no le calentaban los gemidos ni el cuerpo en particular de un hombre, pero demonios, tanto entrenamiento le ha servido.

—Ven aquí.

Y el Panda cegado por el placer lo escucha. Aun con ambas manos atadas, deja que Kris juegue y toque su cuerpo.

—Esto se sentirá bien.

El largo dedo corazón de Wu, recorre por el erecto e hinchado miembro del Panda, provocando que este suelte unos pequeños gemidos lastimeros. El mayor de los dos, lo acerca aún más. Colocando ambas manos sobre el trasero del Panda, acerca su rostro y el quiebre de Tao se presenta, cuando Wu muerde sin cuidado alguno esa parte delicada. Esa parte que enloquece al Panda, y que por supuesto, solo ellos dos lo saben.

Justo en la ingle.

—Me has desobedecido. —dice en voz ronca, provocando que el erecto miembro del Panda, se vuelva aún más duro. Ese jodido juego de rol es demasiado para ambos, o eso cree Tao.

Su mente vagó en cómo podría detener todo el asunto que está envolviéndolos en ese momento que no sintió en que momento, el maldito vibrador salió de su cuerpo. O cuando fue exactamente que su pierna estaba sobre la cintura Wu. Y mucho menos supo en que jodido momento, fue que se encontraba contra la fría baldosa de la cocina. Pero, por supuesto que ni siquiera supo cómo es que sus manos llegaron a estar sostenidas por el gancho de la alacena.

—Tu castigo, será el no poder tocarme. —Le decía Wu, mientras atacaba uno de sus sensibles pezones.

Mordiendo sin delicadeza alguna, chupando lascivamente mientras creaba sonidos, sucios sonidos que, para los oídos de Tao, era música. La erección de Wu, llenándose y sobresaliendo del apretado bóxer —Ya que los pantalones, desaparecieron desde hace rato—, saliendo y encontrando la morena piel del menor. Provocando un estremecimiento en ambos. Un rozón más y están seguros que se vendrían al instante.

Los escalofríos corriendo por la espina dorsal de Tao fue lo único que sintió cuando el pene del mayor jugaba con su entrada. Rozando y alejándose, haciéndolo perder los estribos por completo. Deseando en sus adentros que Wu lo hiciera suyo de una buena vez. Que le quitara lo que fuera que tiene en su pene, para poder liberarse. Pero el beso que Wu le dio de nuevo, lo descolgó por completo.

Tao se sintió inundado por las sensaciones. Abrió la boca con un jadeo y de repente, la lengua del mayor estuvo dentro de su boca, explorándolo minuciosamente como si tuviese todo el derecho a hacerlo cuando así lo quisiera. Un beso, bastante nuevo para él. Tao se entregó entre los labios, prácticamente fundiéndose con Kris desde sus bocas.

Oh, esto es demasiado para un simple juego.

—Mierda...—Fue lo único que pudo decir el menor cuando toda la extensión de Wu ya estaba dentro de su pequeño agujero.

Su espalda se retorció, el destello en sus ojos lo dejaron ciego por algunos segundos y su vientre dolía, dolía como no se podían tener una idea, sus huesos se rompieron, o así es como lo jura que se sintió, de su boca no salió sonido alguno; Tao a muerto. Su respiración se agotó, no entraba más aire, no salía más aliento, era un hecho: Tao desfalleció.

«Diablos» gruñó Kris, «No» secundó Tao. Su cuerpo retorció una vez más mientras tomaba aire con desesperación, apretó la tela de sus manos con fuerza y logrando mover su cuerpo hacia el techo atrajo con violencia el cuerpo de Kris contra el suyo. La pierna que se adornaba con fuerza sobre la cadera contraria, «No, no, no» suplicó una vez más al sentir de nuevo como moría por aquella sensación tan jodidamente increíble y que, sin exagerar, lo estaba matando con aquellos extraños sentimientos que emanaban sin delicadeza alguna desde dentro.

«Para» pidió Tao en lágrimas, no hubo palabra que respondieran, solo un gruñido gutural en respuesta vaga y ahí, mientras negaba y mordía sus labios porque no lo soportaba más, sintió por fin aquella semilla de Kris recorriendo sus muslos.

Pararon, el sudor era aliado de ambos, la luz volvió al menor y la malicia regresó al mayor. Deteniéndose por la placentera sensación. Se sonrieron cómplices. Riendo como si nada hubiera pasado, como si el sudor de sus cuerpos fuera nada y las mejillas rojas solo fueron de tanto sonreír o eso de que sus corazones latieran tan rápido y con aquella fuerza desmedida que pareciera quisiera salirse de sus pechos. Ahora ambos se sonríen mutuamente, muerden sus labios y tomándose el tiempo, se besaron sin dudar un solo segundo.

Los labios de Tao estaban hinchados mientras que los de Kris se tornaban de poco en poco en un rojo intenso. La risa sale por parte del mayor, las negaciones y la vergüenza fueron compañeros de Tao cuando las palabras de Wu salieron haciendo saber lo que acababa de ocurrir. ¿Quién dijo que los orgasmos secos son esplendidos? ¡Son un horror! ¿y porque demonios tuvo que tener dos seguidos? Eso es la muerte asegurada.

Las quejas de la mente de Tao se detuvieron al escuchar la ronca confesión «Me vine y solo la metí» que salía de los labios de Kris. El regocijo creció desde su pecho y la molestia que se mantenía en su pene la dejó de lado para poder darle paso a la victoriosa sonrisa que se plasmaba en sus labios con gozo y burla. Se sentía correcto, se sentía bien, ambos quedaron dentro de aquella burbuja de felicidad momentánea.

— ¿A-alguna petición? —pregunta Wu, mientras entra y sale del agujero del menor.

—C-cama. —responde en un hilo de voz. Y Wu detiene las estocadas.

—No pienso salirme de aquí en un rato, así que- —Y antes de que pueda terminar la frase, las alargadas piernas del menor lo acercan mucho más a él. Sosteniéndolas fuertemente sobre su cintura sin la esperanza de soltarlo.

—Entonces...ngh...llévam-ee.

Y la idea no sonó tan mal, si no fuera por el hecho de que ambos son de casi la misma estatura, y de peso casi igual. Pero se arriesgarían. Tomando los brazos del Panda y colocándolos sobre su cuello. Sin pena alguna, sus enormes manos toman el pequeño trasero del menor, masajeándolo y estrujándolo cada que se le antojara, emprende el camino a la primera habitación que se encuentre.

—Pero si nos caemos, todo será tu culpa. —Le advierte Wu y el interior de Tao se revolotea. Asintiendo efusivamente mientras deja algunos besos sobre los labios y rostro del otro.

Lo único que pasaba por su la mente de Tao, era lo debilucho que era Kris, porque eso de que ambos hayan chocado contra la pared más de dos veces y que el sudor en la frente del chino mayor fuera en aumento, así como las muecas que pegaba al alzarlo cada que creyera que Tao caería; solo significaba dos cosas: que Wu era un debilucho o que se estaba vengando de él. Iba a replicar al quinto golpe contra la pared, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por la larga y delgada mano de Kris que masajeaba con gozo su pene.

Oh, ese maldito de Wu lo está matando.

— ¿Te gusta? —La profunda voz de Kris sonaba grave y sensual, provocando espasmos en Tao. ¡Por supuesto que no le gustaba! ¡Eso es un martirio! ¿Acaso no ve cuan rojo e hinchado se ve su miembro? —Puedo quitar esto. —comenta juguetón y entre caricias recorre aquel sofocante anillo.

Libre.

Finalmente pudo ser libre.

Lo único que pasaba por la cabeza de Tao en ese momento, era sobre lo libre que se sentía al retirar esa cosa de su miembro. Pero antes de que la libertad se completara, Kris coloca su dedo pulgar sobre la punta del miembro, dejando escurrir solo un poco de pre-semen para darle paso a una tortura mucho mayor.

—M-mierd-a...ngh...y-yo no- —Y antes de que pudiera continuar, las estoadas de Kris se hacían más rápidas y salvajes.

La visión se Tao comenzaba a convertirse obscura, ya no puede más, va a morir de verdad ahora, en serio, ya está viendo su alma correr. Su rojo miembro lo sabe. Los labios de Wu, sobre los propios lo hicieron que el martirio fuera menos. Olvidó y recordó, más rápido de lo que debería, que toda su piel ardía y el dolor era insoportable para alguien tan débil como lo es él.

De solo dos estocadas más, Wu se viene de nueva cuenta dentro de Tao, llenando una vez más el espacio vacío. Liberando a su paso el miembro del menor, logrando así, que ambos queden cegados por el increíble orgasmo, cuando la esencia de Wu pegó justamente en aquel dulce lugar.

Tao lloró una vez más, gritó y Kris, sin aviso cayó encima suyo. Se adhirieron con la pegajosa y blanca sustancia, pasaron segundos. Se separaron al dar media vuelta, los brazos de Tao continuaban en el cuello del mayor, se miraron fijamente, todo se volvió silencioso. Un suspiro, Kris toma al Panda de la cintura y, quizás a causa de aquel silencio o por ganas propias de hacerlo, se besaron una vez más.

La cansada mirada de Tao daba vida a la del Kris, y sus labios se unían una vez más. Eran cortos besos lentos donde el aliento de uno chocaba contra el otro, sus ojos se cerraron porque así es como lo pedía el protocolo de besos lentos mientras que sus cuerpos se separaban de poco en poco a la par que se unían al sentir el aire frio interviniendo, y ahí, cuando dejaron de acariciar sus bocas, terminó.

—Tienes derrame en un ojo, ¿duele? —Preguntó Kris, Tao meneó su cabeza en negación, cierra los ojos porque, no lo sabe, pero quizás se ve mal así que se toma se toma el atrevimiento de ignorar al otro y poder dormir. —Es mi culpa, hiciste mucho esfuerzo por mi culpa, vamos al médico después. —No recibió respuesta. —O bueno, por ahí leí que puedes durar un par de semanas y se aliviará por sí mismo, pero siempre es mejor prevenir...

Silencio.

Tao duerme, Kris lo observa.

El chino mayor comienza inspeccionar el rostro del contrario. Ni siquiera es atractivo. Su piel no es clara y blanca, como la de las demás personas con las que ha estado. Su nariz es algo grande. Su trasero ni siquiera es muy voluptuoso o grande, suele ser algo impresionante de vez en cuando, pero no siempre. Pero eso sí, el Panda tiene algo que lo hace reaccionar casi de inmediato. Tal vez sean esas apretadas paredes, que, aunque se le inserte cualquier cosa sigue siendo igual de apretado. O aquella forma de estremecerse cuando inserta algo en él.

— ¿Qué crees que estás haciendo? —pregunta un adormilado Tao al sentir como el dedo del mayor es insertado dentro de él.

—Estaba pensando en que tenemos que bañarnos. —responde con simpleza.

— ¿Y por eso metes tu dedo en mi culo?

—Eso me ayuda a pensar. —suelta casi al instante de forma natural que pareciera no estar haciendo nada malo.

—Eres un pervertido Wu. —responde algo cansado Tao.

—Y tú, un promiscuo-lascivo-Panda.

—Claro, pervertido. —suelta bajo, casi entre bostezos y mueve sus incomodos brazos alejándolos del cuello del otro y acomodándolos para poder descansar con un poco más de comodidad. Iba a reclamar sobre ser liberado de sus manos, pero esta tan cansado que apenas y puede mover sus labios.

Un par de segundos, es el tiempo estimado y aproximado que Tao contó antes de flotar al ser cargado por el mayor, sus ojos se abren de a poco y lo primero que ve es así mismo dentro de la bañera, pasa saliva y en un largo bostezo, trata de girar, pero el poco espacio se lo impide, así como el cuerpo invasor que estaba acaparando una gran parte de la bañera. Unas largas manos masajeando su adormecido y adolorido cuerpo. Sintiendo algunos masajes antes de ser recorrido y que su cuerpo quedara contra algo más blando que la baldosa.

— ¿Qué haces Wu? —pregunta algo adormilado el menor.

—Estoy por bañarme, ¿y tú? —una respuesta bastante simple pero graciosa.

—Estoy esperando a que me talles. —responde, algo divertido. Deja caer su cabeza contra el agua y cierra los ojos porque, quizás se deba al agua caliente, pero se ha avergonzado por algo que ni él mismo logra entender.

Kris acomoda sus piernas mientras levanta sobre el agua el cuerpo del menor, haciendo de esta forma que el Tao quede sentado sobre sus piernas, y que obviamente, quede sobre su dormido pene.

— En realidad me sentí algo culpable. —suelta algo bajo a los pocos segundos de haber tomado el jabón mientras pasa sus manos por el delicado y delgado cuello del Panda. Dejando un gran rastro de espuma. —Nunca sueles dormir tanto después de una sesión de sexo y por eso...ya sabes...tal vez no fue tan buena opción eso del-

—Fue genial. —las palabras salieron sin medir, muerde sus labios y después, después de sentir sus mejillas enrojecer, se encoje de poco a poco. Kris dejó de tallar el cuello, sus labios se abrieron y de su pecho, su corazón dio un latido intenso. —Tan genial que mi cuerpo, se cansó a la primera. —Wu baja sus manos, dando un recorrido por el cuerpo del menor, perdiéndose entre el agua y plantándolas sobre los firmes muslos del menor.

— ¿A sí? —pregunta y recibe un simple y cansado «Ujum» —Y si yo hiciera algo...algo simple... ¿Qué sucedería? ¿Tu cuerpo seguiría cansado? —pregunta en aquel tono de voz que ha conquistado a más de una, que ha sido el mismo por el que las demás tragan saliva mientras aceptan todo lo que se tenga por proponer y el sueño que el Panda pudiera tener se esfumo.

— ¿C-como qué? —pregunta, tartamudo, avergonzado y se golpea mentalmente por eso.

—No lo sé... —Una de las delgadas manos bajan, y se encuentra con aquella hendidura, con la punta de su dedo paseaba por aquel lugar.

—T-tal vez...—por acción impropia, Tao se menea solo un poco, aun sin saber sobre donde se encuentra sentado, queriendo sentir aquella exquisita fricción que le da el dedo pulgar de Kris.

—Estas tan apretado aquí. —Las palabras salieron rápido, con aquel sutil tono seductor al oído del menor, mientras acaricia y penetra su tensa entrada. —Dime, ¿Cómo puede seguir así?

Tao al no saber qué contestar y solo ruborizarse casi al instante, mantiene silencio. No quiere hablar porque su voz lo delataría. No quiere que Wu se entere que se puso duro con solo sus palabras y el maldito dedo. Aún queda un poco de orgullo dentro de su ser, no piensa perderlo todo solo porque se puso caliente de la nada; es más, Kris ni siquiera le gusta o le atrae, no sabe porque diablos está esperando algo más si finge no entender lo que el mayor intenta decir.

Se está volviendo loco. Así es. Tao se está volviendo loco.

—Yo no...no sé...

El Panda se pone rígido completamente, cuando siente los labios de Wu correr por su espalda. Pero sobretodo, al sentir lo duro que se estaba poniendo detrás de su trasero.

—No te preocupes, no haremos nada. Por el momento.

—Puedes continuar...si-si quieres. —Dice algo tímido Tao. No hubo tiempo para replicas, Kris toma las palabras, pidiéndole que se relaje, mientras su dedo invade su trasero. Hubo besos, sonidos húmedos y muchos gemidos.

— ¿Crees poder venirte con solo mi dedo dentro? —pregunta Kris, mientras el sumiso cuerpo del Panda tiembla por la sensación.

Solo un asentimiento, y el mayor inicio.

Tomando el erecto miembro del Panda, mientras mantenía uno de sus dedos bombeando dentro de este. Subiendo y bajando su mano, sacando alguno que otro gemido por parte del menor. Mientras lo pegaba aún más a su dura erección. Ambos sintiéndose extasiados por el placer. La espina dorsal del menor temblaba por la reconocida sensación. No podría más. Pero el maldito dedo de Wu, lo hizo querer matarlo, justo cuando tocó aquel punto. aquella delicada y dulce parte.

—Ngh~. —un sonoro gemido fue lo único que el Panda pudo crear cuando toda su esencia salió de él. Algo que el reconoció como dolor placentero, fue lo que sintió en su espalda cuando Wu lo mordía, dejando una marca roja.

—Andando, tenemos que hacer cosas.

— ¿Qué tipo de cosas? —pregunta algo alterado el menor. Pero es sorprendido por los largos brazos de Wu que lo abrazan desde la espalda y lo cubren hasta su pecho.

—Dejaremos todo eso del castigo, son solo cosas.

Involuntariamente, Tao abre sus piernas mientras se recarga sobre el pecho de Kris, suspirando por lo pacífico y relajante que es estar en esa posición. Dejándose rozar por el erecto miembro del mayor. Sintiendo como es acariciado por los delgados y largos dedos de Wu sobre su húmedo cabello.

¿Qué pasará por su cabeza? ¿Por qué harán ese tipo de cosas los dos? ¿Por qué se siente tan bien quedar en silencio cuando ambos están juntos? Acaso, ¿acaso Wu está sintiendo algo más por él? Eso es lo que la mente de Tao solo se lograba formular.

— ¿Te estas enamorando de mí? —Pregunta algo desconcertado el menor, y las caricias por parte del mayor cesan.

— ¿Estoy loco? —pregunta alterado. Tembló por solo imaginarlo. Pegó una mueca de solo pensarlo. Ahora, se separa un poco al menor. — ¿Por qué crees eso? Acaso tú, ¿estas sintiendo algo más?

— ¿Qué? No, no, no... Solo pregunto, por eso de estar siendo tan, amable. —responde algo perdido en sus palabras. Y el mayor solo suspira aliviado.

—No es por nada Panda, pero no eres mi tipo. Espero y no te decepciones ya sabes, por si es que tratabas de-

—Gracias al cielo Wu, tampoco eres mi tipo, pero eres bueno...uh...eres bueno, en ya sabes...en la cama. Es solo eso.

—Creo que tenemos que dejar más que en claro que no puede haber algo más en esta relación. Si entiendes, ¿no?

—Por supuesto. —responde con firmeza y sin flaqueza alguna.

—Entonces pase lo que pase, no podremos tener ese tipo de relación ¿entiendes? —el menor asiente. Dándose media vuelta para quedar frente a frente. —Y por supuesto no podemos celar o eso.

—Por comodidad y todo eso, es lo mejor.

Y ahí es donde se firmó aquel tratado, el cual no fue escrito y firmado con algún tipo de tinta o papel. Solo entre ambos quedo más que claro, cual es y será su relación, siempre.

—Ahora salgamos o te convertirás en una pasa. —Le ordena Wu, mientras lo levanta de su regazo.

—Mi trasero duele. —confiesa adolorido al levantarse y el aire frio del baño lo hace temblar.

—Pues dúchate bien, y te pondré un poco de cremita en tu rosadito trasero, princesa. —suelta burlón provocando que la ira del menor aparezca.

—Jódete.

*

*

*

Y a escasas nueve de la noche, Kris mira a Tao frente aquel lienzo. En un inicio no supo en que momento lo llevó consigo, iba a preguntarle solo porque la pregunta le abrumaba, pero al solo dar un par de pasos, lo recordó. Niega porque al final de cuentas, no le debe de importar las absurdas cosas que haga el otro, así que retoma su caminar y sin hacer ruido alguno va hacia el moreno cuerpo del Panda, quien concentrado no nota cuando este entró a la habitación.

— ¿Qué haces?

—Tarea.

— ¿Qué haces? —repite la misma pregunta, esta vez para recibir una respuesta distinta.

—Es una pintura, y es mi tarea. —responde Tao mientras pasa el pincel por el lienzo, aun sin darle una imagen verdadera al rostro de este.

— ¿Puedo saber qué tipo de pintura?

—Es —para, deja la brocha abajo y después de mover su cabeza, continua con lo que hacía—, simplemente el retrato de alguna persona...no tiene bastante importancia. —Wu camina hasta quedar detrás de Tao y mira el arte que éste está creando.

Solo una simple vista para poder dar exactamente a la persona retratada. Nada sorprendido, pero aun así molesto por alguna extraña razón. Regresa hasta tomar asiento en uno de los sillones de aquel cuarto. Mira hacia la ventana y se dispone a hablar.

— ¿Sehun-ah? —la pregunta desconcierta por completo al Panda, ¿Cómo lo supo? Si aún no tiene rostro. —Su rostro, el mentón y los labios son igual al de él.

—Oh, s-si...es él. —no hubo forma de negarlo, las palabras salieron, las mejillas de Tao brillaron en un rojo tono por la pena. Tal vez ahora sufra algún tipo de burla por parte del más alto.

Wu mira sus desnudas piernas y sube para encontrarse con el ajustado bóxer, solo para subir aún más y ver su algo marcado y plano abdomen. Se recuesta un poco y mira las grisáceas paredes.

De una pared, pasa a otra y mira el único cuadro que hay en existencia junto a la mesita que lo adorna. Pasa a otra y mira al Panda. Concentrado. Pasando el pincel por la pintura, mientras toma el tubo de pintura y lo exprime para dejar algo más de pintura en la paleta de madera. Un simple vistazo más y recorre su vista por aquellas torneadas y desnudas piernas. Por aquel delgado brazo manchado con algo de pintura roja. Y la cabellera, la rubia cabellera, que él tiene.

¿Cuándo fue justamente que el Panda cambio de look? Podría haber sido antes de las pruebas. Aunque eso podría ser casi imposible, ya que en la preparatoria tenía el cabello negro. Y después, una rara respuesta aparece en su cabeza.

—Fue cuando Sehun cambio de look. —susurró, miró el techo y abrió los ojos para ver a su único acompañante; suspira, por suerte no fue escuchado por alguien más. Kris suspira de nueva cuenta y ríe bajo. Eso nunca lo esperó. ¿El Panda enamorado de Sehun? ¿Hay algo más gracioso que solo imaginárselo? —Tu auto, ¿es un Hyundai Sedan?

—Ahora es un Genesis Coupe, lo cambie en-

—Noviembre. —interrumpe Wu y Tao deja atrás su pintura. ¿Acaso lo está vigilando?

—S-sí. ¿Cómo lo-?

—Mañana es el cumpleaños de Sehun, y no sé qué regalarle. —ignora Wu e interrumpiéndolo, le da un vistazo; el rostro del menor se deforma mientras frunce el ceño y niega vehemente.

—Es en abril. —responde inmediatamente el Panda.

— ¿Eh?

—Su cumpleaños, es en abril.

— ¡Ah! Cierto, es el diez. —suelta algo sorprendido Wu, al no recordar la fecha.

—Doce...Su cumpleaños es el doce.

Por largos segundos, ambos se quedaron sin decir nada. Absolutamente nada. Y eso en buen sentido, fue agradable para Tao, mientras se concentraba en su pintura. Tal vez pasaron muchos segundos, casi minutos o hasta horas. Y el Panda no se percató del tiempo perdido y bien invertido en su pintura.

— ¿A dónde vas? —pregunta algo curioso al encontrarse con un muy arreglado Wu y no en bóxer como hace poco.

—A un lugar. —responde a la vez que se mira en uno de los espejos y arregla su cabello.

— ¿Vas a regresar tarde?

—No creo volver. —le guiña y el enfado de Tao se hace presente.

— ¿Quién me va a llevar a-?

—Puedes quedarte, o irte en taxi...tú decides. —Acomoda el saco y toma las llaves de la única mesita.

Tao se levanta de su lugar y camina hasta encarar a Kris, solo para maldecir, por lo más bajo, al rubio por dejarlo con un enorme dolor en el trasero.

— ¿Eres imbécil? —pregunta, molesto.

No hubo respuesta.

—Imbécil. —suelta molesto Tao mientras sale de la habitación en busca de su ropa. Cuando al fin la encuentra, comienza a vestirse.

Wu, quien hasta el momento solo había seguido al menor con la única excusa de verlo sufrir. Se deleita con el cuerpo contrario mientras trata de cambiarse, y tratando de aguantar el dolor que él dejó, sonríe. Tao podrá sentirse atraído a Sehun lo que quisiera, pero él era el único que podía hacerlo sufrir de tal manera.

Camina y pasa a Tao, solo para tomar su celular. Da media vuelta y se encuentra con la imagen más insana de todas. El Panda abrochando el pegado pantalón escolar, mientras el bóxer marca su delgada cintura y la pintura seca, adorna el plano abdomen. Amarillo, blanco y rojo, la mejor mezcla en aquel moreno cuerpo.

—Andando marica, si no quieres irte caminando. —Bromea con diversión Wu y el enojo del Panda aumenta cada vez más.

—Jó-de-te. —Deletrea en molestia, le levanta el dedo medio y recibe a cambio, la estruendosa carcajada de Kris.

—Es lo que te haré si no te vistes de una vez. —advierte y el sonrojo del Panda se hace presente.

*

*

*

Y el alboroto en toda Neibor no fue a causa de que faltaban tan pocos días para que el plazo de tres semanas de Kai terminara. Oh, claro que no. O por la "gran actuación" de Chanyeol frente a todos, nada de eso.

Lo que provocó la gran conmoción de todo el alumnado y prefectura, fue un simple cambio. Un inesperado cambio. Y no fue que les sorprendiera a todos eso de que Kai ya no retuviera a su lado al especial. Nada de eso.

Solo podríamos etiquetarlo como «el cambio que nadie espero en este año». Así de sencillo.

— ¿Así que el grupito de rubios se ha disuelto? — pregunta el de grandes ojos mientras mira a los de la mesa. Kyungsoo ríe ante su propia broma y solo Jongdae levanta la mano para estrecharla contra la de su hermano porque eso sí que fue gracioso.

—Eso sí que nadie lo esperaba. —suelta el de facciones gatunas mientras pasa uno de sus brazos en los hombros de su adorable hyung.

—Se ve genial. ¿O ustedes que dicen? —pregunta Lay mientras inspecciona el cuerpo del hombre. —Siempre ha sido atractivo, pero ahora, lo es mucho más.

—No es atractivo, se ve normal. No sé porque tanto alboroto. —receloso, el mayor de los Kim habla, mientras mira con odio aquel cuerpo.

—Tú eres más atractivo. —Es lo único que basto para que un enorme sonrojo apareciera en el rostro Junmyeon, mientras el despistado chino sonríe victorioso.

—Debemos aceptar que no se ve tan mal, ¿o no, Tao? —la indirecta salió por parte de Kyungsoo, no apartó en ningún instante su mirada del rostro de su amigo por la espera de una respuesta.

— ¿Yo porque debo de responder? —pregunta algo indignado, él no quiere aceptar que se ve genial con ese nuevo look.

—Solo es una simple respuesta. Responde.

—No me gusta, todo en él, no me gusta. —Mece sus hombros y después de darle una probada a su comida, dirige su mirar al techo y después a su teléfono para finalizar sonriéndole a la burlesca mueca de Kyungsoo. —Es como si buscara más atención de la que ya tiene por lo que hace.

—A mí me parece genial. —suelta Minseok, infla los mofles, mientras ve el cuerpo del hombre y come una papa frita. —Lo hace ver varonil, pero como que reservado a la vez. — suspira, ver a chicos guapos en ocasiones lo hacen sentir menos por los estándares de belleza y toda la cosa, pero no negará que admitir cuando alguien es atractivo o sexy, lo hacen desear ser un poco más masculino día a día. — Bastante genial y sexy.

—No Min-eh, no puedes referirte a otros de esa forma. —Con sus manos tapando los labios de su pareja y mirándolo fijamente, le sonríe— Me pondré celoso. —le advierte el de facciones gatunas, mientras lo recalca en un susurro que solo ellos dos podían escuchar.

— ¿Ves Tao? No puedes negar que el cambio le quedo genial. —el de enormes ojos continua, queriendo ver la reacción que el menor pueda tener.

—No todos tenemos los mismos gustos hyung. Como que el negro no es lo suyo. Aunque claro, es solo una opinión. —responde con simpleza Tao

— ¿Seguro? —vuelve a inquirir Kyungsoo.

—Sí, hyung.

— ¿Enserio? —pregunta de nuevo, y la paciencia del Panda se comienza a agotar. No llegarán a nada con esa charla.

—Así es, mejor comamos hyung.

—Bueno, ya sabes, siempre puedes no decir lo que realmente piensas. Tal vez, realmente creas que se ve bien, pero no lo puedes decir tan abiertamente porque-

— ¡Hyung! —grita, molesto interrumpe a Kyungsoo. — ¡No hyung! ¡No se ve bien! Ni siquiera es su estilo. Y no, no se ve sexy o varonil, o atractivo, ¡o todo lo que acaban de decir! Nada. Además, no sé porque insistes tanto si la respuesta seguirá siendo no. ¡No!

Tal vez a todos los de la cafetería les quedó más que claro que para el Panda, el nuevo look de Wu, no fue el mejor. Que no se ve genial. Y mucho menos, endemoniadamente sexy a como todos en Neibor pensaban.

Bueno. Puede que a todos les haya quedado más que claro, pero a una persona. A un chico de ojos enormes, blanca y nívea piel, labios acorazonados, no. Porque a pesar de ya conocer un pedazo de verdad. El sonrojo que Tao se le creó cuando Wu lo miró, y que claramente no pasó desapercibido para el de grandes ojos, le dio la respuesta a todo.

—Me quedo más que claro Tao. —responde Kyungsoo con diversión.

*

*

*

Y después de días y semanas, en las que Tao pensaba que toda la turbulencia de su vida había acabado, escuchó esa palabra de la persona menos deseada.

—Marica.

Suspira un poco cansado, pero algo alegre, ya que es prácticamente navidad —a pocas horas— tal vez Wu esté completamente arrepentido por el mal trato que le ha dado desde que tiene memoria y...

—Entra.

Resignado, obedece e ingresa al pequeño y obscuro cuarto de conserje, siendo seguido por Wu. Suspira y se abraza a si mismo mientras da vuelta para quedar frente al cuerpo del otro.

—Ayer —el silencio se ve opacado por la voz de Kris, Tao levanta la cabeza en dirección a donde la voz resuena— mientras me quedaba en mi departamento, encontré la fusta, ya sabes...Tengo que darle un buen uso.

— ¡¿Por qué no compras un caballo?! —pregunta algo alterado el Panda, no piensa seguirle el juego, no una segunda vez sabiendo a ciencia cierta lo que puede llegar a ocurrir.

—Estaba pensando en que no me has dado mi regalo de navidad así que-

— ¡No! —Lo interrumpe, levanta sus manos y tapa la boca del otro; se equivocó y tomó la nariz la primera vez, después bajó de lugar y encontró la zona a cubrir. —Ambos concordamos conque solo fue un experimento y-

— ¿Me lo darás aquí? —Tal vez no fue exactamente lo que Tao espera como respuesta. Hasta le tomó un par de minutos enlazar la respuesta lo que Wu quería que le dieran, pero no podía negar que el cabello negro, le quedaba como anillo al dedo.

—Tal vez tengas suerte, y te lo dé también en otro lugar. —lo dijo casi en un ronroneo, acercándose casi por completo al cuerpo del mayor.

Vaya, lo que están haciendo sí que es raro.

Esas palabras bastaron para que el mayor atacara esos labios que por mucho tiempo no había probado. Sintiendo el dulce y amargo sabor que le recuerdan. Separándose por la sensación, el disgusto de volverlos a probar. Mordiendo su mejilla interna para no caer aún más, se aleja. Retomando de nuevo su postura, y dejando algo perplejo al menor. Quien prácticamente no sabe cómo reaccionar ante eso.

—Lo siento marica, me has quitado las ganas. —y sin más, abre la puerta sin cuidado alguno sobre encontrar alguna persona que lo pueda ver. Sale, dejando atrás a Tao junto a su confusión.

¿Qué pasa exactamente por la cabeza de ambos en estos momentos?

*

*

*

— ¡¿Sabes que imbécil?! ¡Jódete! —le grita al teléfono y después baja un poco la voz mientras todos en la sala logran escuchar los gritos por el teléfono, mismos que sobresalen a pesar de estar lejos. — ¡Muérete, imbécil! No me digas que-

Y en ese momento los demás no pueden estar más incómodos. Esa relación va de mal en peor y todos lo saben. Lo que no le cabe en la cabeza al Panda, es por qué aun sabiendo la verdad aún sigue ahí. Todos callaron ante los gritos que la pareja daba ante el teléfono, no existía peor incomodidad que pudiera ganarles.

—También te quiero, imbécil...No lo diré pedazo de...—Y por supuesto que todos escucharon perfectamente el alargado «Hyung», junto a la cansada respiración del de ojos enormes. — ¡Te quiero! ¿Contento? ¿Con convicción? Muérete... ¡TE QUIERO! Adiós. —Deja abruptamente el celular en su bolsillo y camina hasta donde la pequeña reunión se encuentra.

— ¿Qué tal todo, hyung? —pregunta Tao mientras mira la enorme pantalla de televisión sin darle un solo vistazo a su amigo, todos lo copiaron, nadie se atrevía a ver a Kyungsoo.

—Bien. —responde con simpleza mientras mira a la pantalla. — ¿Por qué estamos viendo Open Season?

— ¡Calla! Sigue la línea de Roger. —Ese era Minseok pidiendo por silencio, mirando entretenido la aparición del flacucho gato.

—Oh Stanley, ¿Cuánto tiempo? —repiten tanto el de mejillas regordetas y como el perdido chino, justo en el momento en el que Roger aparece y habla con el otro gato.

Las cinco personas de la habitación, miran entretenidos la película. Aunque de vez en cuando Tao, Minseok y Lay, miran con recelo a Kyungsoo, quien alegre recibe masajes por parte del casi desconocido chico invitado.

Es en serio, nada de lo que estaba pasando en ese día podía ser realidad. Hasta pareciera que todos se habían puesto de acuerdo para quedarse en aquella soledad y rara situación.

—Está bien. —Kyungsoo habla al sentir las miradas de sus compañeros. —Jungkook, ya puedes dejar los masajes y disfrutar de la película. —Como todo rey, le da la orden a su lacayo. Este, mira con adoración a su amo y si no fuera por la exageración, vio miles de destellos santísimos saliendo de aquel humano.

—Gracias, hyung. —Agradece alegre mientras se reincorpora en el sillón y comienza a comer de las palomitas.

¿Qué más pueden hacer este grupo de amigos el último día del año? Bueno, Tao no cree que tengan nada que hacer en este último día. Quizás pasarla con los amigos sea una buena opción. O la única que tengan. Sus padres no están, y mañana tiene clases. Realmente está odiando a Neibor.

—Hyung, ¿puedo irme? —pregunta el invitado al ver un mensaje en su celular. A lo cual Kyungsoo mira sospechosamente, pero después asiente. —Adiós a todos y gracias por las palomitas, estuvieron increíbles.

Solo veinte minutos pasaron y la película se detiene cuando los demás animales domésticos atrapan a Giselle y al pequeño Kyungsoo animado —todos concordaron en que prácticamente eran los mismos McSquizzy y Kyungsoo, eran idénticos, tanto en personalidad como en apariencia—. Cuando Lay contesta la llamada que acaba de recibir.

—Bien chicos, yo lamentablemente tengo algunas cosas que hacer y me tengo que ir. ¿No les importa, cierto? —Y todos le responden alentándolo a que se retire.

— ¿Qué piensan hacer ustedes? —Pregunta Tao mientras ve la pantalla, justo ahora Fifi ha quedado lampiño y rosita.

—Mis papás están lejos e irlos a ver justo ahora, es como sentenciarme, mañana tengo un último examen. —suspira al quejarse— Menuda forma de iniciar el año. —Dice casi de inmediato Minseok mientras ríe incontrolablemente al ver el nuevo look de Fifi.

—Jongin va a una junta de no sé qué... Y su padre lo obligó a ir. Por lo que ¿no te importaría si me quedo aquí, cierto? —El Panda niega y sonríe, no se quedará solo.

—Odio que no den vacaciones normales. —Refunfuña de la nada el de mejillas regordetas. —No te puedes desvelar ni mucho menos disfrutar.

—Podemos quedarnos hasta noche y disfrutar del-

— ¡Me voy! Lamento abandonarlos, pero ocurrió algo. —responde el mayor de los tres mientras sus mejillas se tiñen. Esconde el celular y sonríe alegre. —Esto no afectará nuestra amistad, ¿cierto? —ambos niegan. —Eso es bueno.

El de ojeras prolongadas, saca la animada película e inserta otra. Una de terror, o suspenso.

—Veamos "cacería macabra". —indica Tao mientras apaga las luces y baja las persianas, todo para que no se noten los rayos del sol.

— ¡Oh! Yo iba a ver esa película, pero como es clasificación +18, no me dejaron entrar.

— ¿Porque?

—Porque no llevaba conmigo mi identificación. —La risa del menor resuena en toda la habitación. Su hyung bien podría pasar por alguien de quince años o un poquito más. No juzga al hombre o mujer que pidió su identificación. —Ya calla, o me enojaré. —Dice algo molesto y Tao opta mejor por mantenerse callado.

La película inicia. La primera pareja en ser asesinada, apareció ya. Dejando algo alterado al Panda por la fría y tosca forma de matarlos. Pero algo entretenido al mayor de los dos.

La cena familiar comienza, y la primera pelea entre hermanos se hace presente.

— ¡Te apuesto diez dólares a que lo matan! —grita divertido Kyungsoo mientras el novio artista se asoma a la ventana. —Solo los tontos se asoman a la ventana.

—Acepto.

Y la verdad, no es que Tao ya hubiese visto la película y que quiera hacer rico a su hyung, nada de eso. El trató de verla, pero le entró pavor el terminarla. Solo vio los primeros ocho minutos y fue suficiente para que le aburriera —tuvo miedo—. Y en cuanto terminaban el trato, el novio recibió un impacto de flecha en la cabeza.

El sonido musical del celular resuena por la habitación y Kyungsoo toma de inmediato la llamada,

—Maldición, tengo algo importante Tao. Es una reunión de fin de año, y es obligatorio ir.

— ¿Reunión de qué?

—Es por mi segundo trabajo es obligatorio que vaya. —responde algo apenado Kyungsoo. —Ya sabe, si quiero mantener mi beca, y ganar dinero extra. —dice con remordimiento Kyungsoo. No le gusta mucho eso de mentir. Miente por negocios, pero no por vocación, así que estar entre amigos lo siente un poco al hacerlo.

Ambos se levantan de su lugar, caminan hasta la puerta. Y se despiden. Una vez que Kyungsoo se va, Tao regresa a su lugar y mira la escena. Más que asustado al ver como el cuello de la hermana más pequeña sangra sin detenerse, quita la película inmediatamente. No es tan valiente, como para verla él solo. Aburrido pensando en si dormir o ver alguna mala película de romance. Se va por esta última opción. Así que entre las películas de su catálogo toma la de portada más interesante.

Y elige la del nombre más cliché, cursi y dramático. "La fuente del amor". Tal vez Tao ya no le pedirá a Minah que le compre películas de su preferencia. Ahora las comprará el mismo.

— ¡Vamos que todos sabemos que la ficha es de Nick! —grita alterado, mientras el drama del amor embrujado pasa.

Solo pocos segundos bastaron para que la ira del menor aumentara.

— ¡¿Nick no está enamorado de verdad?! —grita casi entre llanto cuando una verdadera ficha aparece. —Maldita Beth. No tienes suerte en amor... ¡Como yo! —Y el llanto aumenta.

Maldiciendo mental y verbalmente al maldito de Nick, y a la maldita de Beth, por tener un amor verdadero. Y de paso al maldito de Sehun y de Minah. El primero por nunca darse cuenta de su existencia, ni cuando le enviaba chocolates en San Valentín, por casi 5 años. Y a Minah, por preferir mejor a su familia que a él, en este día. En este solitario día.

Y es que el tiempo para Tao se había vuelto lento, completamente lento. Y con sucesos bastantes rápidos, casi ni supo cómo sucedieron. Lo único que sabía es que en ese preciso momento estaba pasando un frio del demonio.

Todo gracias a que el mejor lugar para desquitar sus penas —y soledad— era justamente en el rio Han. Junto a sus latas de cerveza, las cuales no supo porque la razón de estas, pero que aun así las está bebiendo.

Mirando el reloj de mano, y recordando que en poco rato será año nuevo. Menos de dieciocho minutos y un año nuevo llegará. Año nuevo, la fecha en que encontrarán su cuerpo a causa de la hipotermia.

¿Pero, porque razón salió sin mucha ropa que le protegiera? Sencillo, buscando una suerte igual a la de Beth, esperando a que cuando encuentre a una fuente, pudiera encontrar a su Nick versión femenina.

Pero ¡oh, Santísima Trinidad! para su mala suerte, las queridas fuentes, están infestadas de personas. Y él odia, por el momento, a las personas. Así que, para mayor comodidad, eligió el jodido rio Han.

—Ojalá y sus deseos no se cumplan. —maldecía mientras miraba a las alegres parejas o familias pasar por ese lugar.

Las mejillas teñidas de rojo y la casi borrosa visión, provocaban que la autoestima del Panda decayera. Llorando casi al instante. Y no es que el llorara muy seguido, sino más bien que lo hace constantemente.

—Solo espero que las uvas se les atoren. —decía con malicia.

Mirando su casi vacía lata de cerveza. Suspira cansado. ¿Por qué maldita sea? ¿Por qué tiene clases mañana? ¿Por qué esta solito y abandonado? ¿Porque? ¡¿Porque?! Sorbiendo de la nariz, por el frio que provocaba que tuviera escurrimiento nasal, pero también por la angustia de encontrarse solo. En la nada.

—Y me voy a engripar por su culpa...infelices. —dice de la nada, temblando, mientras suena sus narices con el papel servilleta que encontró en su pantalón. Le da media vuelta y lo mira sorprendido. — Oh, era un número de teléfono.

Solo quedaba el resignarse. Este nuevo año no lo pasaría con sus amigos. O con su familia. O con Minah —ya que el temor a su padrastro y hermano, es mucho—. O mínimo con Sehun, pero el más que nadie sabe —gracias al ser su fan número uno— que quien le atrae, es Luhan, el hijo de Jung Yunho. Y es raro, ya que Sehun nunca mostró ese tipo de comportamiento en nadie. Mucho menos con un chico.

—Esto es tan fatídico.

Su celular comienza a sonar y solo ve el nombre, sin tomarle mucha importancia. Deja que suene hasta que se canse. No piensa estar este día tan no-especial, con su familia. Ni siquiera tiene ganas de bañarse, pero ya lo hizo, antes de salir de su departamento y perderse en el rio Han.

Al demonio todo, que importa lo demás, tal vez un poco de música le haga bien. Resignado y sin estarlo, pone la primera canción al azar.

No soy alguien que hace lo típico,
así es como es

Hago un montón de problemas,
pero yo soy un precioso obediente,
por favor ámame

—La lalala lala lala lalala lalalala—comienza a cantarla, aunque de repente aclarándose la garganta, porque no le sale el ritmo.

Sigue la canción, solo alguno que otro balbuceo. Y su cuerpo reacciona casi con vida propia y mueve sus hombros para seguir la canción. Aquella pegajosa melodía de ritmo atípico que lo hace equivocarse.

— La lalala lala lala lalala lalalala.

Ahora mismo está parado, siguiendo la coreografía. O intentándolo, mientras la música resuena, en sus oídos por los audífonos. Sin pena alguna, ya que sabe perfectamente que nadie lo ve. Y si lo ven, no le importa en lo más mínimo.

Cuando termina la canción, sonríe algo alegre, solo faltan doce minutos para que termine este año. Se quita los audífonos y estira su mano para tomar la cerveza de lata, pero es sorprendido por la cegadora luz de un celular. Un celular que lo grababa. Lo grababa mientras hacía un ridículo.

— ¿También tienes la de 30 sexy? —Pregunta burlón mientras guarda el celular. —Hasta yo podía escuchar la música, me sorprende que aún no quedes sordo.

—Muere. —pide con el peor de los genios.

—Si la bailas, me quedaré aquí a acompañarte en tu soledad y eliminaré el video. ¿Qué dices? —pregunta mientras toma asiento, y hasta el momento, es oferta más tentadora que le han ofrecido en el día, mucho más que la oferta de las cervezas.

— ¿Por qué no? —se pregunta a sí mismo y pone la canción sorprendiendo al contrario al tenerla.

Desconecta los audífonos y deja que la música se escuche por el amplio y natural-contaminado ambiente.

Comienza a dar el caminado, mientras balancea su brazo de un lado para otro y mueve sus piernas, dando a entender que realmente se sabe la coreografía y la canción.

La mirada del contrario se vuelve obscura, y lujuriosa. Mientras el Panda comienza a mover su mano al mismo tiempo que su pierna, de forma sexy.

Algunas partes de la coreografía se le olvidaron, por lo que tuvo que improvisar, pensando en cuales serían los movimientos más singulares y de forma sensual. Esperando alguna buena reacción por parte de su espectador.

—Bwajajaja...—la estruendosa risa lo hace detenerse. Realmente tiene instintos asesinos en ese preciso momento.

—Te voy a matar. —Advierte y el otro traga saliva cuando Tao toma una lata de cerveza llena y trata de lanzársela.

— ¡Espera Panda!

— ¿Tus últimas palabras, Wu? —Pregunta mientras avienta y cacha la lata de cerveza.

—N-no te atreverías...—responde algo nervioso y Tao, ante la poca credibilidad levanta una ceja. Lanzando la lata, directamente a la cabeza del chino.

Wu cae al verde y húmedo pasto, asustando al menor ya que por minutos no se movió ni dijo palabra alguna. El Panda, quien asustado de haberlo podido matar, corre hasta su caído cuerpo.

—Mierda Wu, despierta, despierta...—repite mientras le palmea el rostro. —Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda... lo maté... mierda, mierda, mierda...—repetía bajo, mientras palmeaba nuevamente el rostro del alto chino.

Eso ya lo había vivido antes, y no fue una muy buena experiencia que digamos. Así que antes de que reviva, y lo trate como una mierda de nuevo. Una mejor idea se le ocurrió.

—Si lanzo el cuerpo por el rio, posiblemente no lo encuentren hasta después de dos días...Y todos creerán que tuvo depresión y se lanzó.

Se levanta de su lugar y toma de las manos del occiso, pero es sorprendido al ser tirado por este mismo, cayendo prácticamente sobre su cuerpo.

— ¿Enserio lo pensabas hacer? —pregunta algo alterado y el menor solo hace una mueca de asentimiento.

Y las palabras sobraron cuando a su alrededor el cielo se iluminaba de cientos de colores, rojo, blanco, azul, rosa, y de más. Coloreaban el lúgubre cielo. Siendo sorprendido el menor de los dos al recibir los dulces labios del mayor. Moviendo lentamente, mientras disfrutan de aquel colorido espectáculo. Quedándose callados y disfrutando de ese cómodo momento. Lentamente fundiéndose en un simple, lento y caluroso beso.

Kris, quien no desaprovecho en ningún momento, tomo al menor de sus hombros y lo movió un poco, solo para intercambiar roles y estar encima de este. El menor quien inmediatamente sintió un peso sobre él, descolgó sus brazos y los enredo sobre el cuello de Wu.

Dejándose guiar por el sentimiento, Kris coloca una de sus piernas, separando las del menor y disfrutando del ahora sediento beso, roza levemente el miembro del Panda. Y al separarse en un estruendoso sonido, el menor esta por protestar, pero es callado por aquellas seductoras palabras. En aquella ronca y grave voz, la cual se ha convertido en dos octavas más baja.

—Happy new year.

Y de tres cosas estaba seguro Tao. La primera, que Wu pesaba bastante. La segunda, que su ropa esta empapada por completo. Y la tercera, pero no menos importantes, es que no inició tan mal el año.


- - -



Cámara chiqui0s, se me cuidan ✨💞🥰😘.

Hoy me escuché una canción que se llama "la bruja" y entre en depresión porque no sé bailar huapangos 🥺. Bueno, no sé bailar casi nada pero no sé porque demonios me puse toda depresiva 🤨, debe ser porque tenía hambre o esa fue mi lógica para darle final al llanto.

Me fui a comer y bueno, ya terminé y aquí estoy, publicando y toda la cosa jejejeje.

Se me cuidan, les mando un besito de buenas noches y que si angelito de la guarda me los proteja y cuide por el resto de sus vidas para siempre bien amén 🙏🏻.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top